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Críticas ordenadas por:
Por el valle de las sombras
Por el valle de las sombras (1944)
  • 6,5
    790
  • Estados Unidos Cecil B. DeMille
  • Gary Cooper, Laraine Day, Signe Hasso ...
6
CIERTO TUFILLO A ENGAÑO
Películas de guerra las hemos visto de todos los colores. Belicistas, antibelicistas, militaristas, antimilitaristas e incluso irreverentes (Sturmtruppen, Jo… que guerra o La última noche de Boris Grushenko), pero nunca antes había vista una película de guerra que, pretendiendo ser seria, resultase tan insensible. Los espectadores no nacimos ayer y somos conscientes de que el cine es ficción, que las bombas son efectos especiales y la sangre se conserva en botes de los Orlando Magic. Pero, aunque seamos tan listos para entender esto no estaría de más que los actores se esforzasen por hacerlo creíble y que los directores se preocupasen de las formas lo mismo que se preocupan de los fondos.

Y está muy bien que el señor Cecil B. de Mille, en un producto moralista y agigantador del espíritu USA, retrate una soldadesca americana capaz de soportar carros y carretas (de combate) con la sonrisa de oreja a oreja. Bastante tenía la sociedad civil USA con añorar, recordar y llorar a sus allegados combatientes, pero ninguna sociedad por muy deprimida que se encuentre merece que el retrato cinematográfico de una contienda cruel sea una esperpéntica caricatura.

Marines que distraen a un niño cuya madre acaba de morir, sin siquiera un atisbo de horror o de rabia en sus semblantes, no son creíbles. Oficiales que dejan a otro, en legado testamentario, a su novia enfermera, tampoco, máxime cuando la opinión o los sentimientos de la susodicha no parecen contar para nada. Tal vez la guerra endurezca, pero yo creo que la cosa no va por ahí.

Básicamente De Mille pretendía dos cosas: Una, reconocer el abnegado trabajo de personajes como el doctor Wassell y dos, elevar la moral de una sociedad necesitada de inyecciones anímicas. Bien. Pero cuando se dibujan utópicos paraísos para ocultar infiernos reales y cuando los cielos son demasiado multicolores, la cosa desprende cierto tufillo a engaño.

Total que al final entendí aquella expresión que se ha instaurado en nuestra fraseología, “Gary Cooper que están en los cielos”. Porque sin él, y un poco de Laraine Day, la película hubiese sido de usar y tirar, en el contenedor de los productos perjudiciales para la salud.
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14 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
El último
El último (1924)
  • 8,2
    6.354
  • Alemania F.W. Murnau
  • Emil Jannings, Maly Delschaft, Max Hiller ...
9
EMIL JANNINGS: HACIENDO DE LA CÁMARA UN LUJO
La única razón para que esta película no esté calificada con un 10 estriba en su final. Un final que le fue impuesto a Murnau por una productora, UFA, temerosa de que la sensibilidad de los espectadores quedase herida en extremo. Vamos, que a sus cuentas bancarias les venía mejor maquillar el crudo y duro retrato de una vida desprovista de esos soportes externos que la hacen soportable, aunque eso supusiese cierta perdida de coherencia e integridad en la obra del realizador alemán.

Desconozco si los espectadores de la época saldrían de los cines con ánimo optimista y diciendo parabienes de la película. Es posible. Pero el arte cinematográfico salió perdiendo. Y si no perdió aún más fue gracias a Murnau y a su realizador de fotografía Karl Freund. Ambos nos han dejado una obra absolutamente genial e innovadora, tanto por su carencia de textos como por lo que respecta a una cámara que rompe su inmovilismo histórico y lo mismo se mece en el vaivén de las puertas giratorias del Hotel Atlantic que se desplaza etílicamente sobre las paredes de una sórdida habitación.

Y haciendo de la cámara un lujo, Emil Jannings, actor cuya fuerza interpretativa es tal que si tenemos algo de sensibilidad, ésta queda absolutamente perpleja ante su actuación. Y no es nada, pero que nada fácil interpretar a un hombre al que en un instante se le derrumba un mundo que, por mucho que se trate de un mundo de apariencias y oropeles, no deja de conferir cierto "status". Ese paso marcial, ese saludo militar, ese aire de bon-vivant, ese paternalismo pillín con las señoritas bajo el paraguas. Todo al garete, Todo al carajo. Y si hay un actor que no solo interpreta sino que sufre con mayúsculas y no contento con ello, hace sufrir a los espectadores ese es Jannings.

Sé que los espectadores más jóvenes fruncen el ceño cuando se les habla de cine en blanco y negro y encima mudo. Es normal. A mí también me pasaba. Pero un día descubrí una joya como Sunrise del propio Murnau. Luego otra como Avaricia de Von Stroheim y desde entonces ha cambiado bastante mi forma de entender el cine. Claro que habrá quien dirá, y con razón, que yo también me he hecho mayor...
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El reloj asesino
El reloj asesino (1948)
  • 6,9
    1.758
  • Estados Unidos John Farrow
  • Ray Milland, Charles Laughton, Maureen O'Sullivan ...
8
DONDE NADIE HACE LA OLA
El reloj asesino o el asesino del reloj, que tanto monta monta tanto. Y no descubro ningún secreto de sumario que la cosa anda clara y meridiana y no hace falta ninguna Miss Marple ni ningún Poirot para resolver el crimen o´clock. No. Aquí lo que se dilucida es si el pardillo-conejillo de Indias-chivo expiatorio y demás fauna de turno conseguirá destrozar la maraña en que lo han envuelto y demostrar su inocencia. Que él lo único que quería era irse de luna de miel con su mujer recién estrenada hace cinco años y con un niño de más o menos esa edad. Pero hay un tal Mister Janoth interpretado por un tal Charles Laughton, actor causante de que mi diccionario de adjetivos calificativos (todos positivos, nunca negativos) haya quedado hecho unos zorros de tanto usarlo, y que aquí ¡lo ha vuelto a conseguir! y sin marea roja vociferando a todo pulmón y a calzón quitao aquello de “podemos”. Él puede y le mete una goleada a cualquier película y a cualquier personaje, le da igual un cura que un pirata, un empresario tipo Bassat que un abogado o un miedoso echándole arrestos a la cosa. Si, antes se les llamaba arrestos…

Una película donde intervenga Charles Laughton es sinónimo de eclipse solar, lunar, marciano o lo que ustedes quieran. Las demás stars palidecen. Es el caso de Ray Milland estando francamente bien o el de Maureen O,Sullivan profesional y digna, o incluso el de Elsa Lanchaster, actriz que redescubro en positivo en cada película suya que repaso. Pero Laughton es punto y aparte con exclamación, negrita y redondilla. De haber sido un actor del siglo XXI seguro que ya le habrían bautizado CL9 o similar y estaría fichado por algún club tripletista. La escala de los números reales se queda corta para valorarle. Ni siquiera sirve la de los imaginarios. Así que utilizaremos para una valoración justa la escala de números inimaginables.

