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51 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Crónica de familia
Film nº 8 de Woody Allen, que interviene como guionista y director. Se rueda en exteriores y escenarios reales de NY (Southampton, Westchester, NYC) y en estudio, con un presupuesto de 10 M dólares. Es nominado a 5 Oscar (actriz principal, actriz reparto, decoración, director y guión original). Producido por Charles H. Joffe, se estrena el 2-VIII-1978 (EEUU).

La acción tiene luar en NY, en 1977/78. El relato habla de las hemanas Renata (Keaton), Joey (Hurt) y Flyn (Griffith), de su madre Eve (Page), de su padre Arthur (Marshall), de la segunda esposa de éste (Stappleton) y los maridos de ellas, Mike (Waterston) y Frederick (Jordan).

El film es un drama que explora la soledad y las frustraciones de una familia acomodada que ha vivido profundamente marcada por la frialdad de la madre y la ausencia de manifestaciones de cariño. Movidas por inseguridades, celos, resentimientos y envidias, las tres hermanas dialogan sobre los temas que les preocupan. A la manera de la narración basada en el fluir de la conciencia, se añaden algunos monólogos culminantes en boca de Renata y Joey. Con el propósito de subrayar el contenido existencialista y nihilista de las proposiciones del autor, se incluyen varias escenas silenciosas, sin música, sin palabras y casi sin luz, de notable expresivididad. Con palabras, pensamientos, gestos y silencios, la cinta construye un relato de gran profundidad emocional.

El guión aporta unos diálogos impecables y una definición excelente de caracteres. Renata, inteligente y hábil, es una escritora de éxito. Joey, insegura e inmadura, es una actriz en ciernes. Flyn, coqueta y superficial, es una modesta actriz de reparto. Las tres reflejan aspectos complementarios de la personalidad del realizador. Se mueven en ambientes sombríos y amenazantes (temporal de mar), bien logrados y conmovedores. El ritmo es pausado e introspectivo. El estilo narrativo y visual recuerda a Bergman y, también, a Antonioni, Fellini y Buñuel. Los grandes temas que angustian a los protagonistas son, como en obras anteriores de Allen, la muerte, el sinsentido de la vida, los sentimientos de culpa, la infidelidad, las disfunciones del matrimonio, la religión, el pueblo judío. No faltan las citas de artistas (Matisse) y grandes pensadores (Sócrates, Schopenhauer). Con delectación se desgranan referencias gastronómicas. Implicitamente se critican algunos círculos intelectuales.

La música tiene una presencia marginal. Se oyen sólo dos temas, ambos en la secuencia de la boda: "Wolverine Blues" y "Keeping Out Of Mischief Now". La fotografía, de Gordon Willis, luce un estilo clasicista de extraordinaria sobriedad, apoyado en simetrías geométricas, colores tenues, una puesta en escena precisa, potentes claroscuros, toques expresionistas y un realismo incuestionable. El encadenado de planos de presentación del film y de la casa de la playa parece tomado de Bergman. Son notables las interpretaciones de G. Page y M. Stappleton. El plano final es sobrecogedor.
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72 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Mea culpa
Interiores es la primera película dramática de su director. Pocos esperaban de antemano que, tras un comienzo de carrera basado en sus comedias, Allen se decidiese por realizar una cinta tan distante de ella como Interiores. La atmósfera de ésta nos recuerda con harta evidencia a las películas de Bergman. Hay recursos escénicos y estéticos sacados literalmente del modus facendi del director escandinavo. La puesta en escena evoca además a la del teatro, terreno en el que Allen se ha desenvuelto con soltura desde hacía ya años y que domina con maestría. En resumidas cuentas, con Interiores conoceremos el lado serio del Allen director.

El argumento de Interiores habla de las críticas relaciones que mantienen los diferentes miembros de una familia. La situación ha llegado a un punto en el que los personajes sacan a relucir del interior de su ser unas miserias e infelicidades que han permanecido arrinconadas demasiado tiempo.

Allen se rodea para esta película de actores extraodinarios. A su recién oscarizada Diane Keaton se suman nombres como los de Mary Beth Hurt o Geraldine Page, ésta en el papel de matriarca de la familia que ve cómo el hombre de su vida le abandona después de años y años juntos.

