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La reina del desierto
La reina del desierto (2015)
  • 4,6
    1.253
  • Alemania Werner Herzog
  • Nicole Kidman, James Franco, Robert Pattinson ...
4
Nicole Kidman de turismo y amores por Oriente Medio (cuando éste no estaba carcomido por el integrismo terrorista y radical).
El germano Werner Herzog dirige este biopic de época basado muy muy vagamente en la vida de Gertrude Bell y sus incursiones por el Oriente Medio de principios del siglo 19. Nicole Kidman (que se parece a la verídica Bell lo que un huevo a una castaña) encarna a esta arqueóloga, militar y espía británica... que en este largometraje ve reducidas sus profesiones a la de turista curiosa, amante ocasional y poeta aficionada. Parece como si la cinta no quisiera mojarse en absoluto con algo de fidedignidad, y opta por mostrarnos a este multifacético e intrincado personaje como un ser apolítico (cuando fue todo lo contrario. Desde sus denuncias públicas hacia el trato a la mujer por parte del extinto Imperio Otomano, pasando por su claro posicionamiento contra Turquía, contra el sionismo, y a favor de la influencia, el poder y mando británico en la fundación de Iraq entre muchas otras claras posturas que se ganaron el afecto de muchos y el desdén de otros) y para nada interesado en las estrategias geopolíticas de Occidente por aquellas tierras.

Bien, aceptemos esto. Aceptemos que una premisa tan potente con un personaje tan rico e inmenso quede acotado al romanticismo y a los tours exóticos (que la cinta quiera en su desenlace hacer de su revelación más importante el hecho de si la mujer en cuestión se casó o no es... en fin, no tengo palabras). El problema es que estos pocos mimbres tampoco nos dan "El paciente inglés" (1996), "Lo que el viento se llevó" (1939) o "El piano" (1993). Ojalá, pero no es el caso me temo. Los amoríos son tan superficiales como displicentes, los actores no comparten una sola gota de química (y no es culpa de la evidente diferencia de edad entre Kidman y sus co-protagonistas. Pues cintas como "Carol" (2015), "El lector" (2008), "Pretty Woman" (1990) o "El graduado" (1967) ya demostraron que no resulta ninguna traba cuando el material acompaña a sus intérpretes) pero el guión tan supérfluo y con abundancia de clichés tampoco les ayuda demasiado. Esto distancia al espectador con demasiada facilidad, haciendo que estos estandarizados y triviales personajes nos importen de poco a nada (incluyendo el personaje de Kidman que sigue ejecutando con pericia sus roles, y en este de damisela entre paisajes fascinantes está más que curtida (tiene en su haber muchos largos de este mismo corte como "Australia" (2008), "Cold Mountain" (2003), "Un horizonte muy lejano" (1992), "Retratos de una dama" (1996)). La australiana puede realizar este papel con casi con los ojos cerrados). La vertiente viajera es algo más magnética dados los paisajes que con tal gusto nos muestra Herzog (el punto fuerte de "La reina del desierto" es su cinematografía y su dirección, y lo que hacen de la cinta una experiencia más llevadera y seductora por momentos si se es aficionado al cine que nos lleva de viajes turísticos desde el salón. El grano del film es soberbio, la fotografía de una distinción exquisita con unos encuadres prolijos y elegantes así como una saturación del color perfecta, la oficiosa banda sonora se inserta con gran discernimiento y estimula el progreso narrativo, y el vestuario es de una elegante determinación).

Y así la trama discurre con cierto compás expositivo y con una factura envolvente... pero siempre de forma grisácea y plana dado el material de la vertiente guionista de Herzog. Un exceso de cautela a la hora de tratar su temática que nos deja con un romance de época más bien del montón y tirando a telefilm de sobremesa (se estrenó en salas en 2015; pues costó 36 millones de dólares y... recaudó 2). Y es una lástima porque sus ingredientes pudieron derivar en algo de mayor calidad (por la película deambulan actores como Damian Lewis, James Franco o Robert Pattinson que ya han demostrado su valía en otros productos como "127 horas" (2010), "Homeland" (2011-14), "The Disaster Artist" (2017), "El diablo a todas horas" (2020) o "El faro" (2019)). "La reina del desierto" nunca llega a hacer daño a la vista (dados ciertos diálogos que se quedan a un paso de la vergüenza ajena por su infantilismo y simplicidad, recitaciones que se compensan con otras algo más cabales (que transmiten el afán explorador e indagador del ser humano) y con un despliegue de expediciones realmente primoroso) pero se queda a poco camino de ser un desacierto estrepitoso. Ni tan mala como "Druídas" (2001) ni tan buena como "Gladiator" (2000) si de dramas de época se trata.... más bien se queda en un "El buen alemán" (2006), en un "Anna Karenina" (2012) o en un "Rebelde entre el centeno" (2017). Aceptable y entretenida para los más seguidores de los folletines ambientados en épocas anteriores, bastante obviable y olvidable para el resto. Admito que no soy gran fan del "period drama" o los romances históricos, pero si tengo que quedarme con cintas de este tipo que resalten con guiones más ricos y mayor adherencia entre su reparto... me quedo con "Tigre y dragón" (2000), "La favorita" (2018), "Belle" (2013), "Braveheart" (1995), "Ammonite" (2020), "María, Reina de Escocia" (2018), "Hysteria" (2011), "Brokeback Mountain" (2005), "Elizabeth" (1998), "Caballo de batalla" (2011), etc.

Lo peor: Su guión (en especial su poco sutil y muy tópica vertiente rosa).
Lo mejor: Su ambientación en líneas generales y en particular su atildada fotografía.
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Valerian y la ciudad de los mil planetas
Valerian y la ciudad de los mil planetas (2017)
  • 5,7
    15.887
  • Francia Luc Besson
  • Dane DeHaan, Cara Delevingne, Clive Owen ...
5
Una mona vestida de seda.
El prolífico Luc Besson, que cuenta en la mayor parte de su filmografía con cintas de acción con prominente protagonismo femenino ("Nikita" (1990), Juana de arco" (1999), "Anna" (2019), etc.), pero que también está curtido en largometrajes de ciencia-ficción donde prima el espectáculo visual y los golpes de efecto (Besson no es precisamente Christopher Nolan, Stanley Kubrick, Ridley Scott, James Cameron o Steven Spielberg a la hora de aportar unos relatos perfilado y multiversados. Y ni "El quinto elemento" (1997), "Lucy" (2014) o "Angel-A" (2005) tienen los guiones pulidos, hondos y multifacéticos de "Interstellar" (2014), "La naranja mecánica" (1970), "E.T." (1982), "Origen" (2010), "Inteligencia Artificial" (2001), "Tenet" (2020), Minority Report" (2002), "Terminator" (1984) o su secuela de 1992) nos ofreció en 2017 otro espectáculo futurista con más acción que trama... y con más presentación de su lore que de desarrollo y virajes en su material.

Tomando como base la serie de cómics francesa "Valerian y Laureline", el largometraje nos conduce por un futuro macro-tecnológico en el que la estación espacial internacional ha crecido a un nivel en el que ya conviven en ella numerosas especies extraterrestres, y que va viajando por el espacio sideral. Mientras los humanos ya se han hecho con el control del universo conocido y conforman las fuerzas del orden que van viajando de planeta a planeta. En este cuerpo policial que tiene su base principal en la estación espacial internacional (aka. la ciudad de los mil planetas del título) nos topamos con los protagonistas Valerian (Dane Dehaan) y Laureline (Cara Delevingne), su misión en esta película es más básica de lo que pretende hacernos creer Besson a priori.

Y ese es el principal error del film: presentarnos un guión demasiado mascadito (el segundo de empezar la película ya sabemos de forma poco sutil quienes son los "buenos muy buenos", y en cuanto hace acto de aparición el "malo muy malo" lo sabemos al instante por la cara de malo que fuerza el pobre actor al que le ha tocado el marrón de tal cliché (no diré quien, pero lo sabrán enseguida) en el que los personajes son unidimensionales hasta lo más esquemático (protagonistas incluídos), en el que los misterios e intrigas nos son desvelados demasiado pronto y sin ningún tipo de juego razonado... y cuyo desarrollo es tan rutinario como resobado en la cinta de aventuras más básica y tópica.

Y es una pena, porque "Valerian y la ciudad de los mil planetas" cuenta con geniales conceptos y con una puesta en escena soberbia. Pero no sabe sacarle el jugo con astucia e inspiración como otros films de lances detectivescos maridados con fantasía (este film pudo ser una de las entregas más decentes de "Star Wars", "Harry Potter" o la saga de la Tierra Media... pero opta por conformarse como un "Eragon" (2006), un "Percy Jackson" (2010), un "Hermosas criaturas" (2013), un "La casa del reloj en la pared" (2018) o un "Zipi y Zape" (2013)). A ver, no es el horror inconexo y superficial hasta el extremo de "Dragonball Evolution" (2009) o "Aeon Flux" (2005), y logra alzarse unos peldaños por encima de leves patinazos como "City of Ember" (2008) o "Mortal Engines" (2018)... pero mismamente en los años recientes hemos tenido otras someras aventuras fantásticas de palomitas como "Warcraft" (2016), "Hellboy" (2004) o "Ready Player One" (2018) que aportan algo más de dimensiones y cohesión en sus libretos para tornarse en entretenimientos algo más sólidos.

Desde luego a "Valerian y la ciudad de los mil planetas" le falla su guión, a pesar de no ser éste un desastre y de otorgar las dosis necesarias de fluidez para discurrir por sus andanzas con cierta soltura y agilidad (aunque en su último tercio la escasez de materia elaborada hace que los minutos se hagan algo más tediosos y cuesta arriba incluso para el más fan de Besson), le faltan flecos que el largo pedía como agua de mayo. Es esto junto a la patente falta de química de su par protagonista (que nos quiere vender una historia de amor con la que es imposible conectar) el lastre principal de un conjunto que presume de una gran calidad en el resto de sus aspectos.

Pues la imaginería visual que se nos da resulta asombrosa por momentos (ojo que George Lucas tomó referentes de estos cómics galos para su "Star Wars"). El diseño de escenarios es espectacular, el uso de la luz es realmente hermoso, y los efectos visuales son impecables. Esto hace que ciertas secuencias de acción (destaco por supuesto todo lo acaecido en el mercadillo virtual y la persecución de Valerian por la ciudad de los mil planetas a cierta nave) sorprendan para bien a todo amante de la fantasía en el Séptimo Arte. Desde luego el espectáculo descriptivo de todas las criaturas y lugares es tan armonioso como apoteósico. Todo un portento de fastuosidad que logra su objetivo efectista en todo aquel que tenga ojos. Un efecto que se pierde con suma facilidad por culpa del escaso poso y elaboración de su historia. Una lástima, pues Besson maneja la cámara con la naturalidad y pericia que acostumbra (no hay un solo plano académico errado) y el reparto cumple con oficio ante tales papeles (pero ni Clive Owen, ni Dane Dehaan... ni siquiera las modelos/cantantes reconvertidas a actrices (admito que espera algo muchísimo peor de ambas, pero al menos tienen cierta expresividad que ya es algo) Cara Delevingne y Rihanna pueden hacer milagros ante tales papeles).

Al final gracias a su diseño artístico y su ejecución en pantalla "Valerian y la ciudad de los mil planetas" logra compensarse frente a sus carencias y quedarse en una distracción pasajera. Pero solo tolerable para el público más infantil (pues el guión está más al nivel de cualquier telefilm de Disney Channel que de cualquier superproducción de Nolan o Spielberg), los aficionados a los avatares de fantasía y a los muy muy fans de Besson, Dehaan, Delevingne y compañía. El resto no tolerará ni sus primeros minutos.

Lo peor:
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Snake Eyes: El origen
Snake Eyes: El origen (2021)
  • 4,6
    1.945
  • Estados Unidos Robert Schwentke
  • Henry Golding, Andrew Koji, Úrsula Corberó ...
4
Una acción agraciada, una narración argumental patosa. Un combinado más cercano a la saga de "Street Fighter" que a la de "La jungla de cristal".
Spin-Off/secuela/precuela de la saga basada en los muñecos de acción de Hasbro G.I. Joe (con este material de base que no es Shakespeare precisamente, las expectativas nunca serán altas). Tras "G.I. Joe" (2009) y "G.I. Joe: La venganza" (2013), el germano Robert Schwentke nos propone un adentramiento a los orígenes de uno de los juguetes de estos dos equipos (el malvado equipo narcoterrorista Cobra y el heróico grupo capitaneado por Joe Colton, los G.I. Joe): el ninja del título Snake Eyes (Henry Golding).

