133 Críticas de los usuarios

Otra película "independiente" que se cuela en las retinas de los aficionados al séptimo arte gracias, entre otras copas, al impulso de sus nominaciones al Oscar. Entiendo que haya personas a las que no le guste este film. Es una historia de vida normal y corriente, y a los que les flipe La Venganza de los Sith o la trilogía del Señor de los Anillos, no les recomiendo que la vean. Se aburrirán.

Me recuerda en parte a Closer aunque aquí las relaciones fluyen de manera más simple y veraz. Thomas Haden Church realiza un papel increíble. Es el mejor personaje. Da los mejores consejos -a su amigo- utilizando su particular sentido común -algo egoísta- pareciendo una especie de Neardenthal que dice verdades como puños y al que a todos nos gustaría tener por amigo. Incongruente en sus acciones y con un gran corazón. Un personaje tremendo.

Él es, supongo, la razón por la que algunos piensan que Entre copas es una comedia. Para mí no lo es. Tampoco un drama. Es una cámara que sigue, persigue y acuna a unos personajes del montón, y no con tantos problemas como alguién quiere hacernos creer. Es decir, una película independiente dónde prima el guión y las interpretaciones sobre la fotografía, el montaje y la música. Cine sencillo, a lo Eastwood, que aunque a ratos peque de cierta lentitud, no desmerece la mejor nota en esta web.

Merecido el Oscar para el guión. 9.5

-"¿Estás mascando chicle?"-

Ésta es una de esas pequeñas joyas que a uno le pillan desprevenido y que por ello le acaba cogiendo más cariño. No esperaba mucho de ella (la etiqueta de "independiente" me parece tan comercial como cualquier otra) pero desde el primer momento se reconoce el magnetismo de una historia real, tan pequeña y a la vez tan grande como la vida de cualquier hijo de vecino.

La película gira en torno a un guión fino y lúcido. La música acompaña agradablemente y quita "hierro" y trascendencia a la trama, recordándonos que no es una historia en la que se decide el destino del mundo, sino un fragmento en la vida de dos viejos amigos, diferentes pero entrañables cada uno a su manera.

El único pero es que ciertos diálogos se estiran demasiado cuando la escena ya ha transmitido todo lo que necesitaba transmitir. Sin embargo esto no hace a la película aburrida, ya que siempre quedan ganas de conocer más a los dos entrañables personajes principales, a los que acabamos comprendiendo y con los que se establece una cierta complicidad durante el desarrollo de la trama.

Una película para disfrutar con tranquilidad, siempre es un placer conocer gente como Jack y Miles... os aseguro que "da para toneladas de diversión, es del tipo agradecida".

"Al que no le guste el vino es un animal", reza una conocida canción. En ese caso, yo debo ser un animal de los gordos, puesto que no me gusta el vino ni tengo idea de todas las clases que hay. No sé distinguir entre un vino peleón de garrafón, un Marqués de Cáceres, un Rioja, un Chardonnay y a saber cuántos más, entre otras cosas porque no he bebido más que algún tinto de verano, vino dulce corriente y sobre todo, sangría. El vino, como no sea endulzado con otras cosas, me sabe siempre igual: agrio y desagradable.
Los entendidos podéis llamarme paleta, pero esa es la verdad. De modo que el tema de la enología es para mí como un lenguaje arcano. Me vais a perdonar, pero soy una analfabeta de los vinos.
Entre viñedo y viñedo, Miles y Jack organizan una aventura recorriendo el estado de California.
Miles, un profesor de literatura apasionado de la enología, tal vez trata de alejarse de unas frustraciones que lo consumen. Su divorcio aún no superado, sus novelas no publicadas, el tedio que siente hacia sí mismo. Un hombre de mediana edad derrotado y deprimido que no puede evitar que su mal humor y su hostilidad interior se descontrolen a veces, pese a que es una persona dulce.
Jack, un actor de segunda que conoció mejores tiempos y que está a punto de casarse, necesita celebrar su despedida de soltero a lo grande. Inseguro y cabeza loca, atravesando por la clásica crisis de la inminente boda, quiere apurar los placeres de los que se supone que se va a privar cuando se ate la soga al cuello con el matrimonio. Juergas y mujeres que se le pongan a tiro.
Alexander Payne dirige con desenfado y desenvoltura, explayándose en los placeres sensoriales, aportando un bouquet agridulce que se saborea con ligereza y que deja un regusto persistente y ligeramente amargo. Vertebrando su comedia dramática en dos seres perdidos que buscan un horizonte improbable, experimentando por el camino y arrastrando consigo sus inseguridades y fracasos, da lugar a una road-movie sobre el proceso de maduración y aceptación. Miles, excesivamente pesimista y aguafiestas, emborrachándose de bodega en bodega para engañar las penas, y dejando fluir su gran pasión por esos caldos elaborados a base de dedicación, paciencia y esa misteriosa alquimia de la naturaleza mezclada con la intervención del hombre. Jack, despreocupado, donjuán y divertido, con la libido y la testosterona por las nubes y a la caza de alguna hembra cachonda. Los escarceos y alguna aventura sexual y sentimental les aguardan...
Curioso, a veces bello, a veces calamitoso viaje de dos tipos que deambulan por la ola de la mediocridad, tratando de hallar algo que les haga recordar que siguen vivos, algo que les ayude a aceptar que el éxito no radica simplemente en ser un escritor de renombre o un actor de primera ligón y calavera.