Es curioso que en las películas de Allen un mismo tema como la crisis de pareja, según sea tratado en tono de comedia o de drama, resulte tan semejante en el fondo, aunque distinto en la forma. Puede que, incluso en la comedia más desaforada, Allen de repente introduzca el punto de acidez a la historia y todo se venga de forma inesperada abajo. Sin concesiones ocurre así desde el primer fotograma de Interiores. Quizá porque así nos conozcamos mejor a nosotros mismos, debamos de cuando en cuando purgar nuestro interior.
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43 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Interiores, un sentido homenaje a Bergman
No sé si es que carezco de sentido del humor o simplemente soy un bicho raro, pero entre mis películas favoritas de Wilder: Perdición, Sunset Boulevard o Testigo de cargo, ninguna es comedia.
También he sentido siempre cierta predilección por los dramas de Allen: Otra mujer, Septiembre, Recuerdos y especialmente Interiores, donde hay un claro homenaje a Bergman, incluso hay un plano de Geraldine Page en que parece más Liv Ullman que ella misma. Interiores es una historia que bien puede suceder en Nueva York, Estocolmo, Lisboa, Galway, Roma o Gijón, en todas partes hay familias ancladas en un falso equilibrio que no soportaría una respiración más fuerte de lo normal o un leve tintineo de cuchara sin desmoronarse y por eso dan tanta importancia al protocolo. Mentiras que sustentan generaciones y generaciones, esquemas repetidos. Secretos que se aferran con sus uñas ennegrecidas a un árbol genealógico enfermo. Reproches intercalados entre gritos y susurros.
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40 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Un culto a Bergman.
Interiores es de esas películas hechas para un público muy específico y selecto porque sino se puede decir de ella que es una película mala y lenta y nada más lejos de la realidad, es una obra maestra del cine y de la literatura pues tiene un guión formidable.
Sin duda estamos ante una de las mejores obras de Allen aunque nada más lejos de su estilo ya que para nada refleja lo que hará más tarde y lo que había hecho anteriormente, Interiores como le seguirán más tarde Septiembre y Otra Mujer son películas de culto y de una admiración total y plena al que es sin duda el director favorito de Allen, I. Bergman.
Pues así es como uno ha de sentarse a ver esta película, como una más de Bergman, no solamente en ese análisis psicológico de sus personajes sino en la narración de la película, ese estudio por el más mínimo detalle, tratados siempre con sutileza y cariño.
Interiores es una película donde analiza en medio de un austero paisaje los sentimientos y miserias de cada uno de sus personajes, donde todos giran en torno a la enfermedad de la madre, donde todos en el más fondo de su corazón guardan un rencor “cariñoso” a su madre.
Interiores analiza a sus personajes, interiormente, fríos, austeros, sobrios, donde parecen en algunos momentos estatuas de mármol sin sentimientos pero nada más lejos nos demuestra Allen, todos guardan en su silencio un odio y rencor.
Formidable película, donde todo detalle en todos los aspectos tiene sentido y genialmente estudiado detalladamente, una obra redonda.
Es difícil decir cual es para mí la mejor película de Woody ya que es un director movido por la inquietud artística donde en cada una de sus películas intenta analizar la psicología de sus personajes por si solos y de su relación con los demás, a veces con toques de humor a veces con esta frialdad.
Recomiendo esta gran película pero como he dicho antes, no es una película característica de Allen, al contrario parece Bergman y con esa actitud hay que sentarse a verla, película obligatoria a tener en una colección y obligatoria para esos seguidores de Allen, una vez más, un genial director y artista.
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25 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Los interiores de una vida
Estamos ante la primera película de Woody Allen de temática absolutamente seria sin ningún tipo de humor, una película completamente dramática sin faceta cómica. Y donde Allen no aparece en pantalla. Se trata pues de una película personal, contada en un tono reflexivo y pausado.

Allen utiliza un modelo “bergmaniano” de hacer cine, se elimina el humor dando paso a la crónica familiar. Es una película reflexiona sobre la familia, el éxito, el fracaso, el amor, la debilidad, la depresión, los afectos, la muerte... Una película llena de momentos y escenas maravillosas, como la de la playa, o la de la boda familiar.

Podemos decir que es la predecesora en cierta manera de su posterior “Hanna y sus hermanas”. Hay una gran interrelación entre ambas películas, en la temática y en algunos personajes, aunque evidentemente esta última está contada en un tono de comedia, mientras que aquí no se encuentra ninguna comicidad. Una cosa a destacar en este sentido es la seriedad de los personajes, el dramatismo de sus historias.

Es una película sorprendente en el sentido de su poco o nada parecido con los anteriores trabajos de Allen, pero donde deja claro que es todo un cineasta que no solo sabe hacer comedia sino que sorprende con un puro drama de máxima expresión. Magnifica película.
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19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
EL LADO TRISTE DE WOODY ALLEN.
Woody Allen es un icono del cine estadounidense normalmente asociado con el género humorístico, sin embargo, como devoto admirador de Ingmar Bergman que es, no ha dudado en abordar esporádicamente aspectos oscuros de la psique humana desde una perspectiva dramática, inflexible y profundamente analítica que de alguna manera evoca y glorifica al gran maestro sueco. “Interiores”; un maduro, riguroso y brillante drama familiar es el primer título en el que se puede apreciar al insigne director y escritor experimentando con sus habilidades en esta faceta.

