19 Críticas de los usuarios

Sé que esta película no tiene nada especial para muchos pero para mí lo tiene todo. Ya no es solo el tema, es la interpretación perfecta de Meg y Andy.
Desde el primer momento, te identificas con Alice, te enamoras de las niñas y de un fantástico Michael entregado a su familia. Sí, el alcoholismo, la peleas y un amor incondicional no son temas nuevos, pero en esta peli están tratados de una manera exquisita. No puedo evitar emocionarme cada vez que la veo.
Es de esas pelis que no sabes muy bien por qué te enganchan, aunque hay quien la tacha de drama de película de serie b. A mí me encanta.

Que "Cuando un hombre ama a una mujer" pasara sin pena ni gloria por las retinas de los espectadores dicen más bien poco de éstos.

O, desgraciadamente, dice mucho.

Bajo un título engañoso que invita a clasificar el film como "una película romántica más", se esconde un trabajo de investigación científica extraordinario.
Es de agradecer el gran trabajo de documentación psicológica que realizó Mandoki antes de narrar la historia. Desgraciadamente no es muy común que directores mucho más mediáticos contemplen tantos aspectos que influyen en la creación, evolución y consecuencias de una relación interpersonal.

El director basa la relación entre Meg Ryan, Andy García y las dos pequeñas en la teoría sistémica de Bateson y la teoría del apego de John Bowlby. Además recrea con gran fidelidad el porvenir de una adicción.

Dicho de una forma más simple, Andy García interpreta el papel de un hombre "perfecto". Caballeroso, seguro de sí mismo, atento, afectuoso, tranquilo y con grandes habilidades sociales que se hace cargo de los eventuales problemas cotidianos que aparecen en su hogar. Es tan perfecto que, sin darse cuenta y con todo el amor que habita en su corazón de gigante, cae en la trampa de la sobreprotección y no permite que su mujer se desarrolle como persona. Se podría decir que Andy se enamora de él mismo y se alimenta de la autoestima que le produce una relación en la que canaliza su amor gobernando. Meg Ryan, guapísima, encarna el papel de una mujer que parece tenerlo todo. Amor, dinero y una familia fenomenal. Sin embargo, cuando nos adentramos un poco más en las entrañas de su personalidad, descubrimos un corazón lastimado. Una mujer que debido a una relación desajustada con sus padres, no se quiere lo suficiente y se deja arrastrar por las ganas de ser ayudar de su marido. Pero una personalidad no se puede bloquear, y de ahí la aparición del alcoholismo.

Meg expresa sus ganas de vivir mediante un síntoma, la bebida. Y a medida que mejore, él se irá sintiendo mas perdido en su nuevo rol.

Un largometrage que mediante la constante evolución de emociones, sentimientos y pensamientos te va a ayudar a entender las complejas relaciones que existen entre las vidas de cada una de las personas que forman una familia o sistema (nadie está a salvo y menos las dos hijas pequeñas que hacen un papel magistral). Así como el estrecho vínculo entre estas relaciones sociales y la aparición de enfermedades

Es una pelíula que entre otras cosas trata del amor entre dos personas, entre una pareja que pronto se ve amanazada por una enfermedad de ella; el alcoholismo. Es este el tema que sostiene todo el peso dramático de la pelicula junto con la calidad interpretativa de los actores protagonistas Meg Ryan y Andy Garcia. Destacando también el papel de algunos secundarios como la genial Ellen Brustyn.
Principalmente es una película en la que lo que importa es el mensaje, la fuerza del amor que supera, no sin esfuerzo las dificultades, las dificultades propias de la vida afectiva, la esperanza de él por su amor hacia ella, que pese a su estado nunca deja de creer en ella ni en esa magia que un día surgió entre ellos cuando se conocieron. Una de las imagenes más bellas de la película son los paseos, sus conversaciones, el parque... También queda bien plasmado como ella tampoco deja de quererlo y que poco a poco va siendo consciente de lo que tiene a su lado, que es sin duda lo mejor, alguien que la quiere y unos hijos...
Es una especie de alegato del triunfo del amor sobre toda las cosas y de como una fuerza tan grande puede actuar cuando un hombre ama a una mujer y viceversa... Bien vale un amor!

Andy García es un actor que se ha ido perdiendo con el paso del tiempo. Aquí en esta película desborda sacrificio en pos del amor que siente hacia su pareja. La lucha contra el alcoholismo es encarnizada y aun más cuando Meg parece tan enferma que se rebela al amor de este estoico hombre.
La mítica canción de Michael Bolton “When a man loves a Woman” realmente nos cimbra, y nos hace reflexionar que es capaz de hacer un ser humano por amor.