Agradable película del talentoso Payne que nos habla de una gente que conocemos o que podríamos conocer, pero sin agredir. Dos amigos en plena crisis de mediana edad se van de viaje vinícola para descubrir, después de algunos tiras y aflojas, que la vida y el vino y el amor pueden cambiar de textura, pero no de esencia. De este modo, después de muchas copas (muchas, muchas) y de conversaciones y de enredos con otras dos chicas, estos personajes vuelven más o menos tal cual salieron: el primero, inválido emocional perdido y el segundo, gilipollas encontrado. Nada es, todo fluye, el orden de los factores no altera el producto, porque al final, todo se vuelve a cobrar en el punto de retorno.

Mucha sensibilidad, humor, fina inteligencia y sobre todo, un Payne que adora a sus personajes aunque sean unos capullos y que nos obliga a inclinarnos hacia ellos con cierta simpatía. Los actores están soberbios, especialmente Giamatti y Virginia Madsen, una actriz que, contando con un talento y un atractivo incuestionables, raras veces ha tenido un papel que le haga justicia. ¿La historia? Pues nada que no hayamos visto antes.

Por lo demás, le auguro a "Entre copas" un óptimo envejecimiento en la bodega cinéfila, al contrario que sus compañeras de cosecha Oscar del año 2004, de las que por cierto, ya me he olvidado.

Dos amigos, de personalidades completamente antagónicas (uno es tímido, inseguro e idealista, y el otro un tipo lanzado y directo), se van una semana como viaje de despedida de soltero a las zonas vinícolas que tanto agradan al más apocado de ellos, todo un experto en vinos. El otro, se deja llevar teniendo claros cuales son sus planes (muy distanciados de los de su amigo), en los que la cata de vinos no es más que una excusa para despendolarse, habida cuenta de que no sabe diferenciar un borgoña de un don simón.
En esa semana llegaran a conocerse mucho mejor que tras años de amistad, y se enfrentarán cada uno a los miedos que les han hecho sentirse en cierto modo acabados.
Las interpretaciones rayan a un altísimo nivel, desde un Giamatti portentoso hasta un Haden Church prodigioso, pasando por una Madsen impresionante, que se benefician de un guión excepcional en el que no sobran ni faltan un dialogo o una escena.
Y si, quizás sea cierto que en un principio tanto discurso sobre enología pueda llegar a hacerse aburrido, pero en seguida se destapa el tarro de las mejores esencias y ya no se cierra hasta los títulos de crédito, tras un final tan verosímil, coherente y bien facturado como era de esperar en una obra hasta ese momento sin fisuras ni defectos.
Muy recomendable, por compaginar perfectamente momentos de ternura con otros del todo hilarantes, y por mostrar a unos personajes totalmente creíbles, interpretados con una naturalidad y una profesionalidad dignas de todo elogio.

