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Críticas ordenadas por:
El perro de los Baskerville
El perro de los Baskerville (1959)
  • 6,6
    4.296
  • Reino Unido Terence Fisher
  • Peter Cushing, André Morell, Christopher Lee ...
7
SOLO HAY QUE SABER UTILIZAR LOS OJOS
Los “puristas” defienden la plena concordancia entre novela origen y guión cinematográfico, especialmente en obras de notoria popularidad, como este caso u otros trabajos literarios de Sir Arthur Conan Doyle con su personaje insignia Sherlock Holmes. Sin embargo no soy de los que dedican su tiempo a localizar las siete diferencias, como si esto fuese la página de pasatiempos del suplemento dominical de algún periódico. Juzgo lo que veo y sus coherencias intrínsecas, el envoltorio que lo embellece o no (fotografía, decorados, exteriores, música), la actuación de los actores que dan vida a la historia y la destreza de la batuta que dirige el conjunto, sin entrar demasiado si la historia cinematográfica es absolutamente fiel, relativamente fiel o completamente infiel a la historia literaria.

Tampoco creo que si Conan Doyle levantara la cabeza, despotricaría contra quienes se alejan más de lo “conveniente” de los planteamientos originales. Probablemente hasta se sintiese orgulloso de haber creado casi un género cinematográfico. El de la pareja por antonomasia del cine detectivesco: Holmes y Watson. Y lo digo habiendo leído hace bastante tiempo la novela en cuestión y habiendo visto distintas versiones fílmicas. ¿Diferencias? Haberlas háilas pero son poco molestosas que diría el genial Cantinflas.

El planteamiento de El perro de Baskerville es, quizás, bastante singular en la temática Holmesiana. Por lo general los casos de Sherlock Holmes encierran misterios pero no leyendas históricas de dudosa credibilidad. Esta es una de las obras donde el terror y la intriga confraternizan, por mucho que el famoso inquilino de Baker Strett intente establecer la frontera entre lo detectivesco y lo sacerdotal. Tal singularidad le sienta bien a la novela y a la película, y permite que se diferencien de esos modelos comunes donde imperan las lógicas deductivas y los razonamientos decimonónicos. También los hay aquí, sin duda, en un espacio donde lo sobrenatural pugna por hacerse su hueco en la implacable lógica del maestro Sherlock.

Acostumbrados a presupuestos dilapidadores, la versión Fisher de la historia lleva la B de barato. Sin embargo Cushing y Lee son dos renombrados artistas del cine de terror y Hammer Films acredita experiencia en el tema más que suficiente para garantizar niveles de calidad y de coherencia intrínseca. El resultado es un film bueno, excelente por momentos (la jauría de perros, la tarántula, las arenas movedizas) y donde la fotografía de Asher plasma instantes de absoluta genialidad, de esos donde sobran las palabras, donde las sombras o los gestos hablan y explican la historia sin abecedarios. Solo, como dice Holmes, hay que saber utilizar los ojos.

No todo el páramo es orégano. Por tramos, el interés decae, entre romances no convincentes o personajes como el del doctor Mortimer que parece estar ahí para incrementar la lista de posibles sospechosos. En el haber, pongamos al reverendo y su par de copitas de jerez…
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El sureño (El hombre del sur)
El sureño (El hombre del sur) (1945)
  • 6,9
    681
  • Estados Unidos Jean Renoir
  • Zachary Scott, Betty Field, J. Carrol Naish ...
8
ATÁNDOSE LOS MACHOS...
Como bien apunta otro compañero (y amigo) de fatigas cinéfilas, la sombra de Las uvas de la ira es demasiado alargada como para pasar desapercibida. Sin embargo en este tipo de películas “hiperrealistas” las sorpresas son pocas y los “milagros en Milán” menos aún. Ni Ford ni Renoir juegan a ser Hans Christian Andersen ni siquiera por un día, por lo que, si las familias campesinas “son felices y comen perdices o zarigüeyas” no se debe a que el país sea multicolor lleno de abejas Mayas sino a que le echan arrestos de verdad, vergüenza torera y eso que ustedes y yo sabemos.

Por ello Ford no desvela el desenlace de la película de Jean Renoir. Se desvela solo. O mejor dicho lo desvela el sentido común de los espectadores que saben que la naturaleza es tan generosa como inclemente. Y que la opción está en recoger velas o cuadrarte diciendo “conmigo no vas a poder”. Luego están las personas, cada una de su padre y de su madre, con sus intereses lícitos e ilícitos, con su violencia larvada o no. Y la supervivencia. Y el egoísmo. Y la crisis que, antes, lo mismo que ahora, cuanto menos culpa tienes más la pagas.

Y es que las películas acerca de aquella gran depresión del 29 son como la crónica de una muerte anunciada y nuestra única duda es saber si habrá moralinas optimistas como las de Capra en La locura del dólar o si se añadirá algún toque cómico o pseudocómico que ayude a la sociedad del tiempo a arrinconar por un rato sus preocupaciones. Del cielo caen tormentas, rayos y truenos pero lo de pennies from heaven ni en el 29 ni ahora. El algodón no engaña, y si está en la plantación y dispuesto para ser recolectado la cosa anda bien. En caso contrario, a atarse los machos…

Dos grandes cineastas, Ford y Renoir. Cine de compromiso. Nada de palomitas. Uvas y algodón en estado puro. La supervivencia en primer plano. Madres coraje al poder. Las abuelas refunfuñonas diezmadas por la dura realidad del frío, del hambre y del escorbuto. Probablemente habrá quien piense que ante este panorama tan desolador, la familia que sufre unida no permanece unida. En la viña del Señor hay uvas de la ira y algodón que no engaña. Es decir, hay de todo, y es seguro que otros cineastas nos mostrarán la otra cara de la moneda. La de la renuncia, la del abandono, la de la muerte, la del odio, la de la venganza, la de Caín mata a Abel por un pozo de agua o por un barbo. Pero aquí no. Entre ángeles y demonios se opta por los primeros. Ángeles sin privilegios y que deben currárselo duro.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amor en conserva
Amor en conserva (1949)
  • 6,0
    2.862
  • Estados Unidos David Miller
  • The Marx Brothers, Groucho Marx, Harpo Marx ...
6
LOS PROYECTOS DE HARPO, LAS DEUDAS DE CHICO Y GROUCHO HACE UN HUECO EN SU AGENDA
Pudo ser una película de Harpo Marx pero ¿Quien era Harpo sin sus hermanos? Un buen cómico. Pero junto a Groucho y a Chico la película se vendía mejor y además servía para pagar las deudas contraídas en las carreras por Chico, quien, al parecer, se pasaba mas de un día allí.

