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Dogora, el Monstruo del Espacio (1964)

Dogora, el Monstruo del Espacio
83 min.
5,6
33
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Sinopsis
En todas partes del mundo se suceden robos de diamantes de manera casi simultánea. En Japón el inexperto inspector Kommei es asignado a rastrear una banda de ladrones de piedras preciosas, quienes se cree que son los principales responsables a nivel local. Pero a medida que avanza la investigación, empiezan a relacionar la desaparición de los diamantes con la presencia de un gigantesco monstruo espacial que se encuentra en la órbita de la Tierra. Y es que la ameba gigante parece alimentarse de todos los derivados de carbono. La inquietud que acosa a la humanidad es qué pasara cuando las reservas de carbón y diamantes se agoten en el planeta. Y la sospecha puntual es que Dogora comience a asimilar seres humanos, cuyos cuerpos están también compuestos de carbono. (FILMAFFINITY)
Género
Ciencia ficción Terror Monstruos
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Uchu daikaijû Dogora
Duración
83 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Japón-Estados Unidos;
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3
Dogora: Monstruos y diamantes
Puede que La Tierra se haya enfrentado a infinidad de monstruos y criaturas sobrenaturales, indescriptibles, pero ahora se abalanza sobre nosotros una amenaza que quizás no seamos capaz de combatir...¡y llega del Espacio exterior!

En medio de la fiebre que se estaba desatando por las películas de monstruos gracias a la imparable saga de Godzilla, los señores de Toho van a encargar algo distinto a un Ishiro Honda que, tras la muy exitosa "Mosura contra Godzilla", se está empezando a hartar de esas producciones tan costosas y de arriesgados efectos especiales (ya sufrió más de un accidente rodando "King Kong contra Godzilla"); ahora se va a rescatar un guión ideado un par de años antes donde se pretende introducir a un nuevo monstruo en la gran familia que estaban reuniendo en la compañía.
Lo escrito por Jojiro Okami es retocado por Shinichi Sekizawa debido a los problemas que les estaba dando al equipo de efectos especiales y constructores crear la criatura extraterrestre, con Sadamasa Arikawa a la cabeza, y es que en esa ocasión el recién llegado Dogora representó todo un desafío, más aún cuando los primeros diseños y maquetas se desecharon y hubo que construir otros nuevos. Tomoyuki Tanaka decide entonces que el argumento, como ya era costumbre en sus otros "kaiju-eiga", debía tener más peso por parte de los protagonistas humanos...pero el sr. Sekizawa debió de haberse esmerado un poquito más.

Lo curioso es que "Dogora" empieza realmente bien, en una base espacial que sigue la ruta de un satélite hasta que misteriosos elementos aparecen en el Espacio y lo destruyen, situación agraciada con un buen trabajo de efectos visuales/especiales. No dura mucho esta satisfacción pues Honda cambia literal y radicalmente de película presentándonos a un grupo de ladrones de diamantes que ven interrumpido su robo por culpa de unos fragmentos de las rocas espaciales que habían aparecido al principio; esto no sería un problema si el guión no se centrase en estos personajes que acabamos de conocer a la fuerza.
Tampoco lo sería si el director no siguiera tan a rajatabla el humor que Sekizawa mete en la trama, llegando a extremos de lo más absurdos; pero para absurdo el desarrollo que encara "Dogora". Se nos brindan dos historias, la primera se refiere al monstruo el cual da nombre al film, una especie de criatura que pareciera salida de los universos de Lovecraft, realmente bien diseñada como un calamar gigante que se guía por tempestades atmosféricas y necesita carbón y otras sustancias para sobrevivir; una idea fascinante y realmente original en comparación con aquellos dragones y otras criaturas prehistóricas antes traídas por Toho.

