No tengo ninguna duda que una vez Regueiro ideó su plan, y ante las opciones que tenía, escogió la manera más acertada de hacer su película. De hecho, me apetece decir para empezar que todo lo que he leído de Regueiro me atrae más y más. No es poca cosa empezar con el traslado y mudanza de un matrimonio a su nueva vivienda y que la esposa tire por el balcón el retrete recién adquirido. Regueiro debió pensar que era lo mejor y acertó. Nadie entiende nada, porque sale López Vázquez ejerciendo uno de los papeles a los que nos tiene acostumbrado. Son ideas disonantes en una comedia que en apariencia puede parecer una más del montón, una de tantas, de estilo vodevilesco, con Rafaela Aparicio y esas cosas.

Pero no, discrepo y objeto que esto es una comedia que merecería mayor reconocimiento por su surrealismo, porque no enseña ni un pezón, por la mala leche que inocula y un estilo realmente canallesco, porque su humor es negro como un tizón y porque tiene momentos de cimas memorables. Personalmente ver a la suegra abrazada a la bombona de butano me ha parecido sublime. Luego escapa feliz en un descapotable con un extranjero que le entiende mejor que su yerno, se supone que ha habido flechazo en el ascensor. Una comunidad repleta de personajes sorprendentes. Una película breve que no ha de hacer daño a nadie, porque ya ves, él sólo quiere que ella siga durmiendo para poder ser libre, coquetear con la vecina y despilfarrar duros.

A mí me parece que Regueiro está infravalorado...

No es difícil encontrar aristas y puntos flacos en los guiones y en las historias de cualquier película de terror, es propio del género sobre todo cuando contamos con un componente fantástico, con ecos de ultratumba, del más allá, cuestiones de índole sobrenatural y todo lo que no es cierto y más bien recibe las etiquetas de improbable o indemostrable. "La llamada" es un pedazo de película del género de terror, es española y en mi opinión merece mucho mayor y mejor reconocimiento del que tiene, porque a día de hoy apenas ha recibido trescientos votos en FA. Me sorprende mucho que se encuentre en el semiolvido.

La historia es un cañón, lo mismo ahora que en la época. Como digo, siempre se podrá poner en duda algún giro, razonar un fallo en el guión, señalar agujeros, ausencias y proponer dudas. A mí lo único que me chirría es que el protagonista decida ir a Bretaña con una facilidad asombrosa, porque su novia es (o era) de ahí. Vaya, ya apareció el tiquismiquis, podría ser de Asturias o de Huelva y no tener que pillar el avión...

En todo caso esto va de atmósferas, y en eso es un diez, lo mismo que los actores que están tocados por la varita, sobresalen y hacen muy digna a "La llamada"... Supongo que Chicho Ibáñez Serrador conocía esta película, me parece que si nos dicen que él estaba detrás nos lo creíamos sin problema...

De Antonioni se dice que era alguien al que normalmente no le gustaba enseñar las cosas como son, tal vez porque estaba harto de las bofetadas de realismo con las que debió crecer, de manera que ofrecía ideas, enseñaba caminos, y era el espectador el que optaba e interpretaba, aunque claro, había unanimidad de criterios y más o menos los intelectuales del cine están de acuerdo cuando describen su obra en general y sus películas en concreto. Yo huyo de gente como Antonioni, porque ya lo he conocido y porque no me gusta su cine. Y le he cascado un cinco a una de sus más célebres películas, un cinco intermedio y aristotélico a "Blow-Up (Deseo de una mañana de verano)", una de esas películas que todo cinéfilo tiene que ver sí o sí y yo he tardado en meterle mano porque... ya lo he dicho, huyo de directores como Antonioni.

Pero la vi, y quería dejar mis mínimas impresiones, porque no la volveré a ver en mi vida... bueno, supongo...