La trama de “Interiores” se desarrolla en el seno de una familia neoyorquina pudiente cuyos miembros, gente intelectual e insegura, sufren intensamente debido a sus respectivos conflictos existenciales. Eve (Geraldine Page), una perfeccionista así como exitosa decoradora de interiores, y Arthur (E.G. Marshall), un abogado adinerado que le debe todo a su esposa, conforman un matrimonio longevo que ha procreado tres hijas ya adultas: Renata (Diane Keaton), una poetisa talentosa que vive angustiada con la idea de la muerte; Joey (Mary Beth Hurt), la hija más inteligente, consentida del padre pero herida por sus propias inseguridades y el desafecto de la madre; y, Flynn (Kristin Griffith), la actriz de la familia, tan hermosa como vacía. Eve ama obsesiva y posesivamente a su marido, esto, acompañado de una seria debacle de su salud mental, motiva la decisión de Arthur de separarse, decisión que conlleva graves repercusiones en las relaciones familiares y que más adelante; cuando Arthur se compromete con Peral (Maureen Stapleton), una viuda jovial, tonta y de buen corazón; culmina con un final trágico para algunos y la oportunidad de un comienzo doloroso para otros.

El argumento es bastante sólido, contempla reflexiones interesantes y profundas acerca de la vida así como un desarrollo de personajes muy prolijo que describe sin cesar sus características psicológicas explicando, de esa forma, sus inconsolables angustias e incontestables dudas. Además, la obra penetra en el meollo de las relaciones familiares proporcionando al espectador una mirada íntima e incisiva, a ese entorno, acompañada de una propuesta visual sencilla, algo lacónica, pero que bellamente transmite la desesperanza a la que alude la totalidad del film.

Woody Allen demuestra a través de este drama con visos “kafkianos” su total capacidad de hallar belleza en el dolor y también su solvencia para dirigir actores: Geraldine Page es fantástica, ha capturado la esencia de su personaje asumiendo una figura resuelta, dramática y revestida con una altivez tan magna que es capaz de avasallar a cualquier persona; Maureen Stapleton trabaja con esmero su pequeño papel, con su entusiasmo y energía disgrega un poco el tono general de la película; también son elogiables, en este departamento, las honestas y conmovedoras interpretaciones de Diane Keaton y Mery Beth Hurt.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Encerrados en sí mismos.
54/11(14/03/15) En su octavo film Woody Allen dio un cambio radical a su cine, lo despojo del mejor de sus dones, el humor, acercándose a su admirado realizador Ingmar Bergman, con una obra con claras referencias a este. Allen dirige y guioniza un relato seco, árido, cuasi-teatral, en ambientes cerrados, con gran uso de la fotografía para emitir la claustrofobia de los personajes, a través de la radiografía de algo ya muy manejado por el autor neoyorkino, la introspección de una familia de Nueva York, acomodada, culta, de neuróticos protagonistas, inseguros, acomplejados y con evidentes taras de cariño. El coral elenco actoral es una de las mejores bazas del relato. Se me hace una historia demasiado dura, sin remansos, ni oasis alguno en el que reposar tanta intensidad, extenuante tanto nivel de aires trágicos, film muy bien rodado, con narración que al no ser extensa en tiempo no llega a hacerse pesada, pero lo roza. Lo terrible es que Dios bendijo a Woody Allen con el Don de la vis cómica, la mordacidad, la ironía, el desmenuzar a nuestra sociedad con ingenio y sarcasmo, aquí esto brilla por su ausencia, gran error privarnos de estos elementos, con lo que la cinta se queda en un drama asfixiante, de hondura, pero sin posibilidad de trascendencia.

Gira en torno a las 3 hijas de Arthur (EG Marshall), acomodado abogado, y la introvertida Eva (Geraldine Page), decoradora de interiores. Son Renata (Diane Keaton), poeta de éxito casada con Frederick (Richard Jordan), profesor universitario, la menor es Flyn (Kristin Griffith), actriz de películas de baja calidad, y la tercera es la indecisa Joey (Mary Beth Hurt), mantiene una relación con Mike (Sam Waterston), no puede mantener un trabajo, resentida, cree su madre favorece a Renata. Cuando Arthur cumple 60 años anuncia inesperadamente quiere la separación de su esposa, que quiere vivir solo.Eva, en plena depresión y mentalmente inestable, intenta suicidarse. Este acontecimiento provoca un terremoto entre las hermanas, aumentado cuando su padre regresa de un viaje a Grecia con una novia, Pearl (Maureen Stapleton), mujer extrovertida que pone a las hermanas en zozobra.

El drama se adentra en temas de profundidad psicológica, como la soledad, frustraciones vitales, relaciones familiares frías, celos, envidias, complejos, la necesidad de cariño, el egoísmo, la incomunicación, la muerte como acto escapista, el sentido de la vida, el sentido de la culpa, la infidelidad, los matrimonios desavenidos, ello con una espléndida construcción de personajes, con diálogos de calado emocional, con la edificación de un mundo cerrado, gracias a su teatral ambientación, emitiendo claustrofobia, la de los personajes, apresados en sí mismos, personajes fríos, parecen asentimentales, guardan en su interior su sufrimiento, sus miedos, sus angustias, su tormento, sus dudas, su odio, un arduo retrato de caracteres en un estilo marcadamente intimista, con multitud de silencios que hablan, con miradas fijas que evocan deseos de libertad, sobre todo las simbólicas por las ventanas, son cautivos voluntarios de la infelicidad, el nuevo personaje entra en la historia como un soplo de aire fresco, ser ajeno a este viciado microuniverso, los descoloca a todos, su superficialidad y alegría por disfrutar de la vida los coloca frente a un espejo, su vitalidad es contrapuesta a su melancólica existencia de envidias y rencores malsanos, no pueden soportar las hijas que la nueva pareja de su padre sea tan diferente a su deprimente madre. Allen al contrario de la mayoría de su filmografía, la neurosis típica de sus personajes es manejada de modo seco y adusto, no hay lugar al cinismo y mordacidad, nos muestra un submundo de personajes insatisfechos por naturaleza, reclusos de su inconformismo, de sus inseguridades, de sus altas pretensiones.

