11 Críticas de los usuarios

La expedición británica de 1914 a la Antártida, dirigida por Schakleton a bordo de THE ENDURANCE, con la intención de cruzar el 6º continente, es una de las aventuras más sorprendentes y maravillosas que yo he visto narrada y rodada en cine documental.

Este documental, la mayor parte de él en blanco y negro, pone los pelos de punta, transmite al espectador el mismísimo frío gélido de las ventiscas del continente blanco. Cuando uno lo está contemplando y escucha el sonido del viento helado de aquel inhóspito lugar del mundo, parece como si estuviera allí mismo, in situ, sintiendo idénticas sensaciones de indefensión que las que seguro experimentaron aquellos hombres ante tan tremenda Naturaleza. Un documental que todo simpatizante de los viajes, de las aventuras, de la historia, de la fe, de la resistencia del ser humano contra la adversidad y de los hechos milagrosos y extraordinarios, tiene que intentar ver por todos los medios y como sea: quedará sobrecogido, encantado, atónito, emocionado, no podrá olvidar jamás esta magnífica narración recreada con toda clase de fotografías, grabaciones y datos de aquella heróica odisea.

Fej Delvahe

La vida de un aventurero comienza la primera vez que no puede resistirse a enrolarse en un trabajo que se publicita con anuncios del tipo: "Se necesitan hombres emprendedores. Sueldo escaso. Regreso dudoso. Reconocimiento asegurado en caso de éxito."
Este estupendo documental nos cuenta la hazaña que realizaron los 28 miembros de una expedición capitaneada por Sir Ernest Shackleton, cuyo fin era llevar a cabo la primera travesía a pie a través de la Antártida. En agosto de 1914, antes de llegar a su punto de partida en tierra firme, su barco, el Endurance, quedó atrapado en una maraña de témpanos de hielo. Mientras esperaban algún deshielo que les permitiera abrirse camino, pasó casi un año durante el que fueron a la deriva, hasta que, ante la escasez de víveres y el inminente derrumbamiento del barco, el capitán decidió emprender la marcha a pie por un terreno inestable en busca del océano. Éste fue el comienzo de un viaje repleto de peligros que nunca parecía tener fin: a cada obstáculo superado le seguía uno nuevo.
El comienzo es pausado, pero nos deja claro cuáles eran las personalidades de cada uno de los miembros del grupo. Más adelante, las dificultades relatadas hacen que se sienta uno completamente identificado y que sufra con una historia que se hace agobiante. Es asombroso que hayan sido capaces de sobrevivir a tantas adversidades. Lo más curioso de la historia es que el aislamiento, el futuro incierto, era un enemigo mayor que el frío y que una escasez de alimento que sólo llegó a plantearles serias preocupaciones a los 6 hombres que partieron de Isla Elefante en busca de ayuda.

La historia es narrada en off por un Liam Neeson perfecto que sabe hacer interesantes unas líneas bien escritas, plagadas de detalles curiosos pero centradas en el difícil trabajo del capitán, quien tiene que evitar motines mientras toma decisiones arriesgadas, a menudo equivocadas y/o rebatidas por el resto de la expedición.
La estructuración es muy inteligente: se mezclan las fotografías y los fragmentos de película que se han conservado con entrevistas a descendientes de los expedicionarios y con imágenes grabadas por un equipo de filmación actual que siguió los pasos que dio la expedición.
La música es extraordinaria.


En definitiva: un gran documental sobre las relaciones humanas, sobre la resistencia y sobre la suerte, que a menudo es interpretada como intervención divina.

Una vez puse mis pies cansados en las aguas casi árticas cercanas a Puerto Williams. Me habían comentado, que un velero de siete metros de eslora con bandera francesa, salía dirección a la isla de Estados. Aunque mi primer objetivo era llegar mucho más al sur, no partían por aquellas fechas, ningún barco para la Antártida. Llevaba una semana rondando y preguntando por diferentes puertos, y esta era la única oportunidad para seguir mi camino hacia el Sur. Subí al velero y la pequeña tripulación compuesta por tres personas, me mostraban la ruta a seguir, quizá ocho días, quizá diez, tal vez quince. Dependíamos del viento, del mar y de las estrellas que quisieran acompañarnos. Busqué en mi zurrón el poco dinero del que disponía. Suficiente para tal empresa, aunque la vuelta al norte se me antojara, me imagino, algo más dura. Y pasé esa noche en vela, sopesando como se dice, los pros y las contras, buscando mil excusas para no reconocer lo que realmente me pasaba: estaba muerto de miedo.