Basado en la novela de Kenneth Fearing adaptada por Jonathan Latimer, El reloj asesino es un muy buen trabajo de John Farrow, papá de Mia, quién ya nos regaló trabajos interesantes como Las fronteras del crimen o Donde habita el peligro. Con una notable fotografía de Daniel L.Fapp y John F. Seitz, construye un excelente thriller con altas dosis de enfermiza psicología humana y empresarial y donde la atención de los espectadores se mantiene en todo momento en su punto más álgido. Dicho de otro modo, y por seguir los símiles deportivos: Aquí nadie hace la ola.

Un apunte final: Recordar un buen remake (pero menos, mucho menos): “No way out” con Kevin Kostner.
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19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Beware, My Lovely
Beware, My Lovely (1952)
  • 6,5
    127
  • Estados Unidos Harry Horner
  • Ida Lupino, Robert Ryan, Taylor Holmes ...
7
LA VIDA O LA MUERTE DEPENDIENDO DE UN SIMPLE CRUCE DE CABLES
Con antecedentes en seriales de suspense radiofónico interpretados por gente de la talla de Sinatra y Agnes Moorehead o de Gene Kelly y Ethel Barrymore, Beware my lovely es un típico, pero menos, film de lo que podríamos denominar suspense psicopático, realizado por un director prácticamente desconocido en estos lares y que cuenta con dos artistas de excepción, al mismo nivel que los citados anteriormente, como son Robert Ryan e Ida Lupino, a los que es un gustazo volver a ver tras su encuentro, justo un año antes, en aquel peliculón de "cine negro rural" de Nicholas Ray que se llamaba On Dangerous Ground.

Harry Horner realiza, con un presupuesto serie B, un film digno, que si bien es cierto que se soporta básicamente sobre las excelentes actuaciones de Ryan y Lupino, nos deja también sus pinceladas de ese suspense opresivo omnipresente en las películas de psicópatas y viejos caserones y donde el peligro acecha no detrás de las puertas sino en un simple cruce de cables. Robert Ryan borda su papel de enfermo mental que, en función del tiempo, las circunstancias, una frase hiriente o vaya usted a saber qué, pasa de ser un Mister Jeckill laborioso, colaborador y buena gente a un Mister Hyde peligroso y amenazante. Por su parte Ida Lupino está muy bien en su rol de viuda de guerra de buen ver, solitaria y amenazada.

El cine de psicópatas creo que ha sido explotado hasta la saciedad. Que se ha visto de casi todo y que el mercado anda bastante saturado, hasta el punto que únicamente algo realmente diferente e innovador puede captar de nuevo la atención del espectador. Pero Beware, my lovely es un film algo menos típico y tópico de lo que se acostumbra en un género donde los enfermos son seres cuasi diabólicos y sin redención posible a los que les espera la muerte o la silla eléctrica. Aquí sin embargo queda un margen para la duda...
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kid Galahad
Kid Galahad (1937)
  • 7,1
    670
  • Estados Unidos Michael Curtiz
  • Edward G. Robinson, Bette Davis, Humphrey Bogart ...
8
EXCELENTE PELÍCULA...AUNQUE SIGUE SIN APASIONARME EL BOXEO.
El boxeo significó, y en algunos lugares todavía significa, una salida medio honrosa de la marginalidad y de la miseria. El cine, a lo largo de su historia, ha venido recogiendo este fenómeno popular, al que me niego a llamar deporte, y lo ha puesto enfrente de los espectadores. De esta forma el gran público ha podido conocer y juzgar no solo las películas sino también las violencias sin sentido, la exaltación de los “aficionados” rayana en la locura colectiva y el paroxismo de las masas así como esos submundos pugilísticos donde las mafias de las apuestas campan a sus anchas y los buitres-paparazzis lo devoran absolutamente todo.

En este orden de cosas, Michael Curtiz rueda Kid Galahad, un film que recuerda The set-up de Robert Wise (1949) tanto por su temática como por todo el “folklore” que acompaña al boxeo. Ambos films los he visto recientemente y ambos podrían comentarse juntos dadas sus similitudes, sin embargo aquí me referiré a la película de Curtiz, gran cineasta, donde brillan con luz propia tanto Bogart en su papel de gangster, rol muy habitual en sus primeras interpretaciones y donde, sin encajarlo demasiado bien, he acabado por acostumbrarme, como Edward G.Robinson de quien es raro encontrar una crítica negativa y sobre todo de Bette Davis, actriz a la que no vamos a descubrir ahora pero que en aquellas primeras interpretaciones demostraba además de talento una belleza, un tanto a lo muñeca de porcelana, que luego, el tiempo, la vida, lobas y Margo Channings varias, endurecerían.

No es un film negro, ni tampoco una peli de deportes. Es un drama. Es cierto que hay dramas mayores con púgiles surgidos del fondo de los arrabales y que se quitan la mugre a base de golpes. Aquí, nuestro granjero de nombre impronunciable y apodado Galahad por aquel sir de la “table ronde” paladín de las damas, es un honesto y un tanto simple granjero potencial en busca de unos cuantos dólares con las que empezar a crear futuro y que encuentra en el título de los grandes pesos una fuente de financiación. Pero el drama le envuelve. Su propio manager dispuesto a venderle por un plato de lentejas (eso sí, con muchísimo chorizo), la prensa dando mordiscos al derecho a la intimidad, los mafiosos intimidando (y no es redundancia) y, como en todo buen drama que se precie, su chorrito de amor mezclado, no agitado con las lágrimas de los finales felices y comieron perdices.

Entretenido film, bien interpretado y excelentemente dirigido que, seguro que no consigue que me apasione demasiado el boxeo, pero al menos me ayuda a comprenderlo en el entorno de una época de depresiones y subsistencias varias.
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14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La carreta fantasma
La carreta fantasma (1921)
  • 7,9
    3.540
  • Suecia Victor Sjöström
  • Victor Sjöström, Hilda Borgström, Tore Svennberg ...
8
DONDE SE DETIENE NUESTRA SENSIBILIDAD
Uno no espera que comentando films del año 21 (a no mucho tardar habrá que precisarlo bien: 1921) se puedan provocar pasiones desatadas, audiencias record y fenómenos mediáticos de masas. No. Hasta ahí llego. ¿Que pretendo entonces con mi paleontología cinematográfica? Pues, tan solo recordar que el cine no nació en el siglo XXI. y que cuando aquellos chalados con sus locos cacharros colgados al hombro o en primitivos soportes, imaginaban historias y las filmaban, el ordenador no era ni siquiera una sospecha y no habían más discos duros que los que lanzaba el Discóbolo de Mirón. No pretendo emigraciones masivas del cine de ahora al cine de antes. Lo que el viento se llevó, se lo llevó y bien llevado está, pero lo mismo que nuestra sensibilidad se detiene todavía ante un alfarero que juega con el barro y produce maravillas o un orfebre que sopla y de su aliento nace la magia del vidrio, esta es una llamada a detenerse ante una de las obras mayores de la creación cinematográfica: La carreta fantasma.

