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163 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
9
Boyero, luego cabalgamos
(...)

Langosta es la mejor película de Lanthimos. O es la primera película “buena” de Lanthimos. Ha conseguido depurar y afianzar su estilo. Su mensaje es más diáfano, sin esconderse en la espesura de un guión cifrado, como tal vez hizo en sus anteriores aportaciones. En Alps y Canino la anécdota parecía tener más peso que el fondo. El espectador solía quedar impactado por el contexto y los planteamientos de sus historias, pero al final no conseguía sacar muchas conclusiones. “Lanthimos es un tipo raro, y poco más”, podían pensar muchos espectadores.

Pero en esta depuración de su estilo se encuentra también el final de una etapa. Considero que Lanthimos ha tocado techo con su propuesta. Por eso no me gustaría estar en su pellejo a la hora de preparar su siguiente película. Parece un tipo inteligente y a buen seguro que se habrá dado cuenta de que hay un cruce de caminos tras salir de Langosta: o repetir el patrón y caer en le reiteración o tomar la esencia de su cine para explorar otras posibilidades. Esperemos que tome el segundo camino.

Y digo todo esto, porque la crítica de pedigrí española ha valorado negativamente a Langosta. Y entiendo algunas de las puyitas que le meten al griego. Pero no las comparto. Y diría más: si los críticos pro dan la espalda a Lanthimos es buena señal. Es que ha dejado de “molar”, y eso es casi imprescindible para crecer artísticamente de forma libre, al menos en una industria como la del cine en la que casi importa más cómo te vendas que la calidad del producto que vendes. Y luego está Boyero, que como Homer siempre rompe lo que no entiende. Qué tierno. Qué hombre.

Dicen que Langosta es una comedia. Lo es, y muy buena. Se me ocurren más de una decena de gags brillantes. Pero esta película es también, como acostumbran Lanthimos y Fillippou, una reflexión sobre las relaciones humanas contemporáneas. O dicho de forma menos trillada y pedante, sobre lo patéticos que somos, así en general. Si Canino ironizaba sobre la educación, Langosta apuñala nuestro modo de afrontar las relaciones sentimentales.

Con Lanthimos no hay refugio. Solmena a todos. El griego disfruta de lo lindo retorciendo nuestras debilidades. La densa sustancia que destila Langosta procede de exprimir el jugo de nuestras vergüenzas, esas que tapamos con mentiras y auto indulgencia.

Porque sí, tú también lo haces. Buscar desesperadamente una pareja para que haga la maniobra de Heimlich a tus frustraciones, darte golpes en la mesa para reforzar el mito del alma gemela. O celebrar la divina soltería bailando música electrónica mientras nos repetimos mantras autodefensivos del tipo “porque yo lo valgo” para ocultar el “fracaso” de no tener pareja. Solteros contra casados. Todos molamos mucho, pero los del equipo contrario, siempre menos.

Langosta muestra la mayúscula ridiculez de nuestros tiempos. Probablemente de cualquier tiempo en realidad, pero que la sociedad contemporánea ha llevado al límite movida por una incansable necesidad de patentar la felicidad, la mayor mentira de todos los tiempos. No es tanto que necesitemos ser felices, sino que necesitamos decirnos a nosotros mismos (y al vecino) lo felices que somos.

Lanthimos exagera y deforma los rituales cotidianos de las relaciones sociales. Unas relaciones desnaturalizadas, culturales, que no dejan de ser un juego en el que solo participan ególatras y parásitos.

A todos los personajes de Langosta les faltan varios hervores, actúan y hablan de forma mecánica. Al principio te ríes, luego sonríes. Y al final te enfrías (tiraba aire en la sala, pero aparte). El mensaje cala, hasta los huesos. De forma más incisiva que en Alps y Canino. Tal vez Lanthimos está proponiendo que aceptemos nuestra ridiculez y nuestras debilidades como paso previo para avanzar, para naturalizar unas relaciones sentimentales (y de cualquier tipo) que hace tiempo son solo construcciones culturales. O tal vez no está proponiendo nada de nada, que sería todavía mejor.

Langosta es muy buena, de lo mejor que he visto en mucho tiempo. Es la confirmación de Lanthimos como el mejor director europeo (en mi opinión, claro). En el fondo, me da igual que sea el mejor o no, que los críticos le den una palmadita o un sopapo. Lo que yo disfruté en el cine con Langosta hacía siglos que no sucedía. A todos los niveles. Y eso es mucho… para mí. En cuanto a Boyero, que se ponga una de Scorsese.

Lo mejor: el reparto, especialmente Farrell, está excepcional. El sentido del humor es magistral con algunas situaciones muy brillantes. Azuza la reflexión sobre la mecanización y desnaturalización de las relaciones sentimentales. Buen final.

