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25 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Sobre la adolescencia
Escrita y dirigida por Louis Malle, es una de sus obras más conocidas. Se rodó en Dijon (Francia) y en estudio. Fue nominada a la Palma de oro, a un Oscar (guión original) y a dos NYFCCA (dirección y guión). Ganó el Kansas FCCA al mejor film extranjero. Los productores fueron Vincent Malle y Claude Nadjar ("Lacombe, Lucien").

La acción tiene lugar en Dijon (Francia) y en una residencia de Norvan, entre primavera y finales de julio de 1954. Cuenta la historia de Laurent "Rizzo" Chevalier (Benoit Ferreux), de 14 años, el menor de tres hermanos, hijos de un ginecólogo presuntuoso, Charles (Daniel Gélin), y de una italiana liberal, Clara (Léa Massari), que se casó a los 16 años, tiene 35, es de carácter independiente y siente predilección por Laurent. Éste es inteligente, buen estudiante, aficionado a la lectura y de buen corazón: es voluntario de la Cruz Roja.

El autor explora la adolescencia, como en "Adiós muchachos" (1987). Muestra la oposición creciente que siente el chico por la autoridad, que encarnan el padre y el cura que le da clases en el colegio (Michel Lonsdale). Se rebela contra quienes mantienen una absurda guerra colonial, que pronto concluirá en derrota (Dien-Bien-Phu), y contra quienes la defienden. Prueba todas las experiencias que considera asociadas al hecho de ser hombre, como beber, fumar puros, bailar con chicas. Su emergente sexualidad le lleva a masturbarse y a buscar la compañía de muchachas como Helene. Cuando su madre regresa al sanatorio, tras romper con su amante, el chico trata de calmarla, acariciándola y besándola. En un marco de inocencia, afecto, comprensión y sosegada felicidad conoce el amor por primera vez. Guardará un grato recuerdo del hecho, no sentirá remordimientos y seguirá su aventura personal con normalidad. La obra no es la historia de un incesto, sino la historia de un adolescente que busca su camino. En el recorrido encontrará dificultades, pero sobre todo momentos de satisfacción y de plenitud.

La música incluye composiciones de Charlie Parker y su orquesta, con protagonismo del saxo y acompañamiento de viento, piano y percusión. Se añade un fragmento de Dizzi Gillespie. La fotografía, de Ricardo Aronovich ("Providence"), desarrolla una narración visual muy cuidada, de colores suaves, con predominio de las luces doradas y los fondos crema, y con una cámara que muestra las inquietudes y los deseos de Rizzo, espoleadas por el ejemplo de sus hermanos. No se excluyen algunas imágenes de desnudos explícitos, oportunas y tratadas con discreción y respeto. El guión explora el mundo de la dolescencia en el momento delicado en el que descubre el sexo y se posiciona ante él. Comete un error garrafal al decir que en el alto del Izoard Bobet adelantó a Bahamontes en 15'. La dirección crea una historia personal cautivadora, que invita a la reflexión sosegada y serena.

