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Críticas ordenadas por:
La espía roja
La espía roja (2018)
  • 5,7
    2.521
  • Reino Unido Trevor Nunn
  • Sophie Cookson, Judi Dench, Tom Hughes ...
6
Cuando éramos soviéticos
Da la impresión de que, durante los años 30-50, los espías proliferaban en el Reino Unido como en ningún otro país del mundo. Gente educada, gente culta, gente solvente, gente de clase alta y media, se dedicaba a espiar con estupendo entusiasmo, a mayor honra y gloria de Pepito Stalin, el asesino del Kremlin (hoy hay otro en su lugar, pero todo el mundo mira hacia otro lado: como entonces). Trevor Nunn, avispado especialista en corte y confección, alejado de la gran pantalla durante bastantes años, vuelve por sus fueros con la historia de Joan Stanley, que en realidad enmascara la de Melita Norwood, una adorable anciana que había pasado secretos atómicos británicos a Rusia por amor a la humanidad, no al dinero. Una vez más, el cine inglés tan pulcro, refinado, perfecto en los detalles y... falto de alma. Pero la historia se sigue con interés, aunque conozcamos el final (nadie se atrevió a encarcelar a una dulce abuelita de 80 años). Falta, por supuesto, la tensión, la mala leche, el bisturí afilado de John Le Carré; en realidad, todos estamos deseando que la bondadosa Jane, a la que también traicionaron a cambio de un poco de amor y unos cuantos polvos, se saque de encima a esos estirados y reprimidos amantes del Brexit y vuelva a su casa a hacer calceta. Judi Dench, como era de esperar, borda el personaje con esos gestos apenas esbozados y sus miradas de soslayo, un papel hecho a su medida. El cuadro actoral que le acompaña es impecable, como en toda buena película british que se precie, y en todo caso destacaría a Sophie Cookson, Joan de joven, y a la morbosa Tereza Srbova. George Fenton acompaña con una buena banda sonora las imágenes (tampoco hay tanta música, como afirma mi amigo Boyero), y el efecto general es de amansada placidez. En efecto, Carlos, no ocurre nada malo por verla y oírla.
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La importancia de llamarse Oscar Wilde
La importancia de llamarse Oscar Wilde (2018)
  • 5,7
    966
  • Reino Unido Rupert Everett
  • Rupert Everett, Colin Firth, Emily Watson ...
5
La agonía del genio
Este es un proyecto personalísimo del actor Rupert Everett, perseguido durante años sin tregua, como director y guionista, una oda a su amado Oscar Wilde, uno de lo escritores más personales e imaginativos de la historia de la literatura. Nunca olvidaré la conmoción que me produjo la lectura de El retrato de Dorian Gray, a partir de la cual devoré sus cuentos y obras de teatro, sin dejar de lado la estremecedora, emocionante en grado sumo, Balada de la cárcel de Reading. No obstante, algo me rechina en el proyecto concluido, demasiado oscuro, demasiado aferrado a las sombras (aunque no había para menos). No creo que estemos ante el Wilde definitivo, y lo siento por Rupert. Su trabajo es encomiable, pero tal vez su descenso a los abismos es en exceso truculento. Gira en torno a los tres últimos años de vida del autor irlandés, pobre, enfermo y vilipendiado, incluso por aquellos que habían aplaudido su ingenio y coreado su nombre. Sí, por supuesto, existe la crítica a la sociedad de su época, hipócrita, moralizante y capaz de las peores aberraciones, no tan distinta de la actual, en realidad, pese a los avances en el campo LGBT. Hay una serie de buenos actores en juego, Colin Firth, la estupenda Emily Watson, Tom Wilkinson visto y no visto, y el "malo" de la función, el infausto lord Alfred Douglas, encarnado por Colin Morgan. Pero se me resistió el visionado, me resultó indigesto, y así debo consignarlo. Una lamentable ocasión fallida.
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1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zarabanda, bing, bing
Zarabanda, bing, bing (1966)
  • 3,4
    34
  • España José María Forqué
  • Jacques Sernas, Daniela Bianchi, Mireille Darc ...