El proyecto "individual" de Harpo no es bien acogido en las productoras. Chico y Groucho deben estar. Y estarán. Aunque sea metidos con calzador. Y así, al film se le incorpora un detective narrador llamado Sam Grunion (Groucho) que poca falta le hacía y una especie de adivinador de pacotilla y chico para todo que responde por Faustino el Grande (Chico) del que bien hubiera podido prescindirse. De este modo el film gana en ocurrencias (Groucho) y en números pianísticos, sin bien debe decirse que las dosis melómanas son mucho más comedidas que en algunos de sus films anteriores y mucho más incardinadas en el contexto de la historia.

Se ha dicho que es uno de los peores films de los Marx. Es evidente que no está entre sus grandes películas. La aparición de Marilyn Monroe resulta tan breve que si pestañean algo más de lo habitual pueden perdérsela. Las intervenciones de Groucho son tan escasas que sus perlas, haberlas háilas, nos dejan con hambre de más. La figura por excelencia es Harpo. Suya es la historia. Él es el star. Y sus bolsillos repletos de los objetos más inconcebibles, sus dedos como velas de una tarta de cumpleaños, su romanticismo en lenguaje de arpa, su mímica...

El número musical Sadie Thompson, las melodías zíngaras en dúo violín-piano, las ocurrencias grouchianas, la curiosa aparición de Raymond Burr, la Marilyn vista y no vista, Ilona Massey siete veces viuda, la persecución por las azoteas, son circunstancias y momentos que hacen tolerable una película que se hizo por lo que se hizo, para pagar deudas, y donde se echa de menos aquellas partes contratantes de la primera parte y por descontadísimo a la señora Dumont
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las nieves del Kilimanjaro
Las nieves del Kilimanjaro (1952)
  • 6,2
    2.417
  • Estados Unidos Henry King
  • Gregory Peck, Ava Gardner, Susan Hayward ...
7
LAS NIEVES DE ZANUCK
La película puede considerarse válida desde muchos puntos de vista. La interpretación de Gregory Peck, la gran actriz que fue Susan Hayward, la contundente belleza de Ava Gardner, el acercamiento más que superficial a la figura de Hemingway y la excelente fotografía de la flora y la fauna africanas realizada por Leon Shamroy que tuvo el reconocimiento de su nominación a los premios Oscar, confieren suficiencia un film que, a pesar de algunas deficiencias y de ciertas libertades en el guión que no fueron del gusto de Hemingway mantiene el interés del espectador.

Y eso que resulta relativamente fácil perderse entre las elucubraciones vitales de un protagonista que en un presunto lecho de muerte, con los buitres en famélica espera y las hienas al acecho, acercándose más de lo debido, repasa, bajo las pintadas nieves del Kilimanjaro, las lecciones que le dió la vida. No diga lecciones, diga cornadas. Y es que el amigo Harry Street (Gregory Peck), escritor remedo del aventurero impenitente que fue Hemingway, deja pasar por su lado a una de las mujeres más bandera de cuantas han pululado con mayor o menor gloria en el orbe cinematográfico, Ava Gardner, cuyo personaje derrocha sensualidades al compás del saxo tenor de Benny Carter, al propio tiempo que se vuelve quebradizo por instantes como fruto de la incapacidad para comunicar su estado de gestación a su propio esposo.

Difícil sobrevivir con el recuerdo de los errores propios pisoteándote la conciencia. Esta es, compendiada, la elucubración vital de un hombre victima de sus propios actos. Y en esta elucubración está el meollo del film. Cada uno de los instantes revividos en esa secuencia de flashback fruto de la fiebre y de la pierna gangrenada, son cuentas de un rosario. Ava era mucha mujer, y no solo en lo físico, Harry lo sabe ahora como lo supo en aquel tiempo donde la prepotencia no le dejaba ver otra cosa. Y lo sabe aún con la abnegada presencia de otra gran mujer: Susan Hayward.

La sensación final que le queda al espectador es que el pulso entre la amargura del pasado y la esperanza del futuro al lado de una gran y leal mujer se dirime a favor de la sonrisa, de la moralina, de los aleluyas y de los arco iris gloriosos que ponen fin a una existencia tormentosa. La lógica de los acontecimientos no hacía presumir este tipo de desenlaces un tanto a favor de taquilla y en contra del seguimiento escrupuloso de la novela. Se suele decir que bien está lo que bien acaba… Pues eso.

Ernest Hemingway dijo que eran “Las nieves de Zanuck”.
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La isla del tesoro
La isla del tesoro (1934)
  • 7,2
    2.188
  • Estados Unidos Victor Fleming
  • Jackie Cooper, Wallace Beery, Lewis Stone ...
8
ESE GRAN COMPLEMENTO QUE NUESTROS SUEÑOS SE MERECÍAN
La novela de Robert Louis Stevenson es, sin ninguna duda, una de las obras magnas de la literatura universal. ¿Quién no ha tarareado, con más o menos alegría, “Ho, ho, ho, y una botella de ron”. ¿Quién no ha surcado los mares a bordo de La Hispaniola? ¿Quién no ha sido pirata cojo con cara de malo y parche en el ojo? ¿Quién no ha tenido un lorito que habla en francés? ¿Quién no ha exclamado “¡Al abordaje!? Marchando una de piratas…

La isla del tesoro, versión Fleming, ha de apechugar con ser una de las muchas versiones cinematográfica de una insigne y conocidísima novela. Sus actores han de dar gestos y facciones a personajes cuya corporeidad era tan múltiple como múltiples han sido a lo largo del tiempo los lectores del libro. Y, por descontado, siempre habrá quien los haya imaginado de otro modo, quien haya alargado en demasía a “Long” Silver y restado infantilidad al grumete Hawkings. Son versiones, opiniones, gustos, tan diversos como cada uno de nosotros.
Victor Fleming, Wallace Beery y Jackie Cooper, con la ayuda de Lewis Stone, Nigel Bruce y muy especialmente ese magnífico actor que fue Lionel Barrymore, salen airosos de un empeño difícil: Darle cuerpo a una obra multicorpórea y conseguir que los jóvenes vivan y los veteranos revivan la eterna búsqueda del tesoro. Un tesoro que, de muy diversas formas, ha movido el mundo de la ficción. Tantas que, ahí tenemos, el santo Grial, el Arca perdida, la piedra filosofal o el tesoro de sierra Madre, entre otros, esperando un Indiana Jones, un Harry Potter, un Bogart o un Tintín para alcanzar la heroica culminación de los sueños.