Lo peor: probablemente sea (debe ser) el final de una etapa para Lanthimos.

[Escrito por david rubio para alucine (bolsamania.com/cine)]
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358 de 450 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Dos películas
'Langosta', la nueva película del griego Yorgos Lanthimos llega a nuestras carteleras tras su paso por el Festival de Cannes, donde se llevó el Premio del Jurado, y tras ser nominada a cuatro Premios del Cine Europeo (mejor película, director, actor y guión). Sin embargo, en esta ocasión, la crítica se ha mostrado más dividida que nunca con lo nuevo del griego. No es de extrañar. La película comienza de forma inmejorable, ofreciendo un genial e insólito planteamiento inicial. Es Lanthimos en estado puro, con su humor negro característico, siendo brutal y a la vez desternillante. Durante la primera hora, resulta fresca, ingeniosa y divertidísima. Todo es deslumbrante, tremendamente original y posee el talento de su director para dejar al espectador con la boca abierta y con una gran sensación de satisfacción. El reparto está sensacional, en especial un Colin Farrell digno de premios.
Lanthimos da su particular visión sobre temas tan profundos como el amor, la soledad o la vida en pareja camuflados con escenas que rozan el absurdo creando un tono de comedia muy negra que funciona de manera perfecta. Recuerda enormemente a 'Canino', una de las películas europeas más interesantes e impactantes de los últimos años, con la que el director griego ganó gran prestigio internacional (con nominación al Oscar incluida).
Sin embargo, a diferencia de esta, 'Langosta' no es capaz de sacar su fantástica idea inicial adelante. Si la primera hora es magistral, la segunda es un completo disparate. No se entiende el rumbo que quiere tomar el director, ni lo que quiere contar. Parece que ya lo único que importa es conseguir un estado generalizado de desconcierto en los espectadores, sin tener nada interesante que aportar. Toda la gracia, frescura y originalidad del principio se tiran por la borda. Es una hora que se hace muy larga, en la que el tedio se apodera del protagonismo de la película y en la que todo empeora. Hasta el uso de la música (una melodía que se repite constantemente) pierde el sentido. Durante la primera hora reflejaba bien la monotonía y la soledad del individuo, en la segunda parte se hace un uso machacón (y sin sentido) de ella que termina agotando.
Es una verdadera lástima que algo tan brillante e inteligente se pierda por el camino, y además de forma tan estúpida. Lanthimos intenta ponerse más grave, el humor se pierde, y se convierte en una parodia de él mismo. 'Langosta', pese a sus intenciones y a su tremendo arranque, no consigue salir ilesa de una torpe y nada inspirada segunda parte que destroza por completo su conjunto.

http://ferhood.blogspot.com.es/
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268 de 319 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La langosta que no podía amar
Yorgos Lanthimos es de esos directores que parecen odiar a la humanidad, o al menos a esa parte conformista que no sabe lidiar (o no quiere ser consciente) con los problemas que nos rodean. En su quinta película, The Lobster, presenta un mundo en el que sólo se acepta la vida en pareja, esas personas que han encontrado al supuesto amor de su vida. Pero para aquellos que no lo consiguen o lo pierden por el camino, existe una segunda oportunidad, o, por el contrario, serán convertidos en un animal, aquél que el afectado elija.

El amor y la soledad, dos conceptos diametralmente opuestos y tantas veces cercanos, son explorados por Lanthimos en su cuadriculada visión del mundo, en el que la soledad es castigada y el amor es tratado como un acto mecánico, carente de todas esas variables que la riqueza del ser humano pueden presentar. Dibuja así un mundo hermético, hierático, estático; un mundo en el que los sentimientos han dado paso a la necesidad de encontrar a esa media naranja (o media langosta) y a la imposibilidad física de aprender a disfrutar la soledad o una vida no compartida, en la que puede haber cabida para un amor sincero, no manipulado, ni inventado y, menos aún, forzado.

Lanthimos vuelve a jugar a ser Dios: crea a sus personajes, les da vida y después, a sufrir. Los encierra en una prisión sentimental, tanto física como metafórica, un espacio donde vuelve a explotar su característico hermetismo y su formal frialdad, máxime en su visión de las relaciones amorosas, en las que introduce, además, ese elemento animal, representativo de la vuelta a lo salvaje, a ese instinto animal que anula todo lo característico del ser humano, o tal vez no.

