La BBC, cómo no, se ha esmerado con el centenario de la I Guerra Mundial. Desde una visión british, claro. Si más allá del Sena o del Rin quieren dar su versión que espabilen.

En esta miniserie de 3 capítulos nos muestra, un poco a las bravas, tres episodios bélicos de la incursión británica en el continente. Al principio, a mitad, y al final de la contienda.

Son episodios independientes, cambian los directores y los personajes, aunque conviene verlos en orden aunque sea sólo por la secuencia cronológica. Están basados en diarios de soldados del frente.

Son algo desiguales, pero todos interesantes. Me quedo con el primero, refleja muy bien la barrera que hay entre ir a la guerra, y la guerra.

La BBC, cómo no, se ha esmerado con el centenario de la I Guerra Mundial. Desde una visión british, claro. Si el Imperio austrohúngaro quiere dar su versión que se apañe.

En esta miniserie de 3 capítulos nos muestra, un poco sardónicamente, las reacciones de los mandamases de las potencias europeas desde el asesinato de Sarajevo hasta las declaraciones de guerra. Bueno, no de todas las potencias. De Francia se pasa olímpicamente, y de Rusia y Austria-Hungría se dan un par de pinceladas ridiculizantes.

Así que se centra en Berlín, y sobre todo en Londres. Un gabinete de crisis lleno de liberales pacifistas con la excepción del transfuga y belicoso Winston Churchill.

Pero Churchil es sólo una anécdota. El que lleva la voz cantante es el secretario de Asuntos Exteteriores, Edward Grey, interpretado por el senador Palpatine... digooo El Emperador... digooo Ian McDiarmid.

Es muy divertida, en el sentido etimológico del término, y está muy bien contada. Sí, a los germanos los caricaturiza en exceso, pero bah, se lo merecen.

Dentro de este barroquismo pintoresco de diplomacias a la antigua usanza, hay una buena narración de por qué un magnicidio de corte local de poca importancia lleva a casi toda Europa a descerrajarse vientres a tutiplén.

No pensaba verla. Más que nada porque esperaba lo que me ha dado: nada. Pero animado por la buena puntuación de la exigente Neathara, le di una oportunidad. Flaco error. Parece que son ciertos los rumores y es cierto que mi amiga se ha vuelto Neathara(da).

Eso no tiene mucha importancia, hasta puede que sea una dicha y todo. Y que se contradiga hasta puede tener su encanto:

"No es muy distinta que una peli catastrofista de Michael Bay de hoy en día (está realizada con el mismo pésimo gusto) pero con la suerte de tener de base un guión privilegiado por mucho que se empeñasen en convertir en banal aquello que sólo puede ser tratado con grandeza de espíritu. Algo para lo cual hace falta una gran mente, no necesariamente unos grandes efectos especiales."

http://www.filmaffinity.com/es/user/rating/369212/598480.html

Lo cuasi imperdonable (*) es que se salte a la torera el Decacálogo.

Alucinante película de serie B, o casi serie protoZ (el subgénero Z aún no se había inventado en esa época).

Es una mezcla delirante de absurdas aventuras, comedia de gángsters, y propaganda bélica. El argumento es similar a la de Tarantino, pero con guión escrito por un mono de feria.

No, no es una ucronía como la tarantinada, por la sencilla razón que se hizo en plena II Guerra Mundial.

Los héroes están más tarados que los de "Doce del patíbulo". Y sus intenciones, iniciales, son aún más rastreras: la pasta gansa. Es como si intentase hacer una peli de propaganda para que los esbirros de Al Capone se alistasen en la guerra. Es todo tan absurdo, y tan hecha sobre la marcha, que aún siendo un bodrio es muy graciosa y recomendable.

Thomas Cromwell es menos conocido que su lejano pariente Oliver Cromwell en la historia de Inglaterra, pero aún así más denostado. Tanto protestantes como católicos reconocen que Thomas fue un monstruo. Más que sus intrigas para escindirse de la Iglesia Católica, le achacan sobre todo sus métodos crueles, y sobre todo ser el artífice de la rapiña de la "disolución de los monasterios", que fue una especie de revolución de los ricos de desastrosos resultados económicos y artísticos.

Bien, pues en 'Wolf Hall' a éste denostado personaje histórico se le hace una lavado de cara brillantísimo. Lo que cuenta puede ser falsario, cierto. Pero el que quiera aprender historia que investigue en otros canales. Esta serie está basada en una serie de novelas históricas, un oxímoron de mucho éxito últimamente.

