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105 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
Duelo entre desiguales
Producción de la Warner, realizada por Elia Kazan. Se basa en la obra de teatro "A Streetcar Named Desire" (1947), de Tennesse Williams, adaptada por éste y Oscar Soul. Se rodó en LA (CA), Nueva Orleans (Louisiana) y los Warner Studios (Burbank, CA), con un presupuesto de 2 M dólares. Nominada a 12 Oscar, obtuvo 4. El productor fue Charles K. Feldman y el estreno se celebró el 18-IX-1951 (EEUU).

La acción tiene lugar en el barrio francés de Nueva Orleans, en 1946/47, a lo largo de unos 6 meses. Narra la historia de Blanche DuBois (Vivien Leigh), que visita a su hermana menor Stella (Kim Hunter), casada con Stanley Kowalski (Marlon Brando). Blanche es frágil, necesita cariño y ternura, ha vivido experiencias amargas, tiene unos 40 años y oculta un pasado oscuro. Stanley es un trabajador manual, rudo, grosero, violento, machista y maltratador, que necesita ser el jefe de su grupo de amigos.

La película desarrolla un drama psicológico centrado en el enfrentamiento entre Blanche y Stan, que se despliega gradualmente a aprtir del interés de éste por la pérdida de la antigua finca rural, Belle Reve, de la familia DuBois, sus pretensiones de aceder a la propiedad de una parte de la misma, el desprecio instintitvo que siente por la fragiidad y las formas delicadas, su temperamento violento, acentuado por el alcohol, su presuntuoso machismo barriobajero, asociado a violencia de género (esposa, Blance, etc.), la necsidad psicológica de ser el jefe de los que le rodean, de mantener sometida a la mujer y de ser admirado por su fueza física y su atractivo sexual. El perifl psicológico de Stan correspondde al de una persona atormentada por su participación en la IIGM y dificultades de adaptación y equilibrio. Padece un síndrome de inseguridad que le impone conductas de dominación y sadismo. Blanche oculta una profunda frustración, varios fracasos sentimentales, un pasado promiscuo y un miedo enfermizo a la muerte y a la enfermedad. La batalla entre los dos personajes permite el lucimiento interpretativo de un joven Brando de gran magnetismo. Vivien Leigh borda el papel de víctima no inocente, en el límmite de la cordura y de su autonomía personal. La tensión entre ambos es verbal, emocional, instintiva, física y siniestra.

