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126 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
Retrato inmisericorde de la sociedad española
Clásico inmarchitable del cine español de todos los tiempos “Plácido” es unas de las obras maestras indiscutibles y fundamentales de la filmografía de Luis García Berlanga. Rodada en el momento cumbre de su creatividad, en un periodo oscuro donde la feroz censura del régimen franquista agudizaba el ingenio y la imaginación de los guionistas “Plácido” se transforma, siguiendo el hilo conductor de un alambicado, pérfido y malévolo guión del propio Berlanga y Rafael Azcona y bajo la afilada dirección de un Berlanga -lejos de la ternura que destilaba su mirada en anteriores trabajos- en una falsa comedia coral y en una amarga, pesimista y cruel reflexión sobre la sociedad española de la época. Deudora en parte del neorrealismo tardío, tanto en la forma como en el fondo, “Plácido” es al mismo tiempo una visión vitriólica de la realidad y un retrato despiadado e inmisericorde de la España de la pandereta, profunda, negra y reaccionaria que desgraciadamente sigue vigente en amplios sectores de la sociedad española actual. Con “Plácido” Berlanga disecciona y hace pedazos -con su habitual lucidez- a una sociedad hipócrita, mezquina y provinciana de doble moral donde lo más importante son las falsas apariencias, que predica la caridad pero que no la practica, a la que le molesta la pobreza pero que no hace nada por erradicarla y que necesita poner en marcha una cruel farsa, en forma de campaña navideña, bajo el lema “siente un pobre a su mesa” para lavar sus conciencias. Con un reparto irrepetible de grandes actores en estado de gracia, donde seria injusto destacar a nadie, Berlanga se mueve como pez en el agua en ese cine coral tan querido por el y en el que ha sido maestro y referencia absoluta. Trufada de secuencias memorables, no por esperpénticas y surrealistas menos dramáticas, son especialmente inolvidables la que se desarrolla en los lavabos públicos y sobre todo la larga, genial y milimétrica secuencia -de una sátira mordaz demoledora- en la que el repentino empeoramiento del estado de salud de uno de los pobres, gravemente enfermo, desencadena una situación cómico-patética que pone en evidencia todas las miserias de esa sociedad amoral. Obra maestra de imprescindible visionado.

Francesc Chico Jaimejuan

Barcelona 10 de mayo de 2006
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188 de 206 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Llegando a la cima en solitario y sin forzar.
Luis García Berlanga, para muchos el mejor director de la historia del cine español. Puede ser, aunque creo que ha sufrido demasiado las modas de la crítica y el público.

Mientras que su primera etapa de los años cincuenta y sesenta ha quedado como una especie de Fátima donde todo es maravilloso, no pasa lo mismo con su época ya de la España constitucional donde sus títulos en general están bastante maltratados. Ya no interesaba igual.

Centrémonos en su primer periodo. Berlanga tuvo la suerte de ser uno de los artistas españoles que vivían en la España franquista y que eran valorados fuera de aquí, y además en la doble vía, en Francia y en Estados Unidos. Más no se puede pedir.

Cuando estrena “Plácido” a Berlanga le llueven las novias, en Cannes se le trata muy bien, le invitan hacer cine en el país galo, los americanos le nominan a mejor película extranjera… Es un momento de reconocimiento máximo, que realmente Berlanga no volverá a tener en esos niveles.

Todo ello hizo que “Plácido” estuviera en el imaginario colectivo como una obra maestra, pero no lo es. Siendo objetivos de esa primera etapa de Berlanga de los años cincuenta y sesenta “Plácido” está muy lejos del nivel de películas como “Bienvenido, Míster Marshall!” o “El verdugo”.

Y decir que es mejor que “Calabuch” o “Los jueves, milagro” es cuando menos discutible. Yo opino lo contario. ¿Por qué? Pues porque como decía otro usuario para ser una comedia le falta más humor y además hay una construcción de escenas muy repetitivas que terminan por cansar. Hombre, y Cassen tampoco es Fernando Fernán-Gómez, Pepe Isbert o José Luis López-Vázquez. Nada del otro mundo.

Lo mejor es la crítica de Berlanga a la hipocresía, las apariencias… pero todo ello con el régimen en España, ya lo decía nuestro genial valenciano, que sin censura la inteligencia decae. Que nos lo digan ahora.

