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15 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
La democracia muere en la oscuridad
Para entrar en contexto: El 12 de diciembre de 1979 Chun Doo-hwan, un teniente general del ejército, lideró un golpe de estado militar que supuso el fin de la cuarta república de Corea del Sur y el inicio de casi una década de terror. El 17 de mayo de 1980 Doo-hwan obligó al consejo de ministros a aplicar una ley marcial en todo el país, cerrando así universidades y prohibiendo la libertad de expresión, prensa y reunión. Los estudiantes de todo el país salieron masivamente a la calle para protestar pero las detenciones en masa de líderes universitarios y políticos acabó con las protestas. En la ciudad de Gwangju hubo disturbios cuando tropas especiales del ejército llegadas hasta esa localidad cargaron violentamente a golpe de porras y bayonetas contra los estudiantes que se manifestaban de forma pacífica, dando paso así a una batalla campal que duraría varios días.
Durante casi una semana la ciudad permaneció completamente aislada del mundo exterior y rodeada por tropas del ejército que esperaban la orden de retomar la ciudad. La madrugada del 27 de mayo los militares acabaron con la revuelta asesinando a cientos de personas.

Jang Hoon narra con pulso firme y sin caer en el sentimentalismo vacuo la historia real del reportero alemán Jürgen Hinzpeter, que se infiltró en la masacre que tuvo lugar los días 18 y 20 de mayo en Gwangju gracias a la ayuda de Kim Man-seob, un taxista de Seúl. Los esfuerzos del periodista contribuyeron a la democratización del país, arriesgando su vida para difundir en todo el mundo las horribles imágenes de la sangrienta medida militar.

A Taxi Driver (Taeksi Woonjunsa) es la historia de un humilde taxista, de un hombre corriente ajeno a la realidad social y política de su país, que vive por y para trabajar. La maravillosa interpretación de Song Kang-ho (Kim) es el vehículo para la dramatización de este terrible evento histórico; es la transformación de su personaje lo que da sentido y corazón a la cinta: La clase trabajadora toma conciencia política y lejos de apartar la mirada arriesga su vida para defender la soberanía del pueblo de las injusticias del totalitarismo.

El director consigue crear un perfecto equilibrio entre el humor, el terror y la humanidad, y aunque hay algunas escenas algo exageradas, proporcionan un alto nivel de entretenimiento y epicidad. De alguna manera, Jang se sale con la suya: Divierte y emociona al mismo tiempo que denuncia unos hechos que no se deben olvidar.
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38 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Crítica de A Taxi Driver: Los héroes de Gwangju por Cinemagavia
El director surcoreano Jang Hoon que en el pasado ya dirigió otras películas con mensaje político como, por ejemplo The host, ha vuelto a dirigir esta que nos ocupa como si fuera un thriller de acción, con todos los ingredientes para ser una película de éxito, no en vano fue seleccionada como candidata a los Óscar como mejor película de habla no inglesa.

Aun disfrazada de película de acción con protagonista antihéroe de los que el espectador en seguida se enamora, y con persecuciones automovilísticas imposibles, amén de giro brusco de guion que nos hace pasar de las risas del principio a la tensión más angustiosa, consigue perfectamente su objetivo de activar conciencias y realizar un retrato en movimiento de unos hechos históricos que sus dirigentes intentaron ocultar al mundo.

Sumamente inquietantes son las escenas de la manifestación de los estudiantes, donde los disparos indiscriminados sobre los manifestantes, desdibujados en una atmósfera difuminada por los botes de humo, son de un aterrador realismo que conmueve hasta las lágrimas al indefenso espectador en su butaca.

Y, como no, el verdadero “héroe” de la película es Song Kang-ho, que interpreta al taxista Kim.

Con una gran variedad de registros interpretativos en su haber, iremos viendo como su personaje pasa de ser un sencillo trabajador al que poco le importa la política, al de un ciudadano al que se le despierta su pensamiento crítico debido a los acontecimientos en los que se ve envuelto.

Thomas Kretschmann interpreta a un creíble reportero que filmará la masacre, pendiente de su trabajo e ignorante de los problemas de la gente que le rodea.

Pocas veces disfrutamos en pantalla grande de unos paisajes tan magníficos como los que el taxista y su cliente nos muestran de camino a la ciudad de Gwangju, todo un deleite para la vista.