Artísticamente 'Wolf Hall' es una delicia. Tal vez pueda parecer a algunos lenta al principio, pero tanto la ambientación como la construcción, discutible, de los caracteres es brillante. Me parece un acierto ese retrato ambiguo de Tomás Moro, aunque sea especulativo. Al fin y al cabo lo canonizaron por mártir, no por ser un virtuoso en todas sus acciones.

Pero el logro fundamental es que te haga empatizar con el taimado Thomas Cromwell. En el Reino Unido eso ha generado una gran controversia. Imagínense que dendro de algunas centurias en Alemania hiciesen una serie en el que te hacen sentir cercano a, yo qué sé, Goebbels...

El Evangelio de San Juan va aparte. Aparte de que es el único no sinóptico, la gente lo conoce por su prólogo, que prácticamente es un resumen de toda la Biblia. Y algunos por su humorístico final, en el que Jesús le toma el pelo a Pedro con unas palabras que crearon una leyenda en las primeras comunidades cristianas, y que Juan aclara para fiasco de milagreros contumaces. Por eso mismo es el Evangelio que se narran menos milagros, creo que tres sólo.

De esta película hay que hacer dos prevenciones: dura tres horas, y está filmada versículo a versículo de lo escrito por San Juan. Sin añadir ni quitar nada. Pero extrañamente resulta, y además resulta muy bien. Las causas básicamente son dos.

Los protagonistas de este Evangelio son dos: el narrador y Jesús. El narrador es San Juan claro, aunque el evangelista nunca lo dice en todo su escrito. Incluso para referirse a él mismo usa el eufemismo "el discípulo amado". Así que la voz en off es muy importante. Que la encarne Christopher Plummer es una maravilla. Qué voz, qué entonación, qué manera de agudizar el oído cada vez que abre el pico.

El otro acierto es la elección del actor que encarna a Jesús. En este Evangelio Jesús habla muchísimo. Es más, no sólo habla mucho, sino que es dónde habla más claramente como Dios Hijo, lo cual puede hacer más refractaria a mucha gente. Vamos, que no sé limita al tradicional "sé bueno" y tal, sino que se pone a hablar de la Trinidad. Bien, eso es complejísimo de llevar a la pantalla sin un actor con un carisma especial para encarnar a Jesucristo. Que no quiere decir que tenga que ser un actor carismático. Por ejemplo, el fantástico Max von Sydow hizo de Jesús, y a mí me daba la impresión que iban a crucificar a un octogenario. Extrañamente el desconocido Henry Ian Cusick sí entra en este misterio de la encarnación (actoral).

¿Qué tienen en común la pintura y el espionaje?

Esta absurda cuestión se resuelve en este telefilm británico, de la BBC cómo no.

La gracia es que aunque los personajes y los hechos están basados en la realidad, la trama es una soberana invención. Es todo pura especulación, pero muy bien llevada, y sin pretensiones de dar lecciones históricas, que no las hay. Todo está encaminado a una deliciosa conversación entre la Reina y el traidor de altos vuelos.

Y sí, es una cuestión de atribución.

Parece que una de las tácticas reciente para luchar contra la piratería es poner títulos muy comunes a series y películas. Ojo, esto es como poner una alarma antirrobo, no evitas al ladrón, pero le pones dificultades. Así que para ver por ejemplo esta estupenda miniserie de la BBC, sólo hay dos caminos: esmerarse un poco o sintonizar la BBC. Por suerte la frecuencia con la que viajo a Londres me libró personalmente de esta disyuntiva.

"The Game" tal vez es la serie de espionaje que me haya entretenido más. Y con "The Honourable Woman" la que más me ha gustado de 2014. Vale, sí, "True Detective" puede que tenga más calidad, pero estas dos se libran de ese tufillo de tesis deprimente.

Por lo visto últimamente se está poniendo de moda las intrigas con trasfondo dramático. No de que el hecho sea dramático en sí, sino en lo que sufren los personajes. "Broadchurch", "Happy Valley" e incluso "True Detective" pueden ser buenos ejemplos.

En esta miniserie sufren como cerdos, lo cual hace estremecer de placer al masoquista espectador melodramático. Por suerte la parte de intriga compensa esta falta de empatía que tengo con personajes de ficción.

Es de agradecer que en estos tiempos tan demagógicos hallan situado la trama en Francia, y no en Portugal.