Nota: 6,4.
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124 de 185 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Brutal, mordaz, sutil.
Dice Berlanga que cuando Placido fué nominada a los Oscar como mejor película extranjera, le invitaron a la típica cena de "soy guay" de Hollywood. Dice que allí se encontro con la crem de la crem: Capra, Wilder etc. Dice que muchos profesionales de la todopoderosa industria norteamericana le preguntaron detalles de la película o sobre como había decidido rodar tal o cual escena. Dice Berlanga que no se lo creía.

¿Y por qué no Don Luis? Yo entiendo la admiración y el reconocimiento que tuvo su obra. Una película maravillosamente interpretada por un reparto coral que ya quisieramos ver hoy día. Con la duración justa para contar lo que quiere, sin artificios ni vueltas de tuerca. Con la que ries y piensas al mismo tiempo. Una inteligente crítica a la hipócrita sociedad que componemos y que se supera a si misma en fechas como la Navidad.
Las pequeñas carencias del cine español de la época no restan nada a su valía D. Luis, al contrario, es también ahí donde radica su encanto.

Una delicia. Creaselo.
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60 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Siente un pobre a su mesa - Y vean juntos esta obra (si le interesa)
Hoy he visto esta genial película; Plácido (1961), de Luis G. Berlanga, ese gran hombre que nació el mismo día que yo, y en la misma ciudad. Aunque había oído hablar de ella menos que de las otras dos que había visto hasta ahora (El verdugo y Bienvenido Mr. Marshall), ésta es la que más me ha gustado. El guión es buenísimo, y los diálogos no decaen, se mantienen en su alto nivel de humor ácido e ingenio, uno tras otro...
Viendo este tipo de películas, me producen una reacción difícil de explicar; es como una risa interior, no exterior, pues no me ha provocado carcajadas, pero sí una profunda sensación agradable, ya que no es el estómago lo que se mueve, sino la mente. Es lo contrario a las películas o cosas que insultan a la inteligencia, pues a diferencia de éstas, obras como Plácido son portadoras de ella.

Y, por supuesto, no se trata de humor a secas; va mucho más allá, hilando una crítica demoledora de la sociedad española de su tiempo, en cuanto a la excesiva importancia que se daba a las apariencias (religiosas, de nivel económico...), la hipocresía que existía, el egoísmo...

Vaya..., casi 50 años después, las cosas no han cambiado tanto...

Pero sí que vamos a mejor, de eso no cabe duda.
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55 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Los misterios de la cocina de mi abuela.
Tenía una abuela cuya única obsesión era la comida. Era una anciana cándida, regordeta y bajita con una cara arrugada de ángel escondida bajo unas gruesas gafas de concha, Parecía por su aspecto haberse escapado de un cuento y acompañada de su voz baja, consejo sabio, templanza noble y alma sosegada siempre la recuerdo entre fogones. Se pasaba todo el día en la cocina preparando platos de aldea para sus hijos y nueras y especialmente para el pelotón de nietos desbocados entre los que me encontraba. Nunca he comido tan bien como en casa de mi abuela, en sus recetas aparte de la sencillez se palpaba el cariño y algún que otro misterio más que por aquel entonces no acertaba a descifrar.

Pero cuando fui creciendo mi abuelo me habló del hambre. El hambre de la posguerra que asoló su casa situada en un pueblo minúsculo alejado de la mano de dios. Decía mi abuelo que no hay ninguna sensación peor que sentir el hambre y que mi abuela solamente quería que nunca pasáramos por ello. Por eso mi abuela hacía sus propias asociaciones al respecto, siempre que yo llegaba un nuevo verano a su casa, lo primero que miraba era mi barriga y me regañaba en el caso de haber adelgazado, halagándome en cambio mientras se le subía el colorete de alegría si intuía que algo, aunque fuera poco, había engordado.

El primer misterio de aquella comida tan deliciosa era el misterio del hambre.