Con todo lo bueno dista de ser perfecta, alardea de una pretenciosidad cargante, excesivamente solemne, demasiado seria, se equivoca Allen al privarnos de su vis cómica, el humor da humanidad, y puede ser más patético que tanta recome de tristeza que termina por hastiar, es de una auto-impuesta intensidad que por momentos sobrepasa, no tienen aristas los personajes, son lineales desde la primer vez que los vemos, avanzan hacia la nada, sin evolución, el rumbo se denota deprimente y sin salida, a esto se añaden monólogos y diálogos buenos, pero al redundar en esta permanente profundidad se sienten pomposos, cayendo en lo que no quiere Woody, en lo hueco, tampoco los personajes ayudan, mutilados en la empatía mínima para sentir algo por ellos, unos petulantes que encuentran en su intelectualidad la razón de ser de su patetismo.

La puesta en escena es un pilar robusto sobre el que se cimienta la transmisión de emociones, casi todo lugares interiores, excepto la playa de Southampton, manejada de modo soberbio, su hostil oleaje es una clara alegoría de los tormentosos sentimientos de los personajes, en interiores con paredes desnudas, decoración minimalista, ambientes sombríos, amenazantes, opresivos en penumbra esto gracias a la extraordinaria fotografía de Gordon Willis (“El padrino” o “Manhattan”), surte los fotogramas de frialdad, no se ve el sol, los planos en el exterior son siempre nubosos, tomas simétricas, tonos entre grisáceos, ocres, verdosos y azules apagados, todo tristón, jugando con las sombras y la oscuridad en la que sume a muchos personajes, en contraste con la exposición que hace de Pear, un torbellino de colorido, con suaves movimientos de cámara, bellos travellings, con toma-voyeur excepcional como la de la conversación de las hermanas en la playa y la cámara las sigue tras una valla a modo simbólico de encerrarlas, con sibaritas primeros planos ultraexpresivos, o captando la ira de la naturaleza, todo contribuye a que nos llegue el pesimismo que se respira. La música es un elemento casi extirpado, sólo dos temas, ambos durante la boda, "Wolverine Blues" y "Keeping Out Of Mischief Now". (continua en spoiler)
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Woody – Bergman – Allen.
El cineasta de Brooklyn tras sus éxitos con “Annie Hall” y “Manhattan” en las que, en sus geniales monólogos se declara admirador de las películas de Bergman, quiere experimentar con otro lenguaje alejado de su estilo habitual que era la comedia, para adentrarse en el drama y los conflictos existenciales muy recurrentes en el universo del cineasta sueco. Allen escribe un guión donde se refleja la angustia por la soledad, la falta de cariño y amor entre padres e hijos y el egoísmo de los personajes, más preocupados por sí mismos que por ayudar a sus seres queridos.

En “Interiores” los personajes miran mucho por las ventanas. Miran las tres hermanas (Diane Keaton, Kristin Griffith y Mary Beth Hurt), miran el padre (E. G. Marshall) y la madre (Geraldine Page). Por dichas ventanas entra mucha luz, centros restallantes de luz, una luz que, posiblemente, quiere iluminar esas zonas de sombra que, a pesar de sus esfuerzos, los personajes dejan siempre fuera en sus diálogos, por más que se empeñen en sacarlas al exterior con frases, miradas y gestos trascendentes. A esto se le llamó influencia “bergmaniana”.

Si “Interiores” tiene influencias o reminiscencias de Bergman es a través de su construcción argumental y a través de la frialdad de su tono fotográfico, excelente Gordon Willis, al Bergman de “Secretos de un matrimonio” más que al de “Persona” o “Pasión”. Pero la historia es algo anodina, a pesar de los excelentes actores, la historia no fluye, no interesa demasiado y sus relaciones tampoco. Quizá sea que la trascendencia, como la originalidad, no se busca: se encuentra a lo largo del camino. La película era un riesgo para Allen del que no termina de salir airoso. Los elementos juegan en contra del realizador: cuando Diane Keaton habla sobre la muerte, la fatalidad de la vida y el acto creativo literario, es Woody Allen el que está hablando por su boca. Se nota demasiado.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
5 de Febrero.
Maldita tarde la de este día... cómo se arrastra el tiempo y de qué forma se dilatan los minutos; seguro que ahí afuera las cosas están sucediendo más rápido, pero entre estas cuatro paredes celestes el tiempo no mide lo mismo, es imposible. Supongo que cuando la soledad forzosa es la única que te acompaña, los días pasan así, regodeándose en su parsimonia...