Esto va de miradas, de la realidad que se nos escapa, de que el fotógrafo ofrece su visión de las cosas y como un cuadro, todo depende también del paso del tiempo que lo cambia todo y altera los significados. Ese pijo que compra anclas sin regatear en tiendas de anticuarios hace una foto, bueno no, más bien muchas, con lo caro que era antes revelar, los carretes y esos rollos... pero es un pijo, un adinerado, bueno en su gremio seguro, pero un pijo. Y le casco un cinco por la mínima historia de la investigación, recortar, ampliar, cosas que con la fotografía digital haríamos con cuatro clicks en nuestros dispositivos y él entra y sale de la sala de revelado, imprime y se asombra por lo que descubre...

Y le casco un cinco por las dos groupies que se cuelan y se visten y juguetean y coquetean y juegan... Ya ves, un cinco a Antonioni...

Hay muchos momentos para no olvidar en "La gran belleza", una de esas raras películas que acerca el cine de intelectuales al más mundano espectador de sofá y devorador de plataformas. Yo creo que por eso no gusta a todos y por eso me ha gustado a mí, que para eso tecleo estas palabras y que por otra parte quedarán sepultadas bajo las anteriores casi trescientas críticas. Pero quería escribir sobre Sorrentino, un tío que se echa para adelante sin complejos, con canciones remasterizadas de Raffaella Carrá y a lomos de un personaje con el que caminaremos cogidos de su mano para conocer la máxima expresión de la decrepitud. No es una película de unánimes opiniones, porque el intelectual dirá que es accesible a todos y el espectador más básico se va a aburrir con sus más de dos horas.

No pasa nada y pasa de todo, pero sobre todo hay momentos para no olvidar. Confesiones a flor de piel, bofetadas de realidad, personajes que pululan alrededor de nuestro protagonista que servirían cada uno para otra película y, ya lo diré por fin, la incuestionable fascinación que produce una fotografía y un uso de la cámara (joder, estamos hablando de cine) que nos acerca a la belleza absoluta. Los fotogramas que decidió montar Sorrentino están medidos y calculados al milímetro, lo mismo enseñándonos jaulas de oro como el paseo de un cura por un parque o a Jeb, nuestro cicerone, en un restaurante. No me olvido de la gran pregunta; ¿por qué no volviste a escribir?; joder, hasta yo lo entendí, ¿qué necesidad había de estropear algo tan hermoso y bello como es el máximo esplendor de la juventud?; y una última pregunta; ¿qué fue de Ramona?; qué más da....

Tomarte algo así en serio, en plan susceptible, puede suponer acabar tan enfadado que no va a valer la pena ni irse más allá de la media hora de película. Es una cuestión de perspectiva, de cambiar de chip y no ver más allá de lo que ilumina los ojos. Ese cambio, esa toma de distancia necesaria, es el camino necesario para envolverlo todo con el humor y poder digerir sin complejos la historia de un racista, supremacista, clasista y todos los epítetos que se nos ocurran que personifica nuestro Robinson blanquito, que acoge a su manera a un negro, náufrago como él, que tiene la mala suerte de llegar a esa playa unos años después del británico. Si te orientan y te ayudan a tomártelo con humor, mejor, como si fuera una comedia absurda. Pero, y ahí está la clave de mi valoración, lo cierto es que ni aún así, ni siendo una comedia, me ha hecho demasiada gracia.

Sí es cierto que hay que elogiar el papel de los dos protagonistas, aunque ver a Peter O'Toole siempre sea para mí complicado desde que lo conocí en el desierto arábico con turbante en plan Lawrence. Es innegable su buen trabajo, aunque el contenido de denuncia a través del humor negro sea muy especial y provocativo. ¿Hace gracia?; en todo caso a mí no mucha, con esa pizarra enseñando la moral justa, dando clases de capitalismo incluso, ofreciendo opciones para una vida mejor. El que tiene el fusil es el que manda. Mucha moraleja y muchas evidencias. Las aventuras es lo de menos.