La música consta de 15 temas jazzísticos, a los que añade un fragmento lírico de cuerdas que acompaña la confesión de Blanche a Stella. La fotografía hace uso de tomas largas, encuadres fijos prolongados y movimientos de notable expresividad. El guión acorta los diálogos teatrales y los combina con imágenes de gran potencia visual. Las interpretaciones de Brando y Leigh, apoyadas por las de Hunter y Malden, conforman un espectáculo soberbio y emocionante. La dirección crea una obra de actores, memorable e imprescindible.
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191 de 205 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El último tranvía.
Siempre pensé que ese “mañana será otro día” con el que terminaba “Lo que el viento se llevó” era mostrado en esta película.
Hablar de esta película y no hablar de Marlon Brando, puede ser una herejía que merece el mayor castigo. Él es Stanley. No puede haber otro que se acerque a la maestría y brutalidad que Brando exhibe en esta obra maestra. Pero a mí, me sigue sorprendiendo Vivien Leigh.
La química entre estos dos actores es brutal; pero en este pulso que mantienen a lo largo de toda la película, no deja de ser curioso que la vencedora final sea la actriz inglesa, que nada tenía que ver con el “metodo”, principal herramienta de acercamiento a cualquier texto de T. Williams, y de la que Brando era su mejor exponente. Vivien está conmovedora (le dieron muy merecidamente su segundo “Oscar”), en el único papel de toda su carrera que está a la altura de su inolvidable Scarlata O’Hara.
Su aparición en pantalla es mágica. Una estación de autobuses, un humo denso, casi una niebla del pasado, y surgiendo de ésta: una Blanche en el ocaso de su cordura. Una dama del Sur, reina de bailes e ilusiones, a la búsqueda de todo eso que ha perdido y que ya nunca encontrará. El miedo de sus ojos es tan real que no dejas de sentir una profunda lástima por ella. La batalla entre ella y Brando es descarnada, sin que quepa tregua alguna. A su búsqueda de la amabilidad, de ese espíritu del viejo Sur que también mostraba en “Lo que el viento se llevó”, opone Stanley una violencia cruda, rezumante de sexo, con ese carácter de gallo peleón que no soporta ninguna gallina más en su gallinero.
La película está llena de secuencias magistrales, de una fotografía en blanco y negro pocas veces superada (el sudor se masca, hay luces duras y contrastes fuertes por todos los lados), de unos diálogos antológicos que te estrangulan el alma, como ese “siempre he dependido de la amabilidad de los extraños” con el que se despide una Vivien Leigh más actriz que nunca.
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120 de 128 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Vivien y Brando
Un tranvía llamado deseo es, ante todo, una película de actores.
Marlon Brando está descomunal en su papel de hombre primitivo, duro, incluso salvaje en ocasiones. Pero es Vivien Leigh la que representa el papel de su vida (por encima incluso de Lo que el viento se llevó, en mi opinión). Su personaje mezcla grandes dosis de ternura, locura y patetismo. Está magnífica y el espectador se identifica con ella desde el principio.
Y tampoco podemos olvidarnos de los secundarios, espacialmente la hermana de Vivien en la película, una mujer completamente atada a su marido y prácticamente sin voluntad propia.
Ver esta película es como ver una obra de teatro. La acción se desarrolla casi al completo en la casa donde malviven Kim y Brando, lo que ayuda a crear ese clima de agobio que tan bien se refleja.
"Un tranvía llamado deseo" es dura, muy dura de hecho. Su argumento no deja indiferente. Es imposible verla y no sentir un nudo en el estómago. Es lo que pasa con el buen cine.
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52 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Una mujer marcada
Tremendamente fiel adaptación de la laureada obra de teatro de Tennessee Williams.
Impregnada de una tristeza, una sordidez y una desesperanza aplastantes, sin una luz que ilumine el horizonte, esta película se despliega inexorablemente hacia la fatalidad.
Una mujer madura y atractiva, Blanche Dubois, regresa a Nueva Orleáns tras una prolongada y misteriosa ausencia. Se instala en la casa donde vive su hermana y el marido de ésta, que es un hombre rudo y de carácter violento. Blanche se envuelve en un aura de misterio y refinamiento, diciendo frases grandilocuentes y contando cosas sobre sí misma que parecen sacadas de una novela. Su cuñado la trata con suspicacia y con un escepticismo brutal, tratando desde el principio de hacer caer la fachada tras la que Blanche se parapeta y se protege a sí misma. Pero él no puede evitar que uno de sus amigos se enamore de ella, ya que Blanche es una mujer bella, culta y romántica. El cuñado, malignamente, no parará hasta ir averiguando toda la verdad sobre ella y la espetará sin piedad ante todo el que lo escuche, sobre todo ante su cegado amigo. Mientras, la hermana de Blanche, aunque conoce de sobra la crueldad de su marido, apenas hace nada por oponerse. Si alguna vez se rebela y sale en defensa de su hermana, inmediatamente cae acobardada ante la furia del marido y porque también ella está demasiado cegada por un amor masoquista y destructivo.
El cuñado revelará episodios muy escabrosos y oscuros del pasado de Blanche y ella cada vez se siente más perdida y desamparada. Su extraño comportamiento y la brutalidad de su cuñado derivarán en un clímax insoportable, mientras todo el mundo cierra los ojos y vuelve la cabeza ante las injusticias cometidas a esta pobre y despreciada mujer, que no se merece tanta condena.
Un reflejo crudo, sin filtros ni máscaras, de la sociedad cerril y justiciera que condena a sus miembros más frágiles y los arrastra por el polvo, mientras todo el mundo hace como que no ha pasado nada.
Magistrales actuaciones, ambientación más que sobresaliente, un guión adaptado extraordinario que destila lirismo, melancolía, malevolencia y patetismo.
Una de las películas más pesimistas y desesperanzadoras que he visto.
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49 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Actor´s.
De recios márgenes teatrales, la peli contiene multitud de enfáticos apuntes, ya sea una realización centrada en actores y decorados, puesta en cuadro de pocas tomas y pocas cámaras, o la dirección artística de escalera, que sirvieron como confirmación de un Kazan enteramente embebido en su status de “autor”.

Se supera así en parte el sedimento de evolución y aprendizaje de su primer cine, como es el caso de “Lazos humanos”, de morfología clásica -en el sentido más excluyente del término-, e incluso propuestas extrañas como “El justiciero” y su desarrollo periodístico y policiaco poco habitual en un director como Elia Kazan, quizás encasillado en la memoria del aficionado dentro de un cine de composición manierista (o churrigueresco, también, como apuntan por ahí) de personajes.

Kazan había dirigido poco antes la obra de teatro, así que empleó un reparto muy similar, lanzando al estrellato a un Brando que fue también protagonista sobre las tablas. Recurrió a V. Leigh para tener, al menos, un nombre de cierta repercusión comercial.

En el borrador de proyecto de adaptación el director trató de dotar al guión de un hálito más cinematográfico, presentado el pasado de Blanche DuBois y recurriendo a una pluralidad de localizaciones. Finalmente, optó por respetar la configuración teatral ciñéndose casi por completo a la unidad de espacio que podemos ver en la película.

