Dentro del universo The Conjuring, dos estrellas malvadas brillan con luz propia: la diabólica muñeca Anabelle y la Monja, pero ninguna de las dos encontró su camino de primeras, por lo menos hasta que Gary Dauberman decidió alejarse del camino marcado por James Wan en la muy divertida Annabelle Vuelve A Casa. Ahora la monja tiene una segunda oportunidad y sólo cabe preguntarse si conseguirá salir de su agujero.

Han pasado varios años desde que la hermana Irene se enfrentó al mal en Rumania. Ahora intenta rehacer su vida en compañía de sus hermanas, pero todo se rompe en pedazos cuando un cardenal va en su busca: extrañas y violentas muertes están teniendo lugar, todo indica que la monja ha vuelto a las andadas y solo Irene puede enfrentarse al mal.

Esta vez Irene va al encuentro de la monja con más experiencia, pero también con mucho más miedo.

Michael Chaves se ha convertido en la mano que guía los caminos del universo Warren tras La Llorona o The Conjuring 3, y hay que reconocerle que aunque tal vez le falta un punto de autoría narrativa, a cambio se mueve como pez en el agua en el género de terror; ha traído aires frescos a una franquicia que parecía abocada a su final por estar demasiado pegada a los cánones de James Wan, y por ello cada nueva película era como un copy/paste. Chaves apuesta por un alejamiento del gótico excesivamente serio de la primera entrega e incluso añade cierto tono pulp y guiños a Indiana Jones para lanzarse a una carrera contrarreloj – con sorprendentes elementos de crueldad y violencia – hasta llegar al último tercio que es lo mejor de la función ya que cumple con las expectativas del espectador: algo de sangre, gente corriendo, mucho susto y una espectacularidad muy agradecida. En todas las películas de la saga hay alguna secuencia que destaca sobre el resto y en esta ocasión me atrevo a proponer la creación del retrato robot de la monja, un momento espectacular, vistoso y muy bien resuelto.

Ian Goldberg y Richard Naing fueron los guionistas de La Autopsia de Jane Done, una película de formato pequeño que, en cambio, daba bastantes sorpresas; asimismo, Akela Cooper es la guionista del ultimo pelotazo/franquicia de la factoría Wan como es M3gan y también es la responsable de Malignant de James Wan. Seis manos para un guion como el de La Monja 2 da que pensar: ¿Trabajo conjunto o reescritura por alguna de las partes?, porque aunque la historia es mucho más ligera y divertida que la primera, a veces el guion da bandazos ya que algunos saltos entre las dos tramas no siempre fluyen bien mientras las revelaciones finales dan la sensación de “porque si” al mismo tiempo que hay personajes a los que falta entidad como Debra, la novicia rebelde, o la profesora Kate ya que ambas se mueven por la historia esperando el momento de correr de un lado a otro e incluso hay un momento en el que sus acciones pueden ser intercambiables sin que el guion se resintiera.

Interpretativamente, Taissa Farmiga vuelve a ser la reina de la función y sería maravilloso un cruce espacio/temporal en el que se encontrase con Mrs Warren/Vera Farmiga, su hermana en la vida real. Jonas Bloquet es resultón y es una pena el poco espacio en el guion que tiene Storm Reid para dar carne a la novicia Debra ya que la química con Farmiga podría haber añadido diversión a la película. Si hay algo en lo que esta nueva monja es inferior a la primera entrega es musicalmente ya que Marco Beltrami hace un trabajo acomodaticio, muy lejos de la espectacular música que Abel Korzeniowski compusiera en el 2018.

Michael Chaves demuestra con La Monja 2 que, si los productores se lo permiten, aún hay espacio para divertirse con el universo Warren.

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Qué peligroso es jugar con el espectador, en estos tiempos donde la pantalla del móvil es como el canto de una sirena cuando lo que hay en pantalla no interesa.

Home For Rent juega con el espectador, pero qué bien le ha quedado la jugada a Sopon Sakdaphisit.

El apartamento que alquila Ning ha quedado destrozado por unos inquilinos vandálicos. La única solución, si no quiere perderlo en manos del banco, es alquilar la hermosa casa de su marido, Kwin, mientras ellos se instalan en el apartamento recién arreglado. Los nuevos inquilinos son muy extraños, tanto que Ning acabará temiendo por su vida y por los suyos.

Tal vez sea tarde cuando quiera reaccionar.

