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226 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
5
¡Disidente!
Pues sí, disidente, como en La vida de Brian. Para los de poca paciencia, vayan al párrafo tercero, contando éste. Pues no se piense que esta crítica destila bilis. Al contrario, lo que hay aquí es amor al Maestro. Así que si están preparados y libres de prejuicios, allá vamos. Espero que sea útil, al menos.

De entre los muchos misterios de esta vida, me gustaría averiguar uno: ¿Por qué Woody Allen –o merced a qué deuda contraída– ha de rodar una película por año, sin falta en dicho plazo desde 1982? Cierto que de vez en cuando nos obsequia con una obra maestra, y que pocos directores en este mundo tan regulares y prolíficos (me vienen a la cabeza, pero en una escala algo mayor, Bergman, Ford o Kurosawa) nos quedan. Acaso Clint Eastwood. Sin embargo, ¿no le vendría bien algo de descanso, o al menos una pizca más de elaboración en sus guiones? Afirma en su estupendo libro de conversaciones con Eric Lax que lo que menos le cuesta es escribir sus películas; que siempre le rondan varias ideas por la cabeza, y que lo único complicado es el momento de empezar el rodaje.

Puede que diga la verdad. No obstante, aquí seguimos un año más. Y yo, que me he visto todas sus películas menos Alice (no por nada personal, es que a día de hoy es la única que me falta), pues ya le tengo muy calado al maestro neoyorquino. Y qué quieren que les diga: Blue Jasmine es una obra menor, muy menor, en su filmografía. Mucho me temo que sólo reluce por la soberbia y sobreactuada interpretación de Cate Blanchett; pero resulta que todo en esta película tiende al exceso.

Dos graves problemas la lastran: el primero, su más que exagerado parecido con Un tranvía llamado deseo, de la que copia el asunto, los personajes, el desarrollo y la conclusión. Solamente. El segundo, lo burdo de las trazas del guión, previsible en cuanto uno se halle más o menos avispado. Me resultó lamentable adivinar desde mi butaca la mayoría de lo que iba a suceder.

Allen muestra su fineza en la comedia. Ahí sí que nos emociona con maestría. Hace muy poco revisé Manhattan y Annie Hall, y me sentí con ganas de gritar desde mi terraza que son dos películas inmortales; aguantan sin tara el paso de los años, impertérritas. Pero con el drama se le va la mano. Lo mide todo excesivamente. Se le notan las costuras a kilómetros de distancia. No sabe hilar fino. Parece como si la solemnidad le impulsara a estrangular al pobre espectador. “¡Esto es lo que quiero decir!”, exclama.

Porque en esta película Woody nos impone su lectura, como autor, en todo. Los paletos son muy paletos. Los ricos son muy educados y muy esnobs. Los conflictos fraternales carecen de la extrema riqueza con que se muestran en la obra de Tennessee Williams. Recuerde el espectador el primer encuentro entre hermanas de la primera versión. En eso consistía el supremo arte de planos, contraplanos, diálogos, y gestos y entonaciones de cada actriz. O sea, CINE. Era increíble. Se pueden escribir libros sobre la riqueza de esa escena. En Blue Jasmine roza el tópico, lanza un chiste (el del avión) y luego todo se diluye. Entre medias, es verdad, se ha dicho lo de "estás estupenda"; "no, lo estás tú". Pero lo que en "Un tranvía..." era definición perfecta aquí es banalidad. Y lamento compararlas, pero se prestan a ello completamente.

Aquí las cosas son blancas o negras. No se nos deja entrever ningún término medio, ni guardamos distancia alguna con los hechos. Tampoco ayuda un guión en el que todo sucede, más que por lógica interna, para que aparezca luego la escena que el autor desea narrar.

No la suspendo, no obstante. Ella está tan bien, que (incluso a pesar del guión, y de la dirección, pues Allen suele pasar mucho de los actores, según todo lo que de él he leído) logra que la película, pese a todo, salga a flote. Es el mayor tributo a la actuación que jamás llegará a rendir Cate Blanchett. Si ya en Diario de un escándalo mereció los mayores elogios, y con razón, en esta puede uno decir sin más que ella es la película. No su personaje, sino su actuación. La única causa por la cual se distingue de El sueño de Casandra –otro film por completo mediocre y sin interés– esta Blue Jasmine, se debe a Cate Blanchett. Sólo ella sabe darle el toque adecuado entre la comedia más idiota y el drama más banal. Sólo ella parece de verdad real en este pastiche de tópicos y revisiones de su propia obra y de la ajena.

No es que los demás actores estén mal. ¿Qué mal actor elige Woody a estas alturas? Es que, sencillamente, Cate Blanchett sostiene la película entera.

Otro año más.

Recuerdo cuando me topé con el espantoso tráiler de Midnight in Paris. Fui a verla después como el cordero va al matadero. Me pareció una sublime gozada, una maravilla.

Esta vez el tráiler tampoco me daba buena espina; pero cualquiera se fía.
En fin, vayan a verla que es de Woody Allen. Pero la olvidarán pronto.
A pesar de los sesudos y vacuos análisis que verán por ahí.




P.D: Prometo ver Alice antes de una semana... ¡Y Woody, danos una alegría el año que viene!
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234 de 345 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La película más sincera de Woody Allen
Ayer fui a ver "la última de Woody Allen" y me encontré con un film interesantísimo, maravillosamente interpretado, divertido (por momentos) y descarnado (todo el tiempo) en el retrato psicológico de sus personajes y en su crítica a la sociedad. Un drama descomunal, como ningún otro que haya realizado antes este genial director, guionista, actor, escritor y ni se sabe cuántas cosas más.