Hace frío; apenas sé si en la calle luce el sol o las nubes ocultan su luz, pero la verdad es que poco me importa, necesito distraer mi ansiedad y templar mis nervios, es difícil pasar toda una semana esperando a su quinto día, y más aún cuando las horas pasan así, sigilosas. ¡¡Oh, cine!! acógeme otra vez en tu regazo... Apago las luces y empieza el opening; no hay música, solo se ven los acostumbrados rótulos de las cintas de Allen sobre un fondo negro, pero esta vez sucediéndose en un silencio que predispone mi ánimo y despierta mi curiosidad. Llegan los primeros planos, parecen los interiores de una casa mínimamente decorada; ventanas... al otro lado del cristal se rompe el mar. La mano de una mujer y su rostro se acercan a la frontera de vidrio; la chica parece recordar algo, algún pensamiento melancólico se atisba en su gesto; me pregunto en qué piensa...

Pasan los minutos, que siguen muriendo lentos, y a medida que expiran me voy dando cuenta en qué pensaba aquella mujer que se acercó a los cristales; pensaba en su familia, en sus hermanas; quizás recordaba el momento en el que su padre decidió separarse temporalmente de su madre en aras de experimentar una nueva vida, o quizás pensaba en su marido, o en ella misma... cualquier cosa que hubiese ocurrido bajo aquel techo podía asaltarle el pensamiento... Recuerdos encerrados bajo cinco muros; paredes, puertas y cristales; testigos silenciosos de todo lo que acontece en una familia, ellos son los observadores que no juzgan, los interiores... aunque una simple pared solo sea para la mayoría de nosotros una mera excusa para expresarnos decorándola... ¿Quiénes creen de verdad en eso de que ellas también oyen y ven?.

Pues tienen más historias para contar de las qué creemos, y yo acabo de enterarme con pelos y señales de una muy triste; me la han contado casi susurrada, me la han pintado en colores fríos y sobrios, deslizándose a esa velocidad con la que todo parece suceder esta tarde. Y me he emocionado viendo la soledad de Eve, observando la nueva ilusión de su ex-marido Arthur, y viendo el conflicto emocional que todo eso provocaba en sus hijas. Y me he aburrido con sus petulantes inquietudes, me he exasperado viendo cómo se ahogaban en vasos de agua y obviaban lo verdaderamente importante... Será que no soy el perfecto fisgón, y que al no ser un frío muro me estremezco y me asusto ante la triste soledad que he visto en la cara de Geraldine Page, empañándose todo lo demás; o será que todo ocurre hoy tan despacio que no puedo concentrarme en nada... maldita tarde la de este día...
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14 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Uno de los mejores dramas de Woody (7.1)
Adolece de los mismos inconvenientes que los demás dramas del director (ritmo lento, cierta monotonía...), pero esta vez ofrece más puntos de apoyo emotivos. No es nuevo, aunque sí poco frecuente, que sus personajes femeninos sientan, lloren y estallen cuando no aguantan más, cuando no pueden seguir reprimiéndose; pero sí es la primera vez que distribuye bien los momentos de tensión.

La escena final es quizás la más poética y recia de toda su filmografía.
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9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Woody, no te pongas en plan masoquista
Soy admiradora de mayor parte de la obra de Woody Allen, pero no soy incondicional, ni estoy ciega. Me gusta cuando hace comedias y también cuando hace dramas, pero a veces se le va la mano en ambos géneros. Por ejemplo, no pude soportar la comedia "El dormilón", y tampoco me ha gustado el drama "Interiores".

La protagonista se me hizo absolutamente insufrible. Puede que el problema esté bien plasmado, pero, créanme, a mí me sacó de quicio. No me gusta que la gente se revuelque en su propia miseria, así como tampoco me gusta la gente que no está conforme con nada. Y no me gustan las películas que le dan mil ochocientas vueltas al mismo asunto sabiendo que la cosa no tiene arreglo, porque es la historia de alquien que no quiere tener arreglo.