Stevenson, lo mismo que Julio Verne, fue maestro en el arte de llenar nuestros sueños tanto de doblones de oro y de perlas tan grandes como huevos de avestruz, como de objetivos maravillosamente alcanzados gracias a nuestros valores y a nuestras fuerzas. Víctor Fleming puso la cámara delante de nuestros sueños y el resultado ahí está. Bien sea por R.L. Stevenson o por nosotros mismos, La isla del tesoro es ese gran complemento que nuestros sueños se merecían.
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vacaciones en Roma
Vacaciones en Roma (1953)
  • 7,9
    34.703
  • Estados Unidos William Wyler
  • Gregory Peck, Audrey Hepburn, Eddie Albert ...
10
ABUELITO, PORFA, CUÉNTAMELO DE NUEVO...
Un gran actor, un grandísimo director, un entorno inmejorable, una muy buena película. Pero ese plus diferencial que hace que esta buenísima película entre en la categoría de obras imprescindibles, de obras que se guardan en cajas acorazadas para que nos conozcan los habitantes futuros de este planeta, si es que queda alguno, eso se lo confiere una actriz que no es la más bella ni la de mejor figura, ni tampoco la mejor actriz de la historia de este arte tan querido, pero que, sin ninguna duda, es la actriz más encantadora de todas cuantos se asomaron a pantalla alguna, grande o chica. Una actriz maravillosa a la que la fotografía hace justicia pero cuyo encanto trasciende todos los revelados hasta enamorarnos con ese rostro de buena chica, de princesa de un cuento donde el príncipe no es solo Gregory Peck sino todos nosotros. Pongamos que hablo de Audrey Hepburn.

Wyler lo vuelve a hacer, y van… La heredera, Ben Hur, La calumnia, Los mejores años de nuestra vida,… unas cuantas. Roma pone lo mejor que tiene, su paisaje, sus calles, sus monumentos, sus gentes. Gregory Peck lo hace lo mejor que sabe en un personaje con vena cómica pero sobre todo con vena humana. Un argumento donde ¡que diferente de las tomateras realidades! el amor no se vende por exclusivas. Un amor tan real como imposible. No hay sorpresas. En realidad nadie las espera. Hay cosas que no pueden ser y además son imposibles. Las ranas podrán convertirse en príncipes pero no está escrito que siempre acaben casándose con las princesas. Y todo ello, Wyler, Peck, Eddie Albert, Roma y especialmente Audrey conforman un tanto a lo príncipe y mendigo y otro tanto a lo Cenicienta con cucuruchos de helado en lugar de zapatitos de cristal y bailes populares a la luz de la luna al amparo de Sant'Angelo , una historia maravillosa de verdaderas reinas por un día y sueños que habrán de desvanecerse con el alba.

Excelente fotografía. Ser un buen fotógrafo en Roma es algo tan natural como ser banderillero en Cádiz o flautista en Hamelin. Y si encima el objetivo recrea la sonrisa, la lágrima o cualquiera de los gestos de un hada cinematográfica como Audrey Hepburn, sería una pecado fracasar en el intento. Pero la fotografía no lo es todo. El flequillo, la ingenuidad, el pijama, los ojos, la risa, la moto, las escaleras de la Plaza España. Todo. Tutti genial. Y ella en el centro.

Y colorín, colorado. Abuelito, porfa, cuéntamelo de nuevo…
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17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hacha justiciera
El hacha justiciera (1932)
  • 6,3
    207
  • Estados Unidos William A. Wellman
  • Edward G. Robinson, Loretta Young, Dudley Digges ...
7
HAY OTROS MOTIVOS PERO EL FINAL JUSTIFICA LA VISIÓN DE ESTA PELÍCULA
De haberse realizado un par de años más tarde, probablemente este film no hubiese superado las estrictas normas cinematográficas que se impusieron en el cine estadounidense en 1934 y que son conocidas como Production Code. El hacha justiciera es un film de William Wellman (Alas, Incidente en Ox Bow) del año 1932 que aborda el tema de las comunidades chinas instaladas en barrios como Chinatown.

Sin embargo no es una visión fácil ni superficial. La sociedad que se retrata es una sociedad muy distinta culturalmente y con un código de honor muy estricto que se sostiene sobre dos pilares fundamentales: la religión budista y el respeto a los antepasados. Estas dos circunstancias enmarcan la vida ordinaria de miles de personas en estructuras donde los tong (una especie de grupos de poder y de toma de decisiones) siguen resolviendo sus disputas en la línea Corleone, es decir con la figura del sicario, toda una institución que hace rodar cabezas sin ningún miramiento.

Esta es la premisa básica de un film donde, como era muy habitual en los años 30 los personajes asiáticos eran interpretados por actores blancos. Tal es el caso de Edward G. Robinson o Loretta Young. Las "relaciones" de los caucasianos con el invento diabólico del cine no acababan de ser demasiado buenas y hasta que Anne May Wong se encargó de poner las cosas en su sitio y demostrar al mundo que había buenos actores amarillos, las cosas eran así. La credibilidad de Robinson y Young queda algo en entredicho. Sin embargo son dos buenos actores y salen adelante. Además a una Loretta de 19 años el exotismo oriental le sentaba espléndidamente.

Los engaños maritales y los ajustes de cuentas como cosa natural, ordinaria y sin castigo, no hubiesen pasado los filtros del Code año 34, pero en el 32 la censura miraba hacia otros lados, y esta "libertad" hace este trabajo muy interesante e ilustrativo de una época. Es un film bastante desconocido con un final que justificaría por si solo, de no haber otros valores, que los hay, la visión de esta película.
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La indómita y el millonario
La indómita y el millonario (1959)
  • 5,8
    472
  • Estados Unidos Richard Quine
  • Jack Lemmon, Doris Day, Ernie Kovacs ...
7
LA LÍNEA CAPRA FAR FAR AWAY
Una película con Doris Day y Jack Lemmon. Transparente y en botella: Comedia. Rica, rica y sin demasiados fundamentos. De nuevo la línea Capra al poder, pero sin Capra, que es lo peor. Las virtudes de Richard Quine siendo buenas no son las de Frank y Caballero sin espada (Mr. Smith goes to Washington) solo hay uno.

Porque no hay que ser un especialista en mensajes cinematográficos subliminales y profundos para darse cuenta de que La Indómita y el millonario es un alegato en contra del pisoteo descarado y con recochineo de los derechos individuales por parte de los grandes monstruos empresariales. Porque miren ustedes, aunque el pez grande se coma la langosta chica, lo menos que puede exigírsele es que se lo coma con educación, o sea con absoluto respeto a la legalidad vigente y a los pocos derechos que asisten a los crustáceos. Este es el quid de un film donde el empresario de ferrocarriles Malone, “el hombre más malo del mundo”, pisotea e intenta aplastar con el peso de su brutalidad, a Jane “la mujer langosta”, empresaria suministradora de estos apreciados animalitos a las mesas de hoteles, restaurantes y otros centros de la “jet”.

La lucha de David contra Goliath siempre ha suscitado expectación. La gente de la calle y el cuarto poder toman rápidamente partido a favor del débil cuando el gigante de turno además de gigantesco es un impresentable de tomo y lomo. Y claro, en los años 50 lo mismo que ahora, los periódicos, la radio y la TV buscan carnaza y se manejan al filo de la noticia lo cual es inconveniente para quienes hacen de la ilegalidad y el trapicheo su residencia permanente. Por consiguiente, como no podía ser de otro modo, las presiones populares y mediáticas, obran el milagrito capriano y el tal Malone acaba presentando instancia para bendiciones divinas.

