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Críticas ordenadas por:
Blow
Blow (2001)
  • 6,8
    33.571
  • Estados Unidos Ted Demme
  • Johnny Depp, Penélope Cruz, Ethan Suplee ...
8
Doctorado en cocaína
Cómo engaña “Blow”. Al principio parece querer jugar a Scorsese, con esas conversaciones de tú a tú entre la narrativa del personaje y el espectador en las que va describiendo a todos los personajes y situaciones que acontecerán el argumento. Recuerda a secuencias de “Casino” (1995), “Uno de los nuestros” (1990) o, muy particularmente, el inicio de “Una historia del Bronx” (1993), dirigida por Robert De Niro, que demostró haber aprendido —y mucho— de su maestro. Luego, la calidad de lo que contemplamos va en aumento, y aunque sus formas delaten mamar de otros estilos cinematográficos, Ted Demme demuestra que no se apoya en esto gratuitamente. Sabe trabajar su material y por ello consigue elaborar un profundo viaje a las entrañas del mundo del narcotráfico, además de ofrecer una sólida y desgarradora estampa del inmenso poder destructivo que poseen los tentáculos de la ambición.

Basada en hechos reales y aderezada con una buena selección de conocidos temas de la época en la que se basa el argumento (70-80), “Blow” cuenta con un fabuloso Johnny Depp para encarnar a George Jung, un joven cuyo temor a convertir su vida en algo parecido a la de sus padres (existencia monótona, escasa de emociones y muy limitada económicamente), lleva a involucrarlo directamente en el negocio de la marihuana. “Todo es perfecto”, insiste Jung una y otra vez, ignorando aquellos aspectos negativos que probablemente algún día puedan explotarle en la cara. Johnny Depp está chapeau en una interpretación que, como la propia película, va mejorando progresivamente hasta el final. Aparecen en escena actores como Ray Liotta como el padre de Jung, esta vez en el lado de los buenos y desarrollando un convincente trabajo, junto a un acertado Jordi Mollá que se va creciendo por momentos o una pasable Penélope Cruz a la que el cartel de la película concede inmerecidamente demasiado espacio, y cuyo trabajo, más allá de un par de escenas reseñables, se limita a cubrir el trámite que le ha sido impuesto a un personaje que no aporta —al menos a este servidor— demasiado interés.

Al parecer, esta cinta fue vapuleada en su momento por la crítica especializada, que dividió sus opiniones hasta demostrarnos una vez más (y van…) que los críticos deben servirnos simplemente para orientarnos, y no para hacernos decidir si queremos ver o no una determinada película. Generalmente, toda opinión relacionada con un film es subjetiva. A todos no nos gusta lo mismo. Algunos que van de superestrellas del teclado, demuestran su prepotencia creyéndose más importantes que la propia película que desgranan, esputando cuantos más insultos mejor para dárselas de crítico feroz, contundente y temido. Yo no os tengo miedo. Seguiré viendo lo que a mí me dé la gana sin haceros ni puñetero caso.
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11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la niebla
En la niebla (2012)
  • 5,7
    1.025
  • Bielorrusia Sergei Loznitsa
  • Vladimir Svirski, Vladislav Abashin, Sergeï Kolesov ...
6
Una niebla muy densa
No entiendo cómo una película tan bien hecha puede haber terminado llegándome tan poco. Su buena técnica, su fotografía, su excelente ambientación y sus buenas interpretaciones conforman una base sobre la que puede vislumbrarse la construcción de un buen producto, pero la excesiva obsesión contemplativa del director extiende la duración de la película innecesariamente hasta mermarla en su conjunto.

Muchas de sus escenas son intrascendentes y no dicen nada que vaya más allá de lo decorativo, de la belleza visual e inestable tranquilidad que pueden producir esas secuencias sobre el espectador: dos hombres en silencio y montando a caballo durante casi tres minutos, cámaras fijas durante un tiempo similar sobre un cuervo graznando, el exterior de un hogar o la panorámica de otros lugares, conversaciones que se mantienen casi a tiempo real respetando todos los silencios que mantienen las miradas de sus protagonistas…

Y vuelvo a lo mismo. Todo eso está bien hecho, algo que especialmente valoras cuando han pasado unas horas después de haber visto la película y ha madurado la opinión que se pueda tener sobre la misma, comprendiendo que hay una calidad evidente en esta producción, pero que ésta queda herida de muerte con la extensión de un metraje que bien pudiera haberse ahorrado más de media hora.

Su historia, desplegada en el marco de la Segunda Guerra Mundial, ofrece un relato de supervivencia que refleja la crudeza y el absurdo de la guerra, tocando el espinoso pero recurrido tema de la traición ubicando a su personaje, Sushenya (Vladimir Svirskiy), partisano bielorruso, entre dos fuegos. Por un lado, es acusado por sus camaradas de la resistencia de haberles vendido a los alemanes, y por el otro, los propios alemanes y sus tentáculos en ese país (la policía militar bielorrusa) controlan el lugar convirtiéndolo, metafóricamente, en un campo de minas: vayas donde vayas no sabes cuándo vas a pisar el lugar incorrecto y acabar sin vida.

Me gusta el dibujo de lo cotidiano en aquel tiempo y circunstancia: desde una simple secadora manual para la ropa, hasta la austera alimentación de sus personajes, pasando por los trapos que utilizan como calcetines y otros detalles tan simples como gratificantes que pueden verse en la cinta y que transmiten las dificultades del momento y la peculiaridad de la época. Todo esto se ofrece desde el ya mencionado estilo contemplativo de la realización, algo que se puede digerir bien durante la primera hora, pero que a partir de ese instante se empieza a comprender que el formato de la película es este y que cualquier cosa que se cuente será con el mismo ritmo espeso que hasta entonces.

Cuesta llegar hasta el final de la cinta sin haberse revuelto en la butaca o haberse mirado el reloj varias veces durante su duración, y llegado el último tramo (siempre y obviamente, esto no es más que mi opinión) todo comienza a dejar de importarte, deseando que todo se resuelva pronto y aparezcan los títulos de crédito para salir despavorido de la sala. Gustan las interpretaciones de sus personajes, especialmente la de Vladislav Abashin como Burov, y se da toda una lección de cómo debe ambientarse una película de estas características, resultando también interesante por atreverse con un género tan lleno de historias en el cine, con un argumento no completamente distinto, pero si algo diferente de lo que viene siendo la media, y además enmarcado en un territorio menos explorado.

Pero su lentitud y la extensión de cada una de sus escenas (emplea mucho tiempo para mostrar cosas evidentes, recreándose su director, Sergei Loznitsa (“My Joy“, 2010), con su propio trabajo) hace que estas tarden tanto en llegar a uno para transmitirnos algo, que cuando ya lo han hecho su poderío se ha evaporado por el camino. Nunca he visto mal que una película carezca de música, pues incluso me parece toda una demostración de valentía, pero en este caso se termina echando de menos un elemento como ese, que ayude a seguir de una forma más amena determinadas escenas. Tampoco termino de comprender el desarrollo de la incluso absurda relación entre los dos protagonistas, o por lo menos cómo la concibe el personaje de Sushenya, pero esto, como todo el resto de la crítica, es cosa mía.
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22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dredd
Dredd (2012)
  • 6,0
    22.854
  • Reino Unido Pete Travis
  • Karl Urban, Olivia Thirlby, Lena Headey ...
8
Justicia
Una absorbente visión futurista y llena de cualidades sobre un mundo caótico.

Lo mejor: su impresionante, atractivo e impecable despliegue visual y técnico. Lo explícito de sus escenas tan violentas como desagradables y sorprendentes. La originalidad de su conjunto, capaz de construir una atmósfera tan gris, opresora y en definitiva personal que la realización consigue impregnar a la película. Una banda sonora que se erige como excelente compañera de una cinta atrevida y transgresora, muy interesante por cómo plantea la figura de las autoridades en un futuro post-apocalíptico: esto es fruto de la buena historia sobre la que se basa, pero Pete Travis es quien logra adaptarlo y reflejarlo con brillantez. Karl Urban, sin más posibilidad de expresión que su boca, apoya el poderío de su interpretación en los movimientos corporales de su personaje.