A pesar de adoptar una perspectiva en las antípodas de la de sus comedias "clásicas", Woody Allen logra como nunca antes en sus dramas (ni siquiera en "Match Point") angustiarnos con la misma inteligencia excelsa con que nos hizo reír en "Hannah y sus hermanas" o "Manhattan".

"Blue Jasmine" es la historia de Jasmine (Cate Blanchett), una mujer perdida en un momento de su vida idílico (para ella) que fue construido sobre humo y al que jamás podrá regresar. Al borde de la locura, se aferra a la única persona que le queda: su hermana Ginger (Sally Hawkins).

No cuento más para no arruinar a quien no haya visto ya el film esa sensación al comienzo, tan lograda, de deambular por una ciudad y unos ambientes extraños a la protagonista. Sólo quiero añadir algo: lo que en mi opinión convierte este film en una verdadera obra de arte es la enorme sinceridad, por muy amarga que sea, que transmite. Pero eso no me queda más remedio que explicarlo en el "spoiler"...
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139 de 175 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Vodka y pastillas en Primera clase
A estas alturas no nos sorprende que Woody Allen maneje el drama con la misma soltura que la comedia. Porque Woody es, por encima de un maestro del humor, un excelente creador de personajes que hablan sobre la misma condición humana.

Sin embargo, Allen nos sorprende enfrentándose por primera vez a la realidad. Woody mira a la cara a la vida y nos la presenta tal cual. Sin viajes mágicos en el tiempo, sin la sala del cine como escape o la risa como evasión. Y donde, a diferencia con 'Delitos y faltas' o 'Match Point', los delitos son condenados.

Es imposible no pensar en Blanche DuBois viendo la magnífica interpretación de Cate Blanchett. En los cientos de registros que nos ofrece Cate a lo largo de toda la película, reconocemos la mirada de Vivien Leigh en cada uno de ellos.

Woody nos presenta la película como un viaje de ida y vuelta entre el pasado y el presente. Utiliza el flash back para conseguir el equilibrio de una balanza que se mueve entre dos mundos que esconden misterios. Porque en Blue Jasmine el presente no tiene sentido sin los secretos del pasado.

Allen consigue que terminemos del lado de esa mujer de falsa moral y falsas ilusiones, que vive en el autoengaño constante ahogada en vodka y pastillas. Pero terminamos entendiendo a esa mujer victima de la crisis del siglo XXI... porque recordamos que "Somos la suma de las decisiones que tomamos" (Delitos y faltas), y que, al fin y al cabo, "La vida está llena de soledad, miseria, sufrimiento, tristeza y, sin embargo, se acaba demasiado deprisa. (Annie Hall).
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88 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Una flor en el crepúsculo
Cuando de Woody Allen no se esperaba más que películas simpáticas, ingeniosas pero livianas, irrumpe "Blue Jasmine", como una de las obras más profundas e inquietantes del maestro en mucho tiempo.
Luego del cinematográfico tour europeo, Woody regresa a su país y retoma los pasos perdidos para contar una historia intensa y provocativa inspirada en "Un tranvía llamado deseo", que muestra la decadencia de una dama con delirios de grandeza, refugiada en un mundo inventado, altanera y desequilibrada. Tal como en la obra original de Teneessee Williams e incluso en la versión filmica de Elia Kazan que le valió en 1951 un Oscar por Mejor Actriz a Vivien Leigh, "Blue Jasmine" está construida desde el enfrentamiento de dos mundos culturales que se reflejan en la permanente disociación de su protagonista.

En la transposición de Allen, el papel de la desequilibrada Blanche DuBois original, ahora está a cargo de una inmensa Cate Blanchett encarnando a Jasmine, una millonaria caída en desgracia, al descubrirse que su marido había construido su fortuna en base a fraudes
financieros. Sin un centavo, pero apegada a los lujos de su vida anterior, la protagonista desciende desde sus refinados ambientes neoyorquinos hasta el humilde departamento de su hermana Ginger (Sally Hawkins) alojada en una modesta zona de San Francisco.
Woody contrapone los universos opuestos de empresarios adinerados en Manhattan con personajes de la clase trabajadora (albañiles tatuados y con peinados modernos; sentimentales empleadas de supermercado), aunque esta vez los extremos se unen en una mirada invariablemente desoladora.

Allen retrata de una manera clara y evidente estos dos mundos opuestos otorgando humor y ligereza a los momentos más trágicos y resignificando situaciones aparentemente más livianas.
Apoyada en un soberbio montaje, la película está narrada entre dos tiempos: el pasado, tan vacío como esplendoroso exteriormente, y el inestable presente de una mujer sumergida en un cóctel de antidepresivos.
El montaje alterna pasado y presente, contrastando la vida ociosamente lujosa y el ajetreo de los días presentes de Jasmine, donde pasa a vivir de prestado, a estudiar computación y a trabajar como recepcionista en un consultorio odontológico.
.Alcohólica y adicta a las pastillas subsiste en medio de una angustia permanente que la lleva a eclosionar en momentos cargados de tensión.
La película tiene un momento de lucimiento para cada uno de sus personajes pero "Blue Jasmine" esencialmente está pensada sobre el eje de Cate Blanchett para un personaje que fascina por su belleza, indigna con sus desplantes y conmueve al estrellarse contra la realidad siendo un instrumento involuntario de su propia caída.