Procedente del panorama independiente norteamericano nos llegó hace algunos años una de las voces más prometedoras. En 1999, Alexander Payne puso el dedo en la llaga del sistema gracias a la ácida comedia Election, en la que unas elecciones de instituto empujaban a Reese Witherspoon y Mathew Broderick a desplegar todas las artimañas inimaginables para conseguir la victoria. Tres años más tarde, en A propósito de Schmidt, Payne ofrecería a Jack Nicholson una de las mejores interpretaciones de su carrera, un personaje desencantado y deprimido, pero entrañable, producto del seguimiento de las reglas establecidas por el conservadurismo tradicional latente en la América profunda. Con su último título, Entre copas (traducción horrorosa del original Sideways), este licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca, realiza su mejor obra hasta la fecha, y confirma el horizonte de renovación intelectual de corte europeo que se atisba en su país desde hace algún tiempo por culpa del talento y el talante de gente como Paul Thomas Anderson (Magnolia) o Wes Anderson (Los Tenenbaums. Una familia de genios).

A través de los parajes vinícolas de California – a los nostálgicos seguidores de Santa Bárbara y Falcon Crest les sonarán -, asistimos a una road movie de insospechado destino. Lo que se inicia como una divertida y cachonda despedida de soltero se convierte, gracias a un tono tragicómico descarnadamente existencial, y unos diálogos deudores del pesimismo y la inseguridad típicos en Woody Allen, en un bello canto a la verdadera amistad – ésa que no huye de la verdad a pesar de la crítica y no se escaquea durante las malas rachas -, a las imperfecciones y a las segundas oportunidades. Encabezados por un extraordinario y convincente Paul Giamatti (American Splendor), Entre copas asombra por su cercanía y empatía populares, acierta por la elección poco estelar de su reparto – Virginia Madsen también deslumbra –, saca humor y respuestas del perdedor que todos alguna vez hemos sido o sentido, y enaltece el espíritu, pues es posible la recuperación.

Cuando los protagonistas hablan del vino, podían estar haciéndolo de cualquier otro asunto, el fútbol, la astrología, la pintura, la cría de lubinas en piscifactorías… porque de lo que en el fondo hablan, es del paso del tiempo, de su heridas, de la vida, de sus subidas y bajadas, y de la necesidad apremiante de encontrar un lugar en el mundo para no sentir que nada ha merecido la pena. Entre copas debe degustarse como el buen vino, en silencio, con tino, mucha serenidad y buena compañía. Sin duda, su digestión supone la realización de una pequeña joya que muchos ya quisieran hacer con tan solo 16 millones de dólares. ¡A degustarlo!

Cuarto largometraje de Alexander Payne. Se basa en la novela "Sideways" (2004), de Rex Pickett. Se rueda en localidades (Buellton, Carpintería, Los Olivos, etc.) del Valle de Santa Inés (CA), con un presupuesto de 16 M dólares. Nominado a 5 Oscar, gana 1 (guión adaptado), 2 Globos de oro y otros premios. Film independiente, producido por Michael Landon, se proyecta en "première" el 12-X-2004 (Beverly Hills, CA).

La acción tiene lugar en San Diego y localidades del condado de Santa Bárbara (CA), a lo largo de una semana, en 2004. Dos amigos treintañeros, antiguos compañeros de habitación en tiempos de Universidad, Miles Raymond (Paul Giamatti) y Jackson "Jack" Lapote (Thomas Haden Church), emprenden un viaje en coche por la costa central de California, como despedida de soltero de Jack.

