14 Críticas de los usuarios

Terminar de ver esta película e interesarse por la filmografía de Keenan Wynn son la misma cosa. Tal vez ustedes se pregunten ¿Quien es el tal Keenan?. Bueno, es uno de esos rostros que sabes que lo has visto en alguna película, pero que no acabas de ubicarlo perfectamente. Un buen secundario con una prolífica carrera donde así, a bote pronto, podemos destacar "Teléfono rojo, volamos hacia Moscú" o "Todos los hermanos eran valientes".

Aquí, en Mi querida secretaria, le roba el protagonismo a un Kirk Douglas que deja bien claro que es un grandísimo actor pero que su fuerte no es la comedia. A papá Douglas nos cuesta muchísimo ubicarlo en papeles que parecen hechos para Cary Grant. La sombra de Espartaco es alargada sin duda alguna y este papel de gesticulante y poco inspirado escritor de best sellers, jugador, bohemio y mujeriego le sienta como un traje de lagarterana. Su partenaire, Laraine Day, a quien tenía interés en volver a ver después de su interpretación en Por el valle de las sombras, ha confirmado lo que ya intuía, que se trata de una actriz interesante que sin llegar al "rompe y rasga" en ningún sentido se deja ver y con agrado.

Y junto a la terna citada, unos cuantos secundarios más que son los que sin duda hacen que la película tenga ese discreto encanto no de la burguesía sino de las comedias americanas que nacen solo y para entretener. Encontramos a Florence Bates como la "horrible" señora Reeves, entrometida propietaria del apartamento o Irene Ryan, cuya interpretación de la asistenta Mary está muy en la línea de la gran Thelma Ritter lo cual es decir mucho. Su canción del "resfriado", clarísimo precedente del "como me pica la nariz", resulta agradablemente demencial.

Pero "the star" es mister Wynn y las perlas que salen de su boca. El mejor amigo del escritor y compadre de francachelas dispone, para su lucimiento, de diálogos en la irreverente línea surrealista de los Marx.

Mrs Reeves (Florence Bates):
Lo siento, debo irme

Ronnie Hastings (Keenan Wynn) :
¿De verdad debe irse? Ahora que estaba envenenando el té.

Y Keenan se lució.

Si no me equivoco es el primer papel protagonista de Kirk, pues empezó como actor secundario en dos grandes películas, "El extraño amor de Martha Ivers" y "Retorno al pasado", donde ya se podía apreciar su talento, su versatilidad y su carácter duro, por eso se nos hace raro verlo en una comedia, pocas veces lo repetiría.

Como bien han dicho, la película está soportada por los personajes y por unas interpretaciones muy correctas, una dirección y un guión sencillo... si se escapan algunas carcajadas vienen sobretodo del personaje de Keenan Wynn, en resumen, una comedia fácil y entretenida, Kirk se encontraba en un buen momento y probó en diversos géneros.

Quiero decir, falta de gracia, de esa química única del maestro de la comedia. Quizás sea injusto compararla con esas cumbres pero no he podido evitar recordarlas mientras veía esta película.
Se deja ver, con buenas interpretaciones - especialmente la de Keenan Wynn, como se ha apuntado sabiamente en otras críticas aquí vertidas-, pero la historieta no deja de ser casi un chiste que se cuenta en tres patadas. Cuesta ver a Douglas senior en papeles de comedia, aunque da la talla como de costumbre.
Ojo a las hombreras de los trajes y a las comodidades de los hogares usamericanos en el año 1949...
Nota: 5,65.

Seguramente a algunos la presencia de Kirk Douglas les haga ver en esta película cosas que no hay. Y es que hasta los más grandes actores tienen en su carrera películas del montón como esta.
Mi querida secretaria es una discreta y moderadamente simpática comedia romántica, con el clásico enfrentamiento entre un hombre y una mujer que hacen ver que no se aguantan aunque en el fondo estén profundamente atraídos el uno por el otro.
El enredo que plantea el guión es previsible, pero tiene la suerte de estar salpicado por una serie de personajes que, no por arquetípicos, resultan menos divertidos. Son ellos los que consiguen mantener el moderado interés de una historia que sin ellos no sería casi nada.
Por supuesto la gracia de estos personajes viene del talento de una serie de actores, encabezados por Kirk Douglas, que están bien dotados para la comedia.
No solo ahora se hacen películas olvidables. En los años cuarenta tampoco eran todo obras maestras.