En lo abstracto, en lo desconocido de Dogora radica su mayor atractivo, y en sus poderes que superan el conocimiento humano debido a su origen alienígena; en esta tesitura los protagonistas son, además del destructivo bicho, el ingenioso dr. Munakata, su secretaria Masayo y los respectivos oficiales del ejército y científicos espaciales, que luchan contra él. La segunda historia, por desgracia, solapa a la primera y nos cuenta las peripecias que, en mitad del desastre organizado por el visitante espacial, viven los ladrones y un grupo de policías dispuestos a capturarlos.
En esta trama los protagonistas son el ingenuo inspector Kommei y sus colegas, los susodichos atracadores y un agente extranjero de una organización que no me interesa llamado Mark; toda esta aventura policíaca, con carreras por aquí y por allá, identidades secretas, artes marciales, gángsters de tres al cuarto y codiciados diamantes, respeta los esquemas del universo, tan colorido y "kitsch", de la saga de "007", que en ese momento está arrasando en medio Mundo. Eso sí, Honda añade mucho más delirio y comedia...pero su esfuerzo, al intentar cruzarlo con un argumento sobre monstruos y catástrofes, está condenado al fracaso.

Este sinsentido surrealista (que en manos de alguien como Teruo Ishii o Seijun Suzuki habría resultado muy divertido) termina por asfixiar la trama y conducirla al tedio más farragoso; de hecho parece que esa intriga "bondiana" y sus alocados personajes procurasen acaparar la atención, que en un principio pertenecía a Dogora, por todos los medios; la película alcanzará su más alto nivel de ridículo cuando, en mitad de la espectacular batalla final, aparezcan los policías y los ladrones persiguiéndose a tiros por la playa como si no fuera con ellos todo lo que está sucediendo a su alrededor (¡!).
Bueno, uno lo da por supuesto, y es que ellos, los científicos y el monstruo están en películas distintas, separadas; si aún existiese una mínima conexión entre estas dos tramas a Sekizawa se le podría perdonar la vida, pero al ser la respuesta negativa yo, por mi parte, sólo desearía que fuese absorbido por el calamar gigante y deshecho por sus jugos estomacales alienígenas...él junto con su libreto. De ahí que el reparto resulte cuando menos irritante y detestable (Yosuke Natsuki y el puñetero Robert Dunham en especial); únicamente el bueno de Nobuo Nakamura mantiene algo de carisma, y sin que llegue a molestar la presencia de la guapa Yoko Fujiyama.

Como se vaticinaba, el esfuerzo no fue ni de lejos recibido de buena gana por el público; al igual que le ha pasado a un servidor, la gente en la época fue a ver una película sobre un monstruo que tarda mucho en aparecer y cuando lo hace aparece muy poco (máximo unos dos minutos, y eso no es suficiente). Es lógico que hoy día casi nadie se acuerde del pobre Dogora.
Sin embargo, hay que reconocer que el concepto de la criatura y su presentación en pantalla es de lo mejor que dio el género en aquellos tiempos, lástima el no aprovecharlo como era debido...¡es que no lo aprovecharon ni un poquito!
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Una de las obras más infravaloradas de Ishiro Honda.
Debido al exitazo de King Kong contra Godzilla en 1962 la cual hizo cambiar las reglas del juego convirtiendo al Kaiju Eiga en un festival colorido y pop de batallas entre monstruos y el cual le hizo despojarse poco a poco de toda su carga alegórica respecto al trauma atómico, hizo que Tomoyuki Tanaka (productor de la Toho) atara a Ishiro Honda para siempre a la realización de cintas de monstruos gigantes. El progresivo desinterés de Honda frente a Godzilla no evitó que realizara otros Kaiju la mar de interesantes y exitosos como Frankenstein conquers the world (1965) y su pseudo-secuela; La batalla de los simios gigantes (1966). Si bien, hay cierto consenso entre el aficionado a destacar a Dogora, The space monster (1964) como una de las aportaciones menos interesantes de Ishiro Honda al bestiario Kaiju. No puedo estar más en desacuerdo con tales afirmaciones.
Dogora da comienzo con hechos extraños relacionados con robos de diamantes de manera casi simultánea y en diversos puntos del mundo. El inexperto inspector Kommei es asignado a rastrear una banda de ladrones de piedras preciosas. Pero a medida que avanza la investigación, empiezan a relacionar la desaparición de los diamantes con la presencia de un gigantesco monstruo espacial que se encuentra en la órbita de la Tierra. Y es que la ameba gigante parece alimentarse de todos los derivados de carbono.

