Poco se conoce el cine checo. Y si encima es mudo, aún mucho menos. En esta "Viniendo de la oscuridad", que sería el título traducido, se nos relata, en clave de novela gótica, como un aprendiz de alquimista será revivido 100 años después de hibernarse en un lóbrego y escondido laboratorio de una Torre Negra en ruinas. Pero vayamos por orden. Los dueños de la finca, en la que está la Torre, es una joven pareja que compraron el terrenito a un terrateniente que gusta de acosar a la mujer. Un libro misterioso llevará al marido al oculto laboratorio. El despertado también acosará a la mujer, con lo que el marido no gana para disgustos.

La película está rodada en ruinas y exteriores, además de usar decorados que poco tienen que ver con el expresionismo y sí con los relatos de novela gótica, con alquimistas barbados, judíos, pócimas y elixires. La historia es bastante predecible, y se puede intuir como acabará. También tiene sus efectos especiales, superposición de imágenes y una explosión real.

Resulta un interesante aporte a este tipo de narrativa, más propia de "Drácula" aunque aquí no hay vampiros ni se les espera, sólo un pobre hombre que mejor no hubiese despertado.

Dentro de lo que es la última hornada de productos Marvel, esta tercera parte de los Guardianes de la Galaxia es de lo poco aprovechable. No obstante, tampoco hay nada novedoso, porque Gunn repite los clichés de las otras dos películas: humor infantil rayano en la estupidez, personajes reducidos a la parodia, y un malo que quiere algo de ellos. Todo acabará en una espectacular sobredosis de efectos especiales y multitudes de personas, animales o cosas a salvar, para acabar celebrándolo en una eterna fiesta ridícula de risas y canciones.

Hay detallitos en este filme que muestra una cierta inspiración u homenaje en otros. La presentación de los amigos de Mapache Cohete, el protagonista del filme, es clavadita a la primera entrega de Toy Story, cuando parecen los pobres juguetes hechos de pedazos que parecen dar miedo y que son entrañables. De hecho, el villano del filme, el Alto evolucionador, se comporta como aquel niño odioso de "Toy Story" que tortura y despedaza a sus juguetes, intercambiando piezas, solo por maldad. La otra similitud es "Planet 51" , la película de animación española, cuando el astronauta llega al planeta de alienígenas, en un suburbio al estilo estadounidense, entre casas unifamiliares y jardines, y todos se quedan mirándolo. Es así como llegan los guardianes a la Contratierra.

En el capítulo "cómic" hay que reseñar que Gunn sigue pervirtiendo a los personajes y sus historias. Como si fuese un ultracuerpo, solo toma su aspecto, pero no su contenido. El Alto Evolucionador nunca fue malo, tampoco afroamericano - el cupo de las narices- creó la Contratierra y la defendió de Galactus. La Contratierra era su sueño y por eso quería poblarla de los nuevos humanos evolucionados de animales. Aquí es todo lo contrario. No creó a Mapache cohete, esos fueron otros. Tampoco intervino en la creación de Warlock, aunque éste sí trabajó para él. Sus fines siempre fueron altruistas. Aquí es un mad doctor. Respecto a Warlock, su desarrollo es lamentable, patético. Obvian que él llevaba una gema del infinito en la frente. Es un personaje completamente desaprovechado. Y Gunn siegue corrompiendo a los guardianes de la galaxia, con un Drax estúpido y una Mantis infantil. Y que decir de Stakar (Stallone) y su tripulación, que realmente eran parte de los auténticos guardianes de la galaxia de los cómics ... En fin.

La película se deja ver porque tiene una buena historia, el origen del Mapache Cohete. Es un drama sólido y está muy bien contado. Como una de Disney animada cuando no hacia porquerías woke, de esas de hace muchos años. Lo mejor del filme. Su tronco. Todo lo demás es superfluo y de relleno. Frases huecas y chistecitos. Pero lo narrado sobre Mapache cohete y su conclusión, es brillante. Gracias a esa historia el filme se salva de la quema. Gunn nos ofrece algo más profundo de lo habitual en este tipo de filmes de Marvel.

