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Slice (2018)

Slice
83 min.
3,9
134
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Sinopsis
Un repartidor de pizza es asesinado mientras trabaja y la ciudad comienza a buscar un responsable. Entre la lista de posibles candidatos figura un fantasma, un traficante de drogas e incluso un hombre-lobo caído en desgracia. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Terror Comedia de terror Crimen
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Slice
Duración
83 min.
Guion
Fotografía
Compañías
5
Pizza con Piñazo
La verdad, no habla muy bien de una película el que no te "deje" entrar en su historia hacia bien tirada la mitad.
Tampoco el introducir un mundo supuestamente sobrenatural que no sabes si se enmarca en la seriedad, la parodia o la licencia artística, de lo mal explicado y representado que está.

Porque 'Slice' se ambienta en la localidad de Kingfisher, donde licántropos, fantasmas y brujas campan a sus anchas, con gueto propio desde el que no dar problemas.
Pero tú no te das cuenta hasta que llevan varias veces hablando de que si fantasmas allí o allá, piensas que será una coña del pueblo asociada a su leyenda fundacional, y DE REPENTE chocas contra la cruda realidad del maquillaje de cuatro duros.
Ostia, que es eso.
Gente pintada como si estuvieran pasando el peor resfriado de sus vidas.
Okei pues.

Solo con ese detalle te puedes hacer una idea de lo poco cuajada que estaba, en la mente de sus responsables, esta realidad alternativa con pinta de Halloween y ganas de comentario social.
Porque sí, el esperpento carnavalesco solo tiene como única función hablar de alcaldías, minorías y grupos de presión sin tener que llamarlos así en ningún momento, deslizando por lo bajo una guarrindonga metáfora en la que el hombre negro lobo es principal sospechoso ante los medios del asesinato de un pizzero blanco en Ghost Town, el gueto antes mencionado.
Nunca me queda claro si la intención era la sátira más surrealista, la sencilla diversión o la serie B más gamberra, pero tampoco importa mucho cuando todos los intentos de comedia están tan tímidamente llevados.

Creo que el director se flipó con la posibilidad de ser "importante" desde la cutreza, recurriendo a toda la problemática social que pudo meter, y se olvidó de que tiene unos efectos tristísimos que no aguantan el ponerse serios.
Una pista de lo que podría haber sido queda, sin embargo, en ese alcalde veleta haciendo repetitivos comentarios a un vecindario asustado, o Zazie Beetz demostrando que la actitud es un grado cuando tu personaje es más plano que el papel en que está escrito.
E incluso me reiría con el encargado de la pizzería que mantiene la profesionalidad por muchos empleados que le desaparezcan, y lo primero que piensa al descubrir muertos en su sótano es por qué no pagan la renta, pero no puedo suspender tanto la lógica como para seguirle la coña (porque la peli ni lo intenta ni le apoya).

En fin, que sabores raros e inesperados, sobre todo en cine, son bienvenidos.
Pero el riesgo de experimentar con los ingredientes es que el resultado te sepa a culo.
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4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Floja...
Lo mejor: el inicio (entendiendo como tal el minuto que sigue a los dos primeros), cuyos animados créditos (acompañados de una exquisita melodía) son una delicia ochentera en toda regla, sirviendo los adjetivos empleados en este alegato como tributo al personaje asesinado al principio, un repartidor de pizza del que sorprende no solo su aspecto sino también su inusual forma de repartir la mercancía que porta (en coche en lugar de en motocicleta); la escena de la concentración de vehículos de comida rápida, a cada cual más singular y evocador en el tiempo a pesar de no exprimirse lo más mínimo (de hecho si uno se descuida puede que ni se percate), uno de tantos errores propios de un debutante cuya ambición le supera en todos los aspectos; el devenir de la historia, pese a albergar impases realmente deplorables (esa persecución supuestamente adrenalítica a una velocidad particularmente baja desquicia a cualquiera), ofrece alguna que otra idea interesante, como la estrategia de división ciudadana en dos vecindarios (muertos y vivos) por parte de un alcalde que encarna al típico político corrupto para el que la lealtad tiene precio y la codicia le lleva por un capitalista sendero cuyo destino no es otro que el de una condena perpetua mayor que la relacionada con el lugar en el que se desarrolla la acción (profanado en el pasado y maldito en el presente), abanderando imprecisas moralidades e insostenibles conspiraciones.

Lo peor: la exageración interpretativa, firmando el equipo actoral (sin excepción) una labor probablemente impuesta e indudablemente desesperante en la que el dudoso sentido del humor que profieren (el cuadro de la mujer con tres senos y la hipótesis de los gatos parlantes son dos claros ejemplos de índole muy distinta) acentúa más si cabe su lamentable cometido; el maquillaje de los seres mitológicos (algunos tan emblemáticos como brujas, fantasmas y licántropos) es pésimo, pudiéndose deducir que lo son por el mero hecho de que así se proclaman ellos mismos, pues sus necesidades (como comer y laburar) y comportamientos (como abrir y cerrar puertas) son idénticas a las de los simples mortales, estereotipándose hasta la saciedad; el desenlace es de lo más indigno imaginable (“¿es el Señor trabajando de maneras misteriosas o el Diablo haciéndolo obviamente?”), resolviéndose en algo más de cien segundos el anunciado gran momento de la película con caóticas revelaciones (la del portal al inframundo es la más bochornosa) e infames efectos especiales (el nivel de los mismos durante el metraje no alarma en exceso porque apenas se recurre a ellos) a los que sigue, para concluir la crónica positivamente, un falso anuncio publicitario mucho más agradable que el resto de ocurrencias.

Daniel Espinosa
www.cementeriodenoticias.es.tl
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1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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