Aparte de las enseñanzas de mis abuelos sobre el hambre, no conozco nada mejor que Placido para acercarse un poco más a este asunto. En Placido se palpa el hambre y más aún se hace un estudio sobre el mismo dividiéndolo entre los que siempre han comido bien, los que sólo han comido a medias y los que nunca han comido. Los ricos, que pertenecen al primer grupo desprecian la comida porque siempre la han tenido delante. Sus preocupaciones son de otra índole: la notoriedad, el prestigio social, la fama..., en el segundo grupo tenemos a personajes de lo más dispares que vagan por la película con la única preocupación de saber si van a comer al día siguiente. En el tercer grupo están los pobres que curiosamente como nunca han tenido nada se conforman con cualquier cosa. La diferencia está en que dependiendo de que los personajes de Placido hayan pasado más o menos hambre aumenta o disminuye su dignidad. Los de arriba, prepotentes, avariciosos a ratos mezquinos carecen de ella, mientras que en la escala intermedia a camino entre la picaresca, la impotencia y la bondad, aunque a veces se dude, lo último que se pretende es dejar de ser digno. Los pobres finalmente son siempre dignos de la cabeza a los pies en cualquier tipo de situaciones.

El segundo misterio de la cocina de mi abuela es que era digna.
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48 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
LA MEJOR PELÍCULA NAVIDEÑA DE LA HISTORIA DEL CINE
Si yo fuese programador de televisión, cada Nochebuena mi cadena emitiría PLÁCIDO.
Ninguna otra película refleja tan bien lo que es el espíritu navideño, y que no se me mosqueé nadie. Porque el que es bueno, generoso y caritativo, ha de serlo todo el año… el que sólo lo es a toque de corneta y para que le vean sus vecinos, supongo que poseerá un gran espíritu de éstos.
No sé en qué momento la Navidad pasó de ser una celebración religiosa a un carnaval depravado. Depravado, sí. Un despropósito consumista cargado de buenas intenciones de palo y absolutamente insufrible y fagocitante para el que pretenda prescindir de él. La Navidad apesta. PLÁCIDO lo refleja tan honestamente, con toda su mala baba, su humor negro y su feroz crítica a la hipocresía humana, que para mí se convierte en la mejor película navideña de todos los tiempos.
Mi tolerancia a ver a anormales regordetes de barba blanca postiza que dicen jo, jo, jo, cada vez es menor, hasta el punto de que la próxima navidad me veo comprando un revólver para dispararle a la tele, o al balcón de los vecinos, que ahora la gente gusta de colgar al anormal de sus terrazas… qué asco. La Navidad no es entrañable. Entrañable era ver a los Reyes Magos siguiendo a la estrella de oriente hasta encontrar al niño Jesús y entregarle sus regalos. Pero esto pasó de moda. Me estoy yendo por las ramas.

Volviendo a PLÁCIDO, no sólo poseé un guión maestro, si no que también es el cúlmen de los planos secuencia Berlanganianos… magníficos en su ejecución, en los que el realizador hace una pirueta, el más difícil todavía, y decide incorporar en uno de ellos un tren. UN TREN, de los de la época, claro. Esto es, si un actor se equivoca o algo falla, pues todo el mundo vuelve a su marca inicial y se empieza a rodar de nuevo…pero ¿cómo se hace eso con un tren? ¿Que eche pa' tras y vuelva a entrar cuando le toque hablar al actor que va subido en él?.. Sencillo no parece.
Tanta perfección se subraya con el gran reparto, del que destaco a un joven Luis Ciges, haciendo de pobre que se pone morao, y a un entrañable Manuel Alexandre. Este hombre sí que debería de ser un icono navideño. Sin intención de desmerecer a James Stewart, yo pondría a Alexandre de protagonista de Qué bello es vivir… sería una delicia, pero como esto no es posible, elijo la peli de Berlanga por encima de la Capra como la mejor película navideña de la historia, entre otras cosas, porque resulta mucho más actual e irremediablemente menos ñoña.

