Macaulay Culkin intentando huir del encasillamiento ofreciendo una interpretación diametralmente opuesta a lo ofrecido en "Sólo en Casa". Le acompañan en el viaje Elijah Wood, el también niño estrella que supo orientar mejor su carrera y huir del eterno estereotipo de "jueguete roto".

La película sólo es la típica TV Movie con niño psicópata protagonizada por la estrella del momento, (Macaulay Culkin) que trata de convencernos constantemente de que ya no es el niño bueno y ya encara la etapa preadolescente cometiendo las más perversas fechorías.

La idea no era mala, sin embargo la película es tan predecible y soporífera que al final, "el buen hijo" sufre en sus carnes lo duro que es el encasillamiento. Y lo que es peor: abocarse a protagonizar bodrios televisivos de corto recorrido.

Si hubiéramos de buscar en el diccionario algo que definiera la palabra vulgar, debería venir subrayada "Marujas Asesinas".

Decálogo de escalotogía rancia y casposa... No se hablaría de ella si no fuera por el excelente retrato del microcosmos español: la triste vida de una lumi que se lo pasa fantaseando con robarle el marido a la tonta del bote de turno.

Neus Asensi, como en todas las películas, hace de si misma: tramontana mujer que rejón tras rejón, lidia tras lidia deja un reguero de verdulerismo más castizo y vulgar.

El reparto es espantoso, (Asensi, Carlos Lozano, Paz PAdilla, Imma del Moral...) y la dirección plana y televisiva buscando con regocijo el escarnio, la quijada y degradación gratuita.

Si tuviera que elegir entre ver "Marujas Asesinas" y "El Cienpiés Humano", preferiría que cosieran mi boca a un culo antes que ver ésta basura inmunda financiada por TeleCirco y el ministerio de kultura.

It: Chapter II es la continuación de la celebrada obra homónima estrenada en 2017. Ahora ya no estamos ante una película de aventuras de corte adolescente y si más ante una obra que se centra en los terrores y traumas de los protagonistas de la primera parte pero ahora siendo adultos.

Andy Muschietti consigue cerrar una obra redonda pero no perfecta: el suspense sigue ahí, la inquietante presencia de Pennywise también pero no así el ritmo y elipsis: por momentos sus 165 min se hacen cuesta arriba pues el climax final no termina de culminar y cuando lo hace, se queda en una cierta decepción.

Cierto es que la primera parte aprovechó magníficamente el revivial del cine ochentero siguiendo la senda de Strangers Things pero ahora los actores adultos no son capaces de transmitir esa comicidad y terror que atormentaba de forma despiadada su adolescencia.

Las actuaciones y el reparto son sólidos, el fallo principal es el montaje y el ritmo asimétrico, su excelsa duración difuminan un final que podría haber sido apoteósico y que por contra, no termina de explotar.

Es un buena película de terror sin censura, (hay gore, violencia y contenidos para adultos) y a la vez mensajes que invitan a la reflexión, pero sigue siendo inferior tanto al libro como a la primera parte.

"Seis días y siete noches" captó más la atención por la orientación sexual de su protagonista femenina, Anne Heche, (protagonizó una ridícula polémica al salir del armario, algo que impactó al facherío judío de Fox News y la Paramount) que por la supuesta comedia romántica de aventuras.

Para más inri, aquí Ford no consigue ocultar sus más que famosas "malaspulgas" y se le ve totalmente asqueado protagonizando una copia de "La Joya del Nilo" o " Tras el corazón verde ", (cintas protagonizadas por Michael Douglas en los 80's y que a su vez copiaban descaradamente a Indiana Jones) pero por aquella época nuestro insigne antihéroe se estaba divorciando de la guionista de E.T., Melissa Mathison para cepillarse a la spaghetti Ally McBeal y ya se sabe: los divorcios los carga el diablo junto a la política de Ford de rodar sólo una película al año, amenazaban las finanzas de éste.

Lo que evidencia una interpretación de encargo y un súbete aquí, corre por allá, salta el barranco de rigor y cuidado con las serpientes entre los pantalones...

Cinta que marcó un punto de inflexión en la carrera de Ford y tras la cuál no volvería a levantar cabeza teniendo que conformarse con roles protagónicos menores que azuzaban aun más sus más que limitados registros interpretativos: siempre tuvo carisma pero no garra interpretativa.

Hoy por hoy una cinta totalmente prescindible; carne de surtido Mercadona.

La década de los 80's aun con sus más oscuros que claros dio para todo tipo de gustos siendo innegable la cantidad y calidad de iconos y personajes que ahora forman parte de la cultura popular.

Ghostbusters es uno de sus principales iconos: estrenada en 1984, la película supuso un rotundo éxito que catapultó a sus protagonistas, (con mejor o peor destino) a lo más alto y consagró definitivamente a Bill Murray y a Sigourney Weaver como actores de sólidas y prominentes carreras.