En esa época debían pasárselo en grande en Japón cuando se proponían hacer una nueva película de monstruos, lo mismo si era un crustáceo gigante, su primogénito Godzila o un nuevo y más grande King Kong. No negaré que hay profesionalidad detrás del proyecto, que hay buenas intenciones y que el entretenimiento es innegociable en cada minuto de la breve película "Los monstruos del mar", pero incluso viéndola hoy se hace difícil pensar que no hubiera un público que ya entonces se sonrojara ante un desfile de maquetas lamentable, con esos aviones de juguete, unos efectos especiales de agua hechos en una bañera y una historia, la de los protagonistas que zarpan en un barco robado casi por casualidad, que es absolutamente ridícula. ¿Hace falta enumerar la enorme e inacabable lista de bobadas?; mi favorita es la del concurso de baile de resistencia, pero es que esperar en un acantilado tres días a que llegue un rayo no supera el juego de pinball entre el bogavante gigante y el propio Godzila, las dos japonesas pintadas de marrón enanas, el hermano pescador, los militares malotes... todo es tan malo en un suma y sigue sin final que de verdad, hasta es maravilloso...

Después de una dura jornada de trabajo te mereces una cerveza (o más) en el bar con tus compañeros, para reír, para olvidarte, para quejarte o para lamentarte con ellos de las malas condiciones del trabajo. Esos retratos sociales son maravillosos y quedan para la historia, más de cuarenta años después podemos comprobar con nuestros ojos el ambiente que existía en una cadena de montaje en Detroit. Irreprochable, más que correcta, son vidas que parecen reales, con sus problemas de deudas, con sus miserias y sus mierdas, cada uno con su familia haciendo lo que pueden. En ese aspecto es impecable, incluso por la denuncia que se realiza del estamento sindical y los trapicheos con la empresa, desde la base, desde los cuellos azules a los que hace referencia el título de la película, que lanza varios puñales una vez avanza la historia...

¿Quién decide qué familia es más importante?; ¿la tuya o la mía?; ¿quién no quiere ascender para tal vez dejar las cosas tal como están por beneficio propio?; ¿quién de verdad no quiere comer gambas dos veces por semana?; lamento quejarme del tono de comedia de sobre todo la primera parte, descoloca bastante teniendo en cuenta cómo evoluciona luego todo. Tras un robo bochornoso toparse con la seriedad de las situaciones triangulares entre la ley, el sindicato y los trabajadores implicados me han descolocado. Costa-Gavras se arrancaría los ojos, porque con un tema así no se debe bromear.

En todo caso aplaudo la denuncia, los hechos mostrados no debían quedar lejos de la realidad probablemente, hay tantas cosas que se debieron tapar que creo que si nos lo explicaran todo superaría cualquier límite de nuestra imaginación. No digo ya lo que es capaz de hacer un sindicato mafioso sino la patronal y los grandes ejecutivos de las corporaciones. Me cago en la leche, la base siempre será la base, llámalo proletario, explotados, clase media (una risa) o coste de trabajo en un sumando más...

Muchos millones de personas viven en el sur de la península de Corea, de manera que lo lógico es que su cine experimente un boom que no ha de pasar inadvertido para ningún cinéfilo, desde el más intelectual al consumidor de plataformas permeable a productos más próximos al estadounidense. No sé cómo clasificar "El gangster, el policía y el diablo", demasiadas etiquetas y poca inspiración para juntar todas las palabras adecuadas, porque no nos extrañaría en parte si fuera un título made in Hollywood en el caso de que aparecieran actores de raza blanca. Pero son coreanos, hay un humor que puede parecer universal y unas persecuciones al más estilo norteamericano, acción parecida, guiños y esquemas semejantes. Pero es coreana, podrán hacer un remake o algo parecido, pero la original es coreana.