Así que disfruten del mismo, si no sienten arcadas con lo que han hecho con los personajes del cómic. Les recomendaría que si son sensibles a ese respecto -comparar el material gráfico con el cinematográfico- tengan un cubo al lado del sillón para vomitar. Yo es lo que hago con Marvel últimamente.

Clásicos. Geniales. Una alegoría sobre la capacidad del ser humano para inventar con el fin de obtener un beneficio, un avance tecnológico y los peligros que dichos inventos conllevan. Dos cavernícolas, uno rosa, mueven una pesada piedra rectangular. Todo su afán será probar los diversos aparatos inventados para mover con mayor facilidad dicha roca. Prueba y .... error. Y el error es lo más divertido. Machacados por la piedra, las desventuras de la pantera rosa y su compañero nos recordarán a Mortadelo y Filemón. No hagan caso de la carátula. Aquí el peligro es la inteligencia, aunque sea paradójico. Una maravilla.

Aunque tiene su encanto, este Pato Lucas, que ya apunta maneras, aún le falta ese egoismo, ese cinismo, esa mala baba y esa mezquindad tan propias que le caracterizarán en las posteriores entregas con Buggs y toda la cuadrilla de Merry Melodies y que le hace un malo adorable. Aquí fastidiará a un cavernícola que quiere comer pato, pero que se ha equivocado de víctima. Sufrirá las consecuencias. Ya se sabe, no te metas con Lucas.

Magnífico corto de animación, en stop-motion, con un naturalidad en los movimientos que resulta asombrosa. Se nota la mano del gran Willis H O'Brien, pionero en la animación y que elaboró varios cortos sobre vida prehistórica a lo "Los Picapiedra" que fueron comprados por Edison para su distribución. En éste, un cartero lascivo, pretende levantarle la novia a un vecino cambiando las cartas. Esas cartas son piedras grabadas. El cartero lleva un dinosaurio para tirar del carro del reparto de tan pesado correo.

La verdad que tiene su gracia como comedia prehistórica, en línea con Charlot y Buster Keaton, mientras Griffith andaba por los dramas. En aquellos años, la vida prehistórica, con cachiporras y pieles, es lo que atraía al público.

Con aires de wéstern distópico post-apocalíptico y mad-maxiano, este corto retoma, al menos estéticamente y con el título, a los llamados bushrangers, aquellos forajidos australianos como Mad Dog Morgan y Ned Kelly, este último que se dotó de un casco y de una armadura para combatir a las tropas policiales británicas. Caballos, guardapolvos, metralletas, revólveres y trajes molones. Y tiroteos. No tiene mucho guión pero la puesta en escena es excelente. Ahora solo falta tener un buen guión.

Segunda entrega de la momia azteca. Sin embargo, apenas sale cinco minutos y al final. Continuación directa del primer filme. El mad doctor llamado "El Murciélago" se escapará y seguirá con sus fechorías y acosando a los protagonistas de la primera entrega. Este filme no es de terrorcillo como el primero, y se asemeja más a los filmes mexicanos incorporándonos un superhéroe encapuchado y vestido de luchador -con descapotable y capa-llamado "El ángel". Pero es un superhéroe bastante chapucero, al que siempre vencen los esbirros y que debe ser rescatado continuamente. ¡Vaya fraude de héroe!

Situaciones absurdas, idas y venidas de malos y buenos, ahora te pillo, ahora me escapo, ahora vuelvo a pillarte y así elevado a la enésima potencia. Con todo, entretiene ya que recuerda a aquellos seriales de los estadounidenses de los años 40 y 50, donde salían bandas de malos, mad doctors, trampas mortales y héroes enmascarados. Este filme, al menos, no dura tanto como esos seriales.