“Cuando un hombre ama a una mujer
Su mente no puede estar en nada más
Él daría el mundo
Por una cosa buena que encontró
Si ella es mala, él no lo puede ver
Ella no puede hacer nada malo
Le daría la espalda a su mejor amigo
Si hablara mal de ella.

Cuando un hombre ama a una mujer
Gasta hasta el último centavo
Intentando retener lo que necesita
El renunciaría a todos sus comodidades
Y dormiría afuera en la lluvia
Si ella dijera que ese es el camino
Que debe tomar.

Cuando un hombre ama a una mujer
Le daría todo lo que poseo
Intentando retener
Su precioso amor
Nena por favor no me trates mal

Cuando un hombre ama a una mujer
En el fondo de su alma
Ella puede traer tal sufrimiento
Si ella juega con él como con un tonto
Él es el ultimo en saberlo
Los ojos del amor nunca pueden ver.

Si cuando un hombre ama a una mujer
Yo sé exactamente cómo se siente
Pues nena, nena, nena
Yo soy un hombre
Cuando un hombre ama a una mujer”

Probablemente habremos visto muchas pelis sobre adicciones, concretamente tocando el alcoholismo, y no menos sobre la familia, pero en esta ocasión, en la que tal vez sea la obra más interesante del mexicano Luis Mandoki, se conjugan los dos factores, permitiéndose, además, hacer una reflexión sobre los distintos tipos de amor (la comprensión, la protección, la lucha contra la adversidad, etc.).
Tal vez tienda demasiado a una estética y una trama un tanto más propia de típico telefilme melodramático, pero hay unas cuantas cosas interesantes en esta producción: la pareja protagonista, Alice y Michael, está estupendamente interpretada por unos muy creíbles Andy García y Meg Ryan, las niñas no molestan, lo que es de agradecer, y la historia fluye de una manera adecuada, narrando el alcoholismo de la mujer sin caer en el morbo o en excesos efectistas, como comprobamos en otras muchas pelis por el estilo. Aquí se trata todo con una sensibilidad adecuada, vemos que la pareja pasea, habla mucho, discute e intenta entenderse, vamos, que resulta todo muy coherente.
No la he valorado con una nota más alta sobre todo por ese toque aparentemente televisivo, y porque es un pelín larga para lo que ofrece, pero sí me ha dejado una aceptable impresión.

La película me hizo ruido a cuento de hadas. El príncipe y la princesa pese a las graves vicisitudes nunca pierden el amor entre sí y finalmente juntos tienen un felíz final.

Es interesante incluir el tema del alcoholismo, bastante bien llevado y la genial interpretación de Meg Ryan.

Es una película que "engancha" para llegar al final

San Francisco. Años 90.
Melodrama fallido. Se pierde entre el almíbar y la corrección comercial, demasiado pendiente de quedar bien, de que sus dos estrellas luzcan y la cosa no llegue a mayores.
Una pena porque debajo de toda esa capa de colorín, impostura y banalidad alienta una historia interesante y sincera. Quizás una pareja rota por un marido pasivo-agresivo, controlador y manipulador, y una mujer egocéntrica, irresponsable y desastrosa, pero no, claro, los dos tenían que ser buenísimos y quererse muchísimo.
Otro problemón es Andy García; pésimo actor, horrible en sus tremendas limitaciones, continuas poses y gestos de guapito sin alma; muermo inexpresivo con dos registros a lo sumo, cierro los ojos o miro con cara de perdonavidas, siempre con el pelito en su sitio, perfecto en su vaciedad de galán trasnochado. Tiene mucho protagonismo y destroza muchas escenas
Ella está bastante bien. Acarrea una serie de tics/trucos de estrella un tanto amanerada y cargante, pero es flexible, rica en matices, sensible y guapa.
Pero la que se come la función cada vez que sale es la niña; inmensa en su precocidad puñetera y sabia. La otra, más pequeña, es anodina.
Contada con gusto y mimo, de tono educado y reflexivo, con una fotografía pastelera y un sinfín de primerísimos planos; se ve con gusto pero acaba aturdiendo y cansando tanta mansurronería, que la dictadura de lo vendible y amable despachurre un buen material. La banda sonora es elegante y dulce.
Historia sin prisas que se relame en las escenas y de cierto aire teatral; con una morosidad refinada que termina irritando por la superficialidad y sensiblería, por no atreverse a profundizar, por querer salvaguardar a los personajes; traicionando así el espíritu de la historia, haciéndola roma y absurda, cansina e insustancial.