1
Parodia desprovista de toda gracia
José María Forqué siempre ocupará un lugar de honor en la historia del cine español por su Atraco a las 3, una comedia muy divertida, que también era una radiografía de la España de principios de los 60, algo que se le escapó a Madame Censura. Pero conviene no exagerar. Tras su interesante etapa de los 50, y a continuación de la película que hemos mencionado, su arte empieza a declinar y se instala en un cine más acomodaticio, más comercial, ramplón, incluso casposo. Yo he visto cosas del realizador aragonés que dan ganas de llorar (Estudio amueblado 2.P. El diablo bajo la almohada, pese a la presencia de la bergmaniana Ingrid Thulin y los galanes Maurice Ronet y Gabriele Ferzetti; o No es nada, mamá, sólo un juego, espeluznante delirio edípico, que ni siquiera David Hemmings consigue salvar del desastre). Pero con Zarabanda Bing Bing toca fondo. Se trata de una deplorable parodia de las películas de espionaje tan en boga en aquella época, todas deudoras de la saga Bond, carente de la menor gracia. Al ser una coproducción con Francia e Italia, amuebla el disparate con una serie de actores tan despistados como el proverbial pulpo en el proverbial garaje. Francia aporta el concurso de Jacques Sernas, galán ya desteñido, pero cubierto de capas de bronceado, muy lejos de sus gloriosos días de Helena de Troya, y la vivaracha Mireille Darc, que hasta sale fea, pobrecita mía. Sus diálogos son horrendos. Por parte italiana, acceden al desaguisado Venantino Venantini, en su habitual composición de playboy de charca, y la suculenta Marilú Tolo, con esos ojos verdeazulados hipnóticos y su cuerpo de diosa. Una pena que no eligiera bien sus películas. Además, la colaboración desinteresada de Daniela Bianchi, chica Bond en Desde Rusia con amor. Otro homenaje es la aparición de Harold Sakata, el lanzador de mortíferos sombreros de Goldfinger. En cuanto a la aportación española, José Luis López Vázquez en uno de sus más ridículos cometidos ante una cámara, y Guillermo Marín, elegante al menos. Lo de Mercedes Muñoz Sampedro, mejor no meneallo. La trama, por decirlo de alguna manera, gira alrededor de un cetro que se exhibe en el museo de Etnografía de Ibiza, si no recuerdo mal, y que se disputan diferentes facciones. Ah, y eso, sale ya la Ibiza pre hippy, con su sol y su mar y sus mujeres vestidas de negro, y parece que toda la troupe se lo pasó muy bien en semejante entorno, cobrando por rodar una memez. Nada, pero nada recomendable. Y la música... Oh, Dios mío, la música...
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Furia en bahía
Furia en bahía (1965)
  • 5,1
    44
  • Francia André Hunebelle
  • Frederick Stafford, Mylène Demongeot, Raymond Pellegrin ...
5
La droga total
Jean Bruce, prolífico novelista más inclinado a distraer al lector que a machacarle con sesudas teorías, escribió la primera novela de Hubert Bonniseur de la Bath, su agente OSS 117, en 1949, cuatro años antes de que Ian Fleming publicara Casino Royale, el primer Bond, James Bond. De la misma forma, la primera traslación fílmica de OSS 117 ocurrió en 1957, OSS 117 no ha muerto, dirigida por el oscuro Jean Sacha, con Ivan Desny en el papel del agente y la morbosa Magali Noël como chica de turno, adelantándose en cinco años a Dr. No, inauguración de la franquicia tal vez más exitosa y longeva de la historia del Cine. Bruce escribía como un poseso, y le funcionaba de maravilla, hasta que se emplastó contra un camión en su Jaguar, que conducía a excesiva velocidad. La desconsolada viuda, que no podía permitir la extinción de la gallina de los huevos de oro, se arremangó y continuó la serie como si tal cosa, y cuando ella palmó, sus dos hijitos la sucedieron en la faena, hasta contabilizar un total de 265 entregas.
OSS 117 desapareció de la gran pantalla hasta que el avispado realizador André Hunebelle, experto en cine de aventuras y similares, decidió aprovechar el tirón de la saga Bond para resucitar al agente, encarnado por primera vez por Kerwin Mathews en 1963, OSS 117 se dechaîne, inédita en nuestro país. Mathews era tan expresivo como una bosta de vaca, pero los niños de mi generación siempre le recordaremos como el Simbad de Simbad y la princesa, maravillosa película de culto que nos abrió los ojos a otros mundos pletóricos de aventuras, monstruos y lugares embrujados. Mathews repitió en Pánico en Bangkok, y después Hunebelle le susituyó por otro soseras, Frederick Stafford, que debutó en Furia en Bahía. En 1969, Hitchcock le eligió, por motivos que se me escapan, para protagonista de Topaz, una de sus peores películas, pero eso no sirvió para encauzar una carrera más decente del actor suizo, que acabó sucumbiendo a un accidente de aviación. En puridad, tal vez no debería dar el aprobado a Furia en Bahía, pero la nostalgia, a veces, es muy dictatorial. Si bien cuenta con menos medios que un Bond, su realización es decente, las peleas están bien coreografiadas, la fotografía es bonita y, además sale Mylène Demongeot, la gatita ronroneante más suculenta después de Brigitte Bardot, metro setenta de curvas y volúmenes, coronados por un rostro felino de besar y no parar. Lo que se dice interpretar, pues tampoco hay mucho que hacer, pero se lo perdonamos. Stafford se muestra hiératico cual esfinge, y entre los secundarios encontramos a Raymond Pellegrin, ducho en encarnar a cornudos (aún recuerdo cómo le hacía sufrir BB en La luz de enfrente) y a viscosos traidores. Dicho lo cual, y a los acordes de la intrascendente banda sonora de Michel Magne, por mí que vayan haciendo las posteriores, no pienso perderme ni una.