The Lobster arranca de forma magistral, con una introducción rápida y un desarrollo preciso, pero no tarda en empezar a decaer y convertirse en un producto demasiado apelmazado. Más tiempo en el hotel y menos en el bosque (los dos escenarios de los que Lanthimos se vale para de(con)struir a sus personajes), hubiera conseguido hacer de esta película el plato gourmet que tendría que haber sido, a pesar de que el mensaje de Lanthimos se repita nuevamente. Si le ha beneficiado o perjudicado rodar en inglés con actores de sobra conocidos es un tema que no interesa. Su mensaje va a llegar igual sea en inglés, en griego o en chino mandarín. Es su estética y sus personajes lo que caracterizan el cine de Lanthimos, y con The Lobster lo vuelve a hacer, pero esta vez ha conseguido convencerme. Me quedo, sobre todo, con el cambio de registro de Colin Farrell, que ha conseguido mantener su rostro impertérrito, con las cejas en el lugar que le corresponde, y una Léa Seydoux en su papel más conservativo (si cabe). Buena elección de actores y de papeles que resaltan su resultado.

Esta es mi visión de la visión de Lanthimos sobre el amor, pero como siempre, en su cine cabe más de una interpretación. ¿Es The Lobster una crítica al conformismo en pareja o es un canto de odio al amor? ¿Es acaso un ataque directo al ser humano por su incapacidad de encontrar en la soledad una digna forma de vida? Vean y juzguen.
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158 de 194 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir egoísmo?
Una mujer aparca su coche. Se dirige a un campo donde pastan burros. Empuña un arma y, sin pensarlo dos veces, dispara a sangre fría contra un animal. La escena de apertura ya es toda una declaración de intenciones. Quienes conozcan el cine de Lanthimos no se extrañarán ante semejante desconcierto pero para los que se adentren por primera vez en la perversidad típica del director supondrá el primero de los mazazos. En su escasa filmografía habita la sátira sobre una sociedad claustrofóbica, sobre el individuo que se rige por la falta de libertad. Si con la desconcertante Canino (2009) hacía alarde del totalitarismo como medio educativo y en la aplastante Alps (2011) ofrecía un estudio sobre el papel que representamos dentro de la colectividad, en Langosta continúa mostrando esa personalidad tan marcada de sus anteriores obras. Personajes inexpresivos, cierta teatralidad en el lenguaje y un sadismo que bebe del Haneke más polémico.

Sin embargo, esa perversión busca ahora su víctima en otra de las necesidades que la comunidad ha creado para sobrevivir: amar y ser amado. Esa dicotomía universal que en la mano de Lanthimos no dura un suspiro. El griego arremete con severidad contra el amor cuestionándolo de puro y llano egoísmo. Por lo que respecta al amor ¿somos uno o somos dos? La mirada pesimista de Langosta se centra en el individualismo como paradigma de la felicidad. Una visión un tanto realista si entendemos las relaciones de pareja como una satisfacción personal, como una estabilidad emocional impuesta por una sociedad en la que no se tiene cabida si los sentimientos no son compartidos. Una hipócrita sociedad que prefiere ver al individuo autolesionándose física o emocionalmente en pro de dejar de ser descartes. Por que pobre de aquel que no consiga seguir los cánones de las reglas marcadas. Serán castigados con miradas prepotentes, lastimeras, cínicas. En este caso Lanthimos los convierte en animal, eso sí, a su libre elección. Todo un detalle.

El gran acierto de esta distópica película en la que las apariencias son lo más importante para sobrevivir, es que vuelca toda su mala baba en un espectador que no sabe si reír o llorar, si salirse de la sala o permanecer pegado a la butaca por lo que está pasando en la pantalla. No nos engañemos. Pocos están dispuestos a aceptar que un aparente desequilabrado exponga sus miserias con una vís cómica que ya quisieran muchos y encima reirle las gracias. En efecto, Langosta es un espejo pero no sólo para las parejas que verán en ese intento hemofílico su fin de semana ideal. Los solteros, esos marginados en busca de plaza, contemplarán con estupor cómo ni siquiera ellos que tanto han abogado por la libertad, no pueden sentirse libres. Y no lo son porque nadie lo es. Porque estamos obligados a sentirnos aceptados asumiendo cualquier intento de unión. En definitiva, el egoísmo del individuo impera sobre lo demás.

Langosta es crítica, ácida, inteligente. Su humor negro se aplaude y su mordaz sentido del ridículo la convierten en una nueva marcianada del cine griego. En el primer tramo se sabe eficaz pisando suelo firme. Posee un ritmo mucho más ágil que las predecesoras obras de Lanthimos. Sus encuadres perfeccionados y unas solventes interpretaciones -soberbia Weisz-, mientras que el guión fluye a golpe de metáfora y simbolismo. Una idea brillante llevada a cabo con maestría. Resultaba difícil mantener el nivel de sátira de su arranque y sin embargo cuando el texto cambia de página, la cinta no decae por sus sólidas bases. Continúa repartiendo bofetadas para terminar sangrando. Maravillosa escena final con la que el autor sentencia eso que llamamos amor.