Una pena que un tema tan jugoso como el de las relaciones de pareja y el alcoholismo hayan dado tan poco juego al director de esta película.

Se ha dejado llevar por lo más efectista y facilón y la película ha derivado hacia el dramón sensiblero, adornado con una fotografía y una música empalagosas, de postal un tanto rancia, que se ha alargado en exceso.

Ni Andy García, inexpresivo y soso, ni Meg Ryan, más creíble, logran conmoverme realmente.

Una peli para olvidar.

Veo el cartel y la puntuación a esta película y me pregunto, ¿porqué?. Tal vez los críticos puntúen mejor otro tipo de películas y esa es la razón de que en cartelera actualmente sobren las películas acerca de vampiros, cazavampiros, hansel y gretel vampiricos y la vampirización de Blancanovienes. Sí, señores críticos, muy crítica su propuesta, muy cultural, como ustedes se apostrofan, majos. En fin...
Hablo de la peli. Me cuesta comentar esta película. Compleja, con muchos temas que se han abordado desde la ciencia. El alcoholismo es ese gran desconocido, tal vez por eso en el título de esta obra no aparece alusión alguna a esta terrible lacra. Las adicciones están con nosotros, viven en nosotros, y se alimentan de nuestra mente, deformando nuestros pensamientos y dañando a los que tenemos al lado. Una película referente, que los hipócritas directores de hoy en día abran los ojos y hagan más películas como ésta, jamás van a sobrar. Y siempre habrá quien las vea. Ojalá siempre hubiese una luz al final del tunel como en "When a man loves a woman...". A veces es imposible pero he de reconocer que he visto casos en que hay una mejoría muy a tener en cuenta. Sencillamente memorable. Para terminar una frase de la protagonista, que me parece muy reseñable, como colofón:
"Cuando me miras siento que quiero salir de debajo de mi piel".

Preciosa historia de amor, de todos los tipos de amor. No necesita muchos más comentarios.
Me ha parecido muy interesante la crítica de uuuooohhh, sobre el alcoholismo y las reacciones de ambos protagonistas.
Interpretaciones excelentes, creibles, medidas y sin extremismos. Me ha llegado al corazón.

Supongo que la suave entonación del doblador Pedro Molina tiene mucho que ver, cosa que afirmo con mayor seguridad cuando veo que es el encargado del doblaje de Denzel Washington en 'American Gangster' o de Gary Oldman en 'Leon' o la saga de 'Harry Potter'. Porque que yo recuerde nunca le tuve una especial admiración por dicho intérprete, de hecho repasando mi historial de calificaciones de su obra, quitando 'El Padrino III' solo dos obras me han gustado del todo, 'Ases calientes' y 'Black Rain' ('Los intocables de Eliott Ness' no me gustó mucho y como otro apunte, en 'Ocho millones de maneras de morir' (1986), el pequeño rol de villano de acento cubano si me convenció).

Si unimos el hecho de lo encantador del doblaje con el personaje en sí, resulta una mezcla convincente, quizá porque no haya más de donde tirar, y para mí ahí es donde más se cae la película, la absoluta incomprensión del motivo del drama, la causa, el germen. Hay una vaga alusión al alcoholismo del padre y la primera cerveza tomada a los nueve años (en mi opinión algo pasado de rosca, no me parece muy habitual salvo en sonados casos de éxitos prematuros y ambientes familiares muy conflictivos y depauperados), pero salvo eso no hay hilo del que tirar para esclarecer algo (porque lo visto previamente tampoco encaja con el caso, familia ideal, personalidad carismática, buena rutina laboral...)

El comienzo está bien porque si no te lees es premisa (como fue mi caso) resulta hasta inquietante, la primera vez estrellando huevos contra el coche es entrañable (porque el marido tras una aparente ligera duda se apunta al juego), (en ese momento y con ese título estaba convencido de presenciar algo parecido a 'Historia de lo nuestro', una qaue hicieron Bruce Willis y Michelle Pfeiffer como a finales de los noventa y que me gustó mucho) pero la segunda salida de tono ya llama seriamente más la atención.

