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Críticas ordenadas por:
Dagon: la secta del mar
Dagon: la secta del mar (2001)
  • 3,9
    4.364
  • España Stuart Gordon
  • Ezra Godden, Francisco Rabal, Raquel Meroño ...
7
El bocata de Khtulukitos
En contra de lo que muchos que me conocen creen, a veces como alimentos fritos. Tomo aceite de oliva virgen y crudo habitualmente, pero a veces me veo torero, y me tomo unas frituras.

Uno de los mayores placeres de Madrid, además de los paseos de más de 40 minutos (es la única ciudad importante española donde puedes caminar ese tiempo sin entrar en arrabales ni zonas de avenidas inhumanas), es tomarse un bocadillo de kthuluquitos en la plaza mayor. Y qué son los Kthuluquitos?...calamares.

Esta película va de los mitos de Kthulu, de la deidad Dagon, para ser más exactos. Estos son peces no moluscos cefalópodos, pero fue creado por el mismo autor H.P. Lovecraft y forman parte del mismo panteón mitológico mucho más rico que el Tolkien (vaya usted a comparar).

Está francamente bien. La recuerdo con ternura, y el prota tiene trazas de un Ash (Dead Evil), que le sientan fenomenal al personaje. Eso es, de lo mejor de aquella Fantasy Factory o como quiera que se llamara esa productora.

Por cierto, me comentó el otro día un colega, que el Balagueró empezó siendo un “troll” del foro de la Fantasy Factory”, poniéndolos de vuelta y media. Los de la productora le dieron una oportunidad y le financiaron su opera prima.
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32 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
El retrato de Dorian Gray
El retrato de Dorian Gray (1945)
  • 7,2
    3.582
  • Estados Unidos Albert Lewin
  • Hurd Hatfield, George Sanders, Donna Reed ...
9
Aquella ciudad
Hay una ciudad donde el regreso sí era posible. Yo ya había probado pasear por las calles de la ciudad universitaria sin encontrar en los rostros atisbos de lo que fueron, teniendo que abdicar de la posibilidad de retornar a la época estudiantil y sus calles lloviznadas, y sus carpetas de cartón cediendo por los lados de los que estira la goma prieta. No había ni rastro de ello; ni tampoco pude constatar la ingenuidad en las conversaciones que yo daba por bien recordadas; todos esos chicos callaban ante una pregunta y algo en mi rostro era delatado.

También probé la pirueta menor hacía los años que siguieron: esos otros años desde donde se bifurcan todas las vidas posibles que uno pudo vivir, donde cada elección era crucial y donde tememos más dejarnos algo por probar que el error por haberlo probarlo. Así que me remití a la agenda perdida, a los antiguos romances; no por un mero anhelo carnal, ni siquiera por suplir una necesidad vanidosa y galantera, sino por el deseo de apenas poner un pie en los posibles caminos que me dejé atrás. Asociaba a cada romance una vida distinta, una bifurcación que empezaba en la edad en que estamos libres de los deberes académicos y también, en la mayoría de los casos, familiares; en la verdadera juventud. La vida plena empezaba en ese punto, y proyectaba en cada mujer una posible vuelta a ese punto.
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Recordaba a la ordenada Renné, limpia y pulcra, domesticada y domesticadora. Ella era una nubecita blanca donde apoyar la cabeza. Contestaba al teléfono siempre interesada. Se quejaba de su propia tozudez, dando el asunto por perdido, <es imposible cambiarse uno mismo>, me decía. Cuando contaba los subtotales de las compras, volvía los ojos hacía arriba, delante del dependiente; también, delante mía, calculaba entre dientes, o cuando tenía que meditar algo volvía los ojos o ladeando la cabeza miraba hacía bajo, sin poder nunca ocultar una cavilación; mentía fatal. Paseamos por la costa y me indicó la cala donde sus padres las llevaban de pequeña a ella y sus hermanas; y que en esas excursiones, de pequeñas, las niñas preguntaban < ¿A dónde vamos?>, y la madre les respondía< Ya queda poco>, y ellas preguntaban de nuevo < ¿Pero a dónde?>, y la madre < A la casa del conde>. Al llegar al final de la playa, mientras me señalaba el faro abandonado donde entraba cuando jugaban al escondite, la besé.

Mucho tiempo antes de todo eso, mientras Renne me preparaba un té en casa de sus padres después de hacer los deberes, yo había claudicado para siempre de ella, pues sentí que amaba de maneras distintas a distintas personas. Fue después de que el señuelo de la tetera saltara pitando, mientras esperaba que se enfriara el té en la taza. Y esa sensación tan irrefutable como contradictoria que no podía explicarme, me hizo alejarme de allí.

Quizás por ello volví a reclamar una victoria, a consumar un derecho o a castigarla más por mis sensaciones o instintos que por una certeza.
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14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Troya
Troya (2004)
  • 6,5
    84.686
  • Estados Unidos Wolfgang Petersen
  • Brad Pitt, Eric Bana, Orlando Bloom ...
6
No siempre
-Maestro, ¿Por qué Alejandro (Paris) en lugar de Menelao?- Preguntó uno de los jóvenes.

Sócrates se sentó pesadamente en la piedra y se remangó un poco la túnica. Sonrió socarroncillo.

-Dulce Ion, ¿Acaso tenía Helena anhelo de posición social, joyas, sedas y demás riquezas?

-Todas estaban colmadas. Y si las quisiera mantener, Paris podría también proporcionárselas.

-Joven Laques, el del cabello de fuego…azafranillo.¿Tenía descendencia , poseía prole a su cargo?- Preguntó Socrates.

-Que yo sepa no, maestro.

-Luego…..- Preguntó Sócrates para que continuarán el razonamiento, señalando a los alumnos con las palmas abiertas, igual que el personaje de Il capitano de la peli “ghost ship” (2002).