Su interpretación con matices que la vuelven graciosa, triste, querible y detestable a la vez le asegura un lugar memorable en la galería de antiheroinas creadas por Allen y que habitan ese prototipo femenino profundo con resonancias de Bergmann y Almodovar.
La protagonista, como el jazmín de su nombre, abre su corola al atardecer, su intensidad es más fuerte en la oscuridad de su drama: la actriz Cate Blanchett pasa por todos los registros y consigue un personaje muy complejo y lleno de sutilezas.
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108 de 139 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
OJOS QUE NO QUIEREN VER, CORAZÓN QUE SÍ SIENTE
Los administradores de FilmAffinity están preguntando todo el tiempo en la página de facebook, que cambios o mejoras querríamos ver los usuarios. Que si más listas, que si aumentar el límite en las búsquedas... Yo propondría que aparezca por default "Blue Jasmine" en la lista de "Películas con una interpretación femenina inolvidable", para ahorrarnos a los miles de usuarios la molestia y la pérdida de tiempo de tener que agregarla.

Es curioso, porque al momento de escribir esto, todo el mundo está embobado por Sandra Bullock haciendo respiraciones agitadas dentro de una escafandra, hablando sola e imitando los aullidos de un perro (mucho fan de último momento de Sandrita, ha aparecido). Las hordas elogian y reclaman el Oscar. A la gente le encanta las actuaciones de intérpretes exagerados "desplegando emociones", por eso películas como "Magnolia" son tan populares. Pero los buenos actores suelen concentrarse en cambio en la caracterización, buscando proporcionarle a sus personajes más entidad y una complejidad que se extienda más allá de lo que describe el guión. Y eso es justamente lo que hace aquí Cate "alta MILF" Blanchett.

Aunque su Jasmine es inicialmente un estereotipo (la concheta superficial de clase de alta que se mueve en un universo sex-and-the-city, de carteras de marca, galas y cócteles), Blanchett consigue otorgarle a su criatura tal cualidad multidimensional, una variedad tan grande de matices, que te hace olvidar que no estás viendo a una persona real. Es al mismo tiempo victima y victimaria, simpática y repelente, vulnerable y agresiva. Irremediablemente bonita a pesar del maquillaje que intenta deliberadamente mostrarla como un escracho sudoroso, Cate indigna con el egocentrismo de su personaje, pero consigue conmoverte con su infortunio. En un momento querés abrazarla y consolarla, y al minuto siguiente te dan ganas de acogotarla con las dos manos como Homero a Bart.

Cate es un torbellino que lo engulle todo; la cámara busca seguirle el ritmo mientras ella parece olvidarse de la misma y crear su propio mundo dentro del film. Pobre Sandrita, irá a la gala de la Academia con las otras ternadas, para lucir su vestido en la alfombra roja y picotear algún canapé, nomás. No tenés chance, mami. Sally Hawkins, estupenda en el papel de la hermana adoptiva de la prota, se anota también unos cuantos porotos para llevarse el de actriz de reparto (son las dos hijas adoptivas, ya sabemos que a Woody este perfil le atrae particularmente, ejem)

Jasmine (ex Jeanette) también habla sola, pero por razones distintas a las de la Bullock. La columna de la historia es la degradación interior de una mujer que se niega - constantemente y en diversos aspectos - a aceptar la realidad, aferrándose al autoengaño mientras aguarda que un hombre aparezca para rescatarla y devolver su mundo a la normalidad. En ese sentido, me recordó bastante a otra interpretación magnífica de otra rubia en total estado de gracia, en una peliculita desconocida que a mí me gusta mucho: la de Uma Thurman en "Hysterical Blindness", de Mira Nair.

Es una de las cintas más logradas de Woody Allen en muchos años, fácilmente ubicable en el Top 5 de su carrera. Luego de atacarnos con un bodrio por año y alguna chispita sobrevalorada (Match Point), tanto va el cántaro a la fuente que al final llega la inspiración y le sale una genial.

Pero "Blue Jasmine" deslumbra por su protagonista, la tragicómica, asquerosamente concheta y snob, petulante e ignorante, patética, subyugante Jasmine, ex Jeanette. O mejor dicho, por la admirable Cate Blanchett.
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60 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La historia de la chica y la sombra
Érase una vez una chica que se llamaba...no recuerdo cómo se llamaba.

La chica tenía una sombra que la seguía a todas partes. La sombra se llamaba Jasmine.

Un buen día, la chica conoció a un chico. El chico no la veía a ella, pero veía a su sombra. Y se enamoró de la sombra y se casaron.

La sombra se empezó a dar la gran vida: se compró ropa preciosa y muy cara; se trasladó a una mansión con impresionantes vistas al mar; organizó fiestas estupendas; conoció a un montón de gente glamurosa; viajó por todo el mundo en primera clase; bebió el mejor vino, degustó las mejores delicatessen.

La sombra era tan bonita, tan resplandeciente, estaba tan bien vestida y vivía tan bien, que la chica empezó a creer que ella era la sombra y en realidad, la chica no existía.

Pero eso la asustaba un poco y para aplacarlo, bebía algo más de lo recomendable y tomaba unas pastillas mágicas que borraban sus recuerdos de no haber sido una sombra.

Sin embargo, un buen día, desaparecieron todas aquellas cosas. Las fiestas, los vestidos, los viajes, las vistas al mar y el chico.

La chica y su sombra lo perdieron todo y se marcharon.

La chica seguía siendo la chica: pero la sombra cada día se volvía un poco más pequeñita.

La chica empezó a asustarse. Tomó más pastillas y bebió más copas para olvidar que la sombra estaba despareciendo.

Un buen día, la chica se levantó y no vio a la sombra.

¿Qué sucedió después?

La respuesta, en esta espléndida película con la que Woody Allen demuestra que todavía no es suficientemente viejo como para recluirse en la zona de confort.
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43 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Volando por las nubes
“Lo que es común siempre tiene escaso valor”, decía Nietzsche.