Con la consiguiente historia de amor, blanca de día y requeteblanca de noche, apropiadísima para toda la familia unida frente al televisor, la película cumple, que no convence. Jack Lemmon y Doris Day son dos excepcionales actores. Es difícil que una película donde ellos intervengan sea solemnemente mala, pero algunas se quedan en entretenidas moralinas sin apenas chicha ni limoná. La línea Capra, “far, far away”
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17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
La poison
La poison (1951)
  • 7,0
    175
  • Francia Sacha Guitry
  • Michel Simon, Jean Debucourt, Jacques Varennes ...
7
HARTOS DE SILENCIOSAS CENAS CON LA RADIO LLENANDO LOS SILENCIOS
Sacha Guitry fue un polifacético hombre de cine. Actor, director e incluso escritor fueron algunas de las virtudes de este francés con antecedentes familiares artísticos y cuya vida no puede decirse que fuese precisamente fácil. De hecho estuvo encarcelado acusado de colaborar con la ocupación nazi, acusación de la que fue absuelto.

Hace poco visioné “Assassins et voleurs” donde, con gran sentido del humor, retrata el encuentro entre un presunto suicida con un ladrón que, ni caído del cielo, para los retorcidos propósitos del primero, con la presencia siempre recomendable de una de las musas fellinianas : Magali Nöel. Ahora le ha tocado el turno a esta, La Poison, donde Guitry reincide en un cine que podríamos llamar de humor negro y un tanto surrealista.

Los temas vodevilescos y de conflictos matrimoniales figuraban entre los preferidos de Sacha Guitry. Así La Poison cuenta la historia de un matrimonio de campesinos que, hartos de silenciosas cenas, broncas las más veces y turcas liberadoras, deciden, cada uno por si mismo y, evidentemente, sin conocimiento del otro, utilizar el cuchillo de cortar el pan y los polvos matarratas para fines distintos de lo que fueron creados.

Hasta ahí, todo "normal". Sin embargo, Guitry envuelve humorísticamente todo este drama rural, en un papel de colores, donde un abogado de renombre, el boticario, la florista, la gente del pueblo, los niños, el tribunal que lo juzga y hasta el cura, componen una comedia semibufa ciertamente original y con interesantes lecturas en ese plano que discurre más allá de las imágenes.

Como curiosidad, citar que en la reconstrucción de la cárcel, Guitry tuvo muy presentes sus propios recuerdos y experiencias. A destacar la interpretación de un actor excelente no demasiado conocido, Michel Simon, así como la presencia de un Luis de Funes en sus inicios. Una objeción: La extensa introducción presentando uno por uno a todos los que intervinieron en el film tiene cierta originalidad (aunque también fue utilizada por directores como Welles) pero resulta larga y, por ende, pesada y al propio tiempo deja una imagen un tanto petulante del propio Guitry que desconozco si se ajustaba a su realidad.
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13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La séptima víctima
La séptima víctima (1943)
  • 6,4
    1.049
  • Estados Unidos Mark Robson
  • Tom Conway, Jean Brooks, Isabel Jewell ...
8
LOS SATANISTAS SOMOS GENTE HONRADA
Después de ver esta película me di el volteo acostumbrado por otras páginas de la red para contrastar mis opiniones con las de otros espectadores. Concretamente en IMDB me encuentro con 61 comentarios a un film que en esta página tiene solo 2. Evidentemente pongo cara de sorpresa y me cuestiono ¿Qué está pasando? Probablemente la distribución del film en nuestro país no haya sido lo que cabría esperar de un buen film, incluso magnífico por momentos, pero al que la escasez de presupuesto, los conflictos de producción y otras circunstancias han metido tijera hasta el punto de que la coherencia del guión y la estructura del argumento se sostienen materialmente por los pelos.

La RKO no quiso dar financiación A al proyecto de Val Lewton (La mujer pantera) mientras el afamado productor de horror movies insistiese en encargar el trabajo a un novel como Mark Robson. Por tanto, Sancho, habemus serie B. Sin embargo hay series B buenísimas y encima baratas. Y estamos ante una de ellas. Encima breve (2 veces buena). Pero a la versión que circula por estos lares le vendría pero que muy bien un libro de ruta. Sin él, seremos capaces de llegar a buen término pero seguro que nos perdemos por el camino más de lo aconsejable.

Digamos que este es, con claridad, el film que inspiró a Hitchcock la famosísima escena de la ducha de Psicosis. A su vez es el film que recoge el testigo (a distancia) de la película de Tourneur citada anteriormente La mujer pantera, producida como se ha dicho por Lewton. La persecución por Village Street es uno solo de los excelentes momentos de una película que tiene muchos: La habitación con la soga y la silla, la tensión en el Metro, la investigación nocturna en la fábrica de cosméticos, la presión psicológica instigadora del suicidio, la normalidad aparente de unas sectas satánicas integradas por gentes tan respetables como usted o como yo, el final...

Pero a la historia le faltan enganches (Probablemente sean retales cortados por la tijera podadora de gastos excesivos) y le sobran protagonistas. En un principio creemos que la hermana de la desaparecida Jacqueline es el pivote de la película, pero luego se nos cuelan de rondón un marido que no lo reconoce así de primeras, un doctor quizás demasiado amigo y un poeta fracasado. Sus relaciones probablemente inconfesables quedan como el love "in the air", en el mismo air que ciertos atisbos de amistades peligrosas femeninas.

No estoy en contra del cine que exige al espectador usar las neuronas a la par que los ojos, pero, por favor, dejen algunas cuantas piezas para construir un puzzle medio coherente. Aún así la película es sumamente recomendable y debe verse. Ahora, eso sí, procuren hacerse con la versión íntegra o cuando menos con una versión visualmente correcta y bien subtitulada. No fue mi caso. Seguro que de ello se resiente mi valoración.
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38 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
La carrera del siglo
La carrera del siglo (1965)
  • 6,8
    5.471
  • Estados Unidos Blake Edwards
  • Tony Curtis, Jack Lemmon, Natalie Wood ...
8
UNA DE LAS BATALLAS DE TARTAS MAS DULCES, COLORISTAS Y MERENGOSAS DE LA HISTORIA DEL CINE
Quienes recordamos al “lindo gatito”, al Coyote en pos del correcaminos, a Porky o a Sam, ¿qué hay de nuevo, viejo?, entre otros, las comedias de Blake Edwards, pongamos que hablo del inspector Clouseau o también de La carrera del siglo, se nos figuran cortadas por patrones similares. La gran carrera es una especie de comic de larga duración donde el profesor Fate (Jack Lemmon) y su ayudante Max (Peter Falk) son algo así como nuestros irrepetibles Mortadelo y Filemón probando los disparatados inventos del profesor Bacterio. Es probable que los Lonely Toones tuviesen algo que ver en la gestación de la película o, cuando menos, la sombra de Pink Panther se nos figura alargada.

