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Críticas ordenadas por:
El enigma del cuervo
El enigma del cuervo (2012)
  • 5,6
    6.771
  • Estados Unidos James McTeigue
  • John Cusack, Alice Eve, Luke Evans ...
4
Orinando en la tumba de Poe
El enigma del cuervo es una película que utiliza como arma a Edgar Allan Poe y a sus relatos para ofrecernos un thriller del que opino que, bien dirigido y con un guion algo más coherente (sobretodo al final), podría ser de los mejores de lo que llevamos de milenio. Y lo digo muy, muy en serio. Pero no es el caso.

James McTeigue dirige la película con una falta de ritmo alarmante. Al principio cuesta engancharnos a lo que vemos porque el director está más pendiente de las tonterías del protagonista que de contar algo. Se empeña tanto McTeigue en presentarnos todas las facetas de su particular Poe que olvida por completo que debe darnos un carril al que subirnos para que nos podamos desplazar por la película. Es por eso que cuando estalla la trama y se produce el primer giro, nos importa una mierda que suceda. A pesar de eso, McTeigue consigue remontar el vuelo y nos ofrece una parte central de la película más que decente, en la que por momentos vemos destellos de buen thriller policíaco, aunque esos destellos se volatilizan con tanta facilidad que es difícil retener la sensación que nos puedan provocar. Aunque a nivel estético es una película cuidada, no se aprovecha la ambientación para crear un estado de ánimo en el espectador y eso, en una película de este género, es un error imperdonable.

John Cusack hace un trabajo espectacular. De Oscar, para entendernos. Pocos protagonistas de películas de 2012 están a su altura. Cusack se mete en lo más hondo de Edgar Allan Poe (un personaje tan inquietante como divertido dentro de su propio mundo) y consigue que la película parezca buena mientras se apoya en su interpretación. Alice Eve, una mujer de rasgos encantadores, hace un trabajo pasable que en realidad ni tiene mucho que ofrecer ni lo ofrece del todo. El elenco de secundarios está compuesto por un siempre potente Brendan Gleeson, por el fantástico Kevin McNally y por dos actores a los que hay que seguir: Luke Evans, que hace un trabajo excepcional y el sorprendente Sam Hazeldine.

Resumiendo, que es gerundio: la majestuosa interpretación de John Cusack y el fabuloso equipo de reparto que le acompaña pueden servir de capa luminosa para la película y hacernos creer que es buena o incluso muy buena, pero cuando quitamos el manto descubrimos que la historia es descaradamente simple, que la dirección es torpe hasta la saciedad y que su mayor pecado es que podría haber sido la nueva Seven pero McTeigue acaba componiendo una película que se acerca de forma preocupante (plagiante, si me permitís el palabro) a Desde el infierno aunque jamás llega a acercarse, por nivel, a ninguna de las dos. Sobretodo a la obra maestra de David Fincher.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Platoon
Platoon (1986)
  • 7,7
    69.541
  • Estados Unidos Oliver Stone
  • Charlie Sheen, Tom Berenger, Willem Dafoe ...
8
Verdadera
Platoon es una de las mejores películas de cine bélico de la historia. No la mejor, a mi entender, pero sí una de las cinco mejores... o eso creo. Un drama en el que las explosiones son como balazos al alma del espectador.

Oliver Stone construye una película de soledad, tristeza, incomprensión, oscuridad y, sobretodo, locura. Eso lo plasma en los personajes del pelotón que nos muestra el camino de la película, una crítica brutal a la guerra de Vietnam (y a cualquier guerra) encubierta por una dirección magistral que hace que Platoon sea, sobretodo, una grandísima película. La capacidad de Stone para construír personajes que poseen, cada uno de ellos, un ingrediente fundamental para formar el cóctel de emociones que invade al espectador es algo majestuoso. Otro de los puntos a favor de Platoon es que, además de su nivel cinematográfico, no deja de tener tintes (evidentes) de cine comercial, con lo que logra ponerse en el bolsillo a una gran parte del público con relativa facilidad. Además del drama personal, contado por un narrador cuyas palabras llenas de sinceridad describen a la perfección lo que debió suponer para los soldados aquel infierno (los de ambos bandos), encontramos una superproducción de las que aprovechan todo su potencial y extraen hasta la última gota del elixir de la vida que les brinda el dinero. Hay innumerables escenas eternas que van desde una conversación entre dos soldados hasta un bombardeo aterrador, con todo el camino de matices que hay entre la una y la otra.

Charlie Sheen protagoniza la película y su labor aquí es muy notable. No tanto como en Dos hombres y medio (su mejor papel), donde el hecho de hacer de sí mismo le resultaba sencillo, pero sí es un buen trabajo. Willem Dafoe, un monstruo del cine de nuestra era, es una de las cabezas visibles de los secundarios y, como siempre, lo borda. Tom Berenger, irregular intérprete con una carrera curiosa que alterna grandes éxitos con sonados fracasos, puede que haga en Platoon el mejor trabajo de su vida. Kevin Dillon (un tipo clavado a su hermano sin ser gemelos) también destaca entre el pelotón con una faena muy acertada. El polifacético John C. McGinley está a un nivel muy alto, igual que un no muy aprovechado (aquí) Forest Whitaker y que el tristemente desaparecido Francesco Quinn, hijo del gran Anthony Quinn. Reggie Johnson pone el toque de humor en momentos puntuales y Keith David acaba convirtiéndose de manera casi inconsciente en una de las piedras angulares de la película.

Resumiendo, que es gerundio: Platoon es una de las mejores películas bélicas de todos los tiempos y, como la mayoría de las grandes películas del género, se enzarza en una guerra encarnizada contra la propia guerra, válgame redundar. Llena de secuencias memorables, de frases que caen como bombas y de momentos que impactan como balas, Platoon es Oliver Stone en estado puro... en sus mejores tiempos.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ted
Ted (2012)
  • 5,5
    51.271
  • Estados Unidos Seth MacFarlane
  • Mark Wahlberg, Mila Kunis, Seth MacFarlane ...
7
Brian Griffin y su novia, la rubia tonta
Ted es una puta pasada. Una pasada para los amantes de Padre de familia, Padre made in USA y The Cleveland Show, claro. Me gusta imaginar a las inocentes madres, llevando a sus hijos a ver la "peli del peluche que habla" y saliendo horrorizadas a los diez minutos de película, acojonadas por el lenguaje del peluche.

Seth MacFarlane es un puto crack. Lo único que se le puede reprochar al cínico director es que su humor se bloquee un poco cuando sale de las fronteras de Estados Unidos, pero por todo lo demás, a mí me parece un genio. Aquí Seth MacFarlane nos presenta una comedia romántica y nos dice, de algún modo, que ese es un género en el que cualquiera podría ejercer de guionista y director, pues misterios hay pocos. MacFarlane hace una comedia romántica bastante potable, con todos los ingredientes clásicos y añade su toque especial: ese humor afilado y directo al corazón. Personalmente, quiero que una película de terror me dé miedo, que una película romántica me enternezca y que una comedia me haga reír, llamadme exigente si queréis. En Ted he llorado de la risa unas cuantas veces. Con una me conformaría, pero han sido unas cuantas, destacando la escena en la caja del supermercado. Puede que los no iniciados con el humor de MacFarlane no entiendan de qué va la cosa, pero el alocado creador de Padre de familia lo deja muy claro desde el principio, donde una bonita explicación con voz en off deriva en, bueno, digamos que deriva en algo totalmente surrealista, para no spoilear.

Mark Wahlberg protagoniza la película y lo hace bastante bien, aunque a mi entender su comicidad está un poco por debajo de la que demanda una cinta de estas dimensiones. Mila Kunis, gran belleza y mejor actriz, se ve en una situación parecida, aunque derrite tanto con una sonrisa que se le perdona todo a esa mujer (excepto que no acepte a un oso de peluche vivo que fuma hierba, bebe cerveza e insta a una puta a cagar en el suelo). La animación de Ted, al que da vida el propio McFarlane, me parece realmente lograda y bien metida en pantalla, más incluso que en películas de presupuestos galácticos. Habría que destacar las apariciones estelares de Norah Jones y Sam Jones, dispuestos a parodiarse a sí mismos con mucha gracia.