No es que me aburriera; como ya les dije, más bien acabé de mal humor. Yo les dejo advertidos.
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7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un profundo drama casi metafísico
Woody Allen se pone más intenso que nunca y rueda una película minimalista, con el único apoyo de los actores, que interpretan a personajes con tonos muy shakesperianos, casi símbolos de las pasiones humanas. El film plantea las grandes preguntas de la vida en la carne de unos personajes atormentados, que reprimen constantemente sus sentimientos y se ven asfixiados por el giro que toman sus vidas. Un drama que sabe captar muy bien la esencia de los personajes y utilizar los espacios y los tonos sombríos para conjugarlos con los estados de ánimo de aquellos. Una película muy cuidada. Un buen drama psicológico.
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5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
¿ES FRÍO EL CINE NÓRDICO DE WOODY ALLEN?
Creo que a los que hayan echado un vistazo a las críticas de esta peli publicadas por aquí no le quedarán ya muchas dudas del carácter Bergmaniano que tiene este título de Allen. Ello mismo puede producir rechazo de antemano o, por contra, un entusiasmo exacerbado. A mí me deja un tanto frío. Y no es que la cámara esté muy alejada de los personajes, por contra se mete de lleno en el interior de los mismos. Pero Allen no es Bergman. Me gusta la influencia que ejerció sobre él y que se percibe en tantas películas, pero me aploma cuando trata que sea casi la única referencia sobre la pantalla. Tanto resentimiento, tanto personaje extremo incapaz de sonreír, tanta crisis matrimonial setentera, tanta crónica de familia perturbada... Y el caso es que la película es buena, bien rodada, con genial dirección de actores, con guion bien trenzado en sus diálogos...pero se me hace excesivamente dramática, donde ni una sóla conversación no aborda la esencialidad de las vidas. De acuerdo que el sentimiento de culpabilidad es tan de Allen, pero tampoco hace falta que los actores se autoflagelen psicológicamente. Tanto es así que en un momento dado uno odia a la familia retratada por completo para, al terminar de verla, olvidarla sin más y pensar en volver a ver Manhattan.

Un punto y aparte es el sentido arquitectónico de la puesta en escena. Limpio y calculado, perfecto y quizás nunca más logrado por el director como en este film. Con ello me quedo.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Sin asumir la realidad no hay realidad
Hay personas que deberían (deberíamos) sentirnos afortunadas por vivir lo que les toca disfrutar. Sin embargo, dedican (dedicamos) buena parte de sus (nuestros) esfuerzos a sufrir, a torturarse (torturarnos). El ser humano tiene por costumbre inventar problemas, cacarearlos, hacerlos universales y cuidarlos con mucho cariño para que duren mucho. Si hablamos de las clases acomodadas, podríamos decir que eso es lo que más le gusta hacer. Parece mentira que con la que está cayendo, desde que el mundo es mundo, dediquemos un solo segundo a semejante cosa. Pero es así. Algo natural, algo que todo el mundo da como bueno.
Woody Allen es el director de cine que mejor retrata a esos individuos de clase acomodada que teniendo todo añoran todo, que convierten su vida en un valle de lágrimas sin saber por qué; a esos sujetos que viven de su propia compasión, que hacen del lamento, por sí mismos, una forma de vida. Woody Allen es el director de cine que mejor ha sabido detectar los problemas de una clase social estúpida hasta límites insólitos. Comodidad y estupidez parecen caminar siempre juntos formando una correlación perfecta.
Me gusta Woody Allen porque es cine. Me gusta Woody Allen porque lo que cuenta es la vida de todos. Me gusta Woody Allen porque enseña las miserias, los desastres personales y las desdichas de una sociedad que nada en la abundancia (de todo) y no es capaz de inventar la felicidad. Ni siquiera de fingirla. Me gusta Woody Allen porque nos deja con su cine las pruebas necesarias para que, de una vez por todas, seamos conscientes de que nuestro intento de alcanzar límites personales es directamente proporcional a lo poco que nos gustamos.
Disfruté con las comedias desenfadadas y sin pretensiones del viejo Allen. Me maravillaron sus comedias más maduras. Pero, también, me encantaron sus dramas. Especialmente, Interiores. Aún no entiendo el porqué esta película no fue recibida, en su momento, como lo que es, como una formidable obra.
El paralelismo que muestra Allen entre los interiores personales y los de los hogares en los que se vive es indicativo de lo que intenta el director con esta cinta. Todos tenemos decorado nuestro propio yo y, tarde o temprano, eso tan íntimo se deja ver en algún lugar, en algún momento; se ve modificado para siempre o se vacía sin remedio.
La película es deudora del cine de Bergman (esto se ha dicho por activa y por pasiva, así que no seguiré con ello), pero, no obstante, el sello de Allen es indiscutible y está presente de principio a fin.
El uso de unos diálogos excelentes que marcan a sus personajes, aportando rasgos inconfundibles a cada uno de ellos, ya es suficiente prueba de que es así. Les garantizo que si prestan atención a esos diálogos y no miran a la pantalla, podrían saber quien habla en cada momento dada la coherencia casi insólita de los discursos. La inteligencia de Allen no desaparece a pesar de los homenajes. Ni en dramas ni en comedias.
Interiores es una película que habla del fracaso. Concretamente del fracaso de lo artificial, de todo eso que intentamos ser para alejarnos de nosotros mismos (por gustamos poco o nada).
Una familia acomodada. Una mujer (la madre) que intenta dibujar un mundo ajeno a la vulgaridad que termina vacío; entre otras cosas, porque su marido es vulgar, dos de sus hijas los son del mismo modo y la tercera (la que parece más triunfadora) se mueve en territorios normaluchos puesto que le rodea esa vulgaridad sin que pueda respirar. Eso de lo que trata de escapar (la madre) es el propio mundo aunque lo haya intentado cubrir con pan de oro. En una de las escenas vemos como esa mujer (Geraldine Page) habla con su marido de un dibujo de Matisse. El hombre alcanza a decir que le parece muy interesante. Sólo. Se han separado y ella desea que él regrese a casa. Él no entiende de arte, ha encontrado a otra mujer (Maureen Stapleton) que disfruta tanto como puede del sol, del dinero y de lo bueno que encuentra en el mundo. Él es ajeno al universo que le propone su esposa. Y la mujer, sin apenas ser consciente, reclama muebles para su interior. Corrientes, sin valor artístico, esos que tanto le repugnan. No quiere asumir que la vida es vulgar aunque conserva la esperanza de poder barnizar todo aquello que le permite sobrevivir. Como toda la clase acomodada del mundo, vamos.
Joey, la hermana pequeña, (Mary Beth Hurt) está perdida, no sabe dónde quiere llegar. Tan sólo es capaz de envidiar a Renata (Diane Keaton) que, aparentemente, se abre camino en el mundo de la escritura. En realidad, está anclada a lo mustio del fracaso. Su madre fracasa, el padre se desliza hacia el mundo de la mediocridad, su marido se siente fracasado, sus hermanas también (Flyn (Kristin Griffith), otra de las hermanas, no pasa de ser una actriz secundaria que trabaja en series de segunda categoría y obras muy alejadas de la genialidad). Ninguno quiere asumir una realidad común.
(sigue en spoiler por falta de espacio)
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
No por ser de Woody es Buuena.
Es una de esas películas que cambiaron el rumbo del trabajo posterior de Woody Allen. Sin embargo es pretenciosa, un drama que me dejó bastante aburrido. Esta no es la película que vería un domino por la tarde, mejor echarse la siesta.
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7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
A estos interiores le hace falta más humor
Por lo que se puede observar en su filmografía, Woody Allen abordaba por primera vez un trabajo alejado radicalmente de todo lo que había hecho hasta ese momento, de manera que dejando atrás las sanas comedias por las que ya era famoso, con este "Interiores" se fue al otro extremo para analizar las miserias de una familia neoyorkina acomodada. Me parece más importante lo que significa la película en el contexto de su carrera como cineasta que la misma película en sí misma, ya que con este largometraje Allen daba un golpe en la mesa y demostraba que también podía hacer algo más en el cine que no comedias y parodias. A la vez, homenajea al sueco Bergman, hito personal, con el retrato de una familia cuyos miembros, no sólo la madre, viven en una enajenación permanente.