Una historia aparentemente banal y de comedia, pero con un punto de amargura notable dentro de una presunta reflexión sesuda. La historia en sí es desagradable. Un filme pre-apocalíptico, en el que descubres que el ser humano se comporta de la misma manera allá donde vaya, sea a otro planeta o reduciéndose de tamaño. Donde hay miseria, explotación de las clases bajas, despilfarro, listillos, egoísmo, burocracia. No hay esperanza para la humanidad. Pero les da igual, ya que a ellos no les va a pillar. Y la historia de amor también es desagradable, no ves ni pasión ni enamoramiento, y a la actriz oriental, no se si su voz será así originalmente, le ponen una voz y un tono irritante y odioso. El personaje, de por sí, provoca rechazo, aunque su vida sea altruista. La química entre Damon y su romance es nula. Si da hasta grima verlos juntos.

Película extraña. Despiporre intelectual de un autor en esto del mundo del cine, el tal Payne. Quizás pretendía hacer una fábula o reflexión sobre una sociedad futura al estilo de "Utopía" de Tomás Moro, pero le ha salido una mezcla entre Lars Von Trier y un filme de la Troma. Y es poco digerible. Mejor con sal de frutas.

Empezamos bien con el poster. Estos superhombres, ni son super ni vuelan. Eso sí, son tres. En eso no engañan. "Tres superhombres" es un batiburrillo de películas de euroespías a lo James Bond mezcladas con películas italianas de superhéroes como Argoman o Mister X. No tienen poderes, sino que llevan unos trajes antibalas, siendo, además unos tipos cachas y acrobáticos. De los tres protagonistas, uno es guaperas, el otro culturista y un tercero, que hace de mudo, en homenaje al Nick Cravat de "El temible burlón", es el acróbata, que hace cada numero espectacular, como introducirse en los asientos de un coche en marcha dando una voltereta desde el techo de un camión.

La película es una versión paródica de "Goldfinger", con un tipo igual de gordo y con cara de alemán que duplica lingotes de oro y todo lo que se le ponga a tiro, ayudado por una condesa, que sería Pussy Galore, además de matones variados. Un laboratorio que parece de Mortadelo y Filemón, una base submarina, un colegio de niños como tapadera, todos los tópicos de las películas bondianas, con organizaciones secretas que pretenden controlar el mundo. La película, demasiado cómica, tiene persecuciones en coche, peleas de masillas a tutiplén, mucho machismo de la época, y chicas ye-yé. Es como ver la serie sesentera de Batman pero rodada en Italia. Fue la primera de varias, constituyendo una rareza como franquicia italiana de superhéroes.

¿Tiene gracia? Ahora no. En aquellos años era la típica película de programa doble de cine de barrio, donde los niños se lo pasaban bomba viendo los tortazos. De estos tres yo ví en esos cines la de la selva, y guardo un grato recuerdo. Nostalgia.

Pues sí. Lo mejor de la película. Nicholas Cage. Nos obsequia con todo un repertorio de muecas, gestos y rostros que no tienen desperdicio. Un Drácula vengativo, rabioso, malhumorado, celoso, caprichoso, dotado de un sangriento humor negro, pero también un taimado trolero que pone falsa carita de pena y contrición. Ese humor negro que llevará hasta el final. Junto a Renfield forman una extraña pareja, con discusiones hogareñas sui géneris, en una relación tóxica de sumisión que aborda el filme de manera cómica.

Y quizás es esa comicidad, más propia de una sitcom tipo "Mom", la que no cuadra. Y más cuando la mezcla con la trama policial y mafiosa, que no pega ni con cola. Es un producto extraño, una mezcla de "Kick Ass", "Deadpool" con "Noche de miedo" y nada que ver con películas de terror como "Blade". Y eso la lastra. La indefinición. No puedes tomarte a ningún personaje en serio, por lo que todo lo que relata Awkwafina es superfluo y no interesa. Es rebaba. Sobra. El filme no respeta al cine de vampiros y sus cánones. Busca la gamberrada. Y eso que lo llena de un gore exagerado e innecesario, con desmembramientos, tiros en la cabeza y demás barbaridades hiperbólicas poco explicables en el caso de Awkwafina, que se supone que es policía.