- Prefería las artes elevadas al liderazgo, la dulzura a la virilidad, la belleza en lugar del vigor…- adelantó el joven Platón.

-Equelicúa!- Dijo Sócrates.- En ese momento no necesitaba un hombre que la protegiera, necesitaba un hombre a quien amar.
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17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amélie
Amélie (2001)
  • 7,8
    157.970
  • Francia Jean-Pierre Jeunet
  • Audrey Tautou, Mathieu Kassovitz, Rufus Magloire ...
9
Terror en el hipermercado
Todos nos hemos topado con las típicas señoras mayores que pululan por los supermercados y se quieren colar en la charcutería. Siempre lo intentan de la misma manera. Se acercan lo más posible a la vidriera del mostrador y se van arrimando poco a poco a la otra señora a la que están despachando. Si van con una hermana, o prima, o amiga, este procedimiento lo hacen sincronizadas, como si fuera un acuerdo tácito que ni tienen que comentar entre sí: antes de ponerse a la faena, salen de casa creyendo que les tienen que ceder el sitio en el autobús y que les tienen que dejar primero en la cola de los establecimientos, que es un derecho que tienen ellas porque sí, olvidándose de las tiritas rosadas y el contador electrónico. Además no es para 100 gr. de jamón cocido y otro tanto de queso de plato, no; empiezan con lomo embuchado, mortadela, salami, etc,…dejando siempre para el final, cuando ya uno cree que va a poder comprar la única cosa que necesita, el maldito queso fresco…siempre el maldito queso fresco. ¿No les ha pasado?. ¿Ya está, señora?, le pregunta la dependienta. Ahhh, y ponme un poquito de queso blanco, replican. ¿Está muy fresco?, el del otro día estaba un poco curado. Otras veces, cuando hablan con su acompañante de que tienen la mañana relajada y con tiempo, parece que se acuerdan perfectamente de los que están detrás de ellas sin lamer el cristal del mostrador. No, el muchacho (algunas tienen la desfachatez de llamarme señor, o caballero si son de pueblo) ya estaba cuando llegamos nosotras, dicen.

Son unas frescas, ¿verdad?. Sí, yo también pienso igual.

Uno no dice nada y en cierta manera las comprende. Quizás fueron en su juventud muchachas atrevidas, simpatiquísimas y pizpiretas; caraduras, pero muy bonitas y graciosas. Quizás soltaran frases como “sonríe, es gratis”, o acaso repitieran como frase tántrica otra eslogan similar de su época; Chica ye-ye, o lo que tocara.

Uno se calla…. Pero cuesta tanto ver a las pasadas “Amelie” tras ese maquillaje, esos cuatro pelos permanentados y ese traje chillón verde lima.

Anexo para validores:
Lo que comento, entre otras cosas, es que la película en su momento me gustó mucho; sospechó, eso sí, que no sea una película que aguante el paso del tiempo. Cámbiese maquillaje, por efectos especiales, traje chillón, por el cromático abigarrado del film, que me pareció muy vistoso en su momento, pero que no sé si me seducirá tanto en futuras revisiones.
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11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luis II de Baviera (El rey loco)
Luis II de Baviera (El rey loco) (1973)
  • 7,4
    1.979
  • Italia Luchino Visconti
  • Helmut Berger, Romy Schneider, Trevor Howard ...
9
!A embargar, a embargar, que aquí no hay dineros!!...!Pero la camita no! la camita no...con lo que yo la quería
Su mayor y anhelado proyecto (según me contó meses después de la cita que aquí les relato), era escribir un libro sobre la volubilidad y futilidad de los gustos, aficiones, promesas, afanes y compromisos de su generación…Una lástima que nunca terminara el segundo capítulo.

Sírvame esto como presentación de Adalberto, un amigo al que invité a ver “la caída de los dioses” y “Ludwig” de Visconti.

Aceptó con reservas, además de los argumentos de homosexuales, no le seducía la idea porque con ambas películas nos darían las 5 de la mañana de ese jueves.

Por otro lado no le había convencido “Muerte en Venecia”, que vio hace unos años. Admitía, entre sus bondades, que se aligeraba en el film la prosa alambicada y molesta de la obra de Mann (este autor, sin embargo, le había impresionado mucho en “la montaña mágica”), pero pese a todo, no encontraba afinidad en el marchitamiento lánguido de von Aschenbach. Quizás fuera la edad, me confesó; los nervios vigorosos que en esa época provocaban un dolor de muelas que nunca jamás se repetiría con tanta intensidad; su vecina doña Joaquina se lo había confirmado en un desvío de la conversación, cuando discutían sobre la necesidad de pintar las escaleras para el verano siguiente, al decirle que a ella cada vez le dolía menos el cuerpo. Irónicamente, aunque asociaba el dolor punzante a la juventud, aún mantenía su postura de que Bergman era un rebelde de “boquilla” (nada que ver con los cabreos sentidos y honestos de Truffaut). No sabremos hasta que punto esos dolores que aún decía padecer y que “ ni le mataban ni le dejaban vivir” era reales, o él los magnificaba, sin darse cuenta de que los pobres nervios ya no chillaban tanto, y ni aún queriéndolo podrían hincharse tanto como antaño.


Le encantaron.

Tomó como un héroe a Ludwig II de Baviera, el rey loco, que además de construir por mal de amores un gran número de castillos en los que ordenó que nadie habitara, fue gran mecenas de Richard Wagner y, defendiéndole de los ataques de la crítica y el público, le animó y subvencionó sus obras. Ya sólo porque el castillo de Neuschwanstein inspiró la imagen de Disney, y porque autores de bandas sonoras como Bernand Herrman, John Williams y Miklos Rozsa sinfonizaron la épica y el romanticismo cinematográfico con arreglos sobre la obra de Wagner, creía que la deuda de cualquier cinéfilo hacía el pobre rey Ludwig era impagable.