Película bien elaborada, de excelente fotografía y magnífica música, que cuenta con maestría una historia de enorme interés humano.
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85 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
En brazos de la mujer, madre, madura.
Uno de los más hermosos, certeros y elogiables acercamientos que haya dado el cine al mundo, tan particular, que transita de la adolescencia a la juventud.
Malle, como casi siempre, arriesga en su apuesta con un argumento tan digerible y fluido como espinoso: para contarnos la vida de Laurent, aquejado de un soplo al corazón, el cineasta nos habla de su fría relación con su padre, un reputado ginecólogo; de su frustrada primera relación sexual con una prostituta; del intento de seducción por parte de un sibilino sacerdote, para llegar al final apoteósico, en el que el joven Laurent, el predilecto de la madre (bellísima Lea Massari), cae en brazos de ésta. Para Laurent su madre es mucho más que eso, es casi su mujer, es su amiga, su cómplice, su máximo apoyo. Para ella, el joven es casi su marido también por ser su confidente, su guardián de secretos, su asidero de comprensión. Malle nos lo cuenta con tanta naturalidad, que lo que pudiera parecer o transmitirse como resbaladizo, queda como un instante felicísimo, hermoso, memorable.
La película tiene una atmósfera y un tono muy logrados, está narrada con pulcritud en un guión que se desliza, magnífico, al compás de la puesta en escena, en un todo que es una declaración de intenciones y reivindicaciones: libertad para amar, para elegir, para ser feliz, pudiendo, a cada momento. Libertad. Libre. Como el cine de su gran autor.
Música de jazz de Charlie Parker.
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48 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
LA MÁS HONESTA Y BELLA CINTA DE MALLE
"No lo recuerdes como algo vergonzoso, sino como algo hermoso, que sólo sabremos tú y yo"
Parafraseando el argumento la hermosa madre de Laurent a éste.
Louis Malle sabe perfectamente lo que quería al realizar ésta cinta.
Provocación.
Y no es de extrañarse que el director de Au revoir les enfants y Atlantic City pudiera lograr de manera más precisa y cuidada una de las trasgresiones más criticadas a lo largo de la historia del mundo.
Mirar con subjetividad la relación entre el adolescnete Laurent y su joven y bella madre, resultaría ofensivo para quienes desconocen el trasfondo de la justificada idea de Malle por ejemplificar, de manera bastante tangible, lo que puede llegar a suceder dentro de una sociedad de primer mundo, a puerta cerrada; sin que esto implique el sacrificio de la marcada jerarquía madre e hijo.
Para Laurent, la figura materna es más allá de la que para muchos significa.
Con una madre que, (a juzgar por la apariencia de la joven Lea Massari) no contó con el tiempo suficiente para vivir su juventud como hubiera dispuesto, y un par de hermanos despreocupados e instalados en el exceso, ésto, aunado a la presencia ausente de un padre que hace de maniquí durante la cinta; era de esperarse que el joven fuera un chico precoz y poco ortodoxo conforme a lo establecido para los chicos de su edad.
Laurent prefiere el jazz a la música comercial, el cigarrillo a los caramelos y pasar el tiempo con su madre, que con aquellos chicos de su edad.
Una verdadera obra maestra de Louis Malle; adelantada a su época ,pero vigente siempre y arriesgada hasta para nuestro tiempo.
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36 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
En brazos de mamá
Louis Malle hace aquí una gran película sobre la adolescencia, absolutamente carente de prejuicios y estereotipos, mostrando la abrumadora y fascinante personalidad de un muchacho de catorce años que, entre otras cosas, y por su propia experiencia, considera que "todos los hombres son pederastas y todas las mujeres lesbianas".