La película entretiene, los protagonistas cumplen y Cage se los come a todos y eso sin ser un vampiro, sino uno de los actores con más personalidad del firmamento.

Primera entrega de un humilde y resultón díptico apocalíptico británico. Filme independiente, muy barato, rodado a modo de metraje encontrado, aunque bebe en su puesta en escena de "Monstruoso" tiene mucho más que ver con "La invasión de los ultracuerpos" o "Alguien mueve los hilos". Esas persecuciones mientras los poseídos emiten ese grito tan horroroso está inspirado en el filme de Kaufman sobre los ultracuerpos, filme que aún sigue acongojando. Hungerford es el nombre de la población en la que se desarrolla el filme, de tan solo 5.000 habitantes.

El filme tarda en arrancar. Va poquito a poco, no como en su segunda parte, que va mucho más rápido. Aquí te van introduciendo los comportamientos extraños de los vecinos. Los protagonistas, aparte de actores con pocas tablas, se alejan del standard de belleza cinematográfica. No son guapos, son gente corriente, con su calvicie y su sobrepeso y su falta de gracia. Eso le da un punto de mayor realismo.

La película es corta y una vez empieza el follón se ve con curiosidad. Casson aprovecha los lugares en los que rueda, los callejones, la fábrica, las calles ... podría ser una fan movie pero su impecable factura técnica hizo que el filme fuese distribuido comercialmente. Una serie B, un filme independiente apto para los aficionados a este género.

Post-apocalipsis y metraje encontrado. Nada nuevo bajo el sol. Como ésta fue "Monstruoso" y tantas películas post-apocalípticas. En este caso se trata de sobrevivir a una invasión alienígena que transforma a las personas en zombis rabiosos. Hemos visto muchas y variadas cintas, desde todas las relacionadas con plagas al estilo de "28 semanas después", de zombies variopintos, de alienígenas eléctricos, trífidos, a los que no puedes ver sin volverte loco o, simplemente, más poderosos que los humanos como en "Invasión a la Tierra".

En todas confluyen gente corriendo, gritos, militares o paramilitares, chicas asustadas, humanos malnacidos, parajes destruidos, sótanos encharcados, y una misión, sea rescatar a alguien o llevar algo para la supervivencia humana, y que parece un videojuego en el que vas cumpliendo objetivos y pasando pantallas. Esta no es diferente y no está tan mal para esas pobres puntuaciones. Es una más, además secuela de otra, y cumple sobradamente.

Se acerca bastante al videojuego "The last of us", de 2013, en cuanto a la maldad inherente del ser humano y a transitar por ruinas de lo que una vez fue Londres y sus alrededores. Llama la atención la velocidad de la decadencia social -apenas han pasado quince días - y también la falta de depredadores sexuales, viendo que las protagonistas son dos chicas jóvenes.

La película está bien rodada y sabe aprovechar al máximo sus recursos. Se permite ofrecernos algunos interesantes CGIs con las naves alienígenas, como ominosas presencias en los cielos. Los personajes son arquetípicos de este subgénero, jóvenes -aunque no tanto- pero no demasiado guapos, esto no es una teleserie americana. Y además, la película dura poquito, una hora y poco más.

A quién le guste el género le puede entretener, aunque sorpresas, ninguna. Está todo muy visto.

Episodio piloto sin suerte. Fue lo último que intentó lanzar la productora Lorimar - la de "Dallas"- pero que no interesó a nadie. Y no es extraño, ya que la puesta en escena y la historia post-apocalíptica corresponde más a un producto de los años 70 y no de los años 90.

"Island City" presenta un futuro post-apocalíptico en el que los humanos tomaron un producto farmacéutico para mantenerse eternamente joven pero que tenía lamentables efectos secundarios, modificaba los genes y hacia descender al ser humano a un estado de salvajismo antropoide. Solo sobreviven los inmunes, que viven en un lugar aislado -Island City- con todos los adelantos científicos posibles. Los protagonistas son militares que salen a la búsqueda de supervivientes y de antropoides para tratar de curarlos.