De “La caída de los dioses” apuntó que pese a esos zooms que chirriaban, la película le había conmovido profundamente (pienso que así fue, derramó lágrimas en la penúltima escena de Martin y por el desdichado Gunther) . Alabó de Visconti la sensibilidad en fijarse en esa historia en particular y contarla, adaptando a Shakespeare que es adaptar la vida.

(continua en el spoiler, sin peligro aparente)
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11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
(500) días juntos
(500) días juntos (2009)
  • 6,8
    63.571
  • Estados Unidos Marc Webb
  • Joseph Gordon-Levitt, Zooey Deschanel, Geoffrey Arend ...
9
"En precario" y " ¿En qué piensa Carola?"
..."Uno se pasea por las calles, pisa la acera y cuando puede, cruza al otro lado. Ya no vale la media vuelta, ya no vale el andar mirando al cielo. "


Podríamos hablar de una de las mejores películas del género romántico que se hayan hecho en los últimos años. Queda como otro pilar capitalino junto a “Persiguiendo a Amy”. Añado a lo puesto en otras críticas apasionadas tres puntos que veo necesario comentar. Estos son: La estructura narrativa, el escenario y comentarios sobre los motivos del autor que se reflejan en la historia.

Se elige el flashback y el forward como única manera posible de relatar, ya que la necesidad de contar, es más la necesidad de explicar un sentimiento que de anudar una sucesión de hecho de manera coherente. Nos da la sensación, cuando el film termina, que no hubiera habido un camino mejor por donde indicarnos el trasiego. Los puntos álgidos tampoco son los habituales dentro del orden clásico. Un buen ejemplo de esto: no se hace hincapié en la ruptura definitiva; el problema pudiera venir de antes, de una salida en el cine o de una mano que se aparta. Así, al igual que el protagonista, tenemos que atenernos a los gestos ínfimos para encontrar el climax dramático durante la película. Todo forma parte de un mosaico desordenado que el protagonista Tom Hanson ha de desmarañar para encontrar las respuestas a las preguntas, aunque el orden cronológico impuesto por la memoria y las sensaciones vaya hacía adelante y hacía detrás sin motivo aparente.

Las claves ocultas del film son alumbradas por la imagen, entrando en conflicto lo mostrado con lo que el argumento quiere decirnos. La fascinación del protagonista por la ciudad se nos dice que es debido a su profesión de arquitecto, cuando las escenas recalcan el apabullamiento del hombre pequeño en la gran ciudad, y su lucha por domar los edificios y el espacio, así como por encauzar el destino de su vida sentimental; también, a la hora de sumergirse en el mundo femenino de Summer Finn, acariciando un pajarito de papel charol…¿qué hay ahí embuído?, ¿qué ha ido creciendo desde la separación de los padres de Summer? Hay un intento del personaje protagonista de luchar contra el medio y, partiendo de unos referentes familiares inexistentes, crear una vida cimentada por sus fantasías. Nos queda claro que el protagonista (ese moderno Werther de Goethe, que se cita en el film) es consecuencia de la ciudad, de su educación, cultura y gustos, así como del momento vital que está experimentando.

(Sigo en el spoiler sin desvelar)
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39 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
El secreto de sus ojos
El secreto de sus ojos (2009)
  • 8,1
    89.260
  • Argentina Juan José Campanella
  • Ricardo Darín, Soledad Villamil, Pablo Rago ...
7
Ácido acetilsalicílico.
Funciona esta mastodóntica propuesta. No es desde luego “Benjamín Button” que se cae destartalada. Aquí funciona el metraje largo y sobre todo las intenciones de film grande, casi épico. Es una película lograda, pero no alcanza cotas excelentes.

Porque de los muchos mensajes que se presenta en este film, el principal, se comenta y se señala con una muy buena técnica (a Campanela no le falta estilo elegante y le funciona bien en las trazas de suspense del film, efectivamente); además no se nota impostada, ni falsa, se aprecia un cariño al cine americano en género y antihéroe (Darín demuestra que este arquetipo es para él); pero no, para impregnarnos de lo que Campanela quiere contarnos hay que remitirse a la maravillosa “El crack” (Garci, 1980). Porque vale como primer bosquejo el cubatita en el Bistro y las peleas a patadas con una máquina de escribir, por supuesto; pero necesitamos ver el otoño ( o en Argentina lo que toque), queremos ver la luz de la tarde sobre las fachadas del centro de Buenos Aires, no nos basta con ver a los personajes colgando los abrigos en la percha del despacho; y la música que está en esta película no se adhiere a la calle, como la música de Jesús Glück. Esto es lo que realmente falla de una película más que correcta, que va a los puntos, con las tareas hechas, pero sin consumar ni sensación ni “momentos”.

Los errores o imperfecciones que se comentan, creo reconocerlas en un final de resolución de la trama un tanto Kitsch, que puede perdonársele al director como reminiscencias de su gamberra ópera prima “El niño que gritó puta” (muy recomendable, por cierto), o quizás también las, ya de mal gusto, referencias históricas de la Argentina ochentera, sin venir a cuento y ávidas de alentar los demonios ideológicos. Personalmente no me importa tanto como la incapacidad de Campanela(no técnica, sino de sensibilidad) para poner la guinda a una película que podría haber llegado más lejos.