No es el único acercamiento del gran Malle al mundo adolescente, pues también ha realizó títulos como ‘Lacombe Lucien’ o la maravillosa ‘Adios, muchachos’, y aquí nuevamente sale airoso, siendo valiente al tratar el espinoso asunto del incesto, con una ausencia de enjuiciamiento moral que sólo correspondería a las mentes estrechas. Además, no se corta en las secuencias sexuales y de desnudos, que son numerosas y bastante explícitas. Muy recomendable.
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34 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
EXQUISITA ADOLESCENCIA
Brillante película del realizador Louis Malle basada en un guión original en el que plasma muchos de sus recuerdos de niñez. Quizás su primera gran película, en la que parece liberarse de ese estilo artístico y algo forzado de sus primeras obras para rodar una película que ansiaba hacer desde sus inicios.
Esta tiene 2 parte bien diferenciadas. En la primera son los devaneos del adolescente protagonista que se inicia en la vida. Logra incrustar profundamente en el espectador la fascinación de la edad por las primeras experiencias en todos los órdenes, sean lúdicas, sexuales, culturales o meramente gamberras. Al tratarse de un joven pertrechado en hermanos mayores, holgada posición económica e inquietudes artísticas- quizás incluso demasiado elevadas para su corta vida- , uno hubiera deseado encarnarse en el adolescente que se nos presenta. Todo se nos cuenta de una manera franca y vivaz, lejos de nostalgias y sin afanes poéticos. Logra una impresión mucho más certera, y a uno se le clava en la memoria por mucho tiempo.
La segunda parte se inicia cuando el joven acude a un balneario con su madre. Aquí trasciende la mera adolescencia para coquetear con la madurez. Son los primero escarceos con la edad adulta, bien a través de un romance con una chica de su edad, bien a través de la relación que entabla con su madre, donde pasa de ser benjamín a confidente. El tratamiento es algo distinto, con un ritmo más reposado en el que se va cuajando el carácter del protagonista, y en el que el autor utiliza su exquisito tacto para narrar algo que en manos de casi cualquier otro Se hubiera convertido en un asunto zafio o perverso. Es su elegancia lo que redime esta segunda parte de la obra y que la hace encajar perfectamente con la primera.
Excelente película que uno goza plenamente durante su visionado y que recuerda durante mucho tiempo después, rara cualidad que poseen sólo algunas obras mayores.
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20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Iniciación al deseo
La historia podría contarse de muchas formas, y probablemente ya se ha hecho, antes y después de que Louis Malle decidiera rodar esta hermosa película en 1971. Seguramente no era nuevo para el cine abordar en imágenes la iniciación de un joven al deseo, su asombrado descubrimiento del sexo y sus repliegues, del amor como expresión artística y humana. Pero quizá no se había hecho de este modo poético y contemplativo, utilizando la sobriedad como medio y la sutileza como instrumento de precisión.
Toda la película se articula en torno a una búsqueda, la de Laurent, el protagonista, un adolescente francés sumergido en plena década de los cincuenta, con el fondo de la guerra de Indochina y la caricia del jazz como bálsamo contra la indiferencia de su padre y la petulancia de sus hermanos mayores. Sólo la fascinación que siente por su madre italiana, interpretada por la maravillosa Lea Massari, va alimentando el deseo que no llega a culminar en las mujeres que va frecuentando a lo largo de esa búsqueda serena e incesante de la belleza. Insisto en que todo esto podría contarse de un modo mucho más mórbido, pero Malle prefiere la poesía al exceso y le sale bien el propósito, pergeñando una película más cercana a lo lírico que a lo épico.
Secuencias de una belleza plástica tan intensa como el baño de la madre de Laurent (repito, espléndida Lea massari), ante los fascinados ojos del adolescente que la mira, hijo y enamorado, Edipo redimido por la ternura de ese momento especial e incomparable, convierten esta película en una experiencia única. Es curioso
que, años más tarde, en la igualmente sublime “Atlantic City”, Burt Lancaster observará con idéntica fascinación a Susan Sarandon mientras se lava. ¿Casualidad?
Los ojos del protagonista, Laurent, su callado amor por la madre que lo ama, su secreto deseo de poseerla, nos van dando a retazos las claves de una historia que va creciendo a medida que la pasión del chico. Pero Malle no se recrea en la morbidez de la situación, todo fluye de una manera natural, como las obras de arte, igual que esos lienzos que parecen pintados por la mano de un niño. Creo que ahí está la grandeza de esta película, su profunda inocencia, su bella ingenuidad, que la convierten en una historia de amor, la crónica del instante sublime que es su desenlace, la realización del deseo en su máxima expresión. “Ha sido algo muy tierno que no se repetirá”, sentencia Lea Massari, perpleja y fascinada ante el milagro que acaba de producirse. Y nosotros sabemos que aunque no se repita, el instante será único y quedará ahí para siempre, como la estela de un verso inextinguible.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La piel suave
Catorce años, dos hermanos mayores, un padre ginecólogo y una madre italiana casquivana y deliciosa.
Estamos en la Francia del cincuenta y cuatro, la de la posguerra, la de la pérdida de las colonias, Indochina como debacle, y los Tours de Louison Bobet (por ahí andaba también el gran Bahamontes).
El asunto es trillado, harto conocido y muy contado, el despertar a la vida de un zangolotino, francés y burgués, leído, musicado, culto, sensible y pistonudo.
Y Malle lo cuenta a ritmo de jazz, contagiado por ese son abrupto e inspirado, libre, juguetón, frenético, sin reglas aparentes, dejándose llevar, improvisando, gozando. Escenas atropelladas como si fueran sketches, cerradas muchas veces de forma imprevista y cortante, situaciones chuscas, emociones a flor de piel, erotismo muy presente y la vida como erupción, como dolor feliz, como fugaz delirio.
Es la historia, quizás esencialmente, de un amor, el de una madre poco convencional hacia un hijo que la idolatra, adora y desea.
Se cuentan muchas cosas, pero como al desgaire, con una naturalidad fabulosa, de apariencia brutal, pero de fondo hermoso, lírico, desgarrado. No hay juicios morales, se observa, se relame en la mirada Malle, cuenta como si estuviese pasando todo en ese preciso instante.
Es una película plena, bulliciosa y efervescente; un pequeño milagro crispado que parece contar lo de siempre para acabar descubriendo una verdad sencilla, de aspecto escandaloso y de hondo decir.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Proust en la pantalla
Una de las cintas de Louis Malle que más me han entusiasmado. Claro homenaje a Marcel Proust, se huele desde el principio influencias de la "Recherche du temps perdu": el amor maternal, la figura del padre, la homosexualidad (aunque tratada muy de pasada, no como en "Sodoma y Gomorra"), el balneario y la enfermedad de Lucien, el amor adolescente por una muchacha, la burguesía...
Aun así encuentro errores en el planteamiento de la figura de Lucien, que a sus 15 años ya ha leído a Albert Camus (su "El mito de Sísifo"), que sinceramente es un libro harto complejo de entender, así como al propio Proust. Y la excelente banda sonora de Charlie Parker, nombrado en la película, pero que a veces no acaba de encajar.
Una película excelente al fin y al cabo.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Madre… ¿amante?
Una película claramente diferenciada en dos partes.