Una vez más lo ha conseguido. Lanthimos genera debate. Tras las horas e incluso los días, la película no finaliza. Se queda latiendo y eso la hace aún más grande. Y es que estamos ante una cinta cuya forma puede incomodar pero si se consigue superar, apuesto a que el fondo duele más. Nos cuestionamos, por tanto, si el raro de Lanthimos es una persona equilabrada o los desequilabrados somos los demás.
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101 de 123 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
La insoportable pesadez del mojón presuntuoso
La cinta arranca bien, incluso muy bien. Retrata con agudeza e ingenio el absurdo reinante en un mundo fantasioso e irreal, con unas reglas disparatadas pero no del todo descabelladas, subvirtiendo nuestra escala de valores, trastocando nuestra seguridad en las convenciones de convivencia, alterando los tópicos implícitos de nuestra sociedad occidental sobre el amor, la pareja y la soledad. Y lo hace retratando un mundo reconocible y ordinario, pero alterando ciertas reglas sociales que nos hacen sentir como aberrante la cotidianeidad que refleja y que nos pone los pelos de punta.

El planteamiento es original y subversivo. Al deformar la realidad presente hasta convertirla en un sinsentido monstruoso nos damos cuenta de que muchas de nuestras pautas de conducta son fruto de la costumbre, de la tradición, de sobreentendidos sobre los que ni pensamos ni reflexionamos, sino que asumimos, con mansedumbre, como irreprochables o inamovibles, sin darnos cuenta de que son en muchos casos fruto del azar, del folclore o de la rutina, pero que nada tienen que ver con el sentido común o la salubridad de la sociedad que las engendró, no se sabe bien cuándo ni para qué. Hasta aquí las innegables virtudes de la cinta.

Pero una vez que se plantea y presenta esta ensoñación futurista en clave de tragicomedia grotesca, la cinta pierde el norte, se estanca, se repite, regurgita una y otra vez la misma idea sin acabar de digerirla ni proponer evolución alguna, sin sorprender ya en ningún momento, fatigando la paciencia del espectador que se revuelve en la butaca perplejo y hastiado por asistir a una buena idea inicial malversada y echada a perder por la pedantería y engreimiento suicida de su director y guionista, por completo obnubilado con su listeza pero incapaz de darle forma satisfactoria, divagando sin sentido, alargando situaciones, volviendo una y otra vez sobre lo mismo como en una noria desbocada, sin principio ni fin.

A mí me parece el típico y tópico producto diseñado para cosechar innumerables premios en cualquier festival internacional (con jurados más avispados y preclaros que el adocenado y obtuso público que paga por su entrada), donde casi parece que hay que besar los pies de los que descubrieron semejante muestra de inteligencia y profundidad y la pusieron en circulación, como contrapunto y denuncia del cine comercial que lo anega todo. Me gustaría equivocarme, pero creo que una buena idea no basta para sostener una película, sino que hay que ser tan exigentes como con cualquier otra propuesta, ya sea mayoritaria o minoritaria, ya sea atípica o adocenada. Pese al buen arranque, un truño.
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107 de 142 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
El tenue velo que separa al genio del idiota
No se dejen engañar por lo que lean en Wikipedia. Lanthimos antes que cineasta es un granuja redomado con gran habilidad para hacerse con secretos inconfesables de actores célebres, a los que chantajea sin piedad para que se presten a sus atrocidades; muchos pidieron centrarse en la zoofilia o en la cata de excrementos, pero Lanthimos insistió en llevar a celuloide unas ideas que le rondaban en la cabeza. Solo de esta manera se explica que alguien como Farrell, Weisz, Whishaw o Reilly se presten a participar en...esto.
El problema no es que sea una película arriesgada (ójala hubiera más), o chapucera (no lo es, la fotografía es magnífica), o que esté mal interpretada (que no lo está), sino que es una auténtica sandez. Me imagino al bueno de Yorgos aplaudiendo mentalmente sus ocurrencias ("¡Soy la repera, qué cosas se me ocurren, qué perspicacía...!"), pero así a ojo es una sandez. Mentes más brillantes han visto en The lobster una distopía que desgrana mediante paralelismos, analogías o lo que sea grandes temas de la sociedad actual como la familia, el derecho a estar solo, la presión de la masa, etc. Yo debo ser un poco limitado porque solo he asistido a un collage de situaciones absurdas que (forzando mucho) parecen remitirse a estas cuestiones, pero de una manera tan extraña y tan desagradable que a partir de cierto momento la más mínima lógica se ausenta y solo queda la sensación de estar asistiendo a una grandísima boutade dadaísta. Eso sí, la película no llega a aburrir porque el numero de WTF por minuto llega a ser abrumador, casi espectacular. En defiinitiva, película sin término medio que o se considera el recopetín de lo moderno o se odia con toda el alma.
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100 de 145 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
¿Amar o Estar en Pareja?
Se oyen risas en la sala oscura.
Es normal que en cuanto lo horrendo o perturbador asome la cabeza nuestra primera reacción sea reírnos. Es nuestra primera línea de defensa: atacamos con carcajadas cuando sabemos bien que nuestra propia miseria está siendo diseccionada sin piedad, porque la otra alternativa sería llorar.
Y, sin embargo, algo queda, una fina capa que se va añadiendo a un retrato nuestro a medio pintar.