Pero repito, funciona. Maravillarará a los que no distinguen entre una buena tarde de cine y una tarde de buen cine. Para otros será un fármaco genérico que, teniendo el principio activo, no puede en absoluto compararse con la marca original.
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29 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sebastiane
Sebastiane (1976)
  • 5,8
    541
  • Reino Unido Derek Jarman
  • Richard Warwick, Neil Kennedy, Leonardo Treviglio ...
7
Entre marineros no hay secretos.
Al hablar de la carrera cinematográfica de Derek Jarman se nos hace imposible omitir la homosexualidad. La militancia del cineasta británico impregna la mayor parte de obra, buscando para su género predilecto, el biopic, personajes históricos que además de esta condición encajaban perfectamente en los estereotipos de mártir o emérita social. Parece ser “Wittgenstein”, bajo el prisma jarmaniano, un retrato del pensador austriaco, donde la incomunicación con el resto del mundo, es debida a la gran abstracción de pensamiento y carencias emocionales y afectivas, efectivamente, pero aparece el comportamiento homosexual tan disociado del resto de las facetas de su vida, que resulta forzosa, finalmente un pegote el comentarlo en un personaje casi asexuado, y así confundirse las causas.

Tendremos que aferrarnos a la pintura y sus puntos en común con el cine para ver las bondades en el trabajo de Jarman; por supuesto, sin prejuicios contra la homosexualidad.

Esta ópera prima, “Sebastiane”, es bajo mi punto de vista su obra más conseguida. En ella laten, quizás por el vigor de juventud del artista, el afán creativo más potente, los sentimientos más profundos de nostalgia a su infancia en Italia, sus aciertos estéticos y también sus ocurrencias de locaza más extremas. Pero late, es obra viva,…a mi gusto, una película muchísimo más conseguida que su famosa “Caravaggio”, film con el que ganó el premio a la dirección en Berlín, pero que se nota domesticado, de recapitulaciones para un cierto público europeo, fingida, comercial y convencionalista para sus circuitos de distribución. En “Sebastiane” la adoración del artista hacía el mundo antiguo, sus artes y sus formas, palpita en cada plano y secuencia. La composición de la imagen, el rigor de la simetría, el cuidado en la luz mediterránea (¡Que maravillas hacen los directores nórdicos con la luz del mediterráneo!), los aciertos en la elección de las localizaciones italianas….En una ópera prima con pocos recursos conseguir sumergirnos en el caldo amniótico de la cultura occidental de esa manera, es uno de los mayores logros que haya visto, ni siquiera en grandes producciones de Hollywood. Estás ahí.
(sigo sin desvelar mucho)
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9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El contrato del dibujante
El contrato del dibujante (1982)
  • 6,8
    2.135
  • Reino Unido Peter Greenaway
  • Anthony Higgins, Janet Suzman, Anne-Louise Lambert ...
9
Grafos, Kairos y Kineema: formas de Atenea
Se puede seguir, en mi opinión, un camino principal y ramales subsiguientes a través del cine de Max Ophüls, Kubrick y posteriormente Greenaway. Se nota la afluencia de estos tres autores distintos a todos los demás en la importancia dada a la fotografía, en el encuadre perpendicular, sin sesgos ni acentuaciones con picado, en la composición, el extremado cuidado en la dirección artística y también en cierto tono casquivano en los diálogos, que potencia una sensación de confabulación del creador, los personajes y el escenario contra el protagonista. Es deudora esta magnífica “El contrato del dibujante” de “Barry Lindon”, no solamente en la tonalidad superficial, sino en toda esta suerte de hincapiés que componen una escuela más que estilo; así como también, y sin extrañarnos, apreciaríamos sin mucha dificultad en “El cocinero, el ladrón, su esposa y el amante” una consecuencia directa del film “Lola Montes” de Ophüls, hermanadas, casi gemelas estéticamente.

De estas dos películas en concreto de Greenaway, yo no sabría decir cual de ellas es su obra total; vengo sospechando que Greenaway sólo presenta obras totales. Me quedo con esta “El contrato del dibujante”, sin dar más razones que el gusto personal; aunque creo que es justo comentar que “El cocinero, el ladrón, su esposa y el amante” y su potente imaginería influirá en los nuevos cineastas de los noventa, ya que el cine de Jeunet, Caro y Lauzon beben directamente de esta película al igual que ella bebió primeramente de la citada “Lola Montes”.

Sobre el film en cuestión, empezaremos diciendo que “El contrato del dibujante” es una obra maestra que para su disfrute es necesario el visionado en su última restauración. En los jugosos extras del film se puede apreciar las mejorías desde su primera versión, pasando por la edición del año 1988 y 1999, hasta la última entrega ya en HD, corrigiéndose errores espurios de cimbreo de cámara y estrechándose el espectro del cromático mediante análisis de Fourier avanzado. Es necesario comentar que el film fue primeramente rodado en 16mm y pasado en postproducción a formato de 35mm; y si a esto añadimos la falta de Dolly, poco personal técnico y la ambición del autor rodando en exteriores, nos podremos hacer una idea de la escasa calidad del film original. También, si fuera posible, una versión doblada sería recomendable: los diálogos y la velocidad de recitación, fruto de un Greenaway desatado en el guión, sólo podría ser comparable al “reservoir dog” de Tarantino.

(Continua spoiler sin desvelar)
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25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraño vínculo de sangre
Extraño vínculo de sangre (1991)
  • 6,5
    1.599
  • Estados Unidos Sean Penn
  • Viggo Mortensen, David Morse, Dennis Hopper ...
8
Los que no cuentan la historia
Mi primo Martín era junto a Ramón mi mejor primo. Los tres teníamos la misma edad. Cuando volvía al pueblo de mis padres para ver a mis abuelas, en vacaciones de navidad y algún verano, pasábamos mucho tiempo juntos.

A mí me consta que yo era el mejor primo para ambos, y había disputas por ir a dormir a mi casa; un premio con el cual yo obsequiaba la menor gravedad de los insultos que cada uno me había propinado durante el día. Bueno, realmente el único insulto era “gordo”, y el tono, la convicción y lo pesado del chascarrillo determinaba quién se quedaba a dormir en casa de mi abuela. Pero el caso es que, aunque yo quedara siempre el último de los tres cuando hacíamos una carrera, siempre se disputaban mi favor, y cuando nos preguntabamos “¿cúal es tu primo preferido?” y los dos me elegían a mí, me dejaban en un brete.