Lo peor: Que la práctica totalidad de la historia se desarrolle entre los muros de un edificio (pese a lo interesante de su interior, argumental y estéticamente), evitando la posibilidad de poder disfrutar más de los exteriores en una ciudad cuyos rincones intrigan bastante. Que parezca haber sido diseñada para producir una segunda entrega, algo que sería una buena noticia de no haber fracasado en taquilla. No obstante, la productora está recuperando su inversión gracias a la posterior venta de DVD’s, algo que está resultando un éxito y que está ayudando a relanzar esta película que fue injustamente ignorada en los cines, pues gracias a su rescate en los videoclubs se ha podido cosechar una buena legión de fans que seguro estarían dispuestos a ver un segundo film sobre este peculiar juez, quedando por ello más abierta la posibilidad de una secuela.
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo sobre mi madre
Todo sobre mi madre (1999)
  • 7,1
    77.265
  • España Pedro Almodóvar
  • Cecilia Roth, Marisa Paredes, Penélope Cruz ...
8
Buscando esperanza en un mundo maltrecho
Porque en la vida hay muchas cosas por descubrir o, al menos, que conocer para entender, intento tirar abajo las puertas de cualquier prejuicio y esmerarme en verlo todo con mis propios ojos. Confieso que, por unas cosas u otras, no había logrado hasta el momento sentarme y ver con tranquilidad ninguna película de Pedro Almodóvar. En lo personal, así como en lo político (y no por sus ideas, ojo, sino por algunas ofensivas declaraciones), no es una persona que me desprenda demasiada simpatía. “Todo sobre mi madre” ha sido la primera obra que veo del manchego y tengo que confesar que su resultado me ha gustado mucho. Es una película que sabe combinar la tristeza de nuestras vidas con la simpatía con la que debemos contemplarlas.

Caracterizada por lo que llaman el universo ‘almodovariano’ (travestis, drogadictos, putas, minorías en general y marginados sociales en particular, personajes destrozados, etc.) relata de manera convincente y muy particular la desolación que padece una madre que ha perdido a su hijo y la posterior odisea que vive rodeada de viejas y nuevas personas que conoce, todas ellas con algún problema que las atormente. En general, la película es un desfile a través de multitud de sentimientos que buscan algo de esperanza en nuestro mundo maltrecho. Su banda sonora es fabulosa, la fotografía esconde agradables detalles y sus interpretaciones son muy esmeradas.
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10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Dorado
El Dorado (1966)
  • 7,7
    14.037
  • Estados Unidos Howard Hawks
  • John Wayne, Robert Mitchum, James Caan ...
9
"Busco una estrella de hojalata que va prendida a un borracho"
Howard Hawks dirige otro emocionante y extraordinario western, apoyándose en el nutrido y consistente guión que Leigh Brackett escribe basándose en la novela de Harry Brown, “The Stars in Their Courses”, y apoyándose en una fórmula que ya demostró ser efectiva años atrás en “Río Bravo” (1959), película con la que no sólo comparte estudios de rodaje, sino también algunas escenas e incluso puntos concretos del argumento y descripciones de personajes que recuerdan en mucho a esa otra magnífica cinta cuyo reparto también estuvo encabezado por John Wayne. Si en la cinta de 1959 era Dean Martin el alcohólico ayudante del sheriff, aquí es Robert Mitchum quien extraordinariamente refleja el espíritu herido de un representante de la ley atrapado por el whisky, encontrando en el personaje interpretado por Wayne el principal apoyo para mantener su pueblo a salvo de unos malhechores que no tardarán en sitiarlo.

Aquí John Wayne encarna a Cole Thornton, un pistolero que se vende al mejor postor y que cabalga hasta un poblado llamado El dorado para ser contratado como matón por Bart Jason (Edward Asner), cabeza de una poderosa familia que mantiene una lucha con los MacDonald para adueñarse de sus terrenos. Advertido por su buen amigo, el sheriff de la localidad, Jean Paul Harrah (Mitchum), Thornton rechaza ese sucio trabajo y se pone del lado de la justicia, consciente de que no será pequeño el problema al que deberá acabar enfrentándose. La película, llevada en volandas por un rico guión lleno de perlas sarcásticas y frases memorables que sabe hilvanar todo el argumento con una precisión que se demuestra en la fluidez con la que se suceden las escenas, destaca por cada secuencia filmada, su lograda ambientación del pueblo, la gran simpatía de momentos que hacen sonreír y te mantienen constantemente interesado por su argumento, por el retrato de todos esos personajes tan diferentes, pero con tantas cosas en común…

Con unas interpretaciones extraordinarias que no necesitan ningún tipo de análisis por ser todas tan acertadas como plenamente convincentes, y refiriéndome a continuación a la descripción de los personajes: engancha el rol habitual de un John Wayne rudo pero lleno de principios y con buen corazón; un Robert Mitchum tocado en su orgullo pero impedido por el alcoholismo de su personaje, producido, cómo no, por una mujer; la animada y empática personalidad de un joven James Caan cuya chistera producirá un sinfín de chascarrillos; el carácter de un Arthur Hunnicutt al que, como buen conocedor de las costumbres indias, le entra un cosquilleo en la nuca cuando el peligro acecha; la seguridad, simpatía y deslumbrante mirada de Charlene Holt, tan bella como una despampanante pero más temeraria Michele Carey en el papel de Josephine MacDonald; los principios de un bandido con reglas como Christopher George, todo un caballero del crimen, etc. Fantásticos trabajos que dejan como herencia a unos personajes imborrables.

Volviendo a los recuerdos de “Río Bravo”, las similitudes van más allá de las citadas sutilmente al principio, pues recalcando los personajes de Arthur Hunnicutt como Bull y James Caan como Mississippi, éstos parecen cubrir la función que Walter Brennan y Ricky Nelson desempeñaron como el viejo con carácter Stumpy y el intrépido y fiel Colorado Ryan, respectivamente, teniendo además (si no me equivoco) los personajes como centro de operaciones la misma vieja cárcel/oficina del Sheriff que se empleó en aquella película. Estas son el tipo de cintas que recuerdan por qué uno está enamorado del cine y no para de fascinarse ante cada descubrimiento, por alejado que esté de nuestra época, dejando claro que los prejuicios de aquellas personas que no se atreven con el cine clásico no hacen más que negarles un gran pedazo de una tarta deliciosamente maravillosa. Pese a ser una obviedad, ningún amante del western debe dejar pasar por alto ni esta ni ninguna otra cinta de Hawks, ni de los grandes de esta reliquia de género cinematográfico.
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13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El atlas de las nubes
El atlas de las nubes (2012)
  • 6,4
    28.162
  • Estados Unidos Tom Tykwer, Lilly Wachowski ...
  • Tom Hanks, Halle Berry, Jim Broadbent ...
8
Para innovar hay que arriesgarse
La única manera de innovar es arriesgándose, y esto es lo que han hecho Tom Tykwer y los hermanos Wachowski, Lana y Andy, jugándosela aquí con un producto que puede generar mucha controversia. Otra de esas películas que puedes amar u odiar, uno de esos trabajos que no está hecho para cualquiera, pero que seguro no te dejará indiferente. “El atlas de las nubes” es un extraordinario ejercicio de originalidad y un fascinante despliegue de virtuosismo visual y musical, que recorre pasado, presente y futuro a través de historias diferentes, protagonizadas por un amplio abanico de personajes, en la mayoría de las ocasiones interpretados por los mismos actores. En su primera hora puede llegar a confundir la fusión de escenas de contenido tan distinto, copadas por diálogos con pretensiones filosóficas, pero el transcurso del metraje, como el tiempo en la vida misma, va poniendo todo en su sitio, desembocando todo en un auténtico clímax de sensaciones cuyo mensaje acaba destapándose cual flor abre lenta y suavemente sus pétalos.