De hecho, para mí el personaje esencial es la recién nueva mujer del padre, la única persona que no tiene nada que ver con el insano mundo de la madre y las hijas y cuya simpleza la hace más vital. No es de extrañar que seguramente por ello atraiga al padre, agotado después de tantos años de matrimonio con una momia y que por fin ve la luz gracias a esta nueva mujer, campechana y espontánea. El análisis de esta gente es de lo más correcto, eso sí, no hay lugar para la felicidad y cada uno malvive con sus problemas, el que no se siente realizado personalmente es un egoísta empedernido, todos tienen motivos para tirarse los trastos y.... ya lo diré, cuánto he echado de menos el humor del maestro judío!!!

Porque la vida sin risas ya la conocemos, cada día, en cada esquina, en el trabajo, en la tele, hay dramas a cada paso y es por ello que Allen me gusta cuando decide desdramatizar la realidad, por ello encuentro que sí, que "Interiores" está innegablemente bien hecha, pero no es lo mío. Opino que es prescindible ver este tipo de cine, existencial y sin gracia. El consuelo que queda, que no es poco, es que la película se va a poco más de hora y media, o lo que es lo mismo, nos ahorramos bastantes minutos de lo que suele ser la media, así que no llega a convertirse en un peñazo (de más de dos horas).
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
La loca desesperante y sus tres hijas pedantes
Cualquier película de Woody Allen tiene algo interesante, pero en este caso al no aparecer él en pantalla, con su clásico papel de neurótico y no tratarse de una comedia, el interés decae bastante.

No interesa mucho conocer los problemas de una chalada controladora y maniática, así como las ínfulas artísticas y conversaciones pedantes de las hijas y sus maridos.

Esnobismo, problemas de ricos, depresiones...y esa mujer que se hace odiosa y estás deseando que le pase algo malo..
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Profunda e introspectiva
Film de W. Allen, sobre las dificultades que se generan en la familia –compuesta por los padres, 2 hijas casadas y una soltera- cuando el hombre decide separarse de ella.
En una obra corta, se trata de un film serio, introspectivo, profundo, de múltiples lecturas. Así, se muestra una mujer rígida, perfeccionista, el padre, más suelto, e hijas, reflejos de ellos, unas más talentosas que otras, unas más sensibles que otras, todos ellos enfrentando sus dificultades. Y la idea del amor. No me explayo más. De lo mejor del director, sólido y notable film.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Obra maestra en la que Woody Allen homenajea a su adorado Ingmar Bergman
Estamos en 1978, en el momento cumbre de la mejor generación de cineastas jamás habida, la que dio lugar al Nuevo Hollywood de los años 70. Uno de ellos, Woody Allen, que había alcanzado notoriedad mundial con sus comedias, desembarca en el drama por primera vez, conformando un homenaje expreso y magistral a su idolatrado Ingmar Bergman con un guión densamente psicológico y profundo para un drama de aliento trágico fotografiado por Gordon Willis (“El Padrino”) que, para lograr que impacte por su despiadada intensidad intelectual, carece de una sola nota musical ambiental durante todo su metraje. El cine está tocando techo. Hablamos de “Interiores”. Es imposible dar más. Luego vendrían otras obras maestras dramáticas del genio de Nueva York, pero ésta fue la primera de todas ellas, el decisivo cambio de rumbo en su filmografía.