En el momento en que ese velero salió del puerto aprendí una durísima lección: en la aventura, no existen pros y contras. O lo haces o te arrepentirás de por vida. Yo, evidentemente, escogí la segunda opción.

Shackleton no meditó los pros y los contras de cada expedición. Lo que hizo, lo hizo porque la épica no puede morir, porque Homero debe seguir vivo y porque gracias a acciones como esta, yo puedo volver a poner los pies en ese mar casi ártico, mirar mi reflejo en el agua y jurarme que nunca volveré a pecar… aunque seguramente lo haga.

Dicen que la osadía del Endurance inspiró unos cuantos versos del poema “La tierra baldía”:

Who is the third who walks always beside you?
When I count, there are only you and I together
But when I look ahead up the white road
There is always another one walking beside you

T.S. Elliot

Recuerdo de niño leer con avidez y pasión, un libro de la mítica colección de RTV editado por SALVAT, titulado “La conquista de la Tierra”. Creo que su lectura me marcó profundamente, orientándome en mis estudios y en mi trabajo.

Por eso cuando encuentro películas o documentales que hablan de aquellos héroes los veo rápidamente. Es una lástima que el grueso de lo que me encuentro venga siempre con marchamo anglosajón y que por estos lares no interese la epopeya más grande de la humanidad como fue el descubrimiento, conquista y colonización de América por parte española y portuguesa. No invito a nadie a nadie de la industria que se lo plantee porque ya sabemos lo acomplejados que son.

En este caso hablamos de la conquista de los hielos, uno de los capítulos más apasionantes de todas las expediciones por razones obvias de dificultad. Siempre digo que cuando un documental es excelente, supera al mejor cine posible. Lo que sucede es que esos casos son muy minoritarios y “Atrapados en el hielo” no es uno de esos casos.

Y es francamente buena, recomendable cien por cien, pero tiene dos grandes pegas. La primera es que es un documental semihecho, es decir, la expedición de Ernest Shackleton tuvo la singularidad de almacenar como pocas en la historia tal cantidad de documentos fotográficos y fílmicos que basta un montaje sin alardes para tener la película terminada. Es más un trabajo de recopilación, clasificación y selección que otra cosa. O lo que es lo mismo que George Butler, su director, no descubre la pólvora.

El segundo problema radica en donde sí puede meter mano, que es en el guión, en el texto, en lo que acompaña a las imágenes. Y ahí me decepciona, porque abusa de tremendismo para buscar desasosiego en el espectador. En muchos momentos parece cercano a un episodio de aquellos de “Impacto TV”. A Butler no le interesa en sí las motivaciones del viaje, ni el antes ni el después, que lo despacha todo en apenas quince minutos. Prefiere centrarse en lo cruel, en que si la ola es más alta, que si hace más frío, en que no hay comida... convierte una historia épica en un “reality show”, buscando sobre todo la concatenación de desgracias y dificultades para hacerlos más héroes y lo único que consigue es distanciarlos. No se ocupa apenas del costumbrismo del viaje, de la faceta científica del mismo, de los problemas personales... No, se trata de poner una y otra vez una piedra más grande en el camino de nuestros protagonistas para buscar el sensacionalismo.

El título con el que se ha comercializado en España, “Atrapados en el hielo” es horrible, pero sin embargo es mucho más acertado que el inglés, porque no se trata tanto del Endurance sino de los problemas del Endurance.