“El atlas de las nubes” es también la cartografía de diversos géneros cinematográficos, como drama, acción, thriller, comedia, romance, aventuras, ciencia ficción… Podemos considerar este trabajo como varias películas en una, aunque llegado el punto en el que se descubre el nexo que une sus historias se entiende que las escenas que hasta el momento sólo comprendíamos por separado formen parte de un todo. Con relación a lo dicho, mención especial para el montaje de Alexander Berner (“Resident Evil“, 2002). El trabajo del alemán es impresionante, y fascina no sólo el acierto con el que se ha montado este auténtico puzzle secuencial sino también su capacidad para unir las escenas con constantes demostraciones de maestría. No es difícil que desfile ante nuestros recuerdos otro trabajo de Lana y Andy Wachowski, “Matrix” (1999), por las similitudes de varias historias con una estética vanguardista y un trasfondo casi onírico que sabe transmitirnos el apocalíptico misterio de unos mundos que no parecen nuestros, y que si lo son reflejan todo el daño que hemos producido en ellos.

Con un gran elenco de actores que ejecutan buenas interpretaciones, personalmente destacaría a un fantástico Hugo Weaving (“V de Vendetta“, 2006), y aunque me quedaría con muchos más no quiero convertir esto en el listado de un análisis interpretativo que se me escaparía de las manos, innecesario por extenso. La práctica totalidad del reparto cumple con nota su función. Cada historia tiene la capacidad de contarnos algo muy diferente pero igualmente interesante. Desde el mágico proceso de la composición de una partitura musical, hasta la historia de un amor imposible entre dos hombres en una época llena de prejuicios, pasando por la simpatía de unos ancianos que sólo quieren ser libres, la creación de seres humanos mediante manipulación genética para ser esclavizados, la amistad entre clases y razas muy diferentes para el año en que se desarrolla esa historia, las conspiraciones surgidas en el interior de grandes corporaciones, el estilo de vida tribal de una gente que sólo quiere defender su aldea pero teme al diablo…

Para que se hagan una idea de las sensaciones que puede producir esta película en gran parte de su duración, al sentarme ante la pantalla no hice más que preguntarme cómo narices iba a poder yo escribir sobre “El atlas de las nubes” y no morir en el intento. No sabía por dónde empezar ni de qué hablar, y por dentro me decía “me gustan las historias por separado, pero no encuentro cómo pueden relacionarse entre sí”. La recomendación: dejarse llevar y disfrutar con la calidad de una cinta que se atreve a ofrecer algo nuevo y que finalmente convierte su abstracta complejidad en cordura, aportando un mensaje que precisamente en fechas como la actual, se antoja necesario. La película está acompañada por una gran banda sonora compuesta, en clave preciosista y épica, por Reinhold Heil y Johnny Klimek (ambos responsables del apartado musical de “Deadwood“, 2004-2006) y el propio Tom Tykwer, aunque, siendo fiel a la estructura de la película, ésta sabe sorprender y mezclar partituras muy diferentes en función de la historia en la que aparecen.
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28 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
La trama (Broken City)
La trama (Broken City) (2013)
  • 5,3
    9.168
  • Estados Unidos Allen Hughes
  • Mark Wahlberg, Russell Crowe, Catherine Zeta-Jones ...
6
Sombras en la ciudad
“Broken City“, película cómoda y de agradable digestión, dominada por una atmósfera densa, oscura y opresora que evoca la impotencia ante un sistema tan poderoso como corrupto. Aquí Mark Wahlberg (“The Fighter“, 2010) es Billy Taggart, un detective que recibe un encargo por parte del alcalde de Nueva York, Hostetler (Russell Crowe): investigar a su mujer (Catherine Zeta-Jones) por un caso de posible infidelidad. Pero según avanza la investigación, Taggart se va adentrando en una espiral mucho más compleja y alejada de la rutina que él se imaginaba, vislumbrando sombras de personas muy poderosas con intenciones deplorables. Llevada a través de los compases de una exquisita banda sonora compuesta por Atticus Ross (“La red social“, 2010), Leopold Ross y Claudia Sarne, es el interior de tan acertado y fluido envoltorio lo que decepciona, pues como thriller sólo consigue ser un liviano y predecible repaso a la parte más tópica del género, ofreciendo una historia sencilla y meramente entretenida que no aporta nada nuevo y que se deja ver pero que no está a la altura del buen despliegue técnico tras el que se resguarda la película.

En el apartado interpretativo tenemos a Mark Wahlberg, quien también produce esta cinta, y que realiza una buena interpretación en un papel que no sorprende, pues ya ha ejecutado en más ocasiones, con el mismo resultado y efectividad, este tipo de rol de detective o policía. Russell Crowe (“El tren de las 3:10“, 2007), oculto tras la mesa de la alcaldía de Nueva York, transmite meritoriamente la grandeza, el poder y la tranquilidad de quien se cree invencible y con la capacidad de poder destruir a cualquiera que se cruce en su camino. Otro que destaca es Barry Pepper (“Los tres entierros de Melquiades Estrada“, 2005) en su papel de contrincante político de Hostetler, ejecutando un convincente trabajo que podría haber llegado a ser superior de haber conseguido la realización hacer de la escena del debate político un auténtico enfrentamiento dialéctico y no un simple trámite secuencial. Gusta también la buena aportación de Jeffrey Wright como el comisario Carl Fairbanks. Cae simpática Alona Tal. Del resto, incluyendo Zeta-Jones (“Chicago“, 2002), sólo encontramos papeles que cumplen con su pequeña tarea.

Espacio ahora que me reservo para despotricar una vez más contra los absurdos cambios que las productoras/distribuidoras realizan en los títulos de las películas en según qué países. En España toca llamar a esta cinta como “La trama”, mientras que el título original de “Broken City”, más acertado, descriptivo y elegante (en México se acercan más al título original, nombrando la cinta como “Ciudad de sombras“), pasa a un segundo plano para que los carteles de esta cinta puedan intentar engañarnos sin escrúpulos. Claro que hay una trama, pero resulta que es lo más liviano de la película, y si espectador va buscando encontrarse con una complicada y enrevesada maraña detectivesca, quedará doblemente desilusionado. De lo que sí seremos testigos es de su verdadero título, que refleja la parte mejor conseguida por la realización, que es el transmitir la sensación de desesperanza de una ciudad rota, corrompida y utilizada como el cortijo particular de los políticos. A los que, como yo, sean españoles, seguro que les resulta muy familiar esta última descripción.
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36 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
El último desafío
El último desafío (2013)
  • 5,4
    11.696
  • Estados Unidos Kim Jee-woon
  • Arnold Schwarzenegger, Arron Shiver, Forest Whitaker ...
8
Bienvenidos a Sommerton
Uno de los más peligrosos narcotraficantes custodiado por el FBI logra zafarse de la seguridad durante un traslado a prisión, gracias a una impecable operación de su organización criminal. Su objetivo es huir a México, pero para ello deberá atravesar un pequeño y apacible pueblo, Sommerton. Hasta aquí todo parece salir sobre ruedas (nunca mejor dicho, ya que ese tramo es todo adrenalina automovilística) para Gabriel Cortez (Eduardo Noriega), pero no contaba con que el Sheriff de aquel lugar fuese Ray Owens (Arnold Schwarzenegger), un experimentado policía que tras una larga y ajetreada vida al servicio de la Ley en Los Ángeles, decidió pasarse a un puesto más tranquilo, como el que disfruta en esta apartada localidad fronteriza. Ahí es donde la película se convierte en el particular “Río Bravo” (1959) de Arnie, compartiendo el argumento de un Sheriff que deberá plantar cara a una amenaza que le supera en fuerza y número de hombres.