Y para concluir, Berlanga cierra con un villancico, el único con una letra coherente de toda la historia de los villancicos: “En este mundo no hay caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá”
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38 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Falsa decencia y cínica caridad
Luis García Berlanga llevó a cabo el proyecto de Plácido cuatro años después de rodar Los jueves milagro, impunemente modificada y recortada por la censura franquista. Tras ese paréntesis, Berlanga vuelve en plena forma para rodar Plácido, la película que a la postre sería una de sus tres obras maestras, junto con ¡Bienvenido Mr. Marshall! y El verdugo, una de las más lúcidas y ácidas críticas de la sociedad de la época, construida alrededor de la hipocresía y de la apariencia, con la singular estructura de Berlanga.
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32 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Todo dice algo
Todo en esta película dice algo, tiene sentido, forma parte de un todo, extraordinariamente estructurado con un Berlanga y Azcona en plenísima forma que dan como resultado un trabajo increiblemente redondo.
El propio título "Placido" (nombre del protagonista interpretado por Cassen), es de un cinismo extremo, dado que el susodicho se pasará todo el film nadando a contracorriente en un estado de sobresalto frenético e histriónico por conservar su único medio de vida.
"Placido" resume, une, mezcla y proyecta en una explosión corrosiva todos los iconos del nacional catolisimos lanzándolos a la cara del espectador, la Caridad como sustituto de la justicia social, la Navidad como puro mercado consumista, la realidad social cruda y desnuda del franquismo más extremo en una capital de provincia, el Star-system folclórico-nacional, ya vapuleado en su "Bienvenido Mr. Marshall", en fin una auténtica "Mascletá" narrada en tiempo real con unos planos secuencia extraordinarios para dar al cine español una de sus cumbres de todos los tiempos.
Obra Maestra.
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26 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Un título parte de la historia del cine
Es una de las más grandes de la historia del cine español. Según las votaciones de los usuarios de FA es la segunda, tras "El Verdugo", también de Berlanga. De todo lo que se ha dicho sobre "Plácido" me quedo con todo, explicar las razones por las que es buena supone llenar de elogios cualquier opinión, incluso esta mía, y es por eso que se hace difícil tomar como representativa una única explicación. Berlanga suma con cada pequeña cosa, coloca en el lugar preciso lo que es justo y necesario, ni se queda corto ni se pasa, hace con cada plano lo que el espectador espera y de esta manera cada minuto contribuye en la exhibición de la que nosotros podemos disfrutar.

El contenido es de lo más sencillo y sin embargo duele. La hipocresía y la falsedad revolotea por toda la película, y es que incluso el mismísimo Plácido cae en esa etiqueta porque lo único que quiere es pagar su deuda y es capaz de dejar al final en la calle a López Vázquez. Los actores seguramente mejor no podrían estar, su naturalidad, sus expresiones, su manera de estar hacen que me pregunte si están actuando o si realmente son así. El humor es absoluto, la acidez y la crítica son evidentes, la sonrisa es difícil que desaparezca, el gran número de secundarios que aparecen suma y suma... Berlanga hizo una de las películas más redondas de la historia. Recomendable en cualquier momento, el tiempo no pasa, cada Navidad, o no, puede verse "Plácido", cualquier momento es bueno.
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25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Agridulce obra maestra
En clave de comedieta inofensiva de tipo costumbrista para amenizar las Navidades de un país que empezaba a dejar atrás las penalidades de la posguerra y comenzaba a vislumbrar las ventajas de un desarrollo industrial todavía muy incipiente, el genial tandem Berlanga-Azcona crean uno de los mejores relatos sobre la realidad social de esa época que se han hecho.

La película empieza desbocada y un tanto disparatada, para distraer a la tan temida censura que había mutilado cuatro años antes la película "Los jueves milagro". La experiencia sirvió a Berlanga y a su inseparable Azcona para ir entrando poco a poco y de forma tangencial en el tema principal de esta obra: el hambre y las tremendas desigualdades sociales de la época, aderezadas con unos toques de ácida crítica hacia la doble moral de la burguesía que empezaba a crearse en las capitales de provincia y que, sin perder su caspa y su cutrez tradicional, intentaba imponer sus criterios de buena imagen por encima de todo -incluso de la propia muerte- al resto de sus conciudadanos, que tenían que sobrevivir en un difícil equilibrio entre la miseria y el buen parecer.

Con este cúmulo de limitaciones externas, Berlanga y Azcona desarrollan su inmenso genio para enseñarnos con toda su crudeza un retrato más neorrealista que costumbrista que deja en el espectador un sabor agridulce que se resume en el villancico que culmina el film:

"-Madre, en la puerta hay un niño,
más hermoso que el sol bello,
tiritando está de frío,
porque viene casi en cueros.

-Pues dile que entre y se calentará,
porque en esta tierra
ya no hay caridad,
ni nunca la ha habido,
ni nunca la habrá."