Resumiendo, que es gerundio: la crítica más grave sobre Ted es que "al final, resulta ser una película convencional camuflada". Supongo que MacFarlane todavía se está riendo de quienes dicen eso, pues lo que demuestra es que cualquiera puede hacer ese tipo de películas. Además, en su debut como director, consigue que la onda expansiva de su empeño por no dejar títere con cabeza sea mucho mayor. En España, además, nos adaptan (cagan) el doblaje con frases que son patrimonio nacional y reprograman los dardos para que vayan dirigidos a personajes más conocidos por aquí.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo ganas de ti
Tengo ganas de ti (2012)
  • 4,8
    13.442
  • España Fernando González Molina
  • Mario Casas, Clara Lago, María Valverde ...
3
Pues yo no tengo ganas
Tengo ganas de ti es la novela que continúa con la historia de 3 metros sobre el cielo y, como toda novela mojabragas que se preste, tiene una adaptación al cine más mojabragas todavía. Faltaría más...

Fernando González Molina dirige esta secuela haciendo más o menos lo mismo que en la primera película. Intenta maquillar los excesos de El Imbécil (Federico Moccia) aunque es imposíble tapar con maquillaje un grano de siete metros que te salga de la cara. González Molina consigue, no obstante, hacer que la primera media hora de película sea incluso pasable, a pesar del constante cruce de declaraciones asesinas del buen gusto que salen a borbotones de los labios de la pareja protagonista. Llegado cierto punto y casi que por lógica, el director cae bajo el peso de la historia que está contando, una historia que da la sensación de no llevar a ninguna parte, pues no queda demasiado claro cuál es el momento en el que debes sentirte angustiado o cuál es en el que debes sentirte feliz. En un par de ocasiones, para ser justo, sí se sabe cómo debemos sentirnos aunque, como no entendemos los motivos, no lo pasamos ni mal ni bien. Nos limitamos a observar. Lo mejor que hace Fernando González Molina es hacer que su actriz protagonista cante Aunque tú no lo sepas, una canción brutal popularizada por Los Secretos, uno de los grupos más grandes (para mí el más grande) de la historia nacional, escrita originalmente por Quique González.

Mario Casas y Clara Lago protagonizan la película. Cuando me enteré de que iba a ser así, temí por las vidas de toda la humanidad, pues unir tantísimo antitalento en un mismo plano podía provocar algún tipo de explosión nuclear, un apocalipsis improvisado a poco que Dios mirara hacia abajo o alguna clase de onda expansiva que atrajera un meteorito hasta nuestro planeta. Por suerte no ha pasado nada de eso, pero la competición entre la pareja protagonista por ver quién sobreactúa más es incluso divertida, en cierto modo. Mario Casas pasea su cuerpo bien formado por la pantalla mientras se dedica a revelar que, efectivamente, tiene cuatro o cinco combinaciones para expresarse con la cara y Clara Lago, por su parte, demuestra que tiene tres: sonrisa, cara de mala hostia y cara triste. A este paso, la chica va a superar a Mario Casas como peor intérprete del cine español. María Valverde completa el triángulo amoroso con un trabajo algo mejor que el de sus dos compañeros de reparto, pero insuficiente todavía para poder considerarse pasable. Nerea Camacho, que en la anterior estaba correcta, aquí está más crecidita en todos los sentidos excepto en el de su aptitud, que cae en picado.

Resumiendo, que es gerundio: Tengo ganas de ti es una película mala de cojones, aunque es ligeramente mejor que su predecesora. A mí, personalmente, lo único que me preocupa es dónde se ha dejado las tetas Clara Lago, porque igual las ha perdido la pobre chica y las está buscando, no sé...
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El caballero oscuro: La leyenda renace
El caballero oscuro: La leyenda renace (2012)
  • 7,5
    100.865
  • Estados Unidos Christopher Nolan
  • Christian Bale, Anne Hathaway, Tom Hardy ...
8
Imagínate que sale el Joker...
La trilogía perfecta. Ese podría ser el título de las tres películas que ha hecho Christoper Nolan sobre Batman. Hay otras trilogías con una película mejor que estas tres, o dos, pero la única que tal vez esté a su altura en conjunto en lo referente a la regularidad sea El señor de los anillos, pues El padrino decae en la tercera y las secuelas de Matrix no tienen el nivel de la primera, aunque son fundamentales para comprenderla y aquellos que las tiran por tierra no han comprendido el propósito de los Wachowski ni de lejos.

Christopher Nolan dirige La leyenda renace exactamente con las mismas armas que utilizó en Batman Begins y en El caballero oscuro. En manos de un director cualquiera, eso significaría sabor a refrito, autoplagio y pesadez, pero en el caso de Nolan no sirve ninguno de esos adjetivos, pues a pesar de que la estructura de la película sea similar y que su forma de contarla sea exactamente la misma, el gran director es capaz de meter esos pequeños detalles que hacen que cada entrega tenga algo más que la anterior. O diferente, al menos. Aquí Nolan no dispone de Heath Ledger y su legendaria interpretación del Joker, pero construye un villano que, si bien no es tan atractivo a nivel mental, sí está cerca de igualar a su predecesor en el miedo que inspira. La leyenda renace tiene más cacharritos por cortesía del señor Fox, sí, pero en ningún momento la atención se distrae con ellos, pues bastante tenemos a este lado de la pantalla con seguir atentamente una historia densa en la que cada detalle importa y nada se deja al azar. Hay quien dice que Nolan peca en esta ocasión de efectista y, en cierto modo, no les falta razón. En cierto modo, digo, porque las frases para la galería y los guiños cómicos, forman parte de un conjunto que se toma su inteligencia con naturalidad y, tanto es así, que esos "errores" no son más que simples detalles que no empañan ni por un segundo la totalidad del producto. La preciosa Gotham sirve de marco para que actores y extras desfilen por ella en una guerra cerrada de la que Nolan se encarga de extraer a los múltiples héroes, haciendo que todos sean importantes por igual, algo que consigue a base de volver a deconstruír la historia que nos narra y montarla desde varios ángulos, cada uno pegado a los muchos personajes importantes que nos encontramos por el camino.

Christian Bale vuelve a vestirse de negro por última vez y lo hace dejando el pabellón bien alto. Tras dos entregas en las que su trabajo ha sido fantástico, remata la trilogía con uno un poco mejor, pues por fin vemos al Bruce Wayne humano que se construye bajo la máscara en Batman Begins. Tom Hardy encarna al villano Bane y, aunque la máscara que lleva consigo hace imposible adivinar gran parte de su expresión facial, la forma de utilizar el resto de su cuerpo a modo de lenguaje es sensacional. Con papeles también importantes, encontramos a ese genio llamado Gary Oldman, que se sale (como siempre) y a Joseph Gordon-Levitt, una de las mayores promesas de la interpretación. Anne Hathaway, embutida en vestidos diseñados para que el espectador no tenga que esforzarse en adivinar su espectacular anatomía, hace una labor formidable, demostrando que es una de las mejores actrices jóvenes del momento, una lista imaginaria que podría estar comandada perfectamente por Marion Cotillard, intérprete francesa que no para de crecer con trabajos de gran calado. Michael Caine y Morgan Freeman repiten roles secundarios y tiran de oficio para ganarse su espacio dentro de un reparto concurrido en el que también tiene cabida ese magnífico actor de presente y futuro que es Cillian Murphy, quien sabe meterse en el personaje aunque su aparición sea de un par de minutos y para dar mazazos sobre una mesa. Destacar, también, la corta aparición de Liam Neeson, fundamental en la trilogía de Nolan pues con él empieza y con él termina.