Vuelve Arnold Schwarzenegger (“Depredador“, 1987) y qué mejor manera de hacerlo que con un producto especialmente ajustado a su medida. Allá donde no puede llegar con sus 65 años, alcanzan sus compañeros de reparto, que se convierten en un apoyo muy efectivo. Casi todos ellos interpretan roles con alguna particularidad que hará que esbocemos un sonrisa, pero sin duda es Luis Guzmán (“Punch-Drunk Love“, 2002) en otra de sus brillantes apariciones, quien llena de carisma la pantalla con un personaje tan rocambolesco como campechano —de esos que producen empatía—, encabezando lo más llamativo de unos secundarios conscientes de que la auténtica estrella es Arnie, que aquí está inconmensurable moviéndose como nadie sobre el terreno que mejor conoce.

A Eduardo Noriega (“Blackthorn“, 2011) lo encuentro simplemente correcto. Su personaje me da igual: no me cuenta más que otros quemados estereotipos para esta clase de roles, y pienso que cualquier otro actor podría haber hecho el mismo trabajo, discreto y cumplidor. Probablemente esto sea por lo que ya he comentado: que todo está calculado para que brille Schwarzenegger, y quizá por ello la realización no quiso dibujar un villano tan oscuro y poderoso que pudiera hacerle demasiada sombra al protagonista. Eso, o es que el trabajo de Noriega es así de frío. Muy por encima de éste, me quedo con Forest Whitaker y su buena ejecución del rol de director de operaciones del FBI, muy enérgico, seguro y por tanto, convincente, un tipo de papel que no le es desconocido (véase “Última llamada“, 2002).

“The Last Stand” te acompaña durante todo su entretenidísimo metraje con un fluido y trepidante despliegue de acción en el que no se repara en medios, y que seguro hace las delicias de los aficionados a las buenas escenas de persecuciones y tiroteos. Sabe manejar su clímax, dejando lo mejor para el segundo tramo de la cinta y manteniéndonos activos con deliciosas pizcas de buen humor que en muchas ocasiones parodian intencionadamente el género en el que se incluye este film. Las influencias del western se evidencian hasta hacer de esta cinta una especie de western contemporáneo. La película, nada pretenciosa, divierte, engancha y deja buen cuerpo. Kim Ji-woon (“El bueno, el malo y el raro“, 2008) hace que todas las piezas encajen para que la maquinaria funcione, sin dejar cabos sueltos y ofreciendo un producto vertiginoso, desenfadado, directo y muy consciente de lo que es. Quien pretenda buscar aquí grandes enigmas sobre la vida y la muerte o un recital shakespeariano, que dé media vuelta y vuelva cuando quiera divertirse con el desenfado de una cinta que, si bien no derrocha originalidad (al menos en lo que a las escenas de acción se refiere) y tiene presentes multitud de clichés, demuestra que sabe luchar contra los prejuicios terminando una película fresca y con sello propio. Cuando un “más de lo mismo” puede ser mejor y, aunque suene paradójico, distinto.
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48 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amor a quemarropa
Amor a quemarropa (1993)
  • 7,3
    36.142
  • Estados Unidos Tony Scott
  • Christian Slater, Patricia Arquette, Dennis Hopper ...
8
La persona que estaba destinada a amar y Detroit
Dirigido por Tony Scott (“Fanático“, 1996) y escrito por Quentin Tarantino (“Death Proof“, 2007), este trepidante thriller bañado en romance habla de un amor imposible, uno de esos flechazos que sólo pueden verse en una película, exagerado aquí intencionadamente. Un “nos miramos y estamos juntos para siempre”, una pareja de desconocidos que se dicen “te quiero” en su primera noche y al día siguiente se aventuran en todo tipo de problemas, solos contra el mundo. Quizá por ello su amor me parezca uno de los más bonitos, bien para ver en el cine o para desear en la realidad. Así son los extravagantes y especiales protagonistas que interpretan Christian Slater (“Entrevista con el vampiro“, 1994) y Patricia Arquette (“Carretera perdida“, 1997), que se meten en la piel de un friki solitario —cuyo principal entretenimiento son las sesiones triples de películas de kung-fu en el cine— y la prostituta más sensual, preciosa y encantadora que haya podido albergar la gran pantalla. Una de esas mujeres que no necesita electricidad para encender una bombilla.

Son las cabezas visibles de un reparto que se convierte en un llamativo desfile de grandes actores (Dennis Hopper, Christopher Walken, Gary Oldman, James Gandolfini, Brad Pitt…), cada uno con la función y la capacidad de sorprendernos con un personaje excelentemente dibujado e interpretado, al margen del tiempo que disfruten en pantalla. Un vigilante de unas instalaciones ferroviarias, un mafioso, un proxeneta, un matón, un porreta… Pase y escoja.

Los principales, dos personajes desgraciados, solos y condenados a ser incomprendidos. El destino ya ha trazado los caminos que deben recorrer Clarence (Slater) y Alabama (Arquette), unidos en sagrado matrimonio por la gracia de la insensatez premeditada y decididos a luchar contra todo aquello que pretenda separarlos. El chulo al que “pertenece” Alabama es el primer gran obstáculo al que deberán enfrentarse, convirtiéndose éste en el punto de partida de una fuga que llevará a los dos enamorados a verse envueltos en una sucesión de imprevistos que se sucederán ante nuestros ojos como una tormenta de adrenalina y una lluvia de secuencias y líneas memorables. Hans Zimmer (“The Dark Knight Rises“, 2012) batuta en mano para deleitarnos con una banda sonora inolvidable del que sobresale ese “You’re so cool” que tan bien se entrelaza con el espíritu de fábula del que está impregnado esta atractiva y agradable historia que invita a soñar, a dejarse llevar, a cometer una locura sin que te importe lo demás cuando nada tienes.

Al menos, por una vez, sería bonito que las cosas fueran así de fáciles. Porque como cita el excelente diálogo de introducción acariciado por los carnosos labios de Patricia Arquette, “así suele ser el amor, normalmente, así es como va, pero de vez en cuando, también va al revés”.
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9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hitchcock
Hitchcock (2012)
  • 6,2
    19.166
  • Estados Unidos Sacha Gervasi
  • Anthony Hopkins, Helen Mirren, Scarlett Johansson ...
7
Llámame “Hitch”, quédate el “cock”.
Alfred Hitchcock es uno de los más brillantes directores de nuestra Historia, aunque esa imperfección en forma de ostentosa gala de injusticias conocida como los Premios Óscar, se hubiese negado a reconocerlo a lo largo de la impecable filmografía del realizador británico. Quizá consciente de su estrepitoso ridículo, la Academia trató de subsanar este descuido otorgando al Maestro del Suspense un premio honorífico en reconocimiento a su carrera, en el año 1971. Talento cinematográfico al margen, Hitchcock fue además una figura rebosante de carisma, hecho por el que encarnar al susodicho se antojaba una tarea harto complicada por el riesgo latente de terminar ofreciendo algo que no estuviera a la altura de tan prodigioso personaje. Pero el extraordinario —y aquí, físicamente irreconocible— Anthony Hopkins (“Conocerás al hombre de tus sueños“, 2010) cumple muy bien con la tarea de acercarnos a la intríngulis de la personalidad del admirable director londinense, metiéndose totalmente en su rol y ejecutando una excelente —y por tanto, inmejorable— interpretación.