Ese verde lujuriante enmarcado en autopistas vacías que contrasta con calles sucias llenas de papeletas propagandísticas llovidas del cielo, o los colores del cumpleaños del Buda frente a las atrocidades en las calles, yuxtaponen la sublime belleza con el más profundo horror humano. El cielo y el infierno. La vida y la muerte.

Lo que casi no vamos a ver son mujeres. Al más puro estilo norteamericano de películas de acción, los que luchan, sufren y salvan al mundo son hombres. Las mujeres están en casa o en los hospitales con los heridos.

Corría el año 1980 en Corea del Sur. El dictador Park Chung-hee es asesinado y Corea del Sur sufre un golpe de estado, ascendiendo el general Chun Doo-hwan al poder. Centenares de personas, sobre todo estudiantes, tomaron las calles de Seúl y varias ciudades más para reclamar libertad y democracia.

Estas rebeliones fueron duramente reprimidas por la policía y el ejército, ocasionando gran número de muertes. Pero el pueblo no se rindió.

El 18 de mayo en la ciudad de Gwangju, cientos de estudiantes que intentaron acceder a la universidad se encontraron con que soldados apostados en las puertas se lo impidieron.

La situación se complicó y los estudiantes se defendieron arrojando piedras. La lucha se trasladó al centro urbano por lo que el gobierno decide enviar tropas y sitiar la ciudad. Nada ni nadie podía salir de allí.

Las fuerzas gubernamentales golpearon y dispararon indiscriminadamente a manifestantes y a testigos presenciales.

No hay cifras claras de los muertos que allí hubo. Fuentes oficiales hablan de 165 personas, mientras que las estimaciones no oficiales mencionan que habrían muerto entre 1000 y 2000 civiles.

La masacre de Gwangju fue un hito importante en la política e historia de Corea del Sur. La popularidad de Chun Doo-hwan cayó en picado y los hechos propiciaron movimientos que posteriormente llevarían la democracia a este país.

Esta masacre se convirtió en la insignia de la lucha de los surcoreanos contra los regímenes autoritarios y su búsqueda de la democracia.

A Taxi Driver: Los héroes de Gwangju ha conseguido dar visibilidad a un capítulo trágico y violento de la historia surcoreana y a la vez ofrecer una película entretenida, inquietante, con un ritmo intenso y progresivo, enmarcado en una actuación magistral del protagonista y una más que correcta factoría técnica.

Una oportunidad de oro para aprender un poquito de historia sin tener que hincar los codos; simplemente tenemos que sentarnos, abrir los ojos y disfrutar.

Escrito por Luz Nogués
https://cinemagavia.es/a-taxi-driver-gwangju-pelicula/
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16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Un taxista inolvidable
Me sorprendió gratamente esta joya coreana. Creí que era una comedia, no había leído nada sobre ella y además los puntajes eran buenos y nada mas. Si una película te mantiene con la intensidad de esta historia tan bien contada, actuada y filmada, la calificación debe retribuirla justamente. Me encantó, no soy crítico de cine, solo intento disfrutar y pasar un grato momento y Un Taxista me lo permitió holgadamente.
Saludo y brindo por esta maravillosa película. Gracias a sus realizadores.
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Preciosa pero podría haber sido perfecta
Una joyita coreana que, puliendola un poco, podría haber sido una peli de 10 en vez de una de 7-8. Tiene una buena historia que contar, un buen mensaje que transmitir, buenos personajes bien interpretados, buena fotografia, buenos momentos... Lo tiene todo y aún así no es perfecta, pero sí 100% recomendable y de lo mejor que he visto en los últimos años.

Tres cosas que la hacen una de las mejores películas de este año:

-Tiene un arranque maravilloso, una primera media hora de comedia costumbrista que es una delicia.

-El casting está muy bien elegido, especialmente el actor que interpreta al taxista, borda a ese pobre diablo que vive buscándole la vuelta a todo para ir tirando con lo justo, que es un payasete enternecedor y a la vez un viudo que lo lleva por dentro para proteger a su hija, que comienza siendo un cuñado cegado por la realidad y el camino le llevará a la comprensión y al compromiso político. Inolvidable personajazo.

-Pudiendo contar un evento político desde un punto de vista documentalista como suelen hacer casi todos los biopics, elige el formato de road movie para narrarnos la forma en que unos personajes se mueven dentro de ese marco histórico. Chapeu por elegir contarlo así, le da frescura y originalidad y consigue que el espectador sienta mas complicidad y empatía por la historia que le están contando.

