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Arder (2017)

Trailer (MUDO)
Sinopsis
Madrid. Inmediaciones de la M30. Un hombre sin nombre camina incansable remontando el tráfico infinito. En un bolsillo lleva un mapa. En el otro, diferentes objetos, como una brújula rota, un dado con poderes, una piedra mágica y una pila de botón que siempre refleja la luna llena. A partir de aquí... La noche. El viaje. El demonio. Una flauta y una melodía. Un comienzo y un final... (FILMAFFINITY)
Género
Fantástico Cine mudo Cine experimental
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Arder
Duración
62 min.
Guion
Fotografía
6
El silencio más perturbador.
Antes de empezar, dar un pequeño manual de uso antes de su visionado. Id bien descansados y sin nada de sueño. No es por nada, pero los únicos sonidos que oiréis son, aparte de los vuestros, los que ocurran en la sala o dónde sea que la veáis.

Explicar una historia sin que se escuche ni una mosca hace que una parte de nuestro cerebro quede huérfana, haciendo que se agudice el único sentido que nos queda al ver un film: la vista. En este sentido la variedad cromática es más bien escasa, ya que está rodada casi en su totalidad en blanco y negro. Digo casi puesto que se introducen matices rojizos, azules y verdes. Como estáis comprobando, todo un experimento.

Estamos ante una historia de redención, de flagelación y de auto-castigo. Introduce temas religiosos como una especie de misa urbana ofrecida por un ser perdido en los suburbios de la gran ciudad, que arrastra una culpa por algo que ocurrió en su pasado. Ese uso de la mística cristiana hace que todo resulte más próximo, aunque nos tememos que es un recurso para hacer todo más inteligible al atónito espectador.

Podríamos considerar que Arder es el debut en el largometraje de David González Rudiez. La duración del mismo queda en el límite de clasificarlo así. Con anterioridad su carrera se ha desarrollado en el mundo del cortometraje. La apuesta para empezar es bastante arriesgada. No utilizar uno de los elementos básicos de todo film tiene que compensarse con las imágenes, cosa que consigue en parte.

Un vagabundo camina por el lateral de la M30 viendo pasar el tráfico infinito. Inicia una serie de rituales como queriendo alejar de su mente un pasado que le atormenta. En sus bolsillos un mapa, una brújula rota, un dado con poderes, una piedra mágica y una pila de botón que siempre refleja la luna llena.

En las interpretaciones nos encontramos con Asier Hernández como protagonista principal. Su físico encaja perfectamente en lo que el director quería reflejar, un ser vagando en un espacio cerrado y claustrofóbico a pesar de estar rodada íntegramente en exteriores. Le secundan, aunque en papeles muy menores, Aránzazu Zárate y Carlos Algaba.

Una película para los fanáticos de la vanguardia cinematográfica. No obstante recalcar lo curioso que es disfrutar de una cinta sin ningún tipo de sonido. Esto tiene su parte buena, la experimentación, y otra no tan buena como es prescindir de un recurso cinematográfico que hace muchas veces elevar el nivel de las producciones.

http://www.terrorweekend.com/2017/10/arder-review.html
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Buena...
Lo mejor: la ausencia total de diálogos (no se trata del clásico cine mudo porque ni de subtítulos hace gala), anunciada con la advertencia “esta película no tiene sonido ni tampoco acompañamiento musical, transcurre en estricto silencio”, posibilita que se pueda proceder al visionado en cualquier lugar (siempre que se disponga de una copia digital o de un acceso privado para reproducirla, tarea muy complicada en la actualidad a causa de la escasa distribución de la obra), aunque la atención exigida por parte del director, un atrevido David González, es mucho mayor que la habitual; el actor protagonista, un inmenso Asier Hernández, trasmite las muchas emociones que su personaje siente (riendo, llorando, ritualizando, maldiciendo, rezando, vomitando, convulsionando, dibujando, esperando, implorando, comiendo, alucinando, fantaseando, sufriendo y sucumbiendo, no necesariamente en este orden ni en iguales cantidades), firmando una encomiable labor más meritoria si cabe atendiendo a las singularidades de un metraje que relata (amén de lo ya expuesto en blanco y negro a excepción de la terrorífica visión de cierta criatura) el mágico y extático viaje que lleva a cabo (caminando, cojeando y gateando) una especie de señalado (la interpretación de cada cual dictará más sentencia que el propio devenir de la trama sobre la discusión de si el don responde a una bendición o a una maldición) resguardándose bajo su sucio abrigo mientras porta un maltrecho carro para alcanzar una meta que sólo él conoce hasta su llegada; la estampa de la fuente natural es maravillosa, al igual que las resultantes de otros tantos paisajes, sorprendentemente mundanos pero increíble bellos, tales como el boscoso sendero que sigue sin dudar el prójimo o la cárcel que suponen las infraestructuras humanas.

Lo peor: la experimentación llevada al extremo que aquí se propone será recibida por la mayoría de espectadores como algo negativo al no brindar obvias garantías de satisfacción, no obstante, aquellos que aprecien este hecho más contemplativamente concebirán la ocasión como una inmejorable oportunidad para expandir sus horizontes sensitivos y ver correspondidas, al menos parcialmente, místicas inquietudes en relación al convencimiento personal que expirar pecados requiere y los sacrificios inertes en ello; la extravagancia del método narrativo puede cautivar o, por contra, desagradar hasta plantearse (o hacerlo directamente) abandonar la empresa prematuramente, es decir, renunciar a los poco más de sesenta minutos que abarca el trabajo al decidir volver a su rutina con total incomprensión (si bien la conclusión es poco ejecutable y menos asimilable para mentes poco metafísicas); la segmentación fílmica da lugar a más confusión de la ya generada por la cinta misma, explicándose poco o nada de los muchos elementos observados durante su transcurso (sin ir más lejos, y por citar algunos, los símbolos que tanto interés suscitan o la melodía que la flauta profiere, así como la lasciva lamida a dicho elemento musical de determinada escena).

Daniel Espinosa
www.cementeriodenoticias.es.tl
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