A modo de epílogo, añadir que, ya adentrados en el siglo XXI, el tándem de The Artist, formado por el realizador Michel Hazanavicius y el actor Jean Dujardin, rodaron dos secuelas del personaje, en tono paródico: OSS 117: El Cairo, nido de espías (2006) y OSS 117, perdido en Río... (2009). Se conoce que ambas gozaron de gran predicamento. Lo cual parece apuntar a que, muy posiblemente, Hubert Bonisseur de la Bath todavía no ha dicho su última palabra...
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El guardián invisible
El guardián invisible (2017)
  • 5,7
    17.647
  • España Fernando González Molina
  • Marta Etura, Elvira Mínguez, Francesc Orella ...
5
Misterio en el valle
Las novelas de la Trilogía del Baztán son ideales para leer en el AVE, camino de Madrid, o en esas tardes de calor agobiante, cuando necesitas pensar en lugares lluviosos y fríos. Se leen sin pensar, son correctas, mantienen la intriga, y se olvidan en cuanto cierras el libro. En mi opinión, la más floja es la tercera, cuando el grado de imbecilidad de Amaia Salazar, su exagerado, incluso ridículo, sentimiento maternal consiguen que desees aplaudirle en la cara (algunas amigas comparten esa sensación conmigo). Redondo ya ha escrito, y publicado, la precuela, de modo que hay Baztán para rato. Con la película pasa lo mismo. Correcta, plana, sin personalidad, sin carisma, `pulcro telefilm de sobremesa, obediente vertido en imágenes del libro. Por suerte, el frío y la lluvia consiguen crear cierto ambiente, así como también las televisivas prestaciones de sus intérpretes. A Marta Etura le basta con poner cara de mala hostia (no es de extrañar, con los antecedentes de su personaje), bien secundada por Elvira Mínguez, otra que tal. Menos mal que por ahí anda Pedro Casablanc, una de las grandes revelaciones de los últimos años. Demasiado impecable para las barbaridades que cuenta, no se notan el dolor, la rabia, la locura, la mierda, el odio desaforado de seres enfermos y culpógenos. Pero te distrae, eso no lo vamos a negar.
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La mujer que sabía leer
La mujer que sabía leer (2017)
  • 5,8
    880
  • Francia Marine Francen
  • Geraldine Pailhas, Pauline Burlet, Iliana Zabeth ...
6
Mujeres solas
Por momentos, La mujer que sabía leer se me antojaba una versión algo menos perversa de El seductor, una de las obras más conseguidas de Don Siegel. Como ya habréis leído en el resumen de FA, un pequeño pueblo se queda sin hombres durante la involución napoleónica, y el primero que llega es recibido como maná del cielo. Eligen a la única chica que sabe leer para llevárselo al catre, con la condición de que después le comparta con las demás. De ahí el título original, Le semeur: El sembrador. Ya sabemos lo que va sembrando entre las desesperadas féminas de la aldea. Pero nadie contaba con la fuerza del amor... Ópera prima de Marine Francen, sensible y delicada, puede resultar aburrida para algunos. Hay que dejarse llevar por la placidez de las imágenes y el lento discurrir del tiempo, tal como sucede en esos villorrios abandonados de la mano de Dios. Se trata de una obra eminentemente feminista, casi contada en voz baja, en que lo más importante a veces ocurre fuera de cámara. La interpretación general es adecuada y correcta, natural, sin aspavientos, con una entregada Pauline Burlet a la cabeza. Es una muestra más de ese cine francés que basa su historia en los sentimientos más que en los acontecimientos. Es posible que a ciertos espectadores se les agote la paciencia (tampoco es que sea para tirar cohetes), pero los habituales contumaces del "arte y ensayo" sabrán encontrarle sus valores.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bienvenido a casa
Bienvenido a casa (2018)
  • 4,6
    850
  • Estados Unidos George Ratliff
  • Aaron Paul, Emily Ratajkowski, Riccardo Scamarcio ...
3
No te fíes de las casas aisladas
Lo decía hace poco a propósito de otro bodrio, La víctima perfecta/The Resident: rodar un thriller erótico sin que la protagonista exhiba sus encantos en ningún momento es una estafa digna de juzgado de guardia. El memo de George Ratliff no sólo nos escatima los rotundos encantos de Emily Ratajkowski (que, por otra parte, se desnuda a las primeras de cambio y cuelga sus fotos en Instagram), sino que firma una sosada integral. Veamos: parejita estadounidense, ambos aquejados de una grave deficiencia mental, decide intentar encarrilar su deteriorada relación yendo a pasar unas vacaciones en un casoplón de Umbria, Italia. ¿Os suena? El presunto propietario de la villa es, naturalmente, un psicópata que tiene la casa llena de cámaras ocultas que lo filman todo, y cuando digo todo, digo todo (no es spoiler, enseguida se sabe). La chica, que le puso los cuernos al chico tras una de esas fiestas de trabajo que tanto dan de sí, aparte de completamente imbécil no se da cuenta de que está poniendo al chiflado al rojo vivo. El chico, un estúpido de mucho cuidado, no para de cagarla y de decir tonterías. El guión es más que endeble, hace aguas por todas partes, no existe tensión alguna, te aburres como un muermo, ni siquiera sacan postalitas del entorno que rodea la casa. Uno se pregunta a veces por qué financiaron este pestiño (hasta 12 productores desfilan por los títulos de crédito). De los intérpretes mejor no hablar, dejando aparte los volúmenes, montes y valles de la susodicha Emily, sin duda experta tragasables. No vale la pena perder ni un minuto de vuestra vida en esta desdichada producción.