Tres cosas que la separan de ser casi una obra maestra inolvidable:

-No explica las motivaciones de los manifestantes, uno tiene que irse a internet para poner en contexto toda esa convulsión.

-Se queda un poco a medio camino entre el drama de personajes y el cine de denuncia, no terminando de redondear ninguno de los dos. Echo en falta más contexto sobre lo que está ocurriendo a nivel político y a la misma vez tampoco termina de llegar lejos en la relación de sus protagonistas, dejando especialmente frío el tratamiento que hace del periodista, del que apenas llegamos a saber nada.

-Tiene un final demasiado convencional, con alguna escena de cine comercial cutre de por medio (la persecución).
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
A golpe de Taximetro
Mayo de 1980. Un taxista de Seúl llamado Man-seob (SONG Kang-ho) se encuentra con una oferta demasiado buena para ser verdad. Si lleva un pasajero alemán de Seúl a Gwangju y viceversa antes del toque de queda ya que hay un golpe de estado militar, se le pagará la suma de 100.000 won, suficiente para cubrir varios meses de renta que debe. Sin pararse a preguntar los detalles, recoge al reportero extranjero Peter (Thomas Kretschmann) y se pone en marcha. Después de sortear controles del ejército en las afueras de Gwangju logra encontrar la manera de entrar a la ciudad. Allí se encuentran con multitud de personas que participan en manifestaciones a gran escala contra el gobierno golpista y que el ejército reprime con suma violencia asesinado indiscriminadamente. El mundo exterior no sabe nada de lo que está ocurriendo por lo que el Taxista y el periodista tendrán que sacar el material filmado jugándose la vida.

Estos sucesos reales son llevados a la pantalla por Hun Jang director de "Secret Reunion" y la película de guerra "The Front Line" con uno de los actores más reconocidos del cine coreano que es Kang Ho Song (Memories of Murder, Sympathy for Lady Vengeance, The Host) hace un papel memorable de taxista ingenuo y buenazo. Le acompaña el actor alemán Thomas Kretschmann visto en "Los Vengadores","King Kong" o el inolvidable oficial nazi de "El Pianista".

Un episodio trágico y violento de esta masacre ocurrida en la ciudad de Gwangju pero que pierde mucha credibilidad por culpa de demasiadas "licencias" peliculeras y sentimentales que adornan demasiado el film, perdiendo la épica y la seriedad con la que se debería de haber mostrado.

No obstante la película está muy bien interpretada y ambientada denunciando bien como los intentos del gobierno de mantener a la prensa extranjera engañada, así como la transformación de la manera de ver las cosas del taxista. Por lo que la película resulta muy entretenida a pesar de sus dos horas y cuarto de duración.
Destino Arrakis.com
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10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Gran personaje el taxista
Me ha parecido una película interesante por dos motivos: uno por denunciar y dar a conocer unos hechos de violencia de estado que muchos no conocíamos y otro más cinematográfico por la forma de contarlo. Y lo hace a través del taxista que lleva al periodista al lugar de los hechos, resultando un auténtico protagonista que vive los acontecimientos en primera persona y con un humanismo extraordinario. Gran interpretación la del actor que encarna dicho personaje.
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El taxista aventurero
El cine de los últimos años está siendo un vehículo para conocer historias reales que a nivel personal desconocía, y por lo tanto ser una manera de informar de acontecimientos históricos. Puede que sean excesivas las películas basadas en hechos reales, pero el problema es cuando esa obra cinematográfica no aborda bien el hecho real, y posteriormente tienes que acudir a buscadores de internet para informarte más a fondo del caso real. Esto último que acabo de contar no vale como ejemplo en esta película coreana, ya que sí está bien tratado el asunto desde el inicio hasta el final, y lo hace de manera bastante dinámica consiguiendo una buena mezcla entre cine de entretenimiento y el de autor, y creo que puede gustar a todo tipo de público siendo fácil de recomendar.
La película es el cuarto largometraje dirigido por Jang Hoon, y fue la propuesta seleccionada por Corea del Sur para representarla en la carrera hacia el premio Óscar 2018 en la categoría d película de habla no inglesa, y me parece una buena elección por los motivos que comenté anteriormente, aunque finalmente se quedó fuera de la shortlist de 9 precandidatos a la nominación.