Este protagonista tiene en este largometraje un comienzo inventado (la descripción del muñeco en cuestión y su devenir por las series de animación, los cómics y los largometrajes siempre ha sido catalogada como "de alto secreto")... aunque eso de decir inventado es un tanto tramposo, pues desde su traumático pasado, desde sus deseos de venganza pasando por sus dilemas morales o su destino final no dejamos de observar un argumento más gastado que los zapatos de baile de Michael Jackson. Claro que un protagonista con traumas del pasado y ansias de hacer justicia puede llevarse a escena de la forma de "Batman Begins" (2005) o de la forma de "Mortal Engines" (2018)... esperen en "Snake Eyes" un tratamiento de su premisa al nivel de la última, realmente básico en la edificación de sus personajes (que no pasan del cliché: malo muy malo (del que se ven venir a la legua sus intenciones), buenos muy buenos, y un par protagonista que se mueve con mayor agilidad por la acción que por sus previsibles, simplones y torpes cambios de lealdades), sin un solo diálogo de cercana madurez y humanidad (ay Nolan, ¡qué nivelazo nos dejaste!), sin aristas de humor natural, sin un solo misterio ilustrado y medido, y sin una investigación detectivesca nivelada y recóndita. Y no es que "Snake Eyes" llegue a caer en la idiotez sin pretenderlo (a ver, supera con creces a engendros como "Dragonball Evolution" (2009), "Robocop 3" (1993) o "Aeon Flux" (2005)) pero no es capaz de aportar astucia en el libreto y ponderación en el progreso narrativo (la cinta cae en la reiteración y la redundancia en su último tercio de forma innecesaria (¿cuantas veces eran necesarias mostrar al protagonista yendo en moto para reunirse con cierta persona?, con una bastaba ya que las demás no aportan nada nuevo. Tampoco eran necesarias, y solo estiran el metraje de forma exasperante, tantas persecuciones automovilísticas. ¿Y qué es eso de que los personajes nativos japoneses hablen entre ellos en un inglés muy chapurreado?)). Esto hace que "Snake Eyes" no llegue a cumplir ni su objetivo de entretenimiento palomitero, aunque se queda a las puertas eso sí. Pues su primer tercio sí posee una fluidez de la trama más atinada y eficiente (a pesar de que lo que nos cuentan lo hemos visto ya y mejor, no deja de resultar un sostén efectivo para su estilosa acción).

Pero es una pena que el guión acabe torpedeando a un conjunto que sí muestra habilidad en su puesta en escena. Robert Schwentke sabe lucirse en la elección de planos (medios en su mayor parte, pero ojo a esa estupenda edición de planos cerrados en la acción y al uso del plano cenital o los paneos) y rueda "Snake Eyes" como si estuviera rodando "Los siete samuráis" (1954) de Akira Kurosawa (sin ese uso del sonido o su falta de él) a pesar de no tener un guión de tal magnitud dramática y simbólica. Esto realza el film, así como la impoluta y sobresaliente cinematografía, la estupenda iluminación (que lo mismo juguetea con gusto con las luces de neón del Tokio nocturno, que amplía la saturación del color en esos imponentes jardines nipones), el óptimo sonido durante los enfrentamientos, el refinado vestuario, las coreografías de combates atrapantes (aunque no lo sean todas, caen bastantes durante el metraje. Destaco el rescate a cierto personaje en el puerto de Los Ángeles, y los duelos con un gran uso de C.G.I. en cierta cueva del clan Arashikage), y el competente (que no excelente) reparto (quienes más se lucen son los secundarios japoneses cargados de oficio, mientras Henry Golding queda galante frente a la pantalla pero cuya expresividad parece haberse quedado aparcada en "Last Christmas" (2019) pues siempre tiene el mismo semblante le ocurra lo que le ocurra).

En fin, "Snake Eyes" se queda con una gran envoltura que, si hubiera tenido un contenido de similar calidad, nos podría haber dado una gran cinta de género de acción (a lo "La jungla de cristal" (1988) y algunas de sus secuelas, a lo "El caso Bourne" (2002) y sus dos secuelas posteriores, a lo "Fast & Furious 5" (2011) a lo "Desperado (1995), a lo "Skyfall" (2012), a lo "Kill Bill Vol. 1" (2003), a lo "Casino Royale" (2006) o a lo "Misión: imposible (1996)) pero "Snake Eyes" se queda a la vacilante altura de "G.I. Joe" (y un peldaño más arriba que "G.I. Joe: la venganza"), "La fría luz del día" (2012), "Misión imposible 2" (2000) o "Quantum of Solace" (2008). Aporta poco sin quedarse en la nada absoluta. Solo recomendable a los aficionados al género de acción (que pasarán un rato más ameno que el resto de la audiencia) y a los muy muy fans de su reparto o de todo el lore de estos juguetes ochenteros. El resto no se pierde nada.

Lo mejor: La iluminación.
Lo peor: El guión
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3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Z-O-M-B-I-E-S 2 (TV)
Z-O-M-B-I-E-S 2 (2020)
TV
  • 4,1
    160
  • Estados Unidos Paul Hoen
  • Meg Donnelly, Milo Manheim, Chandler Kinney ...
3
Tan inocua como su predecesora, pero más dispersa, embarrullada y delavazada.
Continuación del aceptable (pero en ningún caso reseñable, al menos para un público adulto) telefilm musical de Disney Channel orientado principalmente a los niños "ZOMBIES" (2018). El largometraje predecesor contaba con una historia muy estándar (romance entre chica/rica/popular-chico/pobre/marginado) de desarrollo muy básico, pero al menos ofrecía una cohesión argumental realmente efectiva que hacía del visionado una experiencia muy amena para el público infantil... y realmente llevadera para los acompañantes de sofá de mayor edad.

En "ZOMBIES" había un desarrollo argumental sólido y progresivo, en "ZOMBIES 2" la trama es más difusa, se va perdiendo en subtramas que no conducen a nada en claro, va divagando con escenas redundantes que hemos visto unos minutos atrás, y se va dilatando con un estiramiento de la trama que no aporta más que hastío. Los guiones de este tipo de productos made in Disney Channel siempre han sido bastante bobalicones (cuya temática de raíz siempre es la misma de romance/amistad poco probable que lucha contra las trabas y contra la intolerancia: para muestra las sagas de High School Musical, Camp Rock, Los descendientes, "Programa de protección de princesas" (2009), "Starstruck" (2010), "16 deseos" (2010), etc.) pero en alguna ocasión han sabido conducirse por su argumento con una evolución puntual muy agradecida ("¡Salta!" (2007), "Los magos de Waverly Place: vacaciones en el Caribe" (2009) o la "ZOMBIES" culpable de esta obviable secuela). Un esqueleto narrativo que servía de sostén para una puesta en escena lucida en los bailes, entusiasta en su fotografía y bastante certera en su casting.

No es el caso de "ZOMBIES 2" que sufre por culpa de ese libreto más absurdo de lo habitual, tan desordenado y repetitivo, y que cae en el exceso a la hora de dar protagonismo a la comedia tonta de porrazos, caídas y resbalones sin inspiración (esto no es Chaplin, es más Hannah Montana). Con este material literario tan pobre y torpe... el resto de elementos positivos del conjunto quedan ensombrecidos (ya sea el oficio de su joven reparto que muestra la misma desenvoltura en la actuación y los bailes que en la predecesora (sigue destacando Milo Manheim con su destreza en los bailes y el tono de desenfado que imprime a su personaje), ya sea la pericia tras la cámara de Paul Hoen (curtido en estos telemusicales Disney, al menos tiene 5 más en su haber antes de "ZOMBIES 2"), ya sea el correcto diseño de escenarios (de evidente poco presupuesto, pero aprovechado con empeño y distinción), ya sea el diestro uso de la luz (sigue sirviéndose de los tonos fluorescentes), ya sea la pertinente y elegante ejecución de las coreografías (otra cosa es que la música no acompañe y sea deleznable).

Así que tenemos una cinta que no llega a la hora y media, pero que da la impresión de durar el doble para todo público que supere los 10 años de edad. Tan anecdótica y tediosa que solo resulta recomendable al infante más conformista, que a la hora de entretenerse levemente podrá soportarla con cierto nivel de atracción... pero tampoco está hecha para toda esta franja pueril.

Lo mejor: La labor del elenco actoral y el cuerpo de baile.
Lo peor: El guión.
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Tiempo
Tiempo (2021)
  • 5,6
    21.341
  • Estados Unidos M. Night Shyamalan
  • Gael García Bernal, Vicky Krieps, Rufus Sewell ...
5
Tan entretenida como olvidable; un Shyamalan resignado a la categoría de intriga sobrenatural efectista y de consumo rápido.
M. Night Shyamalan nos ofrece en su decimocuarto largometraje un thriller con toques sobrenaturales, el género más abundante en su filmografía y en el que ha demostrado más inspiración en líneas generales (también ha tenido grandes patinazos como los horrores exasperantes y vacuos de "La joven del agua" (2006) o "El incidente" (2008) (una de las peores películas que he tenido la desgracia de ver junto a "Dragonball Evolution" (2009), "Mentiras y gordas" (2009), "Supergirl" (1984) y muy pocas más elegidas)). Para muestra las disfrutables y decentes cintas "El sexto sentido" (1999), "El bosque" (2004) o "Señales" (2002).

"Tiempo" anda a caballo entre lo más certero del director de la India y sus resbalones más sonados, y se queda en un producto palomitero distraído y efectivo pero superficial y pasajero. Un suspense momentáneo que cumple su cometido ameno y evasivo pero que en ningún momento es capaz de aportar una urdimbre argumental apoteósica, del todo inmersiva, cargada de erudición, imaginación y sorpresa, y que se torne memorable en su tratamiento argumental. Así que nadie espere algo de la categoría de "Donnie Darko" (2001), "Interstellar" (2014), "Mulholland Drive" (2001), "Matrix" (1999), "Abre los ojos" (1997) y demás intrigas que nos conducen con maestría por elucubraciones fantásticas (fantásticas en todos los sentidos). "Tiempo" ni siquiera es capaz de llegar al interesante y curioso nivel de los largos estandartes de Shyamalan (que tampoco llegan a las cotas de la obra maestra pero que destacan con luz propia dentro del thriller psicológico incitante y cautivador) ni a los sugerentes suspenses enigmáticos más aventajados de los últimos años ("La señal" (2014), "El orfanato" (2007), "El efecto mariposa" (2004), "El secreto de Marrowbone" (2017), "Déjame salir" (2017), etc.). Esta cinta de 2021 se queda más bien a la altura de misterios de salón como "Gothika" (2003), "Premonition" (2007), "El sótano de Ma" (2019), "No tengas miedo a la oscuridad" (2011), "Trascendence" (2014), "Código fuente" (2011) y muchas otras que, sin llevar el sello del afamado director, acaban legando el mismo resultado timorato.

Tomando como referencia la novela gráfica de Pierre Oscar Levy y Frederik Peeters, "Tiempo" nos conduce por las vacaciones que se toma una familia bien avenida en un lujoso hotel. Cuando este resort les organiza una excursión por una escondida cala, acaban abandonados a su suerte y experimentando unos cambios en su organismo tan misteriosos a priori como simplones en su fondo. Sinceramente, el potencial de "Tiempo" era enorme, su temática de envejecimiento prematuro, experimentos inhumanos y establecidos complots daba para mucho más que lo que nos acaba dando este largo. Y es que Shyamalan acaba adaptando este material simplificándolo al máximo y acotándolo tanto que parece una especie de "Gattaca (1997) para dummies". El guión es mejorable de forma evidente para todo espectador, pues esta trama tiene lagunas imperdonables en su desarrollo y pide a gritos más mimo a la hora de tratar a sus personajes (que son estereotipos o bien monocordes o bien caricaturescos). Los protagonistas de la historia no son más que convidados de piedra durante los fenómenos de esta playa, sus dimensiones no se trabajan con madurez... más bien tenemos unos aspectos de sus personalidades que no pasan de la mención y que se olvidan demasiado pronto durante el transcurso de la trama. Y el relato, si bien va progresando con agilidad, es siempre rudimentario. Desde luego a "Tiempo" le falta más aderezo en todas las construcciones de personajes, y merece más vicisitudes en su ciencia, más vertientes en su conspiración... así como más mimo a la hora de medrar en su singular enigma.

¡Vamos!, que "Tiempo" no es un largometraje que sepa cuidarse con prominencia y mérito en sus incógnitas y sus resoluciones. No es una película que produzca ganas de debatir después ni que despierte el deseo de volver visionarla. No es ni "Origen" (2010), ni "Al filo del mañana" (2014) ni otras cintas palomiteras que juegan con mayor empeño con el espectador en sus confabulaciones fantasiosas y dotan a sus personajes de aristas sólidas. El guión al menos sabe discurrir de forma ajustada para hacer distraer y desconectar de forma eficiente. Y la puesta en escena pone el resto (Shyamalan sabe centrarse en la elección de planos académica que sigue dando buen resultado en este género de suspense (con varios focos alternos justo donde se necesitan, ciertos planos cerrados mantenidos, varios paneos intrigantes, etc.)... sin dejar por ello de mostrarnos todo un abanico de planos amplios que nos hacen disfrutar de ese enamorador paisaje por donde se mueve la acción. La cinematografía es pertinente (que no notable), el uso de los efectos visuales está medido con elegancia, y el elenco está siempre correcto y natural. Destaca Gael García Bernal que hace lo que puede ante el material que tiene sobre el papel... y llega a sacar algo de petróleo con su sutileza en el último tercio... aunque por desgracia no sea suficiente como para alzar sobradamente las carencias del guión). La banda sonora por su parte es obviable.