Sacha Gervasi se apoya en el guión de John J. McLaughlin y Stephen Rebello para convertirnos en testigos del proyecto más complicado de la carrera de Hitchcock: el rodaje de su aclamada obra “Psicosis” (1970). Con la desconfianza inicial de todos los que le rodeaban y erigiéndose Paramount Pictures como el primer escollo a superar (ya que se negaba a financiar una cinta tan polémica para la época), Hitchcock encuentra en su obsesión por ver terminada su película y en su mujer Alma (muy buen papel de Hellen Mirren), los principales pilares que le otorgan fuerza suficiente para llevar a cabo sus pretensiones. La cinta siempre está más cerca de la admiración contagiosa hacia un Hitchcock del que se ofrece una cercana estampa, que de tratar de ser un detallado documento sobre las dificultades que se debieron superar para hacer “Psycho”. Suma multitud de simpáticas líneas de diálogo que no hacen más que invitarnos a reverenciar nuevamente la efigie del excepcional director, al que se pinta tan misterioso e imprevisible como los personajes de sus propias películas, y se sumerge a Hitch en varias escenas surrealistas en las que charla animosamente con Ed Gain, el asesino en serie en el que se basó el Norman Bates de “Psicosis“.

“Hitchcock” es una cinta que va de más a menos pese a que sea en la parte más templada cuando aparecen algunas de las secuencias más tensas. Creo que esta es una película más dirigida hacia los admiradores y conocedores del realizador londinense que hacia alguien que desee descubrirlo (inexplicablemente, existe quien no haya visto ninguna de sus películas), pues el argumento transcurre principalmente sobre una de sus obras más conocidas, por lo que vivimos una especie de making of en el que el hecho de haber visto previamente “Psicosis” hace que el anecdotario encaje aquí cual pieza de puzzle. Y yo, por lo menos, nunca vería un making of de una película que no he visto. También hay referencias a “Vértigo” (1958), “Con la muerte en los talones” (1959), actores y musas que utilizó a lo largo de su trayectoria y otros detalles que llamarán nuestra atención si hemos visto su cine con anterioridad. Y hablando de musas: Scarlett Johansson. (“Lost in translation“, 2003) Qué frescura aporta a la película con su belleza, sensualidad y aspecto risueño, encarnando a una Janet Leigh que no para de sonreír hasta enamorarte a través de la pantalla.
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27 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Django desencadenado
Django desencadenado (2012)
  • 7,9
    118.563
  • Estados Unidos Quentin Tarantino
  • Jamie Foxx, Christoph Waltz, Leonardo DiCaprio ...
9
Once upon a time in Mississippi
Debemos remitirnos a “Reservoir Dogs” para encontrar la primera muestra de admiración de Quentin Tarantino por la cinta dirigida por Sergio Corbucci y protagonizada por Franco Nero en 1966, “Django”. En el largometraje dirigido por el realizador italiano aparece una sangrienta escena que el genio de Tennessee calcó para su aclamado trabajo de 1992. Los guiños de Tarantino hacia ese fabuloso, violento y siempre sorprendente subgénero del spaghetti-western que tan buenos momentos nos ha regalado, se suceden hasta evidenciarse descaradamente en “Malditos bastardos” (2009), donde su banda sonora incluye diversas composiciones de películas como “El retorno de Ringo” (1965), “El halcón y la presa” (1966), “De hombre a hombre” (1967) o “Salario para matar” (1968), todas del inimitable maestro Ennio Morricone. Unas partituras que no hacen sino sostener un conjunto cuyas referencias son más cercanas al spaghetti-western que al cine bélico en el que se cataloga “Inglourious Basterds”. Pero era el momento de convertir las insinuaciones en descaro. La sutileza en un golpe directo. Reunir a Quentin Tarantino con el género que llevaba tanto tiempo esperándole. Era el momento de “Django Unchained”.

Y se cumplieron todas las expectativas, por grandes que fueran, resucitando el espíritu de Django aún transformándolo por completo a imagen y semejanza de la genialidad perpetrada por Tarantino, que nos ofrece otro de esos inimitables trabajos con los que siempre sabe sorprender y, como en este caso, embelesar, entusiasmar, divertir. En definitiva, conquistar. Aquí, Django (Jamie Foxx) es un negro esclavizado que por obra del destino termina siendo, digamos, “tutelado” por un pirado brillante, un extraordinario, impredecible, elegante, refinado y extraño individuo germano llamado King Schultz (Christoph Waltz) que necesita de sus servicios para encontrar a unos tipos. Sus pretensiones son desconocidas, pero no tardará en mostrar sus cartas ante un sorprendido Django que encontrará en el citado caballero alemán su “carta de libertad”. Ambos nos pondrán ante las puertas de lo disparatado y original de esta fresca, gamberra y por momentos absurda película a través de la esencia del spaghetti y del peculiar estilo de Quentin Tarantino —tan influenciado por él—, regalándonos momentos tan desternillantes como violentos y cargados de adrenalina, mientras se despliega todo un abanico de personajes que, por breves que sean, siempre se terminan admirando. El argumento reposa en la esclavitud y el racismo como punto fuerte, sabiendo mostrar aun con el animoso estilo del director, toda la indignación que esa lacra puede producirnos.

Christoph Waltz (“Un dios salvaje“, 2011) vuelve a ser el que ya nos encandiló en “Malditos bastardos”, firmando una interpretación sublime que se convierte en el mejor papel de la película. Este hombre es una maravilla, cada gesto que reproduce, cada palabra que dispara, es una nueva lección, otra muestra de inmensa calidad del actor austriaco. Jamie Foxx (“Collateral“, 2004) cumple con una buena actuación, que raya a un nivel muy superior a lo acostumbrado por el actor en cualquier otra cinta. Se nota el ‘efecto Tarantino‘, pues este realizador siempre es muy capaz de sacar lo mejor de cada uno. Leonardo DiCaprio (“J.Edgar, 2011″), que encarna a un negrero que se cruza en el camino de los protagonistas, va de menos a más, pues se mueve mejor en el histrionismo despótico que en las escenas más tranquilas en las que debe transmitir la personalidad de un refinado hombre de buena posición. Samuel L. Jackson (“Hard Eight, Sidney“, 1996) enamora con su personaje de mayordomo cascarrabias, sorprendente en toda su interpretación, ya sea por caracterización o diálogos. Son las cabezas visibles de un reparto que fluye como la seda compenetrándose a la perfección a través de un metraje que dispensa escenas que van desde los diálogos mejor nutridos y que tan bien sabe desarrollar Tarantino hasta la acción más sanguinaria, pasando por toques de magistral humor que salpican toda la película pero que se ven culminados en la sobresaliente toma del Ku Klux Klan.

Quentin Tarantino (“Jackie Brown“, 1997), que se confirma (por si había alguna duda) como uno de los directores más brillantes de siempre, salda la deuda pendiente que tenía con una de sus pasiones, el spaghetti-western, ofreciéndonos un movido conjunto que se disfruta durante toda su duración, que aun siendo de 165 minutos pasa de un suspiro por la fluidez de todo lo representado. En el apartado musical no podían faltar los magistrales temas que siempre escoge, y aquí, en una selección en la que Ennio Morricone domina el grueso de la BSO, sorprende incluso con algunas inclusiones raperas que —en un western, quién lo diría— encajan a la perfección en las escenas que acompaña. Hay muchas razones por las que puedo afirmar que “Django Unchained” es excelente, pero lo preferible es que vosotros seáis testigos de por qué digo esto y concedáis vuestra confianza a la desfachatez más extraordinaria del cine, enmarcada en un género inmortal que, de la mano de Tarantino, ofrece mucho más de lo que pensábamos. El western no ha muerto, ni morirá jamás. Django ha vuelto.

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Bibliografía: Área Abierta Nº 26, “Influencia del Spaghetti-Western en ‘Malditos Bastardos’ de Quentin Tarantino“, por Dr. Vanesa F. Guzmán Parra y D. José Roberto Vila Oblitas, Universidad de Málaga.
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37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lincoln
Lincoln (2012)
  • 6,3
    28.789
  • Estados Unidos Steven Spielberg
  • Daniel Day-Lewis, Sally Field, Tommy Lee Jones ...
7
Todo es política
Lo mejor de ‘Lincoln’ (2012) es Tommy Lee Jones como Thaddeus Stevens. Cada vez que aparece se come la pantalla, eclipsando incluso a un buen Daniel Day-Lewis en el papel protagonista. Buena película, fiel a su carácter de documento histórico y acercamiento político a la lucha de Abraham Lincoln por la aprobación de la enmienda que aboliría la esclavitud, caracterizándose la cinta de Spielberg por un montaje clásico enmarcado en una impecable ambientación de la época, pero también por una lentitud que hace que la película sea pesada por momentos, algo que agrava su duración de dos horas y media.