Desde luego, este tipo de propuestas, con toda la carga sensual y de obvia aunque potente simbología de Tenesse Williams y su visión del sur estadounidense -como las figuras de cristal o iguanas que habitan sus obras-, encajaban bien en Kazan y su tendencia de “método” hacia la introspección psicológica. Características que habrían de ser, sin duda, sello de estilo en buena parte de su filmografía. Pues bien, quizás de todo ello sea esta cinta pistoletazo de salida. Quizás también máximo exponente.

El “Método” obtuvo perfecta promoción gracias a esta película. Gracias a Kazan y a Brando. Los cuerpos se retorcían en el contorsionismo de un abrazo, los primeros planos proyectaban mohines con la misma exageración con que las voces se dirigen a los palcos de teatro, y surgían del blanco y negro (en color después) omóplatos que se arqueaban hundiendo el pecho -Brando, Newman o Monty Clif-. Así, surgió el método Lewis&Strasberg, como emergió abisal la revolución bop en el jazz. Con fraseo emotivo, punzante, de gestos e improvisación.
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35 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Cuñaaaaaaaaoooooooo!
Ya sabemos que Tennessee Williams es un señor bastante tremendo. De todo tipo de relaciones te saca el tío un dramón, pero lo que no se le puede negar es la originalidad al abordar temáticas novedosas. En “Un tranvía llamado deseo” aborda nada más y nada menos que el espinoso asunto de los cuñados, tema que más tarde volvería a tocar aunque de soslayo en “La gata sobre el tejado de zinc”. Os acordáis de la horripilante cuñada perpetuamente embarazada de Newman?

En fin, en esta historia hay un indiscutible protagonista visual: Brando. Su presencia es pura belleza, animalidad, erotismo e invitación al pecado. Cada una de los fotogramas en los que aparece podría formar parte de un calendario erótico. La suya es una masculinidad de esas potentes que emboba pero que da hasta miedo. Una masculinidad que, por cierto, debía fascinar a Williams porque prácticamente todos los protagonistas varones de sus obras están cortados por el mismo patrón: rudos, alcohólicos, muy machotes, bruscos en su trato con las mujeres, incluso hasta llegar el maltrato… Vamos, que al bueno de Tennessee debían irle bastante los chulazos.

Frente a la fascinante bestialidad de Brando-Kowalski, la inquietante presencia de la cuñada chiflada, Vivien Leigh, un personaje también bastante poderoso pero con un tipo de poder mucho más sutil, basado en la manipulación y la explotación de su aparente fragilidad. Por fuerza ambos personajes tienen que chocar, aunque en ese choque hay mucho de atracción, al menos por parte de Blanche, y de deseo de dominio por parte de Stanley.

Entre ellos, el personaje sumiso y conciliador de Stella. Hay que reconocer que Williams retrata magistralmente cómo funciona la violencia doméstica, incluso en unos tiempos en los que este asunto no solía salir del ámbito de lo privado. La irresistible atracción de Stella hacia su marido alterna con el rechazo por su brutalidad y así transcurre durante toda la película hasta que al final se ve obligada a elegir.

Elia Kazan lleva esta historia a la gran pantalla a pesar de su carácter eminentemente teatral, lo que constituye su principal defecto. Precisamente por este carácter la interpretación de Vivien Leigh desde el punto de vista cinematográfico resulta muy chocante, está más que sobreactuada. Leigh interpreta perfectamente a una Blanche de escenario pero en la pantalla chirría un montón.

Personalmente no tengo nada contra las adaptaciones cinematográficas de obras teatrales, siempre y cuando quien las lleva a cabo sea plenamente consciente del cambio de formato y de la necesidad de romper con los códigos de la dramaturgia. Y en mi opinión en este film Elia Kazan no lo consigue, sobre todo por el personaje de Blanche. Por contra, no hay nada más puramente cinematográfico que la presencia imponente de Brando. Vamos, que lo comío por lo servío.
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49 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Un tranvía llamado dolor
El encuentro de dos almas atormentadas por un intenso dolor ya que sus vidas han sido azarosas bajo diferentes escenarios, pero bajo un mismo sufrimiento.
El peso de los historiales de Stanley (Marlon Brando) y Blanche (Vivien Leigh) hace que sus vidas sean dolorosas aunque ellos mismos no lo sepan. Y son dolorosas por que son dos seres inadaptados a una sociedad que los aplasta. Es como si el polaco y la madame imploraran que algo superior a ellos viniera y los hiciera sentir en paz. Pero esto no es así. Su y realidad es destruirse así mismos
Y no tolerar al otro que esta frente a sus ojos. Son dos fieras enfermas que no escapan a su pasado y que sangran, como si quisieran escapar de su jaula.
Por eso madame Dubois llora y Stanley grita: ¡¡¡Sssteeellllaaa!!!
Un grito, un aullido que rompe la noche aciaga del barrio mugroso y patético de Nueva Orleans.
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29 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Apoteósica. Absolutamente impresionante.
Tan solo la demoledora interpretación de Marlon Brando sería suficiente para encumbrar este film. Pero es que todo el elenco de actores hace un trabajo colosal, como embebidos de la sombría puesta en escena de una sórdida Nueva Orleáns. Las destempladas interpretaciones en ese ambiente en penumbra que domina todo el film, trasmiten perfectamente y de forma apabullante el debate interior que la llegada del personaje de Blanche ha provocado en todos los que la rodean.
La amalgama de sentimientos y emociones cruzadas con que, sin concesiones, la película bombardea al espectador la hace casi cruel. Una película obligatoria.
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28 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Somos los que fuimos
Somos un resultado, un balance provisional.