En la primera, vemos a tres adolescentes insoportables (¿puede ser de otra manera?), hermanos en plena explosión hormonal y comparaciones sobre longitud del pene, las primeras aventuras sexuales y otras actividades tan lúdicas. Laurent es el preferido de mamá (Léa Massari), el padre es ginecólogo, severo y distante con los hijos.

Educación católica, con confesiones obligatorias, rezos y algún padre que se insinúa más de la cuenta… El ambiente de una familia de provincias está bien recreado, con un punto exótico, por el origen italiano de la madre. Sin embargo, la acción se hace algo repetitiva, pues una vez visto el ambiente que reina en esa familia, las escenas entre los hermanos o entre Laurent y la madre que no para de mimarle, se repiten.Un día, a Laurent le diagnostican un soplo al corazón.

Aquí es cuando empieza la segunda parte. Madre e hijo acuden a un balneario para que él siga una cura. Madre e hijo comparten habitación, confidencias y mucha mucha cercanía. Ella es joven aún, guapa, liberal y extrovertida; él es el preferido de mamá y, además, está descubriendo los afectos y el sexo. La relación que se teje entre los dos roza el incesto.
Esta es la parte más interesante, tratada con delicadeza, mezclando la ternura y la sensualidad, hasta llegar a...

A finales de la década siguiente, Malle recreará el mundo adolescente en otro contexto histórico. Adiós muchachos (Au revoir les enfants, 1987), retrata un grupo de escolares en la época de la Ocupación; los curas esconden a un alumno judío que traba amistad con uno de los alumnos, hasta que una denuncia provoca la llegada de las Milicias…

Como trasfondo de El soplo..., y es tema de conversación en varios momentos entre los adultos, la guerra de Indochina (1946-1954), la guerra precursora del conflicto de Vietnam (ver mini-resumen más abajo).