La película es, sobre todo, una comedia agridulce e irónica. Enfrenta a dos personajes contrapuestos: Miles, divorciado, profesor de lengua inglesa, tiene tendencia a la melancolía y a la introspección y está traumatizado por su pasado sentimental, mientras Jack, soltero, actor de culebrones, es vitalista, extrovertido y optimista. Miles tiene fijación por los vinos exquisitos y Jack por las mujeres. De su mano, el film explora temas como el amor, amistad, soledad, paso del tiempo, relaciones sentimentales, expectativas profesionales y personales, segundas oportunidades, fracasos, desengaños, recuerdos de juventud, sexo, aficiones, el placer del buen vino y las diferencias entre el Pinot y el Cabernet. El relato fluye con sencillez, sin artificiosidad y sin efectismos, con gran naturalidad, a través de unos personajes bien definidos y creíbles y unas interpretaciones que traspiran autenticidad, humanidad y verismo. El guión construye un relato de personajes, en el que Miles encarna la figura del antihéroe perdedor, serio y melancólico, mientras a Jack le corresponde la de perdedor vitalista, superficial, optimista, ingenuo y poco responsable. La dedicación de Miles a la literatura pone en su boca gratificantes citas cultas, actualmente infrecuentes. Se refiere a Hemingway, Virginia Woolf, Charles Bukowsky, etc. El film elogia la cultura del vino, los placeres del buen vino e introduce al espectador en algunos de los secretos para gozar del mismo, como no mascar chicle después de una copa de "Château Cheval Blanc".

La música ofrece una partitura, orquestal y rítmica, de tonos alegres y optimistas, con temas como "Miles' Theme", "Picnic", "Bowling Tango". Añade composiciones ajenas tan gratas como "Two Tickets To Paradise", "Face To Face", "Sad Songs" y otras. La fotografía da a las imágenes un tono noltálgico de cine de los 70, ligeramente retro. Se sirve de contraluces expresivos, iluminaciones deslumbrantes, pespectivas amplias, divisiones de la pantalla en 2, 3 o 4 imágnes simultáneas. Lo que se ve marginalmente en la TV hilvana críticas concretas.

Película singular, que traspira frescura, humanidad y amor a la vida.

Hacía años que no me entretenía una película independiente.

Me imagino que es porque hacía años que no se filmaba un film independiente en USA sin pretenciosidad.

Así como la trama de la película se construye sin ayuda y crece sola, desde el interior, desde sus fotogramas, los personajes están definidos prácticamente desde el casting.

De agradecer es la sencillez, que no simpleza, de sus planos y diálogos. En ella radica y se apoya su contundencia.

Y más aún se agradece la ausencia de moralina en rebajas y favoritismos entre las personalidades de sus protagonistas. Que cada uno elija el suyo.

Yo me quedo con los dos rubiales, si se permite:

con Virginia Madsen actriz, por hacerme creer que una rubia como ella puede enamorarse de un tipo feo, calvo, negativo y un poco brasa como el que genialmente interpreta el señor Giamatti.

con el personaje de Thomas Haden, por meterme una bofetada en el ego con la mano abierta cuando comenzando la película pensé que ya lo sabía todo de ese típico personaje plano.

Respecto a los vinos, no distingo un crianza de un reserva (por desgracia), así que no puedo percatarme (por fortuna) de los errores que en este aspecto pueda tener el film.

Y lo cierto es que salen reflejados los 2 grandes miedos del hombre adulto, por un lado el miedo al compromiso, a la pérdida de libertad y por otro lado el miedo al fracaso, al rechazo y la soledad. Pueden parecer 2 caricaturas pero todo el mundo conoce a gente como ellos, por eso resulta una historia tan cercana. En medio, el vino, y la pasión que siente Giamatti por el, ante la ausencia de alguien en que volcar su pasión, ya que el amor y la literatura le han dado la espalda.
Y en medio también la amante, o el último tren antes de que el gallo se quede definitivamente encerrado en el corral...............con una sola gallina. De todas maneras tanto por el uno como por el otro , carpe diem.

Los dos amigos: el actor guaperas, ligón, que va a lo que va con las mujeres y el intelectual tímido, torpe con las tias. Sólo sexo contra amor con sexo. Ligues ocasionales contra relaciones serias.
Parece que estoy hablando de dos veinteañeros, pero resulta que son dos hombres que caminan hacia la madurez y han fracasado en sus planes de juventud (el primero actor y el segundo escritor, ambos sin éxito.)
Ya no hay juergas con cerveza, ahora son cenas con vino. Han cambiado lo de jugar al beisbol borrachos por jugar al golf borrachos. Las despedidas de solteros con striptease por un viaje enológico.
Lo que no ha cambiado es el choque de personalidades. El que sólo piensa en sexo y diversión contra el que quiere algo más. El vino barato contra el Pinot. El pasota contra el aprensivo...
Lo que empieza como un inocente viaje de despedida de soltero, se convierte como dice la sinopsis en "un viaje de despedida de la juventud".