Y así con todo tenemos una película de misterio armónica en su sucesión de eventos. Un conjunto que logra su objetivo de hacer pasar un rato de esparcimiento con unos interrogantes aptos y competentes, y envueltos de una percha decente. Pero el guión adolece de ingredientes cruciales como para que esto sea el nuevo "El sexto sentido", sus intrigas son más del nivel de "Grand piano" (2013) o "Zipi y Zape y la isla del capitán" (2016). El descuido en su libreto es tal que...
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2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Escuadrón Suicida
El Escuadrón Suicida (2021)
  • 6,3
    19.180
  • Estados Unidos James Gunn
  • Idris Elba, Margot Robbie, Joel Kinnaman ...
5
Mucho gore y pocas nueces.
Tras la distraída pero un tanto decepcionante para muchos (sinceramente me sigue resultando extraño que muchos esperaran una especie de trama a lo Dostoyevski, en una película cuyo propósito no era otro que el de entretener con su espectáculo de estética y piruetas... cosa que logra sin aportar nada más ni nada menos) "Escuadrón suicida" (2016) de David Ayer, llega esta secuela que comparte a bastantes de sus personajes y que nos presenta a otros nuevos. "El escuadrón suicida" vuelve a conducirnos por una misión arriesgada, protagonizada por un nuevo equipo de supervillanos (en el que no falta la participación de la mejor versión que hemos tenido jamás a imagen real de Harley Quinn: la encarnada por Margot Robbie) configurado como en el largo de 2016 por Amanda Waller (Viola Davis). Este nuevo escuadrón del título se enfrenta en esta ocasión a un malvado alienígena que es guardado en unos laboratorios de un ficticio gobierno latinoamericano... que pretende utilizar al bicho en cuestión como arma de destrucción masiva.

La cinta mezcla acción con humor y gore... pero se queda a las puertas de ofrecernos unos misterios robustos y unas intrigas ventajosas. Todo el lore de los antagonistas es completamente superficial y resobado, el estereotipo de los malvados de este film (que en este caso no son los afamados supervillanos de la DC) no llega ni a ser certero en su caricatura, y los pequeños giros de deslealdades y demás son del todo previsibles. Desde luego "El escuadrón suicida" no impacta con su trama troncal, y no sorprende con distinción de forma inolvidable con sus detalles argumentales (cosa que su más cercana en su propuesta "The Boys" (2019-) sí logra en cada episodio). Ahora bien, el desarrollo de la trama sí triunfa a la hora de fluir con una progresión animada y siempre entretenida. Estos lances de huídas, rescates, tiroteos y aplastamientos de cabezas se envuelven con un tono de desenfado en el libreto que hace aliviar la carga tanto a sus protagonistas como a los espectadores. No todas sus salidas cómicas son de una inspiración maravillosa y tronchante, eso está claro (y en eso le ganan la partida otros acercamientos con sorna e ironía al género de los superhéroes en la gran pantalla. Que, si bien tampoco llegan al culmen de la carcajada continuada y sincera... se le acercan bastante. Hablo por supuesto de "Kick-Ass" (2010) y su secuela de 2013, de "Deadpool" (2016), de "Spider-Man: Homecoming" (2017), de "Guardianes de la galaxia" (2014) del mismo James Gunn o de "Thor: Ragnarok" (2017)), pero "El escuadrón suicida" va dejando de tanto en cuento gags de humor negro tanto en su acción como en sus diálogos que no evitan acercar con complicidad y guasa a la audiencia (los personajes de Harley Quinn, King Shark y Polka-Dot Man son los más beneficiados de ello).

Así pues la cinta sabe moverse por el terreno de la comedia de acción de forma ajustada para que ningún espectador que sepa a lo que va acabe por pedir la hora. No, no tiene el ingenio argumental de "The Boys" (que junto a "Daredevil" (2015-18) es la mejor adaptación a imagen real de un cómic superheróico hasta la fecha) ni su configuración tan perfilada y claroscura de sus personajes (en "El escuadrón suicida" son meras comparsas en el libreto, y cualquier atisbo de dimensiones y facetas se debe a la labor actoral) ni sus intrincados enigmas, aunque sí comparta con esa serie el gore excesivo (admito que no soy fan precisamente de los sesos de goma aplastados en pantalla, pero "El escuadrón suicida" no tiene reparos a la hora de incidir en ellos. Un aviso tanto para los que sean amantes del cine gore (ésta es su película) como para los que no puedan soportarlo (¡aléjense de "El escuadrón suicida" antes de que sea tarde!)) y un sentido del humor espabilado en líneas generales que hará devolver el guiño a todo espectador adulto o adolescente crecidito.

La puesta en escena es impoluta por su parte. La cinematografía es excelente sin paliativos. La fotografía acierta en su estilo de composición de elementos en la escena, el vestuario y maquillaje resultan aceptables (que no sobresalientes) así como la elección musical, mientras que Gunn aporta una pericia notable a la hora de escoger sus planos (en especial los planos amplios, los cenitales, los paneos, los detalle o los zooms) aportando una fastuosidad tan vistosa y efectiva como magnética por momentos. Además la cinta cuenta con un reparto de calidad. Robbie está completamente mimetizada tras varios largos encarnando a su alocada a la par que algo tierna Harley Quinn, pero es que en el plantel tenemos nombres como el de Davis (que hace malabares con un papel de cruel autoritaria. Ella y muy pocas son capaces de dar cierta sutileza a la actuación, para que veamos como un personaje tan esquemático tiene tan bien autojustificada su villanía. De otra forma no sería creíble ni siquiera en esta especie de sátira), Idris Elba o David Dastmalchian que se convierte en un robaescenas.

En definitiva estamos ante una cinta palomitera que cumple su objetivo de diversión momentánea y distracción ligera. No me parece mejor ni peor que su predecesora de 2016, diría que son algo diferentes en su enfoque (esta secuela tiene más humor y menos urdimbres criminales) pero "El escuadrón suicida" ni sube ni baja el listón.

En cuestión de productos audiovisuales de superhéroes/supervillanos cómicos, "El escuadrón suicida" no le llega ni a la suela de los zapatos a la obra insigne de Gunn ("Guardianes de la galaxia") o a "Deadpool". Digamos que se queda en un "Ant Man" (2015) o un "Venom" (2018), y que supera con creces a cierta serie del mismo corte (por eso de juntar a superhéroes en aventuras irreverentes): "DC's Legends of Tomorrow (2016-)

Solo recomendable a los aficionados al cine de palomitas que tenga superpoderes, tiros y persecuciones, y tan solo indispensable a los muy muy fans de DC Cómics en el cine. El resto las hemos visto mejores y se nos olvidará pronto tras verla.

Lo peor:...
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3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zombies (TV)
Zombies (2018)
TV
  • 4,3
    324
  • Estados Unidos Paul Hoen
  • Meg Donnelly, Milo Manheim, Emilia McCarthy ...
5
Dentro de su previsible convencionalidad de moraleja infantil, ZOMBIES se desenvuelve con gran simpatía y accesibilidad para todo público.
De los cimientos de la sit-com musical de Disney Channel "Zombies & Cheerleaders" (2012) que no pasó del piloto nació este telefilm que jamás pierde su sentido de la diversión y esparcimiento, a pesar de contar con una trama troncal realmente trillada y pronosticable en todas sus vertientes (y que Disney Channel no ha parado de tocar en sus TV movies "teen", para muestras "High School Musical" (2006), "Los descendientes" (2015), "Camp Rock (2008), "Starstruck" (2010), etc.): la típica historia de romance chico/a pobre-niña/o rica. Ya sea por diferencias económicas, sociales, racistas, etc. siempre nos topamos con una historia de amor lleno de trabas con unos grupos de amigos y familia que tratan de impedir que esta pareja pueda vivir en paz su idilio.

Esto lo hemos visto tratado con mayor garra (que no hondonadas, para eso ya están largos como "Brokeback Mountain" (2005) o "Tigre y dragón" (2000)) en los musicales de Robert Wise o en las aventuras fantásticas o catastróficas de James Cameron. Pero "ZOMBIES" evidentemente no llega a ese nivel ni a la hora de mimar su guión ni en su puesta en escena, digamos que estamos ante un "Titanic" (1997) de saldo. El guión es completamente previsible en su desarrollo de los acontecimientos, y la sensación de deja vú es casi continuada para todo aquel que supere los 8 años de edad. Todo: la conformación de los estereotipados personajes, sus conflictos de instituto, sus malentendidos y su desenlace final no pasan del estándar esquemático. Peeero, el libreto cuenta con unas leves y puntuales notas de humor que van despertando la sonrisa de la audiencia de todas las edades (ojo a las coñas que se marca el speaker con el nombre del equipo de fútbol, el personaje del entrenador y su forma de tomarse a cachondeo el fracaso completo de sus metas vitales y deportivas tampoco tiene desperdicio, y cierta salida cómica entre animadoras va a hacer reír a más de uno (más en spoilers)) y que va acercando al espectador a su historia clásica con complicidad. El guión además progresa con un tempo aceptable (que no superlativo) y se agiliza con un metraje correcto (la cinta apenas supera la hora y media) y ciertas rupturas de la cuarta pared bastante inspiradas y que nos arriman a sus personajes un poco más.

Así pues lo escrito por Light y Raso, si bien deja ciertas escenas grises y planas dada su mundaneidad y simpleza, también logra compensarse con otros arranques de jocosidad espabilada. Por lo que el nivel global es un relato ajustadamente decente para hacer pasar un rato tan pasajero como simpático y ameno.

Pues la dirección de Paul Hoen es disciplinada. En "ZOMBIES" hay siempre un sentido narrativo prolijo en sus planos (el realizador de "¡Salta!" siempre aporta con precisión variedad de encuadres (que van desde el plano/contraplano más característico hasta ciertos cortes subjetivos, paneos que van desde el contrapicado hasta el picado o planos amplios cenitales que nos dejan ver las cuidadas coreografías) economizando los recursos que todo telefilm tiene de forma limitada) que hacen del conjunto una experiencia minimamente orgánica. El elenco cumple con naturalidad y dota a sus acotados roles del carisma que el libreto no les da (tanto Manheim como Donnelly se nos denotan prometedores, pero están bien acompañados por otros actores adolescentes como K. Russell, T. Tordjman o C. Jeffrey), mientras que la ambientación es aceptable... y no pasa de ahí (es efectiva en su contraste visual entre el mundo perfecto de colorinchis rosas al más puro estilo "Amo a Laura", y el "mundo zombie" que de terror no tiene ni el nombre y que se nos hace tan atractivo como lo pretende (hay un buen uso de los colores fosforescentes y del reparto de las luces). La música es adecuada, pero no estamos ante las partituras de Zimmer, Menken o Elton John (si de musicales Disney excelentes se trata, las referencias serían "El Rey león" (1994) o "La bella y la bestia" (1991)), en "ZOMBIES" nos topamos con unas notas que saben atrapar con momentaneidad y que se olvidan con demasiada facilidad. Pero las coreografías se configuran con eminencia y se ejecutan con notoriedad... algo que hará disfrutar al fan del género musical de forma accesible.

Así que tenemos un conjunto que logra su propósito de distraer con afabilidad a un amplio espectro de audiencia (evidentemente el telefilm está orientado a los niños y "tweens" y ellos se deleitarán más con "ZOMBIES", pero es el tipo de producto que un adulto puede ver con ellos sin apenas pedir la hora y compartiendo algunas de las risotadas o demás emociones). Es pasajero y muy somero dada su poca ambición en el guión, pero el talento actoral y bailarín aúpan un peldaño el largo y equilibran la balanza hacia la experiencia pasable y decente. No es la quintaesencia del cine musical en imagen real (esto no es "Chicago" (2002) (recomendable a los adultos dado su contenido y su sentido de la sátira) o "Sonrisas y lágrimas" (1965) (más orientada a toda la familia, pero que logra la categoría de obra maestra)), pero tampoco llega a ser el terror narrativo de la saga "High School Musical" (curiosamente "ZOMBIES" se lo debe todo a ese largometraje-trilogía que parece interpretado por los Hapiness, pero "ZOMBIES" logra cuidarse más en todas sus vertientes audiovisuales) o "Camp Rock 2" (2010) (también dirigida por Hoen). Digamos que "ZOMBIES" se queda a la misma pasable altura de "Los descendientes 3" (2019) o "Hannah Montana: La película" (2009). Solo recomendable a los fans del cine musical de todas las edades (admito que es mi caso, es mi género predilecto junto al cine fantástico más alegórico) o a la franja de edad a la que va dirigida (de 13-14 años para abajo) el resto es mejor que ni se acerque a no ser que los niños le insistan en verla junto a ellos (en ese caso nunca llegarán al aburrimiento pero tampoco a la sorpresa que pueden tener si les ponen por primera vez a ver "La bella y la bestia" o "Del revés" (2015) junto a ellos).

Lo peor:...
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El primer caballero
El primer caballero (1995)
  • 5,2
    20.330
  • Estados Unidos Jerry Zucker
  • Richard Gere, Sean Connery, Julia Ormond ...
6
Sean Connery rescatando y dignificando lo pusilánime y artificial.
En su quinto y penúltimo largometraje Jerry Zucker (que desde luego ha tenido mejores materiales a los que aportar sus composiciones en pantalla, y a "Aterriza como puedas" (1980) o Ghost" (1990) me remito) nos ofrece una cinta de aventuras y romances de capa y espada. Una nueva incursión a las leyendas artúricas en las que en esta ocasión Sean Connery se pone en la piel del legendario monarca, mientras que Julia Ormond hace de su abnegada esposa Lady Ginebra y Richard Gere es Lanzarote: el fiel escudero de Arturo y amante ocasional de su mujer (poco spoiler se hace con esta afirmación que está prácticamente en todas las sinopsis y versiones del imaginario personaje).