La cinta lo tiene todo, cine familiar, comedia, terror, romance y por supuesto escenas míticas que unidas a los continuos gags de Bill Murray, hacen imposible no disfrutar de una cinta con más de 30 primaveras a sus espaldas.

Cierto es que sus efectos especiales y matte paintings han envejecido bastante mal y lo que en 1984 eran efectos innovadores, hoy están totalmente desfasados. Pero la cinta conserva su frescura porque su humor no ha perdido ni un ápice de mordacidad y porque sus personajes demuestran una química fuera de toda duda: todo el reparto tiene personalidad propia y se compenetran de forma magistral.

El tema principal de la cinta "Ghostbusters" también fue un éxito radiado hasta la saciedad gracias a su pegadizo groove, flagrante plagio de la canción "I want a new drug" escrita justo un año antes por Huey Lewis.

La película goza de una atmósfera y fotografía inquietante pero nunca sobrepasa los límites de la comedia ya que aquí la fotografía, música y dirección están al servicio del género y no el género al servicio de los efectos especiales.

Especial mención para el homenaje a David Bowie con la modelo yugoslava Slavitza Jovan encarnado a la deidad destructora Gozer y copiando el look y modelo que por aquella época llevaba el Duque Blanco.

En conclusión, "Ghostbuster" es por derecho propio un clásico imperecedero que contó con sendos videojuegos, series de tv , dibujos animados, una tardía secuela en 1990 y con un espantoso pseudo remake a cargo de Paul Feig en el 2016.

Se planea un reeboot de la cinta original para 2020 con todo el elenco de la cinta de 1984 a excepción de Harold Ramis, que encarnaba al entrañable Egon, (fallecido en 2014)

"Crueldad intolerable" es una comedia ácida y corrosiva que dibuja sin contemplaciones lo vulgar y hasta patético que pueden llegar a ser las relaciones conyugales.

Esos pequeños lapsos de tiempo cual laxantes que vislumbran una guerra fratricida: donde antes hubo pasión, sexo duro y hasta unas cuantas carantoñas, se torna una descarnada carrera por ver quién sale más jodido del proceso. En ésto se juntan dos sanguijuelas, el picapleitos, (Clooney) y la asalta carteras, (Zeta, de Zorra Jones) ambos destinados a joderse hasta el tuétano...

"Crueldad Intolerable" de Joel Coen es una fascinante comedia negra que refleja el sinsentido de las relaciones amorosas y materiales: obra de candente actualidad debido a la epidemia de divorcios provocados por esa intolerancia a la frustración frente al otro. A rio revuelto, ganancia de pescadores, abogados sin escrúpulos y doncellas dispuestas a llevárselo bien caliente.

No estamos ante una comedia a lo Billy Wilder pero se deja ver y el dúo diabólico ofrece momentos muy ácidos.

"Supergirl" de 1984 es el perfecto ejemplo de como la Industria nortemaricana no se anda con bromas a la hora de lanzar y defenestrar a una emergente estrella. La estrategia siempre es la misma: secundarios de lujo consagrados, (Dunaway, Farrow, Peter O'Toole...) junto a una nueva diosa nubia dispuesta a reventar la taquilla y lo que se le ponga por delante.

Sin embargo, "Supergirl" supuso un fracaso, de tal magnitud, que ni su productora, (Cannon) ni su incombustible novata, pudieron salvar un producto de muy bajos vuelos.

Mentiría si no dijera que la película para el espectro de edades comprendidas entre los 6 y 12 años de la generación de los 80's y 90's no es entretenida: cuenta con la premisa básica de toda peli de superhéroes y una retahíla de efectos especiales simplones pero funcionales que no desentonan con el resto de cine que se hacía por aquella época.

El problema es que, ni su actriz princial, (Helen Slater) ni el argumento ni realización consiguen cautivar de la misma forma que consiguió Richard Donner con Superman I. La cinta nació como hermana menor del hombre de acero y a fe que cuando ibas a alquilar la de Superman, (que siempre estaba alquilada por medio barrio) tocaba conformarse con la marca blanca de "Supergirl".

Lo lamentable es que una productora como la Cannon, consiguiera sacar a delante productos de tan baja estofa para monopolizar los estantes del videoclub con obras de presupuestos tercermundistas, mala calidad y peor factura. Aun existen nostálgicos que defienden dicha productora como cuna de los sueños y frikismos infantiles de una época casposa. Pero olvidan que gente como Donner, Spielberg o Lucas eran los verdaderos reyes de los 80's. Todo lo demás era la carcoma de los estantes videocluberos que más por resignación que por devoción, tocaba tragarse a falta de mejores cosas que ver.