Obra maestra imprescindible de la historia del cine español y probablemente de visión obligada en las clases de Historia cuando hablemos del "desarrollismo" español de los cincuenta y sesenta y del paso de la bicicleta al 600...

Post Data: Plácido fue nominada y finalista al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, por lo que Berlanga tuvo que viajar a Hollywood, donde pudo conocer a muchos de sus ídolos, Frank Capra, Billy Wilder, Federico Fellini...

Para su asombro, estos genios del cine habían visto su obra y se interesaron por detalles técnicos de la película, por cómo había decidido rodar tal o cual escena, por su dirección de actores, etc.. Comenta que se tuvo que pellizcar para comprobar que no estaba en un sueño...
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21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
La caridad del motocarro
Luis García Berlanga consigue impregnar de un humor constante los largos planos-secuencia que retratan las desigualdades de clase y el valor efímero de la apariencia. 'Plácido' confirma que el ser humano carece de caridad. Porque gozamos de egoísmo natural, entre otros motivos. Ésto yo ya lo sabía, porque al igual que tú soy un ser humano, pero Berlanga habitualmente consigue dejarme todo un poco más claro. Entre tú y yo: las buenas películas, además, terminan por hacerte mejor persona. Y si el mundo es una mierda, animalito, es porque los malos no van al cine o, por contra, porque el cine no llega a los malos.
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23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
La nochebuena más negra del cine
Tenía un poco de miedo al enfrentarme a esta película porque había oído cosas maravillosas de ella, y temía que me decepcionara como "El verdugo". Pero después de verla he comprendido su nominación al Oscar y que sea considerada por muchos como la mejor película española de la historia. "Plácido" es una joya pura y dura de corta duración y con unas escenas maravillosamente calibradas, con virtuosos y fantásticos planos-secuencia donde pasan mil cosas y Berlanga consigue que te centres en lo que él quiere (las mujeres acordando rezar mientras de fondo preparan al muerto). Cuenta con un grupo de actores inmensos y un sentido del humor negro, perverso y con una mala leche asombrosa, además de trasmitir legítima tristeza y hacer reflexionar sobre el mundo de entonces y el de ahora. Una obra maestra que se debe revisar siempre que se pueda.
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14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
El camarote del hermano Berlanga
Si uno desea reírse con ganas, no tiene más que poner en su DVD películas hilarantes como "La vida de Brian", "El jovencito Frankenstein", o "El guateque". Películas con las que es fácil acabar con dolor de barriga y la mandíbula desencajada.

Si lo que se desea es un humor negro, crítico y mordaz, lo idóneo es buscar una comedia de costumbres. Se introduce en el aparato algo de Allen o los hermanos Coen y la tarde está resuelta.

Si lo que alguien busca es una comedia desenfrenada y delirante, repleta de personajes absurdos y exagerados, que le haga un guiño a la censura de la época, y que la caricaturice de manera sutil, no tiene falta de ir muy lejos.

Luis García Berlanga era un puto genio. Uno de esos elegidos para la gloria cinematográfica. Alguien capaz de soltarte a la cara un plano secuencia de 20 minutos en una casa atestada de gente rara, sirviéndose únicamente de sus dotes cinéfilas y de unos diálogos absurdos e hilarantes.

"- Yo soy dentista, no puedo firmar una defunción
- ¿Si alguien se muere en su consulta, que es lo que hace?
- Llamo al forense"

El mismo que es capaz de convertir un desfile de pascua en un descojone padre, con mil y un personajes inolvidables y extrañamente familiares.

"- Pero señores, estamos pasando ante un sepelio y no han parado de tocar la música.!!
- Señor, les hemos hecho el saludo militar
- Ah, vale!, si han hecho el saludo militar... Vamos, vamos, sigan tocando. Alegría!!