Se desarrolla en 1980 durante las revueltas estudiantiles contra el dictador, el General Chun Doo-hwan, que se había hecho con el poder del país a finales de 1979 de manera reaccionaria, y que tenía sometida a la sociedad. Un periodista alemán llega a Seúl con la intención d enfilar lo que está sucediendo y ofrecer al mundo la visión de la cruda realidad ocultada por el gobernante del país, y su objetivo es llegar hasta Gwangju, la ciudad sitiada por el ejército y en donde está el foco de las revueltas y las protestas ciudadanas. Ahí es donde entra en juego el protagonista, el taxista viudo que vive con su hija y tiene deudas y dificultades para sobrevivir y que está astuto para hacerse pasar por un conocedor de la lengua inglesa para conseguir el dinero necesario para saldar sus deudas con la casera. Con anterioridad en los primeros minutos se hace una gran presentación de ese personaje, el de Kim el taxista, que tiene un gran sentido del humor y al que según pasan los minutos le coges cariño cuando observas sus problemas diarios y como intenta dar un giro a su vida.

La película tiene unas buenas escenas de acción en la segunda mitad, es bastante dinámica, cuenta con un gran montaje, y el guion es bastante coherente. Thomas Kretschmann interpreta a Peter, el reportero alemán, que se mueve durante toda la película con aspecto despistado, pero que es incisivo a la hora de saber que su objetivo es llegar a Gwabgju, filmar lo que está sucediendo y que ese material no sea destruido para que el mundo pueda conocer la. verdadera realidad de Corea del Sur.
Es imprescindible verla en versión original, ya que nos encontramos con una película en donde el asunto del lenguaje juega un papel fundamental en el desarrollo de la trama, y no tiene sentido doblarla porque estoy seguro que perdería la esencia de los diálogos.
Una notable película con buenas escenas de acción, mucho humor, un personaje central ( el del taxista ) que es entrañable y con un buen montaje. Una agradable sorpresa fácil de recomendar. El principal problema es que la sobra metraje, en los 10-15 minutos finales, incluyendo una escena con un discurso innecesario por parte del personaje del reportero, aunque me parece un acierto lo que vemos en los títulos de crédito y conocer las declaraciones del personaje real del periodista antes de su muerte.

LO MEJOR: El montaje y la calidad técnica del proyecto. El personaje central es entrañable y con mucho humor.
LO PEOR: Se alarga en exceso.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Buscando la democracia
Corea del Sur se ha logrado afianzar como uno de los países más desarrollados económicamente en su región, todo un modelo a seguir. Por estos lados se tiende a visualizar estas sociedades casi como “utópicas”, nada más alejado de la realidad, porque en su interior estos tienen fallos como cualquier otro Estado-Nación.

El último ejemplo de esto es el mandato de la expresidente Park Geun-hye, terminado antes de tiempo en 2017 por un sonado escándalo político. Ella es hija de Park Chung-hee, polémico dictador que estuvo en el poder desde 1962 hasta 1979, año en el que fue asesinado. En esa época el país comenzó su crecimiento económico, pero siendo autoritario y persiguiendo a sus opositores.

Al momento de su asesinato, la inestabilidad surcoreana era latente, un gobernante provisional con promesas de retorno a la democracia sería destituido mediante un golpe de Estado, Chun Doo-hwan emerge como presidente siguiendo la línea de Chung-hee: militar, golpista, dictador y autoritario. Corea del Sur va a seguir bajo esta sombra política desde 1980 hasta 1988.

Es en este contexto posterior al golpe y donde Doo-hwan comienza a establecer su política que se ambienta Taeksi Woonjunsa, más concretamente en las tristemente recordada Masacre de Gwangju, evento ocurrido entre el 18 y el 27 de mayo de 1980, donde los pobladores de esta ciudad se levantaron en contra del gobierno, buscando mejores condiciones sociales, económicas pero sobre todo libertades políticas.

El filme sigue a Kim (Kang-ho Song), un taxista de Seúl que se las ingenia para realizar un viaje con un extranjero a Gwangju, este hombre es Jürgen Hinzpeter (Thomas Kretschmann), un reportero alemán que busca evidenciar las atrocidades del gobierno surcoreano de la mano del ejército en contra de la población civil durante estas manifestaciones, ya que como es de esperar los medios de comunicación a lo interno del país se encuentran fuertemente censurados.