En la línea del maestro Lubitsch aunque sin su frescura e inteligencia. Divertida aunque en ocasiones un tanto forzada. Se deja ver con facilidad. Para pasar el rato.

Un excelente Kirk Douglas en una sorprendente faceta cómica en donde explota sus grandes virtudes de actor y seductor.
Meritorio papel de las dos actrices que le dan una replica muy buena
En dos palabras, Kirk SE SALE

Y sea Lubitsch, Billy Wilder, Groucho Marx, Howard Hawks o cualquier otro creador de comedias locas americanas, las llamadas Screwball comedy de los años treinta y cuarenta, el caso es que siempre generan un mundo que fácilmente podría ser confundido con un sanatorio mental. Farsas, ritmos alocados, ticks y repeticiones, diálogos acelerados y absurdos, confusiones y malos entendidos, ricos caprichosos y, como dijo alguien, "comedias de sexo sin sexo" donde no puede faltar el noviazgo y el amor espontaneo en el que una de las dos partes tarda más en descubrir cual es su media naranja, a la que en principio detesta.

Desde que Frank Capra inaugurara el género con la genial "Sucedió una noche" en 1934 hasta esta Mi querida secretaria han pasado quince años y los tiempos de la Gran Depresión ya están lejos. Es quizás por ello que el tono tardío y decadente de este título, ya fuera de época, lo convierte en olvidable sino fuera porque en verdad es divertido. Y lo es sobre todo por Keenan Wynn, secundario de lujo, antes que por un aún primerizo Kirk Douglas, aunque suene a repetitivo criticar sus escasas facultades para la comedia.

Los toques de modernidad que un apartamento pueden generar a partir de la década siguiente, no ya con evidentemente Wilder, sino también con las pequeñas comedias de alcoba de Rock Hudson y Doris Day, no evitan que esta película no pase de anécdota y llegue a hacerse algo cargante, aún contando con algunos diálogos verdaderamente desternillantes.

Pero bueno, no siempre el cine va a ser un Velázquez, ni tan siquiera un Zurbarán, hay que llenar el resto del museo.

Simpática comedia de Charles Martin, que con este film consiguió su mayor éxito.
Es entretenida y en su primera mitad hasta francamente divertida.
Los diálogos son graciosos, ingeniosos en las réplicas, con buenos gags, sobre todo a cargo de las actrices "secundarias" y del gran Keenan Wynn, como el amigo del protagonista.
La planificación y puesta en escena es ágil y las escenas rezuman una agradable sabor a comedia clásica.
Sin embargo, en su segunda mitad, todo se desboca un tanto, pasando a ser, en mi opinión, una comedieta. También graciosa, pero falta de garra y con momentos más bien exagerados y nada creíbles.
Menos mal que su final está bien y deja un buen sabor de boca, aunque había mimbres para haber sido más redondo y menos desigual.
Buenas interpretaciones y estupenda dirección artística.

Comedia alegre, ligerita e intrascendente que rebosa dinamismo, situaciones divertidas y un talante festivo capaz de desarbolar cualquier prevención por parte del espectador.
Y de conducirle sin reservas al reino del humor.
El trío de protagonistas -K. Douglas, K. Wynn y L. Day- parece que poseen el don de la idoneidad y que su implicación con el argumento es tan personal que, cuando se introduce el registro dramático, el patio de butacas acepta el giro de buen grado aunque no lo esperara.
Y a partir de ese momento la película funciona como un engranaje gracias a un excelente guión, a un argumento notable, a una narrativa brillante y a una combinación de exquisitez y de rigor formal.
Merece para siempre letras mayúsculas en su reseña de la cartelera.