'Langosta' es la clase de retrato que asusta.
Uno clarividente y sincero, pero también inquietante porque ¿alguien sería capaz de poner en duda que lo que muestra no está pasando? ¿nadie reconoce, pasado por el filtro de la ficción deformante, ningún comportamiento visto antes?
En la tradición de la buena ciencia ficción, Yorgos Lanthimos no inventa nada, solo crea una realidad exagerada que se revela, risa tras risa, verdadera.

Es nuestro propio espejo el que estamos viendo, roto en mil pedazos, pero en el que aún nos reconocemos. O quizá mejor, nos vemos por primera vez, porque la perspectiva a menudo deja ver todo el bosque.
A un hombre, David, se le rompe el corazón y con ello la voluntad. Deja de luchar y se abandona a su destino. Una situación familiar se vuelve estridentemente irracional cuando vemos que rellena un formulario obligatorio para la estancia en un hotel, en donde le preguntan sus preferencias sexuales (las risas siguen, intensas).
Luego, se le informa de que pasado un tiempo, si no es capaz de encontrar pareja, se transformará en un animal de su elección (las risas se apagan). Hemos pasado del reconocimiento al terror.

Seguimos sin estar lejos de lo conocido, en realidad.
En ese hotel deambulan ya casi los animales que les amenazan a ser: reprimidos, atados, torturados, molestos, desorientados y solos. Conservar la humanidad es un milagro, pero la trampa está en que se puede ser una bestia en traje o en bonito vestido floral.
Hasta el acto más sencillo parece una hazaña en esa soledad: Lanthimos detiene el tiempo para mostrar cómo David siente el peso del mundo en sus hombros al dirigir la palabra a una mujer. Al mismo tiempo, muestra que entre las personas que no han conocido amor puede haber de todo, pero elige añadirle una capa extra de crueldad con taras físicas sencillas, como queriendo sugerir que en una cultura de imagen cualquiera que no se ajuste mínimamente a un ideal de belleza es sensible de quedarse fuera (y a la vez encontrar su media naranja exclusivamente por esa tara, para dar una falsa sensación de normalidad).
También, los Solteros del Hotel cazan a los Solteros del Bosque. Una cámara lenta pictórica subraya la absurdez del hecho, y a la vez lo muestra extrañamente bello como un fresco, como si eso fuera una escena que nos describe perfectamente cual fresco de la Antigüedad; cazar gente sin pareja para evitar que haya gente pudiendo vivir en soledad, menuda provocación.

Podría decirse que todos los personajes se comportan de manera rara, y que quién ha establecido realmente esas reglas por las que se organiza esta sociedad, pero ¿no hemos hecho acaso lo mismo?
¿No hemos hecho de la pareja, la vida en pareja, un pilar esencial difícilmente insustituible? Cualquiera que no haya mirado a un soltero pensando "ojalá nunca estuviera como él/ella" que tire la primera piedra. O cualquiera que no haya mirado alguna vez a su pareja preguntándose "ojalá no descubra como soy y me deje".
Porque esa es otra: la vida en el Hotel, purgatorio de líneas rectas y espacios blancos, no acaba con una pareja, eso solo es la prueba final. Es decir, la "libertad", lo socialmente aceptado en donde ya no te mirarán para susurrar "¿por qué no tiene pareja? debe tener algo raro", solo está a unos pasos de no discutir cuando estés a solas con tu pareja, y nos reímos cuando se dice que un hijo soluciona muchos problemas de entendimiento pero... de nuevo estamos queriendo ahuyentar una verdad inevitable.

Tras vivir bajo el sistema, en la segunda mitad David empezará a vivir contra él.
Y se encontrará con otro extremo, el de la total anulación del sentimiento y la comunicación, en una sociedad oculta de Solteros que ni quieren ser animales ni permiten flirtear con nadie, como queriendo así reprimir un sentimiento de envidia por cualquier romance creciente.
Allí, rodeados de los animales extraños de ver en un bosque (fantasmas y en el fondo terribles recordatorios de destinos pasados), David y una mujer con miopía vivirán un amor prohibido, en los márgenes de dos maneras de ver el amor que no admiten la duda en sus visiones.
¿Por qué si añadimos la duda que nos queda? La horrible revelación de que somos humanos, y de que ni siquiera nosotros podemos cuantificar cuánto queremos a alguien, o cuánto nos engañamos queriéndolo. Pero quizá sea mejor eso que seguir mintiéndose mientras se aceptan las esposas de la esposa/o para evitar la perseguida soltería.