La carreta fantasma es la transposición al celuloide de una leyenda popular europea que afirma que quien muere justo antes de la última campanada de la última noche del año está condenado a servir a la muerte y ser el conductor de la carreta mortuoria. Este es el punto de partida de la obra de Victor Sjöström, recordado por ser el protagonista de Fresas Salvajes, la excelente película de Bergman. De nuevo la muerte entremezclada en el cine sueco como en El séptimo sello, tal vez como secuela de esa Europa oscura que no terminaba de soltar el lastre de sus terrores medievales. Sin embargo, en La carreta fantasma, Sjöström encuentra entre las innegables negruras del tema, luces de esperanza redentoras lo cual beneficia al film en cuanto a aceptación popular pero que le resta, en mi opinión, integridad argumental.

Con todo y ello estamos ante una obra excelente, con escenas de manual de la historia del cine. La carreta sobre las aguas o el destrozo del abrigo son instantes de absoluto impacto para nuestra sensibilidad amante del cine. Instantes a veces mágicos, muchas veces duros y siempre ajustados a una historia que se nos cuenta de manera magistral e innovadora para la época, mediante flashbacks tan imbricados en el guión que, desconociendo a veces si estamos en el pasado o en el presente, en todo momento la historia se manifiesta clara y meridiana. Y es que el talento como el cine no nació con Tarantino. Y si traigo a colación su nombre aquí, es porque considero que tiene talento y mucho... No saquen conclusiones equivocadas
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20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las furias
Las furias (1950)
  • 7,0
    785
  • Estados Unidos Anthony Mann
  • Barbara Stanwyck, Wendell Corey, Walter Huston ...
8
YO NO SERÉ TU MARIDO. TÚ SERÁS MI ESPOSA: TODO UN TRATADO DE LA PROPIEDAD
Con mas de melodrama que de western, Las Furias es una excelente película de Antonny Mann rodada en 1950, año de transición del cine negro serie B al cine del oeste y que fue también el año de Winchester 73, uno de los buques insignia del director nacido en Berlin. Año prolífico y más que aceptable, donde Mann hace sus pinitos en la psicología freudiana con una relación padre-hija que con toda seguridad daría más de un dolor de cabeza a los infatigables censores, guardianes de la moralidad, buenas costumbres y otras guindas.

Sinceramente, no hay que ser muy avispado para darse cuenta de que padre e hija están cortados por el mismo patrón y que existe entre ellos un feeling muy particular. Walter Huston y Bárbara Stanwyck bordan sus papeles respectivos. Dos seres que, tienen tanto en común que llegan a repelerse. Sin embargo, esta es una lectura demasiado rápida de un film acerca de caracteres psicológicamente demasiado complejos que nunca son blancos o negros sino, en algunas ocasiones, gélidos azules y en otras, apasionados rojos. Colores que destacan, metafóricamente hablando, sobre el B/W de la película.

Me voy a mojar. Basta de indefiniciones. Esto no es un western. No la cataloguen así. Esto es un drama de psicologías complejas y enfrentadas. Vance (Bárbara Stanwyck) tan dominadora ella y deseando ser dominada. ¿Puro masoquismo?. Incluso con su carga subliminal de incestos prohibidos con su padre T.C. Jeffords (Huston), un rey Lear muerto en la hoguera de sus vanidades entre el humo negro de sus "tecés"-pagarés incinerados y victima no por una mano certera y vengativa, sino por sus prepotencias e iniquidades. Junto a ellos, Darrell (Wendell Corey) al rescate de la franja de tierra arrebatada y de paso dedicándose a la caza mayor (Vance), Flo Burnett, (Judith Anderson) arrimándose al olor de dinero "no pagarés". Y entre toda esta jauría humana, la buena gente, los Herrera, apegados a su histórico terruño. Curiosamente, o no tan curioso, hispanos hablando castellano. Y con la voz cantante de Juan Herrera (Gilbert Roland, menos presuntuoso y sobrado que otras veces) amigo de Vance desde la infancia y enamorado desde la juventud. Un Juan Herrera dispuesto a doblegarse ante ella. ¡Ah no! "That is the question". Vance quiere caña, caña que la someta, que la obligue a ser el junco que se dobla. ¿Busca esposo o un nuevo padre?

La frase de Darrell a Vance no pide matrimonio sino que es una clara definición de por donde van a ir los tiros futuros. " Yo no seré tu marido. Tú serás mi esposa..." Todo un tratado de la propiedad.
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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muñecos infernales
Muñecos infernales (1936)
  • 7,2
    2.471
  • Estados Unidos Tod Browning
  • Lionel Barrymore, Maureen O'Sullivan, Frank Lawton ...
8
SERES HUMANOS REDUCIDOS PARA ECONOMIZAR RECURSOS NATURALES ¡MANDA GÜE...!
El Tod Browning cinéfilo nace en 1962. Alguno pensará que me he equivocado de personaje o que empiezo a dar signos de demencia senil. Pero aunque es cierto que, cuerdo lo que se dice cuerdo nunca lo he estado, como la mayoría de los cinéfilos impenitentes, no es este el caso. Realmente Browning es descubierto en su verdadera dimensión a raíz del Festival de Venecia de 1962 donde se proyecta Freaks (La parada de los monstruos), film del año 1932, por el que fue anatematizado, excomulgado, relegado por la MGM a producciones serie B-Z y cuantos "ados" tengáis a bien añadirle.

En el año 1962, antes de su muerte, sufrió una apoplejía, por lo que no es probable que estuviese informado de la marcha del Festival. De haberlo estado quizás hubiese esbozado una sonrisa significativa.

Bien, además de recomendarles encarecidamente Freaks, lo hago también de esta pequeña joya del año 1936 llamada The Devil Doll, donde Browning experimenta una vez más con uno de sus leiv-motiv, la venganza. Una venganza justa y suficientemente fría. La venganza de un banquero francés disfrazado de dulce viejecita, injustamente inculpado de las iniquidades cometidas por tres colegas del gremio financiero. Inciso: Lionel Barrymore como el vengador banquero (que no bancario) está sencillamente magistral. ¡Que gran saga los Barrymore!. Venganza que se perpetra por obra y gracia de adorables muñequitos ¡humanos! reducidos al tamaño Barbie Superstar.

