Sobreactuados. Así se muestran Fele Martínez y Judith Diakhate en este corto lento de Mateo Gil. Y es que el resultado viene a ser un anuncio de perfumes, una presuntuosa muestra de cine presuntuoso, una concatenación de edulcorados y artificiales diálogos que no llevan a ningún sitio.

Conclusión. A pesar de tener 14 minutos escasos de duración, se hace muy largo este cortometraje, por lo menos a mí. Sin más trascendencia.

A pesar de las abundantes críticas en su contra, yo voy a romper una lanza a su favor. Cierto que es una temática muy mascada, que no ofrece nada nuevo bajo el sol, que está completamente dirigida a un público infantil-adolescente. Pero vaya, es entretenida. Y bastante, además. Pasamos a la materia:

- Ahora hay niños con poderes, que se clasifican según éstos y a razón de diferentes colores. Y son buscados y perseguidos, y ellos escapan, buscan un oasis neohippy en donde viven todos los muchachos en armonía y allí que van. Por en medio, amor y algunas escenas de acción destacables.

- Amandla Stenberg hace un buen papel, y eso hay que reconocerlo. Es una actriz que tiene mucho potencial y a la cual deberemos estar atentos en un futuro. El resto del elenco no destaca en nada en particular.

Sin más, una película de la que no esperaba nada del otro mundo y que me sorprendió gratamente en el sentido de que me entretuvo bastante. Queda abierta la saga y ver qué tal continúa.

Un personaje anodino. Greenberg pretende ser profundo, pretende ser diferente, pretende ser original... La pretención se queda en eso. Noah Baumbach (junto a Jennifer Jason Leigh) escribe y dirige una historia fallida, la de un cuarentón en crisis (que ha pasado hasta por un psiquiátrico) que, intentando encontrarse a sí mismo y a la vez, respuestas a sus preguntas existenciales, se "retira" a la mansión de Los Ángeles de su hermano para meditar, para reposar, para no hacer nada. En su camino se cruza una Greta Gerwig que quizá sea lo mejor de la película, una joven que quiere ser cantante y que, sorprendentemente, se enamora de un personaje odioso y repelente.

Reparto. Ben Stiller pone cara de Ben Stiller en un registro que no es el suyo. Para diferenciar a esta peli "culta" de sus normales comedias, se le dota de un peinado y una vestimenta pseudo-indie y de dos reflexiones más o menos profundas. Paren de contar. Hay cameos de caras conocidas, pero sin ninguna relevancia. Lo de Greta Gerwig ya quedó claro en el párrafo anterior, aunque su personaje permisivo y totalmente sumiso a las boberías del tal Greenberg le restan algunos puntos.

Resumen. Perfume de película grande con una crítica a la que le sube la libido estas historias del submundo indie que no es más que una historia plana y carente de interés y de gracia. Olvidable y prescindible.

Película plana, sin ninguna innovación, muy cargada de buenismo y de colegueo, en donde se nos cuenta la historia de un niño con deformidades faciales que se incorpora al colegio y su día a día con unos compañeros de clase que cumplen todos y cada uno de los estereotipos. El mensaje que se traslada no es del todo anodino y si se pudiese sacar algo en claro son las buenas intenciones y la perseverancia ante las difiultades. Pero... ¿es eso suficiente para tener una nota infladísima y unas críticas tan benévolas? Por mi parte considero que no, y me siento extraño al disentir de esta manera (¿habré visto otra película?).

El reparto, que pretende ser de lujo, esconde algunas trampas: Owen Wilson es testimonial e intrascendente. Un padre que ni pincha ni corta, un recurso que sólamente sirve para recargar de nombres conocidos el plantel. Julia Roberts no está ante el papel de su vida (ni creo que lo pretendiese), pero tampoco trasmite el haberse tomado en serio un personaje que evidencia muchas lagunas sentimentales. Mandy Patinkin se reserva los cameos ya que en totalidad no aparece ni 10 minutos en pantalla.