Larga es la película, rondando las dos horas y media de duración, lo cual sería irresistible salvo que la calidad media de la película sea aceptable, las sonrisas y alguna carcajada siquiera solitaria y tímida asomen a nuestro semblante de vez en cuando y la historia que nos cuentan sea aceptablemente increíble. Circunstancias todas ellas que se dan en este film y que de la mano de un maestro de ceremonias excepcional (Blake Edwards), la siempre genialidad musical de Henry Mancini y la talla contrastada de los actores citados, además de Tony Curtis, Natalie Wood o Keenan Wynn , conforman una película excelente que debe verse con predisposición a la risa franca y distendida.

No es un film maravilloso. No se confundan. Es un film entretenido que consigue lo que pretende: justamente entretener, con unos actores conocedores de su oficio y de una profesionalidad más que demostrada, tal es el caso de uno de los mejores actores de todos los tiempos: Jack Lemmon, y no creo estar exagerando. La cantidad de registros que nos brinda Lemmon es tal que hasta se permite el lujo de interpretar a dos personajes radical y temperamentalmente distintos. Amigos del alma en Con faldas y a lo loco, Jack Lemmon y Tony Curtis son aquí dos rivales enfrentados, hasta las últimas consecuencias, en una carrera automovilística organizada por el periódico newyorkino Centinel entre la Estatua de la Libertad y la Torre Eiffel.

¿Será capaz la Torre Eiffel de resistir las embestidas de estos personajes cuasi de dibujos animados?. Deberán esperar ciento cincuenta minutos de proyección para resolver la duda. Entretanto disfruten de viajes en iceberg, de coronaciones reales, de complots palaciegos y de las inevitables, consabidas y siempre bien recibidas historias de amor. Viaje con nosotros que diría Gurruchaga. Tal vez no les sonrían atractivos monstruosos pero seguro que asisten a una de las batallas de tartas más coloristas, dulces y merengosas de los últimos tiempos.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los siete magníficos
Los siete magníficos (1960)
  • 7,4
    26.516
  • Estados Unidos John Sturges
  • Yul Brynner, Steve McQueen, Charles Bronson ...
10
HAN PASADO MUCHOS AÑOS PERO LA PUPILA SIGUE DILATADA.
No sé si será cosa de estos tiempos de crisis o achaques de la edad, el caso es que cada vez con más frecuencia acabo refugiándome en valores cinematográficos de rentabilidad fija, sin albures que presagien sorpresas poco agradables. Esto, en la mayoría de las ocasiones supone un riesgo, tal vez no económico pero si sentimental. De tal manera, películas que en nuestra vida dejaron huellas positivas, pueden acabar malparadas tras segundas o terceras revisiones, porque ellas siguen siendo las mismas, pero nosotros no.

Los siete magníficos fue una de las primeras películas que vi en mi vida. Recuerdo aquella noche en el cine Marina, un cine del barrio barcelonés de La Barceloneta y veo a aquel niño de ojos extremadamente abiertos ante aquellos inmensos y heroicos personajes. Seguramente, por aquel entonces no sabía que las notas de aquella partitura musical de Elmer Bernstein ya sabían a cine y a western y por supuesto desconocía que la obra de otro genio como Kurosawa había inspirado esta película. No sabía nada de ello. Solo sabía que me acababa de asomar a un mundo mágico, al mundo del cine, del western y de la aventura, un mundo que me parecía ilimitado e inalcanzable. Los sueños de Akira Kurosawa (versión Sturges) desde aquella noche formaron parte de mis propios sueños.

Muchos años después, vista por tercera o cuarta vez, la dilatación de la pupila ha sido menor, pero aun así, ¡se ha seguido dilatando! ¿Cuántas películas pasadas o presentes pueden o podrán decir lo mismo?. La historia del cine nos ofrecerá muchísimos personajes con el rostro y las facciones de Yul Brynner o de Steve McQueen o de Charles Bronson, pero para mí todos ellos, especialmente Brynner, seguirán siendo siempre Los siete magníficos con aquellos valores que desde aquella primera visión, y sin darme cuenta, hice míos. Valores de honradez, de lealtad, de amistad, de compromiso, de ayuda. Es verdad que eran siete pistoleros a sueldo. Es cierto que eran siete samuráis cuyas armas servían al poderoso caballero, aunque como en este caso las rentas de los campesinos no fuesen muy boyantes. Es cierto que formalmente se regían por contratos de obra determinada, ahuyentar definitivamente a la banda de saqueadores mexicanos al mando de Caldera (Eli Wallach), pero para mí y desde aquella noche de marras fueron siete tíos muy legales. Y es que hasta por una vez el título resultaba súper apropiado: Los siete magníficos.

Muchos de los que escribimos comentarios en esta web, valoramos las películas no tanto por sus aspectos técnicos y profesionales sino por el impacto que un film deja en nosotros. Los dieces son caros de dar. No todas las películas tienen ese calado profundo. Obras maestras no hay tantas. Pero tal vez coincidan conmigo en que una película que marcó nuestra vida y nos dejó su huella, amén de valores éticos y personales, es una película maestra, en el sentido más etimológico del término. La pupila sigue dilatada. Sin duda y “para mí y por mí ” : Un 10.
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11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nuevo caso del inspector Clouseau
El nuevo caso del inspector Clouseau (1964)
  • 6,6
    3.160
  • Estados Unidos Blake Edwards
  • Peter Sellers, Elke Sommer, Herbert Lom ...
7
HUMORÍSTICAMENTE: UNO DE LOS ICONOS DEL SIGLO XX
Clouseau y La pantera rosa se han convertido en iconos del siglo XX. La música de Mancini, los cartoons televisivos, Blake Edwards y por descontado Peter Sellers se ganaron gag a gag su lugar en la cinematografía internacional. El tiempo, generalmente clemente con las películas dramáticas suele ser mal aliado de las comedias, especialmente de las disparatadas y El nuevo caso del inspector Clouseau, siendo el buque insignia de la saga, también sufre en sus propios celuloides los rigores impíos de la modernidad.

Por ello se hace extremadamente difícil juzgar, de manera temporalmente aséptica, la calidad de una película que juega las armas de la comedia y el humor disparatado. Mucho más si a ello le sumamos la soledad del espectador frente al televisor, que elimina de raíz cualquier asomo de contagio por lo que a carcajadas se refiere, y si consideramos además que aquello que en los 60 pudo resultar sorpresivo u original, el tiempo lo ha manoseado hasta dejarlo irreconocible.

Clouseau en la fuente del jardín o Clouseau ventana abajo son instantes humorísticos, en la línea Coyote-Correcaminos, para entendernos, con cierta originalidad surrealista para los 60, pero que hoy han perdido gran parte de su efectividad. Lo mismo cabe decir de la memorable escena del campo nudista donde los detalles hablaban más que las palabras, en un magnífico humor de sobreentendidos, que hoy se nos quedó añejo tal ha sido la velocidad del destape. Los razonamientos deductivos, la búsqueda de hechos consistentes y sus inevitables conclusiones, las caracterizaciones de Clouseau al más puro estilo Mortadelo, sus lecciones domésticas de karate y , por si todo ello fuese poco, las absurdeces de su jefe Dreyfus, son momentos cómicos de un film que quizás convenga dejar en la memoria y no atreverse a visionados posteriores que añaden poco y restan mucho. De cualquier modo la presencia de Elke Sommer, icono sexual en unos años donde los Pirineos separaban muchas cosas, era un lujo tentador antes y ahora.