Y la cinta funciona a medias. Presume de varias virtudes que la conforman como un entretenimiento de lances de época decente en su conjunto... y erra con varias elecciones tanto de guión como de casting que hacen que baje su listón, lastrando de tanto en cuanto la narración y evitando que llegue a las cotas de lo notable o sobresaliente dentro de su género (sí, tenía los mimbres para acabar con un resultado como el otorgado por "Gladiator (2000)", "Braveheart" o "Tigre y dragón" (2000), y sin embargo se queda en un "Exodus" (2014), un "Robin Hood" (1991) o un "Furia de titanes" (2010)).

Empezaré con los defectos: nadie en su sano juicio es capaz de arrimarse a una trama troncal de triángulo amoroso en el que sus tres aristas comparten la misma química que el hidrógeno y el ununpentio. Si ya resulta poco creíble que el personaje de una veinteañera Julia Ormond esté enamorada hasta las trancas de dos grandes amores románticos/sexuales que o bien le doblan o le triplican la edad, y se debata entre si casarse o bien con su padre (Richard Gere) o con su abuelo (Sean Connery) o que se le pase por la cabeza el engañar al uno con el otro, el hecho de que la química sea nula entre los dos dúos (tanto el conformado por Connery y Ormond como el obligado de Gere y Ormond) acaba por distanciar del todo a la audiencia e incluso tomarse a coña todo el asunto (para muestra de lo importante que es la química frente a la pantalla: Connery ha tenido intereses románticos cinematográficos de aún menos edad (me refiero por supuesto al tándem que formó con Catherine Zeta-Jones en la divertida y descarada "La trampa" (1999)), pero su química relucía de tal forma que la diferencia de edad apenas era un lastre narrativo). Desde luego cada vez que comparten minutos estos personajes parece que les han juntado en las supuestas escenas de amor y deseo bajo coacción o penalización monetaria. Y ante tal panorama, cuando la actriz de Surrey suelta "mis lágrimas de felicidad" a su Arturo-abuelo... más bien parecen lágrimas de ataque de risa por muchos esfuerzos imposibles que Ormond trata de infundir a una situación forzadísima y que se nos cala como de todo menos de felicidad. Y Richard Gere siempre que comparte plano con Ormond parece estar en modo meditación budista profunda de completa desconexión con el rodaje. Tampoco el dúo Connery-Gere resulta en pantalla en su pretendida y forzada relación de camaradería y amistad (ni idea si tras la pantalla este trío no se soportaba y de ahí la terrible inhibición que nos dan, pero no sería de extrañar que esa fuera la causa).

Curiosamente de forma individual los tres personajes sí funcionan, y cuando este Lanzelot protagoniza hazañas combativas en solitario conectamos con la diversión y garra que vive con ellas, cuando este Rey Arturo impone su templanza y autoridad natural caemos como sus súbditos, y cuando esta Ginebra sufre por el destino de sus congéneres también nos hace partícipes. Así que es como si en el casting hubiera sido suficiente en la elección las actuaciones por separado y no se hubieran molestado en ver como funcionaba el reparto unido. Gran error en la puesta en escena que no tienen otros largometrajes del mismo corte (como las ya mentadas "Gladiator", "Tigre y dragón" o como en "Elizabeth" (1998), "Sissi" (1955) y demás romances y acontecimientos de época).

El guión también resulta irregular; con un progreso narrativo evolutivo de las andanzas caballerescas de duelos con la espada, rescates a caballo y batallas de conquistas... y con su vertiente amorosa tan timorata y edulcorada como redundante y artificial. Por fortuna son más los puntos álgidos de un guión siempre convencional pero casi siempre fluído, cadencioso y sucesivo, en el que esas pequeñas fallas rimbombantes y repetitivas de baba y cursilada apenas ensombrecen la experiencia cinematográfica global. Es decir, que la aventura clásica prima sobre todo lo demás y se disfruta con suficiente realce.

Pues Zucker aporta un pertinente elección de planos en todo momento. Y tenemos además un diseño artístico elegante (con unos decorados vistosos y equilibrados en su fotografía, un plantel de paisajes naturales atrapantes), un uso perfecto de la saturación del color, una cinematografía de grano impecable y una banda sonora ensalzadora y hasta pegadiza en alguno de sus temas evocadores de la época medieval. Además el carisma innato y la solidez inmensa que aporta Connery a cualquier rol (no hay una sola mala película si Connery está en ella, pues él solito sabe elevar cualquier conjunto audiovisual) sigue estando presente (cosa que ni Ormond ni Gere llegan a conseguir aun solventando bien sus roles de forma individual) en esta cinta que, de no ser por sutil oficio y su temple imponente, no llegaría ni al aprobado como cinta de entretenimiento.

Así que en definitiva podemos decir que "El primer Caballero" no es precisamente la primera a la hora de llevar con orgullo y magnificencia el adjetivo de "Caballero" en el título (que para eso ya está "El Caballero oscuro (2008) y su secuela de 2012)... ni tampoco la última (por fortuna esto no es el desbarajuste de vergüenza ajena continuada de "Destino de Caballero" (2001)). Digamos que logra sostenerse como una leve amenidad para todos los públicos (a pesar de su temática...
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1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Feud: Bette and Joan (Miniserie de TV)
Feud: Bette and Joan (2017)
Miniserie
  • 7,7
    4.571
  • Estados Unidos Ryan Murphy (Creador), Ryan Murphy ...
  • Jessica Lange, Susan Sarandon, Alfred Molina ...
9
Feud, o cuando la envidia y la soberbia son tan elegantes como aterradoras.
En 2017 tuvimos el placer de poder ver esta miniserie de 8 capítulos de Ryan Murphy, un showrunner que ha demostrado ser capaz de aportar a la pequeña pantalla productos de gran calidad con personajes y situaciones memorables... siempre que da con todas las teclas idóneas para su conjunto (y es que cuando alguno o varios de los elementos de estas sátiras de época tenebrosas no son los adecuados... pues tenemos cosas como las decepcionantes y planas "Hollywood" (2020) o "American Horror Story: "Cult" (2017)). Murphy lo logró con productos sublimes entre los que se encuentran varias temporadas de "American Horror Story" (Freak Show (confieso que es mi favorita), Asylum o Murder House), la temporada "American Crime Story: Versace" (2018), y esta "Feud" que roza la perfección a todos los niveles.

Basada vagamente (se toma las licencias que todo relato de ficción necesita, pero en ningún momento pierde la esencia de los personajes reales en los que se basa) en las vidas de dos astros de la gran pantalla del Hollywood dorado: Joan Crawford (Jessica Lange) y Bette Davis (Susan Sarandon), así como en su inevitable rivalidad que fue mucho más allá de lo profesional.

Se conozcan o no los acontecimientos (sonados para la época o los admiradores del cine clásico de Hollywood, bastante olvidados o relegados para el resto (y admito que es mi caso)) "Feud" es capaz de hacer vibrar de la misma forma a todo público adulto ansioso de una ficción de calidad. Pues la forma que tiene el producto de juguetear en tono de falso documental que va insinuando y empujando los impactos que están por venir, el cómo va viajando a base de pequeños flash-backs y flash-forwards sin marear en ningún momento al espectador (pues el presente narrativo siempre impera de forma imponente) que a su vez va entendiendo el porqué de esas personalidades tan excéntricas y ambiciosas, y la elección de cada diálogo y situación se produce con tal pericia y tal crecimiento argumental que solo queda gozar durante el visionado y quitarse el sombrero al final.

Y es que "Feud" configura a sus personajes con un catálogo de diálogos y reacciones que los van esculpiendo con mimo hasta llegar a ser unos David de Miguel Ángel. La primera aparición del personaje protagonista (no se engañen, es Joan Crawford con una Bette Davis que trata de ponerse a la par en esta miniserie (otra cosa es que en el mundo cinematográfico la cosa fuera a la inversa)) ya nos dice mucho con una simple frase al noviete de turno que está a su lado y tras haber visto como Marilyn Monroe se lleva el Globo de Oro ("Yo también tengo las tetas bonitas pero no se las pongo en la cara a la gente"). Pero lejos de darnos una sátira feroz y siempre faltona sobre la hipocresía de la industria cinematográfica, "Feud" va fraguando a fuego lento todos los hedonismos, inseguridades, machismos, celos, insatisfacciones y rencores. Sus personajes van calentando con deleite hasta que estallan los combates irrefrenables e irreversibles. Y es que en "Feud" hay un gran estudio de sus personajes, esta Crawford tiene grandes luces y temibles sombras; todo un personaje humano colmado de matices, vertientes y dimensiones tras todo lo vivido y lo que aun ansía por vivir y parece no cumplirse jamás. Lo mismo se puede decir de la Bette Davis de Sarandon, solo que con un estilo de personalidad muy diferente también por sus experiencias vitales tan dispares a las de la Crawford de Lange. Pero es que además los secundarios que las rodean (encarnados por Alfred Molina, Jackie Hoffman, Stanley Tucci, Catherine Zeta-Jones, Judy Davis y Kathy Bates) también soportan ese destino claroscuro en su ser, pues a nivel profesional tampoco lo han tenido fácil y sus agrios arrebatos o conspiraciones amorales cobran cierto sentido tanto para ellos como para el público.

Todo en "Feud" tiene un sentido natural y orgánico, y no por ello deja de ser terrorífico, divertido, alentador o deprimente. Cuando los personajes tocan fondo palpamos la misma desesperanza que ellos a la vez que comprendemos con cierta lástima por qué son incapaces de salir de ese pozo de inseguridades (lo tienen todo menos lo más importante: autoestima-empatía, amor a uno mismo y a los demás, respeto hacia uno mismo y hacia los demás), pero donde "Feud" más se luce es cuando nos quiere hacer soltar la risa (y lo hace), una risa a veces incómoda pero inevitable, otras veces una carcajada fruto del surrealismo que se da en los rodajes (el episodio 3 tiene una secuencia para enmarcar que deja el rodaje expuesto en "The Disaster Artist" (2017) como una bufonada de aficionado) o por la competición a degüello por ver quien chupa más cámara o más galardones (el grito final de Jessica Lange en el capítulo 4 no podré olvidarlo en la vida, y siempre me hará sonreír con guasa irónica).

En "Feud" todo tiene muchas capas...
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La leyenda del samurái (47 Ronin)
La leyenda del samurái (47 Ronin) (2013)
  • 5,4
    14.365
  • Estados Unidos Carl Erik Rinsch
  • Keanu Reeves, Hiroyuki Sanada, Tadanobu Asano ...
4
Una mezcolanza hollwoodiense mal agitada de lances históricos y aventura fantástica.
En 2013 nos llegó a las pantallas "47 Ronin" (o "La leyenda del Samurái" en su título escogido para España), una nueva revisión sobre el hecho histórico japonés del siglo 18 (las producciones niponas han llevado estos lances de combatientes a la gran pantalla hasta en seis ocasiones, eso sin contar que es un relato recurrente en el Kabuki (el teatro clásico japonés). Por tener, los 47 Ronin han tenido en Japón hasta una ópera noventera en su honor). Desconozco si las adaptaciones audiovisuales autóctonas ganan en calidad a esta superproducción hollywoodiense, pero debo admitir que no es muy difícil superar a este largometraje de Carl Rinsch. Un largometraje que toma vagas referencias a la esencia de los sucesos originales (su forma de simplificar los acontecimientos y a sus personajes no solo desinflan la carga emocional y erudita del relato, sino que tergiversan bastante la realidad (pues ni Asano Naganori era el santo que nos presentan aquí ni Kira Yoshinaka era un malvado unidimensional y caricaturesco)) y que aporta unos elementos mágicos de forma tan accesoria y obviable para con la trama como disparatada.

En esta versión de los "47 Ronin", los samuráis protagonistas del título (encabezados por un Keanu Reeves ciertamente sólido y solvente en su rol, al Rey lo que es del Rey) se ven moralmente obligados a vengar la muerte de su Daimyo (el noble feudal al que sirven) planeando el asesinato del Daimyo rival: Kira Yoshinaka (Tadanobu Asano). El corazón de este relato estaba en el servicio incondicional de los Samuráis hacia su "señor" hubiera hecho lo que hubiera hecho aquel, aquí sin embargo se cargan esa abnegada obediencia al modificar la forma claroscura de los dos Daimyo. Pero en fin, pasemos eso por alto y pongamos que hay un "bueno muy bueno" y un "malo muy malo" de forma tan simplona e infantiloide como nos muestran en el film. Traguemos con ello para dar a los héroes de la cinta un propósito aun más imperioso e ineludible. El problema de "La leyenda del Samurái" es que tenemos que tragar con mucho más a nivel de guión y al final acabamos al borde del vómito cinematográfico (espero que no suene tan mal leído como escrito). Pues no solo los personajes son tópicos hasta lo deleznable y desechable, es que los eventos caminan por el metraje de la misma forma: con una simpleza tan insulsa como estereotipada (claro ejemplo es el racismo continuado y machacón hacia el personaje de Reeves que se denota artificial y forzadísimo con esos secundarios que son puro cliché infantil), las reacciones de todos estos convidados de piedra son resobadas, grises y prácticamente sin evolución, las escenas de acción son redundantes y con un progreso innecesariamente lento, y todo lo que envuelve a los diálogos va desde el desatino hasta el silencio ceremonial que a la cinta, sinceramente, no le sienta nada bien.