El alcoholismo es una enfermedad no considerada como tal por muchas personas. Personas que se creen superiores por no haber caído en esa "tonta" adicción. En esta película, no sólo se muestra que todos tenemos algo que nos hace imperfectos, sino que se trata la enfermedad desde la perspectiva de varios implicados, el que la sufre en sus carnes y los que las sufren por ver cómo esa persona a la que amas se marchita. Se trata el tema de forma superficial y sensiblera, es cierto, pero no olvidemos que se trata de una película y no de un documental. No obstante, el mensaje que deja sobre que todos cometemos errores y que tenemos que afrontarlos por nosotros mismos, se te queda impregnado.
Andy García y Meg Ryan, sublimes. Las niñas, encantadoras.

El título de una canción mítica de Percy Sledge funciona como gancho comercial para un drama romántico que contaba con dos de estrellas de Hollywood en su apogeo: Meg Ryan y Andy García.

Meg Ryan era, por aquel entonces, la reina de la comedia romántica que buscaba probablemente demostrar que también podía interpretar personajes dramáticos. En cierto modo, para dejar un poco apartada su imagen de "Novia de América" tras el éxito de la soberbia "Cuando Harry encontró a Sally" o "Algo para recordar".

Andy García, actor hispano que fue el precursor de otras incursiones hispánicas en Hollywood (Antonio Banderas, Benicio Del Toro, Javier Bardem...), tras el éxito de "Los intocables", "Black Rain" o "Asuntos Sucios" (y su nominación al Oscar por "El Padrino III"), quería explotar una vertiente de protagonista dramático, después de demostrar sus prestaciones como secundario.

El resultado es un drama romántico muy de los noventa que se deja ver: un drama donde el amor puede con todo lo que le echen, vaya. El tema del alcoholismo en el ámbito familiar está más chupado que la pipa de un indio: cualquier telefilme de sobremesa te saca el tema en un pispas sin apenas profundizar. En "Cuando un hombre...", se permiten el lujo de profundizar un poco más pero dentro de los productos made-in-Hollywood (no es un Loach, por poner un ejemplo). Aquí vemos el declive de una pareja preciosa, con dos niñas pequeñas adorables, por culpa de los problemas con el alcohol que atraviesa la esposa y madre.

La primera hora, por decirlo de algún modo, es de MEG RYAN. Está lograda y se ve bien, no por un guion bastante facilón, sino en buena parte por la entrega de la actriz, a pesar de sus muchos tics algo cansinos (movimientos rápidos, caídas de ojos, etc), pero su bella bebedora, a la que difícilmente vemos deteriorada físicamente, está bien. La actriz hace una interpretación ajustadísima de Alice, profesora y ama de casa, que encuentra en la bebida la emoción que le falta en su vida.

Un cúmulo de situaciones domésticas nos dejan claro el problema. La ambientación, la banda sonora, la fotografía... son geniales y esa criatura (Tina Majorino), la mayor de las niñas, está fantástica, robando muchas veces las escenas a los adultos.

La película podía acabar aquí y punto. Pues no. Decide adentrarse en otro tema: el de la sobreprotección de un cónyuge sobre el otro que lleva inevitablemente a la asfixia sentimental.

Esta segunda hora pertenece a ANDY GARCÍA. Su Michael Green, el marido entregado y enamorado de su esposa, es un personaje más plano y trillado y mil veces visto. El bueno de Andy siempre me ha parecido un actor secundario al que los protagonistas le van un poco grandes. Sin embargo, es de apreciar su trabajo aquí, salvo alguna excepción. Por ejemplo, cuando empieza a gritar como un loco o se pone a llorar a moco tendido. Si grita, acaba por ponerte de los nervios. Y si llora, piensas: "¿Cómo puede llorar tan mal que hasta se le nota que tiene algo pegado en la garganta?". Hasta los "morritos" que ponía Brad Pitt cuando lloraba en "Leyendas de pasión" te suenan a Shakespeare comparados con los de García.

El final es bastante inverosímil pero el conjunto funciona bien. Es agradable y entretenida y se deja ver. Te deja una sonrisa de felicidad.