El guion sigue el plan típico de este tipo de películas, sin desviarse ni un ápice de la dirección propuesta. Eso me lleva a preguntarme qué le habrán visto a esta historia y a su ejecución para ser valorada de esta manera. "Wonder" no es una mala película, ni mucho menos. Pero es una película que, en mi caso, se me antoja olvidable.

Un 6 por el trabajo de Taraji P. Henson. La historia está cogida con pinzas y eso se nota desde un principio. Los vaivenes argumentales así como la dualidad moral de Mary son baches que sólo se salvan por esa protagonista tan bien cuidada y llevada por esta gran actriz. Así, la banda sonora también sube algún puntito a la nota final.

La historia. Una asesina a sueldo y el hijo de una de sus víctimas. Una mujer de mediana edad y un chico abocado a las calles que se salvan mutuamente.

Visible y olvidable. Lo dicho: la nota por Taraji P. Henson.

Propuesta. Mar Coll nos sumerge en la historia de una familia pudiente de la burguesía catalana a través de diferentes conextos históricos: 1996, 2004, 2008 y 2012. La relación del padre con el resto de la familia y su excesivo celo protector marcan la temporización y recalca el desgaste producido por los años y por su propio carácter.

Jacobo Vidal. Nuevo antihéroe moderno, es la consecución de las incomodidades personales hacia una sociedad basta e impersonal. La búsqueda de un futuro mejor para su familia le obsesiona, así como las pesadillas que le persiguen cada noche. Se matiza también su nulo feeling con su padre, aquél que asesinó a su perro en la infancia y que parece el punto de partida en su carácter.

Conclusión. Una maravilla de serie, de lo mejor de este año sin duda y de los últios tiempos también. Gonzalo de Castro está increíble en un papel increíble. El resto, pura golosina. Recomendable de todas, todas.

Homenaje. El cine negro que resucita en esta cinta cuyas cabezas de cartel son una Yvonne Strahovski-mujer fatal y un Adrien Brody más Adrien Brody que nunca. El actor de "El pianista" eleva al cubo su eterna no-pose, su falta de carisma, su incapacidad para gesticular algo que sea un poco más que una simple cara triste. El homenaje existe como tal, y la preciosa música que acompaña al relato transporta a otra época, y hace que huela a cigarrillo a pesar de no ver muchos en pantalla, y hace que las noches transmitidas sean un poquito más oscuras. Pero el globo se desinfla a medida que avanza la trama. El metraje excesivo no ayuda a seguir la historia como se seguiría durando veinte minutos menos.

HIstoria. Y es que todo se juega a la atracción. Yvonne Strahovski está brillante en las escenas en que ocupa toda la pantalla. No es de extrañar que el "deprimido" Brody se sienta atraído por ella a las primeras de cambio. También hay un asesinato. Y algunas mentiras. Y enlazar tantos cabos sueltos se le antoja una tarea complicada a un Brian DeCubellis que no consigue rematar la faena envuelto en tantas y tantas cintas de vídeo.

Recomendación. Se hace lenta pero tiene algunos momentos interesantes. Si no se le hace mucho caso al careto de Adrien Brody puede resultar hasta entretenida.

La historia. Un poquito más de lo mismo, y con el agravante de tener algunos capítulos soporíferos que dejan al espectador con la sensación de no tener nada que echarse a la boca. Asesino en serie, grupo de policía-psicólogo-dibujante que se pone en su búsqueda, pandilla de policías corruptos cuya finalidad para entorpecer la investigación no queda en ningún momento resuelta... El contexto histórico no se explota casi nada (imagino que el presupuesto tiene parte de culpa) y sí que deja algún detalle de las innovaciones policiales de la época.