Berlanga pertenece a esa generación de realizadores inmortales, temibles con la cámara, pero que te mataban si los leías entre líneas. Aquellos que convertían una historia cruel en un cuento de hadas.
"Plácido" es una cinta repleta de tristeza, de desmoralización, y de personajes que rozan el esperpento.
Hipocresía, doble moral, desfachatez supina. Un puñado de personajes miserables en el incomparable marco de la postguerra española.
Todo ello aderezado con un guión antológico, sucesión incansable de situaciones inverosímiles. Una historia de infelicidad, bañada con la más grande de las sonrisas.
Todo en "Plácido" es muy grande, pero el final roza la perfección absoluta. Casi hora y media con la mandíbula hecha trizas, para soltarte un directo al estómago, ese sitio que los boxeadores buscan para dejar sin aliento al rival, y que Berlanga consigue en forma de villancico demoledor, una guinda maravillosa, y que recuerda al espectador, por si se le había olvidado, en que época y situación está rodada esta obra maestra.

“En este mundo no hay caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá”

De haber nacido en Italia, se hubiera codeado con los grandes realizadores neorrealistas. De haberlo hecho en Norte América, estaría sentado en la misma mesa que los Billy Wilder, Capra y compañía.

Pero Berlanga es español, nuestro, único e irrepetible.
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Paga tú la letra, que tú tienes industria.
La película está situada a principios de la década de los sesenta, España ha sufrido las penurias de la posguerra y el aislamiento propio de las dictaduras, justo en esta época y en los años posteriores, comienza en nuestro país el fenómeno de apertura hacia el exterior, pequeña eso sí, pero que marcará un antes y un después en la economía española. Uno de los objetivos más notables del plan de estabilización del 59 fue precisamente el implantar en la economía española un liberalismo que impulsara la estancada situación en la que se vivía.
El tema principal que aborda el film es la pobreza en España, el sentimiento hacia ésta de la ciudadanía y por supuesto la destacada disparidad existente entre las clases sociales.
Berlanga propone en Plácido una crítica tan feroz y sutil al mismo tiempo, que es posible que por mucho que intentemos enumerar los temas siempre se nos quedará alguno en el tintero.
La censura se respiraba en el ambiente, y fue precisamente esta censura la que ha dado forma a la maestría con la que el director clava sus garras una y otra vez a la sociedad española de la época.
La imposibilidad de atacar con excesiva dureza fue sustituida con una brillante sutileza que dan lugar a un reflejo de la sociedad que muchos han criticado ya que quizás no contenga el humor típico de las comedias (es cierto que no te ríes a carcajadas), pero no es ese el objetivo ni el contenido, es simplemente la forma que adopta.
Algunos de los temas importantes sobre los que gira la película son:
- La terrible dificultad que tenemos en este país de comunicarnos aun hablando el mismo idioma (conozco países en que es incluso peor, pero lo nuestro es lo nuestro). ¿Alguien puede pensar que esto ha cambiado, que hemos mejorado?
- La burocracia, la excesiva rigidez de los procedimientos que tan presente estaba en la época franquista y por supuesto en la nuestra, que si bien en ocasiones es necesaria, a veces dan ganas de acudir a cualquier sistema complementario a la vía administrativa.
- La caridad indiscriminada como instrumento para paliar las notables diferencias entre clases y limpiar algunos rincones de la conciencia, justo esa conciencia que sale en Navidad, época del año en la que precisamente está ambientada la historia.
- La hipocresía de las clases altas y sobre todo de la farándula, a quienes les encanta aportar su imagen cuando interesa.
- La necesidad de las apariencias, que esconden un profundo egoísmo y que forman parte de nuestro día a día.
- El egoísmo, como olvidarnos de esto. Aquí nuestro querido director se aseguró de que nadie se salvara de la crítica, pues también hay escenas en las que está muy presente el egoísmo de las clases bajas y medias, “los chanchullos”, el “paga tú la letra” y el “todo vale mientras no se enteren”.
- El retraso de España en relación a otros países vecinos (país en el que para un número no despreciable de personas un carromato venía a ser industria)
- Las campañas solidarias que si bien a nivel individual pueden ser de mucha ayuda para ciertas personas, vistas desde fuera y con un punto de vista crítico resultan casi tan nefastas como con la que nos deleita Berlanga, con una forma exagerada y un toque ligeramente cómico, que era lo necesario para poder propinar ese latigazo a la sociedad y que la gente encima se riera. Como nos recuerda a esos programas ahora que tanto se están poniendo de moda en televisión.
El tema de los pobres está tratado totalmente por la beneficencia y la caridad.
Es interesante ver cómo la gente acomodada y con dinero come mucho y bien, eso sí, mientras discuten y exponen sus amarguras. Y los pobres…qué disfrute ante una comida, qué gran placer.
La imagen del pobre, por cierto, queda reducida a una triste cosificación, a objetos de subasta, a instrumentos para sacar a relucir, al menos una vez al año, y gracias a la aportación del espíritu navideño, nuestra oculta moralidad.