Su originalidad es tanta que de verdad hay cosas que no se han visto ni imaginado antes, porque relaciones entre criminal y policía se han visto a millones en el cine, pero la introducción del oscuro personaje del asesino en serie lo disloca todo, lo hace diferente todo y es por ello que creo que merece mucho la pena. Del poli y del mafioso lo sabemos todo, son arquetípicos, pero del asesino estamos casi toda la película desconociéndolo todo. Ese vértice del triángulo es el que funciona, es la clave, su instinto asesino, sus motivaciones, su extraño modus operandi y su función bisagra. De hecho, creo que no pasa nada por asegurar que la película, si funciona, es porque un día de lluvia cualquiera, el diablo tiene la mala suerte de querer actuar en el peor momento ante el peor gángster. El papel del poli en la historia, por cierto, es lo menos original.

Mis palabras se quedan cortas al lado del único texto del buen usuario que acompaña (a día de hoy) la reseña de "Cerdos y acorazados", una película del gran Imamura que no parecerá gran cosa pero realmente es valiente y por momentos entretiene una barbaridad. Mejor quedarse con lo bueno siempre, como en este caso. Es curioso que la película se enmarque en el contexto inmediatamente posterior al fin de la gran guerra. Hablamos de un Japón invadido de marineros estadounidenses, en una ciudad con rotulaciones occidentales de los negocios, un lugar que está supeditado totalmente a la llegada de norteamericanos, que vive gracias a la aportación económica de esos invasores provisionales y se genera una economía que en realidad es bastante triste.

Por lo visto, en Japón se tardó mucho en asimilar esa invasión real, de ahí que la película de Imamura se realice bastantes años después y además con un tono no de drama absoluto, de hecho el componente de comedia produce una distensión que lo aleja de la tragedia cotidiana del japonés normal que veía, por ejemplo, cómo las mujeres estaban medio obligadas a prostituirse. Y claro, el personaje protagonista, que es medio idiota, no tiene otra cosa que hacer que andar metido en problemas con la delincuencia. Es un personaje necio, sin principios, muy estúpido y limitado, vamos, un anti Ozu absoluto. Esa gorra norteamericana es una patada.

No obstante, no encuentro que sea un desastre, de acuerdo, no es una gran película, pero en su tramo final se acelera todo de forma muy loca y hace que merezca la pena. Hasta ese final ya nos hemos dado cuenta del drama que vivía la sociedad japonesa y que Imamura intenta en parte esquivar. Si no te pierdes por el camino, el desembarco de cerdos es algo que vale la pena ver...

Efectivamente, parece un chiste. Pero no lo es. Aunque los personajes interpretados son todos del país norteamericano excepto Mifune, que es lógicamente japonés, visto desde fuera es curioso que al anotar la nacionalidad de los principales protagonistas al menos salen cinco. No está mal, cinco países distintos, cinco orígenes distintos del capital y buen intento visto desde una perspectiva del puro negocio. Hablamos de un producto exploitation más, un intento de aprovechamiento del buen momento de algunos de sus actores a caballo de un género que, no pasa nada por decirlo, en su momento era muy rentable. Visto hoy, parece un chiste, como digo, pero no lo es.

Voy a explicar los motivos por los que no me parece ni siquiera una película de aprobado, y es el detalle lamentable de decidir que la historia necesitaba la introducción de los indios. Con penachos de pluma y todo. Por ahí cerca de San Rafael. Ya iba justita, gracias a la presencia del inmenso Toshiro Mifune, que demuestra estar bastante por encima del resto. Muy previsible, muy obvia. El dúo Bronson Mifune es correcto... Pero lo de los indios es imperdonable, de acuerdo, sabemos que en esa época era un reclamo, era imprescindible. Hoy ya no...

El que no esté dispuesto a ser paciente puede llevarse un buen desengaño con películas como "La casa del tejado rojo", pero la recompensa por ese esfuerzo (si es que lo es) es inmensa. Ya no hablo del cine de Yamada (estamos hablando de un director con más de cien títulos) ni del concreto caso del cine oriental o japonés, para mí es indiscutible que si una película exige paciencia es por algo. Puede que a veces no valga la pena, de acuerdo, pero aquí la sensibilidad aparece de forma irremediable y rotundamente vale la pena pegarse al televisor y observar a esa familia de Tokio de clase alta a la que observamos antes y después de la IIªGM.