Nunca parece tener claro "La leyenda del Samurái" si quiere tirar por la fantasía, lo histórico o la acción. Y al final no alcanza ni una cosa, ni las otras. Desde luego no estamos ante "El Señor de los Anillos" (2001)... pero tampoco estamos ante un divertimento ligero pero con eficiencia narrativa en su fantasía vetusta a lo "Furia de titanes" (2010). Tampoco este Kira Yoshinada es uno de los mellizos Lannister o esa bruja tan bruja es la Melisandre de "Juego de tronos" (2011-19). "La leyenda del Samurái" se queda a la fallida (aunque no terrible) altura de "Alatriste" (2006), "El aprendiz de brujo" (2010), "Troya" (2004) o "Ira de titanes" (2012). Un nivel que alcanza gracias a su envoltura.

Pues la cinta presume de una cinematografía impoluta, de un diseño artístico tan elegante como copioso (desde luego los decorados son una delicia para la vista), de una fotografía equilibrada, de una realización capacitada (que se luce tanto en la acción con una edición muy puntual como en las secuencias más calmadas con unos encuadres de perfecta composición de sus elementos... destacándose esos paisajes en bosques y en jardines), de unos efectos especiales completamente dignos, de un vestuario y un maquillaje inmejorables, y de unas interpretaciones cercanas y competentes (aunque tampoco pueden hacer milagros, pero al menos otorgan la dignidad que el libreto no les da a sus roles).

Es una pena que contando con una percha de este nivel y con un elenco de tan apto talento (todo nipón excepto un Reeves realmente cómodo en el papel), se vean con un contenido tan parco y reiterativo. La cinta está a punto de sobrepasar las dos horas de metraje pero parecen casi el doble, y estamos hablando de una cinta que parece pretender solo un entretenimiento distinguido, pero tampoco logra ese objetivo que por ejemplo sí tenemos en "El último Samurái" (2003). Solo recomendable a los seguidores de Reeves frente a la pantalla (aunque tiene productos de mejor calidad) o a los muy muy fans del cine de acción de espadas entre kimonos. El resto no se pierde nada ni siquiera como blockbuster distraído (pues los hay que complacen en ese propósito de forma más precisa: "Warcraft" (2016), "Robin Hood" (1991), "Las crónicas de Spiderwick" (2008) y un gran etcétera de largos que no son obras maestras pero dejan mejor regusto. Aunque si se trata de samuráis tratados de forma ligera y fantasiosa con actores de carne y hueso... recomiendo más la serie infantil/juvenil limitada Samurai Sentai Shinkenger (2009). Serie tokusatsu (solo disponible en su japonés original y subtítulos en inglés) que por cierto aporta mayor honestidad y talento hacia el arte el Kabuki través del personaje de Ryunosuke Ikenami (Hiroki Aiba)).

Lo mejor: Su cinematografía.
Lo peor: Su guión.
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Fast & Furious 9
Fast & Furious 9 (2021)
  • 4,7
    6.648
  • Estados Unidos Justin Lin
  • Vin Diesel, Michelle Rodriguez, Jordana Brewster ...
6
Totalmente entregada a su causa de ágiles fuegos artificiales.
Novena entrega (décima si contamos el spin-off "Hobbs & Shaw" (2019), que mantiene exactamente el mismo tono que toda la serie "oficial" de esta saga de persecuciones a máxima velocidad y cabriolas imposibles con trama criminal básica de por medio) de la serie "A todo gas (Fast & Furious)", ahí es nada. Pocas franquicias pueden presumir de contar con tantos largometrajes en su haber sin perder ni su sello distintivo ni su nivel general.

Desde luego ni desde su más modesto inicio ni hasta esta (se supone) antepenúltima parte nos encontramos ante un serie fílmica con el valor en todas sus vertientes a la altura de la saga de "El padrino". Y por supuesto quien se disponga a ver "Fast & Furious 9" ya sabe a lo que va, y no puede sentir decepción si resulta que se encuentra ante un entretenimiento palomitero fluído y espectacular pero superficial y disparatado. Porque eso es lo que es "Fast & Furious 9": más de lo mismo en esta saga, una saga que siempre sigue los mismos patrones argumentales (unos protagonistas que se enfrentan al plan criminal del villano de turno, por medio de aventuras de cilindradas y aceleraciones... y con algunos cambios de bando que son otro de los lugares característicos y obligados de esta serie de películas) y siempre ofrece las dosis necesarias y pertinentes de amenidad y diversión tan inofensivas como pasajeras.

Desde luego el guión de "Fast & Furious 9" no es de Orson Welles, Jonathan Nolan o Martin Scorsese, y nos conduce por esta premisa de escaso misterio delincuente con muchos lances de persecuciones, rescates y duelos, pero con exigua composición de personajes y nula urdimbre delictiva e investigadora (cualquier capítulo de "Batman: La serie animada" (1992-95) aporta con muchos menos minutos mayores hondonadas, virajes y erudición en su progreso detectivesco). Aun así "Fast & Furious 9" ofrece los mimbres justos en su manida historia para captar la atención del espectador, con un desarrollo de los acontecimientos diligente y resuelto (sus más de dos horas parecen la mitad al haber tomado el libreto la medida de su diversión de forma constante) que sabe calibrar el suspense criminal con pericia y florecimiento (el nuevo villano encarnado por John Cena tiene unos enigmas tan efectistas como efectivos a la hora de mantener el interés en el espectador medio. Y está a la altura de los malvados Owen Shaw (Luke Evans) en "Fast & Furious 6" (2013) o Decark Shaw (Jason Statham) en "Fast & Furious 7" (2015). Desde luego queda muy por encima de la villana monocorde interpretada por Charlize Theron en "Fast & Furious 8" (2017) que sigue igual de maltratada en el guión como de costumbre en esta novena parte) a base de flash-backs que desvelan las piezas de este rompecabezas infantil.

En definitiva estamos ante una trama que sostiene al conjunto de forma idónea pero nunca memorable. Un conjunto que basa en mayor medida su triunfal deleite momentáneo a la puesta en escena. Con una cinematografía bien definida, una fotografía confortable y de estilizada combinación de colores (aunque está vez no tenemos el asombroso delirio fluorescente en el tuning de "A todo gas 2" (2003), por ejemplo), con una realización por parte de Justin Lin idónea en todo momento (destacan por supuesto las secuencias de acción, en especial las que nos regalan planos amplios con paneos y cenitales que saben ensalzar ciertos parajes naturales) con una sólida elección de planos y una edición diligente, con una conformación de cabriolas (irreales por supuesto, en "Fast & Furious" siempre se han saltado las leyes de la gravedad a la torera, y esta novena parte no es una excepción) imaginativa (y eso que hemos visto coches saltando de edificio en edificio o desde aviones en esta franquicia, pero de nuevo aquí se intenta el "más difícil todavía" y logran sorprender de forma efímera con nuevas piruetas inexplicables), con unos efectos visuales solventes, con un diseño artístico digno (que no sobresaliente, mismamente esta saga ha tenido mejores diseños en coches y entornos interiores), y con un reparto robusto y asentado (Vin Diesel, Michelle Rodrigez, Lucas Black, Tyrese Gibson y Ludacris (estos últimos siendo siempre el alivio cómico con un desenfado natural) ya tiene mimetizados estos roles que tampoco les exigen demasiado) "Fast & Furious 9" posee los ingredientes necesarios para conformarse y solventarse como un producto palomitero agradecido y ameno... aunque en ningún caso memorable (me ponen encima de la mesa "Fast & Furious 6", y "Fast & Furious 9" y salvo pequeños detalles no sabría distinguirlas, pues son tremendamente similares en todos los sentidos).

Es cierto que el elenco no es el más redondo de todas las entregas (tanto el fallecido Paul Walker como Dwayne Johnson y Jason Statham hacían subir varios escalafones estos productos con personajes que les sentaban como guantes, pues estas cintas basan gran parte de su encanto en sus actores. Y en "Fast & Furious 9" son todos los que están pero no están todos los que son, y esas pequeñas y diversas aristas de los otros protagonistas de estos films corales se echan mucho de menos para enriquecer esté largo número 9. Es como ver "Ocean's 8" (2018) sabiendo de la experiencia de visionar "Ocean's Eleven" (2001)) y que en su trama final peca algo de exceso y alongamiento sin necesidad en la acción. Pero son pequeñas fallas dentro de un producto hecho para la evasión que en líneas generales da lo que promete. Recomendable a todo tipo de público juvenil o adulto que no tenga sus expectativas más allá de las de una evasión veraniega. Y por supuesto muy recomendable a los aficionados a esta saga, pues "Fast & Furious 9" sin ser la mejor de la serie... tampoco es de la peores. Digamos que queda a esta altura en el ranking de la saga:
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Un golpe con estilo
Un golpe con estilo (2017)
  • 5,7
    5.910
  • Estados Unidos Zach Braff
  • Michael Caine, Morgan Freeman, Alan Arkin ...
5
Ocean's IMSERSO.
El multifácetico cómico Zach Braff (al que le debemos la pequeña joya "Scrubs" (2001-11) cuya fidedignidad sobre el profesional médico es bastante mayor respecto a los dramas pretendidamente serios, a Braff se le nota su pasado como sanitario) debutó en la dirección de largometrajes en 2017 con este remake/comedia de atracos bastante rutinaria, suave y familiar pero igualmente eficiente y amena. En los últimos años el cine comercial nos ha nutrido con ligeras comedias de jubilados tan disfrutables como momentáneas (desde "Cuando menos te lo esperas" (2003) hasta la decente serie de Netflix "El método Kominsky" (2018-2021) pasando por "El gran hotel Marigold" (2011), "Así nos va" (2014), "En guerra con mi abuelo" (2020), "Un golpe brillante" (2013), "Ático sin ascensor" (2014), "La última gran estafa" (2020), "Una cita en el parque" (2017), "El becario" (2015), "Plan en Las Vegas" (2013) y un largo etcétera en el que el denominador común suele ser el protagonismo de las ahora llamadas "viejas glorias"... especialmente prolíficos en este tipo de films son Diane Keaton, Alan Arkin, Robert DeNiro, Michael Douglas, Robert Redford, Morgan Freeman y Michael Caine) y "Un golpe con estilo" no es una excepción. La cinta va en la misma línea de las películas mencionadas y aporta un pasatiempo tan afable como superficial: tres amigos compañeros de la misma empresa y ahora jubilados se proponen atracar el banco que se ha comido con patatas su plan de pensiones de forma injusta. Esa es la premisa y su desarrollo es ingenuo pero simpático, sus personajes se nos tornan cómplices y cercanos sin más aristas que una pillería siempre sana, un desenfado natural dada su experiencia vital, y una bondad tierna en su senectud (en todo esto los personajes de "El método Kominisky" (que también cuenta con Arkin en sus filas) le ganan la partida) y la trama se va sucediendo con fluidez orgánica pero en ningún caso con un ingenio elaborado.

Y es que el motor del metraje lo mantiene en marcha su elenco de carisma superlativo (Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin ejecutan estos papeles tan sencillos y co-partícipes con los ojos cerrados, pero ojo que por la cinta pululan secundarios robaescenas como Christopher Lloyd (quien no sepa quien es, ya está tardando en visionar la imprescindible saga de "Regreso al futuro") o Ann-Margret), son ellos con su robusta y magnética presencia los que mantienen la temporal atención del espectador y no tanto un guión usual, de evolución facilona y visto mil y una veces en toda "heist movie"... y con gracietas bastante vagas (el conjunto no es capaz de hacer soltar carcajadas o sonrisas continuadas o lo "Con faldas y a lo loco" (1959), "El lobo de Wall Street" (2013) y otras comedias con caraduras de por medio). Por fortuna los mimbres que aporta son los justos para dar cohesión y agilidad a su progreso narrativo, y la dirección de Braff que no va a pasar a la historia (los planos son todos comunes e insulsos, pero adhieren el relato de forma aceptable... y lo mismo se puede decir de su edición o del diseño de producción tan básico) ni tampoco una banda sonora que da sensación de deja vú.

En fin, si el conjunto no contara con los actores que cuenta estaríamos hablando de una cinta fallida, pero la consistencia y honestidad que este reparto sabe darle al film eleva la experiencia cinematográfica al pasatiempo aceptable y agradable. Eso aunado a un avance del relato ponderado hacen que "Un golpe con estilo" no aburra en ningún momento... que es lo mejor que se puede decir de la cinta. Es cine de palomitas ni más ni menos (un cine necesario tanto para el público al que va enfocado (la audiencia de 60 para arriba se complacerá más al igual que la audiencia de 10 a 30 se complace más con el cine Marvelita. Ambos estilos de productos comparten la misma calidad) como para el espectador medio que busque una distracción fugaz), no llega a tener ese punto extra de inspiración que tuvo "Ocean's Eleven" (2001), "Resacón en Las Vegas" (2009) o "El palo" (2001) (y por supuesto está a años luz del cine criminal con guasa de "Casino" (1995), "Pulp Fiction" (1995) o "Fargo" (1996)) ni tampoco llega a ser el exasperante desastre de comedias norteamericanas como "Separados" (2006) o "Noche y día" (2010)... digamos que está al mismo nivel de "Plan en Las Vegas", "Así nos va" o "Si de verdad quieres" (2012) (todas ellas comparten el mismo subgénero de comedia en el ocaso de la vida tan deslenguado e impasible tras todo lo vivido)).