No es espantosa pero si algo anacrónica y sólo será apreciada por aquellos que la vieron en su momento y sepan juzgarla acorde con la época en que fue estrenada.

"La Máscara del Zorro" (Martin Campbell) fue un blockbuster de relativo éxito allá por el 98' cuando se cumplían 100 años de la Crisis del 98', (pérdida de las últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas) por aquel 1998 el cine norteamericano, no muy prolijo en sendas aventuras de héroes latinos, estrenó casi de golpe, "Amistad", (Steven Spielberg, 1997) y ésta Máscara del Zorro que ahora nos ocupa y que, de alguna u otra manera, reflejaban la decadencia del imperio español.

Efemérides a parte, la película dirigida por un tal Martin Campbell, pero que bien podría ser dirigida por Kevyn Reynolds o Ronald Emmerich dado el desarrollo esquemático y arquetípico del cine de aventuras made in 90's: un generoso presupuesto, un nutrido plantel de actores secundarios y alguna que otra emergente estrella, (Catherine Zeta-Jones). Siendo la fémina de marras la que más tajada sacó de la cinta, al lograr encaramarse como la sexsymbol del momento y enamorar, (literalmente) al proxeneta adicto al sexo más famoso de Hollywood: Michael Dougblas, (los mentideros dicen que cuando el Gordon Gekko vio a la Zeta Jones, se enamoró de tal forma de ella, que pidió una audiencia privada para conocerla como si de un lap-dance privado se tratase)

Sin lugar a dudas, la película entretiene, no es una cinta memorable ni ofrece mucho más allá de sus fuegos de artificio. Los actores están en su rollo: la dupla de malos malosos encarnados por Stuart Wilson y Matt Letscher y por contra, sus antagonistas y héores de la fábula zorruna: Banderas y Hopkins... Funciona lo suficientemente bien como para no aburrir a los adultos y entusiasmar, no en demasía, al público más juvenil.

Partitura perpetrada nuevamente por el inefable James Horner que al igual que el resto del stuff no se esmera mucho más por intentar desviar la atención de filme hecho por y para el consumo rápido.

En definitiva, película de aventuras "marca blanca" que sin llegar a ser carne de surtido Mercadona, tampoco ofrece mucho más allá de un personaje de aventuras maltratado y anacrónico.

A modo de curiosidad, el <<braghettone>> de Zeta Jones con ésta película fue tal, que por aquella época todo el mundo hablaba de la Black Irish como la nueva sex-symbol medio mezcla de sangre irlandesa y sangre española. Sin obviar que la mujer de marras estaba de toma pan y moja, su talento interpretativo es más que cuestionable, con bodrios blockbusterianos protagonizados compulsivamente uno tras otro ese mismo año: La Trampa, The Haunting, etc, etc... Bueno, al menos consiguió que Douglas no le pegara el herpes bucogenital.

Vistas las dos primeras partes, pensarás que ya no le quedaba nada más que contar a Tom Six y su interminable ciempiés hecho a base de coser mucosas, bocas y anos.

Pues no, el rollo sigue pero en versión superlativa: ahora ya no se trata de un mad doctor encerrado en su casa jodiendo la marrana a los cuatro infelices que pasan por su guarida, ni tampoco el almacén abandonado de un pirado onanista con problemas de incontinencia fecal.

Ahora Tom Six nos ofrece una penitenciaría con centenares de presos para formar su secuencia final: más víctimas cosidas a culos y bocas para deleite de los paladares más exigentes y... como buen gourmet, podrás nuevamente saborear grumos, vísceras, heces y testículos...

Realmene es una película porno gonzo pero en vez de sexo, tenemos gore del malo.

Sírvanse, el buffet es libre.

Son muchas las voces que claman la falta de una verdadera obra basada en el universo de H.P. Lovecraft, sobre todo ahora que con Internet, el autor de providence ha pasado de estar olvidado en lo más profundo de las alcantarillas de la biblioteca como escritor menor de la literatura norteamericana a ocupar el estante de honor de la literatura fantástica del siglo XX. Cierto es que los productos basados directamente en su obra son prácticamente del circuito de la serie b o del cine más trash. Pero afirmar que no se le ha prestado la atención que se merece revela la falta total de conocimiento, tanto del núcleo central del universo loftcraviano así como de la imposibilidad de llevar a cabo una adaptación fidedigna de sus relatos. Sin embargo, su influencia es tan grande que lo podemos ver en cintas como Alien, Stuff, La Cosa, The Blob y las cientos de miles de cintas de terror de los 80's que homenajearon al maestro.