Toda una vida arrastrando tristeza y sin poder sacarla de dentro. Tal como afirma, quizás por ese peso enorme, puede que haya vivido demasiado. No obstante el éxito de Yamada es ese cruce generacional, puesto que nos vamos de un presente actual a un pasado muy lejano sin trompicones, de manera natural tal cual se explica el pasado, tal cual la vida, con observaciones del presente y las lógicas miradas hacia atrás. Me fascina su discreción, su cautela, el respeto con el que toca el tema del adulterio, sin juzgar a nadie, poniendo los hechos ante nosotros pero sin fuegos artificiales, sin ruido, sin gritos, sin cuchillos... Es un drama servido con un estilo que no gustará a todos. A mí desde luego me convenció... De hecho esa recompensa se huele, y merece la pena esperar al final...

Evidentemente, una película así hecha en otro país resultaría diferente... Muy diferente... Yo la prefiero así...

Muchas veces miramos demasiado al reloj, la inversión en tiempo... Si las cosas que tienen que ver con el corazón se explican desde la calma y la serenidad, entonces, si la magia del cine aparece, y eso es cuestión ya de la varita del director, podemos afirmar que el cine es maravilloso... Yamada aquí acierta...

La repesca es aquello que a veces funciona y a veces no, pero hay que intentarlo siempre que se presta la oportunidad, no puede negarse nunca uno a ver a uno de los grandes directores del cine a nivel universal. Para completar filmografías, a modo de homenaje, con las sanas y buenísimas intenciones, porque hay nombres propios que pesan y pesan.

El caso es que "Daniel" viene de la mano de Sidney, una historia a mi juicio mal contada desde la misma perspectiva, porque a nosotros en todo caso si nos interesa lo que sucedió no es en el tiempo presente de la película. Bueno, con tantas idas y venidas, para adelante y para atrás, es fácil despistarse al teclear y no definir el tiempo narrativo de forma correcta.. ¿Qué más dará?; el juicio, la sentencia, la ejecución, el antes y el después de los padres de Daniel es lo que nos interesa, y sí, se nos es explicado claro, pero no es el epicentro. Nos vamos adelante y el drama está servido, pero es insuficiente, el desarraigo de los niños, la incomprensión de una familia y su entorno, qué sé yo... lo siento, de verdad, no es tan complicado, el interior del Daniel adulto era lo de menos. Y querer entender el pasado... pues eso, cuestión de perspectiva, a mí el padre me parecía más interesante...

De la hermana mejor no hablo...

No es fácil encontrar las explicación que ayude a entender que en 1954 en España se filmara una obra del calibre de "Sierra maldita", más aún teniendo en cuenta que su director es más conocido por mostrar las dotes del niño cantor Joselito. Pues eso, inexplicable, quedará en el limbo las causas, porque para mí "Sierra maldita" se trata de una obra (casi) maestra que contiene todo lo que uno busca en el cine. Ya no sólo es que la idea de la que nace una película así sea atractiva, se trata de todo un documento de la época y aún así, pese a ese anclaje, es posible meterse de lleno en la historia que, de eso no hay duda, posee un interés antropológico que ha de llevar al espectador sí o sí a un estado de absoluta fascinación.

Han pasado días desde que la vi y no se borran de mis retinas las imágenes del joven que se quiere casar, que le echa más valor que nadie, y sube el camino desde su pueblo original, el de abajo, para llegar al de arriba, donde le espera su novia y a la que va a pedir formalmente que se case con él. Hay mucha tradición a la que enfrentarse, les va a tocar luchar contra la superstición fruto de los miedos de unas gentes muy especiales. Se trata de la forma de entender la vida de un pueblo y el atavismo insano y específico de unos habitantes que se creen maldecidos.