Qué cruel es Payne con sus protagonistas, ríete tu de Berlanga o de lo que hacía Wilder al gran Lemmon.
Hay un momento en el que el personaje de Giamatti se queda con una cara como diciéndole "por qué no bajas de la silla y me pegas un tiro aquí mismo" , Madre mía! ¡Piedad! para este hombre.
Como a este Payne se le ocurra un día rodar la pasión de Cristo, los anteriores van a quedar como personajes de sainete (incluido el de Gibson).
Como en "A propósito de Schmidt" (más comedia que ésta) la banda sonora y el final alivian un poco el escozor, pero es que si no, serían mas tristes que el capítulo en el que muere Chanquete.
La película es muy buena y da para muchas líneas.

Sin ser redonda, es una buena película, que te cautiva por la química entre los personajes: Paul Giamatti, Thomas Haden Church, Virginia Madsen... Esta última, una magnífica actriz con un potencial que me arriesgo a comentar, no ha logrado sobresalir como merecía.

Los vinos como fondo, de una semana para celebrar la despedida de soltero de uno de los amigos; y para ello recorren viñedos, bodegas y bares donde probar los nuevos y antiguos caldos que valoran y disfrutan.

La trama siendo sencilla, mantiene su línea coherente y bien resuelta, a través de diálogos desarrollados con pericia. Conseguida ambientación y puesta en escena de Alexander Payne, su director, que ha logrado construir la atmósfera necesaria para esta comedia dramática independiente.

Resulta siempre maravilloso el sentirse conectado a una película, a la historia que nos narra y a las emociones de sus personajes hasta el punto en el que los bordes de la pantalla desaparecen (no importa de que tamaño sean) y estamos ahí con ellos. Sideways (título hermoso y poético que debería haber sido conservado en su forma original) escapa de cualquier valoración fría y metódica que podría hacerse de sus virtudes (un más que excelente guión, una fotografía realmente sorprendente con un uso de la luz en altos contrastes que nos recuerda al gran Janunzs Kaminzsky y una puesta en escena con pulso y con algún momento realmente inspirado como el de la primera borrachera de Miles en el restaurante, la perdida del sonido, la cámara en mano todo contribuye a que vivamos los efectos del alcohol como pocas veces lo hemos hecho a través del cine) o en sus defectos que también los tiene, sobre todo en la abundancia de planos de postal narrativos que sólo sirven para hacer que la historia avance pero que no aportan nada de substancia (me refiero a esas puestas de sol acompañados por la música, con los personajes sonriendo pero sin que oigamos sus voces, un recurso facilón y fuera de lugar que ha emborronado no pocas obras de interés, La misión de Roland Joffé es una de las películas que más se resienten de este defecto en su tramo central, no es que arruine la película pero resulta poco elegante incluirlos porque revelan una fragilidad en el guión, lo que serían las costuras del mismo, un vacío entre escenas que no se sabe como rellenar, para ver como usar este recurso de manera fantástica Munich de Steven Spielberg, la primera conversación entre los futuros asesinos del gobierno israelí se resuelve en su tramo final con este recurso, pero no para tapar ningún agujero en la trama, sino como contrapunto poético al infierno que aguarda a estos hombres del que muchos no volverán) a la historia y consigue ser una película que simplemente se disfruta pero no como mero entretenimiento. Hay mucho más. El debut de Alexander Payne parece ser un homenaje a todos los anónimos de este mundo, a todos aquellos que nos esforzamos por alcanzar nuestros sueños e ilusiones y que irremediablemente fracasamos, en mayor o en menor medida, alejándonos de nuestra ilusión de niños y apagándose con ella el brillo de nuestra mirada, ya cansada de fabular y obediente a la madurez que nos es regla de vida.