Si en Ascensor para el cadalso, Louis Malle había acudido a Miles Davis para firmar la música, creando ese ambiente negro, sensual y sugerente, en esta cinta las imágenes se despliegan sobre un fondo de jazz de Charlie Parker, que se menciona, además, en varias ocasiones. Aprovecho entonces para dar el salto a otra película impresionante: Bird, de Clint Eastwood (1988), sobre la vida del músico maldito, muerto joven.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
¿Os habéis sentido alguna vez como si os atravesaran el corazón con mil dagas ardientes? Pues eso es lo que siento ahora. ¡Uuh, bacon!
Una putada tener unos hermanos que no paran de tocarte los huevos. Pero, sorpresa, no son los únicos que quieren tocártelos. De hecho parece que hay una "larga cola" de gente esperando.
El caso es que lo que saco de esta gran obra cercana a la realidad y sin florituras, que dirían otros claro, es que en Francia tienen graves problemas, tanto de gusto estético como de conducta (y no lo digo por lo que acontece al final, ocurren cosas en mi opinión bastante más perturbadoras que parecen igualmente naturalizadas por el director). Lo de que el chaval vaya de pedante por la vida es quizás lo más creíble.
Solo queda preguntar... Cuándo dejará de sonar el saxofón? Por qué no paran de decir que el chaval es mono cuando, al contrario, lo que tiene es cara de mono? Y por supuesto, de dónde vienes y qué haces descalzo? Qué cabrón, Laurent, qué cabrón! Si un callo raquítico pilla tanto en Francia, me voy echando lech... digo, que me voy corrien... bueno, que voy para allá.
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10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Que venga ya un cardiólogo
Vaya retrato de la adolescencia. Será en Francia, y aún así cuando he estado allí no me ha dado la sensación de que estuviesen más trastornados que nosotros. Pero algunos directores sí, porque ya hay que tener hormonas metidas en el cuerpo como para hacerle a este niño pasar por un incesto, soportar a un cura pesado y a unos hermanos rastrerillos. Y todo como si fuese lo más guay y lo más normal del mundo. Oiga, basta ya. Está bien que el cine nos presente historias extraordinarias, poco comunes y de las que suele aprenderse algo, incluso cuando está en medio Bruce Willis, pero este tipo de fantochada entre madre sexy e hijo salido mostrado como si fuese una tierna historia de amor me parece igual de bonito que si la protagonizasen la Pantoja y Paquirrín. A la hora de ser guay vale todo, inventar y reverberar la mayor idiotez que se nos ocurra y echarle un brochazo de barniz sentimental y filosófico y hale, toma clásico. Viva Francia, pero esto no, leñe.
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21 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La "Moral" sobre la cuerda floja
Impactante y transgresora película, bien realizada y escrita por Louis Malle.
El encanto de "El soplo al corazón" reside en su marcado carácter desenfadado, en su tono provocador, y como no, en la inspiración creativa de Lea Massari, que da vida a la idea de "madre" que todos idealizamos en nuestra cabeza (con múltiples divergencias claro está, pero en general ese es el concepto). Merveilleuse!!!

Singular argumento que nos embarca en la vida de un chiquillo con inquietudes que no corresponden (según las leyes morales) a un niño de su edad. El sexo, las drogas, la muerte...
Todo tiene cabida en una cabeza despierta y atenta a cualquier posible respuesta de la vida.
No llegaría a notable, si no fuera por la fuerza que termina por adquirir la relación con su madre al final del film. Realmente conseguido el tramo final de "Le souffle au coeur", que consigue transmitir el amor que reside en los corazones de sus dos protagonistas, y la lealtad que se profesan sus respectivas existencias. En definitiva, la imperativa necesidad que tienen el uno del otro.

"El soplo al corazón" se debe visionar con la mente y el corazón abiertos, para que momentos que podrían provocar aversión puedan provocar empatía, y momentos que podrían familiarizarse con nosotros nos permitan ver la absurdidad y la hipocresía de ciertas situaciones cuotidianas.
No todo es "oro" en la obra de Malle, y hay ciertos momentos en los que su tendencia incendiaria pone a prueba su equilibrio emocional, que parece en todo momento caminar por la cuerda floja.
Pero de alguna manera, nunca decae y sigue manteniendo el compás de su avance, haciendo del riesgo de su apuesta, su mayor virtud.
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4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Magnífico retrato de adolescencia, muy sentido y contextualizado
Un Malle muy bueno, como casi siempre. De Malle queda mucho, de otros "nouvellevagueros" menos. La interpretación del joven es natural y la presencia de Lea Massari casi turbadora. La escena hacia el final entre ellos, sin culpabilidades ni traumas está "puesta en escena" de un modo cómo para comentar tras ver la película.

Transmite vida y su transgresión queda para los espectadores. Para mí una obra cinematográfica de "arte mayor" queda en el recuerdo porque deja huella. Desde1970, este film y luego "Lacombe Lucien" y "Adios Muchachos", marcan para mí una especie de trilogía genial de la que todos, y en especial los franceses adultos y jubilados, deben revisar. En este caso, una vez más, Louis Malle es Louis "Bien". Más que recomendable.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
UN ADOLESCENTE QUE BUSCA SU LUGAR EN EL MUNDO.
¿Cómo hacer una obra maestra a la francesa? Elegir un tema polémico dentro de la trama que busca herir o molestar: una mujer feliz por haber abortado tres veces, un pedófilo superbuena gente o como en este caso un retrato pormenorizado de incesto.