Resumiendo, que es gerundio: El caballero oscuro demostró que, el hecho de que la temática de una película gire alrededor de un superhéroe, no tiene por qué poner muros a la hora de considerarla una auténtica obra maestra. Aunque La leyenda renace no llega a obtener ese grado, sí que es, sin duda, una de las mejores películas de 2012 y posee lo que será, con toda seguridad, uno de los finales más recordados de la década.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sombras tenebrosas
Sombras tenebrosas (2012)
  • 5,3
    36.606
  • Estados Unidos Tim Burton
  • Johnny Depp, Michelle Pfeiffer, Helena Bonham Carter ...
4
Ver y olvidar
Sombras tenebrosas adapta una serie televisiva de los años 60 respetando la época en la que se desarrolla. Como película, digamos que nunca acaba de quedar demasiado claro qué es lo que se propone.

Tim Burton se está ganando a pulso que su esperada Pinocho se espere cada vez con menos ansia. El peculiar director lleva un tiempo nadando lejos de su mejor nivel, con la excepción de Sweeney Todd, metida entre la divertida pero irrelevante Charlie y la fábrica de chocolate y la entretenida pero insulsa Alicia en el país de las maravillas. En Sombras tenebrosas, Burton mezcla algunos ingredientes de los que vimos en otras de sus películas como Eduardo manostijeras o Sleepy Hollow, aunque lo hace de manera que el resultado tiene un sabor un tanto soso. Da la impresión de que aquel Tim Burton lleno de ideas narrativas y visuales ha caído en la autocomplacencia y que se conforma con satisfacer simplemente el apartado visual, algo que no es moco de pavo cuando tenemos en cuenta su soberbia capacidad para la ambientación de las películas. No obstante, el hecho de dejar que la historia sea un mero instrumento para el despliegue de medios no deja de ser un tanto insultante. En Sombras tenebrosas, el director del pelo raro se olvida por completo de ofrecernos una historia (escrita por Seth Grahame-Smith) a la que agarrarnos o, al menos, algún personaje con el que simpatizar. Aunque tiene un par de momentos divertidos, no llega a ser graciosa; aunque tiene algún momento inquietante, no llega a asustar y, aunque tiene un montón de referencias a la época hippie, en la película eso tiene la misma relevancia que una mierda sentada en una mecedora. Visualmente es la leche, sí, pero cuando uno deja de asombrarse con el colorido tan particular y tan personal del director y empieza a fijarse en lo que se está contando, se da cuenta de que no hay absolutamente nada. Nada de interés, al menos.

Johnny Depp, en su enésima colaboración con Tim Burton, protagoniza la película encarnando a uno de esos personajes llenos de maquillaje que tan bien explota el pintoresco actor y lo hace con un resultado notable. Michelle Pfeiffer, representando el claro ejemplo de lo que es un personaje que debería tener relevancia y no la tiene, está aceptable en lo interpretativo y bastante bien en lo físico para su edad, dicho sea. La polifacética y llamativa Eva Green hace un trabajo bastante bueno, igual que Bella Heathcote y un casi desapercibido Jackie Earle Haley. En el apartado infantil, destaca Chloë Grace Moretz, que deslumbró en Kick-Ass y explotó en La invención de Hugo, aunque Gulliver McGrath no está del todo mal. Jonny Lee Miller, casi invisible pero podría decirse que aprovecha su pequeño espacio.

Resumiendo, que es gerundio: Sombras tenebrosas es, con toda certeza, una de las películas más flojas de un Tim Burton que de un tiempo a esta parte está realizando un cine muy por debajo de lo esperado. Lejos quedan aquellas maravillas que fueron Eduardo manostijeras o Big Fish, por desgracia.
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El pianista
El pianista (2002)
  • 8,2
    154.086
  • Reino Unido Roman Polanski
  • Adrien Brody, Thomas Kretschmann, Maureen Lipman ...
8
En la sencillez está el gusto
El pianista es una de esas películas que surgen cada mucho tiempo y que suponen un golpe de realismo al cine, como haciendo que vuelvan aquellos tiempos en el que las buenas historias no necesitaban adornos, sino personajes. Una historia real convertida en película por uno de los cineastas más capacitados para adaptar tanto verdades como ficciones escritas.

Roman Polanski es un genio. Uno de los clásicos, uno de los grandes veteranos que circulan a día de hoy por la carretera de la maestría cinematográfica. Gran contador de historias, gran entendido del posicionamiento que necesitan las cámaras para resaltar lo importante de cada plano, gran resaltador de emociones... una pasada de tío. En El pianista nos cuenta una historia real de una dureza que deja inconsciente al espectador y lo hace sabedor de que lo que nos está dando ya es suficientemente impactante y que no es necesario ningún añadido absurdo buscando lágrimas fáciles, pues las difíciles son las de verdad. Polanski cuenta la película casi desde los ojos de su protagonista y lo hace con la particularidad de que intenta restarle dificultad al inicio, dando una opinión totalmente diferente a la que estamos acostumbrados a ver en esta clase de producciones (la opinión de su personaje, o persona, principal). Eso provoca que a partir de ahí la película suba grandes escalones de dramatismo de un modo tan pausado que, de repente, nos encontramos con una película que nos supera sin saber muy bien cómo hemos llegado hasta allí. Eso, ya de por sí, es un logro brutal del director, pero con una historia de estas características resulta todavía más importante hacer algo así por cómo se van metiendo todos los acontecimientos bajo nuestra piel.

Adrien Brody se convirtió, gracias a su papel en El pianista, en el ganador más joven del Oscar al mejor actor principal. Aunque a mí los premios me interesan pero no me guían (ese mismo año Chicago ganó a Mejor película por encima de El pianista o Gangs of New York), el reconocimiento merecido es algo que me emociona, en cierto modo y más cuando sus rivales eran Daniel Day-Lewis, Michael Caine, Jack Nicholson y el inefable pero en esta ocasión espectacular Nicholas Cage, protagonistas todos ellos de grandes películas. Creo que Adrien Brody es un buen actor pero no uno de los mejores de su generación, aunque pocos de los que están por encima suyo pueden presumir de tener un trabajo en su filmografía de estas dimensiones. Brody nos regala un trabajo desgarrador, noqueante, casi tan criminal para nuestras emociones como lo fueron los nazis para el mundo entero y para los judíos en particulas, un trabajo al nivel de los mejores de los últimos 20 años. Tras él, eclipasados casi por completo, están los buenos trabajos de Ed Stoppard, Emilia Fox o Thomas Kretschmann.

Resumiendo, que es gerundio: El pianista es una de las mejores películas de los últimos tiempos. Tal vez no una de las más completas, pues se ciñe a la realidad y no añade luces de neón, pero desde lo más simple del alma humana, desde lo más iluminado hasta lo más oscuro de nuestro ser, Polanski construye una película eterna... a partir de una realidad que jamás debería haber existido.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El maquinista
El maquinista (2004)
  • 7,1
    55.635
  • España Brad Anderson
  • Christian Bale, Jennifer Jason Leigh, Aitana Sánchez-Gijón ...
6
El culto engañoso
El maquinista es una producción española en la que lo único español que vemos es la presencia de la gran Aitana Sánchez-Gijón, pues todo lo patrio se esconde en las labores técnicas, uno de los mejores apartados de la película.

Brad Anderson no era un director demasiado conocido hasta que hizo El maquinista. Sus películas anteriores nadaban en la mediocridad y con el guion de Scott Kosar le tocó la lotería... o eso debió pensar él. La alianza entre Anderson y Kosar da como resultado una película que no es exactamente cine puro, sino que lo que hace es transmitir una sensación: la culpa. A partir de ahí, Anderson tira por los caminos del thriller psicológico, el terror y, por momentos, el cine social dramático. Hay poco que reprochar a la dirección de Anderson, pues sabe mostrar a la perfección lo que quiere que se vea y esconder lo que no debe saberse. No obstante, uno de los pocos "peros" que se le puede poner es que no consigue esconder el final ni 20 minutos, así que uno de sus pocos errores resulta ser tan grave que tiene como consecuencia la sensación final de desamparo que sufre el espectador, que teme durante casi una hora no equivocarse y, al final, no se equivoca. El resto de errores vienen del guion de Kosar, que hace que encajen demasiadas piezas a la fuerza, creando un desarrollo tremendamente bachado donde se deja demasiado espacio a la casualidad, a la locura y, en cierto modo, a la esperanza de que el público sea un poco tonto y no aprecie que lo que hay no acaba de cuadrar. Los apartados de iluminación, fotografía, sonido y banda sonora son obra de profesionales españoles y no es por barrer para casa, pero consiguen crear una ambientación sublime que ayuda y mucho a la película a centrarse en contar su historia sabiendo que está bien apoyada.