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4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oro
Oro (1974)
  • 5,0
    179
  • Reino Unido Peter Hunt
  • Roger Moore, Susannah York, Ray Milland ...
4
Fiebre de oro
Oro es una de esas tonterías de los años 70 que despreciaste en aquel momento, y al cabo de unas décadas la grabas por el reparto. Gira en torno a unos malvadísimos capitalistas que quieren inundar una lucrativa mina de oro sudafricana con el fin de perjudicar la producción de oro, y de esta forma manipular su precio en bolsa. Ni que decir tiene que los héroes de turno les aguarán la fiesta. Dirige sin brillo ni inspiración Peter Hunt, montador de los tres primeros Bond y director del sexto. Obediente funcionario y poco más. La música de Elmer Bernstein no pasará a la historia, debía tener el día espeso, y la trama es predecible. Los malos son sir John Gielgud, recién salido de la sauna, relajadito y tal, Bradford Dillman, uno de mis secundarios favoritos, y Ray Milland y su peluco, entocinado en echar a perder su prestigio (¡qué bueno era de joven el muy tontaina!), y embarcado en un carrerón que le condujo a infamias como Serpiente de mar o Un par de zapatos del 32. Mejor olvidarlo. El héroe es, cómo no, Roger Moore, guapo, alto y simpático (exhibe torso). Mirad, ya sé que no fue nunca un gran actor, sino una presencia eficaz, pero yo me siento muy agradecido con él por alegrar mi adolescencia con la serie El Santo. Que me cae bien, vamos. Dejo para el final a la fascinante Susannah York, cuyos ojos de miel y boca húmeda hechizaban mis fantasías de ayer, de hoy y de siempre. Por supuesto, aquí se limita a pasear modelitos, pero qué señora... No hay más cera que la que arde.
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6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Scott en la Antártida
Scott en la Antártida (1948)
  • 6,5
    233
  • Reino Unido Charles Frend
  • John Mills, Diana Churchill, Harold Warrender ...
6
Muerte blanca
Biografía del desdichado capitán Robert Falcon Scott, ideal para forofos del Brexit y nostálgicos del gran imperio británico. Scott consiguió llegar al Polo Sur, sólo para descubrir que el noruego Amundsen se le había adelantado. Scott, un obvio obsesivo compulsivo, arrastró a la muerte a sus cinco camaradas, debido a su torpeza y falta de previsión (aunque dicen que sarna con gusto no pica). Eso sí, su trágica muerte le convirtió en un héroe a ojos de los británicos, hasta que ya entrado el siglo XX se inició el proceso de desmitificación. Dicho esto, centrémonos en la película. Se trata de la típica producción británica pulquérrima, correcta en todos los apartados, conducida con esmero por un impersonal Charles Frend, y que sabe conservar la tensión de la odisea pese a que nos sepamos al final. La reproducción en estudio de las heladas llanuras antárticas, más secuencias rodadas en Noruega y Suiza, consiguen que nos metamos de lleno en la historia narrada. Asume el liderazgo de la fotografía el gran Jack Cardiff, nefasto realizador, no obstante, si bien nos dispensó una brutal visión de los mercenarios en la impactante Último tren a Katanga. Colaboran en la cinematografía Osmond Borradalle y otro grande, Geoffrey Unsworth, que veinte años después se encargó de legar 2001: una odisea del espacio a la eternidad cinéfila. Una sublime partitura de Ralph Vaughan Williams pone fondo sonoro a los padecimientos de los expedicionarios. En el aspecto actoral, John Mills asume el personaje de Scott con energía y solidez, y entrevemos algunos secundarios de oro, como Kenneth More, James Robertson Justice o John Gregson (y al inmenso Christopher Lee en un breve papel). En conjunto, y pese a su duración, puede verse sin bostezar y agarrado a la silla. Los ingleses son muy buenos a la hora de autoglorificarse. Ejemplo de cine clásico sin angustias vanguardistas.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Viyi
El Viyi (1967)
  • 6,6
    1.299
  • Unión Soviética (URSS) Aleksandr Ptushko, Georgi Kropachyov ...
  • Leonid Kuravlyov, Natalya Varley, Aleksei Glazyrin ...