El debutante Yu-na Eom fue el encargado de la escritura del guion, toma esta historia real del reportero y el taxista, pero es evidente que la maquilla con elementos cinematográficos para hacer más entretenido el filme. Logrando un muy buen resultado, la película fue un éxito en taquilla en su país natal, a pesar de abordar un tema tan delicado, abre puertas al dialogo y a conocer esta historia vital para el proceso democrático de Corea del Sur.

El tono del largometraje navega entre el drama, propio del contexto, y la comedia, no siempre bien conseguida. Los momentos tensos son varios, de hecho queda claro para el espectador que realmente lo que se vivenció fue una verdadera masacre. El shock es constante pero en ocasiones se abusa del recurso, particularmente en una secuencia que se alarga de más donde los ciudadanos están siendo cruelmente abatidos.

Otro punto donde flaquea, que ciertamente es innecesario pero que es consecuente con la idea de llegarle al espectador, es en la entrevista que le hacen al verdadero Hinzpter, ya siendo un anciano, es poco tiempo pero no hacía falta. A pesar de esto, el resultado general de Taeksi Woonjunsa termina siendo bastante bueno, entretiene, educa sobre un tema tenso, podrá divertir a algunos y hace reflexionar, recomendable.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
MUY RECOMENDABLE
Que esté basada en un hecho real ya es la mitad de la puntuación, luego la forma de contarlo me ha encantado, tiene algún pero, aunque nada que perjudique el resultado final de la "carrera" de este taxista hacia la verdad de lo que está pasando en su país, chocante que tenga que venir a saberlo a través de un extranjero o de la juventud que supuestamente no saben nada de la política ni de la sociedad de su país.

No hay más ciego que el que no quiere ver, si uno es conformista y no mira más allá de los muros de su casa... se puede encontrar con grandes sorpresas
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Yo lo conocí en un taxi, en Corea del Su-ur
"A Taxi Driver: Los héroes de Gwangju" es una película de Jang Hoon que narra una historia real sucedida en el año 1980 en Corea del Sur, en la que un taxista ayuda a un reportero alemán a cubrir los sucesos del levantamiento de Gwangju, contribuyendo a revelar las prácticas represivas brutales del ejército surcoreano y allanar el camino para el establecimiento definitivo de la democracia en el país.

No sorprende que una historia como la de Kim Sa-bok y Jürgen Hinzpeter haya sido llevado al cine, pues el valor simbólico que ha alcanzado en la cohesión de la cultura democrática de su país es algo innegable. Ésta es, desde luego, una obra plagada de valores humanistas, dura y sufrida pero idealista en el fondo, y concebida en primer lugar como un homenaje a ambos personajes, su lucha y su contribución. No veremos ningún tono irónico ni mucho menos una actitud revisionista en ella, pero tampoco es algo que se eche de menos en una obra como ésta.

Es en ese último aspecto donde en teoría podrían aparecer más reticencias. ¿Qué aporta una película que en su base no está haciendo más que repetir y reflejar en ficción ideas que han calado y forman parte del imaginario de la sociedad surcoreana? En ese sentido "A Taxi Driver" resulta una obra inevitablemente impersonal, que canaliza, sin ninguna clase de filtro interpretativo, un sentimiento colectivo, y que lo único que hace, al final, es reafirmarlo.

En todo caso, esta negatividad inicial con la que abordo la cinta termina suponiéndole una oportunidad para reivindicarse. Y es que todo lo que podría mencionar del filme acerca de su falta de riesgos y su acomodación a un discurso y una visión de la historia ya de sobra aceptada e incrustada en esa sociedad palidece ante una simple observación: está bien realizado. La fotografía es competente en su uso del color y en su manejo de encuadres, trasladando de la cotidianeidad al caos y de la felicidad al horror con una facilidad impresionante, y destacando sobre todo en la narración visual de esa primera toma de contacto con la represión militar, a pie de calle y llena de transiciones caóticas y un ambiente irrespirable. A nivel narrativo establece un ritmo preciso y coherente, utilizando también de manera eficiente el shock visual para construir un relato creíble en el que las motivaciones y el desarrollo de las mismas suceden con naturalidad, en especial el de Kim Sa-bok que destaca como un personaje que debe reconstruirse desde su misma base y cuyo crecimiento a lo largo de la narración era algo especialmente crítico. La película responde a su mayor reto con eficiencia, apoyada no solamente en un guión que nos hace empatizar con cada paso del despertar del protagonista, también en una excelente interpretación de Song Kang-ho que capta a la perfección los matices de su personaje y ahonda en la credibilidad de su retrato emocional.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce en cuanto a la ejecución narrativa y estética de "A Taxi Driver". En particular, la obra adolece de una ingenuidad preocupante al apelar al espectador, como si estuviéramos viendo un producto de otro tiempo o por completo carente de consciencia de lo trillado y a estas alturas hasta parodiado y subvertido de su propio lenguaje. Verla utilizar esas cámaras lentas y esas frases pretendidamente profundas o cortantes en secuencias que pedían a gritos una ejecución sobria resulta en ocasiones sonrojante, y le dan una apariencia boba que no es precisamente lo que una historia como ésta debería transmitir. Probablemente esto sea una cuestión cultural generada por la diferente exposición a dichas fórmulas narrativas y para su país de origen y verdadero público objetivo esto resulte completamente aceptable, pero yo no puedo más que distanciarme mucho de la película y su discurso emocional en esos momentos.