El interés de este documental reside en la odisea de Shackleton y sus hombres y en las imágenes que el fotógrafo de laexpedición, Frank Hurley, pudo tomar (y conservar) en los meses en que estuvieron atrapados en los hielos. Hurley recuerda aquí a Pigafetta, el italiano que acompañó a Elcano en el primer viaje alrededor del mundo que tuvo la perseverancia, incluso en las condiciones más adversas, de dejar constancia de las penalidades del viaje. El trabajo de Hurley no sólo tiene un gran valor documental, sino también artístisco: las imágenes del Endurance varado en el hielo son fascinantes; desgraciadamente mucho material se perdió o tuvo que ser sacrificado para aliviar peso en la larga travesía a través del gran banco de hielo. Por lo demás, los añadidos actuales, tanto las imágenes como en en especial los comentarios del locutor, son bastante pobres, y están a años luz de la épica de las narraciones polares (y si no, basta leer "El peor viaje del mundo" de Cherry Garrad). En todo caso, el documental es muy recomendable tanto para los que no sepan nada de las peripecias del Endurance y sus hombres (porque les fascinará) como para los interesados en las aventuras polares y supervivencia (por las imágenes de Hurley). NOTA: este documental se utiliza en algunos cursos de liderazgo para ejecutivos (sí, esos que se compran los BMW y los VW 4x4), si Shackleton levantara la cabeza...

No voy a insistir en los detalles de la narración ni de la filmación, que ya se han expuesto en críticas anteriores.

Sí quisiera resaltar el caracter pedagógico de este documental: es una auténtica lección de supervivencia y superación humanas.

Creo que no solo deberían visionarlo los aficionados a las aventuras. La moraleja del documental va mas allá. Pienso que todas las personas, independientemente de su condición, deberían conocer hasta donde puede llegar la capacidad del ser humano en la superación de las adversidades que la vida puede ponernos en el camino. Hace que nos reconciliemos con la humanidad, al menos durante dos escasas horas.

Indispensable en escuelas e institutos.

167/01(09/06/10) Colosal documental sobre una de las Odiseas con mayúsculas más Grandes del S.XX, es el relato épico de unos aventureros a los que embarcó en 1914 en el Endurance el explorador Ernest Shackelton con un anuncio en el periódico que rezaba como el título de mi crítica, como era de esperar ante tal enigmática y llamativa convocatoria acudieron en masa, pero solo fueron 28 los tripulantes que estuvieron en este inolvidable viaje. La misión era ser los primeros en atravesar a pie la Antártida pasando por el Polo Sur, en agosto de ese año, unas pocas de millas de llegar a tocar tierra en la Antártida quedan atrapados en el Mar de Weddell por la congelación del Mar, esperando al deshielo estuvieron esperando casi un año, pero ante la escasez de alimentos y el peligro de que el Endurance reventara por la presión del hielo Shackelton decidió olvidarse del objetivo inicial y abandonar el barco, para iniciar una travesía a pie por un mar helado e inestable tirando de unos botes para intentar llegar al Océano Antártico, por el camino ante la dificultad de la travesía se produjo un intento de motín, pero la fuerte personalidad de Shackelton y sus dotes de liderazgo lo sofocaron, cuando llegaron al Océano pusieron rumbo a la Isla Elephant, deshabitada y sin expectativas de ser encontrados decidieron apañaron un bote para Shackelton y cinco más emprender uno de las epopeyas más enormes de supervivencia que el ser humano haya perpetrado, en un pequeño bote de seis metros y medio de longitud, llamado el James Caird, atravesó entre los meses de Abril y Mayo uno de los mares más violentos sobre el planeta, el Mar de Hoces (me niego al denominación anglosajona de Paso de Drake, el jamás pasó por allí), siendo el capitán de la navegación Frank Worsley, que con un pequeño sextante debía dirigir el diminuto bote nave en medio de tormentas infernales, un grado de desviación les suponía 60 millas de desvío y ellos solo tenían 10 millas de margen de error, todo ello para llegar a la Isla Georgia del Sur, donde sabían que había un puerto ballenero, tras 1500 kilómetros y 16 días de tortuosa navegación, con olas interminables y a temperaturas 20 grados bajo cero, llegaron a la isla, los historiadores califican la travesía del James Caird como "uno de los más grandes viajes en barco jamás realizados", arribaron con tan mala suerte que el puerto estaba al otro lado de una cordillera inexplorada hasta entonces, así que debido a el infernal estado del mar y a la falta de fuerzas de algunos de ellos, Shackelton decidió arriesgarse una vez más y atravesó con el capitán y otro más la montañosa cordillera en 36 inacabables horas hasta dar con el puerto ballenero de Grytviken, todavía tardarían 22 meses para sacar de la Isla Elefante al resto de la tripulación, fueron rescatados todos vivos, Colosal!!!