No tengo claro si Dogora, the space monster iba a ser inicialmente una historia policiaca que luego por exigencias de la Toho obligaron a Honda a introducir la figura de un monstruo gigante para atraer más a la audiencia. La verdad es que era toda una práctica habitual en la época. En Gorath (1962), también de Ishiro Honda, se introduce sin tapujos una escena que no pinta mucho donde aparece una morsa gigante o en Agente 04 del imperio sumergido (1964) la serpiente Manda también hace acto de aparición de manera más bien gratuita. El problema principal con Dogora y seguramente motivo por el que el fandom ha denostado el film es la poquísima presencia en pantalla del Kaiju de turno quien no aparece más de 5 minutos y donde la habitual trama científica de avistamiento/ investigación/ descubrimiento del punto débil del monstruo, es tratada de forma más bien secundaria. El film prefiere centrarse en toda la trama policiaca en torno a la persecución de una banda de ladrones de joyas y diamantes. Un hecho que, por lo menos a mí, me resultó un soplo de aire fresco que agradecí y más cuando además dicha trama está realizada con un mínimo de ritmo, gracia y diversión.

Así, mientras que todo el asunto con los ladrones de joyas ocupa buena parte del metraje las apariciones del monstruo Dogora, destacan por méritos propios. Dogora es una criatura espacial y tentacular, similar a una medusa, se alimenta de carbono y sus ataques, son sin duda, algunos de los mejores momentos del kaiju clásico. Esos tentáculos apareciendo de entre los cielos y descendiendo hacia la gran ciudad hubieran hecho regocijarse de placer al mismísimo H.P. Lovecraft. El equipo de efectos especiales de Eiji Tsuburaya raya la perfección en esta ocasión (las escenas con el monstruo fueron muy difíciles de conseguir consumiendo muchísimo tiempo al equipo de Tsuburaya) por lo que es toda una lástima que el monstruo tenga tan poca presencia con lo excelente de sus apariciones. Desgraciadamente, Dogora no ha vuelto a prodigarse en las pantallas si exceptuamos el pequeño cameo de la criatura en el anime de Netflix; Godzilla: El planeta de los monstruos (2017). Akira Ifukube vuelve a teñir el film de sus portentosas partituras musicales realizando un impecable trabajo como era habitual aunque su estilo tenga cierto elemento repetitivo.

Si hablamos del cast del film, Yosuke Natsuki se encarga de interpretar al agente Kommei acompañándole un actor occidental como es Robert Dunham (quien aparece en escenas del remontaje americano de Mothra (1961) o en films como Batalla más allá de las estrellas (1968) de Kinji Fukasaku o La guerra de los poderes ocultos (1974) de Jun Fukuda), quien hace a su vez del agente Mark Jackson, un personaje sin demasiado interés por mucho que la trama intente darle esa importancia. Supongo que escogieron a Dunham por sus buenas capacidades con el idioma japonés porque su interpretación es más bien justita, algo, por otro lado habitual en todas las apariciones de occidentales en el género Kaiju a excepción del galán Nick Adams (Los monstruos invaden la tierra (1965)). Lástima que Adams muriera tan pronto. De entre el grupo de ladronzuelos podemos destacar a la atractiva Akiko Wakabayashi quien envuelve de sensualidad su interpretación. Tanto Wakabayashi como Natsuki aparecerán en otro Kaiju del mismo año como es Ghidorah, el dragón de tres cabezas (1964). El film recurre a viejos conocidos del género y que son una presencia más que agradecida como Hiroshi Koizumi (Mothra (1961), Jun Tazaki (Los monstruos invaden la tierra o también El más allá (1964) o Ran (1985)) o Hideyo Amamoto (King Kong escapa (1967)).
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