Lo mejor: Sus actuaciones.
Lo peor: La falta de singularidad en la realización o en su banda sonora (¡qué bien le hubiera venido a este largometraje un Steven Soderberg o un Quentin Tarantino!).
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Invasión a la Tierra
Invasión a la Tierra (2011)
  • 5,0
    15.962
  • Estados Unidos Jonathan Liebesman
  • Aaron Eckhart, Ramon Rodriguez, Will Rothhaar ...
5
Invasión rutinaria.
Cine de palomitas que cumple a duras penas su resignado objetivo de distraer levemente. La propuesta es completamente frecuente y usual (desde "La guerra de los mundos" (1953) pasando por "Campo de batalla: La Tierra" (2000) y llegando hasta "La quinta ola" (2015) entre muchas otras) en el cine comercial. Así que de nuevo tenemos una invasión extraterrestre poco amigable y contra la que héroes y soldados terrícolas tendrán que combatir.

Y si su temática es trillada, su desarrollo argumental es tan somero como común. Unos protagonistas que corretean, saltan, escapan y se entremezclan en ensaladas de tiros y explosiones poco imaginativas mientras que nos dejan leves retales de afecto en su compañerismo y solidaridad. Desde luego "Invasión a la Tierra" es una cinta de consumo rápido que igual que se ve se olvida. Pues, como dirían en la gran revista Acción, "hay cine para pensar y cine para mirar" y este es definitivamente cine para mirar, que se arrincona al rato de verse pero que entretiene en casi todo momento.

Y esto no se debe tanto a su libreto (que, además de ser negligente, resulta algo reiterativo (sus casi dos horas se denotan innecesarias, pues nos cuenta lo mismo una y otra vez: huídas enervadas in extremis) y descuidado (hay aspectos de la estrategia de estos invasores que no tienen sentido táctico alguno)) sino más bien a su ilustre puesta en escena. A pesar de que Jonathan Liebesman no aporta un sello distintivo o una narración uniforme (estamos hablando de un director de serie B cuyas cintas de mayor presupuesto han sido nominadas los premios Razzie (en "Tortugas Ninja" (2014) le nominaron a peor director, y en "Dollitle" (2020) que fue nominada a varios Razzie y ganó el de peor secuela/remake también estuvo involucrado) logra dejar una agilidad y solicitud al devenir del relato muy eficiente (aunque se pasa de frenada con la caótica edición de algunas secuencias de acción, otras tiene una mayor pericia), otorgando una energía y entusiasmo a estos rescates y marchas que la cinta necesita de forma imperiosa.

El director de Johannesburgo aporta además una profusión de planos completamente solícita (desde los planos/contraplanos subjetivos y semisubjetivos pasando por los planos medios dinámicos, los focos alternos, los contrapicados, los zooms, los cenitales o los planos detalle... todos se distribuyen con una elocuencia natural y complaciente). El reparto añade una solidez necesaria para el conjunto (Aaron Eckhart encaja como un guante en su atribulado pero aguerrido líder de acción, mientras que secundarios como Michelle Rodríguez, Michael Peña o Ramón Rodríguez ayudan a crear cierto sutil empaque a unos personajes básicos meramente esbozados en el guión). La cinematografía es cuidada, la fotografía resulta confortable (hay un grato juego de ocres y tonos oscuros entre el vestuario y los terrenos desvencijados por los que se mueven sus personajes) y los efectos visuales son majestuosos.

Y con todo esto tenemos una cinta de acción pura (el drama se inserta de tanto en cuanto de forma simple y anecdótica) que fluye con proporcionado dinamismo y con honorable percha por su resobada y dejada trama. Un film que distrae en casi todo momento gracias a sus actores, efectos y manejo de la cámara... que casi disimulan del todo su huera historia. Sin embargo en los minutos finales el espectador medio amante de las superproducciones más ligeras puede acabar exasperándose ante la reiteración de las mismas situaciones de escapadas en el último minuto que no tienen nada más donde rascar.

Solo recomendable (que no indispensable) a los muy muy aficionados al cine de acción o catástrofes o a los fans de Eckhart, Rodríguez o Peña. El resto tiene divertimentos de acción mejores ("Red de mentiras" (2008), "K-19" (2002), "Apocalypto" (2006), "Insurgente" (2015), "Marea negra" (2016), "Capitán América: El soldado de invierno" (2014) y muchas otras) o excelentes ("Titanic" (1997), "Salvar al soldado Ryan" (1998), "La jungla de cristal" (1988), "Gladiator" (2000), "El ultimatum de Bourne" (2007), etc.). Pues "Invasión a la Tierra" está más bien al nivel de "Colombiana" (2011), "Attack de Block" (otra de invasión alienígena hostil también del año 2011, pero con un tono gamberro) o "Venganza: Conexión Estambul" (2012).

Lo peor: Cuando el guión opta por la redundancia.
Lo peor: La actuación de Eckhart y el jugo que es capaz de sacar a su acotado y tópico papel.
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El poder del Tai Chi
El poder del Tai Chi (2013)
  • 4,9
    3.432
  • Estados Unidos Keanu Reeves
  • Tiger Hu Chen, Keanu Reeves, Karen Mok ...
5
Piruetas vistosas, trama endeble.
Keanu Reeves debutó en la dirección en 2013 con esta co-producción china y estadounidense, con un reparto internacional y rodada en inglés. Con "El poder del Tai Chi" Reeves cumplió un gran deseo; al dar a conocer frente a la pantalla para el público occidental a su gran amigo desde "The Matrix" (1999): el artista marcial y coreógrafo de las secuencias de combate más afamadas del cine contemporáneo (no solo la notable saga de Matrix tiene en su haber, a Tiger Chen también le debemos maravillas de combates como los de "Kill Bill Vol.1" (2003)) Tiger Chen. La admiración de Keanu Reeves por Chen viene de lejos, y gracias a esta estrecha relación el protagonista de "Speed" (1994) ha logrado gran pericia desde la primera entrega de Matrix hasta la última de John Wick.

Reeves y Chen comparten admiración profesional y amistad personal, y tanto le debe Reeves a Chen que le dedica una película al oriundo de Sichuan (cuyo personaje en esta historia conserva el nombre original de su intérprete). En ella Tiger Chen es un alumno aventajado del Tai Chi (Arte Marcial china que siempre ha tenido varias orientaciones... siendo el combate una de ellas desde tiempos inmemorables, aunque ahora el Tai Chi esté más extendido para fomentar la buena forma física y para combatir el estrés), pero su sentido de la disciplina y la armonía se verá truncado cuando sea seducido a participar en combates ilegales a cambio de mucho dinero.

No les voy a engañar, la premisa de "El poder del Tai Chi" está más vista que el tebeo en casi toda superproducción palomitera de Hollywood (la del protagonista que cae en la tentación y se corrompe hasta que se da cuenta de su error y se redime. Pongan otras profesiones y tenemos desde otros pomposos espectáculos como "Magic Mike" (2012) pasando por comedietas como "Es la jefa" (2016)... hasta interesantes intrigas como "La tapadera" (1993). ¡Hasta "Bohemian Rhapsody" (2018) o "Rocketman" (2019) quisieron sostenerse en esa misma estructura para contarnos las vidas de Freddie Mercury y Elton John!), y su desarrollo argumental es completamente básico y esquemático (desde luego no estamos ante un guión de un nivel intelectual notable a lo "En la cuerda floja" (2005), "Gold" (2016), "Infiltrados" (2006) u otros largos cuya temática también se basaba en la caída a los infiernos y la redención pero aportaba más aristas y más cuidado en cada una de ellas).

Así pues, y con un libreto ciertamente simple y estándar, nos queda un largometraje que no pasa de lo entretenido durante su visionado. Es decir, que "El poder del Tai Chi" se acerca más a la diversión momentánea e inofensiva de "John Wick: Pacto de sangre" (2017) que a lo imperecedero y sublime de "Tigre y dragón" (2000). La trama, si bien previsible y grisácea, progresa con cierto dinamismo y el resto lo pone una puesta en escena fulgurante. Con una sucesión de peleas rodadas con pericia (el film cuenta con el punto a su favor de mantener el plano cuando el golpe o la pirueta lo pide) y coreografiadas (como no podía ser de otra forma, por el mismo Chen) con una astucia magnética, con una fotografía muy atildada (hay un uso de la luz muy medido a la par que estilizado, destacan por supuesto esos suelos coloridos o esos flashes nocturnos (en muchos de sus minutos la cinta no es apta para epilépticos, avisado queda)), con una dirección artística elegante en todo momento, con una elección de planos tan natural como vehemente, y con un reparto robusto y solvente (tampoco es que se demande mucho a nivel interpretativo en estos roles. Reeves por ejemplo se reserva un villano unidimensional de manual que puede hacer con los ojos cerrados) "El poder del Tai Chi" se conforma como un producto ameno pero somero.

Podemos imaginarnos a Reeves y a Yu Hai como el pequeño demonio y el angelito susurrando tanto en la cabeza de Chen como en la de Homer Simpson sin que pierdan las propiedades de sus personajes, pues son así de elementales. Así que nadie espere en "El poder del Tai Chi" el simbolismo trascendental, la carga intimista, la épica dramática o la imperecedera percha (¡ay, esa banda sonora de Dun Tan!) de "Tigre y dragón" (en "El poder del Tai Chi" también hay cables invisibles durante volteretas imposibles, pero desde luego no llegan a la altura (valga la redundancia) de la obra maestra de Ang Lee). Pero si busca pasatiempo y evasión, en "El poder del Tai Chi" lo encontrará porque eso sí sabe ofrecerlo en su justa medida. Recomendable (que no indispensable) a todo público adulto en general que busque una distracción ostentosa, pero por supuesto el amante del cine de acción de combates cuerpo a cuerpo (tanto del Tai Chi como de otras disciplinas orientales o del llamado en el cine "Gun Chi" que vendría a ser Tai Chi con armas de por medio) disfrutará más con esta cinta. Pues "El poder del Tai Chi" va por la línea y la calidad de la saga "John Wick" o de blockbusters como "Jason Bourne" (2016), "Robin Hood" (2018), "The Karate Kid" (la mala, la de 2010), "Jack Reacher" (2012) "Misión imposible: Nación secreta" (2015) o "Lobezno inmortal" (2013). Desde luego no le llega a la altura de los zapatos de otras cintas con protagonistas aguerridos en las peleas hasta la muerte como "Gladiator" (2000) o "Million Dollar Baby" (2004) pero tampoco es un desastre cargado de hastío y aburrimiento a lo "Dragonball Evolution" (2009) o "Street Fighter, la leyenda" (2009). Se deja ver y hace desconectar durante su visionado, que ya es bastante.

Lo mejor: Las coreografías de lucha. La dirección por parte de Reeves en su ópera prima.
Lo peor: Su guión.
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Ammonite
Ammonite (2020)
  • 6,3
    1.734
  • Reino Unido Francis Lee
  • Kate Winslet, Saoirse Ronan, Gemma Jones ...
7
De romance, erudición y naturaleza.
El actor/director/guionista Francis Lee nos propuso en su segundo largometraje un drama romántico que, al igual que su cinta predecesora, tiene marcado contenido LGTBI. Tomando como inspiración (el largo cuenta con un personaje verídico, pero sus avatares dramáticos y románticos son creación Lee. Aunque al estar hablando de una mujer del siglo 19 que cuenta con independencia económica y escoge la soltería... es bastante probable lo que con tal finura nos describe Lee y que por la instaurada homofobia de la sociedad fuera completamente tabú) la vida de la talentosa paleontóloga británica Mary Anning (Kate Winslet), la cinta nos conduce por unas semanas en las que Anning continúa con su labor expedicionaria, descubridora y estudiosa por las playas de Lyme Regis. Su rutina se verá alterada cuando llegue al pueblo el geólogo Roderick Murchison (James McArdle) y su mujer Charlotte (Saoirse Ronan).

Estamos ante un film de género a todas luces, un refinado y armonioso romance con tintes dramáticos velados. Pero en ningún caso su libreto nos llevará por más vertientes que las historias de amor de su personaje principal (la cinta sabe cuidar con mimo no solo el amor romántico de pareja, sino también el amor abnegado hacia el arisco personaje encarnado por Gemma Jones o la pasión por la labor científica que lleva consigo su protagonista). ¡Vamos!, que no estamos ante un guión romántico al nivel de lo aportado en largos como "Carol" (2015) o "Brokeback Mountain" (2005), cuyos personajes vivían más dilemas y desventuras más allá de la historia de amor épica. Y, si la cinta tratara de un romance heterosexual estaríamos ante un largo olvidable (pues "Ammonite" basa gran parte de su potencia temática en la contención y oscurantismo por el que se deben mover sus personajes para no hacer saltar los cánones hipócritas de la homófoba sociedad) ya que su historia de amor, si bien se da de forma natural, orgánica y sensata, es realmente básica y esquemática.