Así, queda solo por responder la duda que resolverá nuestra Humanidad, si somos realmente humanos o hace mucho que somos animales vistiendo trajes o bonitos vestidos florales:
¿Somos capaces de amar? (que no estar en pareja)

La pregunta permanece en el aire, y ni siquiera del todo clara. Se agarra a nuestra mente y no nos quiere soltar, puede que unos días queramos el fondo romántico y otros la sequedad cínica.
Tal vez no haya respuesta, tal vez no queramos responderla. Dudamos. Seguimos siendo humanos.
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52 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Hecha para "snobs puretas" de esos que consideran una obra de arte una salpicadura en un lienzo
Un Colin Farrell con sobrepeso vive en una absurda sociedad ¿futurista? en la que está prohibido ser soltero. Te llevan a una especie de Spa donde te dan unos días para encontrar pareja y si no lo haces en esa fecha, te convierten en un animal de tu elección. Hay una manera de alargar tu estancia en ese Spa: cazar solteros que viven escondidos en un bosque, a la espera de que los aspirantes a tener pareja los cacen. Se da un día más por cada soltero cazado.

La película no es nada más que un guión original. La historia no es profunda, no cala. No te llega. A los 50 minutos estás deseando que acabe, por su ritmo pausado y hasta pasivo, diría yo. No explican nada, no dan ninguna razón para que la sociedad sea como es, lo que hace de la cinta que sea aún más absurda y menos comprensible: ideal para esos snobs que consideran una obra de arte a una salpicadura de pintura negra en un lienzo en blanco, o que alaban el talento desplegado en una obra que lleva dada la vuelta 50 años en el M.O.M.A.

De lo peor que he visto últimamente.
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70 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Empanada mental de langosta con crujiente de surrealismos
Surrealismo puro. Al principio tiene hasta su gracia, incluso de carcajadas hasta que te das cuenta que todo va en serio, que es un drama.
La primera parte transcurre en un hotel que parece reciclado de la película "El Resplandor", con una serie de diálogos cómicos mezclados con unas escenas de lo más desagradables, de estas que te hacen removerte del asiento.
la segunda parte transcurre en una especie de selva o bosque donde un grupo de personas se esconden en plan guerrilla sudamericana en tiempo de revolución, sin dejar de lado los diálogos sin sentido y las escenas desagradables.
Y por último la huida a la ciudad buscando la libertad, que termina sin más explicación dejando al espectador que decida lo que ha pasado.
No conocía al director Yorgos Lanthimos, pero vamos me lo apunto bien para no volver a caer en su empanada mental. Él dice que la película habla de la soledad pero al mismo tiempo es muy romántica, yo lo que creo es que esta película es un comic macabro y sin demasiado sentido. A mi desde luego ya me ha visto
Los actores estan todos my bien, el protagonista hace creible lo irreal y Rachel Weisz es una gran actriz incluso en estos inventos.
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34 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Pretenciosa
Insólita película que puedes abandonar a la media hora sin remordimientos de conciencia, pero que si aguantas te cautiva en algunas secuencias y te defrauda en otras.
Lo que está muy claro que Lanthimos no es Buñuel.
Excesivamente pretenciosa.
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35 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Soporífera
Me pregunto en qué estaba pensando el jurado de Cannes cuando la premió.

Langosta promete risas (comedia) y ternura (drama), sin embargo no consigue ni una cosa ni otra. Otra pretensión del filme es hacer un retrato de la depresión, soledad, frialdad o apatía de personas que han perdido una pareja.

La pena es que no consigue ninguna de estas cosas. Tras los 20 primeros minutos la cinta se convierte en una sucesión de hechos repetitivos y monótonos. Una misión kafkiana imposible de plasmar.

La idea es innovadora y promete: soledad, cacería, transformación en un animal, amor poco convencional, reglas de juego. Sólo con un par de ingredientes se podría haber realizado una buena producción. La música para crear ambientes de tensión (cuerda) distorsiona más que aporta, la fotografía es bastante pasable, por no decir nada espectacular, el formato de narración omnisciente le resta más que le suma.

Un pretencioso intento de hacer cine y conseguir dormir al espectador en la butaca.

Me hubiese gustado darle como mínimo tres estrellas porque la idea es buena, pero si me quedo con el fondo y la forma no merece ninguna.
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30 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Provoca más el envoltorio que el mensaje
La estética del bienestar en el ámbito de la pareja. El concepto del individuo completo, y el enfrentamiento entre aceptabilidad social de la figura dual y la actitud opuesta de negación del amor y rechazo de la vida en pareja. Y entre medias, la indecisión de quienes sin tener pareja, o habiéndola perdido, tratan de encontrar su bienestar. Varias caricaturas de dichas actitudes enfrentadas se nos presentan: la pareja a toda costa (aunque sea la negación del propio ser, y la mentira antes que verse solo), y aquellos cínicos, que huyen de ella, por encima de sus propios deseos. En definitiva en ambos casos se trata de primar la estética frente al propio yo.