El retrato del ex-presidente norteamericano nos deja ver a un hombre apacible y familiar, justo, convincente y amante de contar anécdotas, así como también refleja a un ser que tras su frágil apariencia alberga el mayor poder del mundo. Cinta muy interesante, auténtico mar de diálogos que no cesan, ideal para quienes quieran acercarse a una de las figuras históricas más importantes y, a la par, a un escenario político en el que el mercadeo es el protagonista, siendo toda treta válida con tal de conseguir un objetivo.
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18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
La noche más oscura (Zero Dark Thirty)
La noche más oscura (Zero Dark Thirty) (2012)
  • 6,8
    38.673
  • Estados Unidos Kathryn Bigelow
  • Jessica Chastain, Joel Edgerton, Taylor Kinney ...
9
" (...) ¿Osama?"
Cuando llegó a mis oídos la noticia de que Kathryn Bigelow, directora de “En tierra hostil” (2008), estaba preparando una película sobre la muerte de Bin Laden, una palabra me invadió la cabeza: oportunismo. No podía ser que apenas unas semanas después de la eliminación del conocido terrorista, los guiones de Hollywood ya comenzaran a llenar de tinta sus hojas con vistas a una inmediata superproducción, éxito de taquilla asegurado por la trascendencia de su argumento y una publicidad que se fabricaría sola desde la prensa y el boca a boca de la gente. Bigelow tuvo en su mano la oportunidad de estafarnos, de hacer que pagásemos nuestra entrada, nos apalancásemos en nuestra butaca y masticáramos lo primero que se le pudo pasar por la cabeza con tal de hacer un taquillazo. Un boom que hablara de uno de los mayores asesinos de nuestra Historia y, mejor aún, en el que se pudiera ver cómo se cargaron a ese hijo de mil putas.

Pero no quiso hacerlo. Prefirió disipar de un plumazo dudas como la mía (en estos casos, me encanta comerme mis propias palabras). Decidió ser fiel a la fórmula que tanto éxito le regaló “The Hurt Locker” y así completar una película brillante, tensa, fascinante, seria en cada punto de su argumento, importante por su carácter documental, con un apartado técnico absolutamente exquisito, apasionante. El guión, escrito por Mark Boal (historia de “En el valle de Elah“, 2007), se apoya en documentos oficiales conseguidos vaya usted a saber cómo y se entrelaza con las magníficas escenas rodadas por Bigelow en una red que se va tejiendo con suma precisión para montar, pieza por pieza, la investigación que culminó en la localización y posterior eliminación de Bin Laden.

Con un potente aroma a “Homeland” (2011—) y superando en su parte de acción tanto a “En tierra hostil” como a “Black Hawk derribado” (2001) —ambas una maravilla—, “La noche más oscura” pisa muy fuerte en el cinéfilo terreno del espionaje y las operaciones tácticas, inspirando verismo y aportando un disfrute permanente por todo lo que cuenta y por cómo lo cuenta, demostrando ser una película muy contundente y equilibrada al mostrar tanta rotundidad y brillantez en las dos vertientes del argumento: el más relacionado con todo aquello ligado al espionaje (despachos, seguimientos, interrogatorios…) y su parte bélica/táctica, con unos minutos para enmarcar, rodados con todo detalle y ofreciendo una tensión que me mantuvo inmóvil y entusiasmado durante todo el tramo final de la película.

Una buena, muy segura y totalmente convincente Jessica Chastain (“El árbol de la vida“) encabeza un reparto del que también asoman los trabajos de Jason Clarke, que encarna a un demoledor personaje tan frío como imprevisible, hasta otros como Reda Kateb, cruel reflejo del sufrimiento de su personaje. Se agradecen las breves pero efectivas apariciones de Kyle Chandler, Mark Strong y James Gandolfini. Como acompañamiento de lujo, los sutiles pero nerviosos compases de la banda sonora compuesta por Alexandre Desplat, con muchísimo de otro trabajo suyo como “Syriana” (2005). Acertados compases que contribuyen a elevar el nivel de tensión sin necesidad de hacerse notar demasiado, pues la verdadera protagonista debe ser esta grandísima película.
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27 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Death Proof
Death Proof (2007)
  • 6,6
    59.779
  • Estados Unidos Quentin Tarantino
  • Kurt Russell, Rosario Dawson, Vanessa Ferlito ...
7
Mujeres
Con estética vintage-setentera y momentos de John Carpenter e inevitables recuerdos a “El diablo sobre ruedas” de Steven Spielberg, este “Death Proof” es fiel al auténtico aroma de Quentin Tarantino, que deja nuevas muestras de su ya cuasi-religioso fetichismo y su agradecida tendencia a magnificar el retrato de la mujer, a la que dota de la inteligencia, realismo, personalidad y auto-suficiencia que realmente éstas demuestran y que por desgracia no es habitual ver reflejado en la mayoría de los guiones escupidos por Hollywood. Ya estamos cansados de la chica que sólo aparece para cubrir el cupo femenino, de esa romanticona empedernida, de la tonta de instituto o de aquella necia que siempre cae en la trampa de cualquier tío (¡ouch!, de esto último también hay aquí). Tarantino no sólo ha demostrado que conoce como nadie esto del cine: también conoce muy bien a las mujeres, y esto queda reflejado en cintas como “Pulp Fiction”, “Kill Bill”, “Jackie Brown“, “Malditos bastardos” o la película reseñada en estas líneas.

Para el aclamado realizador de Tennessee, la mujer es fuerte, hermosa, poderosa, peligrosa, rabiosamente inteligente y capaz de dominar su propia malicia como nadie.

Y unas chispas de esto es lo que vemos en un reparto copado por unas mujeres que interpretan a alegres amigas que pretenden pasárselo bien de bar en bar, ante la atenta mirada de un buen Kurt Rusell que parece guardar oscuros destinos para ellas. El guión es la piedra angular de “Death Proof”, siendo unos diálogos que suceden las anécdotas de las protagonistas los encargados de amenizar nuestro viaje en el coche de las guapísimas actrices. No faltan a su cita esas absorbentes conversaciones en la mesa de un bar, otro de los puntos de peregrinaje de los guiones de Quentin Tarantino. Todo son conversaciones de interés hasta que la cosa se pone fea y las situaciones se complican, partiéndose la película en dos mitades que nos muestran una primera parte brillante, traviesa, sugerente y atractiva, y un tramo final más gamberro y acelerado, pero también más repetitivo, largo, previsible.

A destacar el ritmo de una historia que mantiene su energía, la infinita sensualidad de las protagonistas, los detalles fotográficos y artísticos, esa única forma en la que Quentin Tarantino sabe hacer su cine, que es transgrediendo, provocando, arriesgándose y siendo original. Pese a algunos vaivenes y el ya citado más endeble tramo final, es una película que se agradece, en la que gusta ser partícipe de esas charlas de chupitos y Long Island Ice Tea, de contemplar lo más desagradable de forma explícita y asistir, una vez más, a la genial locura de un maestro, que aquí tampoco ha descuidado el salpicar sus escenas, como siempre, con una exquisita selección de temas musicales.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Trashmaster
The Trashmaster (2010)
  • 5,7
    104
  • Francia Mathieu Weschler
  • Animación
6
Limpiando Nueva York
Curiosísimo trabajo amateur de un aficionado al cine y a los videojuegos como el francés Mathieu Weschler, que demuestra que con muy poco se puede hacer mucho y bueno, inventándose una película montando única y exclusivamente imágenes del videojuego “Grand Theft Auto IV” y la extensión del mismo, “GTA: Lost and Damned”. Weschler asombra por cómo dibuja cada escena en este oscuro e interesante thriller de acción, enlazando las escenas con unos temas que delatan que el autor posee un gusto musical exquisito y evidenciando en cada plano, en cada secuencia, el conocimiento que proporciona el haber visto mucho cine: multitud de escenas ya las quisiera para sí cualquier película de un realizador profesional.