Elenco. El dúo Daniel Brühl-Luke Evans funciona a cuentagotas. La amistad que les une nunca consigue convertirse en un vínculo creíble. Todo lo contrario. Funcionan mejor cuando están por separado. Dakota Fanning desaprovecha un papel bastante apetecible, el de mujer pionera en la policía de Nueva York, y se reviste de caras contemplativas y de un simétrico asentimiento a todo cuanto va sucediendo en la trama. Los secundarios no están nada mal, tanto los niños como los policías que conforman el elenco.

Ambientación. Por otra parte, muy conseguida. A pesar de no ser una serie con un presupuesto excesivamente alto, el vestuario y el ambiente neoyorkino de finales de siglo XIX está plenamente logrado. Tal vez es el apartado en el que más puntuación pueda darle.

En resumen, una serie discreta que me hace pensar en lo que pudo haber sido. Una lástima por lo desaprovechada en muchos sentidos y con una recreación de época bastante notable. Se deja ver sobre todo en sus episodios finales y remata la historia con premura y prisas.

La historia. Leñador y famila (padre con demencia incipiente incluido) contra unos capos locales de la droga. Bosques, nieve, algún acantilado... ¿les suena? Temática manida, mordisqueada, usada y reusada.

Personajes. Pues el Momoa no sabe llorar. No le den esos disgustos dramáticos, que lo suyo es poner cara de tipo duro. Aquí intenta aparentar angustia con algunas muecas que se quedan a mitad de camino. Lo demás de su personaje, esperable y nada del otro mundo. Luego está el padre, que se va olvidando de dónde pone las cosas, quién es quién en esa casa, y la excusa se puede extender a olvidar el guion. Los malos son penosos, de nivel película serie B canadiense. Ah, esperen, que esta peli es de Canad...

Final. Después de un desarrollo que se ve con mucha pereza dados los pocos alicientes que promete la película, lo más alucinante se nos presenta al final. El desenlace y las artimañas del protagonista consiguieron dejarme con la boca abierta. Y no es para menos. ¿A quién se le habrá ocurrido semejante broche final?

Una gran nada. "Aloha" representa casi dos horas de un guion inexistente, una historia vacía que no viene de ningún sitio y que, por supuesto, no se dirige a ningún lugar (o al final tal vez ni eso importe). Es una pérdida de tiempo supina, una tontería insustancial que no puede ser salvada por ese reparto decente en donde no destaca nadie. El personaje de Bradley Cooper intenta representar a un ex-soldado sumido en un profundo dolor existencia, características de las que se libra pasados diez minutos. Emma Stone pasea por el set como mirando el reloj y Rachel McAdams cambia su eterna cara de ternura por unas muecas que no se sabe muy bien de qué son. Bill Murray ni siquiera tuvo que pasar por maquillaje para salir en semejante despropósito (aféitate al menos, hombre).

En fin, nada más que decir de esta pseudopelícula de tres al cuarto. No pierdan el tiempo y pasen de ella.

"Eternal" narra la historia de un millonario que, próximo a morir, se encomienda a una empresa que puede traspasar su mente a otro cuerpo. Lo que va descubriendo con ese otro cuerpo es el hilo conductor de la narración. Y la premisa no es mala. Todo lo contrario. Nos hace preguntarnos acerca de ese desbordamiento de la tecnología y de las manos (si son buenas o malas) en las que caiga; acerca de la ética que se asocia a todo lo científico, o moral, tal como quiera llamarse. y Tarsem Singh consigue fusionar la idea plastificando un continuo camino de acción y de preguntas.

En cuanto a los actores, Ben Kingsley está soberbio en el poco tiempo que aparece en pantalla (nada que sorprenda, ya que es un grande). Ryan Reynolds tiene carisma y aguante, saber estar y aplomo para enfrentarse a casi todos lo papeles que le ofrezcan, y aquí no es menos. Los secundarios no tienen mucha trascendencia en el resultado final de la narración pero están más que correctos.

En resumen, "Eternal" no es una mala película. Entretiene y no se hace larga en ningún momento. Y eso es más de lo que se puede decir hoy en día con otras similares que quizá tengan mejor patrocinio y publicidad.