No se puede negar que la cosa tiene su interés. Por un lado están las connotaciones brujeriles, por otro la "necesidad imperiosa" de reducir de tamaño a los seres humanos para economizar recursos naturales ¡manda güe...!, y por último y no menos destacable, la cuestión de unos efectos especiales geniales. En lo brujeril, añadir que la obra de partida "Burn, witch, burn" de Abraham Merritt quedó bastante irreconocible cambiándose bruja por científico loco y señora. Y en lo "socialmente correcto" para la época, mencionar que en Inglaterra se prohibió a los negros de las colonias británicas, no fuese que fuesen a salir con los ojos en blanco y practicando vudu.

Finalizo. He leído comparaciones positivas entre Borzage y Browning. Es cierto que sus leiv motiv eran distintos, amor y venganza. Pero en cualquier caso estoy de acuerdo en que eran dos directores buenos, muy buenos...
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tabú
Tabú (1931)
  • 7,8
    2.370
  • Estados Unidos F.W. Murnau
  • Matahi, Anne Chevalier, Bill Bambridge ...
8
LÁGRIMAS EN EL PARAÍSO
Flaherty y Murnau. Dos formas distintas de transmitir la realidad a través del cine. El documentalista Flaherty dejando que la naturaleza hable por sí misma. Murnau escribiéndole el guión a la naturaleza. Flaherty situando magistralmente su cámara delante mismo de la vida. Murnau colocando la vida frente a su cámara. Por ello estaban condenados a no entenderse. Por eso mismo Flaherty abandona un proyecto que considera artificioso. Sinceramente, en manos de cualquier otro director el proyecto hubiese perdido autenticidad pero con Murnau no. La "ficticia" historia de amor se incorpora a la cotidianeidad de la vida indígena que tal parece que la cámara "pasaba por allí" al tiempo que ocurrían los hechos. Y, aunque la película respira el aire documental Flaherty, es puro Murnau. Un Murnau cosecha del 31 capaz de seducir a los paladares más exigentes.

El Murnau de Amanecer, en el insospechado ocaso de su vida, atacaría con Tabú. Una película, no prohibida sino obligada e imprescindible. Distinta a Sunrise y sin esa nota diferencial que sacude nuestras sensibilidades, pero así y todo una excelente película que habla de vida y habla de muerte, donde se baila llorando y donde en la más absoluta de las tragedias hay tiempo para el amago de una sonrisa. Tabú es desesperación, inocencia, civilización incivilizada y educado salvajismo. Tabú son contrastes. El paraíso cuasi original versus el paraíso perdido.

Y como he dicho antes, el director dispone la vida frente a su cámara, pero el cuadro que dispone para ser fotografiado es idéntico a la vida misma. Probablemente Flaherty encontrase diferencias pero nosotros como espectadores solo encontramos una: La castidad de las vestimentas incluso en las escenas de baño solo es entendible desde tabúes morales a los que ni siquiera Murnau fue capaz de resistirse. El resto tiene el aroma de los limones no del Caribe sino de los Mares del Sur y la barcaza se llama Moana, nombre que no nos sabe a hierba sino a jabón tropical.

Una joya del cine silente, imprescindible para los amantes del cine mudo, los del cine en general y para todos aquellos que conserven algo de sensibilidad dentro de sí en los tiempos que corren.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La noche de la iguana
La noche de la iguana (1964)
  • 7,5
    6.229
  • Estados Unidos John Huston
  • Richard Burton, Deborah Kerr, Ava Gardner ...
9
CON ESOS CALORES Y CON ESAS MUJERES ¿A QUIEN NO SE LE VA LA OLLA?
Tennessee Williams fue declarado no apto para el Ejercito durante la 2ª Guerra Mundial debido a su expediente psiquiátrico, su homosexualidad, su alcoholismo y sus problemas cardíacos y nerviosos. Desconozco si se perdió un buen soldado pero estoy plenamente convencido de que se ganó un excelente dramaturgo. Y es que con ese curriculum personal es imposible, a poco que se den determinadas condiciones básicas, no parir obras maestras. Y La noche de la iguana es una obra maestra de la literatura y del teatro. Y también lo es del cine, porque toda la sensualidad, la fuerza y la pasión que asoman en sus paginas, John Huston las hace carne.

Y ahí están las carnes jóvenes de Sue Lyon, al más puro estilo Silvia Pinal tentando a Simón el Estilita, y las carnes sazonadas de una Ava Gardner cuya madurez consigue que nos creamos que el "animal más bello del mundo" está más que nunca a nuestro alcance. Y es que con esos calores y esas féminas de rompe y rasga ¿Cómo no se nos va a ir la olla?. Reverendo Shannon tiene usted toda nuestra comprensión. Y es que por si dos tazones de tal calibre no fuesen suficientes, el diablo Cojuelo le manda la tercera tentación en el cuerpo y forma de Deborah Kerr que, aunque modosita, seria y buena chica como siempre, se deja ver y querer, y hasta tiene su bagaje de fantasias eróticas.

Pero no solo de pan vive el hombre. El film es mucho más que un derroche de sensualidades varias. Es también un retrato de los conflictos personales íntimos de cada uno de los personajes. Instantáneas de sentimientos tanto en clave de humor como en clave de tragedia. Diálogos irónicos y chispeantes. Verdades amargas que no pueden ser silenciadas. Todo ello empapado en sudor. Esos sudores sureños en los que Tennessee se mueve como pez en las aguas de Puerto Vallarta.

Pero puestos a elegir prefiero, ( mi admirado paisano diría "un buen polvo a un rapapolvos" lo cual vendría también al caso en esta película), a un Richard Burton entre la teología y la vida loca y a una Ava Gardner esplendorosa, en mi opinión la veteranía superando por goleada a los shorts de Sue "Lolita" Lyon.

Y aunque muchos dirán que las escenas mas destacadas son las que se acompañan de bailes sensuales y baños nocturnos, servidor opina que esa parada del autocar sobre el puente, en respuesta a la pregunta turística de "¿Cómo puede haber personas que coman la carne de semejantes monstruos (las iguanas)?" para contemplar formas de vida humana en plena y hermosa comunión con la naturaleza, es un instante mágico de una película tan intensa como imprescindible.

¡Ah! Y el abuelo poeta, y su último poema. ¡Para enmarcar!
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13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Atrapado
Atrapado (1949)
  • 6,3
    168
  • Estados Unidos Richard Fleischer
  • Lloyd Bridges, Barbara Payton, John Hoyt ...
7
¡ QUE NO OS ENGAÑEN... AL LORO!
Los componentes formativos del cine son innegables. Desde saber lo que ocurrió entre tu padre y mi madre hasta aprender todo aquello que siempre quisimos aprender sobre el sexo sin atrevernos a preguntar, pasando por como matar a la propia esposa y otras nimiedades de tal cariz, el caso es que el cine, como el libro gordo de Petete, te enseña, el libro gordo entretiene… , de tal forma que nuestra cultura se hace vasta (con v, no seamos mal pensados).