Dicen que recordar es volver a vivir, pero no es del todo cierto. Cuando nos sentábamos en aquellas butacas aterciopeladas de cine de barrio frente a la pantalla grande, éramos muy distintos. La vida, los años, las represiones, la religión o la política nos habían moldeado a su antojo. Películas como El nuevo caso del Inspector Clouseau suponían una válvula de escape, si quieren una especie de corte de mangas a la realidad. Hoy las cosas son diferentes. Los años, otros, las represiones, distintas. Los Clouseau resultan ñoños. La sociedad exige y obtiene nuevos Clouseau. Les anticipo que también acabarán ñoños.

Abstraerse de este tipo de reflexiones es casi imposible. Pero hay que intentarlo y tratar de ser justos. Blake Edwards realizó una película graciosa, entretenida, original y señera para su tiempo. Pedirle que soportase las inclemencias del paso del tiempo me parece una injusticia de tomo y lomo.
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Razzia sur la Chnouf
Razzia sur la Chnouf (1955)
  • 6,9
    155
  • Francia Henri Decoin
  • Jean Gabin, Lino Ventura, Albert Rémy ...
8
ALGO DE GÉNESIS CREADORA Y DE MENSAJE MÍSTICO
Secuencia a secuencia y fotograma a fotograma, Jean Gabin se ha forjado en el cine una imagen tan bondadosa, paternal y honrada a carta cabal que, cualquier intento de dotar a sus personajes de dobles vidas o de intenciones dudosas, parece condenado al fracaso. Las sorpresas con Gabin podría decirse que son menos y los "eso ya me lo esperaba yo" pues tampoco otorgan demasiados puntos. De cualquier manera, dejaré que sean ustedes los que acaben poniendo a prueba lo que les quede de capacidad de sorpresa tras las sinopsis demasiado explícitas y los suspenses "kaput".

Estamos ante una película de Henri Decoin que aborda, con aires de polar, el mundo de la droga especialmente desde el punto de vista de las redes de distribución. Ese submundo de pequeñas miserias donde es relativamente fácil entrar y prácticamente imposible salir. Ese universo donde todo debe estar en su sitio y donde las deserciones y las desviaciones del orden mafioso establecido se pagan con la vida. Es un buen film, quizás no perfecto, donde Decoin hinca el dedo en las miserias humanas. En este sentido la interpretación de Lila Kedrova como drogadicta hasta las cejas es sumamente interesante.

Este tipo de cine nada o poco tiene que ver con las posteriores experiencias nouvelle vague, pero pecaríamos de injustos si creyéramos que la Francia cinematográfica empezó con los Truffaut y compañía. Es cierto que estos dieron un sesgo más libre y probablemente más cultural al cine francés y europeo, pero el cine de los Renoir, Becker, Vigo, Decoin, Cocteau y tantos otros sigue estando ahí.

Por eso me llama enormemente la atención de ser el primero tanto en efectuar un comentario sobre este film como declarar públicamente y con mi voto, que he visto esta película. Esta inauguración global de la ficha de esta película tiene algo de génesis creadora y de mensaje místico que busca acercar un magnífico ejemplo de comprometido polar francés a todos los amantes del buen cine de esta nuestra y vieja Europa.
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9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La misión
La misión (1986)
  • 7,6
    56.446
  • Reino Unido Roland Joffé
  • Robert De Niro, Jeremy Irons, Ray McAnally ...
9
LOS INTERESES ECONÓMICOS FRENTE A LOS DIVINOS: DIOS EN UN SEGUNDO PLANO
Es imposible hacer un comentario medianamente serio de una película como La misión sin referirse al papel jugado por España, Portugal y el propio Vaticano en la colonización de América. Sin embargo unas pocas líneas no son suficientes, sobre todo si consideramos la multitud de extensísimos estudios sobre este período histórico que condujo a nuestro país a ser la primera potencia de un mundo nuevo en cuanto a dimensiones se refiere.

Un resumen muy esquemático de La misión podría ser: “La Iglesia Católica al servicio de los poderosos” o también “Los intereses económicos frente a los divinos. Dios en un segundo plano”. Son frases, como otras muchas posibles, que tratan de compendiar lo fundamental de una película tan hermosa como dura. Hermosa en su fotografía. Bellísima en su música (genial Morricone). Espectacular en su desarrollo. Perfecta en sus interpretaciones. Durísima en su realidad.

En las páginas de aquellos libros de historia que abríamos sobre nuestros pupitres hace “un millón de años” descubríamos ilustraciones donde los clérigos españoles evangelizaban aquellas inhóspitas y recién descubiertas tierras. Nadie nos dijo que aquello fuese una tarea fácil. En verdad no lo era. Tampoco nos dijeron que los conquistadores fuesen hermanitas de la caridad. Se sobreentendía que buscaban oro, riquezas, Dorados, nombre y prez, y en esa búsqueda los arcabuces se llenaban de pólvora y se segaban vidas indígenas convertidas o no. Todo esto estaba allí, literal o sobreentendido, en los libros de texto, pero lo que no estaba y además era inimaginable para nuestras almas cándidas en formación, era que la Iglesia tomase el partido de los asesinos, de los esclavistas, de los usureros, de los intereses más interesados, en contra de los más débiles. Eso no estaba escrito y además no podía ser.

En La Misión muchos verán ciencia ficción histórica. Otros en cambio pensamos que las similitudes con la realidad de lo que en verdad pasó debieron ser numerosas. Otros acontecimientos como la cruzada contra los cátaros ya pusieron de manifiesto los acercamientos interesados del clero, en sus instancias más elevadas, a los intereses políticos y reales. Las implicaciones del trono de Pedro en acontecimientos de memoria non grata para la humanidad han sido muchas y la imagen de la Iglesia, más allá de beaticas cegueras, ha sido nefasta. Pero aparte de esto, también hay que reconocer la existencia llena de valor y desprendimiento de personas capaces de renunciar a sí mismas con tal de extender la palabra de Dios. Ahora, ayer y en todo tiempo y lugar. En ellos se conservan los principios básicos que inspiran nuestra religión.

Apenas he hablado de las formas externas del cine. Hoy tocaba hablar de guiones, de historias, de sentidos profundos. Formalmente la película es una maravilla. Rozando la perfección.
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10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cerebro de un billón de dólares
El cerebro de un billón de dólares (1967)
  • 5,4
    701
  • Reino Unido Ken Russell
  • Michael Caine, Karl Malden, Ed Begley ...
6
¿QUÉ HAY PELÍCULAS MEJORES?: EVIDENTEMENTE... Y PEORES
Los cerebros de un billón de dólares como muchos de aquellos revolucionarios (para la época) avances tecnológicos, acabaron en desguaces idénticos a los actuales, que, como anunciaban las coplas de Jorge Manrique, son la mar donde van a dar los ríos de la vida informática útil.