Por la convicción de su ensalzamiento democrático frente a la represión y por mostrar una parte de la historia reciente de Corea del Sur de gran valor simbólico, no es complicado entender el entusiasmo generado por esta película, como tampoco es en absoluto difícil recomendarla. Ni siquiera mis problemas personales con el uso de algunos recursos para el énfasis estético o emocional me impiden reconocerla como una obra en ocasiones cautivadora, pero sobre todo, en general y a lo largo de todo su metraje, eficaz. Incluso los caminos tan transitados por los que discurre esta cinta se han de recorrer bien, y en ese sentido, con todos sus altibajos y reticencias, no puedo más que aplaudir en último término la propuesta de Jang Hoon.

Texto escrito para Cine Maldito.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Saber qué contar y saber cómo contarlo.
Hay muchos momentos históricos que merecen la pena ser mostrados en la gran pantalla, y este, sin duda, es uno de ellos. El cine coreano sigue demostrando estar en perfecta forma y logra envolver unos hechos realmente dramáticos bajo la apariencia de una intrigante película de acción perfectamente ejecutada, que incluso tiene la dosis de amabilidad necesaria para contrarrestar la tensión de las escenas más duras. Si a todo ello le añadimos unas actuaciones bien medidas y dosificadas, conseguimos una película bastante redonda, y que debería dejar satisfechas nuestras ganas de seguir disfrutando de una forma diferente de hacer cine y que, con mucho esfuerzo, nos llega desde casi el otro extremo del mundo.

Lo mejor: Quizás sea algo maniquea en su planteamiento, donde no hay medias tintas y todos sus personajes son buenos o malos.

Lo peor: Yo diría que el póster es muy poco representativo de la película, siendo este uno de los pocos apartados en los que el cine coreano debe mejorar notablemente (por lo menos de cara al mercado europeo). Además de algún minutito que le puede sobrar a la película.

aluCINEando.com
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7
LIBRE
En el 80 el dictador de turno, en el país de turno, realizó la matanza de civiles de turno. Hecho que se viene repitiendo ciclicamente desde que el mundo es mundo y lo que nos queda. Jang Hoon (Corea del Sur / 1974), director con una filmografía escasa pero muy interesante, nos lo cuenta con gran habilidad narrativa y un reparto eficaz con un Song Kang-ho espléndido en el papel del taxista que llevó desde Seúl a Gwangju al periodista alemán que dió fé de lo que allí estaba ocurriendo. Ambos se jugaron la vida en el intento como tantos otros en cualquier parte del mundo que no tuvieron tanta suerte. Lo mejor indudablemente es el proceso de toma de conciencia del personaje que interpreta Kang-ho que va evolucionando al igual que la cinta desde una comedia picaresca al drama más terrible. Es cierto que falta contexto y el director se despreocupa del perfil del reportero alemán centrándose en el personaje del taxista, pero él solo se basta para hacernos reír o llorar según convenga con la humanidad de su personaje. Sobra metraje y algunas escenas de escasa verosimilitud  rodadas para la galería, aunque sea con buena mano. Otras rozan a gran altura y todas ellas emotivas. El cine de Corea del Sur mantiene su buena forma y hay que revisitar y seguir a este director.

cineziete.wordpress.com
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6
Precaucion amigo conductor, la senda es peligrosa
Enviar las fuerza militares contra la población civil es una desgraciada actividad humana de la que aun no nos hemos librado y de la que hay múltiples ejemplos crónicos. Esta cinta trata uno de ellos, relativamente reciente en términos históricos: La Masacre de Gwangju de 1980.