Es un peliculón. La pareja recién creada lucha contra las miradas de todo un pueblo, contra una verdad que se da por hecha y pretenden esquivar, de ahí que en parte sea una película en la que el amor es el arma que se usa para enfrentarse a todos los males que rodean a los protagonistas.

Nadie puede decir que se trate del típico y rancio cine franquista de la época. Todo lo contrario, "Sierra maldita" es una luz brillante, aquí hay mucha calidad, hay acción, hay intensidad, una historia tremenda y como en otros casos, las palabras se quedan cortas.

Para mí, en el top 10 de las mejores películas españolas de todos los tiempos. Sin complejos. A reivindicar.

Poco importan las etiquetas, si es fantaterror ibérico, hispánico o español, si la producción fue en pesetas o en libras, o en francos, vaya usted a saber, creo que los que llegan aquí siendo seguidores del género de terror añejo quedarán más que satisfechos. Aquí hay mucha inspiración en la Hammer, hay mucho del cine giallo italiano, aunque no aparece ni una gota de sangre y apenas unas nalgas, y sobre todo cine tipo thriller psicológico. Las intenciones del protagonista son evidentes, y eso que la información no nos llega de forma ideal. No es una película perfecta, no es una obra maestra, ni falta que hace, entretiene lo justo y siempre quedará en el espacio de las suposiciones qué habría sido de su director si no se hubiera despeñado. Apuntaba maneras, hay quien veía influencias de Kubrick incluso, cómo ponía la cámara, la fotografía, el cuidado de las tomas...

Hay momentos que me han parecido fuera de lugar, la actitud del protagonista es la que es, pero también es cierto que la locura que presumiblemente le mantuvo encerrado habría que ponerla en duda... Y poco más, porque el guión es el que es... Una pequeña muestra de un cine prometedor, eso es, prometía y ahí quedó...

Tengo claro que una película así puede convertirse en una tortura para aquellos que viendo diez minutos no ven nada que les guste. En cambio, por una simple cuestión de afinidad, quienes pasan esos diez minutos embobados (tal vez como un servidor) por lo que ven, lo que sigue hasta que acaba de "Withnail y yo" es un memorable viaje al personal mundo que conoceremos de dos personajes fascinantes. Digo fascinación aunque sean dos sinvergüenzas, dos vividores, bastante alcohólicos, políticamente incorrectos, sucios, cobardes y con una nula atracción sexual hacia el género femenino. Lo último que escribo puede no suponer nada, siendo una pareja casi de manual huyen de cualquier contacto íntimo, es obvio que son heteros; por ello la aparición brutal del tío Monty en este aspecto es puro espectáculo.

Es pues una comedia sin chistes, vemos cómo viven (malviven más bien) compartiendo piso, los personajes con quienes se relacionan y su escapada al campo para conocer la Inglaterra rural. La necesidad de beber desde primera hora es algo básico, conseguir dinero tal vez para comer, pero sobre todo para beber. No son macarras, si se tienen que enfrentar a ostias con alguien lo más fácil es que acaben saliendo corriendo, aunque puede que estén unidos por una fidelidad insana no deja de ser una relación especial. Fuman canutos, no lavan platos y sus aspiraciones acaban eclipsadas por sus continuas quejas del mundo que les rodea. Son unos cenizos.

Pero a mí me caen bien, se trata de un cine que nace en los ochenta, y allí en Inglaterra (Reino Unido por extensión), al ver tan poca luz y tal vez por su insularidad, durante esa década crecieron y se multiplicaron los caminos de la ironía y la comedia en general. O te reías o te hundías. De ahí tal vez la aparición de monstruos de doce papeles como la zanahoria de Camberwell, cuestiones de lógica...

No va mal de vez en cuando ver alguna película que denuncie el racismo, de una manera u otra, sea cuales sean las formas. "Green Book" además va mas allá, de acuerdo, siempre va bien cualquier denuncia que vaya a favor de la buena conducta humana, de la moral recta, de lo justo sin discusión, de lo universal, pero aquí hay más, no digo que la denuncia no sea importante, sencillamente hay una concreción en lo personal de cada personaje. Y además con la coletilla de que está basado en hechos reales...