Película curiosa especialmente para quienes desconozcan aquellos monstruos antediluvianos del proceso de datos y las tarjetas perforadas, ubicados en inmensas instalaciones y alimentados y cuidados por una auténtica legión de especialistas en secuencias de bytes. Y es que eran años donde el trabajo del hombre alimentaba las máquinas a diferencia de los actuales donde los automatismos quitan el pan de la boca del personal en crisis.

Más allá de eso, estamos ante un film entretenido que se mueve entre la sátira política y el cine de espías. El entretenimiento no confiere ningún status de buena película. No, pero es en si mismo un valor y el trabajo de Ken Russell se deja ver. La fotografía de los gélidos paisajes finlandeses y el buen trabajo de actores como Michael Caine, Karl Malden, Françoise Dorléac o Ed Begley son los principales atractivos de un film donde mediante toques cómicos evidentemente exagerados se satiriza acerca de la peligrosidad de los fanatismos en aquella coyuntura histórica a la que se denominó guerra fría.

Ed Begley da vida a un general tejano que, al frente de una organización basada en el poderío del petróleo y contando con los mayores avances informáticos se convierte en una especie de iluminado líder mesiánico que mediante guerras bacteriológicas y juegos de espías pretende liberar a países como Letonia del yugo comunista. En ese contexto favorable e instigador de revoluciones, aparecen los agentes dobles, los infiltrados y los que sacan tajada, amén de toda la corte de personajes habituales en un género de espías con mezcolanza de “noir” y detectives tipo Marlowe sin un centavo y dispuestos a casi todo por sobrevivir.

Debo reconocer que la actuación de Begley es lo mejor de la película, por encima de la causticidad de Caine y el habitual buen hacer de Malden. La presencia de Françoise Dorléac con sus sugerencias tipo sauna finlandesa también se agradece. Hasta Oskar Homolka en su rol apropiadísimo de militar del KGB con funciones de contraespionaje está francamente bien.

Si no somos demasiado exigentes en cuanto a credibilidad, El cerebro de un billón de dólares, nos gustará o cuando menos nos hará pasar un rato entretenido con su aire cómic - kisch - pop art, años 60. Complicaciones las justas. Personajes dobles, los imprescindibles. Nada que nos impida seguir la trama con suficiencia. ¿Qué hay películas mejores? Evidentemente. Y peores…
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16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Niágara
Niágara (1953)
  • 7,0
    5.407
  • Estados Unidos Henry Hathaway
  • Marilyn Monroe, Joseph Cotten, Jean Peters ...
8
UNA BUENA MANERA DE HACER TURISMO EN ESPLÉNDIDA COMPAÑÍA
Con esta película de Hathaway las cataratas del Niágara superan su auténtica prueba de fuego al resistir, con dificultades eso sí, las comparaciones con otra de las maravillas del mundo cinematográfico: Marilyn Monroe.

Y es que Marilyns hay muchas, incautas, femeninas, sugerentes, atrevidas, graciosas y hasta guerreras, pero la Marilyn de Niágara es la mujer en plenitud, la que se sabe bella y le gusta que los demás la contemplen, la de los labios rojos y reventones, la de los vestidos apretados, la de las curvas incontenibles, la del bamboleo viajando sobre tacones, la de las sabanas mimosin acariciando su cuerpo desnudo… Como dice Joseph Cotten su marido en la ficción “la de los grandes escotes que enseñan hasta las piernas”. Esa es la Marilyn de Niágara. ¿El resto de la película? Bueno, sí, no sabe no contesta. Esperen que recuerde…

Bromas aparte, Henry Hathaway sabe dirigir con pulso firme un film donde dos estrellas rivalizan por captar la mirada del espectador. Marylin y las cataratas son las dos stars de un film que hubiese podido ser filmado por el mismísimo Hitchcock y que tiene todos los ingredientes del cine del mago del suspense, aunque don Alfredo dotaba a sus películas de un elemento diferencial y sorpresivo que tal vez aquí se eche de menos. Ciertamente la trama y el desenlace resultan algo predecibles y eso mengua la nota. Estamos ante un notable film de intriga y suspense pero sin esa magia con la que el orondo inglés vestía su cine.

Con tales stars, la fotografía resulta lo mejor de la película. Los susurros cantarines de la diva están bien pero el film no es especialmente identificable por su banda sonora. Por lo que hace a la actuación de Cotten quiero calificarla de excelente en un personaje con evidentes desequilibrios mentales y un tanto poco pollo para el mucho arroz de Marilyn. Interesante también el papel de Jean Peters, actriz que también luce un palmito destacable entre tan dura competencia. La escena de la fotografía en bañador, de perfil y tomando aire, todo un lujo para la vista, aunque olvidarse de sus dotes artísticas sería imperdonable.

Resumiendo, Niágara es una película de visión obligada. Todo invita a ello. Y es además una buena forma de hacer turismo, algo más económica y con muy buena compañía. Eso sí, procuren llenar bien los depósitos de combustible.
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9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tercer secreto
El tercer secreto (1964)
  • 6,8
    324
  • Reino Unido Charles Crichton
  • Stephen Boyd, Jack Hawkins, Richard Attenborough ...
8
MAS ALLÁ DE LOS ENCASILLAMIENTOS
Estamos ante un director al que probablemente habremos encasillado dentro del género de la comedia inglesa. Sus trabajos para la Ealing Studios con la muy recomendable Oro en Barras entre ellos así como aquel pez cinematográfico llamado Wanda avalarían tal calificación. Sin embargo donde hay talento es fácil que germinen flores de otras categorías incluso esas flores invernales grisáceas y tristes a priori apropiadas para paisajes tipo London donde la depresión parece convertirse en inseparable compañera de caminos.

El tercer secreto es una película donde el humor digamos que anda desaparecido en combate. Desde la primera secuencia la única entidad que parece no estar para nada de vacaciones es la muerte. La muerte, no de un viajante, sino de un psiquiatra y por suicidio aparente pone patas arriba todos los conceptos que se presuponen en un restaurador de enfermedades mentales. ¿Habrá algo más contradictorio que el suicidio de un psicoanalista?. Ese es el intríngulis del film, su nudo gordiano, ¿Suicidio o asesinato? Y en el supuesto de que la segunda de las opciones sea la buena ¿Quién?

La lista de sospechosos se confecciona rápido. Los desequilibrados pacientes tienen todos los números de la rifa. Hasta el periodista el investigador ( se podrá observar que ya en los 60 se trabajaba en periodismo de investigación) fue cliente habitual del experto en neuras, por lo que tampoco cabe descartarle así de buenas a primeras del conjunto de nominados, máxime si, como es notoriamente conocido, en los locos es muy frecuente no saber lo que se hacen. Evidentemente para conocer la solución al acertijo habrá que ver la película.