De un tiempo a esta parte ha proliferado en los USA el fenómeno del llamado cine independiente, que al no depender tan directamente de los resultados económicos, se permite el lujo de arriesgar con contenidos y propuestas que no serían nunca realizables por la gran industria.

Dentro de esta tendencia se puede enclavar la película ‘Entre copas’, de Alexander Payne, que ya se ha ganado un puesto entre los “outsiders” de la industria americana del cine, junto a otros colegas inconformistas como Todd Solondz, Hal Hartley o Paul Thomas Anderson.

‘Entre copas’, (‘Sideways’ es su título original), incide una vez más en la crisis de los treinta, el sentido de la amistad y el compañerismo, y ofrece una nueva reflexión sobre la responsabilidad y la sociedad en la que vivimos. Y lo hace acompañando a los dos personajes principales en su camino por los grandes viñedos norteamericanos, debido a la pasión del personaje central por los vinos, encarnado estupendamente por Paul Giamatti, incomprensiblemente apeado de la competición por el Oscar.

En este camino que recorren juntos ambos amigos, el espectador es invitado a acompañarlos gustosamente, porque las situaciones cómicas dan paso a las dramáticas, o más trascendentales si se quiere, en un viaje que sirve de despedida de soltero (el personaje del actor Thomas Haden Church, una revelación, va a casarse), y la película discurre toda ella con la apacibilidad, serenidad y encanto de un buen trago de vino.


Lo mejor: El talento cómico-dramático de Paul Giamatti

Lo peor: Algunos lugares comunes sobre la crisis de los treinta

Una de las cosas que más me sorprendió fue ver a Virginia Madsen recuperada para el cine gracias a la labor del joven Alexander Payne. Estábamos acostumbrados a verla aparecer en películas denominadas de "serie B" (con la excepción de 'dune', y fue una grata sorpresa descubrir que había algo más detrás de esta veterana actriz.

Y qué decir de Payne. La primera película que vi dirigida por él fue 'A propósito de Schmidt', y cuando supe que 'Entre copas' también era suya me acerqué al cine sabiendo que iba a pasar un momento muy agradable. Y así fue.

Teniendo en cuenta el título de mi crítica, es elemental que Paul Giamatti a mi parecer, es un soplo de aire fresco, y me sorprendió que no fuese reconocido su talento en este filme. Casi todos sabemos que consiguió el oscar a mejor guión original, pero que Giamatti no tuviese una nominación por su papel es algo que me cogió de sorpresa. Pero bueno, esto de los oscars es puramente comercial. Hay muchas películas que, incomprensiblemente, se quedan en el tintero. Y, sin embargo, hay muchas otras que, si estuviese en nuestras manos, ni siquiera dejaríamos que desfilasen por la alfombra roja. Y esto lo digo cuando soy de esas personas que se pasan la noche en vela observando el desfile de los creadores del cine de hoy y de ayer.
Hay momentos de la película que pueden hacer caer en la equivocación de que nos encontramos ante una comedia, pero si nos fijamos bien, esta no es una película realizada con la intención de hacer reir, sino de pensar. Pensar en la amistad, en los valores de las personas, y cuales son nuestras preferencias en la vida. Por todo ello, la recomiendo en su totalidad, dudo que alguien acabe con un mal sabor de boca. De hecho, creo que la mayor parte de los que la visualicen o la hayan visualizado, estarán deseando beberse un buen vino.

Ni drama, ni comedia, ni frío, ni calor, nisiquiera templao. La historia de estos cuatro me ha dejado igual.

Lo más dramático de este film es que alguien lo pueda considerar una comedia... Igual si yo fuera un entendido en vinos...pero lo dudo.

Eso si, si eres de esos que no puede dejar de hablar del vino y sus cualidades te apasionará.