El que no esté de acuerdo que se vaya al estado de Luisina en los años sesenta, aunque le quede lejos, aunque llegue ya tarde. Me gusta que "Green Book" sea una road movie, el aspecto que le da a las películas este subgénero (si es que es un subgénero) ayuda a compartimentar la historia en capítulos, ahora en Tennesse, luego en Carolina del Sur, volvemos a Nueva York y ya los polis no preguntan qué hace un negro en un coche con chófer, etcétera, etcétera...

También me gusta que Mortensen sea italiano casi de primera generación, o sea, casi recuerda el hambre de su Italia del sur (es una manera de hablar) y sin embargo, no pasa nada por decirlo, tiene una tendencia al racismo evidente. Cada uno se transforma, cada uno navega, crean una intimidad, un lazo que los hace evolucionar, lo cual siempre es atractivo hasta para el espectador menos exigente. Me gustan los modales del chófer, que el pianista negro sea un repipi y que 250 críticas después venga yo a clamar por las injusticias en el Nuevo Continente, porque en un país tan grande tiene que haber de todo, hasta en la comunidad de vecinos de mi edificio hay más de un facha, ¿qué no habrá allí?; bueno, entretiene y sobre todo no nos vamos de vacío cuando acaba...

No es raro que las películas del maestro bengalí avancen a un ritmo al que no estamos acostumbrados, lo habitual es que la construcción de sus obras vaya poco a poco y sus personajes descubran sus flaquezas (eso siempre pasa) de forma pausada. No seré yo quien asegure de forma rotunda y científica que "Días y noches en el bosque" se trata de la película mas floja de Ray, porque para gustos los colores y cada opinión merece ser respetada. Sin embargo no me ha fascinado como en tantas otras ocasiones, la historia de las vacaciones de estos muchachos en un mundo rural que les es tan ajeno sencillamente no me ha parecido nada atractiva.

Al margen queda sí o sí que Ray es un maestro, que no he visto pocas muestras de su extensa filmografía, que me ha atrapado en innumerables ocasiones y que sin embargo aquí hay poco o nada de esa seducción. Estoy acostumbrado a su ritmo, a su lentitud, a que los personajes enseñen sus cartas poco a poco. Tal vez que saquen la cartera cada diez minutos enseñando su musculatura monetaria no ayuda nada, aunque ese precisamente sea el gesto más importante para trazar la frontera entre ellos y las gentes del mundo rural en el que se mezclan. Luego aparecen ellas, otro contraste, esta vez entre géneros y la cuestión ya parece dirigirse hacia donde estamos acostumbrados, parece que es el Ray reconocible. En todo caso, poca cosa.

Es posible que de las cuarenta y pico películas que se le conocen haya visto más de la mitad, cuestión que en los tiempos que corren ya me convierten en un bicho raro, y no se me caen los anillos al opinar que "Días y noches en el bosque" sea el Ray más leve (hasta el momento) de cuanto mis pupilas hayan visto...

Entiendo perfectamente las quejas de quienes no asumen que los escenarios que se plantean en "Llanura roja" sean compatibles con la espesa selva que se supone que deberíamos encontrar en el sudeste asiático, en concreto en Birmania, la actual Myanmar. Está claro que no debieron ni plantearse ir allí a filmar, y aunque no lo puedo asegurar, casi seguro que los nativos que aparecen en la película no son birmanos. En todo caso, la poca selva que aparece siendo de cartón piedra, o plástico y malas sábanas de mercadillo, no hace peor a una película en la que a mi juicio es más importante el factor humano y psicológico del protagonista.

