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Voto de Chris Jiménez:
3
Ciencia ficción. Terror En todas partes del mundo se suceden robos de diamantes de manera casi simultánea. En Japón el inexperto inspector Kommei es asignado a rastrear una banda de ladrones de piedras preciosas, quienes se cree que son los principales responsables a nivel local. Pero a medida que avanza la investigación, empiezan a relacionar la desaparición de los diamantes con la presencia de un gigantesco monstruo espacial que se encuentra en la órbita de ... [+]
11 de marzo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que La Tierra se haya enfrentado a infinidad de monstruos y criaturas sobrenaturales, indescriptibles, pero ahora se abalanza sobre nosotros una amenaza que quizás no seamos capaz de combatir...¡y llega del Espacio exterior!

En medio de la fiebre que se estaba desatando por las películas de monstruos gracias a la imparable saga de Godzilla, los señores de Toho van a encargar algo distinto a un Ishiro Honda que, tras la muy exitosa "Mosura contra Godzilla", se está empezando a hartar de esas producciones tan costosas y de arriesgados efectos especiales (ya sufrió más de un accidente rodando "King Kong contra Godzilla"); ahora se va a rescatar un guión ideado un par de años antes donde se pretende introducir a un nuevo monstruo en la gran familia que estaban reuniendo en la compañía.
Lo escrito por Jojiro Okami es retocado por Shinichi Sekizawa debido a los problemas que les estaba dando al equipo de efectos especiales y constructores crear la criatura extraterrestre, con Sadamasa Arikawa a la cabeza, y es que en esa ocasión el recién llegado Dogora representó todo un desafío, más aún cuando los primeros diseños y maquetas se desecharon y hubo que construir otros nuevos. Tomoyuki Tanaka decide entonces que el argumento, como ya era costumbre en sus otros "kaiju-eiga", debía tener más peso por parte de los protagonistas humanos...pero el sr. Sekizawa debió de haberse esmerado un poquito más.

Lo curioso es que "Dogora" empieza realmente bien, en una base espacial que sigue la ruta de un satélite hasta que misteriosos elementos aparecen en el Espacio y lo destruyen, situación agraciada con un buen trabajo de efectos visuales/especiales. No dura mucho esta satisfacción pues Honda cambia literal y radicalmente de película presentándonos a un grupo de ladrones de diamantes que ven interrumpido su robo por culpa de unos fragmentos de las rocas espaciales que habían aparecido al principio; esto no sería un problema si el guión no se centrase en estos personajes que acabamos de conocer a la fuerza.
Tampoco lo sería si el director no siguiera tan a rajatabla el humor que Sekizawa mete en la trama, llegando a extremos de lo más absurdos; pero para absurdo el desarrollo que encara "Dogora". Se nos brindan dos historias, la primera se refiere al monstruo el cual da nombre al film, una especie de criatura que pareciera salida de los universos de Lovecraft, realmente bien diseñada como un calamar gigante que se guía por tempestades atmosféricas y necesita carbón y otras sustancias para sobrevivir; una idea fascinante y realmente original en comparación con aquellos dragones y otras criaturas prehistóricas antes traídas por Toho.

En lo abstracto, en lo desconocido de Dogora radica su mayor atractivo, y en sus poderes que superan el conocimiento humano debido a su origen alienígena; en esta tesitura los protagonistas son, además del destructivo bicho, el ingenioso dr. Munakata, su secretaria Masayo y los respectivos oficiales del ejército y científicos espaciales, que luchan contra él. La segunda historia, por desgracia, solapa a la primera y nos cuenta las peripecias que, en mitad del desastre organizado por el visitante espacial, viven los ladrones y un grupo de policías dispuestos a capturarlos.
En esta trama los protagonistas son el ingenuo inspector Kommei y sus colegas, los susodichos atracadores y un agente extranjero de una organización que no me interesa llamado Mark; toda esta aventura policíaca, con carreras por aquí y por allá, identidades secretas, artes marciales, gángsters de tres al cuarto y codiciados diamantes, respeta los esquemas del universo, tan colorido y "kitsch", de la saga de "007", que en ese momento está arrasando en medio Mundo. Eso sí, Honda añade mucho más delirio y comedia...pero su esfuerzo, al intentar cruzarlo con un argumento sobre monstruos y catástrofes, está condenado al fracaso.

Este sinsentido surrealista (que en manos de alguien como Teruo Ishii o Seijun Suzuki habría resultado muy divertido) termina por asfixiar la trama y conducirla al tedio más farragoso; de hecho parece que esa intriga "bondiana" y sus alocados personajes procurasen acaparar la atención, que en un principio pertenecía a Dogora, por todos los medios; la película alcanzará su más alto nivel de ridículo cuando, en mitad de la espectacular batalla final, aparezcan los policías y los ladrones persiguiéndose a tiros por la playa como si no fuera con ellos todo lo que está sucediendo a su alrededor (¡!).
Bueno, uno lo da por supuesto, y es que ellos, los científicos y el monstruo están en películas distintas, separadas; si aún existiese una mínima conexión entre estas dos tramas a Sekizawa se le podría perdonar la vida, pero al ser la respuesta negativa yo, por mi parte, sólo desearía que fuese absorbido por el calamar gigante y deshecho por sus jugos estomacales alienígenas...él junto con su libreto. De ahí que el reparto resulte cuando menos irritante y detestable (Yosuke Natsuki y el puñetero Robert Dunham en especial); únicamente el bueno de Nobuo Nakamura mantiene algo de carisma, y sin que llegue a molestar la presencia de la guapa Yoko Fujiyama.

Como se vaticinaba, el esfuerzo no fue ni de lejos recibido de buena gana por el público; al igual que le ha pasado a un servidor, la gente en la época fue a ver una película sobre un monstruo que tarda mucho en aparecer y cuando lo hace aparece muy poco (máximo unos dos minutos, y eso no es suficiente). Es lógico que hoy día casi nadie se acuerde del pobre Dogora.
Sin embargo, hay que reconocer que el concepto de la criatura y su presentación en pantalla es de lo mejor que dio el género en aquellos tiempos, lástima el no aprovecharlo como era debido...¡es que no lo aprovecharon ni un poquito!
Chris Jiménez
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