Laurent Chevalier es un preadolescente tímido, maravillosa persona e intelectual por leer a Proust, esta en contra de la guerra colonial francesa en Indochina y hace las cosas que se supone que hacen los hombres: baila con chicas, bebe, se queja de la sociedad y de la burguesía hipócrita, la película parece ser que tiene muchos guiños a escenas de sus obras. Ayuda en la Cruz Roja, se va con una prostituta pero la cosa sale mal y después un sacerdote intenta abusar de él, después se descubre que tiene un soplo en el corazón.

En realidad Laurent es un preadolescente obsesionado con el sexo, pedante "intelectual", arrogante, insustancial, con una cara de obseso sexual que tira para atrás y que no genera mucha simpatía salvo para los franceses estirados que se identifiquen con él.

El padre le trata mal, es orgulloso, alcohólico, vamos una mala bestia, ginecólogo y por supuesto también un burgués engreído por lo que se supone que tenemos que alegrarnos que le sean infiel. A veces llega a la caricatura y por supuesto no se explica bien por qué tanto rencor contra el mundo e impotencia.

Lea Massari es la madre, una actriz bellísima, que adora a su "sufrido" e insufrible hijo snob (Como es una peli francesa de los 70 no habrán desnudos integrales pero torearán a los espectadores creando sentimientos confusos con ello). La madre al salir de un sanatorio ¡porque le ha dejado el amante!, tiene una situación ambivalente de cariño, caricias, miradas de deseo que escandalizan con su hijo predilecto y al final se acuestan.
Este incesto parece ser un escalón más en la madurez que no crea vergüenza ni arrepentimiento, sino que parece formar parte del proceso de maduración.

Por supuesto, sale semidesnuda en el baño delante del hijo que va a orinar y que la mira salido con una fijación que da grima, pero ha sufrido tanto por culpa de su padre y después por el soplo al corazón que se lo perdona todo aunque se da cuenta de todo.

Los hermanos también los típicos pedantes franceses, estirados, bastante quejicas, que producen constantemente no pena sino un profundo asco. Gente que lo tiene todo, que va de intelectuales supremos y egoístas que se quejan de todo. Todo narrado supuestamente de forma sensible, aunque la verdad es que da vergüenza ajena con la desfachatez en que el hijo mira con deseo a su madre y viceversa.

La estética y ambientación es la típica de las películas francesas de los años 70, muy buena. Además ponen muy a menudo una música de saxofón, obviamente por ser muy culta, que llega a ser irritante, para acentuar constantemente la amenaza del incesto con una madre inmadura.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El despertar.
162/21(21/04/09) Film muy polémico en su momento por morboso final, realizado de forma magnífica por Louis Malle, en lo que fue su primer trabajo como guionista. Si no fuera por el final (spoiler), sería una deliciosa cinta sobre el despertar sexual de un adolescente francés, Laurent Chevalier (Benuit Ferreux) hijo de un ginecólogo y una bella ama de casa italiana, Clara Chevalier (Lea Massari) con dos hermanos mayores que se burlan y le toman el pelo. La cinta está fuertemente marcada por el tiempo en que sucede, durante los años 50, una época convulsa en Francia, durante la guerra en Indochina donde los galos perderían a muchos soldados, teniendo a la opinión pública en contra, la cinta está inundada de noticias sobre esta guerra y vienen a situar a los personajes en un contexto en que como Francia están en ebullición, donde Laurent siente el cosquilleo típico de la edad que le hace intentar explorar nuevas cosas que van desde fumar a ir detrás de las chicas y en estas se siente muy unido a su madre, una díscola mujer que le encanta coquetear con los hombres y que estos la deseen, pero lo que no ha calculado es que su hijo pequeño sea uno de ellos. La película es una maravillosa recreación de un mundo en decadencia, la burguesía francesa, donde Malle pone su más corrosiva crítica, recreando las casas con criados, sus fiestas, sus colegios, los clubs de alterne, donde incluso nos obsequia con uno de los productos más decadentes que ha dado la sociedad, un balneario. La historia me deja sensaciones controvertidas, por un lado es una maravilla y por otra me deja mal cuerpo por escabroso final. Recomendable a los que gusten de buenas historias de despertares sexuales con final morboso-escabroso que no te dejará indiferente. Fuerza y honor!!!
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10 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Simplemente maravillosa. Obra el milagro de rejuvenecer el alma del que la ve.
Simplemente maravillosa. Un auténtico canto a la vida. Cine en estado puro. Fresca. Vital. Una auténtica obra de arte. De esas pocas películas que te accionan esa tecla oculta a la que tan dificilmente se llega. Obra el milagro de rejuvenecer el alma del que la ve.
Hay que abandonarse a ella. No busques nada de ella. Sólo dejate llevar. Sólo vívela. Con el corazón, sólo con el corazón: las palabras sobran.