Narra como el periodista alemán Jürgen "Peter" Hinzpeter se infiltra a la ciudad sitiada de Gwangju y allí toma evidencias gráficas de los evidentes abusos de las fuerzas armadas. Pero todo ello no hubiera sido posible sin un taxista anónimo. De hecho, este es el verdadero protagonista de la historia, interpretado por nada más y nada menos que Song Kang-ho, el talento Coreano que protagonizó The Host (2006), The Good, the Bad, the Weird (2008), o la irregular Thirst (2009).

Tenía muchas ganas de ver esta cinta, entre las más aclamadas y premiadas en Corea del Sur en 2017, pero debo decir que no me ha entusiasmado y a ratos incluso se me ha hecho pesada. Sospecho que está muy dirigida al público local y se me escapan sutilezas culturales que me impiden disfrutarla. Su larga duración (2:20 h) tampoco ayuda. A su favor decir que la película tiene dos partes, con tratamientos muy diferentes: La primera es una comedia amable y ligera, protagonizada por un conductor simplón y algo bobalicón, con toques de nostalgia a lo "cuéntame". La segunda es un drama de guerra, con algunas escenas de acción muy lights. Siempre me ha gustado este recurso filmográfico de cambiar el género de la cinta a medio metraje.

Me gusta que se hagan historias y películas mainstream que ayuden a recordar al gran público como de fácil es que las cosas se salgan de madre. No pretenden ser fieles a la historia real, ni levantar grandes debates. Pero utilizando fórmulas cinematográficas trilladas y edulcoradas pueden conseguir despertar inquietudes de querer saber más entre el público. Fue mi caso. Desconocía esta tragedia y, a raíz de ver la cinta, he estado una horita informándome del tema.

La cinta fue una sensación en Corea en 2017, junto con otra cinta histórica. Parece que habrá avalancha de este estilo en 2018 y los años venideros. Curiosamente la cinta recibió críticas y cierta indiferencia en China... Tal vez porque recuerde a ciertos eventos en la plaza de Tiananmen.
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Gwangju, mayo de 1980
A Taxi Driver: Los héroes de Gwangju (2017)
Dir.: Jang Hoon

Es importante leer un poco sobre los sucesos de Gwangju en Corea del Sur, la masacre de Gwangju que tuvo lugar entre el 18 y el 27 de mayo de 1980, cuando Corea del Sur se encontraba bajo la dictadura de Choi Kyu-hah. Un conocimiento de lo ocurrido ayuda mucho para entender lo que se muestra en esta película de Jang Hoon.

Al frente del film el actor Song Kang-ho, bastante reconocido en Corea y que aquí hace un buen trabajo. El póster de la película engaña, y mucho, respecto de lo que se va a ver. El principal problema que tiene es que quiere abarcar demasiado, desde la situación familiar del taxista hasta el viaje de ida y vuelta a Gwangju. A pesar de ello el resultado final es más que interesante desde varios puntos de vista. El principal, ver cómo tratan en el propio país sucesos ocurridos no hace tanto tiempo. En este aspecto la película alcanza un punto álgido cuando se muestran los disparos del ejército a los manifestantes, pero no parece que quiera entrar en demasía, pues el propio protagonista lo ve todo pero no se profundiza en lo que piensa más allá de la decisión final que toma respecto de su compañero el periodista alemán.

¿Cuáles son los motivos de las manifestaciones? En este aspecto la información en la película es inexistente, hay que tirar de Internet para saber algo. Quizás sea porque la película para consumo en Corea del Sur no lo precise, pero fuera del país de origen el conocimiento es importante. Lo que sí que es cierto es que la actuación del dictador en Gwangju tuvo bastante que ver con su caída unos meses después, en agosto.

Desde el punto de vista técnico y de producción a esta película no se le puede poner demasiadas pegas.
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El lado luminoso de Taxi Driver
택시 운전사, o A taxi driver, doblada también como Un taxista: los héroes de Gwangju. Un largometraje dramático de acción histórica, del año 2017 y dirigida por Jang Hoon; retrata la masacre de Gwangju, en el marco histórico de lo que fue el movimiento democrático y/o alzamiento de Gwangju. Basada en hechos reales, al sur de Corea del Sur, centralizada, a su vez, en la historia de un taxista. El levantamiento popular de la ciudad de Gwangju sucede en 1980, y abarcó 9 días: del 18 al 27 de mayo. Un año antes, el 26 de octubre fue asesinado el dictador Park Chung-hee que había gobernado 18 años (de 1961 a 1979), y le sucede el primer ministro Choi Kyu-hah, ratificando su mandato en las urnas y 6 días después de asumir, ocurre el Golpe de Estado del 12 de diciembre dentro del alto mando militar que resulta en el ascenso de facto del general Chun Doo-hwan. En este contexto y tras la ley marcial decretada luego del asesinato de Park, utilizado como excusa para el control social, comienza la película.

