Paco, el seguro (1979)

Madrid, años 20. Paco (Landa) es un cristalero que redondea su sueldo final dejando embarazadas a las clientas que pagan por ello. Paradójicamente, su mujer María no consigue quedarse embarazada... Sepultada bajo el toldo del "landismo" es una de las mejores películas/interpretaciones de Landa precisamente, así como otro título olvidado, prácticamente descatalogado. Obra del inquieto y nada prolífico francés Haudepin, parte de un argumento espléndido, desarrollado a su misma altura en un guión preciso: es la narración, con amarga frialdad, de una tragedia insólita y anónima, haciendo de su emparentación nada casual con el esperpento valleinclanesco una desembozada, caústica y muy inteligente obra acerca de conceptos como la maternidad, la virilidad o la juventud/senectud. "Paco, el seguro" desmonta ferréamente el landismo y no tiene nada que ver con él, maldita sea: su sentido del humor, escaso y corrosivo, es pretendidamente antigracioso y sí muy crítico. Un film-isla de nuestro cine, incomprensiblemente infravalorado y tratado como si de una comedieta más se tratase, siendo como es una de las más magníficas rarezas de su tiempo.

P.D.: alucino con la nota media que lleva esta película. Espero que se deba a la escasez de votos recibidos todavía...

Sólido argumento que arranca con una fuerza irrefrenable inundando la pantalla con planteamientos inesperados y situaciones insospechadas que gritan con fuerza su urgencia de ser comprendidas.
Y otro tanto sucede, también desde los primeros fotogramas, con la sorpresa que causa su tratamiento cinematográfico exquisito, su capacidad de fabulación sin límites, la interpretación magistral por parte de los protagonistas -que roza la perfección- y una ambientación personal, contextual y musical sin rutina ni lugares comunes.
Y hay que destacar sin dilación el soberbio registro dramático de A. Landa.
La película exhibe sin disimulo hábitos sociales descarnados en un entorno de depauperación moral y pobreza económica sin aventurar juicio ético sobre usos y costumbres que hoy pueden juzgarse ajenos.
Y, por encima de todo, sabe elevar la cota de la excelencia cinematográfica.