Christian Bale es 3/4 partes de El maquinista. Su trabajo en pantalla es excepcional, cargado de un dramatismo violento y una locura semiconsciente que hacen que quien ve la película no quiera encontrarse con él por la calle. Pero hay más, ya que el actor perdió casi 30 kilos para el papel. Eso es ser un profesional como la copa de un pino. A su lado, todos en segundo plano, están un muy acertado John Sharian (el más importante de los secundarios), la siempre cumplidora Jennifer Jason Leigh, la representante española y correctísima Aitana Sánchez-Gijón y el mítico actor noventero venido a menos Michael Ironside, que aquí hace una buena labor.

Resumiendo, que es gerundio: desde que salió del bote, El maquinista estaba destinada a convertirse en película de culto. La ambientación, el trabajo de su protagonista, la temática... Eso no significa que tengamos que decir que se trata de una obra maestra, pues no lo es ni de lejos, ya que la que debería ser su mayor baza (el guion) está en manos de Scott Kosar, un tipo un tanto limitado y lo que debería acabar de darle a la película lo que necesita (la dirección) es correcta pero no brilla en nada y, además, comete el tremendo error de no saber esconder el final de la película, con lo que el recorrido de 90 minutos por ella nos lleva a un destino que ya conocemos.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando te encuentre
Cuando te encuentre (2012)
  • 5,1
    7.314
  • Estados Unidos Scott Hicks
  • Zac Efron, Taylor Schilling, Blythe Danner ...
1
Penosa
Casi tan triste y desolado como cuando se pierde a un ser querido. Así queda uno tras ver Cuando te encuentre, adaptación a la gran pantalla de una novela de Nicholas Sparks y, a la postre, candidata a peor película de 2012.

Scott Hicks, director bastante respetado en algunos sectores, dirige esta aberración cinematográfica que es Cuando te encuentre y lo hace tirando de absolutamente todos los clichés que pueda imaginar la mente humana. Lo principal en la película es que cae en ese asqueroso error de muchas cintas románticas consistente en repetir mucho que los dos personajes se quieren o hacer que se besen muchas veces con mucha pasión, olvidando que la esencia del amor no son besos ni palabras, sino sentimientos que deben transmitirse, en el mundo del cine, disfrazados de pequeños detalles que hagan que el público entienda el mensaje sin tener que recurrir a obviedades. Esos detalles, cuando dejan de ser detalles para convertirse en obviedades, entrar a formar parte de un cliché requemado por el cine romántico que funcionó durante un tiempo pero que, ahora, es casi tan ridículo como un videoclip de la movida madrileña. La cosa no queda ahí, pues Hicks enfatiza esos clichés, haciendo movimientos de cámara tan imposibles como absurdos, jugando con el romanticismo de la lluvia y con el peso de alguna frase bonita hasta destrozarlos. La estética de la película, desde los planos hasta la iluminación, parece más propia de un videoclip pop hasta la médula que de una película.

Zac Efron es un tío guapísimo, nadie va a discutir eso. El nuevo Brad Pitt, se comenta en algún que otro rincón. A mí, que soy un tío, no me es ajeno que es un chaval de muy buen ver, pero eso no significa que sea un buen actor. Efron tiene la misma potencia interpretando que un manco bateando. Taylos Schilling, actriz que se está ganando el respeto del cine y de la televisión a pasos agigantados, no hace aquí su mejor trabajo, siendo incapaz incluso de llorar. Blythe Danner, veterana y versátil actriz un tanto venida a menos, es la mejor de la película junto al joven Riley Thomas Stewart, demostrando en ambos casos que la edad no significa demasiado en un mundo como este. Jay R. Ferguson no está del todo mal, aunque el patetismo de su personaje hace que sus esfuerzos por hacer algo con él sean totalmente inútiles.

Resumiendo, que es gerundio: Cuando te encuentre es otro fiasco romántico moderno que se une a cagadas como Posdata: te quiero o Perdona si te llamo amor, películas muy alejadas de la magia que sí poseen otras cintas contemporáneas como por ejemplo La casa del lago, El diario de Noa o Lejos de ella. Cuando te encuentre está al nivel de lo peor que he visto en muchos años, sin exagerar. Es muy, muy mala.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El último emperador
El último emperador (1987)
  • 7,2
    50.557
  • Reino Unido Bernardo Bertolucci
  • John Lone, Peter O'Toole, Joan Chen ...
7
Te deja con el "ay" en el cuerpo
El último emperador adapta la autobiografía de Puyi, último emperador de la dinastía Qing. Una historia tan absurda, la que se cuenta, que solo puede obedecer a la realidad, pues nadie en su sano juicio imaginaria tal cuento de ficción.

El renombrado director Bernardo Bertolucci dirige la película y participa en la adaptación de la novela a guion, dos trabajos que estuvieron supervisados por Pujie, hermano menor de Puyi. Bertolucci puede presumir de haber dirigido Novecento, una de las mayores obras maestras del cine neorrealista italiano moderno. Aquí, Bertolucci hace una labor impecable en todos los sentidos salvo en uno: a la película le falta potencia. Es un único defecto, pero basta para hacer que lo que era una potencial obra maestra acabe convirtiéndose en una buena película sin más. El aspecto estético, apoyado en una brillante fotografía y un vestuario colorista que no se deja ningún detalle, es absolutamente magistral, así como la banda sonora, compuesta con mimo y encajada con extremo cuidado para no romper la magia que habita en algunos rincones de la película. El error del que hablo cuando digo que a El último emperador le falta potencia, deriva de que Bertolucci no es capaz de mostrar la felicidad absoluta de un niño que vive siendo esclavo del imperio que gobierna y tampoco trasmite, salvo con evidencias, la agonía de quien descubre un engaño tras otro y ve cómo toda su vida ha sido un simple objeto. Útil, sí, pero un simple objeto.

La niñez del personaje principal se la reparten Richard Vuu (el niño pequeño), Tijger Sou (unos cinco años mayor) y Wu Tao (ya adolescente), haciendo todos un trabajo muy digno y destacando Wu Tao con un aplomo propio de un verdadero emperador de su edad. John Lone toma el relevo e interpreta al protagonista ya en edad adulta y su trabajo es practicamente insuperable. Hay que decir que, además, el actor guarda un notable parecido físico con el personaje al que interpreta. En una película con reparto mayoritariamente asiático, no podía faltar Cary Hiroyuki Kagawa, quien hace un trabajo mil veces más serio que los que hace normalmente, aunque en éste tenga tal vez menos protagonismo que en aquellos. Wu Jun Mei, actriz que tenía solamente 19 años cuando rodó la película, hace una interpretación estelar. Por último, destacar a Peter O'Toole, quien aparece para dar caché a la película, porque aunque su personaje tiene mucha importancia en la evolución del protagonista, hay que reconocer que podría haber sido interpretado por un actor menos conocido y que cobrara mucho menos. Pero claro, es Peter O'Toole, coño...

Resumiendo, que es gerundio: El último emperador es una gran película, pero no es tan grande como la historia que cuenta ni tampoco tan grande como debería ser en vista de su presupuesto y diseño de producción. Si bien el aspecto técnico de Bernardo Bertolucci no puede ser criticado jamás, aquí el gran director italiano descuida demasiado las consecuencias de los actos de los personajes, con lo que se pierde interés y dramatismo hasta cierto punto. Es una auténtica pena, pues la combinación de historia - director - reparto prometía muchísimo.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conspiración de silencio
Conspiración de silencio (1955)
  • 7,6
    6.986
  • Estados Unidos John Sturges
  • Spencer Tracy, Robert Ryan, Lee Marvin ...
7
70% obra maestra
Conspiración de silencio no es uno de los clásicos más conocidos de los años 50, pero sí una película muy particular que puede presumir de poseer grandiosas escenas y varios detalle muy interesantes.