Stuart Gordon y Jeffrey Combs son dos reconocidos forofos del de Providence y aunque sus cintas no vayan a ganar un premio Hugo o un Óscar, desde luego que nos ofrecen dosis de entretenimiento, humor negro y toneladas de efectos especiales artesanales que propician una obra más plástica y apetecible que cualquier basura perpetrada a base de cgi's

Re-Animator es un clásico gracias a la pasión y destreza demostrados por el stuff que componen el elenco de la cinta: Barbara Crampton fue una screamer girl asidua a éste tipo de cintas que incluso coprotagonizó junto con Combs otro relato más viscoso y bizarro como "From Beyond", (Stuart Gordon, 1986) también de Lovecraft.

Por éstas razones, nos encontramos con fans profesionales dotando a la cinta de una frescura y viveza inusual para éste tipo de productos.

Re-Animator es sin lugar a dudas todo un homenaje al de Providence y una cinta que no desmerece en absoluto su visionado, aun a pesar de sus años.

Por todos es sabido que Guns N' Roses, la mítica banda angelina nacida de los rescoldos de Hollywood Rose y L.A. Guns, dominaron las escena musical entre 1987 y bien entrado 1994.

Por aquella época no existía ni un sólo grupo que encarnara mejor que ellos todos los clichés del Rock: Sexo, Drogas, Rock n' Roll, megalomanía y talento a raudales. Ni aun con Nirvana y Metallica repartiendo estopa por el mercado, les hacían sombra a los Guns N' Roses: la banda tenía al cantante con más talento de su generación y al guitarrista heredero directo de Jimmy Page que logró encaramarse como el último icono del guitar hero. Lo tenían todo y además eran peligrosos: nunca sabías si el concierto se iba a cancelar a última hora o si el show iba acabar en una batalla campal, (St. Louis, Montreal...) o en una fiesta. La banda hiciera lo que hiciese estaba en boca de todos y rodeada de constantes escándalos.

Éste fue un show transmitido en radio FM y en TV vía pago por evento (PPV o Pay per view) en Paris, Francia frente a 58,000 personas. A la banda se une Lenny Kravitz para tocar “Always on the run”. La canción “Double talkin Jive” es dedicada al actor Warren Beatty quien tuvo un affair con la, por aquel entonces, novia de Axl: Stephanie Seymour. Steven Tyler y Joe Perry se unen para “Train Kept A-Rollin’” y “Mama Kin”.

El concierto fue contratado directamente por Axl Rose para venderlo a todas las televisiones por cable de medio mundo, el resto de la banda no comulgaba con la idea pero gracias a éste concierto, mucha gente pudo descubrirlos fuera del circuito underground del rock. De alguna manera, lograron alcanzar el estatus de mega-estrellas como Madonna, Michael Jackson, Rollings Stones y AC/DC

El show es entretenido, sus más de dos horas y media dan para todo: repaso al set-list de sus tres primeros discos, versiones y colaboraciones con Lenny Kravitz , Aerosmith y la "fallida" con Jeff Beck al quedarse medio sordo en los ensayos previos.

El Set-List es muy potente pero se dejan fuera trallazos como Locomotive, Coma o Estranged en favor de colaboraciones con colegas del gremio.

Live in Paris 92' es hoy por hoy un clásico obligado para cualquier amante del rock y la música en general. La banda a pesar de haber perdido a uno de sus más vitales miembros fundadores: Izzy Stradlin, contó con el gran Gilby Clarke como sustituto a las guitarras rítmicas y si bien ya en pleno 92's Axl y Slash se detestaban mutuamente, cuando ambos se subían encima de un escenario y se dedicaban a hacer lo que mejor sabían hacer: tocar. Ponían a medio mundo a sus pies.

Guns N' Roses Live in Paris: Hippodrome De Vincennes no será su mejor show pero si uno de los más grandes de la historia del rock. El perfecto aperitivo para iniciarse con la banda y mucho más orgánico y natural que el protésico Live in Tokyo. Siendo su mejor show "Live At Ritz 1988": absoluto clásico.

Recientemente, el que fuera el magnate de los negocios y el anfitrión definitivo de todos los pederastas de Hollywood y la política Anglo-Sajona, (amigo de Trump y los Clinton) un tal Jeffrey Empstein, amaneció suicidado en su celda. Mientras, sorpresivamente, uno de sus múltiples invitados a la isla privada de Empstein, el ilustre Kevin Spacey, (lugar que visitó en más de 27 ocasiones) acusado por varias de sus víctimas de abuso sexual, era absuelto de todos los cargos al desaparecer, - o casualidad- el móvil donde estaban todas las pruebas que lo incriminaban.

Lo interesante del proceso, (y que le viene como anillo al dedo a la serie) es que durante el año y medio que ha durado todo el proceso judicial, Spacey fue condenado al más absoluto de los ostracismos: desapareció de la vida pública, fue eliminado de la película "Todo el dinero del mundo", (sustituido por el veterano Christopher Plumber) y una turba de anónimos espoleados por el movimiento #MeToo se encargaron de terminar de defenestrar la otrora estelar carrera de Spacey.