Vaya antes que nada que no es una película aburrida. Me atrevería a decir que tampoco es una película fallida. Pero no es suficiente para darle un aprobado. El triunvirato femenino tiene sus momentos, pero Carmen Machi no es capaz de aguantar el chaparrón de una Aitana Sánchez-Gijón con más tablas ni de una Adriana Ozores que nos regala los momentos más "agradables" de la historia.

Rodar en Vietnam no debe ser fácil, ni barato. De ahí el mérito de Patricia Ferreira, cuya dirección no es para nada arriesgada y recurre a lo práctico y a lo sensible para calar en el espectador. Lo de Dani Rovira como la especia de todas las salsas ya empieza a cansar, y hay que decirle que no, no es para nada buen actor. Se redunda bastante en su propio personaje, en su manera de actuar como si estuviese recitando uno de sus monólogos.

La historia se centra en la adopción de una niña vietnamita y en las peripecias de dicha adopción. Los momentos divertidos son escasos, los gags pobres y la sensiblería de la narración es bastante lineal y recurre muchísimo a los tópicos.

En resumen, una película olvidable que se hace amena por la ambientación vietnamita y por poco más. Aunque, siendo honestos, el intento ha sido casi bueno.

Y es que en estos tiempos de superhéroes, de cómics, de remakes, de biopics, de superhéroes (¿ya lo había dicho?), una historia que rompe completamente con lo convencional es digno de agradecer. Si a eso le sumamos el flatulento aire fresco de una surrealista y absurda comedia en donde se nos narran las peripecias de un náufrago que hace buenas migas con un cadáver arrojado por las agua a la orilla. Juntos hablarán del sentido de la vida, de sus rarezas, del amor, del sexo, de la amistad. Y es que básicamente ése es el mensaje de "Swiss Army Man", la complicidad sin condiciones, la amistad más pura que se estira más allá de los convencionalismos.

Paul Dano está en su salsa. Y de Daniel Radcliffe habría que decir que es reconfortante ver que tiene voluntad para cambiar una carrera que parecía anclada en un personaje infantil. Los dos combinan a las mil maravillas como una "extraña pareja", en una suerte de buddy movie por bosques y playas, por visiones y por realidades disfrazadas.

Muy recomendable. Una película estupenda y novedosa. Ah, y con la que se reirán.

Un thriller de espías. Moderno, sin contemplaciones, un producto en bruto y bruto como él solo, una tropelía de angustia y absorción a cargo de un Francis Lawrence en estado de gracia que abandona esos Sinsajos penosos para galopar junto a la otra Lawrence hacia el misterio de una Guerra Fría que posiblemente nunca acabó. Sin duda, un acierto.

Los gorriones. A Jennifer Lawrence le habrá costado un mundo rodar ciertas escenas por explícitas y crudas. Ese colegio repleto de asignaturas perversas y humillantes cuya maestra de ceremonias es una Charlotte Rampling severa, oscura y que da miedo es el anticipo de una consecución de engaños, dudas y más carne.

Secundarios. Ya nombrada la señora Rampling, quedaría comentar el plano papel de Jeremy Irons, un actor cada vez más insulso y a un Joel Edgerton que cumple como espía del otro bando. El resto forma un reparto coral digno del gorrión principal.

Jennifer Lawrence. Ella despliega todo su potencial en esta película. La he puesto a montar de un burro en otras críticas, pero aquí ella es la única protagonista con todos los derechos ganados. El verdadero gorrión. La bailarina principal del Bolsoi.

Pasen y vean...

La clave. La monotonía es la tónica de una película sin rumbo, una danza que mezcla el biopic con el telefilm más cutre, con las pinceladas históricas del momento y con la interpretación más acartonada que se le recuerda a Brian Cox. Jonathan Teplitzky nos suelta un producto sin vida, repetitivo hasta la saciedad ("¡yo soy el Primer Ministro!" es una frase que suelta unas cuantas docenas de veces) y sin duda, carente de carácter.