El presente es una cara, un cuerpo, una cabeza llena de sueños, ilusiones y proyectos, una cuenta bancaria, una familia, un círculo de amistades... Y también un corazón gastado por las decepciones, las batallas ganadas, las perdidas. De ese material que somos nosotros mismos construyen los dramaturgos norteamericanos de los cincuenta sus mejores obras teatrales en donde encontramos personajes también inmensos en situaciones que limitan con su propia resistencia. Y todo ello en un contexto social también muy presente, muy influyente en los interiores de esos personajes, en donde una de las realidades es la inmigración y los conflictos interculturales.

Eso es el teatro de Tennesse Williams, el certero autor teatral nacido en 1911 y muerto en 1983: un choque de trenes, una explosión, con sus momentos anteriores y sus consecuencias posteriores. Hace falta magníficos actores que hagan creíbles esas excursiones a los límites de la realidad. Y siguen haciendo falta magníficos actores para llevar al cine lo que en principio fue concebido para verse sobre un escenario. Por eso, Elia Kazan, que sabía mucho de cine y de teatro y, en concreto, de esta obra que había ya montado en Broadway hacía escasamente tres años, no tiene dudas al asignar nuevamente a Marlon Brando el personaje de Stanley, el rudo inmigrante polaco, y a Viven Leight el de Blanche Dubois en esta versión cinematográfica de “Un tranvía llamado deseo”. A Marlon no le dieron el Oscar, pero a Vivien sí, y con éste ya llevaba dos.

Sin embargo Brando está extraordinario. Qué fuerza, qué técnica, qué calculo de energías para un actor de veinticuatro años, con tan poca experiencia a sus espaladas pero con una intuición y una sabiduría intuitiva fuera de o común. Algunos de sus momentos, compartidos con Vivien, o con Kim Hunter (Oscar a la Mejor Actriz de reparto), pertenecen ya a los mejores recuerdos del cine: la que Stanley grita desconsolado el nombre de su mujer, la de Stanley desmontando a Blanche su mundo de fantasía, la imagen de Stela clavándole los dedos a su marido en la espalda en un abrazo desgarrado, lleno de pasión y de amor...

Ese cine y ese teatro ya no pertenecen a nuestro tiempo, como tampoco pertenece a nuestro tiempo el teatro de Shakespeare. Lecciones intemporales de talento artístico, de cómo se escribe un guión, de cómo se dosifican los elementos racionales y emotivos de manera exacta para contarnos una historia desgarradora, posible, reconocible, de cómo se da vida a un personaje. Tal vez Nueva Orleáns no sea ya como aquí aparece, pero cualquier lugar en donde los celos, los fantasmas, el deseo y la crueldad forman parte de un mismo cóctel puede ser Nueva Orleáns.

Un decorado de teatro, que no se disimula a sí mismo, puede ser más evocador que todos los efectos especiales de Avatar. Porque en ese decorado nos sería posible situarnos si nos sentimos algo más que meros espectadores de lo que a los demás les ocurre.
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20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La culpa no es mía, es la loca de tu hermana!!
El drama psicológico que presenta Kazan gravita alrededor de un Brando que ofrece todo el interés posible. Con su presencia bruta, siempre sucio, de modales salvajes, machista, alcoholizado y violento, presagia una fatalidad que viene acompañada de una Vivien Leigh que está a la altura interpretativa. Ciertamente la desgracia rezuma desde el primer minuto, pero muchas escenas están salvadas no de la mejor manera, como es el caso de las apariciones de Malden, que aunque sea narrativamente necesario sus acciones o decisiones no se resuelven con mucha lógica. Brando es coherente desde el principio, es un animal que no deja de equivocarse y que es capaz de suplicar perdón a su mujer inmediatamente después de meter la pata (algo de eso me parece muy actual, pedir perdón después de maltratar...), incluso la hermana loca venida para ejercer de agente perturbador es una loca desde el principio.