Huelga decir que meses antes de la resolución final del caso, Spacey se atrevió a grabar un video donde hacia un spin-off de su propio personaje, un monólogo hablando sobre el significado de la inocencia y la culpabilidad. Video que parodiaba su rol de personaje maquiavélico dispuesto a todo por el poder.

Pocos se atreverían a decir que la serie ganó enteros con su ausencia, más bien perdió el eje vertebrador de lo que realmente significa ser Kevin Spacey, (el personaje real) y Frank Underwood, (el personaje ficticio de la serie): el ansia viva de dominar por encima de todo y de todos.

De la misma forma que Michael Jackson ha sido acusado de abusos sexuales y sus fans justifican que hay que saber correr un tupido velo entre el personaje real y el artista, con Spacey pasó lo mismo: no hubo casi nadie que se planteara dudas sobre si Spacey era o no un abusador compulsivo y reincidente. La verdad es que su personaje y la serie le vienen como anillo al dedo: representan el mal en su estado más puro, no por las habilidades interpretativas del acusado, no, más bien porque el exonerado se interpreta así mismo. ¿Cómo vas a errar interpretándote a ti mismo?

Por poner un ejemplo, 1991, Anthony Hopkins ganó un más que merecido Oscar al mejor Actor por su papel de Hanibal Lecter en "El Silencio de los Corderos", el que es considerado por muchos, la mejor interpretación de un villano de toda la historia del cine. Ese mismo año, el mismo actor, firma dos actuaciones descomunales pero en roles diametralmente opuestos: C.S Lewis en "Tierras de Penumbra" y el mayordomo existencialista de "Lo que queda del día"... Antítesis, ambos, del personaje lecteriano... Mi pregunta es, ¿Podría Kevin Spacey hacer lo mismo?

Absolutamente No!, he ahí la diferencia entre un actor de verdad y un impostor: Kevin Spacey lleva riéndose de todo su público décadas, siendo House Of Cards su picadero particular donde dar rienda suelta a todas sus perversiones...

¿Merece la pena ver House of Cards? Un rotundo Si, Robin Wright y el resto del elenco brillan con luz propia frente al agujero negro de Spacey y la propia serie se puede resumir con epitafios como el siguiente:

"Qué desperdicio de talento. Él eligió el dinero en vez del poder, un error que en este pueblo casi todos cometen. Dinero es la gran mansión en Sarasota que empieza a caerse a pedazos luego de diez años. Poder es el viejo edificio de roca que resiste por siglos. No puedo respetar a alguien que no entienda la diferencia". (Frank Underwood, alter ego de Kevin Spacey)


En definitiva, House of Cards es el Alter-Ego del señor Spacey... Un documental sobre el mal por el mal, que funciona más como análisis psicoanalítico a lo Ted bundy riéndose del jurado que al aspirante a Secretario de Estado de los Estados Unidos de América.

Indispensable.

A éstas alturas un estreno de Quentin Tarantino es como un lanzamiento de un disco de U2 o alguna otra banda de sexagenarios: nadie lo espera, a nadie le gusta pero a todos importa.

Tras la decepcionante "Los Odiosos 8" donde Tarantino se permitió el lujo de destruir una Martin de 1870, (por poner un ejemplo, una guitarra Martin del año 2019 cuesta la friolera de 12.000€) y pajearse a gusto con sus obsesiones: el Spaghetti Western, las viejas glorias y los eastereggs que ni los más frikis son capaces de identificar... El resultado fue decepcionante.

Por ésta razón, se esperaba y se ha recibido, no sin cierta apatía por parte de la crítica, su nuevo "juguete": Érase una vez en... Hollywood como un flop de manual.

A priori el argumento, el reparto y el trasfondo, (criticar la época de plata del Hollywood de finales de los 60's y principios de los 70's) constituyen una fórmula lo suficientemente sólida y atractiva para darle a Tarantino la oportunidad de resarcirse.

¿Qué es y qué se nos cuenta en "Erase una vez en... Hollywood"? Una obra crepuscular de un director crepuscular: cine punk donde su director se ceba una y otra y otra y otra vez en hacer un crítica ácida al Hollywood del Miracle Mile.

Leonardo DiCaprio y Brad Pitt completan un dúo formidable y nos entregan momentos memorables que justifican sobradamente las expectativas vertidas sobre la cinta.

La fotografía a manos de Robert Richardson es impoluta y regala momentos de una belleza cautivadora. La banda sonora es otro de sus grandes alicientes: algo, que por otro lado, nos tiene demasiado mal acostumbrados su director.