Tengo un amigo que hace un tiempo tuvo una oferta de trabajo muy peculiar. La tarea consistía en estar observando una lucecita roja durante todo el rato, y en el momento en que se apagase llamar por teléfono a un número concreto. Sin más.

Bien, imagínense una película sobre un tipo que hace este trabajo, remozado con algunas escenas hogareñas con las consecuencias que le trae tener este extraño empleo. Por muy bien que se cuente, el resultado no puede ser otro: un supino tostón.

Ahora bien, si en vez de mirar una lucecita(*), lo sustituimos por esta variante moruna(**) del tiro al blanco(***) obtenemos réditos previsibles: alabanzas de críticos entusiasmados por el realismo, e indignaciones de los típicos críticos moralistas.

Naturalmente, mi amigo no aceptó la oferta. La justificación fue muy convincente: prefiero morir de hambre que de aburrimiento.

Entretenida vikingada con un divertido Richard Widmark y un patético Sidney Poitier que si lo sustituyen por una bolsa de conguitos nada hubiese cambiado. Va todo el rato con un imposible tupé, y a veces con un absurdo velo de damisela en apuros impropio de la presunta ferocidad del personaje.

De vikingos y moros va la historia. Curiosamente, los intérpretes más viejos son los que parecen más feroces. De la parte vikinga claro, porque de la parte mora sólo hay soldados de atrezzo y un harén de señoritas zampabollos.

Pero el motivo de mi crítica es una única escena. Creía que nunca había visto esta película, pero de repente me he topado con la escenita de marras que me ha retrotráido a la infancia, que es cuando la descubrí. Es extraña la memoria, porque la olvidé. Pero de repente, y tras tantos años, voilà: en cuanto he visto el bizarro cacharro, la he recordado enterita. Todo un redescubrimiento.

La novedad ha sido que en inglés el aparatejo se llama "The Mare of Steel", lo que le ha añadido unas connotociones sadomasoquistas que supongo que el censor de la época intentó disimular en el doblaje. O tal vez de niño uno no ve estas burradas, yo qué sé.

En fin, una escena inolvidable olvidada.

Se han hecho ya películas de Facebook, Apple y Microsoft, así que ¿por qué no habría de haber otra sobre Google?

La película es contradictoria. Al contrario que las otras, no se cuenta la historia de Google. Es de tono ligero, y si prescindimos del Gran Hermano Buscador sería una comedieta amable más. Pero lo que pretende ser una especie de cruce entre ir a ver al Mago de Oz y una visita a la fábrica de chocolate de Willy Wonka, si nos alejamos unos pasos podemos espantarnos vislumbrando, tal como felizmente titula el usuario de la crítica mejor valorada, la distopía de Aldous Huxley.

Así que una comedieta llevadera extrañamente a uno le hace preguntarse por qué diablos la gente se pirra por trabajar en las calderas de Pedro Botero.

Pase que te hablen de un pasado de los años 70, sitúen la acción en la actualidad, y los gerontoprotas digan continuamente "hace 30 años...".

Pase que Julie Christie vaya de radical anticapitalista... con un capital de al menos un yate, un par de casas estilo rústico, y un bosque de tropecientas mil hectáreas.

Pase que la trama ni se entiende y te importe un carajo, y que no se sabe exactamente qué diantres te quiere contar el director, como siempre.

Pase que un primer plano de Redford es como desvendar a Tutankamon, y te das un buen susto.

Pero lo que no tiene un pase es ver correr a Robert Redford. Creo que jamás he visto algo más fuerte y ruborizante en una pantalla. Sé perfectamente que el cine no es en directo, pero puedo asegurar que tenía a mano el móvil por si había que llamar al Samur, a los bomberos, o a la policía montada del Canadá si es preciso.

¡Qué crueldad!

En la primera escena aparece el joven cardenal Rodrigo Borgia compartiendo tálamo con la futura madre de sus hijos, Vannozza Cattanei. Le interrumpe el imberbe obispo Giuliano della Rovere, posterior rival suyo en intrigas vaticanas, comunicándole que su tío, el papa Calixto III, está en las últimas y que quiere verlo.

Creo que en esta película aparece cuatro papas: Calixto III, Pío II, Alejandro VI y Julio II. Todos de cuidado. Sólo dos salen el cónclave que se fabula, basado por lo visto en una leyenda popular romana. Me da igual si lo que cuenta es cierto o no. Ambiciones, puñaladas traperas, ofertas que no se pueden rechazar y demás malidicencias. Vamos, todas esas cosas que entretienen en una película. La beatería en cine suele ser aburridísima. Todo eso me lo creo y más, y extrañamente me reconforta.