"Cuando un hombre ama a una mujer" conjuga un drama personal y familiar a causa de una torturante adicción al alcohol, con una historia romántica que se pone en jaque debido a la dependencia mencionada.
El matrimonio compuesto por Michael (Garcia) y Alice (Ryan) Green parece ser perfecto e idílico. Se aman y mantienen una relación apasionada, tienen buenos trabajos, el piloto y ella docente, y dos bellas hijas. Pero Alice tiene una adicción al alcohol secreta que Michael ni nadie de su entorno ha sabido detectar. Como toda adiccion, la misma se va profundizando y acentuando con el tiempo, y es en ese avance de la dependencia al alcohol que tiene Alice, cuando la misma se vuelve inocultable y estalla en una crisis que golpea a toda la familia Green.
La película se sostiene en sus dos protagonistas que llevan la película en sus manos y están muy correctos. Y si bien, en la mayoría de los films en los que hay una adicción, el interprete que se pone en la piel del adicto es quien se lleva todos los aplausos, aquí no ocurre exactamente eso. Si bien Meg Ryan esta mas que correcta y logra una performance creíble, es Andy Garcia quien conquista al espectador en la piel de ese hombre que ama a su esposa y a sus hijas, pero cuya situación lo supera y ya no sabe que mas hacer para ayudar a su mujer a superar la enfermedad.
"Cuando un hombre ama a una mujer" es una cinta muy recomendable y disfrutable. Emotiva sin ser sentimentaloide y dramática sin llegar a extremos desgarradores.

Hay películas mucho mejor contadas y más creíbles sobre el alcoholismo. De entrada la pareja Meg Ryan - Andy García no me agrada mucho, y el pastel que meten para arreglar el desaguisado no pega. No digo que Meg no tuviera derecho a salirse del encasillamiento de las comedias románticas, es que no me la creo como borracha crónica, aunque no lo hace mal, pero la película no está a la altura y es decepcionante porque el final es de risa, cuando está claro que eso no hay quien se lo trague, al menos yo.
Como aspecto positivo, refleja un problema que abunda más en las casas de lo que mucha gente quiere admitir.

El problema del alcoholismo es un tema complejo. Toca muchas fibras sensibles y egos alterados. Es un problema real al que se enfrentan miles o quizás millones de personas... es un tema doloroso.
Hacerlo un tema rosa con poses caballerescas, o volverlo trivial a punta de entradas a escenas que son perfectas para promover un video de una canción, es realmente una postura inhumana.
En el alcoholismo hay muchísimo dolor, externado o guardado, muchas veces hay abusos indescriptibles y cosas horrendas.
Por eso es que ésta manipulación de final feliz y tono familiar hollywoodesco, de la mano del poco hábil Luis Mandoki, termina por causar, o el regocijo de señoras acostumbradas a las telenovelas latinas, o el desencanto de quienes pudieran haber tenido familiares o que hayan experimentado esa enfermedad.

Ni Meg Ryan ni Andy García pudieron con sus papeles. Las secuencias de la trama tampoco tienen una coherencia en la sucesión de las mismas, de tal manera que quedé desconcertada ante tan bruscos cambios y giros (spoiler).

Me gustaron la actuaciones de las niñas y de la muchacha oriental de servicio.

Pienso que esta película pudo dar mucho más de sí, que no se trató la trama con toda la seriedad debida.

Hace años que vi esta película y recuerdo que me gustó aunque ahora ya la veo con otros ojos, la madurez y el entendimiento de la adicción, alcoholismo, drogas u otro tipo.

La película se deja ver, es entretenida aunque ya hayan pasado mucho años y es posible que hoy cambiaría mucho el formato, pues es cine americano y más parece un drama romántico que un drama sobre el alcoholismo, tiene momentos tan fáciles que dejan atrás el tema principal, o mejor dicho, lo romántico sustituye a la adicción.

Es una película un tanto básica y plana en lo relacionado al principal tema y puede ser un insulto a las personas que sufren esta enfermedad pues está tratado el dolor de una manera muy superficial, por eso digo que es una historia un tanto romántica.

Me gusta la actuación de Meg Ryan pero no está demasiado bien tratada porque la película tampoco sabe como tratar el tema, sin embargo a Andy García, no sabe ni por donde le da el aire.

Se deja ver pero no ayuda demasiado a las personas que le interesa el tema del alcoholismo.

Cabe destacar que las conclusiones al alcoholismo las debemos centrar en general, en la educación que se produce en la gente joven, y la información alterada, además de otros problemas existentes como:

- bebidas adulteradas y mezclar con drogas.

Y tras la visión de esta película te surgen ideas alternativas de como disminuir el consumo de alcohol, buscando actividades de carácter lúdico-deportivo, cabiendo destacar:

- multiaventura (albergues, centros de ocio nocturnos)
- piscinas
- rutas

"conseguir disminuir el consumo de alcohol por otras actividades lúdicos-deportivas fomentando cultura y ocio en tu tiempo libre"

Otro detalle de menor importancia, pero con mucha fuerza, es el MENSAJE DE AMOR existente - protector (protegido, querer ayudar al más débil) y - realista (ser humano, aquí estoy yo, más puro).