Así que es la intensidad de las relaciones de todos con ese actor de envidiable musculatura el verdadero fundamento de la película, de manera que no sin razón más de uno le cambiaría el nombre de la película y la titularía "Un tranvía llamado Marlon Brando".

Mención a parte los huecos del guión (más bien omisiones), vacíos que a posteriori explican un cojeo que perjudica bastante la visión general de la historia.
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14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Brando vs Leigh
Sorprendente película que nos ofrece un duelo tremendo de actuaciones.Marlon Brando y Vivien Leigh se odian y desean a partes iguales.Se puede palpar la tensión cuando ambos están en escena.
Se ha editado en dvd recientemente con un disco de extras en el que explican los cambios que hubo por la censura de la época.
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15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Cartas de amor amarillentas.
El nombre de Elia Kazan está íntimamente relacionado con los de Tennesse Williams y Arthur Miller, dos de los dramaturgos más importantes de la postguerra estadounidense. De hecho, su carrera en la escena es un completo catálogo de las mejores obras teatrales norteamericanas del siglo XX. Kazan también mantuvo una intensa amistad con Williams, plasmada en una larga y apasionada correspondencia, por lo que su trabajo en los montajes teatrales le sirvió como experiencia para llevarlos a la pantalla con otro lenguaje pero respetando el espíritu de la obra.

De todos los cineastas que han adaptado las obras de Tennesse Williams, han sido muy pocos los que han conseguido el respeto y el distanciamiento necesario hacia el autor adaptado, uno de los escasos directores ha sido Elia Kazan. Rompiendo las férreas formas del teatro filmado y trasladando a la pantalla esa corriente de impulsos y sentimientos casi enfermizos sobre los que el dramaturgo cimentó su obra. La historia del rudo obrero Stanley Kowalski (un soberbio Marlon Brando) y su cuñada Blanche Dubois (asombrosa Vivien Leigh, que había hecho el personaje en los escenarios londinenses bajo la dirección de su marido Laurence Olivier) fue suavizada convenientemente aunque sin perder un ápice de su fuerza dramática y su extraña y malsana fisicidad.

Ambientada en el barrio francés de Nueva Orleans, la desgarradora historia gira alrededor de una mujer frágil, pálida y fantasiosa que se ha refugiado en aventuras amorosas nada edificantes para olvidar un traumático pasado, siendo repudiada brutalmente por su cuñado. La colisión de dos mundos antagónicos, aunque igual de endebles, que el cineasta encierra en el interior del pequeño apartamento de Stanley y su mujer Estella (Kim Hunter) y observa a partir de rasgos cotidianos como las partidas de póker, el deterioro del barrio o el sudor que se adhiere a los personajes llegando a la degradación moral. Blanche vive en mundo ficticio que ella misma se ha construido, para olvidar sus amarguras y fracasos.

Elia Kazan realiza una acertada puesta en escena desde el universo dramático de Williams, con ambientes siempre sórdidos y opresivos, en una comunidad cerrada dentro de una sexualidad enfermiza que arrastra a los personajes a las pasiones más bajas. La obsesión atroz de Mitch (Karl Malden) por ver a plena luz el rostro arrugado de Blanche, la mujer que guarda como un tesoro las cartas amarillentas de sus amores de juventud. El conflicto planteado por el dramaturgo es el de la decadencia, el de la degradación moral y Kazan suscribe y corrobora su discurso reforzándolo con una discreta elegancia.
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Del deseo a la locura
Poco puedo aportar con esta crítica que no se haya mencionado anteriormente, las fabulosas interpretaciones tanto de principales como de secundarios (tanto Brando como Leigh rayan al mas alto nivel y no mas que Hunter y Malden), la atmósfera "sudada" que desprenden los escenarios en virtud de Elia Kazan o la genial adaptación al guión de la obra de Tennessee Williams son solo algunos ejemplos de las cualidades de esta película que ya han sido comentados en otras críticas. Por lo tanto he preferido no entrar demasiado en los aspectos técnicos o sociales que acompañan al film y aportar mi grano de arena enfocando esta crítica hacia la primera persona, hablando de un modo mas subjetivo.