Pero donde de verdad Tarantino demuestra su maestría es en el ritmo del montaje: espectacular y sin flojear en ningún momento. Cuando hay que generar suspense, sabe expandir los tiempos quirúrgicamente y cuando hay que contraer el tiempo, consigue montarnos en su propio parque de atracciones. El director rompe todas las normas lógicas que rigen el tiempo: 160 min que ves volar sin pestañear ni bostezar un segundo.

Y es ahí donde finalmente quería llegar: Tarantino confecciona su propio Xanadú, su máquina del tiempo para hacernos confidentes de personajes y situaciones que desmitifican el mito y transforman iconos en auténticos sacos de mierda.

No es la obra definitiva pero si la obra de un director definitivo y definido por su propio amor al cine y la capacidad de contarnos tramas y subtramas sin diluirse por el camino.

David Fincher es un director formidable: la capacidad de imprimir texturas a sus imágenes y el collage de los montajes son brillantes. Ese es el factor común de todo ex-director de videoclips y spots publicitarios: un dominio absoluto del ritmo y la estética: en cada fotograma, imprimir miles de mensajes.

Por aquel año, David Fincher venía de rodar la desastrosa "Alien 3": película ninguneada por el propio Fincher al pagar la novatada de verse manejado por los productores. De aquella mediocridad sólo se salvaba la excelente fotografía y el diseño de producción. Le costó 3 años hasta poder volver a reponerse de aquel fracaso y lo hizo con un clásico de los 90's: Seven.

Seven es una película que destila herrumbre, óxido, ambiente mal sano y locura. No deja de ser cine mainstrain pero su calidad es indiscutible. Las interpretaciones de Brad Pitt, Morgan Freeman y Paltrow son creíbles y solventes, excepto el histrión final de Brad Pitt: ¿Tanto cuesta interpretar a un tipo desquiciado?

Howard Shore como siempre, dinámico, camaleónico y brillante. Es de los mejores compositores de nuestro tiempo: capaz de pasar del rock industrial más abrasivo a entregarnos partituras de una exquisitez y riqueza poco común en éstos tiempos, (Lord Of The Rings, Dead Ringers)

El argumento va de un asesino en serie que va replicando los siete pecados capitales de la forma más macabra y sádica posible, (Seven, salvando las obvias distancias y pretensiones, es una clara precursora de la saga Saw)

Y llegamos por último a la piedra angular de la película: Kevin Spacey, seamos justos: no es un buen actor. Habrá aquellos que se lleven las manos a la cabeza por tal afirmación imbuidos por el magnetismo de su personaje. Pero no, repito, no es buen actor: toda la carrera de éste tipo se ha basado siempre en hacer muecas cínicas, ( comparad el monólogo final de Seven con su otra obra: American Beauty: son el mismo personaje que hace muecas)

Si añadimos además que el impacto de su personaje se debe más a la naturaleza del propio guión más que a la presencia de Spacey, entonces entendemos que los escasos 5 min que aparece en la cinta no justifican de ninguna forma el catalogarle de genio de la interpretación.

Seven sería una película redonda de no ser porque cada vez que aparece Spacey, siento que éste actor no sólo no interpreta a los villanos si no que es el verdadero villano en la vida real: se interpreta así mismo.

En cualquier caso, sólo aparece 5 minutos en la película, el resto es bastante disfrutable y junto a "Club de la Lucha", estamos ante dos clásicos de los 90's por derecho propio y que dejaron huella a una generación entera.

"Cuentos de Ultratumba", (1974) cuenta con todos los alicientes que ha de tener una buena película de terror: variedad, suspense y giros inesperados.

La producción es de estilo Hammeriano y las actuaciones 100% British: ningún actor brilla especialmente pero todos trabajan con solvencia.

El mayor atractivo de la película es su ambientación la acidez de alguna de sus historias.

Recomendable!

Tiene que ser muy duro, saberte únicamente elegida a un casting por el tamaño de tus mamas... Pero a la Daddario se la pela todo: mientras llueva el dinero, la junten con el musculitos de turno y pueda fardar en las redes sociales de ojos y escote, que se pare el mundo, pero que ella no se baja de la burra.

Ídem para la Kate Upton, sólo que a ésta se la pela aun más que a su compañera. Es lo que tiene asumir el rol de rubia hiperoxigenada y "tonta". De hecho, es tan flagrante su asunción de mujer objeto, que da rubor intentar colegir ¿qué ha llevado a esta mujer a elegir dicho papel?

Habrá aquellos que digan que es puro sexismo rancio pero yo no lo creo, ahí están mujeres bellas y con un talento desbordante como Margot Robbie:, ("Yo, Tonia", 2017) o Emma Watson.

La verdad es triste pero no menos interesante: si no tienes talento o al menos mínimo de cordura, haz como Daddario: forma parte del imaginario onanista macho-man por determinada escena sexual en la serie True Detective.

