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Paterson (2016)

Paterson
113 min.
6,8
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Premios
2016: Festival de Cannes: Sección oficial largometrajes a concurso
2016: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor actor (Adam Driver)
2016: Asociación de Críticos de Chicago: Nominada a mejor actor (Adam Driver)
2016: Asociación de Críticos de Boston: Nominada a mejor guion
2016: Premios Gotham: Nominada a mejor película, guión y actor (Adam Driver)
9
Poesía eres tú
Paterson (Adam Drive) vive en la ciudad de Paterson, New Jersey, es un gran aficionado a la poesía de William Carlos Williams, un poeta que vivió también en la ciudad de Paterson. Su vida es rutinaria, se despierta cada día sin necesidad de despertador, da un beso a su mujer, Laura (Golshifteh Farahani), desayuna cereales, trabaja conduciendo un autobús en el que escucha las conversaciones de los pasajeros, regresa a casa para cenar, saca a pasear a su perro, y termina la jornada tomando una cerveza en el mismo bar todas las noches. Además de eso, en sus ratos libres, Paterson escribe poemas en su libreta.

No puedo ser objetivo con Jim Jarmusch. Me enamoré de sus películas desde la primera que vi (“Mystery train”) y cada vez que veo una película suya salgo convencido de que él es el director que yo querría ser si me dedicara a hacer películas. Las ha hecho muy buenas, buenas, regulares y malas (como casi todos), pero su sello particular siempre está ahí. Un sello que entronca conmigo, lo cual siempre me reconforta. Si además sucede como en esta ocasión, que el nivel de la película es muy alto, la fiesta es completa. “Paterson” está entres las tres o cuatro películas de Jarmusch que más me han gustado, y eso es mucho decir. Pero, insisto, no soy objetivo, pues hablo del director que yo sería. Es decir, de algún modo, hablo de mí mismo, y uno nunca es objetivo consigo mismo.

“Paterson” es un canto a la poesía y a la vida. No a la poesía académica, grandilocuente o elitista, sino a la lírica, la belleza, la poesía que se encierra en las cosas cotidianas, aquella que solo quienes tienen alma de poeta pueden percibir. A la pureza de las cosas. Más que eso: a mirar las cosas con pureza. Con la actitud poética adecuada, tu mujer puede ser una princesa, un rutinario viaje en autobús puede convertirse en una maravillosa aventura, los versos torpes de una niña pueden ser un primoroso poema. Lo que para unos puede ser feo, aburrido o lánguido, alguien como Paterson lo encuentra interesante, armónico, bello, con la belleza de la sencillez y la ilusión de la ingenuidad.

Paterson ama a Laura, una mujer infantil, voluble, soñadora, que se pasa el día diseñando cosas en blanco y negro, pintando, inventando recetas, que tan pronto quiere montar un negocio de cupcakes como ser cantante de country. Dominante, habladora, impredecible, sacaría de quicio a casi cualquier hombre, pero a Paterson no. El la ama, la idolatra, la apoya incondicionalmente en sus caprichos por absurdos que sean.

Jarmusch derrocha todo su talento retratando una semana de la rutinaria vida de Paterson con un prodigioso buen gusto cinematográfico, mostrándonos al Paterson externo y sus cotidianos quehaceres y al interno, con sus pensamientos, los versos que se le van ocurriendo, sus sensaciones, de modo que el espectador no tiene el más mínimo problema en empatizar con el personaje. Uno se siente Paterson desde el principio hasta el final. Incluso algunos, después de salir del cine.

La repetida rutina diaria de Paterson no es un problema para él. Despertar cada día al lado de su amada es una bendición, no un problema. Conducir cada día el autobús no es un problema sino una oportunidad de escuchar nuevas e interesantes conversaciones. Volver a casa o ir cada noche al bar son siempre situaciones abiertas a la sorpresa. Y por si esto fuera poco, Paterson no solo disfruta de su coreografiada vida, sino que tiene algo más, algo muy importante, su libreta.

Con su bolígrafo y su libreta, las limitaciones de su mundo cuadriculado desaparecen. La vida no es un cúmulo de obligaciones sino una fuente inagotable de inspiración, desde una simple caja de cerillas hasta la más grande historia de amor, las posibilidades son inabarcables. Solo hay algo mejor que un cuaderno lleno de poemas: uno en blanco, con todos los poemas posibles por ser escritos.