Martín era el más mono de los tres. Mi tía-abuela Elena (la “tichi”), licenciada en los años 40´s en filosofía y letras después de que por algún motivo dejara el convento, siempre decía que Martín era “rubio como un aqueo”; los días que íbamos a la alberca y me tocaba quitarme la camisa, y Ramón no podía aguantar la tentación de magrearme las lorzas, mi madre, en el salón de mi casa y mientras veíamos el “un, dos, tres”, apoyaba las manos sobre el rostro de Martín, y peinándole las cejas con los pulgares , de alguna manera desfrunciéndole el ceño, le decía que tenía ojitos soñadores.

Martín era el travieso y, como ya sospecharán, fue el primero en tener bigote, en besar a una chica, en dejarse el pelo largo y en tener musculatura de adulto. Creo que de los 3 fue el único que se acostó con dos chicas a la vez,….antes de los 17 y sin pagar. Cuando delante mía, Martín le preguntó a su madre (mi tía Lourdes) si acostarse con una puta (de las chungas) valía más de 100.000 pesetas, y su madre se rió y le dijo que eran mucho más baratas, creo que tuvo pensamientos encontrados: primero pensaría..”Cojonudo!”, y luego, quizás, sólo quizás, se le bajaría el alto concepto que tenía de él mismo.

A los 17 y con todo el trajín de viajes, muertas mis dos abuelas, fui mucho menos al pueblo. El título de “mejor primo” ya no implicaba el de “mejor amigo”, y estoy seguro que tanto para Martín como para Ramón, mis ausencias en navidad fueron muy llevaderas. Pero para entonces yo ya tenía como ganador a Ramón. Les explico: yo iba notando que a medida que pasaban los años las travesuras simpáticas de Martín crecían acorde a su tamaño: a los 13 aún eran travesuras, a los 14 putaditas, a los 15 cabronadas y a los 16 empezaban a rozar la línea de la legalidad. Estoy casi convencido que un niño travieso tiende a ser un adulto como mínimo poco recomendable. Y no, no me levantó ninguna novia.

(Sigue en el spoiler sin desvelar nada)
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31 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
El imperio del sol
El imperio del sol (1987)
  • 7,3
    29.381
  • Estados Unidos Steven Spielberg
  • Christian Bale, John Malkovich, Joe Pantoliano ...
8
En terreno de nadie (8.5)
Con un aspecto técnico francamente deslumbrante, una magnífica colaboración, otra vez, con John Williams, los aciertos de la historia y la extraña confluencia de la historia autobiográfica , escrita por Ballard, y la imaginería y sello característico de Spielberg, siempre nos quedará la constatación de que este film, aunque injustamente olvidado, no llega a las alturas de películas inolvidables como por ejemplo “Lawrence de Arabia”.

Spielberg, que conoce los engranajes del lenguaje cinematográfico- la utilización de la maleta de Jim con sus juguetes y su fuerte simbolismo debidamente remarcado-, trastabilla en la continuidad y sobre todo el tempo de narración; algunas voces achacan los males del cine americano actual a Spielberg, no sin razón: esto sería la siembra donde directores como Michael Bay y compañía serían los frutos de lógica resultante. La pausa, el arte del montaje, el tempo, adolece en esta primera parte de la carrera cinematográfica de Spielberg de temple y atención, y esto va en detrimento de precisamente aquello que la historia, el film, la propuesta no tanto de Ballard pero sí del cineasta, anda buscando a toda costa: la emoción. El abuso de primeros planos, la composición de imagen, siempre, siempre en estas primeras películas de Spielberg, en confrontación directa con la estructura de cada escena en el tiempo, provocando un estorbo entre “mirada de autor” y devenir de la narración donde las dos partes se ven perjudicadas- nadie duda de la calidad, desde siempre del director americano, ya digo que hay mucho talento en la mirada del cineasta-; siendo infructuoso, desaprovechado, teniendo que acogednos a los designios de la dictadura del autor y asistiendo al ahogamiento del film por asfixia.

Continuamos en el Spoiler sin contar nada relevante de la trama.
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20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
La habitación verde
La habitación verde (1978)
  • 6,8
    1.412
  • Francia François Truffaut
  • François Truffaut, Nathalie Baye, Jean Dasté ...
10
Cuatro mil golpes para Scottie Fergusson
Truffaut firma e interpreta una película sacada de las entrañas. Una historia de esas que el autor tiene que ponerse delante de la cámara como subrayando con una doble rúbrica su compromiso y su empatía con el ideal de ese personaje. Ni alter egos, ni Jean-Pierre Leaud, ni nada. Es la suya, su actuación, inclasificable e incalificable; al igual que nadie puede juzgar las palabras sinceras del que no sabe decirlas con gracia, ni afán, ni carisma; siempre la palabra sincera ha de ser bella. Se nota tanto, tantísimo la declaración de intenciones.

Y sale una película que merece la pena. Merece la pena para los que no simpaticen con su mensaje y su historia. La película en sí está dotada de una atmósfera que puede recordar al Polansky más “quimérico”, pero desde esa aureola fantástica y ensoñadora, no se disipa la seriedad del tema principal del que se habla. Polansky, un vértigo (de entre los muertos) y el Bresson más íntimo, se dan la mano en una película discreta y pequeña. Sobre el mensaje, aparece el Truffaut más rebelde, con un discurso sentido sobre la fidelidad hasta el final…del que queda. En ese magnífico personaje que decide ponerse en el bando de los que ya no están hay una suerte de necrofilia, que lejos de ser morbosa y malsana, es tierna y nos da esperanza en el género humano. Penden aún las vidas de los muertos en las llamas de los cirios y en el recuerdo de este magnífico Truffaut (actor, director, personaje, todo en esta película), que sostiene en su estrechos hombros todas las almas que no pidieron ser portadas, que seguro que querrían que desertara su más valiente defensor dejando esa cruzada perdida del recuerdo, y que se alistara en el ejército de los que aún están, de la bella Cecilia… de los vivos.