Tras varios años oyendo hablar tanto y tan bien de esta celebérrima obra las espectativas que había creado sobre ella eran muy altas, tan altas que durante mucho tiempo estuve esperando que llegase el momento adecuado para verla, por una parte estaba impaciente por ver a ese tal Stanley con el cual Brando se convirtió en todo un mito sexual, o aquella desequilibrada Blanche (la cual utilizaba Almodovar para reforzar su guión en "Todo sobre mi madre"). Por otra parte estaba temeroso de que no cumpliera tan buenas espectativas y se convirtiera en otra decepción. Como suele ocurrir en los mejores casos, fue la casualidad lo que me llevó hace varios dias a ver esta película y sólo puedo decir que no solo cumplió estas espectativas sino que las pulverizó en muchos aspectos. Es incuestionable el poderío fisico e interpretativo que exhibe Brando sin embargo es la actriz principal lo que mas gratamente me ha sorprendido y lo que convierte para mi a "Un tranvía llamado deseo" en una obra maestra de obligada visión para todo amante del cine. Debo reconocer que no sabía que Vivien Leigh aparecía en esta película, y cuando la ví presentarse como Blanche DuBois pensé: -Que fallo, no le pega el personaje, es demasiado hermosa para representarlo. Pero conforme se iba desarrollando el guión mi opinión iba cambiando al respecto, para acabar pensando que (al igual que pasa con Brando haciendo de Kowalsky) no es posible que otro logre encajar mas ni superar el trabajo que realiza con este personaje. Blanche es realmente el personaje principal de la obra, un personaje tremendamente complejo, capaz de transmitirte un importante abanico de sentimientos (recelo, admiración, compasión...) que se convierten, ya cerca de los ultimos compases del film, en autentico dolor, dolor definido por la imposibilidad de alcanzar la calma necesaria para el camino hacia su cordura. Realmente el personaje te engulle si intentas llegar a comprenderlo.

En cuanto a los aspectos negativos, el único que recuerdo es que estaba doblada al castellano con todo lo que ello conlleva.
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
UNA JOYA DEL CINE DE TODOS LOS TIEMPOS
Hay críticas en las que es prácticamente imposible aportar nada nuevo ó simplemente decir algo que no haya sido dicho. Este es uno de esos casos.

Estamos ante una película mítica donde las haya, de esas que no pueden faltar en los manuales del maravilloso invento de los Lumiére y que jalonan su historia, protagonizada por actores de primerísimo nivel que se ganaron a pulso, a fuerza de actuaciones como ésta, el que sus nombres figuren, en esos mismos libros, con letras de oro.

Vivien Leight no sólo será nuestra eterna Scarlata O,Hara sino también la mítica Blanche Dubois (nombre de hada), a Karl Malden no lo recordaremos solo por el padre Barry de La ley del silencio sino también por este Mitch enamorado (y desengañado) de Blanche y sobre todo y sobre todos, Marlon Brando para el que cualquier calificativo positivo que yo pueda decir no sería mas que una repetición de cientos de miles anteriores.

Tal vez una censura menos protectora de nuestras virtudes morales nos hubiese permitido comprender y saborear mejor esta historia de pasados que se fueron y realidades en las que hay que sobrevivir, donde todo consiste en caminar hacia delante so pena de encontrarte con la locura esperándote junto a la puerta de tus fantasías. A diferencia de la novela de Tenessee Williams donde los cabos (sexuales) no están sueltos, aquí no acaban de encajar.

Se nos ocultan datos por así decirlo. La dichosa y eterna censura cercena esos deseos que no sólo se escriben en el frontal de un tranvía sino en los ojos (y más allá) de Stanley frente a Blanche ó de Blanche frente a la mítica camiseta sudada de Brando. Que se escriben en el beso de Blanche al joven cobrador y que encierran un pasado que, siendo absolutamente clarificador para desentrañar la historia, se nos ha ocultado.

Este desconcierto, digámoslo así, respecto a ciertos detalles de la historia, resta algunas décimas a la valoración de esta película por la que Brando debió, sin ninguna duda, recibir el Oscar (aunque se hubiesen tenido que conceder 2 aquel año).

Una joya del cine de todos los tiempos.
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
CINE con mayúsculas.
Qué se puede decir que no se haya dicho ya de esta excelente película...
Brando y Leigh ofrecen sin duda una lección magistral de lo que toda buena interpretación debería ser.
La actuación de Leigh es más que sobresaliente, sobrecogedora. Consigue hacer llegar al espectador toda la carga psicológica de su personaje sin caer en ningún momento en el patetismo o la sobreactuación. Su interpretación es más que creible, de manera que a lo largo de la película es fácil olvidar que estamos ante alguien que interpreta...Sencillamente memorable.
Y en cuanto a Brando...sin palabras. Cualquier cosa que se dijera estaría lejos de hacer justicia a su soberbia interpretación.
Malden lleva a cabo también una notable interpretación que contribuye a hacer de ésta una gran película.
Excelente dirección y guión, interpretaciones magistrales...CINE con mayúsculas.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
<<Siempre he creído en la bondad de los desconocidos>>
Tras haber escrito la frase que da nombre a mi crítica he sentido un cosquilleo alrededor de todo mi cuerpo ya que estoy recordando una de las obras mejor escritas de la historia del teatro y mejor interpretadas de la historia del cine. (La obra ganó el Pulitzer y varios óscars).