Traigo esto a colación a propósito del film de Richard Fleischer,Trapped, donde se nos pone al día (de ayer) en cuanto a las competencias del Departamento americano del Tesoro, especialmente por lo que hace a las técnicas de impresión de billetes y a la lucha contra las falsificaciones. Los inicios de la película son una especie de documental sobre el tema para meternos en harina y compadecernos de la señora a la que el Banco retira los billetes falsos al tiempo que la reprende por no estar al loro. Si es que lo ha dicho hasta Laporta “ Que no os engañen. Al loro…”.

La cosa es que me acerqué a la peli, con cara de bueno, pero sobre todo por ver de nuevo a Bárbara Payton quien me dejó unas vibraciones mas que aceptables en “Murder is my beat”. Sin embargo, en Trapped la Payton va más de niña buena que de “femme fatale”·. Y eso que el género de cine negro daba para este tipo de cosas. Pero no, la Payton se guarda las sugerencias para otro día, así que debemos conformarnos con la oferta cinematográfica pura y dura, lo cual no es lo mismo.

Pero resignado y todo, le he sacado partido a una película de un “noir” mas que aceptable, con sus dosis de originalidad, lo cual no es poco en los tiempos que corren, y con un director como Fleischer conocido por sus temas aventureros, digamos Los Vikingos, Barrabás… y que enfrenta el tema de la fabricación de billetes falsos y sus redes de distribución, contando con un joven LLoyd Bridges, patriarca de la saga Bridges, en un trabajo interesante, donde como cantaban Los Módulos, Todo tiene su fin, referido a las maldades y a los malos, evidentemente.

Por cierto, graciosillo el chiste del policía al dar un nombre ficticio al delincuente: “ Podría llamarse Bridges. Es el apellido de mi suegra y siempre desee ver como quedaba escrito en una ficha policial”.

Las cosas que hay que ver ¡eh sir John!
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drácula
Drácula (1931)
  • 7,1
    7.959
  • Estados Unidos Tod Browning
  • Bela Lugosi, Helen Chandler, David Manners ...
8
LAS TELARAÑAS LE SIENTAN TAN BIEN...
Lo de buscar los orígenes de Drácula me parece una tarea al menos tan ardua como la incansable búsqueda del "doctor Livingstone supongo" así que nos ceñiremos a los orígenes literarios donde las cosas están algo más claras y se acepta universalmente a Brian Stoker como el padre de la criatura, circunstancia avalada por las continuas reclamaciones de derechos solicitadas por su viuda Florence con motivo del Nosferatu de Murnau, un Drácula expresionista tan genial como camuflado.

A partir de ese momento la viuda Stoker empezó a hacer concesiones, evidentemente con compensaciones monetarias, lo que permitió su traslado a Broadway donde Hamilton Deane y John L. Balderston toquetearon el guión para adaptarlo a los gustos del público. Estamos hablando de Nueva York, octubre del 27, con Bela Lugosi (desconocido por aquel entonces) como protagonista. Se ruega no confundir con musicales más modernos. El toqueteo estuvo bien. Tanto que la Universal también entró en tratos con la viuda de Drácula para hacerse con sus derechos cinematográficos, circunstancia harto difícil y que se resolvió muy favorablemente gracias a la capacidad de seducción del tal Bela o al menos eso dicen las lenguas de doble filo.

El caso es que Lugosi estaba obsesionado con el papel. Un papel que Tod Browning y Carl Laemmle Jr., dueño e hijo del fundador de los Estudios Universal, tenían preparadísimo para Lon Chaney y que al fallecer este, fue ofrecido también a Conrad Veidt. Sin embargo el papel acabó siendo para Lugosi quien aceptó cobrar un salario bastante bajo, incluso por debajo del de David Manners en su rol de un letrado del conde Drácula mucho más vampiro de lo habitual.

Esta versión de Tod Browning (La parada de los monstruos, Garras Humanas) es todo un clásico. Uno de esos clásicos de terror imprescindibles, aunque sepamos que de terror " rien de rien". Una de esas películas que crea escuela y a la que el paso del tiempo y sobre todo la evolución del cine y de sus técnicas van dejando envuelta en las telarañas del olvido. Claro que las telarañas le sientan muy bien a una película de vampiros y si encima les damos un baño musical en El lago de los cisnes de Tchaikovsky pues la cosa pinta bien y es asignatura obligada para aprendices de esto del cine como yo.

Morbo añadido: El tal Bela Lugosi acabo sus días creyéndose Drácula. Tanto es así que se dice, se comenta que dormía en un ataúd y que una vez muerto fue envuelto en la capa de forro rojo. Lo que ya no se ha dicho es si se levanta por las noches...
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8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Río Grande
Río Grande (1950)
  • 7,2
    5.604
  • Estados Unidos John Ford
  • John Wayne, Maureen O'Hara, Ben Johnson ...
8
MI NOMBRE ES JOHN FORD Y HAGO WESTERNS
"Mi nombre es John Ford y hago westerns". Una frase incompleta como tantas frases lapidarias, pero muy ilustrativa de por donde "van los tiros". Porque John Ford es un director genio entre los genios. Con obras mayúsculas y geniales como Las uvas de la ira o Que verde era mi valle. Pero si jugamos a asociar palabras, Ford se asocia con western. Y entre los westerns, por descontado La diligencia. Y también la trilogía de la caballería: Ford Apache, La legión invencible y Rio Grande. 3 películas y un estilo. El estilo de un maestro.

Probablemente hasta aquí la unanimidad sea completa. A partir de aquí comienzan las comparaciones, la búsqueda de las 7 diferencias que no errores, etc. Por mi parte soy de los que prefieren Fort Apache. Y es que debo confesarles que uno de los juguetes preferidos de mi infancia fue un fuerte, construido palo a palo por mi padre en aquellos tiempos donde la tele todavía no marcaba las horas. Apostados en sus empalizadas situaba estratégicamente los americanos tan buenos ellos disparando sin errar un tiro contra los emplumados sioux. Seguro que la sombra de Ford ya era por aquel entonces alargada y la idea de tal bricolaje debió ocurrírsele a mi progenitor viendo alguna película suya.

Bueno, dejo ya de hablar de la edad de piedra y me centro en Rio Grande. Y sin desdecirme de mis preferencias, quiero romper una lanza en su favor porque entiendo que, sin ser una película magistral es un trabajo muy fordiano, donde sus constantes nos visitan de nuevo.