Sepan que es una buena película en la que sobresalen, como no podía ser de otro modo, las actuaciones de sus protagonistas, Stephen Boyd, Pamela Franklin y Diane Cilento, entre otros. Dar vida a personajes con problemas mentales no es fácil y hacerlo de forma tan realista y creíble como es el caso, muchísimo menos. Ellos lo consiguen ayudados por una magnífica fotografía de Douglas Slocombe y una adecuada banda sonora de Richard Arnell capaz de transmitir a los espectadores estados anímicos y desequilibrios mentales.

Podría ponerse un pero al film y es la excesivamente, a mi juicio, detallada explicación de las diferencias entre enfermos neuróticos y enfermos psicóticos así como sus distintos grados. Es cierto que se revela esencial en el film pero creo que la generalidad de espectadores puede tener los conceptos básicos para poder seguir la trama del asunto sin mayores obstáculos.

Dando un repaso a la filmografía de Crichton vemos que, como no podía ser de otro modo, lo del encasillamiento no era su problema sino el nuestro. Películas con títulos tales como Corazón dividido y Oleadas de terror no presagian carcajadas a go-gó precisamente. Habrá que revisarlas.
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los hijos del capitán Grant
Los hijos del capitán Grant (1962)
  • 6,2
    1.356
  • Estados Unidos Robert Stevenson
  • Maurice Chevalier, Hayley Mills, George Sanders ...
7
JULIO VERNE Y LA FACTORÍA DISNEY CONDENADOS A ENTENDERSE
Robert Stevenson tiene en su palmarés obras tan notorias como Mary Poppins o La bruja novata. Sus incursiones en el terreno de la cinematografía infantil y juvenil no han sido aisladas sino muy habituales y viendo películas como esta de Los hijos del Capitán Grant se acierta a adivinar porqué. La infancia es el tiempo donde la magia, la ilusión y los sueños se mueven como peces en el agua y Stevenson ofrece ilusión a raudales, la misma ilusión que antaño ofrecían aquellos libros de la colección Historias donde la mezcla de viñetas y literatura nos llevó a mas de uno a cruzar el mundo en globo, en submarino o en buque naviero.

Y en medio de todo esto, Julio Verne y la factoría Disney, condenados a entenderse aunque entre aquellas 20.000 leguas de viaje submarino y esta Los hijos del Capitán Grant pasaran 8 años. Pura anécdota, pues no hay mejor escaparate para la obra de un maravilloso visionario como Verne que las películas alentadas por el espíritu de Walt Disney.

Seguramente, aquellos lectores que se acerquen a leer este comentario lo hagan desde el recuerdo de aquellos años donde el ordenador no le había arrebatado su lugar al libro, el flexo y la mesita de noche. E igualmente cierto que la historia que imaginó y plasmó Verne será conocida para ellos. Por ello no me detendré en este punto. Baste saber que estamos ante una aventura plenamente familiar de hijos atravesando una buena parte del globo terráqueo en busca de su padre desaparecido (presunto) en un naufragio. La historia de Marco de los Apeninos a los Andes sin mono y algo menos lacrimógena. Ustedes me entienden.

Para aquellos que leímos la historia con las ingenuidades propias de la edad desandar estos años supone un gran riesgo. El de que aquellos imperecederos recuerdos se vuelvan desencantos. Stevenson consigue que esto no suceda. La espectacularidad de algunas de sus escenas ( terremotos, aludes, inundaciones) consigue que eso que podríamos llamar el espíritu del embozo y el flexo no se pierda. Por su parte la presencia de Hayley Mills y Maurice Chevalier consiguen dar fisonomía a nuestros recuerdos sin demasiados saltos traumáticos.

Es cierto que no somos los mismos pero durante 100 minutos nos lo llegamos a creer.
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El comisario Maigret
El comisario Maigret (1958)
  • 6,8
    659
  • Francia Jean Delannoy
  • Jean Gabin, Annie Girardot, Jean Desailly ...
7
EL ALMA PÚBLICA DE MAIGRET Y LA IMAGEN PÚBLICA DE JEAN GABIN.
Estamos ante un caso claro de “confusión” de identidades. A pesar de haber interpretado tan solo en 3 ocasiones el personaje de Maigret, la identificación de Gabin con el comisario creado por Simenon es palmaria. Y uno se pregunta si las facciones y el carácter escénico del actor francés le venían bien al personaje o si en el fondo todo fue un montaje con el consentimiento del escritor. Esta última es la versión que tiene más adeptos lo cual no deja de ser un reconocimiento a la diversidad de registros de un actor al que recordamos también por sus interpretaciones en La bête humaine o La grande ilusión, entre muchas otras.

Sea como fuere, el “traje Maigret” le sienta de perlas a Jean Gabin y resulta totalmente creíble e identificable para quienes leímos algunas de esas novelas donde con un par de dedos de frente, algo de cultura preferentemente rural, ciertas medidas de inconformismo y cabezonería y unas cuantas gotas, sabiamente distribuidas, de mala leche cuando la ocasión lo requiere o el presunto se pone bravo, se resuelven todos los casos que en la Sureté han sido. Incluso suple con la experiencia de quien las ha visto de todos los colores la carencia de tratados freudianos, tal es el caso de este film que se tituló en España con un genérico “El comisario Maigret” aunque la traducción literal era Maigret tiende una trampa, mucho mas acorde y revelador con un argumento donde los proteccionismos maternos y otros traumas desembocan en situaciones psicóticas.

Vistas así las cosas se entiende porqué un “monsieur” algo anodino, aparentemente, como Gabin, encaja en el rol de Maigret. Esta película es ilustrativa al respecto. En ella el comisario está de forma casi permanente pidiendo excusas a los encausados. Maigret, bajo el maquillaje de la simplonería bobalicona, esconde seis sentidos alertas (el sexto también cuenta). Ese es el pego y la imagen que da Gabin. Un actor mas joven no hubiese resultado creíble. La voz de la experiencia habla en la imagen de Jean Gabin. La meticulosidad, el raciocinio y la lógica deductiva visten con gabardina, fuman en pipa y caminan siempre hacia delante de forma lenta pero inflexible. No es un personaje fácil. Maigret tiene un alma pública y gracias a Jean Gabin tiene también una imagen pública.

Hablando de imágenes no estaría de mas echarle un vistazo a la interpretación que del famoso policía realizó Laughton. Seguro que, como todo lo del gran Charles, merecerá la pena.

Se agradece la presencia de Annie Girardot, una de esas actrices que siempre dejan el cine francés y el europeo a buenísima altura. También Desailly y Lino Ventura añaden carácter a este seudo polar de una cinematografía que, antes de vagues o no vagues, tenía sus buenos índices de calidad e interés.
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18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
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