Tres actorazos que hacen tres papelones, Marlon Brando fue derrotado por Bogart (La Reina de África) en uno de los momentos más injustos de la historia de los Óscar pero no importa porque la mirada de Brando enfundado en la camiseta blanca pasó a la posteridad....

A mi lo que más me gusta es Blanche (interpretada con una majestuosidad incomparable por parte de Vivien Leigh), su personaje, su forma de pensar, como habla, como está interpretada...

Blanche coge un tranvía y se baja en la estación deseo esperando cambiar de vida y encontrar lo que anhela. Acaba viviendo con su queridísima hermana la cuál no le hace el caso necesario debido a que está casada y por mucho que se quiera el corazón manda en la edad adulta.

La elegancia, cultura y formación de Blanche chocan irremediablemente con el marido de su hermana, un rudo, fuerte y chulo hombre que se lleva a su querida hermana y que no la deja compartarse tal y como es.

Una chica presumida y requeteformada contra un proletario de origen inmigrante que levanta el país con su esfuerzo.

El duelo de interpretaciones y de personajes es de lo mejor que hay en la historia del cine, el guión y tanto las actuaciones como personajes son de una tal grandeza que el visionado de ésta película es asignatura obligada para innumerables guionistas, directores y actores.

Dicho ésto, a lo mejor es más interesante verla en un teatro pero los actores de la película son tan buenos que la recomiendo a todo el mundo.

Y ya sabéis amigos...

<<Siempre he creído en la bondad de los desconocidos>>
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Nueva Orleans y el Genio
Sin duda alguna, Un Tranvía llamado Deseo es de las mejores películas que he tenido la gran suerte de ver en mi vida. Un film basado en la inmortal obra de Tennesee Williams que cuenta con todos los factores necesarios para haberse convertido en mito cinematográfico de primer orden. Bajo la narrativa dirección de ese gran maestro que fue y es Elia Kazan, y el escenario inimitable de la ciudad de Nueva Orléans, los actores bordaron unos papeles que les fueron como anillo al dedo para demostrar al mundo entero de qué casta están hechos los auténticos iconos del cine y el por qué su huella permanece y permanecerá imborrable en la gran pantalla a lo largo del tiempo.

Con su papel, sumado al de Scarlett O`Hara en Lo que el Viento se Llevó la grandísima Vivien Leigh se superó a sí misma dejando su indiscutible sello personal impreso a oro y fuego en los anales de la historia del cine de todos los tiempos, pues sin duda alguna, ejecutó con brillante maestría una de las más complicadas, perfectas y reales interpretaciones que ha dado el cine en toda su historia. Esa chulería escupida a la cara, esa lucha interna en la que trata de aferrarse a sus raíces y a su pasado, ese victimismo embustero y pedante, y la caida en el abismo de la locura encubriéndola por todos los medios con malas artes la hicieron bien merecedora de su segunda estatuilla convirtiéndola en mito imperecedero. Pero bien es cierto que esta maravilla de película no puede entenderse sin la aportación magistral de Marlon Brando en plena apoteosis de su belleza salvaje y adolescente, bordando un papel que requería esa fuerza casi bestial recubierta por su ego masculino tan sobresalientemente interpretado por este actor que comenzaba a forjar su leyenda de icono de masas y mito cinematográfico.

Una película imprescindible y básica para entender el significado del cine, donde podemos apreciar claramente una química mágica y casi celestial entre estos brillantes actores, que junto a su director, nos regalaron uno de los mejores dramas de todos los tiempos, imperecedero y perdurable en la memoria de los verdaderos amantes del séptimo arte.
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9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
A Dios pongo por testigo que se subieron al Tranvía del deseo
Si una película está basada en una obra de Tennessee Williams uno puede hacerse una idea de lo que se mostrará en pantalla; Deseos íntimos reprimidos, frustraciones ocultas, odio contenido y todo va saliendo a relucir progresiva y violentamente, asistiendo el abrumado espectador al derrumbamiento constante de una serie de individuos marcados por un pasado demasiado presente, en una lucha psicológica sin tregua y sin límites donde cada uno saca a relucir sin contemplaciones ni piedad verdades innombrables y guardadas por muy doloroso y traumatizante que sea el sacarlas .

Marlon Brando se enfrenta a todos y a todo y termina por conmocionar al espectador con sus arrebatos de ira y sobre todo por sus gritos que se suceden de manera insistente uno tras otro llegando a ensordecer al respetable.
Vivien Leigh se desmorona poco a poco y sin apenas darnos cuenta mientras que su profunda belleza y su refinado y desmesurado comportamiento cautivan y hechizan al espectador a la vez que lo embauca con largos e inagotables comentarios que por otra parte resultan demasiado novelescos y teatrales pero que en boca de la Leigh no aburren.
Esta película de Elia Kazan se diferencia en algo de otros dramas u obras de Tennessee Williams. Posee algo que la hace distinta a otras películas con una pareja de altura en el reparto y la razón es la pareja protagonista poco corriente de este film.