Ford nos ofrece una visión épica del western, evidentemente desde el lado de las barras y estrellas, pero revistiendo la épica de humanidad. Sobrecoge el inicio del film donde las mujeres buscan a sus hombres entre los soldados de la patrulla que regresa. El Oeste salvaje es menos salvaje con Ford. Más humano. Y en ese sentido son comparables los westerns de Jacques Tourneur y John Ford. Sin embargo Ford es único en cuanto a acción, a galopadas a toque de corneta, a diligencias, a carromatos. Y aquí hay de todo eso. Pero se le va la mano en cuanto a dosis de familia "unida", otro tema muy querido de Ford. La presencia del hijo y la mujer del coronel (John Wayne) desvían la atención del conflicto que no es otro que las contiendas fronterizas con los indios y las limitaciones políticas al cruce del Rio Grande. Puestos a prescindir, el personaje de la esposa interpretado por Maureen O,Hara, podría haberse suprimido perfectamente en los papeles. Alguien dijo que estarían entrenando para El hombre tranquilo. Seguro.

Insisto la película es excelente sin llegar a la condición de magistral. En la escena de la serenata en honor de la señora York observen como la cámara no retrata rostros sino sentimientos. Puro Ford. Los planos fotográficos supliendo a las palabras. A eso, evidentemente, no podía jugar de chico. La vida me lo enseñó después...
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19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
El millonario
El millonario (1954)
  • 6,5
    1.179
  • Reino Unido Ronald Neame
  • Gregory Peck, Ronald Squire, Joyce Grenfell ...
6
UN CHEQUE DE ETERNO VENCIMIENTO
Especialmente conocido por haber dirigido La aventura del Poseidón, taquillero ejemplar de un cine catastrofista muy en boga por los 70 y con otros films de prestigio como Un genio anda suelto, a Ronald Neame puede definírsele como un hombre de cine. Amigo de Hitchcock o de David Lean, fue ayudante de cámara, fotógrafo, productor y finalmente director con trabajos interesantes, además de los citados, como The Chalk Garden (Una mujer sin pasado).

El millonario se basa en un relato de Mark Twain seleccionado por John Bryant, director artístico en Oliver Twist de David Lean, reconvertido en productor de Neame con pluriempleo de diseñador de escenarios. Gregory Peck se convirtió digamos en el protagonista casual de la película. El propio Ronald Neame reconoció que en ningún momento habían pensado en una estrella americana para dar popularidad a la película, pero que la estancia de Peck en Paris y sus deseos de permanecer un tiempo en Europa facilitaron las cosas.

Ronald Neame nos ofrece un retrato de la Inglaterra eduardiana y desencasilla un poco a Gregory Peck de sus papeles dramáticos y aventureros. Esta incursión del capitán Ahab en el terreno de la comedia es a mi juicio dignísima pero sin que tengamos en ningún momento la sensación de que el cine se perdió un gran actor cómico. Su estilo "papá piernas largas" esboza sonrisas pero poco más. Claro que, tampoco la novela de Twist es desternillante. Tiene su punto reflexivo y de sátira a una sociedad que valora más por las apariencias que por la propia realidad. Planteamientos difíciles de asumir en los tiempos actuales y es que eso de que los restaurantes, las sastrerías y los hoteles de lujo condonen o aplacen "eternamente" el cobro de sus derechos parece ciencia ficción.

Film digno y entretenido, pero prescindible.
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13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ana Bolena
Ana Bolena (1920)
  • 6,7
    293
  • Alemania Ernst Lubitsch
  • Emil Jannings, Hedwig Pauly-Winterstein, Hilde Müller ...
8
LUBITSCH Y LA CULTURA DE LAS CABEZAS CORTADAS
La concordancia entre los acontecimientos narrados en el film y la vida real de Ana Bolena es plena en cuanto a los hechos relevantes y probablemente discutible en el resto. Ana Bolena fue la segunda esposa de Enrique VIII, cuyo matrimonio junto al divorcio anterior de Catalina de Aragón fueron la causa del cisma con el Papado romano y el origen de la iglesia anglicana. Acabó sus días decapitada acusada de infidelidades varias. Bien, esta línea argumental se mantiene en el film de Lubitsch, pero en cuanto al resto, se toman más de una licencia y es de entender, dado que compendiar una vida tan intensa en dos horas, es imposible, aunque se trate del buen cine de Lubitsch.

Aquí hablamos de cine pero en ocasiones es imposible continuar sin un breve repaso a la asignatura histórica, muchas veces más pendiente de lo que sería aconsejable. Y
Lubitsch es el titular de la cátedra, que ya en 1919 había enseñado como ruedan las cabezas en "Madame DuBarry" y que en 1945 daría otra lección magistral con la vida de Catalina La Grande en "La zarina, un escándalo real". ¡Que mejor que la cultura europea retratada por un europeo!

Lubitsch trabaja con Emil Jannings, uno de los actores más grande de su tiempo. Su interpretación de Enrique VIII es tan genial como creíble. Tanto es así que si observamos el cuadro de Hans Holbein el Joven, sospecharemos que el modelo era más Emil que Enrique. La oveja Dolly no podría tener un clon más perfecto. Pero además, Jannings da a su interpretación una intensidad y un verismo de tal calibre que constituyen el mejor activo de la película. A su lado Henny Porten, quien venía de colaborar con éxito en el film de Lubitsch, "Las hijas del cervecero" no da la imagen de sensualidad y belleza que probablemente fue una de los rasgos de la Ana Bolena real. Además Henny fue una de las primeras actrices en trabajar con mínimo maquillaje y centrarse en las cualidades melodramáticas de su papel. En ese aspecto está plenamente acertada pero fuera de la imagen preconcebida, lo cual tratándose de un personaje como Ana Bolena supone un handicap.

Estamos ante una superproducción de la época. Un film donde participaron 5000 extras, 500 caballos, 380 escultores para reproducir la Abadía de Westminster, por no hablar de los 14 capataces, 200 carpinteros, 400 estucadores, ni de los 16 vestidos confeccionados para Henny Porten o los 10 para Emil Jannings. Y al frente, un Lubitsch, rey de la comedia de enredos y flirts pasionales, en su salsa. Y es que Enrique VIII daba mucho juego en este tipo de cosas.