Mucho más rebelde y golpeado este Antoine Doinel de mediana edad. Obra maestra. (9,4)
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24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Breve encuentro
Breve encuentro (1945)
  • 8,0
    13.230
  • Reino Unido David Lean
  • Celia Johnson, Trevor Howard, Stanley Holloway ...
10
La intención (O.Welles, S.Kubrick y J.Ford) y el énfasis (D.Lean)
A veces me surge la problemática de matizar términos. Más que especificar el significado semántico de cada palabra, el significado personal para calificar, adverbial o adjetivamente, un plano, secuencia, escena o globalidad de una película. ¿A qué te refieres con un film epidérmico?, me preguntaba un compañero de la página. Yo creí que lo que ambos considerábamos “epidérmico”, aunque análogo en algún punto en común, no era exactamente lo mismo, y en última instancia, derivaría una comunicación inconcreta.
No quiero teorizar con esto, lo que expongo aquí es una redefinición de términos con los cuales califico esto del cine según mi forma de expresarme, totalmente subjetiva, con un uso del lenguaje sensitivo, creo. Así que disculpen que no ponga en esta crítica “intención” ni “énfasis” entrecomillado, aunque así realmente tendría que ponerlo; también que disocie los significados de intención y énfasis (subjetivos, repito), aunque sean casi sinónimos.

La intención tiene carácter técnico, y se puede asociar con una focalización o acercamiento formal; ya sea desde un plano general o medio que mediante zoom se acerca a un objeto en particular, o bien, restando continuidad a este proceso, saltando mediante montaje de un plano general a un primer plano. Este focalizado a un objeto se ubica en el eje de profundidad del plano, hacía dentro de la imagen.

O. Welles potenció una intención doble, algo así como converger el interés en dos puntos a distintas distancias de profundidad. Imaginemos un primer plano picado de una pistola en una mesa, y un hombre con batín (el dueño de la casa), que desde la planta alta (esa perspectiva tan “el cuarto mandamiento”) baja al salón a coger el arma. Aunque la capacidad de la cámara no pueda focalizar esas dos distancias, y tenga que contentarse con cazar nítidamente sólo el arma, puede rotar (alrededor de la pistola) siguiendo la estela difusa del batín. La focal y el movimiento se independizan y podemos obtener dos puntos de intención en distintas distancias.

S. Kubrick, con su “La naranja mecánica”, en la primera escena capta los ojos de Alex DeLarge. Luego retrocede por el Moloko Bar desplazándose en un zoom inverso perpendicular. Aquí la intención sólo es una: los ojos de DeLarge. Kubrick utiliza la disposición del escenario, convergiendo todas las líneas en la intención: las aristas del techo y el suelo, los maniquís-mesa. El zoom inverso no van formando una imagen, va confirmándola.

(Sigue spoiler)
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28 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasión de los fuertes
Pasión de los fuertes (1946)
  • 8,0
    9.182
  • Estados Unidos John Ford
  • Henry Fonda, Linda Darnell, Victor Mature ...
9
Trazas en fuga
Desde dentro de Tombstone, un pueblo despojado de cualquier simetría( no hay plaza mayor, ni casa del alcalde, ni siquiera la ciudad es una larga y típica “Main Street” que el saloon la regenta desde el centro justo de la misma), Ford mira en este film hacía un Henry Fonda que camina sobre el tablado crujiente de un porche; pero más allá hay un cactus, más aún la noche oscura. En esta película Ford elude ceñir el escenario, elude aglutinar objetos, domar el espacio; la mirada se lanza y se encuentra a Fonda y luego el cactus; atravesando, no acaparando....e incomprensiblemente, en el film cuaja la atmósfera.

Ahora el plano del umbral de la puerta en “centauros del desierto” es más bonito, puede que la mirada del espectador tenga que ser como la cámara de Ford, que atraviesa a John Wayne, que no se topa con los obstáculos y debe focalizarse sólo al horizonte.

Quizás John Ford sea el único director de la historia del cine que diverge la intención… Y qué bien rodaba a alguien entrando en una instancia, ¿no os parece?
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17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nubes pasajeras
Nubes pasajeras (1996)
  • 7,5
    3.661
  • Finlandia Aki Kaurismäki
  • Matti Onnismaa, Kari Väänänen, Elina Salo ...
8
Nos vemos en los bares
El problema con los recursos cinematográficos de Kaurismaki es el cómo los usa en comparación con otros autores. Si vemos “Pickpocket” de Bresson, en el primer robo en el hipódromo, tenemos el primer plano de Martin LaSalle, el sonido de los cascos de los caballos y la tensión del momento del robo. Si quitáramos el sonido y pusiéramos este plano secuencia a alguien sin que supiera de donde viene la acción, muy probablemente se quedaría observando la pantalla; Bresson solamente en la imagen crea una tensión (como Dreyer o Tartovsky y muchos directores americanos), de alguna manera crea ese momento en que la película engancha con la realidad del espectador y no va flotando sobre ella. El cine de Kaurismaki no tiene esos momentos, las escenas de sus películas deslizan, requiere de un espectador muy activo. Mientras que en Bresson el galope de los caballos es un suma y sigue con la tensión que trasmite la imagen y la planificación de la escena (sabemos que mientras vemos la cara, la mano del carterista está hurgando el bolso fuera de campo), en el cine de Kaurismaki se utiliza para facilitar una información a modo de apéndice y que está poco conectada con la narracción, que apenas nos importa. Ejemplos: en el suicidio del padre del protagonista de Ariel, usando el sonido fuera de campo, o la utilización de la foto de la hija en esta “nubes pasajeras” como información en la puesta en escena. Como resultado final se capta el “ejercicio” (y artificio); cuando el recurso tiene que potenciar la tensión de un momento o la historia (ambas importantes), en el cine de Kaurismaki, la narración queda ancillada a el recurso, malográndose.

Esto no es el problema principal en el cine Kaurismaki, tiene algunos otros: da la sensación de que la cámara va a la caza del actor y que este no escape después del encuadre, falta de planificación de perspectiva (desde donde mirar), falta de planos detalles (sólo los esenciales, unas llaves,… un mechero). Todo esto confiere a su cine un aire minimalista y arcaico, muy pobre a nivel técnico.

¿Entonces por qué el 8?. Quizás por el desenfado de un estilo de flequillo al viento, por su construcción de su universo a través de decorados de interiores con encanto, por el amor a sus personajes, sobretodo por la historia en sí. Kaurismaki es un director de 5, pero un autor de 8; en sus películas la nota va en función de lo mucho o poco que nos guste la historia y los personajes. ¿Qué si todo esto es importante?..para mí es vital, pero creo que para hablar en otro grado de charla o discusión cinematográfica. Con unas cañitas y unas tapas, por ejemplo.
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13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Érase una vez en América
Érase una vez en América (1984)
  • 8,3
    58.684
  • Estados Unidos Sergio Leone
  • Robert De Niro, James Woods, Elizabeth McGovern ...
9
Abbey Road parnasiano versus Ciryll Connolly
"Es hora de cerrar los jardines de Occidente y desde hoy un artista será juzgado sólo por la resonancia de su soledad o la calidad de su desesperación."
Cyril Connolly

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Que todo lo no eyaculado, se escape en verso en la juventud; que todo lo abnegado, se maldiga en aforismos en la vida adulta…y dejad lo que se tema para combatir en la vejez...

Pero abrid también los jardines de Occidente.
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15 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
El curioso caso de Benjamin Button
El curioso caso de Benjamin Button (2008)
  • 7,2
    124.414
  • Estados Unidos David Fincher
  • Brad Pitt, Cate Blanchett, Taraji P. Henson ...
5
El amor en los tiempos del chándal ( y la gorrita)
Las expectativas eran realmente buenas, y de hecho la primera horita es realmente notable: no vamos a discutirle a Fincher su buen hacer, sus tomas a la altura de la cintura para remarcar espacios, recuerdos y nostalgias que se cuelan vaporosos por los cortinas, algo sin duda muy Fitzgeraldiano, criollo y sureño; la evocación de ese ideal está lograda y enfatizada, de acuerdo. Además está esa historia del relojero tan simbólica que cumple su labor para potenciar el “para todos los públicos”.

Pero la película duró 3 horas. Y ojo, no digo “la película dura 3 horas”, como si mi predisposición ya fuera premeditada desde casa, y que yo supiera que a partir de un punto la película se desinflaría…. porque sí, porque ya poco tienes que contar o si lo cuentas ya poco importa, si cierras arcos argumentales, no emocionas porque ya la gente está tostada, y la emoción contenida se fue, se perdió esa oportunidad…La película se me cayó ella misma.

Lo que queda a partir de esa primera hora, es una mezcla de Forrest Gump y sobre todo “El diario de Noa”; por supuesto, siendo muy superior esta última. Donde la película de Nick Cassavettes, independientemente de que nos guste más o menos su temática, es una historia compacta, robusta y honesta en su planteamiento, ésta Benjamin Button es fofa,atropellada y mentirosa. No me creo absolutamente nada, los personajes no crecen (irónico, sí)o si lo hacen, se muestran demasiado hueros como para ser personajes; la narración, la historia, pasa de largo por ellos, no los moldea (no, no busquen una alegoría de que la experiencia realmente no cambia, o cambias para retornar a tus mismas creencias, no va de eso este film).

Brad Pitt bastante mal, este señor no es actor, o no es galán. Está, se muestra, frunce el ceño mirando el amanecer con un pie apoyado sobre una madera, eso sí; si es tan guapo deberíamos suponer que realmente debe ser él el conquistado, pero es que eso no tiene gracia, o al menos yo no lo veo meritorio en una película de romance. Por supuesto, no llega a la riqueza en matices de Leonardo Dicaprio, que quizás sí sea el mejor actor de similares características. Delirante las apariciones de Pitt en la moto, una madurez de su personalidad muy bien definida en su última etapa mochilera, donde la película de repente recuerda a “diarios de motocicleta”( no, no busquen una alegoría de que el espíritu aventurero se debe más al vigor de la juventud que a la inmadurez adolescente, esto ni se toca ni se profundiza y dudo mucho que Eric Roth siquiera lo sugiera)…..en fin.

No, no busquen nada que no sea un julai que nació viejo y con el tiempo va rejuveneciendo y que se enamora de una tía... Ahí, en 3 horitas, gustándose. El resto, salvo el relojito, serán pajas mentales de su propia cosecha.

Conclusión: Tan floja que confundí a Julia Ormond con Sandra Bullock. Y está la película muy impregnada de su espíritu…el de la Bullock; no del de Scott Fitzgerald, claro.

Nota: 4,6
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121 de 176 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excalibur
Excalibur (1981)
  • 7,3
    26.226
  • Reino Unido John Boorman
  • Nicol Williamson, Nigel Terry, Cherie Lunghi ...
10
Hacia las nieblas de Avalon
---Banda sonora de Wagner (Siegfried funeral march)-----

Wagner transformó el pensamiento musical a través de la idea de Gesamtkunstwerk ("obra de arte total"), la síntesis de todas las artes poéticas, visuales, musicales y escénicas queda plasmada en su monumental ópera dividida en cuatro partes El anillo del Nibelungo. Wagner construyó su propio teatro de ópera para escenificar estas obras del modo en que él las imaginaba.

-----------Excalibur---------

Una hermosísima película donde por intención o por limitación, ahí ya tendríamos que entrar a valorar la obra de Boorman, se separa el cine del teatro aunque ambas compartan el arte escénico como punto en común.

El ritmo de la narración adquiere una cadencia onírica, fantástica e irreal imposible de ser presentada en teatro.

La escena final es donde más se acentúa esta identidad puramente cinematográfica. Necesariamente iré a Spoiler.
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58 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Johnny Guitar
Johnny Guitar (1954)
  • 7,8
    14.212
  • Estados Unidos Nicholas Ray
  • Joan Crawford, Sterling Hayden, Scott Brady ...
10
Dar por hecho.
No dudo que a muchos no les parezca una obra maestra. Primeramente, el film no se desprende de la vitola de serie B, de película pequeña tanto en formalidades como en acabados. Se pudiera partir, aunque de esto no tengo la certeza, de una novela pulp homónima y se queda relegada a esos escenarios tan truculentos de pasadizos secretos que dan lugar a minas de plata y refugios con escondites caprichosamente encantadores; las situaciones (un vestido que se prende), las soluciones (se apaga a mantazos); personajes como Johnny Guitar, que bien pudiera llamarse Jack el viajero o el mariachi, que esconden habilidades y razones bajo una fachada de cantante indefenso en un lugar demasiado peligroso para un pianista (o guitarrista). La justificación de esos personajes, en su presentación en esos escenarios, forma parte de la munición o recursos de la que la serie B dispone para sorprendernos, de crear esa maravillosa inverosimilitud cinematográfica tan veraz, en contraposición de la irrealidad tan cinematográficamente verosimil de las grandes superproducciones.

Además está la mano de Ray, que puede no ser apreciada, o peor aún, ser apreciada en su justa medida. Y aquí cada uno es de su padre y de su madre, y puede tener sus razones para valorar la realización. Yo personalmente creo, que la realización, esos diálogos tan poderosos y la interpretación de la Crawford, funcionan perfectamente bien en su conjunto, que los primero planos Ray son maravillosamente llenados por la Crawford, que ese personaje ha amado y que no quiere amar más; me creo esa historia de amor, en ese momento tan inoportuno para los 4 personajes protagonistas; el “background” de Johnny y las consecuencias del pasado, que es el detonante de esa acción lo que va a explotar y esa llegada de Johnny al pueblo es la redención de un personaje(aunque nadie lo sepa, ni siquiera al final, tenía que estar allí para comerse el marrón como todos) . Y todo maravillosamente dramático, la trama se nutre de la irracionalidad, del amor, claro. La película no es sólo de Ray, es también de la Crawford, de ese magnífico guión, y de esa canción.....esa canción.

El vestuario, muy comentado, remarca a esas dos mujeres en lucha. Crawford de blanco satén, de colores abigarrados como si fuera un petirrojo, en contraposición de esa inquisición negra (cuervos dice la Crawford). Se remarca así, los buenos y los malos, las heroínas en lugar de los escuderos (los hombres), la lucha entre odio-amor como dos entidades iguales y cambiantes por las más azarosas circunstancias.


Pero es en el final, cuando…..
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24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paprika, detective de los sueños
Paprika, detective de los sueños (2006)
  • 7,3
    14.418
  • Japón Satoshi Kon
  • Animación
9
Mujeres al borde del Punto de Saturación
Esta película completa, según palabras del propio Satoshi Khon, su trilogía sobre el tratamiento de los sueños que tan buen resultado y fama le daría con su Thriller debut “perfect blue”. De hecho, Páprika fue un trabajo de encargo del propio escritor de la novela homónima para que la adaptara a su mundo visual.

Si ya “perfect blue” partía de esqueleto novelado, la incidencia en la adaptación convierte a Satoshi Khon en uno de esos directores con enorme personalidad, que tirando de material ajeno, lo transforman en propio: tanto en la enfermiza, malsana y pesimista (aunque excelente) “perfect blue”, como en “páprika”, Khon ha gozado de una libertad plena en la adaptación sólo equiparable a la que tenían directores como Stanley Kubrick.

El resultado, aunque sí se vea la fuerte influencia de la escuela Otomo, no puede ser más personal. Siendo tan difícil llegar al terror y climax final de “ Perfect blue”, “Páprika” no desmerece en resultado precisamente por el enfático tratamiento de los mismos temas, obsesiones y paranoias: siendo “Páprika” más floja en soluciones e intriga, es más poderosa en los elementos que Khon ya venía construyendo como propios de su universo;y así confirmándolo (y confirmándose).

Y es que el universo de este artista atrae; pues en él se percibe como en ningún otro autor (incluido Otomo), la mezcolanza forzada tan dispar entre el modo de pensar japonés y la invasión de iconos occidentales; siendo casi siempre mal entendidos y produciendo los más inverosímiles contrastes. Khon no sólo lo describe en un desfile surgido de sus sueños, también utilizado por Miyazaki; es más bien en lo urbanita, donde sus heroínas son occidentales naïf superlativas e hipertróficas....incluso comparándolas con iconos como "Amelie".

Lo que obsesiona a Khon como artista, además de las mujeres y la ciudad, es el desdoblamiento de personalidad. La impresión del que esto suscribe, es que la mayoría de los japoneses no sólo no tienen personalidad, además no saben ni donde están de pie….Y esto les da un encanto muy especial. (8,1)


Recomendación: Mucha condescendencia y pocos prejuicios.
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33 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
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