Muchas quejas de los lamentables efectos especiales también, pero nadie apunta que la sinopsis que se lee en FA explica lo que sucede en el último tercio de película, casi diría que nos tiramos tres cuartos de hora con el drama humano de Gregory Peck a cuestas y que lo de menos es que estrella su avión en un viaje de traslado sin aparente complicación en territorio enemigo. Treinta millas adentro dicen, ya ves, pero lo importante es que él ya tiene a alguien que le espera a la vuelta. Su lucimiento es innegable, él está a la altura, lo hace de maravilla, y lo de menos es si aquello que vemos por la ventanilla es realmente Myanmar, Filipinas o California. Su drama interior es lo que nos interesa, el desprecio a la vida propia, su mal genio, sus fantasmas interiores y haber encontrado esperanza por fin en una colonia católica (oh my god) en los ojos de una bella muchacha.

Entretiene caramba, y para eso no hace falta la perfección!!

A veces llegas a películas dramáticas de las que huirías porque queda claro desde el principio que lo que vas a ver no va a ser agradable para el alma. Si no fuera por culpa de esa absurda norma de no dejar a medias jamás ninguna película, por mala que sea, o porque en este caso puede hacerte daño, muchas veces, tal cual como aquí, me iría corriendo. Prefiero reír a llorar. Pero entiendo que el cine lo abarca todo y que la mendicidad en una ciudad estadounidense es un tema doloroso como cualquier otro. Se huele, se nota que el camino es irremediable y que lo que vamos a presenciar no es precisamente motivador y optimista. Va a doler. Y no puedes dejar de verla.

Podría haber sido peor, podrían haberse hecho las cosas peor, en el sentido de hacer mucho más daño, de profundizar mucho más allá de la piel y retorcer más el drama. Uno con esquizofrenia, débil y presa fácil... el otro no puede protegerlo del sistema, no es Dios, por algo vive en la calle también. Me gusta que sean de raza negra y blanca. ¿Qué más?; también me gusta que no fuera muy popular en su momento y que siga siendo un título algo olvidado. Aunque sea raro, es un drama que duele, te deja mal cuerpo, pero como está bien hecha (sin ser una obra maestra ni mucho menos) no puedo valorarla mal, porque consigue su objetivo y en ese sentido es buena. Aunque no me guste, porque a nadie le gusta que le hagan daño, y a mí me lo ha hecho.

Todo indica que ella va a ser señalada por sus actos y por mentirosa, por los personajes de ficción dentro de la película y por los espectadores. Lo que más me fascina es que ese juicio del espectador puede cambiar (y vaya si cambia) tanto en el tiempo como en el espacio, no seamos necios, para muchos una infidelidad será igual de grave cuando hay un pacto conyugal, sea el que sea el momento y la época, pero también es cierto que hoy día las cosas pueden cambiar.

La sociedad que nos rodea y de la que formamos parte cambia y cambia, ahora nadie se va a la guerra dos años y medio, nadie se casa conociendo a su pareja dos semanas antes con las prisas, nadie espera ese tiempo como si no hubiera pasado nada, nadie vive como en los años cuarenta, no es que haya setenta y cinco años de distancia, es que somos otros. Los personajes son los que son, probablemente el que se lleva la mejor parte sea el abogado amigo de la pareja, que prefiere esclarecer los hechos y defender a la infiel del homicidio que no cobrar las tasas de un divorcio. Y verlos felices.

Cualquiera puede pensar que está desfasada, nos ponemos a ver una película de los años cuarenta y ha dejado de ser actual. Ya ves, yo la defiendo porque la magia del cine es apreciar sus valores universales, que su contenido sea apreciable, aunque ellos sean de clase alta y tres o cuatro generaciones después mucho machista desee llevarla a la hoguera. Menuda risa, a saber lo que hizo él en Europa (es un supuesto) durante el avance en Italia de las tropas yankees, cuántos hijos bastardos dejó el ejército aliado por ahí. Pero claro, ella es la que pone los cuernos, y la cosa cambia, el enfoque es otro.

Si esto no es cine que sigue removiendo las tripas del espectador yo ya no sé dónde buscar...