Gracias Sr. Malle, gracias.
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8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Un soplo de vida.
A veces nos sorprende la capacidad del cine para superar a lo real, para imitar lo que casi no podemos palpar por la fugacidad de lo vivido. No somos conscientes de la riqueza de matices, de texturas, de olores que nos rodean cuando nos dirigimos a través de eso que llamamos tiempo, el cual no podemos agarrar pues el susodicho siempre apremia.
Una de las dificultades del cine y en eso consiste la fascinación por este arte, es recrear todo eso en un fotograma. Difícil labor. Louis Malle parece que no tiene ningún problema en solventar este tipo de dilemas.

El protagonista de la película se abre a su propia vida ante el gran asombro que le supone su despertar sexual y el conocimiento de ese mundo adulto, ajeno, que se le hace atractivo, sugerente e incomprensible. La narración a través de minúsculos, fugaces, pero firmes pasos, avanza desde los primeros traspiés de este chico hacia algo mayor, hacia algo mucho más sólido y amplio que un simple juego o travesura. El resultado es completamente coherente con la sensibilidad, respeto y madurez que caracterizan al director francés en la mayoría de sus películas.

La belleza y capacidad interpretativa de Léa Massari en la película es absolutamente admirable al igual que la capacidad del joven protagonista para interpretar un papel con una naturalidad apabullante.
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5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Vivencias de la adolescencia
En Le souffle au coeur, Louis Malle retrata fílmicamente parte de sus vivencias como un adolescente proveniente de una familia de clase alta del Dijon de posguerra. Las peculiaridades de la personalidad de Benoît Ferreux (Laurent Chevalier), escucha jazz, es un ávido lector y el más inteligente de su clase, son evidenciadas desde el primer fotograma. La música de Charlie Parker acompaña a Laurent tanto en su casa como en sus andanzas por la ciudad.

Mediante un guiño bastante notorio hacia el personaje Antoine Doinel (protagonista de “Los 400 golpes” de Truffaut), aunque tratado en un registro más convencional, la película desarrolla una serie de “ritos de pasaje” en la vida de Laurent, acompañado por sus hermanos, pero principalmente por su madre (Lea Massari).
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
FRESCO INSIDIOSO Y PETULANTE, DE CARÁCTER AUTOBIOGRÁFICO
Fresco insidioso y petulante, de carácter autobiográfico, de la Francia rica burguesa de los años 50.
Son insufribles los componentes de la familia con excepción de Laurent: un par de hermanos mayores niñatos ricos que beben botellas a morro tendido, hacen guateques de casa en casa y no dan un palo al agua; junto a un padre ginecólogo que simplemente es un iluso engreído y; una adúltera guapa madre italiana que nos ofrece el contrapunto "hippie" a toda esta despreciable sociedad de ricos burgueses gabachos (por cierto, muy guapa Lea Massari).
A todo esto el guión tampoco trasciende y se limita a insinuar lo banal que es la naturaleza humana del rico burgués: jazz "be bop", experiencias sexuales de la adolescencia, incesto madre-hijo, abusos sexuales del clero sugeridos, campamentos scouts, enfermedad y curación en el balneario, etc.
Sobrevalorada, como gran parte de la obra de este cansino y respetado director de la "nouvelle vague" francesa.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Una buena pelicula
Una delicia. Muestra la infancia de los niños de una época, de su familia, del sexo y lo hace de manera amable y delicada con exquisito buen gusto.

Buen guión , buena interpretación, buen ritmo.

Merece la pena verla.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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