En resumen, que la primera vez me pareció una tontería y tanto diálogo terminó abrumándome, como a muchos otros. Pero la siguiente que decidí “sentar al gran Berlanga en nuestra mesa”, ante mí me encontré con uno de los estudios sociológicos más acertados que haya visto nunca en pantalla. Y qué grande es el cine, y qué bonito es ver una película por segunda vez y darte cuenta de que todo cobra sentido, de que todo encaja, y de que a ti solo te queda disfrutarlo.
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Con mayúsculas
Esto es cine con mayúsculas: sin medios, con buenos actores, con un buen guión que mira su entorno, que se implica con la realidad y en la mejor tradición del esperpento y la España Negra.
No descubro nada si digo que es una de las cumbres del cine español y de Berlanga. Inolvidable Cassen y su motocarro, incluso el minipapel de Chus Lampreave muy jovencita.
Tan real que todavía duele
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14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Entre lo mejor de Berlanga
Esta es una de las joyas de nuestro cine español, una de esas comedias con ese estilo inconfundible de Berlanga, con una ambientación maravillosa, y con un plantel de actores de lujo.
Todo transcurre en Nochebuena; una letra a pagar, un muerto, una viuda, una cesta de Navidad, una cabalgata, un notario, una estrella, unas artistas de cine, un adelanto, una familia, un pobre, y... ausencia de caridad. Y todo esto contado con ese estilo narrativo que solo Berlanga sabe hacer y que atrapa de principio a fin. No tendrá idea de lo que es el cine español si no ha visto “Placido”.
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13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
La vida de un pobre en España
Desde sus comienzos, Luis García Berlanga mostró en todas sus películas sus críticas a la situación que se vivía por aquella época en nuestro país, realizando obras satíricas y sembradas de humor negro y acidez como la que nos ocupa. 'Plácido' es la demostración viva de la situación que atravesaban por aquella época las personas con pocos recursos, siendo marginadas socialmente y con algunas escenas francamente brutales por su onírica sordidez. Por otra parte, la película me pareció un tanto sobrevalorada al considerarse una de las obras capitales del cine español, encontrándose títulos posteriores y menos conocidos que son dignos de mayor mención que este filme. No obstante, el entretenimiento se encuentra asegurado en todo momento ya que la película logra enganchar al espectador, aunque al cabo de un rato se hace repetitiva debido a la escasez de un argumento más dinámico y sólido.

En lo referente a las interpretaciones, Cassen se encuentra casi perfecto dando vida al pobre y bonachón Plácido, aportándole carisma al personaje. José Luis López Vázquez efectúa una buena actuación, aunque se echa en falta algo de más química con Cassen. El resto de secundarios cumple de buena manera, destacando la presencia del siempre notable secundario Manuel Alexandre. En cuanto al guión, éste no posee apenas nada que sea divertido o gracioso para ser una comedia, aunque asegura la crítica mordaz y satírica con algunas escenas y momentos de lo más significativos.

En resumen, una interesante comedia muy poco divertida en cuanto a chistes pero más que efectiva en cuanto a crítica, con un entretenimiento asegurado a lo largo de su metraje y en donde Berlanga da rienda suelta a su vena más satírica y mordaz mientras que seguía desafiando a todo lo establecido contra el momento.

·LO MEJOR: los planos-escena del comienzo. La palpabilidad de la sutil a la vez que mordaz crítica.

·LO PEOR: acaba por hacerse repetitiva. Como comedia no tiene gracia.
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21 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Brutal crítica a la hipocresía
Una película inteligente y realista, una brutal crítica a la hipocresía de la sociedad, hábilmente disfrazada de inocente comedia. Todo un reto para el año en el que se rodó, y que recomiendo encarecidamente a todo el mundo, pues es una de esas películas que dejan huella, que dan que pensar, y que contiene más detalles de los que se ven a simple vista.