Woody Allen dibuja con maestría dos facetas de aquello que no tiene valor. Por un lado está la inmediatez, ese presente mal entendido, donde no hay planes, evaluaciones, ni metas. Ese contentarse con vivir, con existir y dejarse llevar, personificado por Ginger, una mujer que no se valora a sí misma y cuya fuerza de gravedad atrae a puros perdedores. Ella representa el fondo del pozo, esa alma caritativa que no tiene nada que perder, debido a que no existe un estado peor. Su autoestima es baja, y cuando llega su hermana Jasmine en un estado calamitoso, Ginger, en su pequeñez, siente que puede ayudar a alguien más desamparado. Incluso intenta cambiar de hombre, pero es solo un espejismo y termina conociendo a otro sujeto inadecuado.

Jasmine, al contrario, representa la ausencia de presente, un avión volando entre nubes (perfecta secuencia inicial), que vive de recuerdos y ambiciones futuras. Será la protagonista de la cinta, pero su aquí y ahora no existe, es prestado por su hermana Ginger.

Nietzsche nos da más luces: “Las grandes cosas siguen siendo para los grandes, los abismos para los intelectuales, los matices y estremecimientos para los refinados, y en resumen, todo lo que es raro para los raros”. Ginger no es grande ni refinada, es una persona común y corriente, de la cual no se esperan grandes cosas. Pero Jasmine es arribista e hipócrita; en ella todo es falsedad, su marido fue un estafador que se ahorcó, pero Jasmine dice eufemísticamente que “se rompió el cuello” (estrangularse es de mal gusto).

La verdad se sostiene por sí sola y la falsedad hay que impostarla. Por eso Jasmine bebe demasiado, es neurótica, celosa y sufre crisis de pánico. La realidad la supera a menudo y necesita refugiarse en la opulencia del pasado o en el ascenso político y social que representa su conveniente novio. Allen filma las escenas con una soltura deslumbrante, mezclando el pasado y el presente de la protagonista como si fuera un continuo viaje entre las nubes.

El valor de Jasmine se lo otorga su hermana al repetir que “tiene buenos genes”. Las dos hermanas eran huérfanas y fueron adoptadas por los mismos padres, y esos padres implantaron esa mentira de los genes para propiciar un mejor futuro para Jasmine.

Jasmine siempre se hizo la tonta con los negocios turbios y amoríos de su ex esposo. El asunto de los genes es una trampa; vendría explicado porque ella es alta, rubia y de ojos azules, pero esa apariencia la han convertido en una inútil que no encontró ni encontrará algo que hacer en la vida.

El toque de humor negro es un sello en la filmografía de Woody Allen. Jasmine requirió en su momento de “la medicina de Edison” (electroshocks) para recuperar la cordura. Cada vez que conoce a alguien, ella va matizando rencores de relaciones pasadas y se las transfiere a otros. Y cada vez que su vida se descompone, las cosas de la cartera caen al suelo.

Para Nietzsche, Jasmine sería una “rara”. En otras palabras, el falso mundo de Jasmine atrae más falsedad y, sus mentiras solo se sostienen con una interminable lista de mentiras, que la dejan hablando sola, con el pelo mojado, en una banca de la calle.
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20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La Señora Bárcenas se muda a Usera...
Posiblemente Almodóvar hubiera hecho algo muy divertido con ello, pero la película es de Woody Allen y lo que predomina es el humor negro y de sonrisa congelada como yo lo llamo. Porque la historia, resumida, creo que es la del título. Una señora rica gracias a estar casada con un corrupto, que tiene que empezar una nueva vida después de haberlo tenido, y perdido, todo. La señora B. es una maravillosa Cate Blanchett en una creación espectacular de una pija sin redención posible que no ha aprendido nada porque ya lo sabe todo, piensa.

Así, para comenzar de nuevo con una mano delante y otra atrás, se muda a otro barrio y a otra categoría social con 50 maletas de Vouitton y un billete de primera clase. Aterriza, de caridad, en casa de su hermana con su traje de Channel, sus zapatos de Valentino, sus deudas, sus juicios pendientes y su aire de reina del Glam. Y con sus aires de condescendencia hacia su hermana a la que arruinó sin remordimientos, criticando su pésimo gusto con los hombres. O sea! Y no busca trabajo sino acabar sus estudios universitarios. Of course…

Con todo eso, parece que Jasmine, o Jacinta, o como se llame, es una criatura aborrecible destinada a caer fatal al espectador, pero a mi me dio ternura. Me pareció una mujer patética, frágil y desquiciada. Completamente desnortada y sin recursos para manejarse en una vida real y no en la superficial de lujo y mentiras que había llevado con un marido infiel y corrompido, sus intentos para adaptarse a la vida que la espera están hechos sin convicción porque siente que está allí de paso y que pronto encontrará otro hombre rico para continuar con su vida anterior. Porque lo cierto es que, además de las maletas de piel y la ropa de marca, viaja con sus traumas, sus pastillas y los fantasmas de su vida pasada con los que habla constantemente. Muy triste todo…

Desde luego, el mensaje de la película, tan pesimista, me acongojó bastante. Sentí pena por las chicas de la película. Esas dos, hermana pobre-hermana rica, que o estaban solas o corrían de mano en mano con egoístas o estúpidos que las traicionaban o las utilizaban sin miramientos, mientras ellas aguantaban desesperadas para no estar solas o para que las mantuvieran. Tristísimo. Ya lo esperaba. Woody, cada vez más, se hace más “noir” que “blue”, un humor más corrosivo y la temperatura de la sala más fría… y en enero…