Por tanto, "Lay Over" nació como una forma de extender los encantos mostrados en aquella escena pero en una comedia de muy bajos vuelos donde no encontramos mayor aliciente que el ver como dos vixens se pelean y lloriquean por el palurdo de turno.

Todos los gags van en la misma dirección: competir por quién está más buena y, si por mi fuera, yo las dejaba tiradas sin el coche en mitad de ninguna parte.


Alexandra Daddario es una bellisima actriz, pero su talento es nulo: es incapaz de modular la voz, siempre tiene el mismo tono y no sabe poner más que muecas de mala hostia. A ésta actriz le vendría bien un papel de villana como anillo al dedo, pero se esfuerza en ser lo que no es: una buena actriz. Acabará haciendo telefilms de esos de sobremesa en los que intenta robar el macho a alguna infeliz o es una maníaca depresiva roba bebés.

Kate Upton es otra vixen que debe visitar al endocrino más que al Actor's studio: es como Arnold Schwarzenegger o Rambo, pero en versión femenina: se preocupan más de ir al fisio, al gym o al dietista que en mejorar sus dotes interpretativas. Preocupada más en no comerse ese bollo con aceite de palma y azúcar glasé que le ponga el culo como una camilla.

Así que si crees que "Cambio de planes" puede alegrarte la tarde, error: si eres tía verás que las protas sólo se dedican a enseñar pechuga y si eres tío, te quedarás con las ganas: pues sí, enseñar, enseñan pechuga pero con más celofán que el Pavofrío.

David Mirkin es un director no muy prolijo, ( en su haber sólo hay alguna serie y la detestable "Romy y Michelle") por tanto su labor aquí es meramente testimonial. "Las Seductoras" es un producto de encargo de esos "de manual" que las productoras de Hollywood tienen en su recámara para rellenar en verano. Es triste pero es así, Hollywood es una Industria y su forma de concebir el negocio tiene como único aliciente el arte de hacer dinero.

La fórmula ya la hemos visto muchas veces: reparto de caras viejas, (Weaver, Hackman) junto a emergentes mercados, encarnados por Jennifer "Melones" Hewitt y por el no menos insustancial y lamentable Jason Lee.

La fórmula de arquetipos, gags y dirección es tan "marca blanca" que no puedes parar de preguntarte si la maravillosa Sigourney Weaver y el siempre estupendo Hackman no han elegido dicho producto para poder seguir manteniendo su tren de vida. No es una crítica hacia ellos, pero aun a pesar de que sobrevuelan la cinta con gran soltura y "savoir faire", sientes que hacen su papel o por obligación de sus contables o por contratos de packs: esto es, la productora les cede 3 pelis decentes donde actuar a cambio de aparecer en el bodrio de turno para salvar la temproada baja.

Así "Las Seductoras" se convierte en una comedia con muy buenos momentos, (Hackman, Ray Liotta, Weaver) con los otros putativamente lamentables: cuando creemos que el marmóreo Jason Lee va hundir aun más sus partes en el fango, llega la Hewitt con sus escotes y su boca de pez y, creyendo levantar algo más que el ánimo al personal masculino de la sala, resulta que la tipa es prácticamente un maniquí que las habrá pasado más putas que Caín para aprenderse su cuatro líneas de diálogo.

Sin ir más lejos, el propio duelo sexual entre Weaver, (madre) y Hewitt, (hija) se salda en una goleada a favor de Weaver: Sigurney Weaver nunca fue una sexsimbol, de hecho, su amplia estatura y falta de curvas la obligaban a elegir muy cuidadosamente los trabajos. Trabajos donde no sólo demostró que no hay que tener un coño ni unas buenas tetas para triunfar en la meca del cine, si no que si tienes talento y personalidad, te comes con patatas al Hackman, al Jason Leeo y al alien interpretativo que se te pongan delante.

Por eso quiero hacer de ésta crítica, una oda al feminismo de verdad, a ese que no se basa en ir pasada de valiums lloriqueando por platós que no te dan trabajo, (la chusma de actrices es tan atroz que cuesta no creer que no fueran prostitutas antes de llegar a conseguir su primer papel: una cosa es defender tus derechos como mujer y trabajadora y otra intentar colarnos un supuesto talento inexistente) y no defiendo al Harvey Weinstein, (monstruo deplorable) si no que expongo los peligros de ser carne de cañón, vender tu cuerpo y luego pedir recibo al diablo.

En resumen, "Las Seductoras" es una película entretenida con gags divertidos pero que cuando trata de ponerse empalagosa, sólo sientes incredulidad y vergüenza ajena.

Me se olvidaba mencionar, que hace años, estaba de moda deson de pedir una limosnilla pa' montarte tu propia pelí, como desons juegos tipo Lego: móntesele uste´mismo.