El mensaje es por tanto sencillo, pero el envoltorio es una serie de excentricidades que a ratos hacen reír y a ratos simplemente agotan el tiempo del protagonista. A ratos no sé qué quieren decir. La segunda parte del filme se me hace particularmente larga, y salvo si no he captado gran parte del mensaje, la mayoría de cosas que suceden no aportan gran cosa, aparte de chocar al espectador. Pues sí, es rarito todo, pero para qué? Y así me fui del cine, y así sigo varios días después.
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29 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Mala y con ganas
Si quieres que tu novia corte contigo, que tus amigos se conviertan en tus peores enemigos, que tus hermanos reniegen de tí y que tus padres te borren de la herencia, te recomiendo que veas con ellos ésta película, después de decirles que es una obra maestra, tendrás un éxito asegurado, eso sí, ten listo un plan de escape rápido y eficaz.
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34 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Debo haberme perdido en algo
Está claro que Colin Farrell no es conocido por la calidad de las películas que hace, pero en ésta se lleva la palma, a pesar de que su papel no sea ni mucho menos malo. Si bien la película es soporífera y absurda, mención especial se merece la banda sonora; una repetición extenuante de la misma composición.

Viendo las críticas del resto de los usuarios me hace pensar que me he perdido en algo...
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25 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Gratuitamente absurda y pretenciosa
La cinta presenta un futuro distópico totalmente sin dar ninguna explicación, correcto ya que es bastante surrealista y su fin no es la verosimilitud, hasta aquí bien, la historia avanza y aunque lenta mantiene el interés, poco a poco los personajes carentes del más mínimo carisma y el ritmo extremadamente lento hacen que empieces a mirar el reloj.

Lo que parte de un planteamiento surrealista y original se va convirtiendo en un cúmulo de situaciones ridícula, personajes planos e insoportables y una trama absurda sin ninguna gracia ni interés, a partir de la mitad todo esto se agrava hasta convertirse en una tortura audiovisual y narrativa a la que pocos bodrios han podido llegar.

La única utilidad que se le puede dar a esta película es recomendarla a alguien que te caiga muy mal o bien decir que es una puta obra de arte y mirar por encima del hombro a todos aquellos gaznapiros que no sepan apreciar su sutil genialidad solo apreciable por mentes privilegiadas.
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19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Espantosa, horrorosa...
Algunas críticas la incluyen en el género de ciencia-ficción, pero ni es ciencia ni es ficción, se trata de aburrimiento y estulticia (la de quienes nos hemos gastado dinero en ver este bodrio con ínfulas intelectuales). Soporífera película cuya banda sonora no te permite conciliar el sueño pese a las numerosas cabezadas que produce, lo que la convierte en casi una tortura. No me levanté y me fuí porque la modorra y el aburrimiento que me produjo no me permitían levantarme. En fin, sólo recomendable a gente a la que uno no quiera bien o a masoquistas reconocidos. De las que quitan las ganas de volver al cine.
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34 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Poco amor en ambiente sádico
Excelente argumento pero a la historia le hacen falta otros guionistas, menos gores. Reina la violencia gratuita cada dos por tres. Y al final es un sinsentido con demasiada violencia visual, sólo para decir que nadie es feliz. Y sólo para esta idea, los guionistas y director nos roban dos horas de nuestras vidas.
Hubiese podido ser una película magistral con este argumento y es sólo una paranoia del guionista/director, el cual tendría que ir al psiquiatra
Me ha recordado el ver cuadros abstractos, que parecen una mofa al espectador hasta que cae en tus manos alguna crítica entonces se entiende algo de lo que quería decir el autor. Y Langosta, es un cuadro sanguinolento sin necesidad de serlo
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19 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Breve historia del fundamentalismo amoroso
Después de que Yorgos Lanthimos haya tratado en sus dos películas más afamadas (Canino y Alps) con temas como la familia, la educación, la sexualidad, el poder, el condicionamiento social, la muerte y la manipulación de la información, parece un paso coherente en esta especie de Trilogía de la Desolación que se completa con Langosta, el abarcar el otro gran tema universal (acaso el más grande y universal de todos): el amor. Pero aunque en Langosta haya momentos tanto de comedia como de drama romántico, está claro que el lanzamiento que hace Lanthimos no tiene nada de convencional, en absoluto.

