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Voto de Sandro Fiorito:
7
Western Sabata (Lee Van Cleef), un pistolero de pocas palabras, llega a una pequeña ciudad de Texas para frustrar el robo de un banco, y descubre que se trata de un complot de los dirigentes de la ciudad que quieren comprar las tierras sobre las que se construirán las vías férreas del nuevo ferrocarril. Sabata chantajea al líder, Stengel (Franco Ressel), que luego envía varios matones para intentar matarlo. Uno de esos asesinos es Banjo ... [+]
30 de junio de 2010
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buen spaghetti-western con el gran Lee Van Cleef (La muerte tenía un precio, El halcón y la presa) a la cabeza del reparto encarnando a Sabata, un hombre misterioso y con mucho de los personajes pincelados antaño por Leone, que llega a Daugherty City, una pequeña localidad texana sumida en una estrategia comercial preparada por tres de los hombres más poderosos de la ciudad, comandados por el impoluto Stengel, quien pone en su punto de mira el banco local, que ordena asaltar por sus hombres. Una cifra estimada en cien mil dólares en oro del ejército norteamericano se encuentra alojada en la caja fuerte que se sustraen los hombres de Stengel (Franco Ressel), interrumpidos por la puntería y la audacia de Sabata, que dinamita el robo.

Así, Sabata se establece en la ciudad a la espera de una recompensa del ejército y con el cálculo de recibir una cantidad mayor de las manos de Stengel, a quien extorsiona. Siempre queriendo hacer las cosas de una forma que no supere los límites legales, Sabata se servirá de la ayuda de dos de los típicos hombres que por norma general reciben el desprecio en un pueblo de estas características: el borracho, orondo y bonachón Carrincha (Ignazio Spalla), y el apodado “Macaco” (Aldo Canti), un indio con unas increíbles facultades acróbatas, fiel a Carrincha y siempre instalado por alguno de los tejados de la ciudad, sin mediar jamás una sola palabra. Como un buitre esperando su momento, se encuentra el pachón de Banjo (William Berger), acompañado en todo momento por el instrumento que le da nombre y con la seguridad de tener un lazo en común con Sabata.

La película, dirigida por Gianfranco Parolini (Seis balas... una venganza... una oración), cabalga entre la polvareda de la acción y los toques surrealistas o exagerados en ciertas escenas, llenando la pantalla de toda una serie muy agradecida de originales estratagemas y otra serie de trucos que se pueden presenciar tanto en la cuidada forma de robar un banco, como en la manera de esconderse o “mimetizarse” de alguno de los personajes o lo sorprendente de en qué lugar se guarda una pistola apuntando directamente al objetivo. Simpática por la relación que guardan los protagonistas entre sí y animada por su desarrollo en general, resulta grata de ver tanto por su conjunto como por la caracterización y buena interpretación de los personajes de Sabata y Carrincha, siendo una cinta muy recomendable para los amantes del spaghetti-western y del género principal en general.

La fotografía, de Sandro Mancori, se detiene en primeros planos, gusta de moverse con rapidez, busca perspectivas que van de abajo a arriba, muestra los detalles más originales de cerca y se reconoce su tacto al situarse en una de las escenas tras las polvorientas botas de los protagonistas. Mención aparte para la buena banda sonora compuesta por Marcello Giombini, animada, traviesa y marcadamente “spaghettera”, que ayuda a una mejor digestión del film.
Sandro Fiorito
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