Contemplando a Marlon Brando uno no está viendo sólo una soberbia actuación suya empleando el mítico método del Actor´s Studio y dejándose la piel en cada escena (o la voz) y uno no está sólo asistiendo a una nueva recreación de Scarlett O´Hara menos radiante y risueña que la dama sureña de “Lo que el viento se llevó” sino más desolada y oscura a la manera que únicamente Vivien Leigh podría mostrar, en una interpretación que rebosa tristeza y desesperanza por donde se mire.
Si algo convierte a esta obra en imperecedera es el hecho de que Brando realmente es como su personaje y el personaje es Brando. De igual manera Vivien Leigh bien podría ser la inestable Blanche. La línea que separa la ficción de la realidad es muy fina y
Marlon Brando era así de rebelde y chulesco dentro y fuera de la pantalla, incluso en el tema de los malos tratos (asunto que está muy presente a lo largo de todo el film).
A Vivien Leigh podrían atribuírsele muchas de las virtudes y defectos de sus personajes y su vida se asemejó a veces demasiado a sus personajes del cine. Sufrió de crisis nerviosas y padeció desequilibrios emocionales agravados sobre todo en su etapa final y que la condujeron a severas recaídas psiquiátricas.
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7
Cuando el Cine también era Teatro.
Cuando valoro este film con un 7 no estoy manifestando que me perezca o sea simplemente buena. Con ello quiero decir que cualquier película actual no le llega a esta obra ni a los créditos finales, ahora bien, cuando vi la cinta, anduve con una sensación extraña en todo momento, me gustaba pero no me atrapaba, no terminaba de engancharme. Al finalizar, leí excelentes críticas aquí vertidas y no quise posicionarme entonces, dejé que pasara el tiempo para resolver "estos desencuentros míos", hoy creo entender porqué:

1. Un tranvía llamado deseo, tiene una áurea mítica que nos nubla desde un inicio, para bien o para mal, eso no permite que muchos tengamos una objetividad inicial, como con otras películas.

2. El contenido me parece bueno, simplemente, al igual que el guión (aunque estrenamos ortografía) y demás detalles técnicos, un poco forzado el mensaje para una película, sobre todo desde la perspectiva actual (quizás este es mi error).

3. Lo que despierta mi atracción (y en general de muchos aquí), es la soberbia actuación de dos titanes de la interpretación, Brandon y Vivien, tan sólo por esto es Buena la cinta.

En fin, que esta es una película que pertenece a una época en el que el cine era Teatro grabado, donde los efectos apenas existían y la trasmisión del mensaje y lo que representa dependían de la capacidad y buen hacer de los actores y actrices, del guión y de los silencios y actos.

Que es una buena cinta, sí, pero sería mejor obra de Teatro (para un servidor).

Yo, Claudio.
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Unos retratos psicológicos bastante memorables.
Sin duda una obra clásica del teatro y del cine, Un tranvía llamado deseo es un título obligatorio de leer y de ver.
A medio camino entre el teatro y el cine estamos ante unos actores memorables y bien recordados por estos personajes.
La película se adentra poco a poco en las mentes de estos personajes, Blanche, Stan y Blance, tres personajes bien retratados y actuados, especialmente la pobre Blanche.
Un hombre machista, de los barrios bajos queriendo imponer su poder en la casa que él reina y domina, sometiendo a todo lo que le rodea e imponiendo su ley, un carácter característico de aquellos que participaron en la segunda guerra, con tendencia al alcohol y a la violencia somete a su pobre mujer la cual a veces se siente con la necesidad de ser sometida, dos personajes que a su manera se entienden bastante bien.
El entendimiento de estos dos personajes se rompe hasta que aparece la hermana de Blance, Blanche una mujer con miedo a la vejez, a la muerte, alcohólica y una serie de cosas que le llevan a un trastorno psicológico escondiendo bajo una mascara de inocencia un sórdido y negro pasado.
Uno acaba odiando a los personajes, sintiendo lástima por todos y queriendo saber la verdad de todos que solamente en algunos momentos uno llegará a suponer ya que solamente se rozarán ciertos temas sin llegar a hablar con pura claridad.
La película trata a los personajes con dureza haciendo que se enfrente entre ellos sin piedad.
Con esa música jazz se consigue ese toque especial y americano, una música que enmarca a los personajes en el ambiente de los barrios bajos de New Orleáns.
Una película imprescindible.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
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