Excelente documental que nos muestra la mítica y conocida odisea de Ernest Shackleton y sus hombres tras quedarse atrapados en el hielo artico y las duras condiciones por las que pasaron durante casi dos años tratando de sobrevivir buscando la salivación. Todo ello acompañado de todo el material de archivo que el fotógrafo de la expedición tuvo a bien salvar, cuando se vio obligado a escoger entre el numeroso fondo grafico que tenía a fin de aligerar peso en la larga y dura travesía que tenían por delante al quedarse sin el Endurance.
Si eres degustador de las heladas odiseas, tienes una cita ineludible con la también excelente película para televisión, que sobre esta odisea protagonizo Kenneth Branagh, titulada: Shackleton 2002, y te aconsejaría leyeras (si no lo has hecho ya), el considerado mejor libro de viajes de la historia; El peor viaje del mundo, escrito por Apsley Cherry-Garrard, en el que este nos cuenta el infierno que paso en la trágica expedición de Scott en su carrera con Amudsen por ser los primeros en el descubrimiento del polo sur.
Absolutamente recomendable

Documental de obligado visionado, elocuente, divertido, emocionante, instructivo, inmortal. Pocas historias acerca de los logros expedicionarios a los polos han sido llevados a la gran pantalla pero en este se aglutinan en buena medida, las indómitas travesías del continente helado. Excelente montaje, narrado con soltura y profundidad y con un mensaje de telón de fondo, la supervivencia hace del hombre un ser extraordinario capaz de hacer cosas inimaginables. 1914 aislados del mundo entero en el lugar mas inhóspito del planeta

Ernst Shackelton
Habíamos visto a Dios en sus esplendores, oído el eco de la naturaleza, habíamos llegado al alma desnuda del hombre.

El documental es excepcional. La historia. Las fotos, la secuencia de situaciones, la forma en que se narra. Sólo hay una cosa, un detalle que no me ha gustado y mejor lo digo en el spoiler, porque yo, al menos a partir de ese momento, dejé de sentir admiración por los protagonistas.

Dedicada al Gran Hermano de Filmaffinity que todo lo ve (en el spoiler).
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Ernest Shackleton estuvo en la expedición que acabó con la muerte de Scott para ser el primero en llegar al Polo Sur e intentó ser el primero en cruzar la Antártida, la historia de este documental. No consiguió ninguno de sus objetivos y no está en los libros de historia por ser el primero en algo. Pero ¿qué tiene más mérito? ¿ascender el Everest con oxígeno o hacer lo que aquí nos cuentan?
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“Estuve en la mili y eso sí que era duro. Nos teníamos que levantar a las 6 de la mañana e irnos de maniobras. La de guardias que hice en la garita y bla bla bla… ¡ahí si que te hacías un hombre!”
“Menuda aventura pasamos cuando fuimos de excursión a la sierra: se nos estropeó el coche, no teníamos cobertura en el móvil y tuvimos que andar ¡2 horas! hasta que encontramos a alguien que nos echó una mano”
Cada vez que alguien nos intenta colar la aventura del siglo con peripecias de este tipo, no hagáis mucho caso… y más después de ver este documental. Todas estas historias que siempre nos cuentan (y contamos) cual cantares de gesta no son nada más que tormentas en un vaso de agua comparadas con la odisea de Shackleton.
Dicho ésto, estamos ante uno de los documentales en el que se ha hecho un mejor uso del montaje al intercalar admirablemente el material disponible, sin dar oportunidad a que el espectador se aburra. A saber:
Fotos originales de la expedición para dar a conocer a los personajes históricos en persona; filmaciones del cámara que los acompañó dando realismo a la odisea y presentando su entorno; imágenes actuales recreando la historia (algunas de ellas de gran belleza) con la cámara enfocando “en primera persona” como si fuéramos nosotros los propios aventureros; y finalmente, testimonios de descendientes de los protagonistas y comentarios de anotaciones y cartas de los héroes. El resultado final es una documental emocionante y angustioso (sobre todo en su segunda parte, al abandonar el hielo) a pesar de que esté contada con una narración sobria.
Vamos, que da gusto cuando un documental tiene una historia buena que contar y además está bien contada.
Mejor que la miniserie con Kenneth Branagh, que aún así, también es recomendable.