Como argumento: un recogedor de basura que se erige como una especie de héroe desde las sombras, que al no haber podido pasar las pruebas de acceso para el Cuerpo de Policía decide actuar en solitario para limpiar Nueva York de otro tipo de desperdicios que los que deposita habitualmente en su camión: persigue a los ladrones, a los violadores, a los asesinos. Pero todo esto se ofrece, lamentablemente, desde un guión pobre, de muy poco texto y ausencia total de diálogos, acompañado eso sí de una narración (voz de Matt Challands) que ameniza el desarrollo de un argumento que va de más a menos. Mathieu Weschler demuestra ser un gran editor (con los fallos de un novel, que salen a la luz en una escena de persecución en las que, por despiste o por torpeza, se mezclan varias secuencias en las que el personaje lleva un calzado diferente), pero a su lado hubiera necesitado a alguien verdaderamente talentoso para escribirle el guión y aportar ideas, lo cual habría mejorado el conjunto notoriamente.

Con todo lo dicho, es muy fácil hablar desde aquí sentado, después de haber podido disfrutar con un gran entretenimiento como esta película que tardó dos años en realizarse, y que contó con un presupuesto de 600 euros —destinados en un 95% a los 4TB del disco duro*—y el beneplácito oficial de Rockstar, pero hay que quitarse el sombrero y admirar que se pueda hacer una película de calidad teniendo como único recurso el editor de imágenes de un videojuego, mucha paciencia, imaginación y mucho, mucho amor al cine y al gran “Grand Theft Auto”. Ojalá veamos secuela o, quien sabe, todo un subgénero de películas relacionadas con tan aclamado videojuego.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Serpico
Serpico (1973)
  • 7,3
    17.890
  • Estados Unidos Sidney Lumet
  • Al Pacino, John Randolph, Jack Kehoe ...
8
David contra Goliat
Acostumbrados a un mundo egoísta y carente de valores en el que es mejor hacer la vista gorda por esto o aquello, sólo por la comodidad de que no nos salpiquen los problemas, ver a gente como Frank Serpico (interpretado aquí por un magistral Al Pacino que encarna al héroe que vivió esta historia en sus propias carnes) te devuelve la confianza en la especie humana. Aunque sólo sea en parte.

Serpico, o ese tipo de persona que no se queda inmóvil ante los acontecimientos. Ese héroe que decide pasar a la acción y denunciar todo aquello que huele a podrido, aún convirtiendo su vida en un auténtico calvario. Para él —un policía de vocación—, la LEY es un instrumento sagrado al servicio del ciudadano, nadie puede aprovecharse de su poder buscando aumentar su beneficio personal. Son las personas como Frank Serpico las que consiguen, con su valentía, decisión y humildad, hacer que podamos vivir en un mundo mejor. Desgraciadamente ese modelo no abunda, pero las pocas veces que alguien así hace ruido se convierte en un punto de inflexión. Sidney Lumet ofrece aquí una cinta bien escrita, filmada e interpretada, acompañada por los hermosos compases de Mikis Theodokaris y envuelta de una melancólica atmósfera, consiguiendo en su conjunto una película trascendente cuyo mensaje sigue estando de actualidad.

Si quien debe velar por nuestros intereses, ya sea policía o político, está corrompido ¿qué esperanza nos queda en el sistema? ¿en manos de quién estamos? ¿somos simples marionetas del poder?. Una de las frases pronunciadas por Frank Serpico deja en evidencia a esos altos cargos que se limitan a buscar un cabeza de turco para poner fin a una trama de corrupción: “La corrupción no puede existir a menos que se tolere en las altas esferas”.
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21 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Río Bravo
Río Bravo (1959)
  • 8,0
    23.156
  • Estados Unidos Howard Hawks
  • John Wayne, Dean Martin, Ricky Nelson ...
9
"Cindy, Cindy"
Brillante en todas sus facetas, “Río Bravo” contiene todos los ingredientes que podamos buscar en un western de raza. Howard Hawks dirige con mano firme una cinta cargada de poderío interpretativo y con un argumento cuyo peso es bien distribuido a lo largo de sus —se hacen escasos— 141 minutos de duración, logrando con ello que el interés permanezca intacto de principio a fin. El celebérrimo realizador, autor de películas como “Bola de fuego” (1941) o “Scarface, el terror del hampa” (1932), entre otras muchas de una intensa filmografía, nos habla de un pueblo acechado por una banda de desalmados comandada por Nathan Burdette (John Rusell), que tratará de liberar al hermano de éste, Joe (Claude Akins), de la prisión local en la que se encuentra custodiado por el sereno y contundente Sheriff Chance (John Wayne), a la espera de ser trasladado. La única ayuda de éste son sus ayudantes, Dude (Dean Martin), un alcohólico que se nutre de las monedas que le tiran con intención humillante en las escupideras del Saloon, y Stumpy (Walter Brennan), un anciano cojo y cascarrabias al que le fastidia que le traten como alguien que ya no sirve.

Para prevenir un asalto, aumentan la vigilancia en las calles con intrigantes y grandiosamente filmadas patrullas nocturnas, y siempre se mantienen con ojo avizor ante cualquier imprevisto que pueda surgir. El pueblo, como no podía ser de otra manera, está formado por multitud de personajes interesantes, de entre los que destaca la bella joven que llega en la diligencia, Feathers (Angie Dickinson), el afable regente del hostal, Carlos (Pedro González) o el joven Colorado Ryan (Ricky Nelson), un joven pero astuto pistolero que congenia con los protagonistas. Si como ya he mencionado, el apartado interpretativo es fantástico, no lo son menos el artístico, fotográfico y por supuesto argumental de la película, con un guión en el que todo resulta interesante y que ofrece una riada de estupendos diálogos que se disfrutan al paso en el que el bueno de Wayne se deja ver por el pueblo rifle en mano, o Dean Martin, Ricky Nelson y Walter Brennan nos deleitan con un recital de dos canciones (“My rifle, my pony and me” y “Cindy, Cindy”) ofrecidas en una amena escena.

“Río Bravo” es una cinta que se devora sin preocuparte por su duración, ya que en ella todo te mantiene interesado por sus historias, personajes, diálogos, momentos como los acompañados por el “Toque a degüello” del que en la misma película se ofrece información, etc. Es la viva esencia de ese western en el que conviven buenos y malos, rodeados de fracasados o engreídos, de aquellos a los que no les queda nada y de otros que lo quieren todo. Los jugadores de póker envuelven los tugurios locales con el humo de sus pipas y las provisiones de alcohol parecen quedarse cortas en los salones ante los gaznates tan secos de los que desean saciar su sed. Es ese aroma que huele a principios, y en el que el valor determina quién es un hombre o una serpiente…

—¿Crees que has inventado las borracheras? —No, pero podría patentar las mías.
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10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Proyecto X
Proyecto X (2012)
  • 5,9
    29.967
  • Estados Unidos Nima Nourizadeh
  • Thomas Mann, Oliver Cooper, Jonathan Daniel Brown ...
7
Éxtasis
El cine, como la música o el arte en cualquiera de sus vertientes, es una herramienta cuya principal función debe residir en su capacidad para poder transmitir sensaciones o alterar de alguna manera nuestro estado anímico y hasta, incluso, nuestra forma de ver las cosas. Debe ser una experiencia que conecte al espectador con el mundo que la película pretende ofrecernos y conseguir que la persona que se encuentra ante la pantalla no quede indiferente, consiguiendo que reaccione de cualquier forma, reflexionando, sorprendiéndose, animándose o entristeciéndose ante los fotogramas que van sucediéndose en la cinta. Cuando una película, una canción o una pintura no transmite absolutamente nada muere en ella su carácter de utilidad y sólo queda su contribución al mundo como un aburrido y pasajero adorno. Pero, ¿por qué me pongo a filosofar de esta manera en una reseña sobre una película de adolescentes estúpidos, tías en bolas, superficialidad extrema y ultra-tópico argumento?