El argumento parte de una idea tan sencilla que enseguida consigue atraernos, se desarrolla casi en tiempo real, y a pesar de esta sencillez, los planos-secuencia con los que cuenta son de una complejidad que dejarían en ridículo a muchos "maestros" del cine.

Toda una obra maestra que no debe pasarse por alto, tanto por su calidad técnica como por su contenido moral (que no moralista) y, sobre todo, por su forma de contarlo.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Con los ojos de un extranjero
Es un hecho que debe existir un grado de percepción distinta entre quienes ven un filme que habla de su tierra y de la historia que han padecido, con la de aquellos que no conocen aquella tierra y ven la misma película. Pero, gracias al hecho de que los seres humanos nos parecemos tanto en la plenitud del planeta, no está vedado para alguien en particular, lograr un sentir y un entendimiento, sobre los aspectos universales que hay contenidos en una obra cinematográfica cualquiera.

A mí me gusta como director, Luis G. Berlanga. Me atrapó desde que vi la estupenda y mordaz, “¡Bienvenido, Mister Marshall!”; me conmovió "Calabuch", y también puedo decir que me agradó su película, “El Verdugo”. Ésto me animó para que viera a, <<PLÁCIDO>>, otra obra a la que muchos aplauden y que estuvo nominada al premio Oscar como Mejor Filme Extranjero.... pero les voy a contar un “secreto”: Como Mejor Filme Extranjero no siempre se nomina a las mejores películas de los demás países, sino también a aquellas que puedan dejarlo mal parado, si ese algo conviene a los Estados Unidos de Norteamérica (una región turística, un gobierno, un mercado…). Es la misma razón por la que no siempre se premia lo mejor que se hace en los United States, sino que se prefiere lo que conviene alabar por su costosa inversión o por sus intereses patrióticos.

Si el propósito de Berlanga, con ese guion escrito por él, en compañía de Rafael Azcona y otros, era dejar por el piso a la España de los años 60', doy fe que lo logró. Lo que uno puede ver retratado es un país hipócrita, oportunista, procaz, ventajoso, lenguaraz… algo así como la imagen que puede tener de su propio país, y de la gente mayor, cualquier chico entre 15 y 20 años. Pero, Berlanga tenía entonces 40 años y, desde ésta óptica, luce rezagado ideológicamente y demasiado radical como para echar en el mismo saco a toda una sociedad. Aquí no queda títere con cabeza: banqueros, actores, empleados oficiales, periodistas, la España entera… ¡y hasta la misma nochebuena! se vienen al piso con el altruismo a cuestas.

Y lo peor de todo es que el filme mismo falla y deja mal parado a “lo mejor de la cinematografía española”. Veamos: la composición de escenas es harto recargada de personajes figurantes (sin participación alguna u omisible), y se habla hasta por los codos, las más de las veces con frases insustanciales. Ésto, hasta el punto de sentir que, <<PLÁCIDO>>, podría competir por 'las 10 películas con más cotorreo de la historia'. Pueden verificarlo, de 85 minutos que tiene de duración, sólo el minuto 17, nos ofrece un relajante silencio de voces, mientras en panorámica vemos circular la caravana.

Tampoco como comedia siento que funciona. Con dificultad, logra uno esbozar alguna sonrisa o captar un toque sólido de humor negro; y no hay ni un sólo actor que brille con su presencia. Hay demasiados personajes y sobra la mayoría. Hay excesivas situaciones y pudo profundizarse en algunas cuantas... En definitiva, no creo que Berlanga estuviese aquí tan afortunado. Mejores comedias se han hecho y se las ha reconocido menos.
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50 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Un retrato doloroso.
En tiempos de censura y pensamiento único habían unos pocos autores que desde dentro del sistema lo torpedeaban y lo mostraban al mundo, con las pocas herramientas que disponían, con talento y valor. La fórmula era muy sencilla, mostrar la realidad tal cual era, un pueblo que pasaba miseria, unas clases pudientes hipócritas y cínicas, un sistema putrefacto en definitiva.
Lo que tiene un valor histórico indudable a mi hace que me aleje de esta comedia, soy incapaz de reírme viendo miserias y gente despreciable.
Hay que reconocerle el valor incalculable que tiene como retrato costumbrista, como denuncia y quitarse el sombrero por los que no se dejaron aplastar por el sistema, sin gente así el mundo nunca avanzaría.
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
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