Interpretaciones. Poco que decir: Brian Cox está más plano que una tabla de planchar. Los secundarios ni fú ni fá, tal vez salvaría a Miranda Richardson, pero es acabarse la película y haberme olvidado ya de su papel.

Contexto histórico. Trillado y manido. Manido y trillado. Además, el rún rún del Churchill monótono no deja atisbar nada más que al Brian Cox poniendo cara de triste y angustiado, o al menos intentándolo.

La historia. Un bebé muerto y dos niñas de 11 años condenadas por este crimen cumplen su pena en un correccional de menores. Siete años después, ya reinsertadas en la sociedad, otra niña vuelve a desaparecer y la pista de nuevo conduce a las dos jóvenes. Elizabeth Banks es la detective del caso. Diane Lane la madre de una de las sospechosas.

Giros. Porque la película introduce bastantes giros argumentales con el propósito de crear una atmósfera más intrigante. Dakota Fanning imprime un carácter más poderoso que sus compañeras de reparto, y está ante la cámara bastante cómoda a pesar de tener un personaje que se difumina a lo largo de los minutos. Danielle Macdonald también cumple, aunque en el tramo final sí que se le nota algo de sobreactuación. Las pesquisas y lo impredecible (o no) de la historia hace que se vea de manera llevadera, no ya entretenida.

Conclusión. Una película sin más, que no aporta nada nuevo al género, pero que tiene un reparto bastante completo y el cual cumple de manera notable. Para pasar el rato y olvidarla poco tiempo después.

Así es la historia de Miguel, de Coco, nuestra propia historia, nuestros propios recuerdos. Así consigue Pixar unificar en una cinta de animación los recuerdos, el entretenimiento, la música, el colorido y la muerte. Sí, la muerte como un canto al no olvido, como la celebración del recuerdo, como la tradición más optimista de cara a los que ya no están. La historia de la familia Rivera, una familia de tradición zapatera y música, se enarbola en ese Día de Muertos tan mexicano y ahora tan universal. Coco es otro eslabón en esa cadena familiar, como lo es la abuela, o lo es el propio Miguel, o la misma guitarra que es emblema y santo y seña en un panteón que, años después, esconde aún algún que otro secreto.

El primer tramo de la película se me presentó como algo ya visto, y hasta cuestioné la alta nota que tiene esta historia. Los dos tercios restantes son un puñetazo directo al estómago, una inmersión en la familia propia. Y es ahí precisamente donde creo que tiene más mérito esta obra: en hacer al espectador partícipe de algo que, en principio, le es ajeno. El final desborda optimismo a la vez que conmueve y remueve hasta la última fibra del interior de cada uno, con una apoteósis final que actúa como súmmum del recuerdo, como un homenaje a la memoria y, ¿por qué no?, a la vejez; y de paso, un homenaje a ese nexo común que, en este caso, es la música.

Y es que Pixar lo ha vuelto a conseguir. Recomendable por lo infantil y adulta que es al mismo tiempo. Imprescindible por todo lo demás.

La historia. Otra de pueblo pequeño en la América profunda, en donde una jugada que promete ser maestra para que el chico anclado pueda salir de allí se tuerce y deriva en un caos de mayores consecuencias. Las praderas de colza y un frío prometido pero no visible (quizá para no parecerse descaradamente a "Fargo") actúan como escenario de la puesta en escena. Hay un asesinato grabado de manera casual que se amplía en el desarrollo en una espiral de violencia no justificada, cuyo nexo común es el notable Michael Stuhlbarg como Derby Milton, un personaje al que todos daban por muerto en el pueblo, un ser invisible para todos que espera un envío de correos. Sus motivaciones para hacer lo que hace no llegan a convencer en un final en el que se explaya en explicaciones, la cuales no consiguen solventar sus actos de una manera creíble.