Hoy en día está de moda mostrar la cercanía o rechazo a la Iglesia por las virtudes o defectos de sus papas, obispos y la denostada curia. ¿Por qué? No lo entiendo. Si existe Dios, en su propia esencia es Inmutable, así que el gran milagro es que esa inmutabilidad la haya conservado la Iglesia bajo el mando de esta gentuza que retrata la película, a la que tampoco critico porque yo haría aún más barbaridades.

No sé, pero yo en tiempos de grandes marejadas y timoneles perversos vislumbro a proa el halo del Espíritu Santo.

Hay dos tipos de películas de adolescentes. Las tontas, que hay alguna pasable. Y las muy tontas, que son las que tienen pretensiones de no ser tontas, y son infumables.

A mí estas pelis que van de pesimistas, nihilistas y demás gaitas ciertamente consiguen su propósito: espero que la siguiente escena será aún peor, y acierto; luego no espero nada porque de nada va, y efectivamente como si en la pantalla no hubiese nada. Así que la nota sólo puede ser igual al relleno de las cabezas que han perpretado esto: nada.

Lo más inquietante de esta película es la confirmación de que FilmAffinity no hace control antidoping para publicar críticas.

Está bien esto de que te inviten a preestrenos. La parte mala es que suelen escoger unos truños de pelis de no te menees. La parte buena, al menos de los que he ido yo, es que la media de bellelleza femenina es bastante superior a la calle. ¿Por qué? ¿Sólo invitan a la gente guapa? ¿Si eres un cardo borriquero estás vetado? ¿O me muevo en círculos con posibles, que como todo el mundo sabe injustamente son más guapos, y no me entero? Ni idea, porque además yo de posibles ni tengo ni siquiera probabilidades.

El preestreno era para una causa benéfica. Soltaron un speech al principio explicando cual, pero entre que yo no pagué porque me invitaron, y que no debo tener corazón, no me enteré muy bien.

Pero para causas benéficas y belleza ya está Diane Kruger. Esa, y no otra, fue la causa de que aceptase la invitación. Así de prosaico que es uno. Y oh sorpresa, la película no está nada mal. Es una comedia romántica franchute, con algunos golpes realmente divertidos. Algo ligero y tontorrón, pero efectivo y bien hecho.

Hoy en día no es que tengamos políticos buenos o malos. Es que son intranscendentes e insípidos. Es de una mediocridad a la altura de su tiempo y de sus gentes, como en toda época.

Fouché y Talleyrand tienen una extraña cualidad: es de lo que todo político dice que huye, pero a lo que en su interior aspira. Sobrevivir a todo tipo de régimen político y religioso, traicionarlos a todos, y mandar en todos no es meramente oportunismo: es una arte a la altura de los elegidos.

'Le souper' es sencillamente una cena entre estos dos vilipendiados y envidiados personajes históricos. Una cena en un momento clave para Francia, y sobre todo para el devenir de peculiar arte ya puesto a la vista de todos. Caminan cínicamente y con calma con el agua, y la cuchilla, al cuello, sabiéndose huéspedes del infierno, pero no pudiendo reprimir sus maquiavélicas pulsiones.

Tal vez digna de ver e indigna de emular. En todo caso, más entretenido que esta nadería actual.

Tiene bemoles que uno de los hechos históricos más importantes de la historia moderna, encima situado en España, sea llevado a la pantalla... por los franceses.

Es un telefilme, sí. Pero para para filmar una discusión en edificio histórico no creo que haya que gastarse mucha pasta. A veces la austeridad contribuye a la credibilidad.

Está todo un poco teatralizado y lleno de licencias dramáticas. Es comprensible, en realidad fue una discusión sin resultado final. En la película se juega con el suspense de si el delegado papal sentenciará, sin posibilidad de revocarse, si los indios tienen alma o no. En realidad ya unos años antes el papa Paulo III había dictaminado que la tenían, tanto ellos como "todas las demás personas que mas tarde pueden ser descubiertas".

A pesar de estas "licencias" como película tiene mucho mérito. Por la importancia histórica del evento, y su incomprensible desconocimiento actual. Es prácticamente el nacimiento de los derechos humanos, antes de este debate era algo inconcebible hasta plantearse estos temas.