5
El humor no es un buen aliado de la brujería
Detesto el cine de terror con toques cómicos. Para eso, te montas una parodia tipo El baile de los vanpiros o Agárrame ese fantasma, y listos. El Viyi es la primera película de terror producida en la Unión Soviética, probablemente la única, y está recorrida por un humor casposo, muy propio de los ivanes, que destroza el ambiente pretendidamente numinoso de la cinta. Imagino que enormes ingestas de vodka fueron las culpables. Narra la historia de un estúpido novicio al que le exigen pasar tres noches junto a una bruja para impedir que despierte. La bruja en cuestión posee un ataudmóvil, que hay que verlo para creerlo. La fama de esta cinta, imagino, se basa en la última escena, cuando... (spoiler). Basada en un cuento de Gogol muy famoso, Bava se inspiró en él para su fascinante La máscara del demonio (la película que en realidad hay que ver), y existe un calamitoso remake de 2014 del que todo el mundo debería cuidarse de ver. Para completistas del género.
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4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mirada de Orson Welles
La mirada de Orson Welles (2018)
Documental
  • 6,8
    331
  • Reino Unido Mark Cousins
  • Documental, (Intervenciones de: Mark Cousins, Orson Welles)
8
La mirada del genio
Mark Cousins es un afamado documentalista irlandés, que hace años nos propuso la tarea (imposible) de revisitar la historia del Cine en su monumental serie The Story of Film: An Odyssey, quince episodios que te paseaban por el pasado y el devenir de ese arte que nos tiene fascinados a unos cuantos (millones) de soñadores. Su aproximación a Orson Welles es tan sorprendente como adictiva. Cousins bucea en los aspectos menos célebres de la obra de Welles, hombre del Renacimiento al fin y al cabo, acude a su hija Beatrice y, al tiempo que entabla un diálogo de tú a tú con el fallecido cineasta, un diálogo que salva el tiempo y el espacio de manera admirable, investiga en cajas y cajones largo tiempo olvidados para seleccionar unas muestras de su talento para el dibujo y la escenografía. De paso, recupera fragmentos de viejas entrevistas, una de ellas concedida pocas horas antes de morir, disecciona sus obras cinematográficas, sus piezas teatrales, su amor por las mujeres, sus amantes, sus recuerdos, y del puzzle emerge triunfal una nueva visión del gigante de Wisconsin, como nunca le habíamos visto pese a los incotables documentales que ha generado su figura. Es una pieza casi magistral, que te mantiene pegado a la butaca todo el rato, sin ganas de que finalice. Welles era muy grande, y hay que ensanchar los límites del arte para poder acercarse mínimamente a él.Cómo ha cambiado la técnica del documental, he comentado ya en varias ocasiones, y esta pequeña joya es un ejemplo primoroso. Una delicia.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La víctima perfecta
La víctima perfecta (2011)
  • 4,2
    6.270
  • Reino Unido Antti Jokinen
  • Hilary Swank, Jeffrey Dean Morgan, Christopher Lee ...
3
Ojo con los saldos
Rodada a mayor honra y gloria de Hilary Swank, que participa en la producción del pestiño, The Resident es un bodrio de mucho cuidado. Para empezar, se pretende un thriller erótico, ¡y ella no enseña nada! ¡Es un escándalo! Los encuadres controlan al milímetro la epidermis de Swank, ni en la bañera se le ve nada. Bromas aparte, es inconcebible que una señora con dos Oscar en su haber se metiera en aguas tan pantanosas. Os lo cuento enseguida: chica se separa de chico. Transida de dolor, busca piso y encuentra un chollo en Brooklyn. Por si fuera poco, el casero es un tipo simpático, enrollado, dicharachero, y va se lo mete en la cama, por aquello de calmar la soledad y otros picores. Craso error. Porque el mozo es un voyeur y un psicópata de mucho cuidado, como averiguamos enseguida. Obsesionado con ella, la espía, la sigue, la persigue, la... El guión se embarulla y acumula tópicos sin piedad, de manera que cada nueva escena es predecible Sale Christopher Lee, nuestro amado Drácula, muy viejecito y casi con un pie en la tumba ya. Porque es una producción Hammer, que no reverdece los laureles de antaño. Curiosamente, ese mismo año nuestro Jaume Balagueró rodó una película con exactamente el mismo tema, Mientras duermes, con escenas prácticamente idénticas, y le salió muchísimo mejor, una cinta hipnótica, angustiosa, espléndidamente escrita y rodada. Además, Luis Tosar es mucho mejor actor que Jeffrey Dean Morgan, y Marta Etura le da sopas con ondas a Hilary Swank. De modo que, puestos a elegir...
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La caza real del Sol
La caza real del Sol (1969)
  • 5,1
    83
  • Reino Unido Irving Lerner
  • Robert Shaw, Christopher Plummer, Nigel Davenport ...