Sin embargo el guión de Lee nos conduce entre escenas de rutina bella y evocadora (el paisaje en "Ammonite" es un personaje más, y el espectador se empapa de la misma seducción que siente su protagonista por esta forma de vida alejada de la sociedad coetánea y envuelta en la naturaleza más pacífica y majestuosa) y momentos de hondo y poderoso romance con un mimo inusitado y agradecido ("Ammonite" me ha recordado a "El piano" (1993), creo que con eso lo digo todo en cuestión al tratamiento argumental de su propuesta). Y así "Ammonite" se va tornando confortable para todo espectador curtido y maduro, con situaciones de progreso innato y genuíno. La cinta cuenta con un equilibrio narrativo exquisito, de muy escasos planos obviables o accesorios y casi siempre con escenas de atildada belleza simbólica o primordial conexión amorosa. La cinta parece a priori ser un muermo expositivo de paisajes, pero no tarda en evolucionar e ir in-crescendo por una historia elemental pero cuidada en sus sutilezas o sus impactos. Desde luego no es la mejor cinta que nos regale un...
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Everest
Everest (2015)
  • 6,3
    26.532
  • Estados Unidos Baltasar Kormákur
  • Jason Clarke, Josh Brolin, Jake Gyllenhaal ...
5
De imponente factura visual, de desarrollo argumental errático.
El 2015 nos llegó un drama de supervivencia basado en los hechos reales acaecidos en el Himalaya en 1996 (conocido como "el desastre del 96" en el mundo del alpinismo y no daré más pistas para no irme a los spoilers) cuando decenas de escaladores (entre guías profesionales, alpinistas aficionados y sherpas experimentados) se toparon con numerosas trabas a la hora de llegar a la cima del título del film.

Empezaré por lo mejor de la película: su ambientación. Con unos efectos visuales hiperrealistas y una mezcla de imágenes tanto de las montañas protagonistas del Nepal como del Tirol o los estudios Pinewood, "Everest" sumerge del todo al espectador dentro de unos paisajes asombrosos e inconmensurables, así como le transmite esa admiración irremediable hacia la belleza de la naturaleza cuando toca y cuando corresponde... también le infunde terror y desasosiego al verse sobrepasado por la rabia de esta misma naturaleza. La cinematografía de "Everest" es tan ilustrativa sobre esta majestuosa cordillera (cuya naturaleza infunde al espectador la misma paz y felicidad como al personaje de Josh Brolin (y como admito que es mi caso) pero si a su vez no se quiere poner al límite su mortalidad, con esta película se puede marcar un inmersivo viaje al Himalaya sin moverse del sofá. Y no hace falta que se vea en IMAX (aunque la experiencia debió de ser estupenda), confieso que me empapó de su hábitat via Netflix) como prodigiosa y escultural. Pues la textura de su grano es perfecta, la elección de encuadres, transiciones y movimientos de cámara (no faltan los paneos, los cenitales, los focos alternos, los detalle o los subjetivos entre los plano/contraplano) es pertinente, vivaz y elegante en todo momento, el sonido es abrumador y el maquillaje y vestuario es tan intachable como idóneo.

El film cuenta además con un elenco de calidad (capitaneado por un solvente Jason Clarke y secundado por actuaciones muy naturales y cercanas de John Hawkes, Robin Wright (en un papel breve pero al que saca todo el juego posible), Josh Brolin, Emily Watson, Jake Gyllenhaal, Keira Knightley o Sam Worthington entre otros) y con una premisa interesante sobre los procedimientos del alpinismo extremo (para los que vamos por otros derroteros en el deporte pero sintamos curiosidad por casi todo en la vida, agradecemos esta narración en primera persona) así como de las desventuras que ponen a prueba la pericia y la moral humana.

Con estos mimbres "Everest" se conforma en líneas generales como un producto de aventuras y drama ficcionalizado aceptable y distraído. Pero durante todo el metraje "Everest" se muestra como una narración desigual, irregular e inconstante. Y es que la cinta no sabe medirse a la hora de aportar drama descarnado, tecnicismos escaladores, o dilemas morales. El largo opta por redundar sin necesidad en secuencias de acampadas que no aportan nada a esta cinta (que no deja de ser de ficción y no un documental) y la lastran distanciando y exasperando al espectador... mientras que cuando llega a la acción, al clímax o a la congénita admiración del hábitat remonta de forma arrojada y vehemente volviendo a capturar a la audiencia con sus medidos suspenses y sus luchas titánicas.

Así pues el film es una analogía a su odisea: con subidas y bajadas de nivel en sus más de dos horas de metraje. Es un producto en el que escasean bastantes dosis de astucia en los diálogos y que erra a la hora de escoger algunas escenas en lugar de otras para dar impulso narrativo al conjunto. "Everest" no llega a ser aburrida y tediosa en su totalidad o en su mayor parte, pero sí bastante más de lo esperado. Aun así la cinta se va compensando con sus virtudes y el saldo es positivo. Es muy recomendable a todo seguidor del cine de supervivencia, pero las hay mejores en esta vertiente ("127 horas" (2010), "El renacido" (2015), "Apolo 13" (1995), "Apocalypto" (2006), "Lo imposible" (2012)) aun sin contar con vistas tan espectaculares (indispensable, eso sí a todo amante de la montaña y su belleza). Para el resto de público será incluso olvidable. "Everest" está a la altura de "Bajo cero" (aquella peli de Disney de 2006 con Paul Walker tratando de salvar a sus perros de la Antártida).

Lo mejor: Su fotografía.
Lo peor: Su guión (no es malo pero no pasa de lo gris).
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El piano
El piano (1993)
  • 7,4
    49.806
  • Nueva Zelanda Jane Campion
  • Holly Hunter, Anna Paquin, Harvey Keitel ...
7
Único, delicado e intrépido drama de época.
Jane Campion nos ofreció en su tercer largometraje una cinta notable con "El piano". La directora neozelandesa escribió y dirigió este refinado a la par que audaz drama ambientado en la Nueva Zelanda del siglo 19. En él una joven viuda escocesa (Holly Hunter) emprende el viaje junto a su hija (Anna Paquin) a la casa de su nuevo marido (Sam Neill) con el que se ha casado de forma forzosa tras un acuerdo entre su padre y su ahora marido. En su nueva vida se topará con un rudo vecino (Harvey Keitel) que queda fascinado por ella y su talento musical.

Es inequívoco que lo que se nos cuenta en "El piano" toma unos mimbres ya establecidos (el ya resobado triángulo amoroso), pero tras ese punto de partida el film nos muestra mucho más y de forma ciertamente elegante y astuta. Así que "El piano" es mucho más que un amorío de época. Pues los traumas del pasado, la inmadurez infantil, la disparidad entre los valores de cada persona, y las pasiones irrenunciables del alma (en este caso por supuesto se incide en la música) se unen a temáticas como el deseo (sí, la cinta habla de sexo sin tener que mentarlo una sola vez), el romance, el cariño y la rivalidad inherentes en toda cinta romántica que se precie.

Estamos pues ante un buen guión que, sin aportar una minuciosidad asombrosa o unas hondonadas instruídas (Campion aporta un libreto estimable, pero tampoco llega a las cotas de lo sobresaliente (¡vamos, que el guión de "El piano" no es el de "El padrino" (1972), "Lincoln" (2012), "La vida es bella" (1997), "El secreto de sus ojos" (2009) o "Braveheart" (1995)!) y si uno se pone tiquismiquis encontrará lagunas o actitudes (pocas pero las hay) forzadas en el tópico del romance) sabe virar hacia muchas vertientes de forma sensible, copartícipe, sutil, brusca o tácita según lo demande el relato de forma inherente.

Pero donde más resalta el film es en el soberbio uso de su lenguaje cinematográfico. La voz en off se utiliza para dinamizar el relato de forma medida y perfecta, lo mismo se puede decir del moderado Slow-Motion para infundir un suspense crucial y enigmático cuando la trama lo necesita. El uso de los planos detalle (y su apertura...o no) que hace de ciertos objetos unos personajes más es insuperable, los cenitales son de una hermosura loable, los planos amplios conceden unos encuadres enamoradores del arisco a la par que bello paisaje (probablemente en analogía a varios de sus personajes) y ojo a ciertos planos que nos muestran de cintura para abajo la historia cuando ésta lo demanda. Todo en la realización está mimado para casar con el tono de según que secuencias, y ese mimo da un tempo exquisito a la cinta (apenas aburre y casi siempre atrapa) y un resultado triunfal. La película cuenta además con un sonido ambiente completamente envolvente, un diseño artístico gallardo, un vestuario significativo, una banda sonora acomodada cuando la película se traslada a sus tonos más líricos y bucólicos, y unas actuaciones excelentes (no es de extrañar las estatuillas a Hunter y Paquin, mientras que los personajes más arquetípicos en el caso de Neill y limitados en el caso de Keitel hacen todo lo que pueden y logran sacar oro de sus roles haciéndolos difíciles de olvidar).

En definitiva estamos ante una cinta que no llega a ser perfecta (dadas algunas carencias en el guión y a alguna que otra escena alongada) pero que se queda a las puertas, suponiendo toda una grata sorpresa para aquel que solo se espere "un romance de época más" y un disfrute casi continuado a todo cinéfilo más curtido gracias a la extraordinaria labor en la puesta en escena donde todo encaja como un reloj suizo (pulso narrativo, realización audiovisual, interpretaciones, música, atrezzo). Es un deleite de película, llega a traspasar géneros y aguanta varios visionados. Incluso no siendo mi género predilecto me resulta muy recomendable para todo tipo de público adulto (excepto a los más recatados que no quieran ver desnudos/sexo en pantalla aunque la trama lo necesite de forma crucial) e indispensable a todo amante del "period drama" o de sus actores en particular. No llega a las cotas de "Tigre y dragón" (2000), "Brokeback Mountain" (2005), "Carol (2015), "Gladiator" (2000) o "La lista de Schindler" (1993), pero está a la misma notoria altura de "Amadeus" (1984), "Manchester frente al mar" (2016) y "Elizabeth" (1998) (si de dramas de época o de tragedias con amoríos destacados de por medio se trata).

Lo mejor: Me quedo con la dirección de Campion y las actuaciones de Hunter y Paquin.
Lo peor: En su último tercio empieza a renquear en su cadencia narrativa (pero no llega a ensombrecer demasiado al conjunto).
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arrow (Serie de TV)
Arrow (2012)
Serie
  • 5,9
    11.404
  • Estados Unidos Greg Berlanti (Creador), Marc Guggenheim (Creador) ...
  • Stephen Amell, Katie Cassidy, Colin Donnell ...
5
Arrow, un Batman de andar por casa.
En 2012 nos llegó la primera adaptación televisiva a imagen real del superhéroe de DC Cómics (y poco conocido para el gran público) Flecha Verde (aka. Green Arrow, aka. Arrow). Una serie de cierta calidad que supuso un gran éxito de audiencia y a la que debemos esta nueva era televisiva del subgénero superheróico tan prolífica y notable (si no es por "Arrow", no tendríamos joyas como "Daredevil" (2015-18), "The Flash" (2014-), "DC' Titans" (2018-) o entretenimientos tan gustosos como "Supergirl" (2015-), "Gotham" (2014-19), "Luke Cage" (2016-18), "Black Lightning" (2018-), "Agentes de Shield" (2013-2020), "Bruja Escarlata y Visión" (2021), "Superman y Lois" (2012-) o "El Halcón y el Soldado de Invierno" (2021-)... claro que tampoco tendríamos desastres como "DC's Legends of Tomorrow" (2016-) o "Iron Fist" (2017-18)). "Arrow" fue la primera serie que adaptó a la pantalla a un superhéroe en su apogéo de combate contra el crimen de su ciudad tras muchos años de parón en esta vertiente de ficción (no cuento "Smallville" (2001-11) que tuvo más de telenovela que de aventura superheróica y criminal).

Por ello, por rescatar una temática para televisión que estaba en la nevera desde hacía mucho (hay que retrotraerse a 2002 la fallida "Aves de presa" que tan solo aguantó una temporada de emisión) tiene mi aplauso. Ahora bien ¿es la mejor serie de lances heróicos, drama personal e indagaciones detectivescas? Pues no, "Arrow" no puede presumir de una gran trama urdida durante toda la temporada con el mimo y las vicisitudes que nos regalaron "Daredevil" o "The Flash", tampoco puede presumir de una banda sonora inspirada y memorable como los tonos de aquellas dos, ni de un acierto de casting tan inmenso como en aquellas o en "Supergirl", "Black Lightning" o "DC's Titans". "Arrow" no sienta las bases de sus villanos con un fundamento elaborado y maduro (ninguno de los malos nos importará o intrigará lo más mínimo... al contrario de lo que sucedía con Wilson Fisk/Kinping (Vincent D'Onofrio) o Harrison Wells/Flash Reverso (Tom Cavanagh) en "Daredevil" y "The Flash") y tampoco aporta a su personaje principal ni a sus acompañantes una profundidad honesta a lo Matt Murdock o Dick Grayson... ni una personalidad singular y carismática a lo Cat Grant, Cisco Ramon/Vibe o Agatha Harkness (aunque esto también se debe a la diferencia de nivel actoral).