El elenco. Liam Hemsworth tiene un papel sin complicaciones, muy poco arriesgado. Maquina un plan que se va al traste en uno de esos desvíos casuales de la historia al más puro estilo Coen, pero su actuación no es digna de mención. Bruce Dern es un lujo para cualquier director, y aunque en esta película tenga pocas apariciones, siempre son dignas de ver. Otro tanto para Oliver Platt y Billy Bob Thornton (que al igual que Stuhlbarg aparecerían en las diversas partes de "Fargo"), más cameo y cartel que protagonismo. John Malkovich es un actor de peso y aquí, a mi parecer, está desaprovechado. No así Michael Stuhlbarg, de largo lo mejor de la película: aunque su personaje al final se difumine en una explicación poco convincente para justificar sus actos, sí que está soberbio a la hora de ejecutar su papel.

El resumen. "Cut Bank" es verdaderamente una película floja, cuyo guion se desploma a medida que el ritmo de la historia se acrecienta, cuyas trampas son claramente visibles y previsibles, cuyas referencias no son tratadas como homenaje sino a veces como plagio y cuyo poso final es bastante ínfimo. Se olvida muy pronto.

El relato. Se nos presentan dos historias que se bifurcan: por un lado el político, el presidente de la Nación que se encuentra en una Cumbre celebrada en una cumbre con demás presidentes. Los tejemanejes y artilugios de la política, los chantajes, los sobornos, los intereses, el Mal (así, con mayúsculas). Por otro lado, el relato personal, la hija que desvaría y que vive una vida que parece no ser la de ella. El problema es que intenta abarcar más de lo que puede y el resultado es confuso y, a ratos, aburrido. No me consiguió enganchar.

El elenco. Darín está soberbio, pero esa afirmación en sus actuaciones viene a ser una máxima. La pregunta que surge (y que debería haberse hecho Santiago Mitre) es: ¿es suficiente con que esté Darín en una película para que ésta sea buena? La respuesta es "La cordillera". Él solo es incapaz de levantar un problema que le supera. De lo peor del elenco, Elena Anaya: intrascendente e innecesaria. Sobra.

El resto. Destacar la fotografía de un entorno espectacular. Es de agradecer en una película tan sobria y llana tener esas vistas, esas alturas. La música es insistente y cansada, a ratos un verdadero incordio.

Resultado. Una historia incompleta y, sobre todo, muy confusa. Un final inexistente para una narración adormecida y a la vez poco importante. Lo mejor, lo dicho, un Ricardo Darín que parece estar siempre en estado de gracia. Lo peor, el poco empuje o enganche que demuestra la película, incapaz de transmitir interés al espectador.

Así me parece esta película: desbordante, grandilocuente, sin sentido, con el aliciente de entretener de principio a fin. Con un guion de locura, la aventura del traslado de una presa para que testifique en Phoenix se convierte en un apasionante viaje en donde todo y todos intentaran acabar con sus vidas. Clint Eastwood es el rudo policía al que mucho ven adicto al alcohol (yo sólo le vi pegar un trago de whiskey) que se encarga de trasladar a la prostituta en cuestión y de protegerla. El papel de ésta corre a cargo de una Sondra Locke en estado de gracia, la cual borda el papel de mujer autosuficiente y que sortea todos los insultos y agresiones que sufre a lo largo de la película (que no son pocos). Ella es el bastón donde se apoya el personaje de Eastwood, la que le hace ver el lado real de una sociedad podrida y corrompida.

Al ser una película hija de su época, se destila una narración dura y en ocasiones machista, bien contrapuesta por la ya nombrada soberbia actuación de Locke, una violencia de postín pero a la vez cruel (con algunas escenas verdaderamente explícitas) y unos recursos absolutamente grotescos (el blindaje final del vehículo es de traca) que hacen que el contenido sea algo (¿por qué no?) apetecible.

Y es que ¿a quién no le gusta ver coches que explotan, un helicóptero siguiendo y tiroteando a una moto o a un vehículo de transporte regular con un blindaje antitanques surcando unas calles pobladas de policías disparando?