No hay un excesivo maniqueísmo. Desde la mentalidad de ahora las tesis de Bartolomé de las Casas nos parecen de libro, y las de Juan Ginés de Sepúlveda una monstruosidad. Sin embargo a Sepúlveda se le trata como lo que era: un tipo ilustrado, que equivocado o no, expone su tesis con sinceridad y pensando en el bien común, no en espurios intereses. La actuación de Jean-Louis Trintignant ayuda a empatizar con unas ideas que ahora nos parecerían descabelladas.

En resumen, una modesta producción sobre una de las mayores contribuciones españolas a la historia de la humanidad. Naturalmente al cine español no se le ocurriría hacer algo así. A cada uno según su nivel.

Fatídicamente todos mis vicios empiezan por "f". Dos de ellos los quiero abandonar, pero no me dejan: fumar y el dichoso fútbol.

Ojo, soy aficionado al fútbol, no a ganar al fútbol como la mayoría de foreros con espinillas de Charca, Zas, Mundo Vomitivo, o Spork. Sólo hay que ver el listado del topic Fútbol en FA para ver lo que le gusta a la peña: 'Informe Robinson: Cuando fuimos campeones'. Tócate las narices, "cuando fuimos campeones", no cuando lo fueron ellos. Cuando pierden sí que son ellos, no te jode. Un puto programa de entrevistas a los tíos más lerdos que hay delante de una alcachofa: los futbolistas. Top furbo en filmaffinity, manda webs.

Debe ser porque soy aficionado del Espanyol(*), yo qué sé, pero a mí los ganadores que van de "normales", "humildes" y se les llena la boca de valores y poesía me producen arcadas. Para campeones del mundo, los franceses de 1998 que estaban a cuchillo entre ellos y no se hablaban con la prensa. Eso mola.

'Mike Bassett' es probablemente la mejor película que he visto de fútbol, y sin ninguna duda la mejor sobre los Mundiales. Hipotéticos en este caso. Está lleno de la esencia verdadera del fútbol, que es chusca y algo fétida. Y no ese falso olor a rosas que nos venden, puaj! En todo caso, si eres aficionado (al fútbol, no a ganar) te partes la caja. Y por fin una película de fútbol que no entenderán los que no les gusta este deporte.

En algunos rastros, librerías de viejo, o en la biblioteca del abuelo, uno a veces encuentra antiguas novelitas policíacas de kiosko de la editorial Bruguera. Los autores suelen ser prácticamente desconocidos, incluso abundan los seudónimos.

Pues bien, entre tanto polvo siempre hay joyitas escondidas. Lo mismo pasa con el cine, entre las baratijas lo que que aguanta mejor el paso del tiempo es el género policíaco.

Arnold Laven no es un seudónimo, es el típico joven que aprendió el oficio en la II Guerra Mundial trabajando en esa auténtica escuela cinematográfica de las fuerzas aéreas: la First Motion Picture Unit.

Las tres primeras películas de Laven tienen en común: son policíacas, de corta duración, tienen un estilo semidocumental, son muy entretenidas, y están muy bien hechas. Ojo, no son Serie B, es otra cosa muy extraña, como una estética más "televisiva". Curiosamente Arnold Laven es reconocido más en el mundo de la televisión, ¡pero es que estas películas las hizo antes! Sospecho más bien que Laven influyó en la televisión, y no al revés.

'Without Warning!' es la primera. Con 'The Sniper' de Edward Dmytryk, tal vez las únicas películas americanas de serial killers de los "felices" 50.

La segunda, 'Vice Squad' con el gran Edward G. Robinson, es una maravilla de ritmo e ingenio de lo que puede pasar en una comisaría de policía. Y la tercera, 'Down Three Dark Streets' trata del FBI con el siempre intrigante Broderick Crawford.

Tras estas tres películas Laven intentó cambiar de registro, e hizo la interesante 'The Rack' con un Paul Newman juzgado como traidor tras la guerra de Corea. Es también pionera, pero pasa como los escritores de novelitas policíacas, que si intentan meterse en vericuetos psicológicos no dan mucho de sí.

Tras volver a algo parecido, pero no lo mismo' a su primer registro con el buen noir 'Slaughter on Tenth Avenue', Laven ya se metió de lleno en la televisión.

Ese estilo de las tres primeras películas de Arnold Laven me fascina. Muchas calles, hombres trajeados y trajinados, y sobre todo esa inconfundible voz en off que parece Matías Prats (hijo) hablando inglés.