Pero, así y todo, es genial. Almodóvar hubiera hecho una de cornuda pija, resentida, casada con alcalde con bolsas de basura negra de blanqueo sucio con una hermana choni liada con un jincho y sería muy divertida, pero yo me quedo con Woody, con Cate y la perra vida…
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18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Blue Moon, almost black.
Regresa Woody Allen cumplidor a su cita anual con la terapia cinematográfica, y junto a él aparecen su público y crítica incondicionales que alaban todo lo que toca el neoyorquino, y sus más acérrimos detractores que pecan de todo lo contrario. Sí es cierto que, por más que le pese a cierta gente, Allen no ha vuelto a ser aquel genio del humor que, con Manhattan como fondo, ahondaba en la idiosincrasia de las relaciones amorosas a la vez que se desnudaba una y otra vez mostrando al público sus preocupaciones y obsesiones. Es difícil establecer un punto de inflexión en el trabajo del prolífico director, muchos opinan que fue la postrera colaboración con Mia Farrow, Maridos y Mujeres, 1992, la última de sus grandes obras, algo que no está nada mal ya que le otorgaría quince años, a una media de una película por año, en el podio de la cartelera mundial. Sin embargo los hay más generosos, entre los que nos incluimos, ampliando ese espectro cinco años más para no dejar fuera comedias de la talla de Misterioso asesinato en Manhattan, 1993, Balas sobre Broadway, 1994, o Desmontando a Harry, 1997. A partir de entonces las repeticiones en la trama, los triángulos amorosos y las hipocondríacas extravagancias dejaron de ser tan efectivas, cada película proporcionaba una sensación de déjà vu que no ha desaparecido en cada nuevo estreno del alter ego de Alvy Singer. Pero Allen siguió fiel a su estilo y consiguió crear una mirada muy particular de la cinematografía, como si de una terapia se tratase, él continuó abordando los mismos problemas una y otra vez, creando un reflejo de su persona muy característico en todas y cada una de sus obras, unas veces interpretado por él mismo, otras por un actor principal, un actor de reparto o un mero figurante como es el presente caso, reflejado en la aparición, al comienzo de la cinta, de la anciana que pacientemente escucha las interminables historias de la protagonista.
Asumiendo que no vamos a ver una obra maestra, un estreno de Allen se puede afrontar como una forma de criticar y lamentar la ausencia del talento y la imaginación de los que solía hacer gala, o, mucho más recomendable dado que hemos decidido de forma voluntaria pasar unas dos horas acompañados de una de sus películas, dejándonos llevar por las disparatadas situaciones, los estudios sociológicos de gente bastante desequilibrada, y divertirnos con un hombre que sabe perfectamente cómo conseguir hacer reír al espectador que muestre predisposición para ello. Algunas de las obras modernas del realizador, conseguirán mejor este efecto, y otras, por el contrario, serán algo más espesas.
Blue Jasmine, que supone el regreso de Allen a Nueva York tras su periplo europeo, se encuentra dentro de los “aciertos” de esta segunda etapa del director, al parecer el jugar en casa le ha dado ventaja escribiendo uno de los guiones más consistentes de los últimos años y trazando una de las historias que más se aleja de sus recientes productos. La narración de dos historias paralelas, una en el presente y otra en el pasado, mediante el uso de unos flashbacks muy bien conseguidos, aporta mucho dinamismo al filme que se ve reforzado por un diálogo atractivo dentro de un marco más dramático del que acostumbra, pero que pese a la seriedad de la trama, no pierde la esencia cómica gracias a unas actuaciones muy afortunadas, destacando el trabajo de la genial Cate Blanchett, en el papel de la mujer que afronta un cambio radical en su vida con una crisis nerviosa, y de Bobby Cannavale representando al excéntrico temperamental exaltado.
El dinero es el centro de la trama, mostrando la vacuidad, estupidez y dependencia que se desprende de las vidas de todo aquel que lo posee. Su ausencia, o al menos en grandes cantidades, sería la única manera de encontrar la felicidad. Jasmine es una mujer que paseaba tranquila por las tiendas de la quinta avenida, al margen de lo que ocurría en el mundo y en su propia familia, hasta que un día lo pierde todo, se queda sin casa, sin dinero y sin más lujos que un vuelo en primera clase a San Francisco donde la esperan su hermana, el novio de ésta, y un apartamento minúsculo en el que apenas tienen cabida sus maletas Loui Vuitton. Pronto comprenderá que el mundo laboral no está hecho para ella, su completa falta de aptitud le impide buscarse la vida en un momento donde las oportunidades no son fáciles para nadie. Hablando sola por las calles, con la mirada perdida en el horizonte mientras recuerda sus felices días en Los Hamptons, Jasmine está a punto de rendirse cuando una oportunidad aparece en forma de joven millonario. Con la poca energía que le queda e intentando controlar sus ataques nerviosos, opta por la que considera la alternativa más adecuada a sus necesidades, convertirse en lo que se conoce como una Gold Digger. Y así es como de la noche a la mañana se encuentra planificando una nueva vida de abundancia, sin la necesidad de pasar por el incómodo período de transición que toda relación implica, algo que parece un sueño hecho realidad y que sería perfecto de no ser por un factor que nunca se tiene en cuenta hasta que aparece sin previo aviso, el karma.
El español Javier Aguirresarobe plantea una profunda fotografiá, retratando los contrastes de las diferentes clases sociales que envuelven a la obstinada Jasmine, que no acepta la austeridad de su nueva vida y se niega a huir de los fantasmas de su ostentoso pasado, representados por medio de la melancólica canción Blue Moon.
Personal adaptación del drama de Tennessee Williams Un tranvía llamado deseo ya que, a pesar de no estar acreditado, presenta evidentes similitudes con la obra del prolífico dramaturgo. Sorprendente demostración de la habilidad de un director para dar vida a historias cotidianas, y de la facilidad para que sus directrices se vayan uniendo en fotogramas hasta dar como resultado aquello por lo que ha vivido, ya sea de manera obsesiva, compulsiva o romántica, durante más de cuarenta y cinco años; EL CINE.
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19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Tómate unas vacaciones Woody
Cuando el artista crea por rutina sin la más mínima inspiración pasan estas cosas, cosas como esta película infumable donde Allen hace una caricatura no de sí mismo, sino de su peor versión. Ni siquiera los diálogos entre los personajes que siempre es su fuerte tienen la más mínima chispa durante los más de 90 minutos interminables de este film.

