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Voto de Eduardo:
4
4 de diciembre de 2019
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oro es una de esas tonterías de los años 70 que despreciaste en aquel momento, y al cabo de unas décadas la grabas por el reparto. Gira en torno a unos malvadísimos capitalistas que quieren inundar una lucrativa mina de oro sudafricana con el fin de perjudicar la producción de oro, y de esta forma manipular su precio en bolsa. Ni que decir tiene que los héroes de turno les aguarán la fiesta. Dirige sin brillo ni inspiración Peter Hunt, montador de los tres primeros Bond y director del sexto. Obediente funcionario y poco más. La música de Elmer Bernstein no pasará a la historia, debía tener el día espeso, y la trama es predecible. Los malos son sir John Gielgud, recién salido de la sauna, relajadito y tal, Bradford Dillman, uno de mis secundarios favoritos, y Ray Milland y su peluco, entocinado en echar a perder su prestigio (¡qué bueno era de joven el muy tontaina!), y embarcado en un carrerón que le condujo a infamias como Serpiente de mar o Un par de zapatos del 32. Mejor olvidarlo. El héroe es, cómo no, Roger Moore, guapo, alto y simpático (exhibe torso). Mirad, ya sé que no fue nunca un gran actor, sino una presencia eficaz, pero yo me siento muy agradecido con él por alegrar mi adolescencia con la serie El Santo. Que me cae bien, vamos. Dejo para el final a la fascinante Susannah York, cuyos ojos de miel y boca húmeda hechizaban mis fantasías de ayer, de hoy y de siempre. Por supuesto, aquí se limita a pasear modelitos, pero qué señora... No hay más cera que la que arde.