Un taxista sale de un túnel conduciendo, como si la oscuridad que dejara atrás le representara la metáfora de un acontecimiento trágico. Viaja felizmente, sonríe y canta, no sólo como si amara su trabajo sino además porque lo ama a causa de lo que el trabajo representa para él. Un trabajo que, como si le fuese un regalo de vida y su cuidado auto el reflejo de un querido recuerdo, le brinda apenas lo necesario para la supervivencia de él y su hija, una tierna pendenciera. Tras atravesar el autopista llega a la ciudad y he aquí el primer indicio de lo que será: tráfico a causa de una manifestación, una de las varias que en aquel entonces llevaban a cabo los sindicatos para exigir el cese de la ley marcial, la democratización política, por un salario mínimo y por la libertad de prensa. La triste aventura, lentamente, da sus primeros pasos.

Es interesante destacar el rol de la música personificada por el protagonista, cuya significación no es azarosa. Lo acompaña en su vida de clase trabajadora y en el instante del despertar de su conciencia... Es también notable su simpática alienación: su sentido del humor, su carencia de odio, su inerte anticomunismo, claramente producto de la hegemonía. A tal punto estos elementos configuran lo que podríamos decir, la primera parte de la obra, que en principio emerge la sensación de una afable comedia, humilde y sutil, en los límites de un acontecer dramático debido a su condición de clase. Su ausencia de odio en la queja resulta una protesta individualizada al paso, inocente. Su inercia ideológica, inclusive, sugiere simpatía a causa de su ingenuidad pulcra. Un trabajador que se ha erguido sobre su dolor, sin dejar por ello de padecer las consecuencias de su clase social. Debiendo el alquiler, necesita conseguir dinero cuanto antes. En su búsqueda, la historia se desarrolla de lleno en su núcleo: conoce a un alemán que, siendo trabajador de prensa, arribó de Japón a causa de los misteriosos acontecimientos de Gwangju. Sí, misteriosos porque dicho pueblo estaba cercado comunicacional y físicamente. Nadie podía entrar a la ciudad sitiada, ni salir. Nadie se podía comunicar con ella, ni ella con nadie. ¿Qué ocurría? Ese era el misterio que el periodista estaba dispuesto a descubrir, y a exponer. Pero necesitaba un taxista... Sobre el contacto con la ciudad, en su llegada, lo que es para nosotros también un acontecimiento, se logra transmitir con extrema fidelidad el asombro. Nuestros ojos son también los ojos sorprendidos del taxista y su pasajero. Ese ver atento, ese dejarse abrazar por las imágenes, acontecer por los rastros de la revuelta. Ese pensar: aquí sucedió algo..., algo grande. El silencio y la suciedad, el aerosol y el vestigio, configuran paredes que hablan y consignan. Pasacalles que gritan; carteles que exclaman sueños. El director, a más tardar, logra captar el sentimiento de solidaridad, propio colectivamente a los alzamientos populares. No se priva de nada: capta también la lucha y el sufrimiento, la injusticia y las lágrimas, la resistencia y el coraje. En cada sentimiento, una acción. En cada sensación, una contemplación ardiente. El sincretismo entre la pregunta y el silente nos conducen a la superación de todo miedo, y nos sumerge con excelente temple en las fronteras del heroísmo anónimo. Pienso: necesitamos armas. Siento: no hay más camino que la lucha total. Necesariamente, una seriedad madura debe invadir el rostro del espectador. Necesariamente, un puño cerrado entre lágrimas. La realidad, la lucha de clases, se impone. Se nos imponen las circunstancias: emergencias de la estructura. Así sucede en el mundo: no importa qué estemos haciendo o cuán ignorantes podamos llegar a ser, cuando la explosión social aflora, todo crece, incluídas nuestras oprimidas conciencias. Rebasa por todos lados la contienda. Nos damos cuenta, debemos darnos cuenta, y tarde o temprano debemos tomar partido.
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