3
De visionarios y semidioses
Una película curiosa. Se rodó en España, pero la censura la prohibió inmediatamente, porque su visión de la conquista de las Américas no se ajustaba a la historia oficial. Se basa en una obra de teatro de Peter Shaffer, celebérrimo autor de Equus y Amadeus. El guionista fue Philip Yordan, autor de enormes libretos como Johnny Guitar, La colina de los diablos de acero o Brigada 21. En el caso que nos ocupa, su labor es de juzgado de guardia, pero quiero creer que se debe a la obra de origen. Contra lo que se podía esperar del resumen, no es una película de acción, con montones de extras triscando por los montes y desiertos de Perú (Almería, en realidad), sino que gira alrededor de la relación entre Francisco Pizarro (Robert Shaw, siempre al borde del brote psicótico) y Atahualpa (lo de Plummer ya lo hablaremos dentro de un momento). El conjunto bordea el desastre más absoluto, con actores ingleses en la piel de analfabetos ibéricos, lo cual no cuaja en ningún momento, y eso que estamos hablando de gente competente, como Nigel Davenport, Michael Craig y Andrew Keir (prefiero no hablar de Leonard "Romeo" Whiting). La música de Marc Wilkinson es inadecuada y poco inspirada, y de la fotografía no puedo hablar, gracias a la calidad de la copia servida por 8tv. Para esos también tendré un recuerdo. Pues entre la furia de Shaw y la poca empatía del resto del reparto, aparece la histeria de Christopher Plummer. Veréis, de joven era un actor pésimo, y solía llevar kilos de rímel en los ojos, sólo superado por el excelso Richard Harris. Aquí, nos ofrece una composición cercana al entrañable Escamillo. Para los más jóvenes, explicitaré que parece un travestí ciego de peyote en un cabaret barato. Hay que verlo para creerlo. Entre la morosidad de los diálogos y la performance de Plummer, la película se hunde en abismos insondables de iniquidad. Había leído alguna atrocidad al respecto, pero la realidad supera a los rumores.
Tarjeta roja a 8tv por cortar la película cuando le sale del arco de triunfo, con el fin de insertar una ristra de estúpidos anuncios. La banda sonora era casi ininteligible. Segunda tarjeta roja por endilgarnos copias cochambrosas. Un poco de respeto, hombre.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cementerio de animales
Cementerio de animales (2019)
  • 5,1
    9.128
  • Estados Unidos Dennis Widmyer, Kevin Kolsch
  • Jason Clarke, John Lithgow, Amy Seimetz ...
3
Problemas de la resurrección
Hace 30 años, vi El cementerio de animales en un cine ya fenecido de Barcelona, como tantos otros, y me pareció una basura. Anteayer vi el remake y dictaminé que era basura vergonzante y barata. ¿De quién es la culpa? Desde luego, no he leído la novela de Stephen King, de modo que no puedo opinar por esa vertiente. Cementerio de animales 2019 es otra contribución del escritor de Maine a glosar la estupidez de sus compatriotas, siempre propensos a comprarse casoplones en lugares inhóspitos, siniestros y alejados de la civilización. A ver, ¿alguien se cree que en un repugnante pantano perdido de la mano de Dios, transitan por una carretera de veinte centímetros camiones de ochocientas mil toneladas? Es por exagerar un poco, pero la cosa va de eso. Hay un cementerio de mascotas, claro está, una maldición, un viejo loco (pobre John Lightgow), y la familia típica de King: estresados, necesitados de abandonar la gran ciudad, él un deficiente de primera, ella que sólo piensa en follar, los dos insufribles niñatos, que por cierto, nunca van a clase, ¿verdad?, y tan felices. La dupla directora maneja el material con desgana, Christopher Young consigue que añoremos antiguas bandas sonoras de su inspiración, y te entran ganas de aplaudir en la cara de Jason Clarke sin tregua alguna. ¿Cómo es posible que esta mierda, que costó 21 millones de dólares, haya recaudado 112 en todo el mundo hasta el momento? Corren tiempos de profundo desconcierto y estupor.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y Dios dijo a Caín
Y Dios dijo a Caín (1970)
  • 5,9
    143
  • Italia Antonio Margheriti
  • Klaus Kinski, Peter Carsten, Marcella Michelangeli ...
6
El ángel de la muerte
De vez en cuando, muy de vez en cuando, Antonio Margheriti se dejaba de cochambres y rodaba alguna película que recordara a sus añoradas Danza macabra y Los largos cabellos de la muerte. Y Dios dijo a Caín es un spaghetti western inusual, cuyo guión copia el de Los pistoleros de Paso Bravo, pero es el trabajo de Margueriti lo que convierte la cinta en algo muy diferente. La historia huele, de tan manoseada: un hombre cumple prisión durante diez años, injustamente, faltaría más, y regresa para vengarse del hombre que le robó sus propiedades y su mujer. Ya está. A partir de ahí, el realizador opta por convertir la narración en una historia gótica, con elementos casi sobrenaturales. Lo que sucede la noche de autos, mientras el vengador va eliminando a todos los esbirros del villano, hay que verlo y no contarlo. Pese a los factores en contra (fotografía nefasta de tan oscura, música barata de Carlo Savina, que habría servido para cualquier thriller o terror gótico, intérpretes de segunda), el horror se va apoderando de la función, sobre todo cuando las fuerzas de la naturaleza se desatan y el rancho se convierte en el castillo de la bruja. Hay ritmo, tensión, escalofríos varios, y la mirada glacial de Klaus Kinski, aquí sí, muy metido en su papel, que se merienda a todo el reparto en general. Es una rara avis, muy recomendable no sólo para los fans del western, sino también del terror. Lástima de guión.