Este futuro tiene muchos puntos de relación con el filme y la serie de TV de los 70 llamada "La fuga de Logan" en cuanto a estética y concept de sociedad. Una ciudad aislada llena de comunidades, un cristal implantado en el cuerpo con un color que sirve para encontrar pareja sexual, realidades virtuales, fiestas y tropas, opuesto a un exterior peligroso y decadente. Obviamente, aquí no matan a los ciudadanos sino todo lo contrario.

El episodio en sí es aburrido, con los dos vehículos arriba y abajo, repitiendo las escenas una y otra vez. Ruedan combates en canteras, varias veces, y no se ve nada del exterior salvo esas canteras. Island City parece una base o una nave espacial, más que algo terrestre. La sociedad que presenta es demasiado superficial y los diálogos entre los protagonistas son bastante besuguianos.

Un episodio que no pasará a la historia. Sino que pasó de largo y nadie recuerda.

A mí esto de los Power Rangers me pilló mayor. De hecho, trabajaba. Sin embargo, empecé a descubrirlos con mis hijos, a partir de Power Rangers SPD. En general, devoramos todos los producidos por Disney, antes de que los recuperase Saban. Así no tengo esa capacidad de nostalgia ante unos personajes que no conozco. No obstante, capto la emoción de ver de nuevo a aquellos chavales del reparto original y pienso en como estarán todos los demás que yo conocía.

Este mediometraje sigue al pie de la letra el esquema de todos los episodios: peleas con masillas en canteras, polígonos o centros comerciales, un plan de Rita Repulsa con dos monstruos, de los cuales uno de ellos crecerá para que lo apalicen con el Zord, perdiendo Rita Repulsa y así hasta el siguiente episodio. Lo único sorpresivo es el componente sentimental ante la falta de uno de ellos y el emotivo homenaje final a los dos actores que ya no están entre nosotros. Por lo demás es un episodio más, aunque con muchos años de distancia. Con todo lo bueno y lo malo de esta serie.

De la miriada de luchadores mexicanos que asoló los cines en los años 60 y 70, los líderes fueron Santo y Blue Demon, siguiéndoles a bastante distancia Mil Máscaras, con el que colaboraron en algún filme. Aquí lo tenemos de estrella junto a un tal Superzán, imaginativa mezcla de los nombres de Supermán y Tarzán. Si las de Santo son de serie Z, está ya se va a la letra final del alfabeto jemer. La película vuelve a emplear el socorrido argumento de monstruos clásicos, en este caso vampiros. Ni ajo ni estacas, tortazo limpio.

Sin embargo, el filme no empieza hasta pasados unos veinte minutos, ya que nos meten de clavo un inacabable combate en el ring de los enmascarados. Así, que si lo de los combates les da igual, adelante con el ffwd y se les queda un filme de una hora y diez minutos. Los dos luchadores se enfrentarán, junto a un doctor con chaqueta sahariana setentera, al Barón Braddock, dos familiares a los que no veía hace ¡2000 años! y sus secuaces, un tipo calvo y desagradable, amigo de desnucar al prójimo, un cuatro enanos con colmillos que parecen el reverso tenebroso de los umpa-lumpas. Todos se transformarán en vampiros de goma. El barón, además, transforma su rostro en una especie de vampiro peludo. Por cierto, viste como el abuelo de La Familia Monster.
Peleas inacabables y absurdas, una versión mexicana de la primera parte de la novela de Bram Stoker, cuando transcurre en Inglaterra, en la que Mina está siendo transformada y todos quieren ayudarla en su casa. Y una resolución bastante simplona.

El subgénero del terror en las trincheras no se prodiga mucho en el cine. Quizás está demasiado encorsetado en su temática y desarrollo. Recientemente hice la crítica de otro filme de similares características y posterior, titulado "Bunker". En el fondo, todos se centran en las reacciones de un grupo de personas en tensión atrapadas en un lugar del que no pueden salir. Y pueden existir elementos sobrenaturales o no. Existe otro filme de este estilo, titulado "El páramo" (2011), de nacionalidad colombiana que sigue los mismos caminos que marca este filme de Rob Green, aunque su componente sobrenatural es más evidente.