John Sturges, director de algún que otro gran clásico (Los siete magníficos, La gran evasión) pero de una irregularidad escandalosa a lo largo de su carrera, dirige Conspiración de silencio echando mano de varios detalles del cine de la época, como el western o el suspense de Hitchcock (más bien de Fritz Lang) tan latente por aquel entonces. Juntando eso, Sturges cuenta con una base sobre la que contar una historia que dura poco más de una hora. Su mayor mérito es saber mantener la tensión a pesar de que el espectador sabe qué va a pasar en todo momento, y eso es algo admirable pues no es fácil saber que no se va a contar con el factor sorpresa y, aun con eso, seguir entreteniendo. El planteamiento de Sturges es la base de su éxito, pues la llegada de un extraño a un pueblo con una mentalidad cercana a la de una secta da mucho juego, un juego que Sturges aprovecha para crear una incomodidad en el ambiente que hace que el aire pueda cortarse con una navaja. Además, la violencia verbal de la película imprime tensión a un ambiente ya de por sí cargado. Sin embargo, al acabar la película, y a pesar de que varias escenas quedan retenidas en la retina, uno tiene la sensación (al menos yo) de que lo que nos han contado no tenía demasiado interés y que es, única y exclusivamente, un ejercicio destinado a tensionar los músculos del espectador. Eso no es moco de pavo, ya que se consigue.

Spencer Tracy es uno de los grandes nombres de la historia del cine, pero personalmente no considero que sea uno de los mejores actores que se han puesto frente a una cámara. No digo que sea mal intérprete y no quiero que nadie confunda mis palabras, pero sí opino que, a pesar de haber hecho varios trabajos memorables y de saber resurgir durante unos 30 años de carrera cinematográfica, en ocasiones se acartonaba y era incapaz de interpretar ciertos papeles que exigieran, por parte del actor, un profundo análisis del personaje. A pesar de que aquí fue nominado al Oscar (sumó en su carrera nueve nominaciones, llevándose dos estatuíllas), mi opinión es que en Conspiración de silencio no muestra su mejor versión, esa que podemos ver en Furia (Fritz Lang, 1936) o en Capitanes intrépidos (Victor Fleming, 1937). Tracy está secundado por Robert Ryan, metido en el papel de un villano calculador y alérgico a la empatía, que hace un trabajo formidable. En segundo plano quedan los trabajos de una muy acertada Anne Francis, el de ese monstruo que era Lee Marvin o el de un Dean Jagger muy comprometido con su papel, sin olvidar a John Ericson, que si bien no tiene demasiado protagonismo, salda sus deberes con gran nota a base de presencia e intensidad.

Resumiendo, que es gerundio: en varios aspectos, Conspiración de silencio es una soberana obra maestra. Intensidad, virtuosismo a ambos lados de la cámara, magnetismo... Pero no podemos obviar que el desarrollo de la película tiene momentos en los que las escenas llegan como un elefante en una cacharrería, saliéndose de toda lógica imaginable en una situación como esa. A pesar de sus errores, Conspiración de silencio es una película que debería ver todo amante del cine.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Martín (Hache)
Martín (Hache) (1997)
  • 7,5
    49.037
  • Argentina Adolfo Aristarain
  • Federico Luppi, Juan Diego Botto, Eusebio Poncela ...
7
Poderosa
Martín (Hache) es una película intensa. Cine de diálogos interminables, de reproches eternos y de puntos de vista, una de esas películas que son justo lo contrario de lo que puedes encontrarte al ver Rambo, por ejemplo.

Adolfo Aristarain es un director de los que escasean, por desgracia. Un maestro de los sentimientos que desgarra la carne de sus personajes y deja sus emociones a la vista del espectador. En Martín (Hache) Aristarain nos presenta una historia muy, muy simple. Tan simple que es de un realismo acojonante, que da la sensación de que podría ser la de tu vecino o la tuya propia, con lo que esa incomodidad que tan bien transmite Aristarain cobra una fuerza todavía mayor. En Martín (Hache) nos encontramos durante casi toda la película metidos en medio de soliloquios cruzados que chocan con otros que tienen un punto de vista radicalmente opuesto y se convierten en diálogos enriquecedores para el espectador, que asiste a un continuo debate en el que, curiosamente, todos tienen razón y ninguno puede proclamarse poseedor de ella. A pesar de lo alejados que están los puntos de vista de los personajes principales, todos comparten un vacío interior que retrata con bisturí el director argentino y tienen diferentes caminos para elegir una verdad no tan diferente como dan a entender las geniales conversaciones, lo que se convierte en un punto más a favor del director, pues logra retratar la genialidad de esa charla de bar poseedora de más sentido común del que se pueda encontrar sumando todas las horas de chorradas que se dicen en el parlamento.

Federico Luppi es uno de los mejores actores latinos de todos los tiempos. El veterano actor tiene sus tics, sí, pero siempre están a disposición del personaje al que interpreta. En este caso, un malhumorado escritor-guionista y director que, a simple vista, solamente siente pasión por el odio, aunque en realidad ama con tanta fuerza que se siente desbordado y confunde sus emociones, generalmente incapaz de afrontar sus miedos. Un joven Juan Diego Botto hace un trabajo muy notable, eclipsado tal vez por la majestuosa interpretación de Luppi. A pesar de eso, Botto aprovecha cada matiz de su personaje y aprovecha, sobretodo, el hecho de que éste personifique el primer giro de la película. Eusebio Poncela consigue que su personaje se cuele en la película con una fuerza enorme que marca el ritmo de la película continuamente y Cecilia Roth se convierte en la cuarta pata de la mesa y es, además, quien da vida al giro definitivo de Martín (Hache), algo que hace de forma estupenda aunque dejando la sensación de que le falta un puntito para mostrar todo lo que podría dar de sí su personaje. La aparición de un tremendo Sancho Gracia añade fuerza a las partes de la película que menos interés tienen por sí solas.

Resumiendo, que es gerundio: Martín (Hache) es una de las películas más interesantes del cine en castellano de la era moderna y un retrato bestial de la naturaleza autodestructiva del ser humano. Martín (Hache) nos dice, de boca de Federico Luppi, que la vida es una mierda y que al experimentarla nos vamos a llevas hostias por todos los lados, pero que esto no trata de que no duelan: trata de saber convivir con el dolor.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida de David Gale
La vida de David Gale (2003)
  • 7,3
    46.683
  • Estados Unidos Alan Parker
  • Kevin Spacey, Kate Winslet, Laura Linney ...
6
La cagada de Alan Parker
La vida de David Gale es una película sobre ideales y sobre engaños. Una obra que parecía destinada a convertirse en un gran thriller pero que, por desgracia, cayó en manos equivocadas.

Alan Parker jode la película. La jode totalmente. El director inglés abusa de efectismos, reiteraciones y trucos de segunda fila con La vida de David Gale y acaba apuntillándola, matando cualquier esperanza de gran película transcurrida media hora de película, cuando su ego le hace pensar que es más inteligente que el público, lo que no sería un problema si Parker fuera superdotado, pero el hecho es que su inteligencia, o al menos su aplicación en este caso, está muy por debajo de la que tiene el 99% de la humanidad, con lo que esas "trampas" que él tiende, al final resultan ser zancadillas que se pone a sí mismo con las que tropieza y construye un final totalmente concertado ya en la mente de los espectadores. Aunque La vida de David Gale tiene un ritmo muy acertado y una elegante puesta en escena, no se puede huír de ese aroma de TV movie que desprende continuamente y del que unicamente nos aleja un elenco actoral estratosférico.