Le reconozco cierta ambición a una historia que da ala ensación de pretender emular através de la lucha de sexo a algunos clásicos de la comedia norteamericana, pero que finalmente queda como un film menor muy lejos del canon del género.

Podría estar en la linea de los films de Spencer Tracy y Katherine Hepburn, o de los muchos que hizo Cary Grant, pero ni el director ni los que acabaron protagonizando el film parecían tener prioridad a la hora de escoger sus proyectos, y este film huele a descarte y a obra menor.

Sin embargo si hay aspectos que concitan cierto interés, ya que a parte de que pese a sus limitaciones se puede ver con agrado, además constituye el primer papel protagonista de la carrera de Kirk Douglas, y también me descubre la presencia de una muy solvente actriz como es la para mi desconocida, Laraine Day, que desarrolló por lo que he leído una correcta carrera en el cine, y por ultimo poder aisistir de manera fugaz a un inolvidable primer plano de la, esta si, totalmente desconocida, de carrera discreta y prematura muerte, Gale Robbins.

Bueno, menos da una piedra.

Nada en esta modesta producción merece alguna consideración, salvo que parece una versión totalmente lineal de una obra de teatro y, al parecer, no lo es. Una de esas películas de serie B que se rodaban a miles en Hollywood y que servían para acomodar pases dobles en cines de barrio, con una pareja atractiva (Kirk Doublas y Laraine Day), un amigo coñazo que no se sabe qué pinta en toda la película (Keenan Wynn) que no para de hacer chistes machistas, y un no menos machista argumento. Muy poca cosa.

Lo único destacable para bien es el vestuario de la protagonista y de alguna otra mujer en la película. Carece de humor, de diálogos, de algo de historia... para colmo parece a ratos dar mensajes al estilo de "Elena Francis", tan patética que ni el reparto la salva. Saludos!

El cine clásico en muchas ocasiones resulta un poco patético y claro, los años lo hacen caer en un cierto grado de antigüedad que te hace verlo con ojos cómicos. De acuerdo que es una comedía, pero vaya...En absoluto una película así tendría aceptación hoy día. Es la primera película que critico de Kirk Douglas y seguro, ya que hoy es Jueves Santo, a lo largo de esta semana tan espiritual me propone la primera cadena la enésima revisión de "Espartaco" (1960) y la oportunidad de seguir comentando películas de este actor. La comedia en si sólo tenía para mí un objetivo: Subir en número de críticas, ya que de aquí a Septiembre quiero alcanzar una centena más. Por lo demás, ni siquiera la habría visto. Y me vino en un DVD de tres películas clásicas: Dos de Cary Grant y una de este Kirk Douglas de espaldas de nadador y hoyuelo seductor. Historia de un escritor que tiene muy pocas ganas de escribir, pero muchas de acostarse con secretarias guapas. En toda la película se ve un sinfín de secretarias monas y la primera de ellas, esta Stephanie (Laraine Day) consigue convertirse en su mujer. La historia prácticamente no tiene historia y de lío en lío, que si escribo, que si escribimos en la casa de la playa se suceden los comentarios chisposos y, a ratos, graciosos de Kennan Wynn, que hace de amigo adherido al piso del escritor. Hoy en día no la vería nadie y entiendo que sólo tenga las críticas que tiene. Es una película que está ya olvidada y que queda muy anticuada. Eso sí, salen mujeres muy guapas, pero que exista o no, no importa mucho, ya que es completamente olvidable. Es una comedia ligera y poco más. No tiene ningún hecho destacable. El cuatro se lo debe a la participación de un actor como Kirk Douglas y a la aparición de un buen abanico de mujeres bellas (que también es disfrutable).

La guapa estudiante-aspirante a escritora admira rendidamente al escritor consagrado y se convierte en su secretaria primero y en su mujer después. Mientras él, vago, mujeriego y vividor pierde el tiempo, ella escribe su primera novela, que alcanza el éxito. Comedia de enredo, con momentos geniales, pero algo desigual.