El hecho de hacer una película sí o sí cada año ha hecho de un brillante autor un irregular autor y la fórmula de su cine realmente se muestra agotada con películas como esta. Además con el transcurrir de los años de irregular está pasando a mediocre, no hay una obra realmente destacada desde "Match Point" en su filmografía, y desde aquella ha estrenado ya la friolera de 8 películas.

La buena actuación de Blanchett para mí ha pasado desapercibida entre una mezcla de tedio y el estupor. Hacía mucho tiempo que no me apetecía salir de la sala antes de que acabase la proyección, un 2.
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40 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Se acabó la magia
Soy un gran fan de las películas de Woody Allen, pero esta parece hecha por necesidad. Los diálogos son insípidos, la trama típica y aburrida y lo único que consigue es o que te duermas o ponerte nervioso y querer salir de la filmación.
Es una película para que unos señores mayores vayan a verla para pasar la tarde, nada más.
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21 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Vuelve el Woody Allen al que echábamos de menos
Corrían los años 80, años de experimentación en la música, el cine y las artes en general. Años en los que los artistas podían surgir de la nada, explotar y desvanecerse al igual que una estrella fugaz al rozar la atmósfera terrestre. Sólo las claves permanecerían en el recuerdo y serían los elegidos para ser recordados. Woody Allen tenía el puesto asegurado. Él siempre fue diferente, polifacético, introvertido y extravagante. Podía sorprender con una comedia absurda o un drama de conversaciones existencialistas sobre la percepción del ser humano en la sociedad... A pesar de ser un gran humorista y músico, puede que la obra que le lanzara a la posteridad fuera Manhattan -obra diferente, cuanto menos-, un drama que odié la primera vez que lo vi, pero al que se aprende a amar poco a poco. Destacado por escribir y dirigir sus obras, parece ser un pozo sin fondo de historias del cual nos sentimos orgullosos por aportarnos al menos una creación al año desde principios de los 80, una promesa bastante vieja, que llevo años secundando con mi asistencia a las salas de cine.

Los saltos entre historias que salen de esta cabeza tan especial confrontan tradiciones, ciudades, estados de ánimo y clases sociales, encontrando en ocasiones algunos trabajos de menor calidad que sirven de aperitivo para obras como Blue Jasmine. Desde 'Match Point' (2005) no veíamos una película tan sencilla en su apariencia y trascendental en su efecto al mismo tiempo. 'Midnight in Paris' (2011) fue una gran obra gracias a su imaginación y la forma de tratar un aspecto de la ciudad que enamora, pero 'Blue Jasmine' da un vuelco ante las últimas obras para crear una fría comedia dramática surgida de aspectos sociales no tan ajenos a la actualidad, enmarcada en el ámbito de una neoyorquina que debe viajar de la ciudad de ensueño a San Francisco, una ciudad altamente trabajadora y sencilla, con una apariencia que recuerda a los aspectos europeos de otras obras del director.

El cinismo y clasicismo de una alta sociedad irritante queda plasmado en un macabro retrato de hipocresía y fatal egoísmo elevado extremos por una actriz que cada día sorprende más. Cate Blanchett forma una personalidad como pocas veces había sido vista gracias a una de las mejores interpretaciones que le hayamos disfrutado en su cine. El resto del reparto cumple con sus intenciones, pero ella consigue que el peso de la película recaiga sobre sus tacones y se mantenga al ritmo de 'Blue Moon' sin tropezar en el intento.

La película acaba adquiriendo un gran valor al aumar la reinvención del personaje con su propio intento de copia, formando situaciones satíricas que ponen en entre dicho las apariencias y las máscaras que cubren a una alta sociedad sin escrúpulos. Acabé gratamente sorprendido de lo que parecía una posible pedantada al estilo Allen y para mí se ha convertido en uno de sus cuadros más valorados.
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15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
QUISE VERLA PARA FLAGELARME.
Si, coincido con una de las críticas de los profesionales: provocó en mi un cierto sudor frío que hizo mucho daño a mis gastadas neuronas al ver tanta "mamandurria", así como incoherencia alojada en una sola película.

El anciano director, continúa obstinado en mostrar sus traumas y sus ideas que parecen sacadas del manual del guionista principiante. Que bonito saberse retirar a tiempo, aunque ese tiempo hubiera debido producirse hace varias décadas.

No entiendo ni comprendo a esos fans incondicionales, que de ignorar el nombre del director, la hubiesen valorado de otra manera. Estoy plenamente convencido de ello.

Magnífica Cate Blanchett, acometiendo con talento semejante excentricidad.
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13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Mi crítica número 1.000 para una película redonda.
Para escribir mi crítica número 1.000 quería una gran película.

Una película redonda, perfecta. Algo como... "Blue Jasmine".

Porque Blue Jasmine es un compendio de todo lo que me gusta del cine.