Kevin Spacey, Kate Winslet y Laura Linney salvan la película. Spacey tiene una gran afición por las películas con final sorpresa, como podemos ver en Seven, Sospechosos habituales o American Beauty, tres de los mayores referentes en ese sentido del cine moderno. La cosa está en que La vida de David Gale, aunque por guion puede tener esa sorpresa grande, a efectos prácticos no lo tiene. Eso sí, con o sin un gran final, Spacey hace un trabajo soberbio, como siempre. Lo mismo podría decirse, también, de Laura Linney, una de las mejores actrices de su generación que de un tiempo a esta parte se ha metido en producciones de dudosa calidad. Kate Winslet, otra actriz como la copa de un pino, completa un fabuloso trío protagonista que hubiera servido de guinda a la película si ésta hubiera respondido a la calidad de su propuesta. Gabriel Mann queda en segundo plano, con más cámara que relevancia, y hace un trabajo muy notable. Leon Rippy, actor fetiche del peculiar director Roland Emmerich y Matt Craven completan un reparto de matrícula de honor.

Resumiendo, que es gerundio: La vida de David Gale es un grandioso ejemplo de la diferencia entre ser ambicioso y ser presuntuoso. El guion intenta ser grande y la dirección, en cambio, se cree grande sin serlo. La película toma aire tras los errores de su director apoyándose en los fantásticos trabajos de su trío protagonista.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La pasión de Cristo
La pasión de Cristo (2004)
  • 6,4
    91.262
  • Estados Unidos Mel Gibson
  • Jim Caviezel, Monica Bellucci, Maia Morgenstern ...
4
Juzgad, malditos
La pasión de Cristo adapta el libro ese gordo que escribió mucha gente y en el que hay una cantidad incalculable de mentiras que ha convertido a sus seguidores en zombis jesucristizados, pero ese no es el tema. El tema es que es una película en la que Mel Gibson invirtió casi 50 millones de dólares para promocionar. Casi nada.

Mel Gibson, ese personaje tan extraño que, por desgracia, pasará a la historia más por su antisemitismo que por su aportación al cine (que es mucha y muy buena) dirige, escribe (en parte) y produce La pasión de Cristo. Habían pasado nueve años desde que Gibson dirigiera Braveheart, su última película hasta entonces, y el buen hombre empleó todo ese tiempo en estudiar todos los puntos de vista sobre el sufrimiento de Jesús antes de morir. Luego, cogió lo que más le gustaba de cada escrito y lo fundió en una película que tiene un poco de todos pero no lo tiene todo de ninguno. A mí que venga alguien y me diga que La pasión de Cristo es una película dura me parece una soberana gilipollez, sinceramente. Y me lo parece porque Mel Gibson, en un ataque continuado de onanismo, se recrea con el sufrimiento del hijo de su Dios e intenta que todos sientan lo mismo. Lo jodido es que gran parte del público que ensalzó la película es de una religiosidad sectária, con lo que el controvertido director logró su objetivo. Más allá de que la película cuente una historia mucho menos dura de lo que debería y de que sus dos horas sean lo más cercano a la eternidad que veremos en nuestra vida, hay que destacar una banda sonora de muy alto nivel y una presentación estética formidable, solo estropeada por la morbosa cámara lenta que tanto y tanto aparece para dar por saco.

Jim Caviezel hace un papelón de la hostia. No debe ser fácil tener la única misión de estar con la boca abierta y ver con un solo ojo porque el otro lo tapa el (genial) maquillaje, pero Caviezel hace que la necesidad por aportar algo se convierta en una virtud digna del mayor de los elogios. Maïa Morgenstern también está a la altura con un personaje mudo que debe valerse de la cara para transmitir sensaciones, algo que también podría explicarse a Monica Bellucci, una actriz que estaría tremendísima incluso vestida de astronauta. Gran sorpresa la de Hsirto Naumov Shopov en la piel de Pilatos y destacables también los trabajos de Francesco DeVito en el papel de Pedro y el de Luca Lionello en el de Judas. Mattia Sbragia, gran actor italiano, soberbio. Satanás está interpretado por una mujer (¡cómo no, señor Gibson!), Rosalinda Celentano, de quien no se puede decir demasiado, ni bueno ni malo, porque solamente se pasea arriba y abajo. La labor de la mayoría de los actores cobra más valor cuando se tiene en cuenta que tuvieron que aprender y hablar lenguas que no conocían.

Resumiendo, que es gerundio: para empezar a ver La pasión de Cristo se deben dejar a un lado las ideas religiosas. Yo, que soy ateo, comencé a verla con una emoción que creció durante la primera media hora de película, donde se estancó durante otros 30 minutos hasta llegar a la segunda hora de película, un rato infumable de azotes, burlas, sangre y crucifixión del que esperaba acabar acojonado. Sin embargo, ni el buen trabajo de Jim Caviezel en la piel de Jesús me hizo sentir la mínima pena por él. Y si alguien me dice que de lo que se trata es del sufrimiento, que por eso se hace hincapié en él, que la historia queda en un segundo plano porque de lo que trata la película es de expresar una idea, le diré que vea Funny Games, que acojona de verdad. Esta peli tendría que haberla hecho Haneke, coño...
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0 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El paciente inglés
El paciente inglés (1996)
  • 7,1
    70.138
  • Reino Unido Anthony Minghella
  • Ralph Fiennes, Kristin Scott Thomas, Juliette Binoche ...
8
Sobran los adjetivos
El paciente inglés adapta la novela de Michael Ondaatje y lo hace para convertirse en uno de los mejores dramas románticos del cine moderno.

Anthony Minghella, director cuyos anteriores trabajos no gozaban de un cariño especial para la crítica, dirige El paciente inglés, una película que estuvo flotando mucho tiempo antes de realizarse por una serie de problemas de producción. El director inglés dirige un emotivo drama con aroma a clásico por los cuatro costados, con evidentes influencias que van desde Casablanca hasta Lo que el viento se llevó, pasando por Perdición. La sutileza de Minghella es lo que consigue que una excelente historia se convierta en una muy buena película, pues la narración hace que el espectador no pueda levantarse de su asiento durante unas dos horas y media, atento siempre al siguiente paso, al qué va a pasar y al cómo ha pasado lo que ya hemos visto. El retrato romántico entre la pareja protagonista es otro acierto más de Minghella, que desmonta el amor y lo vuelve a montar desde la pasión, luego el romanticismo y, por último, llega al amor en el sentido más amplio de la palabra, ese que, como viene a decir el Barón, no necesita adjetivos. Por otra parte, la película cuenta con un vestuario, una iluminación y una banda sonora que se convierten en personajes dentro de la historia, con sus momentos de protagonismo.

Ralph Fiennes, grandísimo actor que parece no envejecer, protagoniza la película en los dos frentes. En su versión joven, Fiennes hace una labor tan llena de matices y, a su vez, de excesos, que solamente podría calificarse como épica. En la parte en la que está tumbado, maquillado hasta la saciedad, su tono de voz y su mirada es suficiente para transmitir emociones intensas. Los personajes femeninos están interpretados por Julette Binoche (el de la "actualidad"), que hace un trabajo impresionante, de esos que le han dado su buena fama en el cine, y por Kristin Scott Thomas (en el pasado), una actriz a la que le costó horrores conseguir un papel que la Fox quería regalar a Demi Moore, pero que al final, cuando Miramax se hizo con los derechos de la producción, fue a parar a la actriz por deseo expreso del director que, a la postre, demostró estar en lo cierto, pues Kristin Scott Thomas hace un trabajo excelente. En segundo plano están los enormes trabajos de dos grandes del cine como son Colin Firth y Willem Dafoe, así como la gran sorpresa que resulta ser Naveen Andrews, un actor cuyos padres procedían de la India pero que nació en Inglaterra, a pesar de haber interpretado durante la mayor parte de su carrera a personajes de Oriente próximo.

