Haz click aquí para copiar la URL
España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
8
Thriller. Drama Cuatro jóvenes estudiantes con ganas de mucha juerga acaban en la cárcel, tras ser sorprendidas en una casa llena de drogas durante sus locas vacaciones escolares de primavera (spring break). Pronto salen bajo fianza gracias a un joven traficante de armas y de drogas (James Franco) que ve en las chicas a unas potenciales delincuentes que podrían serle útiles. (FILMAFFINITY)
16 de marzo de 2013
59 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enfrentarse al cine de uno de los mayores «enfants terribles» que la cinematografía norteamericana haya dado en mucho tiempo sin haber visto ni un solo trabajo anterior suyo parecía todo un reto, más teniendo en cuenta que el cineasta que empezó como guionista de Larry Clark parece tener un universo propio y personal cuyo espacio se define únicamente viendo imágenes de films como Gummo. Añadamos a todo ello que los retratos sobre la adolescencia, que era hacía donde parecía apuntar esta Spring Breakers, han ocupado el largo y ancho de un panorama que, incluso en el cine independiente (rama donde encajaría perfectamente Korine), ha llevado a cineastas como Terry Zwigoff (Ghost World), Michael Cuesta (El fin de la inocencia), el propio Larry Clark o Gregg Araki (The Doom Generation) a explorar un mundo que ha encontrado todo tipo de propuestas para definir algo que se puede percibir desde tan distintas ópticas, obteniendo de ese modo réplicas que nos llevan desde el agitador estilo de Clark, hasta la radicalidad formal de Araki.

Pero Korine no sólo llegaba con Spring Breakers para volver, tras trabajos tan polémicos como la ya citada Gummo o su penúltima obra, Trash Humpers, a una temática tan manida y conformarse con salpicar de nuevo algo que ya se podría tildar como un subgénero, Korine volvía para azuzarlo y demostrar que la expresión «dar una vuelta de tuerca» queda reducida a la nada por un cine que te deja clavado en la butaca, un cine ante el que saber como reaccionar una vez terminada su proyección ya sería un logro por parte de un espectador que se ve ensimismado por una propuesta tan libérrima como única que ni siquiera necesita ser subversiva o rompedora: le basta con acogerse a códigos visuales conocidos y explotados para describir un universo en el que la inclusión de actrices como Selena Gomez o Vanessa Hudgens no es precisamente casual. Ambas, que saltaron a la fama debido a su participación en diversos proyectos de la factoría Disney, son el elemento catalizador necesario para definir el viaje psicotrópico que propone Korine no sin antes concretar —en cierto modo, claro está, puesto que hablar acerca de límites o barreras en Spring Breakers no sería más que un error— el linde de una propuesta que terminará alcanzando cotas inimaginables.

Para encontrar esa definición, nada mejor que una buena selección de imágenes de «rave» playera acompañadas por una banda sonora en la que predominará el house de Skrillex, e incluso la distorsión de esas imágenes anticipando la desaparición de una crónica adolescente que, en algún lugar del camino, se transformará en un arrebatado viaje hacía las últimas consecuencias de un universo en el que los más débiles no tienen lugar, que tan pronto se muestra extremo como particularmente alucinógeno gracias, en especial, a un marco que no deja lugar a dudas: el trayecto es tan intenso como extenuante, o se acepta o se abandona. Esa misma condición sirve tanto para sus protagonistas, como para el propio público de una función que transgrede cuantas directrices se encuentren a su alrededor y coloca todo tipo de ¿anti?-heroínas pop (no sólo las protagonistas, también la aparición de varios temas de Britney Spears incluso adulterados para la ocasión —ese «Hit me baby one more time» es bastante esclarecedor—) ante una pantalla rebosante de color que genera disyunitvas entorno a ese icono que, en realidad, quizá tampoco se aleje tanto de una generación que pide a gritos un lugar donde encontrarse a uno mismo para así sentirse dentro de ese salvaje ecosistema que ellos mismos han construido.

La reiteración de ese discurso en forma de voz en off baila constantemente en la cabeza de nuestras cuatro heroínas que, incluso tras toparse con un nuevo personaje que termina definiendo su viaje hacía una espiral incontrolada de auténticos tintes nihilistas e, incluso, patente gratuidad, continúan siendo presas de una palabrería que ni siquiera funciona como reflejo de sus propias inquietudes, pero no porque no las posean, sino porque el vacío de ese discurso choca frontalmente con lo que en realidad encontrarán al conocer a un mafioso de medio pelo llamado Alien: sexo, violencia y todo tipo de drogas ensalzadas como un espejo de vacuidad por un James Franco que enardece el panorama alzándose como la pieza más bizarra dentro del tono de un film que, por si con lo visto hasta ese momento fuera poco, alcanza nuevas cotas con la jerigonza de un gángster que realiza una auténtica proclama acerca de lo material y termina disparando a las protagonistas contra una vía en la que ya no hay retroceso posible; incluso ellas, intentando atenuar mediante llamadas telefónicas a sus padres las consecuencias de una decisión que se suma al exceso trazado por Korine, saben que ya no hay vuelta atrás, que una vez iniciado el camino, el fortuito golpe será inevitable.


(Termina en Spoiler, sin desvelar detalles de la trama)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Grandine
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow