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Críticas ordenadas por:
The Lady in the Van
The Lady in the Van (2015)
  • 5,9
    3.377
  • Reino Unido Nicholas Hytner
  • Maggie Smith, Alex Jennings, Jim Broadbent ...
6
La materia de nuestras ficciones somos nosotros mismos
Vi hace muchos años, en Londres, esta obra de Alan Bennett llevada al teatro e interpretada también entonces por la incombustible Maggie Smith. No me pareció gran cosa, muy británica, con un fino humor que no acababa de cuajar y algo monocorde. Ahora nos llega su adaptación al cine, trasladada por su autor e interpretada por la actriz que la hizo triunfar sobre los escenarios. Y la sensación que me deja es análoga: no traspasa las limitaciones de su mínima premisa argumental, que ni evoluciona ni cambia, solo se repite desganada y exangüe durante un metraje excesivo. Se supone que es un estudio de caracteres, pero cuando éstos tienen tan poco interés como sus casi dos únicos protagonistas, se hace difícil aguantar en la butaca sin desear que algo cambie o se acelere con algún imprevisto o al menos el texto proporcione algunas frases memorables…

Pero todo es demasiado anodino, plano, irónico pero sin garra ni dirección, deslavazado, una serie de anécdotas encadenadas que apenas trascienden más allá de su ocre y desvaída inocencia. Es como asistir a la escritura del diario de un escritor sin una vida sugestiva digna de tal nombre y que se conforma con reproducir sucesos y chascarrillos deshilvanados con el deseo que la mera acumulación teja por sí misma un tapiz que alberge algún tesoro del devenir cotidiano de la acomodada burguesía londinense. Pero por mucha buena voluntad que se le ponga, el material es parco en sucesos dignos de tal nombre, se desarrolla con premiosa tozudez que acaba por agotar.

Hay algunos logros que resultan originales, como el desdoblamiento del protagonista en dos personajes, interpretados por el mismo actor: por una parte el laborioso escritor y por otra el insípido y reprimido ciudadano que malvive su vida estéril entre convenciones y banalidades. O también la interpretación de la luminosa Maggie Smith encarnando una existencia opaca, delirante y azotada por un sentimiento de culpa que la atenaza y atormenta desde hace décadas. Pero es poco bagaje para soportar un largometraje que no despega nunca y se mantiene en una corrección insulsa y epidérmica, carente de trascendencia o de pasión.

En definitiva, acierta con el tono de fábula inofensiva y resulta encantadora pese a sus notorias limitaciones dramáticas. Todo el interés reside en disfrutar de una actriz inconmensurable que pese a su edad – tiene ya los ochenta cumplidos – sigue proporcionando momentos de gloria para el agradecido espectador. Y poco más.
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31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cegados por el sol
Cegados por el sol (2015)
  • 5,9
    4.169
  • Italia Luca Guadagnino
  • Ralph Fiennes, Dakota Johnson, Matthias Schoenaerts ...
7
Silencio y charlatanería entre aguas turbulentas
El radiante Mediterráneo. La locura de un ambiente tóxico que se trata de esquivar con ingenua determinación. Un refugio en la montaña bañado por la luz inclemente de un pasado que no quiere dejarse enterrar. El venenoso juego del deseo sin mesura ni pesar. Unos adultos que son niños emocionales, una niña que es pura dinamita, una afonía tanto metafórica como vital, una verbosidad atolondrada que oculta sus verdaderas intenciones. Cuatro personajes, un paisaje y una piscina. No hace falta más para desencadenar un bacanal de los sentidos desaforados.

Reconforta y regocija ver la inmadurez campando a sus anchas de forma tan histriónica o emboscada y comprobar que lo que se calla y oculta es tan importante como lo que se dice sin freno ni medida. La desmesura de los recuerdos gravita indisoluble entre unos personajes presos por un entramado que no saben desentrañar sin hacerse daño ni reabrir viejas heridas. Las rencillas no resueltas supuran zozobra e incomodidad y turban la placidez de un escenario idílico diseñado para la paz espiritual y la calma engañosa de unas aguas ponzoñosas y estancadas que hieden a lujuria desenfrenada. La carne tiene un precio mientras la armonía se cobra un tributo que podría pensarse que se paga con la tentación más siniestra y debocada.

Bastan cuatro personas para conformar un pandemónium fatal. La enrarecida atmósfera veraniega anuncia una catástrofe que se palpa a cada fotograma sin por ello excluir la sorpresa y el desasosiego. Estamos ante un policiaco que disimula serlo, ante la sombra de un pasado que sobrevuela el presente sin posarse nunca, ante el anhelo de muerte que se enmascara entre la jarana bullanguera y la perfidia de las palabras disfrazadas de arcano silencioso. Es la crónica de un suicidio en cámara lenta donde el brazo ejecutor no será uno mismo, sino que será tu mejor amigo quien de forma sibilina ha colocado el arma definitiva en tus manos como por casualidad, sin nombrar la intención, pero dándote la espalda y esperando la estocada funesta.

Junto a la excelente dirección de Luca Guadagnino – en apariencia diáfana y luminosa, en realidad una caja de Pandora llena de sutileza, planificación y mal fario – brilla el cuarteto protagonista en estado de gracia. La centelleante efectividad de sus interpretaciones desnuda de todo oropel superfluo sus interacciones malsanas. Cada uno da lo mejor de sí mismo y en conjunto conforman un equipo insuperable que elevan el drama a la categoría de tragedia. Las mosquitas muertas penden como espadas de Damocles sobre las nucas desnudas de sus víctimas. Tomar el sol es tomar cicuta.
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44 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Redención (Los casos del Departamento Q)
Redención (Los casos del Departamento Q) (2016)
  • 6,2
    3.799
  • Dinamarca Hans Petter Moland
  • Nikolaj Lie Kaas, Fares Fares, Johanne Louise Schmidt ...
6
Una desvaída botella a la deriva
La premisa – que funcionó bien en las dos entregas anteriores, sobre todo en “Profanación” – queda aquí diluida hasta quedarse en un telefilme caro pero vacuo y deviene en una colección de caminos trillados del cine policiaco nórdico que no acaban de configurar una cinta del todo satisfactoria. Demasiadas coincidencias, demasiada rapidez en la investigación, demasiados puntos oscuros, demasiado inverosímil y acelerado como para atrapar al espectador más allá de un policiaco bien hecho pero sin inspiración ni salero. Los personajes, tanto los conocidos como los nuevos, parecen meras marionetas que se desenvuelven sin garra ni convicción en una trama de fanatismo religioso, asesinatos deleznables y torturas psicológicas que no convencen ni interesan porque no hay peligro real, sino solo pura simulación.

Lo mejor, una vez más, es la creación de un ambiente opresivo, tóxico y enfangado que ofrece. Pero lo que en otras ocasiones resultaba un hallazgo, aquí apenas es un marco abocetado en el que deambulan sus protagonistas sin alma y sin sangre, todo demasiado prefabricado como para arrastrar al espectador hacia esta propuesta que si bien resulta atractiva no acaba de cuajar. La historia no carece de interés: un asesino en serie que ha pasado desapercibido hasta el momento y que se ceba en niños, que además son hermanos. Lo rocambolesco del desarrollo limita la efectividad del conjunto, ya que presupone el silencio de los padres damnificados a su pertenencia a una secta religiosa, como si esto fuera suficiente motivo para asegurarse su sigilo sepulcral. Pero incluso aceptando ese sinsentido, el desarrollo resulta confuso, ya que parece equiparar la fe de unos campesinos afables con la exaltación resentida del infanticida.

Además el dúo policial que vehicula la cónica en esta ocasión apenas funciona, como si hubiera perdido la química que supieron crear en las dos entregas anteriores. Nikolaj Lie Kaas resulta afectado e histriónico en su huraño retraimiento que se vuelve molesto y resulta impostado, mientras que Fares Fares cumple con su cometido y lleva con solvencia el peso del relato, pero no es suficiente. El personaje más sugerente – el homicida alucinado – está interpretado con solvencia y encanto sibilino por Pål Sverre Hagen, pero uno desearía saber más de él, de su torturado pasado y de sus traumas infantiles, que apenas quedan esbozados. En conjunto es como si una buena materia prima se hubiera echado a perder por un exceso de condimentos inadecuados.

En definitiva, se deja ver con cierta indulgencia, entretiene y mantiene una tensión apropiada en los momentos oportunos, pero se queda por debajo de sus posibilidades. Interesante pero desaprovechada.
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29 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
La modista (The Dressmaker)
La modista (The Dressmaker) (2015)
  • 5,9
    5.297
  • Australia Jocelyn Moorhouse
  • Kate Winslet, Judy Davis, Liam Hemsworth ...
6
La venganza no pasa de moda
Estamos ante una comedia negra de interesante factura pero demasiado heterodoxa e irregular como para satisfacer del todo. Carga las tintas en la exageración y el esperpento, sin llegar a cuajar en una propuesta del todo convincente porque deambula entre varios géneros y diversas posibilidades, sin decantarse por ninguno y desperdigándose en exceso en vericuetos de los que no siempre sale airosa. Agradable de ver por la electrizante interpretación de Kate Winslet, quien aborda su cometido con un entusiasmo contagioso que fascina de principio a fin. Pero las vicisitudes van dando saltos en el tiempo de forma críptica e irritante, como si la opacidad narrativa fuese una virtud.

Los personajes son demasiado literarios y sin matices como para convencer al espectador (el despojo de madre a la que se presupone alcoholizada pero luego resulta recuperar la cordura no se sabe bien cómo, el policía incontinente y sin tabúes que pasa de ser una loca en el armario a un irreductible luchador por la diferencia, etc.). Cada hecho aislado – cada escena en sí misma – está trabado y resuelto con solvencia y hasta brillantez aparente, pero deviene en pastiche deshilvanado hecho de retales donde las piezas no acaban de encajar en un mosaico que transmita una historia digna de tal nombre, sino tan sólo un amontonamiento de secuencias que parecen sacadas de una coctelera surrealista que lo mismo ofrece atisbos de tragedia, que de melodrama romántico, que de historia de éxito y superación como de relato de venganza despiadada, como si de un western iracundo se tratase.

Demasiados vaivenes, demasiados desvaríos, demasiados despropósitos que acaban por abrumar y fatigar más que divertir, como si no hubieran sabido tejer una narración juiciosamente ensamblada, sin que las costuras salten a cada bandazo. No cabe duda de que es una película rara que se propone ser extravagante y singular – lo cual consigue – pero aparece demasiado caprichosa e iconoclasta como para atrapar la atención, sin dejar de soltar un tufillo exasperante de pretenciosidad chirriante a su paso. Quizás sea esa amalgama presuntuosa de géneros, tonos, texturas y patrones lo que acaba por provocar la indiferencia del espectador, que si bien no se aburre en ningún momento, no puede tomarse en serio nada de lo que está pasando. Todo ocurre porque sí.

La recuperación de la excelente Judy Davis en un excéntrico papel es un aliciente. Y los demás actores están convincentes en sus espasmódicos cometidos. Pero en conjunto resulta una propuesta demasiado atildada y recompuesta que no acaba de encontrar su horma. Entretenida sí, pero prescindible.
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29 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
El juez
El juez (2015)
  • 5,9
    1.134
  • Francia Christian Vincent
  • Fabrice Luchini, Sidse Babett Knudsen, Miss Ming ...
6
Frialdad pública, ardor privado: los recovecos de la verdad
Desvelar la verdad no es tarea fácil ni grata ni evidente. Y muchas veces nos forjamos un carácter que dificulta o impide que los demás lleguen hasta nosotros, para no mostrar nuestra fragilidad, nuestra necesidad, nuestras carencias. El disimulo como naturaleza. Entonces… ¿Cómo averiguar lo que realmente nos pasa? ¿Cómo deducir, concluir e interpretar lo que les pasa a los demás seres humanos? Por ello no es baladí que el personaje principal – que vive en el disimulo y se ha pasado muchos años ocultando su verdad íntima – sea el presidente de un tribunal de justicia francés. Un juez áspero, duro, implacable, maniático con las formas, obsesivo con el fondo, pero consciente de las limitaciones de poder conocer la verdad para juzgarla con un mínimo de rectitud, imparcialidad y justicia.

Pareciera que esta cinta hurtara el eje central del relato, desconcertando al espectador que no sabe por qué derroteros quiere su guionista y director llevarle. A primera vista es un drama judicial, ya que asistimos a las vistas por un asesinato de un bebé de 7 meses. ¿Es el padre culpable? ¿Dice la madre la verdad? ¿Qué ocultan los silencios? ¿Quién miente? No sabremos la verdad aunque al final habrá un veredicto. Pero todo ese drama que presenciamos paso a paso – desde la elección de los miembros del jurado, la retahíla de testigos, las deliberaciones formales e informales del jurado hasta su desenlace – es el mero telón de fondo, el marco que contiene el meollo del cogollo de la trama: la inexorable presencia turbadora de la faz del amor.

Con similares argucias, zigzagueos y disimulos el juez revela y desvela, poquito a poco, con recelo, turbación, desconfianza y sobriedad, su historia de amor largamente negada y callada con una miembro del jurado que le salvó la vida hace más de un lustro. Hay algo pero no conocemos lo que hay, sentimos algo pero no estamos seguros de lo que sentimos, barruntamos algo pero no sospechamos hacia dónde nos llevará. La parcialidad y parquedad de nuestra visión del mundo dificulta que seamos capaces de conocer lo que realmente está sucediendo o ha sucedido. Las dos historias – la pública y la privada – se complementan y completan mutuamente. Podemos sacar nuestras conclusiones pero ¿quién nos asegura que se corresponden con la realidad?

Filme atípico, embozado y muy ameno pese a lo que pudiera parecer, lleno de ingenio y con una sabia dosificación del relato, contiene dos interpretaciones modélicas (Fabrice Luchini y Sidse Babett Knudsen) que redondean el conjunto. Una pieza de cámara encantadora.
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20 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
El niño y la bestia
El niño y la bestia (2015)
  • 7,0
    6.555
  • Japón Mamoru Hosoda
  • Animación
6
Orfandad, aprendizaje y crecimiento
Estamos ante una historia de superación, de desarrollo personal pese a las adversidades, que bascula entre la fantasía y el realismo, entre la alucinación y el agobio. Quizás su rasgo principal sea que resulta encantadora y rezuma optimismo y buenas intenciones didácticas, pero todo ello consigue domesticar y trivializar una propuesta que con menos concesiones podría haber tomado unos derroteros menos convencionales y haber alcanzado unas cuotas artísticas superiores. Se produce un desajuste entre el embrujo de los personajes y una excesiva previsibilidad del relato, que no sorprende en ningún momento. Además hay un exceso de sacarina que bordea el empalago y trivializa la vigorosa narración de superación.

Hay diversas formas de abordar esta cinta. Como película infantil es perfecta, entretiene a la vez que ofrece un cautivador retablo sobre algunas virtudes en las que se debiera instruir a todo aprendiz de ciudadano: el compromiso, la lealtad, el amor, la honradez, la enseñanza como epicentro de nuestra cultura, el perdón y la templanza como un rasgo de las personas sabias. Para un adulto resulta grato vislumbrar ecos del pasado donde los confines entre realidad y ficción estaban muy diluidos o tenían fronteras permeables y mutantes. La sencillez y previsibilidad del relato nos recuerdan a las historias inventadas o leídas a nuestros pequeños en la somnolencia nocturna previa al sueño. Esta ensoñación mágica está presente en esta cinta, con ecos de un Dickens nipón y sagas nórdicas travestidas.

Lo más destacable es el atinado y reconfortante arco de aprendizaje que recorre la cinta, donde hay un enriquecedor flujo bidireccional entre atípico maestro y discípulo indócil. Siempre a la gresca pero siempre nobles, sin dobleces ni engaños, creando un fértil vínculo que les hace mejorar a los dos. También hay detalles acertados en cuanto a la narración: la cara y la cruz del mal que anida en todos nosotros y que en lo único en que nos diferenciamos es en la forma de enfrentarnos a nuestras peores pulsiones. El éxito estriba en saberse desbordado o enloquecido, expresarlo pero sin dejarse llevar por la acción revanchista. O, así mismo, la fertilidad de la franqueza: decir la verdad es fuente de sabiduría y consuelo. El engaño, la falacia o la ocultación son el origen de cualquier desatino ruin.

Amena, simpática, atrayente, azucarada y arrulladora… En fin, se trata de una cinta recomendable aunque algo convencional y un poco simple. Pero ojalá la calidad media de los estrenos fuera como éste. Un disfrutable divertimento.
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33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Julieta
Julieta (2016)
  • 6,3
    18.518
  • España Pedro Almodóvar
  • Emma Suárez, Adriana Ugarte, Daniel Grao ...
7
Calvario sin redención
Regreso del mejor Almodóvar tras varias películas fallidas, quizás su mejor obra de la última década. Vuelve a uno de sus géneros favoritos: el melodrama. Su protagonista sufre y padece, pero el acierto está en velar dicha aflicción y dejarla fuera de campo, al albur de la imaginación del espectador, como si su director fuera pudoroso y se limitara a plantear el folletín pero hurtándonos, por decoro, la catarsis. Es el espectador quien deberá de completar la proyección con lo que tan sólo se apunta o sugiere durante su metraje, por ello, si te dejas seducir por la tragedia planteada saldrás recompensado, pero aquellos otros insensibles al dolor o que rehúyen la congoja y la frustración, se encontrarán con una propuesta adusta, morosa y sin facilidades que les resultará ajena.

El tormento de la pérdida. La crueldad de la separación. La desdicha del abandono. Y todo ello aderezado con el infierno atroz del sentimiento de culpa que te corroe las entrañas y anula tu existencia. El centro de gravedad que articula la trama reside en dos personajes ausentes (o que desaparecerán) y resulta meritorio poner en pie el relato a partir de un vacío que no hay forma de contener ni abarcar, que lo inunda todo y anega todo porvenir. Dar cuerpo a esa fatalidad, a ese drama, a esa angustia, no es cosa fácil. Y Almodóvar apuesta por el camino más difícil: la austeridad. Hay contención en los gestos, moderación en las expresiones emocionales, un ascetismo estético que parece ir contra el sello fallero y exuberante que le ha dado fama. Pero es esa templanza y mesura la que ahonda la medida de la desventura desoladora. Cuando se ha perdido todo, no queda nada.

Es una apuesta arriesgada que me temo no encontrará un público propicio que esté dispuesto a transitar este seco calvario de una mujer ahíta de quebrantos. Pero merece la pena porque nos muestra a un artista el pleno domino de su oficio, mejor guionista que nunca, excelente director de actrices (Emma Suárez y Adriana Ugarte están soberbias, Rossy de Palma e Inma Cuesta dotan de alma a unos breves personajes que podrían haber naufragado) y sabio planificador de secuencias, acertando con el tono y la textura, sin digresiones ni atajos, sin el alivio del humor ni el consuelo de la dicha. Y con un final redondo, de los mejores de su filmografía.

No es una película fácil ni liviana, pero se le hará justicia con el paso del tiempo porque, como todo paisaje memorable, a veces hay que escalar una ingrata montaña para poder apreciarlo.
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66 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Freeheld, un amor incondicional
Freeheld, un amor incondicional (2015)
  • 5,8
    1.839
  • Estados Unidos Peter Sollett
  • Julianne Moore, Elliot Page, Michael Shannon ...
6
Frank Capra con peluca y tacones
La igualdad. Pareciera un ideal universal (al menos en Occidente) y, sin embargo, no es tan simple. Y tanto más trágico – con la que nos está cayendo ahora con el terrorismo fundamentalista religioso – que veamos reflejado uno de los mil ejemplos posibles contra los que esos integristas teocráticos están en guerra: el poder luchar – de forma pacífica – por aquello en lo que creemos, crear estados de opinión en libertad, promover la igualdad entre los sexos, la justicia con independencia de la orientación sexual y afectiva, al margen de credos religiosos o morales, ya sea a nivel individual o colectivo.

Pero no bastan las buenas intenciones para confeccionar una buena película. El punto de partida es una historia real. A una concienzuda y condecorada mujer policía, le diagnostican un cáncer terminal. Ella se empeña en dejar su pensión a su pareja, una mecánica más joven que ella y con unos ingresos notoriamente inferiores. Sin dicha pensión, no podría hacer frente a la hipoteca del hogar que compraron y habitaron y quiere que ese sea su legado por la felicidad compartida. Para conseguirlo, deberán enfrentarse a los funcionarios del condado que rechazan esa posibilidad por prejuicios trasnochados que disfrazan de cuestiones éticas y presupuestarias. La trama es melodramática y se sirve de la tradición del cine de juicios tan querida por Hollywood.

El mayor fallo es un flojo guión que apenas dota de vida y enjundia a los personajes y a una historia que clama por contarse. El romance resulta plano y soso y el drama cae en los tópicos más trillados del telefilme de sobremesa. Pero también contiene algunas virtudes, por ejemplo, ilustra cómo se hace política en Norteamérica, tan diferente a Europa. Allí suele surgir a partir de necesidades concretas de los individuos que reivindican sus derechos y van creando así un caldo de cultivo propicio – con tesón, entrega y porfía – que acaba consiguiendo que los políticos (que son cargos electos y se saben deudores de sus votantes) cambien la legislación o la apliquen de una determinada manera que revierta en la mejora de la comunidad. En Europa, por el contrario, los políticos son omnipotentes y magnánimos y son sólo ellos los tienen la exclusividad preclara del entendimiento y saben lo que conviene a sus súbditos. Este contraste implícito me parece lo más interesante.

El excelente reparto poco puede hacer con unos papeles tan torpemente escritos. Destaca Michael Shannon que consigue trascender esas limitaciones y crear un personaje entrañable. Podría haber dado lugar a una buena cinta pero se queda un una entrañable medianía.
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18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nuestra hermana pequeña
Nuestra hermana pequeña (2015)
  • 7,0
    3.847
  • Japón Hirokazu Koreeda
  • Haruka Ayase, Masami Nagasawa, Suzu Hirose ...
8
El sabor del licor de ciruela o Mujercitas Niponas
¡Bendito sea el maestro Yasujirô Ozu y bendita sea la fértil y acogedora sombra que aún nos reconforta! Quizás esta vez al director Hirokazu Kore-eda se le haya ido algo la mano con la sacarina y resulte autoindulgente y demasiado autocomplaciente con la historia que se trae entre manos, pero la verdad es que funciona no sólo como una pieza de cámara admirable, llena de sensibilidad y ternura, sino que tiene además la fragancia a los clásicos perdurables por su simplicidad, delicadeza y calidez. Es un relato sobre tres hermanas que devienen en cuatro, pero también es el relato de una orfandad y también es el relato de una reconciliación familiar o el relato de cómo los lazos entre unas hermanas puede darle sentido a la vida.

La cámara parece ser una más de la familia. Quizás a alguno se le ocurriría decir que estamos ante una familia desestructurada, pero si algo fluye en ella – aunque a veces se haya quedado estancado – es amor. Y eso le da sentido a todo lo que vemos, espiamos, compartimos y admiramos. La abnegación – a veces limítrofe con la obcecación – o la ceguera forman parte de este microcosmos que presenciamos, que deambula entre la muerte, los desamores, la pérdida, los reencuentros, las cenas o comidas, las lluvias torrenciales, los paisajes añorados, los recuerdos compartidos o los secretos revelados. Todo lo mínimo y trivial tiene cabida en esta obra sin argumento aparente, sin trama reconocible más allá de lo anecdótico y fugaz que configuran el devenir cotidiano de cualquier ser humano.

Capturar lo poético no es tarea fácil cuando de lo que se habla es de lo prosaico de la vida, del encadenado de jornadas cotidianas sin otro fulgor ni otro sobresalto que los desayunos, comidas y cenas insignificantes, de las jornadas laborales o escolares que llenan nuestros cobraderos de cabeza y que en su monotonía parece carecer de relevancia o de trascendencia, de las visitas a los bares o restaurantes que habitamos desde siempre sin saberlo, de los ritos cotidianos de cualquier familia de cualquier parte del mundo, independiente de su religión, creencia, latitud, laxitud o problemas. Extraer la poesía de unos kimonos recobrados, exprimir todo el aroma y el gusto a un licor afanosamente elaborado y conservado… parece tarea sencilla pero demuestra la mirada y el temple de un maestro que ama a sus personajes y sus fluctuaciones.

La sencillez de una obra de arte emotiva, noble, sincera y perdurable. Pudiera parecer poca cosa pero lo contiene todo. Gracias.
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66 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hitchcock/Truffaut
Hitchcock/Truffaut (2015)
Documental
  • 7,0
    2.861
  • Estados Unidos Kent Jones
  • Documental, (Intervenciones de: David Fincher, Martin Scorsese) ...
8
La verdad de las mentiras
Es un documental muy ameno y ágil que ilustra de forma excelente el talento narrativo y visual, la inventiva formal, la perdurabilidad y vigencia del ingenio de Sir Alfred Hitchcock. Para ello coge algunos sabrosos ejemplos de su filmografía – con especial pericia resaltan los comentarios sobre ‘Vértigo’ y ‘Psicosis’ – que muestran que estamos ante unos de los grandes genios del siglo XX. Se detiene también en algunas de sus obsesiones estilísticas recurrentes: como la de planificar concienzudamente sus cintas antes de empezar el rodaje, la de plantear todo el engranaje pensando en el espectador, en el efecto que quería conseguir en él, que los actores fuesen meros instrumentos en sus manos y que no le importaban tanto las caracteres que interpretaban como los arquetipos que representaban.

Además otro acierto es incluir los comentarios de algunos colegas de profesión – cabe mencionar especialmente a Martin Scorsese, David Fincher o Wes Anderson – que aclaran el porqué de la maestría de Hitchcock, lo que significó y aún significa para ellos como cineastas y como espectadores. Destripan las entrañas sin desvelar del todo el misterio. Y claro está, en un poderoso fuera de campo queda François Truffaut, el alma y artífice de la función, porque sin su admirable libro de conversaciones con el genio londinense el mundo del celuloide se habría perdido un insuperable paradigma de amor al cine que lleva iluminando la bibliografía de todo cinéfilo que se precie desde hace medio siglo. Adicionalmente, el material sonoro y visual de archivo que se rescata para la propuesta es espléndido.

Quizás este documental sepa a poco (son apenas 80 minutos) y uno hubiese deseado al menos otra media hora de ejemplos, de ilustraciones, de comentarios, de desmenuzamiento para disfrutar más tiempo con el cine y las propuestas de un genio inmarchitable del sétimo arte. Pero tal y como está, es del todo recomendable para cualquier devoto del cine, ya sea un hitchcockiano confeso o mero agnóstico. Acabará siendo un converso.
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29 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
La invitación
La invitación (2015)
  • 6,3
    19.997
  • Estados Unidos Karyn Kusama
  • Logan Marshall-Green, Michiel Huisman, Tammy Blanchard ...
6
La sombra de una duda germina en Los Ángeles
Intriga y desasosiego... ¿Fabulación o espejismo? El pasado pesa mucho y corrompe y distorsiona nuestra percepción del presente hasta desfigurarlo. ¿Somos presos del delirio o percibimos lo que realmente está ocurriendo a nuestro alrededor? ¿Rechazamos el ayer o lo abrazamos llenos de alborozo? ¿Cómo afrontar el futuro si el recuerdo nos acosa y atosiga sin remisión? ¿Y cómo sobrevivir al trauma imborrable de la muerte de tu propio hijo? Volver no es nunca retornar, ya que los senderos son siempre diferentes y se bifurcan como medusas inescrutables hacia destinos atroces... ¿O no?

La duda y la sospecha presiden este thriller no exento de tensión, misterio, brutalidad y desazón. El ambiente enrarecido apresa y hace mella en el espectador – incluso desde antes de los títulos de crédito – quien se teme que tras esa fachada de educada y sonriente cordialidad se esconden pozos de serpientes desbocadas. Hay demasiados abrazos, demasiados besos, demasiadas sonrisas rezumantes de sacarina para no desconfiar de la edulcorada fachada de los anfitriones… ¿O son sólo fabulaciones absortas de un padre atormentado por la pérdida de un hijo de la que aún se siente culpable pese al paso de los años?

Hablar sobre la trama sería destripar la calculada ambigüedad de la cinta. No es tanto la capacidad de sorpresa lo que confiere interés al metraje, sino más bien la gradación de cómo se desvela poco a poco lo que de alguna forma sospechábamos todos pero no nos atrevíamos a reconocer. Es una pieza de relojería bien engrasada que va marcando paso a paso el destino de sus protagonistas, que desean pasárselo bien y no entrar en terrenos conflictivos que pudieran malograr la juerga o enturbiar la festividad de un reencuentro largamente pospuesto y anhelado por todos. Quizás pequen de ilusos, pero es que nadie desea ser un aguafiestas o un pajarraco de mal agüero que trunque la celebración y haga peligrar el bello devenir del jolgorio.

En exceso convencional y previsible, pero eficaz en cualquier caso. Sabe crear y jugar con una atmósfera inquietante, saca provecho de unos personajes algo planos pero siempre vigorosos, dosifica con habilidad y destreza buenos momentos de angustia y convierte un decorado casi único – el interior de una lujosa mansión en las colinas suburbiales para la gente pudiente – en una ratonera desquiciada llena de toxicidad y sortilegios. Tan predecible como disfrutable.
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43 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
El recuerdo de Marnie
El recuerdo de Marnie (2014)
  • 7,1
    5.647
  • Japón Hiromasa Yonebayashi
  • Animación
7
Cerrar un duelo caduco y renacer
Nada más devastador que una depresión. Y en raras ocasiones se ha mostrado tan bien, con tanta delicadeza y sensibilidad como en esta película de animación japonesa, que si bien está dirigida a un público infantil, será quizás mejor apreciada por aquellos adultos que tengan la suerte de visionarla. Es un relato poético, lleno de encanto e inventiva, un prodigio de sencillez, que comienza con el devastador llanto de la niña protagonista que se siente inadecuada, torpe, ajena al entorno, extraña entre sus compañeras e indiferente hacia su familia adoptiva. Su desolación es inmensa y además rechaza que nadie se acerque a ella para confortarla. Rehúye cualquier cercanía como si fuera anatema o solo recrudeciera la remota herida que ella atesora como una joya preciada.

Arranque poco halagüeño y, sin embargo, la cinta se desarrolla en un idílico paisaje costero lleno de luz, colores, de una sensualidad exacerbada, de una exuberancia sensorial primorosa que contrasta aún más con la ofuscación de su protagonista. Ella se siente desterrada, maldita, mohína, mustia y taciturna. Ha quemado todos los puentes que la unen a sus semejantes y al espacio y parece querer enterrarse en vida, inmolarse ante un altar pagano como justa expiación por haber perdido en un pasado remoto la presencia y atención de sus padres biológicos, como si su porfiado sacrificio fuera su única forma de subsistencia.

Y, sin embargo, algo ocurre que trastoca su visión del mundo. Conoce a una chica audaz e indómita y entabla con ella una relación ambigua, ambivalente, entre la amistad y la fascinación, entre el embeleso y la ilusión. Quizás sea una ensoñación o una fantasía, quizás sea que sus emociones se han desbocado y claman por hacer acto de presencia en el proceloso devenir que ha rechazado hasta entonces. Esa turbadora Marnie, que da título al filme, parece que la llena de ardor, la hechiza, la deslumbra, la subyuga, la hace crecer y comprender que hay más de lo que ella sospechaba en esta vida, que existen también las emociones positivas, reconfortantes y cautivadoras, que es posible ilusionarse y recobrar la fe en la realidad.

El guión pudiera parecer demasiado simple o algo ñoño en sus recodos más resplandecientes, pero muestra con acierto y pericia el doloroso camino que hay que recorrer para conseguir cerrar un duelo que impide vivir la vida y poder así abrirse al mundo y abrazar el presente, sea lo que sea lo que nos depare. La sabiduría no es conocimiento sino experiencia. Y sólo se llega a ella transitando la tristeza.
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33 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Calle Cloverfield 10
Calle Cloverfield 10 (2016)
  • 6,4
    31.037
  • Estados Unidos Dan Trachtenberg
  • Mary Elizabeth Winstead, John Goodman, John Gallagher Jr. ...
7
Angustiados por la ambigüedad
¿Cómo fiarnos de lo que nos dicen? ¿Cómo relacionarnos con los desconocidos cuando la situación es extrema y nos falta información? ¿O quizás convenga imaginar que hay gato encerrado y nos están engañando por algún motivo desconocido? Esta es la premisa de esta desasosegante cinta de tensión, fantasía suspense y horror que cabalga con éxito entre varios géneros y alternativas hasta decantarse al final por lo más extraño y bizarro… La duda lo corroe y socava todo: la confianza, la seguridad, las relaciones y la vida. Cuando estás en un callejón sin salida desconfías y cuestionas la sinceridad e intenciones de los demás, te ves sin recursos y con ganas de salir del atolladero y comprobar por ti mismo los hechos.

Con mínimos elementos – bien servidos por una inquietante banda sonora que presagia siempre lo peor – se construye una pieza de cámara repleta de recovecos, titubeos, sustos y lucha por la supervivencia. Todo podría ser lo que parece y, sin embargo, también podría ser su opuesto, depende de la cantidad de datos de los que dispongamos, cómo atemos los cabos sueltos y nuestra credulidad o cautela. Estar a merced de alguien que no conoces predispone a estar a la defensiva. Sobre todo cuando se apropia del liderazgo y te somete a su voluntad, criterio y visión del mundo. No nos gusta que nos manden sin habérselo ganado, sin posibilidad de oposición ni divergencia, sin poder formarnos nosotros mismos nuestra opinión.

El sólido guión se mueve con precisión milimétrica entre la locura y la falta de certezas. Bastan tres personajes – simples pero bien definidos – para crear un microcosmos tóxico y asfixiante que siembra un mal cuerpo indeleble en el espectador. Juega, retuerce y subvierte algunos elementos típicos de la guerra fría que parecían olvidados o se habían diluido por el terrorismo internacional de las últimas décadas y la caída de los dos bloques tradicionales. Y también recoge elementos sobre el temor a un apocalipsis químico o bacteriológico que anida en ciertas mentes fatalistas o enajenadas de la Norteamérica profunda. Como si de un drama carcelario se tratase, tenemos a un guardián en apariencia bondadoso pero podría ser la encarnación de la chaladura paranoica, y también tenemos a dos reclusos díscolos que se alían para salir del trance laberíntico al que se enfrentan.

La buena interpretación de John Goodman saca partido del rompecabezas de la situación y su calculada ambigüedad produce repelús y nos alarma. Quizás el desenlace pudiera parecer tramposo, pero resulta eficaz en este caos de la incertidumbre. Cine comercial pero muy satisfactorio. E intranquilizante.
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46 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resucitado
Resucitado (2016)
  • 5,4
    3.675
  • Estados Unidos Kevin Reynolds
  • Joseph Fiennes, Tom Felton, Cliff Curtis ...
6
Polvo, sudor y hierro…
Durante la proyección me viene a la memoria un remoto poema de Manuel Machado titulado Castilla (‘El ciego sol se estrella / en las duras aristas de las armas…’). Y me pregunto: ¿para qué y para quién hacer, a día de hoy, una película religiosa a la vieja usanza? ¿Tendrá público, habrá mercado, alguien podrá sentir el más mínimo interés por una narración mil veces vista y mil veces ensalzada o pisoteada durante las últimas décadas? ¿Tiene algún sentido volver sobre lo ya sabido sin que quede claro si estamos ante una hagiografía o un relato de aventuras o el empeño ciego de un obstinado cineasta? Yo no sé responder a estas preguntas, sólo puedo describir lo que he visto, sentido y pensado de esta cinta.

Quizás lo más destacable sea el punto de vista elegido: como si de una obra policiaca se tratase, le encargan a un centurión romano encontrar el cuerpo desaparecido del nazareno, ya que Poncio Pilato teme que este hecho pueda provocar revueltas judías y disturbar la precaria paz palestina del momento. Y vemos todo el desarrollo desde los ojos de este militar ambicioso y eficiente que anhela la paz y el sosiego de un retiro en el campo, merecido pago por su ardor guerrero y por su eficacia en las batallas entabladas. A través de su mirada vemos desfilar la crónica del inicio del cristianismo, desde su firme escepticismo inicial (un buen romano es politeísta por naturaleza) hasta su reticente despertar espiritual del último tercio.

El resto es predecible y parece destinado al consumo masivo por aquellos fervorosos creyentes de Norteamérica conocidos como el cinturón de la biblia, o bien servir de adecuado relleno televisivo a la programación de semana santa de cualquier país mínimamente cristiano. Es innegable que el tono policiaco proporciona un ritmo nuevo y un agradable dinamismo al relato, que la recreación histórica es meritoria, que la estética resulta convincente sin ser cursi o empalagosa, es decir, en general es bastante entretenida pese a la nula sorpresa del meollo central de la historia. No parece tanto un apolillado martirologio al uso como un interesante intento por renovar y actualizar algo que parecía perdido para el gran público, manteniendo lo esencial sin recurrir a los tópicos más estomagantes.

Es una película sólo destinada a gente que no sea rabiosamente antirreligiosa y que al menos sienta un mínimo de interés por el cristianismo o tenga curiosidad por ver cómo puede enfocarse la experiencia religiosa en el siglo XXI. Elocuente en su previsibilidad, sin logros reseñables pero satisfactoria dentro de sus limitaciones.
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73 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anomalisa
Anomalisa (2015)
  • 6,9
    12.005
  • Estados Unidos Charlie Kaufman, Duke Johnson
  • Animación, (Voz: Jennifer Jason Leigh, Tom Noonan) ...
6
Tristeza desdibujada
No sólo de niños vive el dibujo animado – por si alguien lo hubiese olvidado. Ni de alegrías desaforadas, ni de colorines chillones, ni de tiovivos infinitos, ni de montañas rusas multicolores, ni de epifanías rosadas, ni de mojones hediondos, ni de hielo triste, ni de locura deslavazada, ni de talento inmoderado… No hay duda de que estamos ante una película que se quiere diferente, se sabe diferente y se manifiesta orgullosamente discrepante y contracorriente con las convenciones de la animación tradicional.

Los adultos también tienen derecho a elegir una película de dibujos y desear no haberla visto o sentir que les están tomando el pelo o intuir que alguien se está riendo de ellos a su costa o que alguno se ha pasado de frenada o se lo tiene muy creído y se sabe con licencia de disentir por sistema, irreductible por principio. Ir contracorriente puede ser loable, interesante o lo que se quiera, pero no es señal de calidad o de logro en sí mismo, sino una mera característica que no pesa más que la banalidad adocenada o la banalidad presuntuosa, ni borra el tedio de un plumazo ni asegura la gloria… salvo para aquella troupe de pisaverdes que se siente divergente y necesite productos artísticos raros donde ponga bien grande y se diga bien alto: ¡soy orgullosamente diferente!

Quizás exista cierto público que necesita de desafíos a la amenidad o retos al entretenimiento para alabar y ensalzar su propia inteligencia y perspicacia y darse palmaditas en la espalda por lo avispados que son al reconocer el talento discrepante, las opiniones disconformes, los mundos discordantes y el existencialismo fetén de usar y tirar. Quizás haya personas que les importa una higa ir al cine para disfrutar de una historia coherente o apreciar la narrativa clásica, ya que cualquier tradición les hiede a rancio y les parece anatema, les produce urticaria y es motivo de mofa y escarnio.

Supongo que esta película, no exenta de discretos logros – en su diseño, realización y ejecución – debe de tener un público sincero que disfruta de estas virtudes que pregona con impudor e inmodestia. Pero yo no formo parte de dicho círculo. Saber apreciar la intencionalidad y los propósitos no implica haberlos alcanzado Y me aburre la vanidad frenética de quien se presenta como artista dispar y contrario a la norma: su ostentosa humildad me parece pura pose.
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17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mustang
Mustang (2015)
  • 7,2
    13.103
  • Francia Deniz Gamze Ergüven
  • Günes Sensoy, Doga Zeynep Doguslu, Tugba Sunguroglu ...
7
Aquel radiante verano en que nos volvieron mayores a golpes
Cada vez nos llegan más películas sobre la realidad femenina en países de cultura y religión musulmana. La duda que me asalta es si dichos filmes – que en muchos casos no son sólo interesantes desde un punto de vista sociológico, sino que funcionan muy bien por sí mismos – son estrenados en los cines de sus países de origen (o de su ámbito socio-religioso), o son meros ejercicios marginales que encuentran su acomodo tan sólo en diferentes festivales internacionales, teniendo a veces una distribución más amplia si han obtenido el beneplácito de los jurados o del público. Y esto desanima, porque el poder didáctico y revulsivo del cine es formidable, pero si no alcanza a su público objetivo ¿qué sentido tiene hacerlo? ¿Ganar premios internacionales? Pobre bagaje…

Hay bastantes aciertos destacables en esta cinta. Empezando por el quinteto de jóvenes actrices protagonista, todo frescura, candor, ilusión y luz. Luego está el marcado contraste de las vestimentas entre las jóvenes vírgenes y las sometidas mujeres de su entorno, resignadas a buscar mínimos resquicios de esperanza en su cárcel cotidiana. También está el jaranero arranque de la historia, lleno de inocencia, optimismo, ganas de vivir y energía. O los toques de humor que jalonan algunas secuencias (en especial, el partido de fútbol como evento colectivo y la solidaridad femenina que desencadena). La porfiada obsesión por la virginidad, tan cercana a ciertos ecos patrios, pero que ahora nos resulta tan lejana en el tiempo aunque sea del todo reconocible. Por fin, la contundente moraleja de que toda cárcel tiene dos lados igual de infranqueables.

Pero también existen limitaciones o carencias, que si bien no afean el conjunto, debilitan su mensaje y producen cierta fatiga al espectador. El malo es demasiado malo y parece salido de una opereta bufa; no por posible el personaje se vuelve verosímil, ya que faltan todos los matices que lo convertirían en un ogro real y temible, con sus claroscuros y sus gradaciones. Esto además impregna de cierto maniqueísmo a todo el metraje, ya que no bastan las buenas intenciones y los buenos propósitos de su directora y coguionista, para dotar de hondura al conjunto, deviniendo en un catálogo de penalidades atroces, con un resultado que apenas trasciende lo acumulativo.

En definitiva, una propuesta encantadora – mejor en su primera y bulliciosa mitad que en su segunda, demasiado repetitiva y sombría – que apunta en la buena dirección pero no acierta del todo a dar en la diana. Sugerente pero se queda algo corta.
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32 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brooklyn
Brooklyn (2015)
  • 6,6
    13.318
  • Irlanda John Crowley
  • Saoirse Ronan, Emory Cohen, Domhnall Gleeson ...
8
La reivindicación del melodrama clásico
Emigrar. Abandonar tu propio país para establecerte en otro extranjero en busca de mejores medios de vida. Todas las naciones que hemos sido exportadoras masivas de emigrantes sabemos lo duro que puede ser irte – completamente solo – de tu hogar para fijar la residencia en otro lugar con el objeto de tener trabajo u oportunidades o la posibilidad de mejorar tu educación y abrirte puertas vedadas. Lo terrible es que en casa no hay nada que te retenga, salvo quizás el cariño de unos seres queridos que no sabemos si volveremos a ver o cuándo y el hábito y acogimiento de lo reconocible. ¡Y qué duro abrirse camino en soledad, sin otro apoyo que la presencia fugaz de algún alma compasiva o caritativa que te devuelva algo de lo que dejaste atrás o perdiste…!

Tan sencilla premisa es el motor de este melodrama de factura clásica e indisimulado tono sentimental pero lleno de discretos aciertos y sutil empaque. Recupera el placer de asistir a una narración simple pero repleta de personajes encantadores, angustiados, que luchan por apenas subsistir y mejorar, que se enfrentan a la devastación emocional de estar lejos de sus seres queridos y con la incertidumbre de si volverán a encontrarse. Porque la travesía en barco es larga, procelosa y llena de ignotas trampas… Lo previsible de la trama no le resta mérito a la cinta, que no engaña nunca y que no pretende travestirse de estudio sociológico. Nos encontramos ante el relato convencional de una persona cotidiana, sin nada de brillo ni alharacas, mediocre y gris, con el único afán de obtener su lugarcito en el mundo y sobrevivir con un mínimo de dignidad y decoro.

Con un tono melancólico, sereno, mesurado e íntimo alcanza el corazón del espectador como sin proponérselo. A ello contribuye la magnética presencia de Saoirse Ronan que dota de alma y cuerpo a su anodino personaje, sin más virtud que su obcecada tenacidad y su morriña desaforada. Además refleja a la perfección lo que es el proceso de enamorarse, sus atormentadas etapas de incertidumbre, esperanza, ilusión y embeleso, el lento calado de los corazones que se transforman y nos devuelven las ganas de vivir y compartir la vida con alguien especial. Y también es un acierto la duda entre las dos orillas del Atlántico. ¿Regresar o quedarse para siempre?

En apariencia elemental y sin dobleces, pero llena de duende y encanto.
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36 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
La habitación
La habitación (2015)
  • 7,6
    46.557
  • Irlanda Lenny Abrahamson
  • Brie Larson, Jacob Tremblay, Joan Allen ...
8
Cautivos del mal
Nuestro mundo es la suma fragmentaria de las cosas que conocemos o que nos han contado del universo. Nuestra visión del mundo depende de lo que podamos abarcar con nuestros sentimientos, sensaciones, percepciones e intelecto y siempre será algo parcial e incompleto que apenas refleja un puñado de posibilidades y alternativas, siempre cambiantes, aleatorias y en perpetua fluctuación. Y a veces la única vía de escape es la fantasía, que nos permite dilatar y extender los límites de nuestra cárcel circunstancial. Estar presos puede ser una sensación, un temor, una condena o una realidad, pero depende de nosotros, de cómo lo percibamos y lo denominemos, para que lo que tal vez sea un cautiverio, un valle de lágrimas o un calvario pueda ser soportable y nos podemos enfrentar el día a día que se abre ante nosotros.

Aunque estemos ante una ficción, lo terrible es que casos similares han ocurrido – que sepamos – tanto en Europa como en EEUU, lo cual confiere a esta cinta un plus de autenticidad lacerante que nos perturba y conmueve. Los abusos sexuales, la violencia explícita o implícita de lo que vemos (o de lo que permanece fuera de campo pero se sugiere con sutil contundencia), el sadismo de algunas personas con sus semejantes, el abuso de autoridad, la manipulación y la brutalidad que algunos son capaces de ejercer sobre los demás… todo ello tiene cabida en esta portentosa cinta que abruma por su aparente sencillez, por su exquisito tacto y por su firme sensibilidad e inquebrantable compasión con el sufrimiento humano. Lo que podría haber sido un mero telefilme adocenado es un espeluznante estudio sobre la crueldad y nuestra asombrosa capacidad de supervivencia.

Quizás lo más destacable de la cinta sea el admirable guión de Emma Donoghue (que adapta su propia novela). Encuentra siempre el tono justo, sin recrearse en lo truculento que relata pero sin omitir ningún detalle atroz, sin esquivar el dolor, perplejidad, espanto, abatimiento e impotencia de sus protagonistas. La primera hora plantea una situación insalubre y claustrofóbica, mientras que la segunda hora ahonda en las dificultades de sobrevivir al fin del horror, en cómo nos resistimos a cerrar nuestro duelo personal, por la sensación de aislamiento, soledad y rabia que sentimos al no entender que el mundo haya podido seguir adelante en nuestra ausencia. Otro gran acierto es centrarse en el punto de vista del eslabón más débil, el niño, su mirada inocente, su capacidad de asombro, su desconcierto.

Pese a las salvajadas que se retrata, estamos ante una película luminosa y esperanzadora, llena de vida y de ilusión, repleta de matices y de aciertos. Una experiencia nutritiva insoslayable.
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20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lluvia negra
Lluvia negra (1989)
  • 7,7
    2.000
  • Japón Shôhei Imamura
  • Yoshiko Tanaka, Kazuo Kitamura, Norihei Miki ...
10
El inefable horror cotidiano
¿Cómo reflejar la brutalidad abrumadora de la bomba atómica? Esta pregunta atosiga y ocupa, sobre todo, al pueblo nipón – aunque nos concierne a todos – que fue quien vivió en carne propia los estragos que causó aquella arma en las postrimerías de la II Guerra Mundial. A raíz de otra excelente y perturbadora película actual que trata de explorar y plasmar el horror inenarrable de los campos de exterminio nazi – El Hijo de Saúl – conviene echar la vista atrás y rescatar este prodigio de sencillez y contundencia que estudia con sereno clasicismo las consecuencias imprevisibles de aquella atrocidad que aún nos produce perplejidad e incomprensión. Y nos conmociona a poca sensibilidad que tengamos.

Tomando como punto de partida la aclamada novela del japonés Masuji Ibuse (1898-1993), publicada en 1966 y reeditada desde entonces en todo el mundo, se centra Shohei Imamura en las consecuencias particulares que tuvo para un matrimonio sin hijos y su sobrina huérfana de madre la aciaga ruina que ocasionó semejante orgía de crueldad. El hombre es lobo para el hombre… ¿pero cómo reflejarlo sin resultar didáctico o moralizante, sin prédicas manidas o discursos cansinos? En este caso se elige la senda de la llaneza y naturalidad, como si de un parco diario familiar se tratase en el que se reflejan las pequeñas preocupaciones de una estirpe ordinaria que trata de recobrar una normalidad que la guerra truncó.

Hiroshima. Nombrarla aún produce angustia. Y ver encarnado en el triste devenir de unos personajes inocuos, convencionales, casi banales, el atroz desasosiego de sus días, el temor al porvenir que intuyen lastrado por la lluvia radioactiva que cubrió sus incautos cuerpos, el desconsuelo abrasador de saberse víctimas y no saber qué hacer para dejar de serlo… todo ello va configurando el amargo retrato de una época, de una realidad descolorida, ayuna de esperanza y de futuro. Los efectos abrasivos de la bomba no acabaron con el fin de la contienda, sino que se bifurcaron en innumerables ramificaciones ponzoñosas que reverberaron más allá de la supuesta paz y su onda expansiva fue anegando sin remisión toda existencia. Sólo queda reflejar aquella aciaga experiencia con el deseo de que no se repita jamás.

El testimonio de la memoria. No olvidar a los que quedaron atrás y dieron sus anónimas vidas para labrar nuestro presente más próspero y placentero. En un blanco y negro pavoroso, con una serenidad casi zen envuelta en callada desesperación y atroces silencios perplejos, se nos ofrece una obra perdurable que disecciona la ignominia de la enmudecida posguerra. Prodigiosa.
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mal que hacen los hombres
El mal que hacen los hombres (2015)
  • 4,6
    496
  • España Ramon Térmens
  • Daniel Faraldo, Andrew Tarbet, Sergio Peris-Mencheta ...
3
El bien es enterrado con sus huesos
Un quiero y no puedo absurdo, irrisorio y zafio donde lo mejor es la cita de Shakespeare que cierra la proyección y da título a la cinta. Pero, parafraseando al bardo inglés, podría concluirse que esta película es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no tiene ningún sentido. Está bien que el cine español salga de sus fronteras para ofrecer alguna historia novedosa que no fatigue los lugares comunes a que nos tiene acostumbrado, pero si lo hace, cabría esperar que tuviera algo que contarnos y supiera cómo hacerlo sin caer en lo grotesco y estrafalario, aprovechando geografías inéditas y personajes frescos. Nada más lejos de la realidad.

Estamos ante un refrito indigesto que trata de regurgitar tópicos del cine de narcos, encadenando matanzas, vesanias, excesos y truculencias como si por sí mismas tuvieran un mínimo de consistencia y entidad. La trama es mínima y carece de interés. Sus pocos personajes son planos, toscos, retorcidos y melodramáticos (la ramera cándida, el sicario hierático, el compañero débil con residuos de conciencia, el matón tapado, los esbirros descerebrados) y habitan un universo tan miserable y carente de atractivo que produce vergüenza ajena comprobar que se están tomando en serio sus insípidas tareas. ¿Qué nos importa la acción cuando todo resulta insulso?

Además está la sinrazón e incongruencia dramática de rodar una película situada en México en inglés, como si con ello se consiguiera confeccionar un producto más exportable, incluyendo a un gringo en su reparto (el actor vive desde hace años en Barcelona, tal vez el único motivo para haberlo incluido en esta nefasta aberración), que proporciona la risible coartada de utilizar el inglés como idioma vehicular de este engendro deforme y aciago. Ahora que las películas tratan de dotar de mayor verosimilitud localista utilizando el idioma vernáculo de sus personajes, este boceto de thriller se salta a la torera esta tendencia – es de suponer que para no utilizar el nefando idioma español – o castellano – para retratar a los mexicanos que lo habitan, quizá el imprescindible peaje por haber sido coproducida por la Generalitat de Catalunya.

Todos los actores bordean el ridículo – hasta el sólido Sergio Peris-Mencheta está patético – y, sobre todo, Daniel Faraldo carece de la entidad y consistencia como para incorporar al matón al que pretende dar cuerpo. El filme ni tan siquiera sirve de parodia porque carece de humor e intención. Un subproducto infame que debería ser ignorado por completo.
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27 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
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