Hoy en día no es que tengamos políticos buenos o malos. Es que son intranscendentes e insípidos. Es de una mediocridad a la altura de su tiempo y de sus gentes, como en toda época.

Fouché y Talleyrand tienen una extraña cualidad: es de lo que todo político dice que huye, pero a lo que en su interior aspira. Sobrevivir a todo tipo de régimen político y religioso, traicionarlos a todos, y mandar en todos no es meramente oportunismo: es una arte a la altura de los elegidos.

'Le souper' es sencillamente una cena entre estos dos vilipendiados y envidiados personajes históricos. Una cena en un momento clave para Francia, y sobre todo para el devenir de peculiar arte ya puesto a la vista de todos. Caminan cínicamente y con calma con el agua, y la cuchilla, al cuello, sabiéndose huéspedes del infierno, pero no pudiendo reprimir sus maquiavélicas pulsiones.

Tal vez digna de ver e indigna de emular. En todo caso, más entretenido que esta nadería actual.