Y ya puestos, otro zasca a 8tv. Ahora que echan dos westerns todas las tardes, de lunes a viernes, y les estamos agradecidos, ¿a quién se le ocurrió proyectar la copia doblada al mexicano de esta película? ¿Ustedes saben el esfuerzo que debí hacer para concentrarme? Porque ese horrendo doblaje lo jodía todo, con perdón. Que no vuelva a suceder.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Matar a un hombre
Matar a un hombre (1956)
  • 5,7
    108
  • Estados Unidos Andrew V. McLaglen
  • James Arness, Angie Dickinson, Robert J. Wilke ...
6
El placer de la venganza
Matar a un hombre es la primera película de Andrew McLaglen y, por ende, su primer western, género al que volvería una y otra vez, con mayor o menor fortuna, quizá animado por aquella desdichada profecía de que, algún día, sería el sucesor de John Ford, su mentor y gran amigo de su padre, Victor. Evidentemente, el tuerto genial era un ejemplar único e irrepetible. La película que nos ocupa es decente, realizada con probidad, pero nada del otro mundo. De hecho, mientras la veía me recordaba aquellas series que alegraron nuestra infancia y adolescencia, la trilogía Sugarfoot, Bronco y Cheyenne. McLaglen emplea bien la cámara del gran William H. Clothier, en un B&N irreprochable, y crea momentos de tensión en las escenas del saloon, cuando los villanos están esperando el resultado de sus nefastos planes. Los intérpretes son habituales del género, vistos en decenas de cintas y/o telefilmes. El prota, James Arness, padece parálisis facial y apenas es capaz de dibujar una o dos muecas. Este hombre fue durante dos décadas el héroe de La ley del revólver, una de las series más longevas de la historia de la tele. Con sus casi dos metros, da el pego. Lo mejor de la función, sin embargo, es Angie Dickinson, en una de sus primeras apariciones en pantalla. Sólo diré que está para comérsela, un ángel de grandes tetas bajado a la tierra. Por lo demás, Matar a un hombre es un honrado y entretenido divertimento.
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3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El justiciero ciego (Blindman)
El justiciero ciego (Blindman) (1971)
  • 5,2
    80
  • Italia Ferdinando Baldi
  • Tony Anthony, Ringo Starr, Lloyd Battista ...
2
A tientas y a ciegas
Un pistolero ciego (sic) compra 50 mujeres (sic), para llevarlas a unos mineros que desean desposarse con ellas (sic). En el camino, se topará con una banda de rijosos y grasientos mexicanos que le arrebatarán la mercancía, y tendrá que remover cielos y tierra para recuperar al menos una parte. Nauseabundo spaghetti western, dirigido con el culo por Ferdinando Baldi, a mayor honra y gloria de Tony Anthony, aquí en funciones de protagonista, guionista y productor, fracasando por goleada en todas. El argumento, por llamarlo de alguna manera, permite el inserto de numerosos planos de tetas y culos, vergonzosamente breves. Entre las "novias", distinguimos a varias profesionales del destape más entusiasta, como Mirta Miller, Lucrezia Love, Janine Reynaud y Diana Lorys. Con más papel, aparecen Magda Konopka y Marisa Solinas, sin olvidar a Malisa Longo, a quien el ciego deja en bolas atada a un poste. Se conoce que las chicas de aquella época ya no utilizaban ropa interior. Aparte de la dirección execrable, no hay que olvidar el montaje aleatorio, la fotografía birriosa y la música de Stelvio Cipriani, quien plagia a Morricone sin ruborizarse. Tendría que haberle llevado a juicio. Como ya habréis adivinado, la película me pareció casposa, grosera, insultante y monstruosamente machista. ¿Que por qué la vi? ¡Por Ringo Starr, claro! Era la época en que le daba al morapio una cosa mala, y se apuntaba a un bombardeo. Aquí ejerce de Klaus Kinski de tercera división, y puestos a elegir me quedó con el psicótico teutón. Ringo se trajo a dos amiguetes de cuando era un Beatle, Mal Evans y Allen Klein, que aparecen en breves papeles.
No apta para militantes del #MeToo y demás torquemadas del momento. No apta para amantes del western, sea spaghetti o no. No apta para amantes del cine, en general.
Un desastre.
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2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Caboblanco (Cabo Blanco)
Caboblanco (Cabo Blanco) (1980)
  • 4,3
    282
  • Estados Unidos J. Lee Thompson
  • Charles Bronson, Jason Robards, Dominique Sanda ...