Jarmusch pone a la ciudad de Paterson en el mapa y la glorifica durante toda la película. No solamente está presente William Carlos Williams en el film, sino que también se mencionan continuamente otras personalidades gloriosas de la ciudad, como el también poeta Allen Ginsberg, el actor Lou Costello o el boxeador Rubin “Hurricane” Carter.

Hay que decir también que para que el personaje de Paterson nos llegue tanto hay que valorar el magnífico trabajo del actor que lo encarna. Adam Driver se sale en esta interpretación. Creo que Jim Jarmusch no solo ha dado a luz una gran película, sino también un gran actor. Bueno, dos. Porque Goldshifteh Farahani también se luce. La iraní deslumbra y si tiene más actuaciones de este nivel pronto aprenderemos todos a escribir bien su nombre.

“Paterson” ha sido una inyección de vitaminas para mi sensibilidad. No me ha defraudado, con lo fácil que hubiera sido, ya que llevo varios meses esperando verla. Tiene varias escenas memorables que me costará olvidar, y tuve en todo momento la sensación de estar viendo una película extraordinaria con envoltorio de película sencilla. Una película vestida de normal que cuando se desnuda te deja totalmente boquiabierto de tanta belleza.

Y es que esta película es una carta de amor a la vida. Paterson no usa smartphones ni ordenadores, escribe a mano, prefiere el contacto físico al virtual, es un enamorado de las cosas simples y es feliz simplemente con tener al lado a Laura, como el poeta Petrarca. Si, definitivamente Jarmusch, con su habitual estilo minimalista, nos regala una carta de amor a la vida, un disparo de utopía humana repleto de sensibilidad artística que nos recuerda que la vida debería ser algo de lo que disfrutar cada minuto.

Gracias maestro, has vuelto a hacer la película que yo haría.

https://keizzine.wordpress.com/
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256 de 299 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
La poesía de las pequeñas cosas
Hay películas que, a priori, parecen diseñadas para gustarme, pero como toda obra de arte quizás necesita su momento y su circunstancia para lograr que nos llegue lo que ambiciona. Y a mí me ha dejado frío, despegado, impertérrito… saboreo su estructura, sus intenciones, su ritmo, su delicadeza, su entramado paciente y gradual, pero nada de lo que muestra me ha interesado ni lo más mínimo. Es encomiable y original dedicarle a la creación poética una atención tan minuciosa y meditada, alejada de cualquier convencionalismo al uso y llena de un sincero y transparente amor hacia la palabra escrita y hacia el proceso creativo perseverante y anónimo de un autor – ficticio – inédito. Sin embargo, puedo admirar cada uno de sus muchos detalles esmerados sin que el conjunto me parezca que alcance nada de lo que se propone.

Me resulta frustrante que me haya dejado impasible. La adorable pareja protagonista se hace querer desde el comienzo y su periplo vital está lleno de deliberadas repeticiones que nos adentran en un microcosmos cálido y envolvente, persuasivo y seductor, que embauca y despierta la complicidad inmediata e incondicional del espectador. Pero al igual que con la poesía en general – que según el día, la situación emocional o de lo receptivos y permeables que nos sintamos – todo dependa de un misterioso e inexplicable fogonazo mágico e insondable que hace prender la llama de la conexión, consiguiendo que nos llegue hasta lo más profundo del corazón y nos subyugue o conmueva. Pero el chispazo telúrico y arbitrario no se ha producido y me he quedado al margen de la propuesta. Muy a mi pesar.

Todo el reparto es cómplice del empeño y encarnan con entusiasmo y convicción unos personajes atípicos y encantadores, sin recurrir a grandilocuencias ni excesos, abrazando la sencillez y naturalidad como un tesoro. No hay ningún detalle baladí: el antipático perro gruñón, las cortinas tornadizas, los bollitos sabatinos, la voluble creatividad fantasiosa e irrefrenable de la compañera, la insulsez insistente del prosaico trabajo del bardo, el hábito de escribir en los lugares más pedestres, la cerveza nocturna, los amores desengañados de los parroquianos… Todo ello configura un amoroso mosaico de vulgaridad que contrasta con los desbordantes poemas que van jalonando el metraje. Y es de justicia destacar, sobre todo, a Adam Driver y Golshifteh Farahani, del todo exquisitos.

Lo dicho, enumerando y analizando cada pieza por separado pareciera presagiar un peliculón resplandeciente. Y quizás lo sea, pero yo he sido incapaz de entrar en este mundo hechizado y embaucador que se despliega, a contracorriente del cine comercial acostumbrado. Equívoca y ambivalente conclusión.
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155 de 178 usuarios han encontrado esta crítica útil
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