Hay quien ya desde su estreno en Cannes ha acusado al realizador y guionista griego de acomodarse en ese estilo particular de extrañamiento, y de abusar de sus preciosistas y casi abstractos planos y situaciones. Como a todo creador laureado en el cine contemporáneo, donde siempre coincide el capón con la tercera película (y si no, revisen las filmografías de autores tan dispares como Sam Mendes, Paul Thomas Anderson, Anthony Minghella, Xavier Dolan o Stephen Daldry), es esta una forma de bajar los humos de un artista al que estoy seguro de que esto le importa más bien poco. Porque cuando un director afila tanto su estilo y es tan fiel a su visión y planteamiento de la cosas, eso no se llama acomodamiento, se llama personalidad.

Y personalidad es lo que tiene esta especie de tratado reducido casi como una fórmula química, sobre el amor, las relaciones, y la serie de absurdeces y cortapisas que se ponen (y nos ponemos) para amar a alguien de verdad. El planteamiento distópico de la trama (aquellas personas que permanezcan solteras serán enviadas a un hotel por un corto periodo de tiempo, donde deberán encontrar pareja. Si no lo hacen, se les convertirá en un animal a su elección, y se les abandonará en un denso bosque; en el que a su vez viven en la clandestinidad otros solteros fugados de ese hotel o de la ciudad, fervientes defensores de esa soltería), agudiza los elementos más plausibles y reconocibles de la misma, como en toda buena película de ciencia ficción, aunque Langosta sea más un pensamiento filosófico que una cinta convencional de cualquier género.

Así, somos capaces de ver con simpleza y detenimiento, lo absurdo que es el condicionamiento social para ser una pareja convencional, la búsqueda de lugares comunes con otra persona, aunque sea a puñetazos, las mentiras que decimos y nos decimos a nosotros mismos con la excusa de amar y ser amados, pero también el peligro de cerrarse al mundo, de convertirse en una especie de emblema más que en un ser vivo, con la necesidad del otro que siempre implica el estar vivo; Langosta habla de todo eso, con una sinceridad y una sencillez que atraviesan la esteticista y enrarecida atmósfera tan propia del cine de Lanthimos, que es posible que aleje a muchos espectadores por su coqueteo con el absurdo y su ritmo moroso, pero que yo encuentro una experiencia sensorial y cerebral en sí misma.

En su salto al cine americano (aunque por las particularidades de tono y estilo, es una coproducción entre muchos países), Lanthimos ha sido capaz además de rodearse de un equipo de actores que consigue que no añoremos a esos maravillosos rostros desconocidos de las dos películas citadas. El magnetismo misterioso de dos de sus actrices fetiche (Ariane Labed, su esposa en la vida real, y Angeliki Papoulia) sigue intacto, y es contagiado en las interpretaciones de las figuras más estelares (Colin Farrell, Rachel Weisz, John C. Reilly, Léa Seydoux, Ben Whishaw, todos ellos grandes actores… y sí, incluyendo a Farrell, personajes como este son la prueba palpable de su talento), en unas interpretaciones minimalistas y a la vez hiperbólicas de tantas y tantas situaciones y requiebros que los seres comunes, como lo son ellos, hacemos en nombre del amor.

El amor… Y más allá de la dureza (simbólica, expresiva y explícita) de muchas escenas, lo que parece decirnos Lanthimos es que lo realmente más difícil del amor es la incertidumbre que provoca, tanto cuando es verdadero como mentido. Por eso su tristísimo plano final (por el que Weisz merecería toneladas de premios) puede significar tantas cosas: ¿El mayor sacrificio o el más terrible abandono? Parece que no hay una respuesta, pero mientras el amor siga siendo una cárcel, y la ausencia de él también, poca esperanza quedará auténticamente para nosotros.
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19 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Una situación mal finalizada
Yorgos Lanthimos posee un buen guión y un excelente reaparto en su nuevo film. Una idea original y fresca que sin embargo no sabe resolver. La primera hora de Langosta está realmente bien, con situaciones cómicas al alcance de muy pocos genios y con un Colin Farrell magestuoso, pero...el resto de los setenta minutos le sobra a la película. Cunado se quiere poner seria pierde su frescura y al espectador se le hace interminable. Lo único salvable de esta segunda parte es la aparición de Rachel Weisz, pero aún así la película se acaba cayendo del todo.
El film tiene un final poco trabajado y creible.
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18 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Infumable
Empieza como una película surrealista tolerable. Cuando esperas que algo mejore, empieza a convertirse en una patética sucesión de desvaríos y atrocidades. Y acaba haciendo que el espectador pida la hora. De hecho sobran los últimos 70 minutos. En mi caso pensé en pedir la.devolución de la entrada. Nueve de cada "8" espectadores salían con un cabreo impresionante.
Mi recomendación es que te ahorres verla, hay cientos de películas mejores.
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25 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
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