Este "El bunker" nos cuenta la historia de un pelotón de alemanes con problemas mentales por las barbaridades en las que han participado, que llegan a refugiarse a un bunker de extraña historia. Da acceso a uno túneles que bien podría ser un acceso al inframundo, por lo que cuentan. Es curioso, que un filme pacifista como fue "Yo acuso" (1938) de Abel Gance narraba como los muertos de la Primera Guerra Mundial se alzaban para impedir que se volviese de nuevo a otra guerra, la II Guerra mundial. Filme que se rodó apenas meses antes que la guerra real comenzase. Aquí hay muertos, pero su aparición se queda en el espanto que producen. Sin embargo, no hay peor enemigo para el ser humano que el mismo y sus remordimientos, como descubriremos en el filme.
A nivel de realización Green sabe llevar el filme, mantener la tensión y el misterio, aumentar la sensación de peligro y de acecho. Los intérpretes construyen unos personajes demasiado arquetípicos y predecibles -el chalado fanático, el oficial riguroso y que no se entera, los supervivientes, el medio-loco, los que saben que van a morir rápido, el jovencillo- aunque bien desarrollados. Pero si buscan una película del estilo de "Outpost", olvídenla. Aquí no hay gore ni cosas de esas.

Amable crítica a ese movimiento político que está condicionando la manera de hacer cine, conocido por woke, una doctrina de pensamiento proveniente de unos intelectuales estadounidenses que está caracterizado por imponer una (falsa) diversidad en raza, tendencia sexual y género, sustitución de personajes originalmente blancos por otras razas- generalmente afroamericanos- y géneros, minusvaloración y ridiculización del grupo mayoritario (hombres blancos y heterosexuales), empoderamiento feminista de manera burda y exagerada junto a una visibilización sobrerrepresentada de determinados grupos minoritarios, generalmente los que más patalean, que continuamente lloran y se quejan en pantalla. También imponen cupos en el equipo técnico y de realización, algo menos visible para el espectador pero que daña irremediablemente a todos los colectivos, al no valorar la capacidad sino el género, la tendencia sexual o la raza, algo que no se aprende, sino que viene de serie, Todo ello ello asociado a otros movimientos reivindicativos como el "Me too" o "Black lives matter". Un pack completo que, sin embargo, tantos fracasos cinematográficos está recogiendo, ante el evidente rechazo del mercado mayoritario, que no quiere que les digan como deben pensar y lo que deben ver. A estas alturas es algo que cualquier espectador ya conoce.

Es curioso lo de la obsesión estadounidense por controlar el pensamiento de las masas. Tanto que critican del comunismo y en el fondo, se comportan de la misma autoritaria manera. Pensamiento único e impuesto o cancelación. Y ya ha habido precedentes, desde el código Hays a como la denominada "mayoría moral" acababa con series de televisión que consideraba demasiado progres como "Lou Grant" o "Enredo" en los años 70, a base que boicotear a los patrocinadores. Ahora el boicot proviene de los elementos más rancios de una mal llamada izquierda que sueña con llevar "1984" de George Orwell a la realidad ...

South Park siempre ha sido la mosca cojo**** en esto de la opinión pública. Sus creadores siempre han ido contracorriente, riéndose y criticando abiertamente las distintas modas y pensamientos que han surgido desde que existe la serie, desde finales de los años 90. Son el reverso corrosivo de "Los Simpson". Así que no es extraño que hayan abordado todo el tema "woke" que asola cine, televisión y todas las artes restantes (desde los comics a la literatura, no se salva ni una). Cartman sueña con que va a ser sustituido por una mujer negra y empoderada, así como todos sus amigos y viaja a un universo donde todo es así. Así, de entrada, parece una idea brillante, apareciendo los ejecutivos de Disney desesperado ante tanto fracaso.