En ésto, un paisa bastante avispaou va y se saca de la manga un crofundin desens pa' financiar su guión jipster to de max.

La comunidad jipster apadrinó el producto, y un fulanito de tal llamado Nicolá Alcalá cegau y egotrípico decidió esfinarse por la tocha el casi millón de euros ufannaus del crofundin desen. Total, los actores/actrices (sic) son del éste, de países tercermundistas que actuarán (sic) por un bocadillo y una coca cola. El tema es salir en una peli jipster y cool donde lo único memorable es la cantidad de paisanos pringando boniatos para que el tal Alcalá pueda mojar el finde comentando que es un director independiente, emergente, como las puntocom desans como Terra donde hasta el vecino del quinto sacó tajada especulativa.

"El Cosmonauta" es, con toda seguridad, uno de los pelotazos mejor ejecutados de toda la década. No por su calidad filmica, (deplorable e insultante) si no porque Nicolas Alcalá, como Tommy Wiseau y su engendro "The Room", (2003) son personajes egocéntricos ansiosos de una pizca de notoriedad. La película es lo de menos, lo importante es trincar el botín y espetarle a la petarda gafapasta de turno a las 3 de la madrugada que eres todo un director y que Kubrick a tu lado es una mera piltrafa.

Eso es lo que transpira "El Cosmonauta": ego, cutrez y pretenciosidad sin límites. El montaje, el guion y la ejecución parecen propios de un director porno que se ha pasado al cine convencional y que no aguanta dos segundos sin intentar meter "lo que sea" con tal de llegar al metraje mínimo exigible para tildar al "producto" de largo y poder ser estrenado en salas subvencionadas, de esas que no va ni el director a ver.

No hay argumento, no hay buenas actuaciones ni música ni nada que se le parezca. "El Cosmonauta" es simplemente el minuto de gloria de un pobre diablo que busca ser émulo de Andrei Tarkovsky pero en versión cutre.

Jean-Pierre Jeunet nos ofreció un canto a la vida: eso es Amelie y por eso nada más estrenarse se convirtió en un clásico inmediato. Porque la suma de todas sus partes dan como resultado el antídoto para entender que las personas son como las plantas y los floreros: florecen o mueren según donde las pongas.

Por tanto, "Amelie" no se puede analizar como una película normal, todo aquel que la ha visto, la asimila como una experiencia cautivadora de un momento concreto de su vida, embriagante y hasta alucinógena. Convirtiendo experiencias azules en un puro día de verano donde lo único que te queda tras verla son las ansias de vivir.

Su ritmo vertiginoso, sus entrañables personajes, la música y su protagonista, Amelie, son un cocktail perfecto para vencer esos días tristes

Amelie no es una película, es una experiencia.

Es difícil hacer una review de una serie que tuve la inmensa suerte de descubrir en mi pubertad: Serie Rosa.

Injustamente olvidada, ésta serie era una especie de "Decameron" a la francesa: cada capítulo nos lleva a una etapa de la historia moderna donde sus protagonistas se veían envueltos en relatos eróticos. Pero cuando hablo de erotismo, no hablo de pornografía barata o de los típicos thrillers pseudoeróticos de los 90's que retransmitian las madrugadas de los sábados Antena 3 y Tele 5.

Aquí hablamos de erotismo con mayúsculas: el arte de sugerir y de generar suspense y tensión sexual sin romper la baraja. Se nos cuentan historias y se plantean personajes.

Alguno pensará que para satisfacer las necesidades onanistas puberales ya hay otros medios más directos y sin tanta pompa: ese es el problema. Mientras la sexualidad que nos venden ahora es pura retórica genital. "Serie Rosa" nos ayudaba a entender la sexualidad como un lenguaje, un relato donde lo divertido era ver el desarrollo y el final se dejaba en un segundo plano.

La fotografía, la ambientación y las actrices y actores ofrecían calidad. De ahí que agradezca haberme topado con ésta serie como mi primer acercamiento a la sexualidad en la pantalla plana: aprendemos a degustar un plato no ya por su cantidad, olor y degustación. Valoramos el plato por el rito de ir al restaurante, empezar por los entrantes y poco a poco ser deslumbrados por los segundos y terceros platos.

Desgraciadamente, hoy la primera aproximación sexual que tiene el público son las páginas porno, el gonzo y la adoración genital: algo que nos convierte en meros animales expuestos a la permanente insatisfacción.

Serie Rosa, a parte de una gran serie, era un oda al erotismo de calidad sin caer en lo zafio y mundano.

En especial, mi capítulo favorito era "El Invernadero" con mi amor platónico de todos los tiempos: la actriz Olivia Brunaux.

Lo que vino después es como pasar de comer en "El Bulli" a degenerar en el McDonald y el Burger King.