En este abigarrado y durísimo drama familiar, se nos cuenta la caída a los infiernos de Eve, una mujer con tendencia al desequilibrio mental, que ha dado su vida por su marido y por sus hijas, que ha desarrollado un perfeccionismo estético y vital rígido e inflexible que los ha marcado a todos, y que es abandonada por su esposo siendo ya demasiado mayor para saber adaptarse a una vida en solitario. Por eso exprime a sus hijas hasta el borde de lo insoportable, sin caer en la cuenta de que éstas tampoco están exentas de problemas propios. En una familia donde la creación artística parece obligatoria y donde el triunfo social se da por supuesto, donde la perfección en la decoración de interiores es pura metáfora de la inflexibilidad asfixiante que irradian sus vidas, sobrevivir psicológicamente es todo un reto. La familia como núcleo del que irradian todos los problemas vitales es radiografiada sin piedad por el dios Woody Allen.

Prescindiendo absolutamente de la música, el magistral guión de Woody Allen se sostiene en la impagable caligrafía visual de Gordon Willis (el gran director de fotografía del Nuevo Hollywood, responsable de “El Padrino” de Francis Ford Coppola) y las interpretaciones de las magistrales actrices que sostienen a las cuatro mujeres protagonistas del film: excepcional Geraldine Page como la madre caída en desgracia; fantástica y brillante Mary Beth Hurt como la desorientada hija menor; correcta en su superficialidad Kristin Griffith como la hija actriz que se sabe fuera de los problemas familiares por vivir lejos de rodaje en rodaje; y, claro, por encima de todas ellas, otra interpretación antológica de Diane Keaton encarnando a Renata, el personaje más complejo de la cinta que, con buen criterio, su mejor amigo Woody Allen le encomendó a ella, porque sólo ella podría estar a la altura que Renata requería.

Sería su primer drama, pero después vendrían muchos más, para mi suerte, porque creo que la gran maestría y genialidad de Woody Allen se ha alcanzado con sus tragedias más que con sus reconocidas comedias, paradójicamente, en obras maestras como “September”, “Otra mujer”, “Recuerdos”, “Delitos y faltas”, “El sueño de Casandra” y, sobre todo, “Match Point”, su obra cumbre.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
INTERIORES DESNUDOS Y CARENTES DE SENTIMIENTO
De 1977 a 1980 Woody Allen se tomó un respiro en cuanto a "la línea editorial" de sus películas. De hecho esta película, facturada entre dos de sus grandes obras maestras, "Anni Hall" y "Manhattan" supuso un punto y aparte en su filmografía, y en la que por primera vez, él se daba también un descanso como actor protagonista.

Desgarradoramente intimista, extremadamente lenta (Allen sostuvo en broma y con ironía mordaz que estaba hecha especialmete para los europeos) y llena de evocadores y sesudos silencios existencialistas, peca por momentos de pretenciosidad sin caer en ella de manera profunda... En definitiva un Allen distinto a lo que hasta entonces estábamos acostumbrados a ver en él...

No hay esa incisiva, ácida y corrosiva crítica mordaz del mundo y su estructura, y sí momentos de reflexión existencial.

El hilo narrativo no está perfectamente hilvanado, y los claroscuros de una fotografía de interiores, intimista y en color, de la cámara de Gordon Willis nos sugieren sesudas reflexiones existencialistas que en algunos momentos llegan a cansar por lo recurrentes...Con evidentes reminiscencias de Ingmar Bergman e includo de las obras de Chejov y con ciertos toques similares a la posterior "Las Horas" de Stephen Daldry...

Al maestro semita no le importaba profundizar en los caracteres de unos personajes intrínsecamente arquetípicos, sino evocar algunos de los tormentos que en otras ocasiones, en el resto de su filmografía nos asaltan en tono de comedia...

Mel Bourne (diseño de producción) e incluso Joel Schumacher (vestuario) están metidos en este proyecto, y la música campa por su ausencia!!!! Ni rastro de ella sino es porque a mitad del metraje en la fiesta de boda del pater familias (Arthur) con Pearl, Allen nos "toca" "Wolverine blues" por laThe World Greatest Jazz Band, y "Keeping out of mischief now" por Tommy Dorsey...

Para los grandes aficionados al cine del maestro neo yorkino que quieran verle en una faceta distinta a la habitual, en la que sabemos es un genio sagrado y consagrado.
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9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
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