También se desarrolla una historia paralela, en la que la gente más cualificada es incapaz de reparar nada y los "manitas" son multimillonarios ante tanto universitario inútil. También es una buena reflexión, como se mide el éxito, si a nivel académico o a nivel económico, ya que ambos no van parejos.

Sin embargo, la crítica a lo woke se queda en su superficialidad, en lo grueso, en lo evidente, en la sustitución. No va más allá. No entra en el intento de reeducación del espectador como si viviésemos en la China de Mao o en la Alemania de Hitler. Y al final, incluso hace un guiño contra el movimiento antiwoke que ha conseguido un fuerte arraigo en las redes sociales. Lo que piden desde "South Park" es un borrón y cuenta nueva, poner el contador a cero, volver al inicio. Pero va a ser que no. Con todo, este especial tiene su gracia por ser tan franco y señalar a algunos de los causantes de tal desatino con nombres y apellidos. Y es de agradecer.

Producido desde la University of South California, supongo que como trabajo de curso, este "SIilver Surfer", personaje del Universo Marvel, es el heraldo de Galactus por antonomasia, héroe torturado por el destino, atrapado en la Tierra por defenderla de su amo. Ahora suena que los enfermos que dirigen Marvel lo van a cambiar de género -qué ignorantes y maledicentes son, cuando existe una heraldo femenina llamada Frankie Raye- así que revisitar este corto de los años 90 es el mejor homenaje al personaje, que también apareció en aquellos filmes mediocres de "Los cuatro fantásticos".

Un corto al estilo de Spielberg, con sus científicos multiétnicos frente a pantallas de ordenador, con el obeso comiendo y la científica más lista que los demás, con unos niños acosando a otro para robarle un muñeco de Terminator 2 -evidente homenaje a los efectos de metal líquido que usan para recrear a Estela Plateada- por esas calles de los suburbios de Los Ángeles, a los que arribara subido en su tabla de surf el viajero galáctico, a salvar el día.

Un cortometraje sencillo pero que evoca aquellas sensaciones de un tipo de cine que jamás se debió abandonar.

Debut de ese genio del stop-motion que fue Willis H. O'Brien, al que conoceríamos por los efectos especiales de animación del primer King Kong (1933). Una historieta más propia de "Los Pîcapiedra", una comedia con la señorita Cara de Roca (Rockface) y varios pretendientes con cachiporra y por ahí molestando, el eslabón perdido, que les robará la comida. Cuevas, pieles y dinosaurios. Una magnífica animación que aún hoy sorprende para la continuidad de los movimientos en las secuencias. Puro cine de pioneros. ¡Que grandes eran!

Aunque John Carpenter había rodado algunos cortos anteriores, esta "Dark Star" es su debut fílmico. Viendo su posterior recorrido, con slashers, terror, acción y aventuras, la sci-fi espacial no fue uno de sus temas favoritos. Una pena.

Este "Dark Star" es algo rarita. Hecha en forma de capítulos, sobre las vivencias de una tripulación de destructores de mundos que pululan por la galaxia por una duración de 80 años. Aspecto presuntamente realista, nada que ver con la space-ópera y sí con la gran "Naves misteriosas", estrenada dos años antes. En ambas existían conflictos entre los tripulantes, en ambas van vestidas con monos, pelo largo y están hartos de estar en el espacio. La falta de medios del filme son suplidos por unos magníficos efectos especiales de Dan O'Bannon, que también era protagonista y por los que fue fichado para aquel loco proyecto de Jodorowsky con "Dune". El alienígena que es una pelota hinchada tiene tela.

Carpenter muestra momentos gloriosos de tensión, como los del ascensor y su BSO parece un ensayo para "Halloween".

Un guión curioso, con bombas parlantes, con una inteligencia artificial muy cabezona, unos tripulantes que parecen veteranos en una guerra, melenudos, aburridos, hartos, pelmas y extravagantes, un alienígena bastante tostón y peligroso. Y un final muy setentero.

Curioso Carpenter.