Resumiendo, que es gerundio: El paciente inglés no es una obra maestra, ni mucho menos, pero tiene tintes de muchas de ellas. Lo que le falta de originalidad lo suple con buenas maneras por parte de un director en estado de gracia, un equipo técnico espectacular y un reparto para enmarcar.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El fuera de la ley
El fuera de la ley (1976)
  • 7,4
    10.381
  • Estados Unidos Clint Eastwood
  • Clint Eastwood, Chief Dan George, Sondra Locke ...
4
Escupe y dispara, escupe y dispara...
El fuera de la ley es un western considerado por algunos como uno de los mejores de su época. Para otros tantos, entre los que me incluyo, no es más que un western rutinario.

Clint Eastwood es un director con un talento grandioso, aunque al principio, tras las cámaras, triunfó más rodando el cine que había interpretado durante toda su vida. Sin embargo, en su primera película como director (Escalofrío en la noche) ya demostró que tenía cualidades para hacer mucho más de lo que nos da en El fuera de la ley, película dirigida en principio por Kaufmann (guionista de la misma) y en la que tomaría las riendas más tarde el director californiano. La película no es que sea mala, ni mucho menos, pero sí deja una sensación de vacío bastante grande en el espectador, mayormente porque no hay mucho más que un personaje principal con ansias de venganza, que emprende un viaje tanto físico como espiritual hacia un destino que parece estar escrito por los indios. No hay más, por mucho que Eastwood se empeñe en mostrar profundidad en el protagonista, ni por mucha fuerza de voluntad que ponga en hacer que los secundarios aparenten algún interés. La banda original, eso sí, es una maravilla. Los paisajes no son mucho mejores que los que vemos a las tres de la tarde un sábado en cualquier cadena autonómica.

El propio Clint Eastwood protagoniza la película sin dejar de ser "el hombre del poncho" de la Trilogía del dólar. Mirada al suelo que se alza lentamente, dejando una parte de la cara visible y la otra escondida bajo la sombra del sombrero, escupitajos y muchos tiros, no hay más chicha ni en el personaje ni en la interpretación. Chief Dan George, un nativo americano (de los de verdad), está a un nivel muy notable, como también lo está el actor canadiense John Vernon. Sondra Locke, por su parte, está correcta y gracias.

Resumiendo, que es gerundio: El fuera de la ley es un western más, por mucho Clint Eastwood que haya tras las cámaras y frente a ellas. La presencia del hombre más temido del oeste (con permiso del gran John Wayne) y un reparto acertado no basta para sacar a flote una película que en ningún momento consigue despertar interés.
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13 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El rey del rodeo
El rey del rodeo (1972)
  • 6,7
    2.122
  • Estados Unidos Sam Peckinpah
  • Steve McQueen, Robert Preston, Ida Lupino ...
6
Realmente entretenida
El rey del rodeo es una película entretenida y poco más. Por eso mismo, por no ser una película profunda, podría servir de patada en la boca para aquellos que dicen que el cine clásico es lento y aburrido.

Sam Peckinpah, director de grandes películas como Perros de paja o Grupo salvaje, se pone tras las cámaras en El rey del rodeo y lo hace para ofrecernos una película dinámica y llena de vida en la que siempre está sucediendo algo, aunque lo que sucede no tenga una relevancia excepcional. El guion de Jeb Rosebrook nos presenta la historia de dos mitos del rodeo, padre e hijo, con personalidades tan diferentes que acaban siendo casi iguales. A partir de ahí, Peckinpah monta la historia encorsetándola en un ambiente de western bastante bien recreado (la pelea del bar es una maravilla) y la endulza con recurrentes toques de humor bien metido y con un romanticismo oculto de gran realismo que está construído a la perfección basándose en los personajes principales. La cámara se coloca sobre el caballo a domar, sobre el hombro del domador, sobre la arena del rodeo o desde el punto de vista de una inexistente tercera persona que hace al espectador ser partícipe de ese espectáculo animal tan común en territorio yanqui (a quien escribe estas líneas no le hace mucha gracia ese tipo de trato a los animales). Las divertidas (e innovadoras) transicones dan un puntito más a la película.

Steve McQueen, un actorazo de los pies a la cabeza, protagoniza El rey del rodeo. Debemos ser francos y decir que McQueen no realiza aquí su mejor trabajo a nivel interpretativo, pero hay que reconocer su esfuerzo, pues rodó él mismo la gran mayoría de escenas en las que montó a caballos y a toros salvajes e incluso se lanzó a agarrar por el cuello a vacas de más de 300 kilos. Robert Preston, otra cara clásica, hace un trabajo más elaborado que el de McQueen, puede que porque su personaje se preste más a ello. La tercera clásica es la de Ida Lupino, una rareza del cine clásico, de las pocos que pusieron el talento por delante de la belleza. El mítico Joe Don Baker y la guapa Barbara Leigh (una modelo cuyos mayores logros, hoy en día, son: adoptar el nombre artístico "Leigh" por Vivian Leigh, protagonizar Vampirella, cepillarse a Steve McQueen, cepillarse al entonces presidente de la MGM Jim Aubrey y cepillarse a Elvis) completan el reparto principal, con buena nota para el primero de ellos.

Resumiendo, que es gerundio: El rey del rodeo no es de las películas más famosas de un grande como Sam Peckinpah, pero es una obra divertida que, con el tiempo, ha conseguido convertirse en una curiosa película de culto.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hombre que mató a Liberty Valance
El hombre que mató a Liberty Valance (1962)
  • 8,3
    35.255
  • Estados Unidos John Ford
  • John Wayne, James Stewart, Vera Miles ...
10
Sensacional
El hombre que mató a Liberty Valance es, posiblemente, el mejor western de la historia. Y lo es, en parte, porque es mucho más que un western, por paradójico que pueda parecer (y tal vez sea).

John Ford fue uno de los mayores maestros de la historia del cine. Un director de ideas claras, ambicioso, innovador, visionario y, sobretodo, amante de aquello que hacía. En El hombre que mató a Liberty Valance, Ford imparte una de las mayores clases de cine que jamás se han visto en una pantalla. ¿Cómo lo hace? Pues el hombre hace que lo difícil parezca fácil. El hombre que mató a Liberty Valance es una película de una riqueza incalculable, con muchos personajes llenos de matices, con escenarios bien preparados y con una historia sencilla en la superficie pero muy compleja en las capas interiores. Pues bien, John Ford consigue no perder detalle, dejando espacio a todos los personajes, aprovechando cada rincón de los escenarios y sacando a la luz cada fragmento de la historia, por diminuto que sea. Así consigue Ford una película redonda que es una ovación a la palabra honor, sí, pero también una deconstrucción sensacional de un proceso intenso, cargado de sentimientos encontrados, de emociones cruzadas y de ideales enfrentados. John Ford convierte a Liberty Valance en uno de los mejores villanos de la historia del cine, pues lo sienta a jugar a las cartas con los "buenos", lo mete en una reunión "política" con ellos y nos mete el miedo en el cuerpo haciendo de Valance un desequilibrado del que se puede esperar cualquier cosa en cualquier momento. La labor de Ford se ve reforzada por un trabajo de iluminación excelente que, por momentos, nos lleva al cine negro de la mejor época; la banda sonora nos mete de lleno en el western, así como el vestuario y, por otra parte, la historia pura y dura nos lanza destellos de un lirismo recrudecido por los sinsabores del amor no correspondido, enfrascando esas tres características en los cuatro personajes principales, unidos por el protagonista de forma directa y con destinos paralelos todos ellos, ya sea de forma directa o indirecta.

James Stewart, vaya monstruo. Un grande de la historia del cine, sí señor, además de uno de los actores clásicos más versátiles. A pesar de ser uno de lo mayores galanes de la historia del cine, el talento de Stewart era descomunal y en El hombre que mató a Liberty Valance nos da una de las mejores muestras de ello. John Wayne no fue un gran actor, es imposible decir lo contrario. John Wayne siempre era John Wayne, fuera cual fuera el nombre de su personaje. Pero es que hacer de John Wayne se le daba de puta madre, no había motivo para meterse en ningún berenjenal. Wayne era todo presencia, figura, imposición, intimidación... John Wayne era el tipo duro clásico, uno de esos a los que no les importa mancharse las manos, uno de los tipos duros más respetados de la historia, quién sabe si el que más. Lee Marvin, otro pedazo de actor, completa el trío principal de figuras unidas de forma directa dando vida a uno de los personajes, repito, más temidos del séptimo arte. Sobresaliente trabajo el suyo, como sobresaliente también es el de Vera Miles, una actriz resplandeciente, una de esas princesas del cine que, además de belleza, tenían un talento desbordante.