3
El tesoro perdido
Durante años la rechifla de crítica y público, por intentar aproximarse siquiera a la mítica Casablanca. Referencias no faltan: un ambiente exótico, un hombre con un pasado que regenta un bar, en lugar de pianista una jukebox en la que suenan clásicos como Nat "King" Cole, una mujer misteriosa, un teniente de policía corrupto, unos nazis...Todo ello servido en un guión cuyas deficiencias son gigantescas, y se van tornando más y más hilarantes a medida que avanza la narración. El misterio reside en por qué se llegó a rodar semejante pestiño. Y la cantidad de talento desaprovechado... La banda sonora es de, agarraos, Jerry Goldsmith, una bonita partitura sinfónica con aires latinos que debió escribir mientras dormitaba. Dirige J. Lee Thompson, un autor interesante pese a su horrenda última etapa. Autor de unos pequeños noirs en sus comienzos, entre los que destaca La bahía del tigre, logró un blockbuster monumental con la legendaria Los cañones de Navarone, empalmó con El cabo del terror y... se dedicó a la holganza, filmando lujosas producciones cada vez menos atractivas. Destelló de nuevo con un western singular, El oro de McKenna, y como ya he anticipado acabó sus días filmando secuelas de Death Wish para Charles Bronson. Protagonista de Caboblanco, por supuesto. Digamos que está granítico y rocoso, y se ve que está pensando más en el millón de dólares que cobró que en su interpretación. A su lado, Jason Robards le roba la cartera y hasta los calzoncillos. Como aporte de qualité aparece Dominique Sanda, hermosa mujer que no dirigió bien su carrera. Nuestro amado Fernando Rey se lo pasa en grande como poli corrupto, y además mete mano con entusiasmo a unas cuantas señoras de tetas erguidas y abundante felpudo (desnudos gratuitos, por eso de complacer a todo el mundo). Gilbert Roland asoma la jeta como medico borrachín, y la preciosa Camilla Sparv lidia con un papel imposible. Por suerte, la cochambrosa copia emitida por 8tv no llega a la hora y media, y se puede ver sin apurarse demasiado. Un desastre.
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Destroyer. Una mujer herida
Destroyer. Una mujer herida (2018)
  • 5,7
    3.526
  • Estados Unidos Karyn Kusama
  • Nicole Kidman, Sebastian Stan, Tatiana Maslany ...
4
Una mujer con pasado
Yo no sé vosotros, pero yo me he aburrido mortalmente con esta película. Su errático deambular por el tiempo y el espacio tal vez quiera dar a entender que la realizadora posee un "estilo", pero a mí se me antoja que no sabe narrar. Recuerdo con terror de esta señora AEon Flux y, en especial, Jennifer's Body, un engendro que la espantosa interpretación de Megan Fox hundía todavía más en la miseria. Kidman es una policía con "pasado", y menudo pasado, porque se infiltró en una peligrosa banda y lo pagó muy caro. La cinta está confeccionada a medida para que Nicole salga fea, sucia, casi andrajosa, y de esta manera pueda demostrar que también es una actriz, que no todo son su cara deformada, es un decir, por la cirugía y sus piernas interminables. Ni que decir tiene que la he visto mejor en otras ocasiones. El reparto electoral es desconocido para mí, y las situaciones me sumieron en una profunda sensación de desagrado, y al final de arrepentimiento, por haber desperdiciado casi dos horas de mi apreciada vida. Espero que no os pase lo mismo.
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las pistolas del norte de Texas
Las pistolas del norte de Texas (1965)
  • 4,8
    97
  • Italia Albert Band, Mario Sequi
  • Gordon Scott, Joseph Cotten, Muriel Franklin ...
5
Odio entre hermanos
Un primerizo spaghetti western, dirigido por Albert Band al alimón con Mario Sequi, al menos en teoría. Cuenta la típica tópica historia del hombre que vuelve a su hogar tras la Guerra de Secesión, sólo para descubrir que su padre es el mismo viejo cabrón de siempre, y que no acepta la derrota del Sur. Lo cual provocará un terremoto familiar. Hemos visto otras veces la historia. Tal vez la mejor versión sea la de Las furias, potentísimo western de Anthony Mann. Aquí hemos de conformarnos con las típicas peleas de siempre, y un progreso hacia la tragedia que no emociona a nadie. Hay un trío protagonista muy curioso: Gordon Scott, ex Tarzán, en una de sus últimas apariciones en pantalla; Joseph Cotten, quien con esta cinta inicia el lento desfile de su decadencia por el cine europeo; y James Mitchum, tan parecido a su padre, pero en blandito. Completa el reparto Franco Nero, en su primer western, género en el que despuntaría al cabo de un año con la legendaria Django. Bonita banda de Lavagnino, uno de los grandes compositores del cine italiano, y adecuada fotografía feísta de Alvaro Mancori. Poca cosa más. Ideal para amantes del spaghetti.
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