La película es excelente. Ahora bien, de excelente a obra maestra hay un trecho, aun tratándose de Lubitsch. De cualquier modo, el título de su estreno neoyorkino "Deception" no parece tener nada que ver con la calidad de la película. Creo.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida íntima de Julia Norris
La vida íntima de Julia Norris (1946)
  • 7,5
    604
  • Estados Unidos Mitchell Leisen
  • Olivia de Havilland, Mary Anderson, Roland Culver ...
9
" PARECÍA QUE ME ESTABA INTERPRETANDO A MI MISMA Y NO A OTRA"
Sin pretender entablar polémicas sobre los semblantes más dulces de la historia del cine, que haberlos háilos y en abundancia, mi apuesta por Olivia de Havilland seguro que tiene alguna chance. En esta línea de pensamiento no es de extrañar que la Warner le ofreciese personajes "almibarados y acaramelados", es decir, con altas dosis de glucosa. Pero, como suele suceder, especialmente cuando sucede, debajo de las caritas de no haber roto nunca un plato, se esconden personalidades capaces de poner firmes al Capitán Trueno, al Capitán América y, como seguramente están pensando, al Capitán Blood. Pues eso. Olivia salió respondona y entabló pleitos con la productora.

¡Tengas pleitos y los ganes! Tal sucedió. Y en 1946, nuestra Olivia elige sus propios trabajos. Y entre ellos, La vida privada de Julia Norris (To each his own) bajo la dirección del maestro Mitchell Leisen. ¡Bingo! Oscar a la mejor actriz. En el 49, ya saben, La Heredera de William Wyler, nuevo Bingo, nueva línea y todo lo que ustedes quieran. Otro Oscar. Por una vez la justicia sería ciega pero no tonta y le había dado la razón a la ACTRIZ. Dos papeles formidables de esos por los que las actrices serían capaces de todo y que fueron para una actriz de auténtico carácter.

Se ha dicho que Leisen, en sus años de esplendor, era el director que más dinero hizo ganar a la Paramount. Curioso el olvido del director de trabajos tan interesantes como "Comenzó en el trópico" (1937) o "Recuerdo de una noche" (1940). Director que ando revisando y que, por descontado, con trabajos como éste, seguiré haciéndolo. Un auténtico enamorado de la elegancia que se inició como diseñador de vestuarios decorados. Un amor por la belleza que no le abandonó en su trayectoria cinematográfica.

El guión de Charley Brackett (El crepúsculo de los dioses, Ninotchka) era tan excelente que Olivia declaró al periodista del Parade Magazine, LLoyd Shearer : " El guión era uno de los más perfectos que yo había leído. Diálogos delicados pero con fuerza y el carácter de Jodie Norris, romántico y sentimental. Parecía que me estaba interpretando a mi misma y no a otra".

Leisen y Brackett quedaron tan satisfechos del trabajo de Olivia de Havilland que el último día del rodaje se presentaron ante ella con un calvo embutido en un traje de goma color oro. ¡El Oscar!. Anticipo de su primera estatuilla.

Les diré algo. Cuando vi esta película no sabía nada del premio. Pero, estaba cantado...

Se preguntarán. ¿De que va la película? Con todo lo que les he dicho ¿ no creen que pueden descubrirlo por Uds. mismos.?
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29 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bad Girl
Bad Girl (1931)
  • 6,6
    146
  • Estados Unidos Frank Borzage
  • Sally Eilers, James Dunn, Minna Gombell ...
7
BORZAGE Y SU ROMANTICISMO PAN ENCEBOLLADO
Bad Girl es un film claramente Borzage con ese romanticismo  “pan encebollado” tan sui-generis y donde al más puro estilo príncipe de Salina, las variaciones respecto a otros films de su autor, hacen que todo siga igual. Y así la vida es compendiada por el protagonista como una ascensión desde el segundo piso donde se nace al quinto donde se muere. Visión no tanto catastrofista como depresiva y propia de una época de carencias, penurias y sueños rotos. Historias de una escalera que diría Buero Vallejo. O El Pisito de Marco Ferreri. O las horas extras de todos los españoles. Que las hemos visto de todos los colores…

Pero aquí, volvemos a estar en los años difíciles de las secuelas del 29. Igual que en Castle Man el caldo de cultivo no es otro que la supervivencia. Y en ese caldo, el amor borzaguiano, tan romántico como siempre, aunque en este caso carente de la poesía visual, hablada o escrita que caracteriza otras obras. La continua falta de léxico de Eddie, sus enervantes  “O.K.”, la “bad girl” íntimamente buena, cuyas maldades son hoy cuentos infantiles, las “bronquitis” juguetonas de Edna y hasta las “turcas” del vecino aficionado a los quesos olorosos, hacen que la película discurra por cauces menos almibarados que en otras ocasiones, pero eso sí igual o más de enamorados.

Película premiada con el Oscar al mejor director y al mejor guión adaptado. Nada que decir. Borzage era de los directores estrella de aquellos años y su cine solía estar en la primera línea de los premios. Tan solo un pero, pequeñito, minúsculo, ridículo. Se supone que debería darse la impresión equivocada de que ninguno de los dos futuros progenitores está contento con el  “por venir”. Y es que el niño seguramente será blanco pero el porvenir pinta negro como el tizón. Pues bien, los espectadores no acabamos de tener muy claro la razón de las desavenencias en una parejita tan enamorada. Ambos desean el hijo, pero no comunican bien entre ellos. Y esta falta de comunicación llega incluso a despistarnos a nosotros. Pecata minuta.

Buen film, algo inferior a otros trabajos comentados del director, pero muy en su línea, y donde junto a ese particular enfoque romántico se entremezclan rasgos de comedia de enredo y algunos diálogos ocurrentes y chispeantes.
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fueros humanos
Fueros humanos (1933)
  • 7,0
    397
  • Estados Unidos Frank Borzage
  • Spencer Tracy, Loretta Young, Glenda Farrell ...
9
EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CRACK
Me viene a la memoria El último romántico de Nicola di Bari. Lo busco en You Tube. Lo escucho mientras escribo este comentario. Y me pregunto ¿Me estoy desfasando? Yo, devoto de Blade Runner, Alien y El padrino, encandilado por el cine de Borzage y los ojos de Loretta Young. ¿Que hace un chico como yo en un lugar como este? Será que cuando uno ya no es tan chico lo esencial le gana el terreno a lo accesorio. Será.

Una vez expulsados un poco mis demonios, hablemos de Borzage y de esta obrita maravillosa. Y digo obrita no minusvalorándola sino en un tono intimista. Con esa intimidad que sigue a 80 minutos de amor. ¡ Oigan, que ya es amor, no vayan a creer! Amor del de antes. Del de contigo pan y cebolla. Del amor en los tiempos de aquel crack bursátil más mortal que el cólera.

Y frente a ese amor, una tronera para mirar las estrellas y las aves que vuelan. Símbolos de una libertad que se entremezcla con la ruidosa sinfonía de los trenes en movimiento. Y Billy (Spencer Tracy) soñando y Trina (Loretta Young) dejando soñar. Semejante a un hermoso cuento donde las verdes praderas, los palacios, las princesas y las puestas de sol han sido sustituidas por poblados chabolistas, chicas hambrientas y hombres anuncio destellando en la noche. Eso sí, el colorín colorado y el comieron perdices no falta.