Pues porque pienso que “Project X” tiene la virtud de la que he hablado: sabe transmitir. Su director, Nima Nourizadeh (primera película y ninguna experiencia a sus espaldas, exceptuando un mediometraje documental de 2002, “A” en el que formó parte de la edición) nos mete de lleno en una fiesta organizada por unos pringados de instituto, esos típicos marginados que ya hemos visto hasta la saciedad en multitud de series y películas americanas de la escuela de “American Pie”. Una fiesta que empieza con expectativas bajo mínimos pero que no tarda en sorprender al más pintado convirtiendo el relajado hogar de una acomodada familia en la mayor rave improvisada que probablemente haya vivido la Historia. Las redes sociales y los correos virales son clave, llegando la información del evento a miles de personas que parecen sacadas de algún casting de modelos (salvo escasas excepciones y los protagonistas -un feo, un flacucho y un gordo- el resto es físicamente perfecto) y reuniéndose en muy poco tiempo una cifra de asistentes que parece incontrolable…

En el argumento no hay un hilo conductor clave, simplemente y como ya he dicho, la realización nos sumerge en una fiesta y hace todo lo posible para que nosotros también podamos vivirla. A través de sus múltiples anécdotas, diálogos adolescentes, música a todo volumen, alcohol, drogas, mujeres de cuerpos extraordinarios y ciertos detalles absurdos que se convierten en divertidísimos, “Project X” –producida por Todd Phillips, director de “Resacón en Las Vegas” (2009) y “Salidos de cuentas” (2010)-inyecta al espectador unas ganas enormes de empezar su propia fiesta una vez terminada la película (deseemos que, por el bien de la humanidad, no todo transcurra de la misma manera). Puede ser tópica, típica y hasta estúpida o exagerada por momentos pero divierte, anima, sorprende, refresca y sienta como la primera buena y fría jarra de cerveza de un viernes, cargando los ánimos de adrenalina y contagiándonos su sensación más rebelde, gamberra, ligona y divertida posible, por lo que sólo puedo decir de la cinta que: misión cumplida.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un lugar donde quedarse
Un lugar donde quedarse (2011)
  • 6,1
    6.738
  • Italia Paolo Sorrentino
  • Sean Penn, Eve Hewson, Frances McDormand ...
7
"Algo va mal aquí, no sé exactamente qué pero… algo va mal"
Que Paolo Sorrentino es uno de los mejores creadores actuales de siniestros y genuinos personajes cargados de particularidades no es ningún misterio. Quedó reflejado en el solitario y misterioso Titta di Girolamo interpretado por Toni Servillo en “Las consecuencias del amor”, después con ese brillante usurero que exprimía el jugo a cualquier cosa de la que podía sacar rentabilidad -esto en “El amigo de la familia”, protagonizada por Giacomo Rizzo- y luego en “Il divo”, de nuevo junto a Toni Servillo, ofreciéndonos al ex-presidente italiano Giulio Andreotti como uno de los retratos políticos más apasionantes y originales que bajo mi punto de vista podremos encontrar en el cine. En “Un lugar donde quedarse” se confirma algo en lo que venía creyendo desde hace tiempo: que el salto de Sorrentino a ese escalafón del cine en el que puedes contar con mayor presupuesto y actores de renombre sólo era cuestión de tiempo.

Aquí, el realizador napolitano apuesta por otra película en la que mantiene su sello personal, hablándonos de una vieja gloria, Cheyenne, un pintoresco, deprimido, desfasado y completamente apagado rockero interpretado por un enorme Sean Penn (“El árbol de la vida“, 2011) que deberá encontrarse a sí mismo en mitad de su propia jungla de confusión mental. Casi sin fuerzas para poder mediar palabra y arrastrándose junto a un carrito que posiblemente albergue sus miserias, tiene motivaciones tan vagas como la de intentar unir sin demasiado esfuerzo a dos jóvenes que -salta a la vista- nada tienen en común. Su monótona existencia se ve agitada por una llamada, la que le saca del Dublín en el que está viviendo para hacerle volar hasta los Estados Unidos, donde su padre, con el que no guarda relación desde hace treinta años, se está muriendo.

Es el momento en el que ‘This must be the place‘ se convierte en una road-movie que, para justificar la prolongada presencia de Cheyenne en territorio norteamericano, tira de tópicos, intentando que su protagonista encuentre a un viejo criminal de guerra nazi que, según parece, torturó a su padre en un campo de concentración. Esta es la parte menos atrayente del argumento, pero sirve para que Paolo Sorrentino nos cuente más cosas acerca de su personaje principal. Aunque la película no es redonda y encuentra su talón de Aquiles en una falta de ritmo que se habría visto beneficiada por algún giro de guión o alguna sorpresa que animara lo lineal del último tramo del metraje, pienso que Sorrentino presenta una buena cinta en la que es fiel a su estilo, arriesgado en su argumento (por el peculiar rol del protagonista), impecable en lo técnico y sobresaliente en lo interpretativo. Sin embargo, rompe con la buena tendencia que mantenía hasta ahora eligiendo temas originales o añadidos para la banda sonora, ofreciendo una BSO tan aceptable como rápidamente olvidable.

Creo que la película nos habla de más cosas de lo que realmente aparenta, haciendo -desde una óptica tintada por el humor negro- un contundente retrato de la depresión más absoluta y una reflexión acerca de cómo el ser humano puede aferrarse tanto a algo: una promesa, un instante, un deseo de venganza, su propia frustración, alguien que nos ha dejado. Dejar de hacer lo que amábamos o aquello que parecía lo único para lo que servíamos, y morirnos por dentro…
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20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta que llegó su hora
Hasta que llegó su hora (1968)
  • 8,2
    26.866
  • Italia Sergio Leone
  • Henry Fonda, Charles Bronson, Claudia Cardinale ...
10
"Era la mayor puta de Alameda y la mejor mujer que ha vivido nunca"
Por la armónica, la tranquilidad y misterio de Charles Bronson, el corazón tan bien escondido de Jason Robards, la mirada de Henry Fonda, la insuperable belleza de Claudia Cardinale. Por el sueño de ver nacer un pueblo, por los inmortales compases de Ennio Morricone, por reflejar en una sola película las mayores miserias y las más brillantes virtudes humanas. Porque cada personaje es radicalmente distinto aunque luche por un mismo objetivo.

Por ser el western mejor ambientado y posiblemente realizado sobre la faz del género (aunque soy reacio a calificar las películas como “la mejor de...”). Por su escena de apertura, por el momento más triste y por el más divertido. Por ese mugriento bar en el que coinciden Cheyenne y Armónica, por esa bañera cuya agua sólo se ha utilizado tres veces en lo que va de mañana y esos guardapolvos que sólo pueden llevar unos hombres. Porque no te esperas nada.

Son tantas las cosas por las que podría afirmar que esta es una obra maestra que todo texto se me quedaría corto, pues de cada minuto, cada escena, encuadre y gesto puedo sacar una nueva excusa de por qué pienso así sobre “Hasta que llegó su hora”. Lo mejor, que si no la han visto ya, lo hagan, porque nadie puede morir sin haber visto una de las mayores reliquias del cine, este auténtico regalo de Sergio Leone a la posteridad.
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
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