Porque no le falta nada, porque lo tiene todo:

1. El sentimiento trágico de la vida, como "Match Point"

2. El sentimiento tragicómico de la vida, como "Melissa y Melissa"

3. El personaje femenino clave, como "Annie Hall"

4. La casualidad como motor del mundo, como "Delitos y faltas"

5. La fina crítica social a los ricos, como "Granujas de medio pelo"

6. La elegancia formal, como "Midnight in Paris"

7. El profundo desencanto de la vida, como "Maridos y mujeres"

8. La visión satírica de la pareja, como "Si la cosa funciona"

9. Los agudos diálogos llenos de matices, como "Delitos y faltas"

10. Los peores enredos filiales femeninos, como "Hannah y sus hermanas"

11. El canto de amor a una gran ciudad, como "Manhattan"

12. Y lo mejor, no tiene absolutamente nada de "Vicky, Cristina, Barcelona".

Por si fuera poco, tiene a Cate Blanchett en el mejor papel de su vida.

Y es de Woody Allen, el tipo que mejor me lo ha hecho pasar en el cine.
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20 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Un tranvía llamado Jasmine
Blue Jasmine parece una copia deslucida de Un tranvía llamado deseo: la historia es la misma, las dos hermanitas muy diferentes, una de gustos populares y otra aristocrática, una feliz la otra muy neurótica que escapa de su historia anterior, las mentiras sobre el pasado, la revelación obvia y mal hecha, el nuevo novio sin gracia, hasta las musculosas del marido de la hermana se parecen aunque el actor no sea Brando y aquí no haya violación, Blanchett se parece demasiado hasta en el nombre a Blanche Dubois. En fin, un reciclado sin vida real, lleno de escenas amaneradas, con una Cate B. tan omnipresente y llorosa que se devora literalmente cada toma sin dejar que algo subsista alrededor, y la hermana que repite en tono menor su rol famoso de discapacidad leve con Mike Leigh, llena de mohines, grititos y disloques corporales. Hay escenas que dan vergüenza ajena, como la presentación de los amigos/candidatos de la hermana, burda y sin gracia. Aunque la película entretiene, en realidad todo es previsible. Parece una película hecha por cualquier otro director con oficio.
Los del mundo "real" son seres bastante horribles, los ricachones lucen sedosos y elegantes, todos flacos, hasta Baldwin -no sé cómo hizo-, y se deslizan rozando cosas, etc., pero en verdad no me fijé en eso, en lo que Roger Koza llama "desprecio de clase", porque Woody Allen me cansa con estas comedias últimas de superficie patinada -odié esa "Vicky etc."-, grandes decorados, sedas y vuitones. No espero otra cosa de él salvo que me sorprenda como lo hace a veces y como antes siempre lo hacía. Lo que siento es que si en el Tranvía la oposición carne/espíritu, o refinamiento-vulnerabilidad/brutalidad-vulgaridad funcionaban en la película por la electricidad entre Vivien Leigh y Marlon Brando, acá todo es estereotipo sin vida, el novio de la hermana es una caricatura de camiseta y tatuajes, el novio -Peter S.- es un quedado sin magnetismo, un tonto de capirote, y todo parecen piezas de un guión rompecabezas sin gracia ni vitalidad. C.B. me resultó insoportable, siempre con los ojos colorados, las lágrimas trazando surcos perfectos por sus mejillas, llena de tonitos de voz raspada, los brazos siempre haciendo algo interesante, el cuerpo como colgado de un hilo "superior"; Sarah Hawkins está insufrible, Sarsgaard inexpresivo y flaco como todos "los ricos", fondos de pantalla acaramelados, etc..
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17 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
SALUD (mental), DINERO Y AMOR
Tres cosas hay en la vida, y Jasmine las ha perdido todas, lo que no es óbice para que tenga problemas de autoestima, que va. La tía es la reina de los mares. Soberbia Blanchett, por cierto.

Su hermana, sin embargo, no se quiere tanto a sí misma y admira a Jasmine, por su elegante porte y su piel divina. Está dispuesta a no ver las cosas feas y a seguir consejos nada aconsejables, porque no se quiere dar cuenta de que su hermana es una persona horrible, aunque en el fondo lo sepa.

Lo que hace en esta peli Woody Allen es lo que lleva haciendo toda la vida, es decir, crear un magnífico catálogo de personajes, desde la prota hasta el último mono, y utilizarlos para contar cosas interesantes, importantes, fábulas sobre la vida misma. Es lo que hay. Que aprendan por ahí.
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Pecando de generoso en la nota, me escudo en la interpretación de Blanchett.
...y podría añadir la de Bladwin, clavando la amoralidad conyugal y empresarial con patas enfundado en traje de tres mil dólares.
Esta película de Allen sin Woody ante las cámaras nos regala una actuación memorable de Cate Blanchett, que lucha por el cetro de reina de la interpretación femenina actual en la franja 25/65 -así excluyo a Meryl Streep, sic- con Kate Winslet. Y está venciendo por desidia de la segunda con su maternidad a cuestas y sus Juegos del hambre tontunos.
Un personaje desagradable por borde, de los que cae mal, es el que nos regala Blanchett en este drama cómico: la mujer abandonada por el marido que la engaña, recogida por su hermana que vive otra realidad social -humilde cajera de supermercado-, y borracha y depresiva adicta a las pastillas.
Podría parecer que no hubiera sitio para la comicidad con esta premisa, pero Allen lo apuesta todo en esta Blue Jasmine a que "soportes" las salidas de madre -nunca mejor dicho- de la protagonista, a costa de una comicidad en la desgracia o la amoralidad de algunos seres humanos que aparecen en pantalla.
Es preciosa en colorido - Javier Aguirresarobe, grande el eibarrés-, y ligera cuando puede; finalmente llegan los momentos donde el drama aparece y Jasmine se enfrenta a si misma y todo se torna serio. Un merecido Oscar es el premio a una composición mayúscula de la mencionada Blanchett; he tenido la fortuna de verla en v.o. y su voz es un regalo para los oídos.
Nota: 6,80.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Blue Jasmine, o cualquier otra persona... o director.
No sabía a qué me enfrentaba, no había oído nada sobre esta película. Solo sabía que era la nueva de Woody Allen y por eso he ido a verla. Gracias a la promoción de unos cines, sólo he pagado 3,5€ (¡olé!), y menos mal.