Resumiendo, que es gerundio: El hombre que mató a Liberty Valance no es solamente (para mí) el mejor western de la historia del cine: es una de las mejores películas que se han hecho jamás.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El leñador
El leñador (2004)
  • 6,4
    5.363
  • Estados Unidos Nicole Kassell
  • Kevin Bacon, David Alan Grier, Eve ...
8
Pequeña obra maestra
Es complicado describir una película como El leñador. Se trata de un ejercicio intenso basado en un tira y afloja de emociones que zarandean al espectador entre la compasión y la repulsión, sin posicionarse en ningún momento en una de las dos orillas.

Nicole Kassell debuta en el cine con una producción independiente de las que han hecho grande la etiqueta "indie". Es fácil encontrar cine independiente que va de intimista y en realidad está construido desde la más pura superficialidad. Ese no es el caso de El leñador, pues Kassell acerca la cámara al alma del protagonista/antagonista de la película, un ser humano tan roto que ha perdido de vista la realidad y que se mueve dando bandazos, guíado por su mente desequilibrada y llevando con él a un espectador que observa atónito la infinidad de detalles que construyen una pequeña historia contada con sutilidad pero con puño de hierro, poniendo los puntos sobre las íes y dejando que el espectador entre de lleno en la película y se funda con las paredes de los edificios que rodean al colegio que hay frente a la casa del personaje principal. El leñador no solamente toca un tema tan delicado como la pederastia y sale airoso, sino que además se adentra, se implica, lo retrata con bisturí y luego deja sobre el público la pesada carga de decidir si siente compasión por su personaje o, por el contrario, desea su muerte. Nicole Kassell hace un soberbio trabajo desmontando a un auténtico monstruo, dejando que veamos cómo son sus propios fantasmas y cómo se enfrenta a ellos... cuando puede. Por desgracia para todos nosotros, Nicole Kassell no es una directora a la que le guste pegada al cine.

Kevin Bacon es un actor enorme. No es el nombre que suele salir (normalmente) cuando se habla de grandes actores, pero tiene un talento enorme y una fuerza interpretativa descomunal. Gran parte del mérito de El leñador es del actor de Philadelphia. Sobre él recae la responsabilidad de convertir los deseos de la directora de la película en hechos visibles, casi palpables. Y vaya si lo consigue... Su interpretación es desgarradora en tantos sentidos que parece casi imposible que un actor pueda condensar todo eso en menos de 90 minutos de película. A su lado está Kyra Sedgwick, esposa de Bacon en la vida real y colaboradora habitual de las producciones en las que Bacon tiene algo de peso. Su trabajo es formidable y la naturalidad de ambos es tan grande en pantalla como debe serlo en su día a día. Mos Def me parece un actor brutal, muy capacitado para convertirse en un nombre importante de la industria del cine a poco que elija bien su camino. Reconozco que no he escuchado su música (llegó al cine tras su fama como rapero), pero alguien que interpreta con tanto realismo a un pequeño delincuente en 16 calles, a un alocado alienígena en Guía del autoestopista galáctico y a un policía de la vieja escuela en El leñador, merece toda mi admiración, pues no es nada fácil bordar registros tan diferentes. Notable también es el trabajo de Benjamin Bratt, muy comprensivo con su personaje. Mención especial merece el trabajo tan serio del conocido comediante David Alan Grier, pues un personaje así significa cambiar totalmente su forma de ser. La única pega en el reparto es el flojo trabajo de Eve Jeffers, quien tampoco se dedica a tiempo completo al cine (su vocación es la música).

Resumiendo, que es gerundio: El leñador no es la película que te va a llamar la atención en un videoclub, ni esa que tanto han anunciado en los interminables descansos de Antena 3, no. El leñador es la película que encontrarás un día de repente, comenzarás a ver con curiosidad, sentirás cómo te atrapa y acabarás de verla, tras hora y media, pensando que ha pasado una eternidad, pues algo de ella ha quedado dentro de ti. Y eso, en el cine, es lo más grande que hay.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leyendas de pasión
Leyendas de pasión (1994)
  • 6,8
    70.384
  • Estados Unidos Edward Zwick
  • Brad Pitt, Anthony Hopkins, Julia Ormond ...
5
Muy desaprovechada
Leyendas de pasión adapta la novela de Jim Harrison y lo hace para convertirse en uno de los grandes "booms" de la época, aunque también puede considerarse (mi opinión va por ese camino) que es también uno de los grandes "blufs" de los 90.

Edward Zwick es un director que suele gustar a las productoras porque ofrece cine comercial disfrazado de buen cine, de modo que puede llegar a gustar a una amplia gama de espectadores. Eso no convierte a Zwick en un gran director (aunque su trabajo en Diamante de sangre es sensacional) y aquí sus defectos salen a la luz. La historia de Leyendas de pasión es turbia, dura y se va recrudeciendo conforme se desarrollan los acontecimientos, pero a pesar de eso en la película vemos que falta dramatismo, furia, que hay un peldaño que no se llega a subir durante sus poco más de dos horas de duración. Zwick lo intenta pero no lo consigue. Lo intenta sin parar, el hombre, pero no puede. En la mayoría de escenas se echa en falta el realismo salvaje que debería tener una historia como esta; el espectador no llega a sentirse tan mal ni tan bien como los personajes intentan hacer creer que debe sentirse y, sobretodo, Leyendas de pasión carece de capacidad para crear un vínculo entre los personajes principales y el espectador, a pesar de utilizar la voz en off como arma arrojadiza para lograrlo. Por otra parte, en el apartado positivo, tenemos una fotografía brillante y unas localizaciones excepcionales, así como un cuidado vestuario, una banda sonora legendaria y, para mí, lo mejor de la película: su escaso interes en resaltar el gran cambio social de la época, dando por sentado que el espectador lo entiende. Acierto de Zwick, innegable.

Brad Pitt estrenó Leyendas de pasión y Entrevista con el vampiro en el mismo año y lo cierto es que mostró más parte de su potencial en la segunda. Sin embargo, fue Leyendas de pasión la película que mayor fama cosechó para el actor, convirtiéndolo en estrella casi de la noche a la mañana. Yo, personalmente, tengo debilidad por Brad Pitt y creo que es uno de los diez mejores actores de la actualidad, pero en Leyendas de pasión era poco más que un chico guapo con buenas maneras. Su personaje tampoco ayuda, ya que aunque se nos vende una profundidad casi mística en él, lo cierto es que está trazado con brocha gorda y a duras penas muestra matices. El gran triunfador de la película es, sin duda, un Anthony Hopkins soberbio durante todo el metraje, consiguiendo dar vida a un personaje amordazado (como todos en Leyendas de pasión). Julia Ormond ocupa el segundo lugar del podio imaginario, con un excelente trabajo lleno de detalles y con una mirada con vida propia. Aidan Quinn es la cuarta pata de la mesa y quien se aúpa al tercer escalón, con una labor formidable y una seriedad muy alejada de la propuesta blandengue de Edward Zwick.

Resumiendo, que es gerundio: Leyendas de pasión es una gran película a nivel comercial, pero no es ni la joya ni la pequeña obra maestra que el gran público etiquetó como tal poco después de su estreno. Lo mejor de Leyendas de pasión es que le otorgó a Brad Pitt la etiqueta de actor que producía ganancias económicas, lo que nos permitió, al poco tiempo, ver como se convertía en todo un referente de la interpretación que alcanzó su punto álgido, a mi entender, en esas dos maravillas que son Seven y 12 monos. Es curioso que Zwick y Pitt, los más flojos de la producción, fueron con el tiempo grandes descubrimientos... aunque por motivos bien distintos.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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