Para mi gusto aburridisima película sobre unos vinícolas con grandes inquietudes:
"De donde somos, de donde venimos, a donde vamos si se acaba el vino"

La verdad es que no conozco más de la filmografía de Alexander Payne que Sideways. Pero creo que es una de las comedias más inteligentes y profundas de los últimos años. Y es precisamente su sencillez, ese ir con lo puesto, con apenas cuatro personajes y tratando los temas más elementales y a la vez difíciles (amor, amistad, separaciones, fracasos, trabajo, sexo...y sí, vino, mucho vino), lo que la hace tan grande. Me parece un crimen que el enorme Paul Giamatti, cuyo Miles es el motor de la película, no estuviese nominado al Oscar el mejor actor principal, como si estuvieron los no menos espléndidos Thomas Haden Church y Virginia Madsen. Pero bueno, al menos le sirvió para hacer otros dos trabajos fantásticos, como Cinderella Man (por la que al fin sí fue postulado para el premio) y La joven del agua (una de las películas más infravaloradas de los últimos años, como las tres últimas de Shyamalan).
El resto es un viaje físico y emocional, que divierte y emociona apartes iguales, y unos personajes que, engtre diálogos acerca de vino, desgranan sus vidas y las miserias que estas ocultan. Es decir, la típica película que a mí me encanta.... y a mucho aburrirá.

Lo mejor: Los cuatro actores principales, en especial Paul Giamatti.
Lo peor: Es demasiado larga. Sin la secuencia del principio en casa de la madre de Miles y la "aventurilla" final de Jack, la película sería perfecta.

Las películas independientes pueden ser muy buenas o ser muy malas. Dentro de las que son malas, hay dos grupos: las que son reconocidas como malas, y las que, a pesar de ser espantosas, son catalogadas de "pequeñas obras de arte".

Esta película tuvo buena crítica y aún me estoy preguntando el porqué. Aunque yo fuera amante de los vinos, me hubiese aburrido hasta casi languidecer. Ver a personajes haciendo analogías entre la vida real y el sabor de un Merlot no sostiene un argumento, pero lo peor es que aquí no hay argumento, no hay un hilo conductor, o como mucho es un hilito.

Y si al menos los diálogos aportaran algo... pero tampoco. Los personajes son pobres, y hasta parece que ellos mismos se están aburriendo cuando hablan. No hay nada fresco, nada nuevo, nada que justifique que la gente hablara tan bien de este filme. Una de dos: o la gente dice que le gusta para quedar bien, porque se supone que es una película intelectual (recalco "se supone") o realmente hay algo de bueno en ella que a mí se me escapó. Pero les aseguro que no voy a someterme a la tortura de verla otra vez sólo para descubrirlo.

Payne parece que perdió su talento en alguna carretera de California o cuando terminó de leer esta novela que no me quiero ni imaginar lo que será si así de aburrida es la película.

Dos hombres de viaje, conocen a dos mujeres, el resto un compendio de clichés, no me voy a gastar escribiendo y tratando de describir la nada en el spolier.

De lo que se puede decir fuera de describir la trama(si se le puede llamar así) es que se trata de una historia nimia, no solo por lo irrelevante del planteamiento, sino por como se desarrolla, sus diálogos, su todo, ¿Donde está la crítica a la clase media que tan bien realizó Payne en sus anteriores films?, me parece que entre las copas que se bebió antes de escribir el guion.

Alexander Payne tiene algo. "Llamadlo punto de vista", "estilo" o "algo que decir". Da igual. El caso es que sus filmes son diferentes. Queda claro que es un buen guionista y le preocupan los personajes que escribe. En sus historias hay un poso amargo.

Y aquí no es una excepción: la historia de esta pareja de amigos disfuncionales que se enamoran, beben vino y folletean tiene gracia e inesperados matices dramáticos. Cierto que a veces es un poco irregular y que Giamatti comienza a repetirse como perdedor alterado de los nervios, pero lo que se cuenta sobre el vino es interesante (increíble: Payne logra interesar hablando de vinos en un guión, algo que no logró no William Goldman) y la historia entre Giamatti y Virginia Madsen tiene momentos de buen cine.

Como ese instante en el que ella compara los buenos vinos con las personas. Fascinante.

(Eso sí: hay un par de escenas de sexo que podrían no haberse visualizado... Le restan elegancia a la película)