¿Es de Woody Allen? Pues porque lo pone en esos característicos créditos iniciales. El resto es una peli que bien podría haber protagonizado Jennifer Aniston. Aunque precisamente lo único bueno de la película es la actuación de la siempre genial Cate Blanchett.

Personajes cliché, historia más que trillada, final insulso... Ni diálogos geniales y graciosos, ni reflexiones vitales, ni elementos surrealistas. ¿Qué nos quería contar el abuelo Woody? Se ve que eso de hacer una peli cada año no sale siempre bien. Nunca he sido un super fan de este cineasta, pero tiene sus genialidades, aunque muy de vez en cuando. En esta no hay nada de genial. Nada nuevo. Nada de Allen. Tampoco soy precisamente un admirador de Carlos Boyero, pero creo que es el único que acierta en su devastadora crítica a este film.

Otros, muchos, dicen: "es la mejor película de Woody Allen en los últimos 20 años"... ¿en serio? Yo es que dudo mucho que sea suya, de verdad. Igual le cuesta ya compaginar el clarinete con el cine. No sé, a mi me parece la película más mediocre del director.

Y si no, que alguien me diga qué tiene de bueno, porque yo sólo veo superficialidad, vacío.
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11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Hermana rica, hermana pobre
Suenan los primeros acordes de Jazz y salen los mismos títulos de crédito de siempre; la cosa empieza bien, estamos en terreno familiar y querido. Luego comprobamos que ésta será una película sin Woody como actor y sin ni siquiera un álter ego (como Branagh en "Celebrity" o Larry David en "Si la cosa funciona"). Vemos que se trata de un melodrama con apuntes satíricos y teñido de un humor inteligente y suave; corresponde a la sección "Amor y lujo"( como "Match Point") versus pobres zarrapastrosos pero cándidos y entrañables. Más adelante descubrimos que ha utilizado "Un tranvía llamado deseo" como soporte, estructura y homenaje (supongo, ya que es demasiado obvio el parecido; bastante descarado).
La historia alterna el tiempo pasado (despilfarro y ridiculez) con el presente (huida hacia delante y patetismo). La protagonista es Janet/Jasmine (Cate Blanchett en una deslumbrante interpretación; enriquece, engrandece y matiza con generosidad su interesante personaje); casada con un tiburón de las finanzas, un desalmado que le sirve a Allen para para dar un zarpazo cachondo y superficial a parte de los mangantes que han hundido la economía mundial. Costumbrismo ricachón y vodevil (amantes que entran y salen sin parar de fiestas), joyas, banalidad y golfería. Leve sátira y humorística mirada sobre el estado de las cosas que provocaron "la gran crisis". Una vez caído el imperio (lo carnal y lo doméstico desencadenan la tragedia; no una investigación del gobierno ni nada parecido), Jasmine se ve obligada a vivir en casa de la hermana humilde, inocente y poco vistosa. Esta segunda parte es claramente deudora de la obra de Tennessee Williams; cambiando la época y la ciudad (aquí la maravillosa y muy cinematográfica San Francisco). La narración fluye a través de constantes diálogos que son los que realmente hacen avanzar la acción. El problema que yo veo es que esas conversaciones son un modo demasiado tosco y grosero de explicar y justificar las actitudes de los personajes. Hay un continuo "Deus ex machina"; un constante porque sí, porque el guion lo quiere, que no es creíble ni está desarrollado. Se nos anuncia lo que va a pasar (previsible en muchos momentos) con obviedades (causas que anuncian consecuencias evidentes) y se nos explica lo que ha pasado con simplezas.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Imprescindible
Hoy día salir de España te permite un placer añadido a los habituales: ver en cine películas que tardan meses y meses en llegar a nuestras carteleras. Y es que en este caso Woody Allen lo ha vuelto a hacer: escribir y dirigir una joya.

Blue Jasmine se aleja de sus últimas películas y añade una tonalidad mucho más negra al argumento y deja de lado la coralidad de personajes. Todo gira en torno a la tragedia que es la vida de la protagonista, Jasmine, una señora de Park Avenue, como ella misma se presenta, a la que su vida da un vuelco a causa de los devaneos económicos y sentimentales de su marido.

La película es ágil, los diálogos son estupendos, cargados de esa "wit" tan característica de Woody Allen, no faltan los momentos cómicos, la fotografía de Aguirresarobe es de 10, los secundarios están en estado de gracia, la caricaturización de los hombres es sobresaliente, etc. pero nos debemos arrodillar ante la gran Cate Blanchett y su trabajo. Aborda toda la gama de colores posibles con los que una actriz puede dotar de personalidad a un personaje, que además es un personaje desagradable y que está escrito para que caiga mal al espectador (y lo hace). De Oscar.

Película para ver varias veces, eso sí, si compartes la visión de Woody Allen de que la condición humana no tiene solución. Y por favor, en VO.

Lo mejor:
-todo.

Lo peor:
- nada.
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17 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
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