"Arrow" se conforma con lo justo en sus tramas, con lo básico del género sin ampliar sus miras y capacidades. Y ni siquiera tomando como base una especie de revisión del potente y claroscuro Batman de Nolan (no se engañen, la historia de orígenes Oliver Queen/Green Arrow en los cómics no tiene NADA que ver con lo expuesto en la serie. Queen fue en los cómics un arqueólogo más cerca de Indiana Jones maridado con Robin Hood que de Bruce Wayne/Batman y su adiestramiento por Oriente. Otra cosa es que hayan impregnado a este Oliver Queen el pasado de su sucesor como Flecha Verde: Roy Harper. No veo este cambio del personaje como algo malo "per se", pero tampoco resulta algo bueno. Si la serie hubiera tenido otro tono más festivo probablemente no sería peor... y tal vez tampoco mejor que con lo que nos encontramos) es capaz de llegar en su tratamiento argumental a la incisión, seso y emotividad de los largos de "El caballero Oscuro" o de las primeras temporadas de "Daredevil" (el más cercano a "Batman Begins" (2005) en la pequeña pantalla).

Y es por ello, por legarnos unas estructuras de personajes tremendamente primordiales (los malvados son convidados de piedra en cada capitulo a los que hay que dar una lección rápida y ya. Y los demás personajes solo se mueven por lo superficial y el esbozo) y unas historias indagadoras episódicas y redundantes, por lo que "Arrow" es muy posible que llegue a hacer perder el interés del espectador medio sin tan siquiera haber visto la segunda mitad de su primera temporada. Pero el público juvenil ávido de disfrutar de un entretenimiento ameno y fugaz de 40 minutos, y el seguidor de los superhéroes en cualquier formato (admito que es mi caso) tenemos en "Arrow" una serie ajustada y decente con la que pasar un buen rato de recreo durante todas sus 8 temporadas.

Y es que, si bien lo que nos cuentan no proporciona una gran sorpresa o un suspense dramático fuerte y memorable, lo que se nos da en cada capítulo de "Arrow" son unas hazañas que se desarrollan con investigaciones y averiguaciones apropiadas y fluídas, que saben guardar la intriga criminal con tempo, y que se envuelven en una puesta en escena ilustre. Porque "Arrow" de lo que sí puede presumir es de unas coreografías de combates, persecuciones, huídas y tiroteos estilizadas y seductoras. La serie tiene además una cinematografía impoluta (de inmensa definición en Star City, la ciudad ficticia en la que se mueve este personaje en las viñetas y aquí frente a la pantalla. Y de un grano rudo y oportuno en los flash-backs de la isla), una fotografía elegante y equilibrada, una elección de planos atinada en todos sus minutos ya sea en la acción o fuera de ella (destacan los cenitales y los contrapicados), un buen (que no excelente) diseño de vestuario y maquillaje, y unas actuaciones aceptables (pero es evidente que Stephen Amell no es Grant Gustin, y que Emily Bett Rickards no es Calista Flockhart si de secundarias en productos televisivos superheroícos se trata) con una química inexistente entre ellos.

Pero al final las virtudes de "Arrow" acaban ganando a sus (evidentes) defectos. El ritmo cohesionado de cada episodio (que se asemeja al de un policiaco procedimental como "CSI: Miami" (2002-12) o "C.S.I.: Cyber" (2015-16)) y su refinada pirotecnia audiovisual hacen de la serie un espectáculo que cumple su cometido de distraer al público al que va dirigido. "Arrow" nunca llega al magnífico nivel global de "Daredevil" o "The Boys" (2019-), pero tampoco es el desastre de "DC' Legends of Tomorrow" o "Juperter's Legacy". Digamos que se queda en un "Black Lightning".

Lo peor: ...
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ciegas
A ciegas (2018)
  • 5,7
    21.632
  • Estados Unidos Susanne Bier
  • Sandra Bullock, Trevante Rhodes, John Malkovich ...
4
Suspense apocalíptico de envoltura poderosa y... de trama tarda y desabrida.
La prolífica (y también corriente) directora danesa Susanne Bier nos presentó en 2018 un film casi en exclusiva para Netflix de gran factura audiovisual pero de parco y usual contenido distópico (el film se asemeja tremendamente a la mediocre versión de 2007 para la gran pantalla de "La niebla" de Stephen King. Es similar para lo bueno y para lo malo).

Más expositiva que evolutiva, "A ciegas" nos presenta un futuro en el cual un misterioso ataque (no queda claro si biológico o fantástico) hace que todos los humanos que salgan al exterior y vean "a las criaturas" deseen suicidarse. El único remedio es encerrarse en lugares cerrados o vendarse los ojos e ir a tientas en el exterior. En medio de este caos post-apocalíptico está Malorie Hayes (Sandra Bullock), una embarazada que aunará fuerzas dentro de una casa con varios desconocidos que se empeñan en sobrevivir a toda costa.

Su propuesta sci-fi es jugosa... a pesar de tener lagunas un tanto absurdas en cuanto al origen y esclarecimiento de los ataques (¡vamos, que el guión no se molesta en construir un universo propio en el que todas las piezas encajen como un guante con pericia a lo "Interstellar" (2014) o las mejores entregas de la saga "Terminator". Por desidia y dejadez el guión lo deja todo a la invención (que no elucubración, esto no tiene la alegoría simbólica de David Lynch, ojalá pero no es el caso) del espectador y no se molesta en tapar los evidentes agujeros de su mundo distópico. Desde luego el libreto es altamente mejorable, pues opta por centrarse en las circunstancias tópicas de sus personajes que no pasan de la simpleza más estandarizada (así como nos legan una verborrea infantiloide de enfrentamientos personales más propio de Gran Hermano que de de un largo de ciencia-ficción), pero al menos no llega a la torpeza supina en su tratamiento argumental de "El incidente" (2008) (largo al que también se asemeja bastante pero en "A ciegas" al menos no tenemos a Mark Wahlbergh hablándole a una planta de plástico)).

Y es por culpa de ese libreto que escoge alongarse y reiterarse en rencillas fútiles cuyo interés es parvo y precario por lo que "A ciegas" llega incluso a hastiar por muchos momentos y a distanciar en casi toda coyuntura. No es raro que el espectador pierda la atención y, no sin razón durante el metraje, se vea tentado a abandonarlo u opte por realizar otra tarea con el largo de fondo. Pues su sustancia eficiente a priori se difumina por minutos.

Por fortuna el film se equilibra en cierta medida gracias a que cuenta con una realización estructurada y desenvuelta (que no memorable) que hace fluir el desarrollo de la trama con más ánimo que su libreto. Pero sobre todo logra auparse de forma momentánea gracias a su atildada fotografía, con una gran composición pictórica en los exteriores (el largo nos deja una paisajes soberbios), con un juego de tonalidades parejas completamente gustoso, con una cinematografía de texturas cuidadas y con un sonido inconmensurable. La cinta logra atraer en mínima medida al entrar (irónicamente) por los ojos, además cuenta con un plantel de empaque encabezado por una siempre solvente Sandra Bullock (aunque ha tenido actuaciones mejores) y un cómplice John Malkovich entre otros. Pero si sus protagonistas son de relumbrón... también por el largo desfilan fugaces secundarios también de relumbrón (Sarah Paulson, Jacki Weaver, Trevante Rhodes, Tom Hollander).

Así pues tenemos un conjunto que resulta tolerable en líneas generales pero no tanto por su misterioso enigma sobrenatural (el factor sorpresa dura lo que dura durante y tras el visionado) sino por su puesta en escena tan competente y estilizada. Pero desde luego no es un cinta que aguante más de un visionado sin que cause exasperación, y solo sirve como pasatiempo eficaz inicialmente. Solo recomendable (que no indispensable) a los muy muy aficionados al thriller sci-fi o a su reparto. Pero desde luego los hay mejores. "A ciegas" no le llega ni a la suela de los zapatos de largos como "Abre los ojos" (1997), "Donnie Darko" (2001), "Minority Report" (2002) o "Los otros" (2001)... y tampoco está a la disfrutable y más pulida altura de films de distopías como "Siete hermanas" (2017), "La isla" (2005), "Oblivion" (2013), "Soy leyenda" (2007) o "Al filo del mañana" (2014). Sin ser el desastre de "El incidente", "Chaos Walking" (2021) o "La joven del agua" (2010)... "A ciegas" se queda a la altura de "La niebla" (2007), "Greenland" (2020) o "City of Ember" (2008).

Lo mejor: Me quedo con la fotografía, su nitidez y su realización en los exteriores. Y en el cómo aprovecha con pericia los escenarios con un presupuesto ajustado para el despliegue de efectos espaciales... ojo al momento ITV por el minuto 40.
Lo peor: Que no aprovecha todo su potencial apocalíptico y prefiere orientarse más en la vertiente más arquetípica de las relaciones amistosas, amorosas o rivales entre personajes.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Warcraft: El Origen
Warcraft: El Origen (2016)
  • 5,6
    21.859
  • Estados Unidos Duncan Jones
  • Travis Fimmel, Toby Kebbell, Paula Patton ...
6
Fantasía pragmática.
En 2016 nos llegó la adaptación para la gran pantalla de una de las sagas de videojuegos más populares: el mundo de Warcraft (que sacó su primer videojuego de estrategia allá por 1994, pero que tuvo su culmen de éxito con la entrega "Word of Warcraft" en 2004, que se presentó como plataforma de rol multijugador). Admito que jamás he jugado a ninguno de estos lanzamientos (en cuestión de videojuegos de estrategia me quedé en "Age of Empires" y tampoco es que me cautivara precisamente), y reconozco que tiro más por el cine que por el mundo gamer. Así que no puedo juzgar si como adaptación del material original este "Warcraft: El origen" es un producto digno o no.

Me centraré en calificarla como cinta de aventuras de fantasía independientemente del material de base al que pretende (no sé si logrará o no) homenajear. Como relato de fantasía medieval es bastante evidente que no estamos ante un guión del mimo de "Juego de Tronos" (2011-19) o con las hondonadas de la trilogía de "El Señor de los Anillos" (2001-03)... pero tampoco estamos ante un desastre como el de "Dragones y mazmorras" (2000), "Assassin's Creed" (2016) o "Prince of Persia" (2010) (si se trata de lances en mundos ilusorios).

Digamos que estamos ante un "Eragon" (2006), un "Thor" (2011), un "Las crónicas de Spiderwick" (2008) o un "Las crónicas de Narnia: La travesía del viajero de alba" (2010). Y esto es un pasatiempo robusto y activo. Desde luego como cine de palomitas "Warcraft" cumple su propósito sin despeinarse para todo aficionado a las hazañas de fantasía (lo confieso sin remedio, es mi género predilecto). Por supuesto las hay mejores (toda la incursión en la Tierra Media de Peter Jackson, toda la saga del "niño que sobrevivió", casi todos los largos de la guerra de las galaxias, etc.), pero lo que ofrece "Warcraft" es un recreo grato.

El guión toma prestados elementos de aquí y de allá de la literatura de fantasía (desde C.S. Lewis hasta J.K. Rowling pasando por J.R.R. Tolkien y si me apuran hasta pasando por la Biblia también), así que la sensación de deja vú cuando veamos a los orcos, los hipogrifos y demás ralea la vamos a tener por descontado. La falta de novedad es inmensa, su temática ya está resobada y ejecutada con mayor maestría. Y sin embargo su propuesta sigue resultando igual de jugosa y provechosa, y aquí se desarrolla con eficiencia y dinamismo. La construcción de personajes (si bien no se salen del arquetipo esquemático) no cae en la idiotez o la incoherencia (cosa que no pueden decir adaptaciones al cine del videojuego como "Assassin's Creed" o "Super Mario Bros" (1993)), la trama evoluciona a un ritmo efusivo capaz de captar el interés con cierta elegancia, y su argumento jamás divaga o desbarra en un solo minuto... ofreciendo además giros festivos.

Así pues estamos ante unas peripecias de fantasía medieval de lo más amenas y ágiles, con un tempo en el libreto de lo mas preciso y gustoso. La puesta en escena pone el resto con un diseño artístico acogedor, cargado de escenarios variopintos detallados (los efectos visuales poseen una definición espléndida, y un prominente uso de las luces eléctricas y sus contrastes) y estilizados, de una cinematografía primorosa, una banda sonora inmersiva y significativa (que no memorable), una realización pulida (la edición es precisa y la elección de planos copiosa (con paneos de planos medios, picados y contrapicados subjetivos y semisubjetivos, cenitales, etc.) e inherente), y unas interpretaciones solventes (que nunca carismáticas y reseñables. Los actores no tienen tampoco mucho material con el que dejar su impronta, pero el poco jugo que tienen sus personajes pudieron dar algún detalle de sutil carisma. Pero ni Ben Foster es Christopher Lee ni Travis Fimmel es Viggo Mortensen).

Estamos en definitiva con un conjunto suyo saldo es más que positivo sin llegar a lo sobresaliente. En mi caso particular me ha resultado un divertimento digno, un pasatiempo muy entretenido en uno o más visionados. Muy recomendable (aunque no indispensable) a todo fan de las andanzas ensoñadoras, al resto no dirá nada aunque el público general abierto a todo que busque un entretenimiento pasajero podrá disfrutarla levemente.

Lo mejor: Me quedo con su cinematografía.
Lo peor: Que el reparto no parece exigirse demasiado a sí mismo y eso lastra ciertamente al film.
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