Y todo ello en una trama de pequeñas cosas, de palomas, de maíz, de Bíblias, de esas flores llamadas zenias, de béisbol, de Babe Ruth, de alguna borrachera que otra, de zancudos hombres anuncio, de delitos perdonables y perdonados viendo a Billy dando cuerda al muñeco de juguete. Y sobre todo, una cocinita, ese claro objeto de un deseo enamorado. Cocinita igual a amor. No saquen conclusiones precipitadas. Aquí no se está hablando de quien cocinará después. No vean machismos ni feminismos. O al menos déjenlos para luego. En un principio la cocina es una declaración de amor sin palabras.

Aunque, y esto es lo mejor, el tren se aleja y la cocinita queda triste y sola como la escuela. Y los plazos sin pagar...

Una joya,
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14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El embrujo de Shanghai
El embrujo de Shanghai (1941)
  • 6,7
    926
  • Estados Unidos Josef von Sternberg
  • Gene Tierney, Walter Huston, Victor Mature ...
8
DONDE VON STERNBERG RECUPERA SU EXOTICISMO
Los intentos de las productoras por sacar adelante un guión basado en la obra de John Colton fueron frenados por los estamentos encargados de las victorianas moralidades. Hasta 30 andanadas resistió la MPAA (Motion Picture Association of America). Paramount en el 26, Universal y United Artist en el 29, Columbia en el 30 y sucesivamente, lo intentaron, pero el éxito de Broadway era muy provocador y Mother Goddam (puñetera) no sonaba demasiado bien y además las referencias a drogadicciones y ninfomanías eran impresentables. A Mother Goddam se la intentó llamar Mother Satan pero ni por esas. Y en eso llega el Código “Todas somos puritanas, hermanas” Hays y todos se retiran con el rabo entre las piernas hasta que en el 41 el productor Arnold Pressburger consigue, aligerando el guión de connotaciones antijaponesas y de otras baratijas, que se dé luz verde al proyecto. La historia quedó hecha unos zorros y donde dije prostíbulo, opiáceos y sexo, digo casino y sobreentendidos. Y aquí no pasa nada. Bueno, lo único que pasa es que los espectadores quedamos descolocados, que una Madre Gin Slin ¿Porqué no, Carajillo Slin? encaja más como "madame" que como empresaria del juego. Topamos con la iglesia. Pero aún así el film tiene y ofrece mucho.

¿Dónde está el embrujo? Sin la diva oficial, evidentemente Marlene Dietrich, uno puede suponer que Gene Tierney, bella entre las bellas, está en la pool position para hacerse con el título de embrujadora oficial del reino. Pues no. La Tierney tiene belleza pero no embrujo. El embrujo es Shanghai, la ciudad de los pecadores impenitentes, del untamiento y la corrupción, de las máscaras sobre el rostro y sobre el alma.

Y es que Josef von Sternberg recupera aquel "exoticismo" de sus inicios. Lo une a la sensualidad intuida y al sexo sugerente. Es una Shanghai sórdida de vicios públicos y escasas virtudes. El juego, la bebida, la codicia, la pasión, los celos y el desdén se dan cita en ese casino donde las ganancias se elevan en el aire en cestillos protectores y donde un croupier debe pelearse para imponer sus "rien ne va plus". Y en ese exoticismo destacar tanto a Victor Mature, Omar, "doctor en nada, lo cual no hace daño, a diferencia de otros doctores", y Ona Munson como a Mother Gin Slin. Respecto a Mature, autodefinido poeta de Shanghai y Gomorra, ofrece una de las actuaciones más creíbles y perfectas que le recuerdo como actor. Ona Munson, caucasiana haciendo de china, como solían mandar los cánones, lleva el peso del film y debajo de unas capas de maquillaje oriental esconde a una excelente actriz a revisar.

Las críticas no fueron favorables. El New York Times la calificó de pretenciosa, opaca, con malas interpretaciones de los actores principales e incluso tildaba el final de risible. Eso dejo algo tocado a Von Sternberg quien dijo que si filmó la película fue para introducir a su amigo Pressburger en una tierra extraña. Sin embargo, el tiempo ha encumbrado a la película a un rango de excelencia.
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20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El capitán Kidd
El capitán Kidd (1945)
  • 6,5
    1.029
  • Estados Unidos Rowland V. Lee
  • Charles Laughton, Randolph Scott, Barbara Britton ...
7
LAUGHTON Y CARRADINE SALVAN LAS DISTANCIAS
¿Les gustan las de piratas? Seguro que pasan un rato entretenido. ¿Son seguidores de ese excepcional actor (para mí probablemente el mejor) que se llamó Charles Laughton? Seguro que disfrutan con su actuación. Lo mismo les digo a los fans de Randolph Scott y John Carradine. Dos alicientes más para ver esta película a los que hay que sumar una banda sonora de Werner Janssen, nominación al Oscar incluida.

La película se basa en el personaje real del capitán Kidd a quien la historia considera uno de los piratas más sanguinarios de todos los tiempos. Aunque también se asegura que gozaba de patente de corso. Ya saben, el permiso real a cambio de favorcitos a la corona. Y Rowland V. Lee, director poco conocido pero con algunos éxitos en el género aventurero serie B le saca cierto partido a la historia. Pero, les diré algo, los méritos del film se los lleva, como casi siempre, Laughton. Tres cuartas partes de la nota son suyas. El resto a repartir: Un buen mordisco para Carradine, otro para la música...

¿Las migajas? Algunas perlas del guión:

"No hay nadie tan leal como aquellos cuyas vidas están sentenciadas a muerte y que saben que al final del viaje pueden tener el perdón real en sus bolsillos"

(El capitán Kidd dirigiéndose al rey y en referencia a la tripulación que pretende incorporar para sus fechorías)

El rey: "Os hago responsable de su buena conducta"

Kidd: Entre su conducta y la mía, no notareis la diferencia.

Y todo ello al más puro estilo Laughton. ¿Manierismo? Digamos, recreación de personajes desde todos los ángulos posibles para su gran versatilidad como actor.

Mencionable también la figura de un "valet" enseñando buenos modales y reglas para no sorber la sopa (Reginald Owen). Ciertamente no muy típico en las películas de bucaneros. Pero estamos ante un film un tanto atípico que tiene de todo, cofres del muerto, botellas de ron, cenas de "educados" oficiales, batallas navales, duelos a espada. No recuerdo al loro. Pero que, aún teniendo de todo, queda un tanto retirado de los grandes films del género. Eso sí, Laughton, con la colaboración de Carradine, salvan las distancias.
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13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
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