James Wan estrenó Malignant en el 2021, una película que, como Home For Rent, jugaba con expectativas y planteaba un escenario movedizo que, pasado el ecuador de la película, se convertía en algo completamente diferente; el resultado dividió a público y crítica, que se repartieron entre los que se sentían timados y a los que convenció el giro arriesgado en su último tercio. Algo así es lo que plantea Sopon Sakdaphisit, jugar con el espectador y la historia, ya que la trama arranca con mucha fuerza y rapidez, tanta que uno apenas se ha asentado en la película cuando lo sobrenatural y la extrañeza han tomado al asalto la pantalla. Hay ecos de su título más celebrado hasta la fecha, Ladda Land al tener el punto de vista puesto en una familia, utilizar como escenario las zonas suburbiales y la ruptura entre lo natural y lo sobrenatural. Pero todo suena a ya visto en el guion coescrito entre Sahdaphisit y Tanida Hanteweewatana – basada lejanamente en la historia de una familia que se vio envuelta en líos con los miembros de un culto al que alquilaron su casa - demasiados lugares comunes y un exceso de jumpscares por parte del director.

Pero es cuando Home For Rent llega al minuto 50 que empieza el juego y al igual que hizo James Wan, la historia gira sobre sí misma y Sopon Sakdaphisit demuestra que todo lo anterior era necesario para la hora y pico siguiente, donde se nos contarán partes de la historia desde otros puntos de vista, jugando con los flashback y yendo hacia atrás y adelante en el tiempo; el director acierto de pleno con una secuencia a plena luz del día, la demostración laboral de los bomberos en el patio del colegio, al narrarla hasta cuatro veces desde distintos puntos de vista para jugar con los intereses/sentimientos de los personajes. Por todo lo anterior, al espectador se le implicará en una historia mucho mayor, más compleja y terrorífica cuyo último tercio está repleto de terror, sangre y elementos sobrenaturales que confluyen en un final repleto de sentimientos (que no sentimentalismos aunque podría haberse dejado llevar) y emoción; atención a todos los hallazgos en lo que rodea el culto como el símbolo, el ritual y especialmente el libro rojo.

Incluso la música de Hualampong Riddim y Vichaya Vatanasapt cambia radicalmente a lo largo del metraje, pasando del típico score de terror que subraya los jumpscares al hermoso tema final – triste y repleto de melancolía pero también inocencia – que acompaña los títulos de crédito.

Interpretativamente la película se sustenta en el trabajo de Nittha Jirayungyurn como la madre Ning, un personaje egoísta que cambiará radicalmente a lo largo de la historia; Sukonallat Kawarot es Kwin, el padre que se verá inmerso en la historia debido a secretos del pasado; Thanyaphat Mayuraleela interpreta a la niña Ing y al contrario que en muchas películas asiáticas, no resulta irritante y sus momentos finales son muy emotivos.

Home For Rent es la demostración de que siempre hay caminos por explorar en el terror, que lo ya visto puede volver a sorprender si juegas bien tus cartas para revelar una historia más compleja y emocional de lo que parecía en principio.

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Extraño mundo el de la globalización. Una película turca del 2019, Güzellegin Portresi, tiene un remake a medio mundo, Tailandia. Esta review parte sin haber visto el material turco original, tan solo haber leído reseñas y noticias sobre la cinta de Umur Turagay, un prolífico director televisivo turco.

Adelante con el remake.

Ruja vive en New York, tras haber perdido a su marido. La situación económica no es boyante y, por si fuera poco, necesita dinero para operar a su hija Rachel antes que pierda la vista del todo. Cuando parece que no hay salida, una llamada a la puerta cambia su situación: su padre ha fallecido y le ha legado todo lo que poseía, incluyendo dos cuadros mundialmente reconocidos que a cambio de ser restaurados le sacaran de la miseria... Ruja embarca de vuelta a Tailandia, de donde su madre se la llevó sin dar muchas explicaciones.

Mientras los cuadros son restaurados por un joven, Tim, extraños sucesos tendrán lugar en la casa, mientras siniestras presencias intentan hacerse con la joven Rachel.

Güzellegin Portresi ( retrato de la belleza ) arranca de la misma forma que Cracked, presentación de la protagonista, padre que la palma y viaje al pasado. El enfoque de Umur Turagay es más de Thriller e investigación, aunque sí que se deja seducir por elementos de terror; la ópera prima de Suarpong Ploensang apuesta por el terror desde el principio, un terror que no esconde las influencias del terror gótico – esa maldición que persigue al dueño de los cuadros – ni su gusto por el universo visual utilizado por James Wan para The Conjuring como esa música irritante/inquietante, terror a plena luz del día y búsqueda de la atmosfera. Curioso el elemento circular ya que James Wan tomó elementos del terror asiático para sus películas, y el terror asiático ahora adopta el tono de Wan. La dirección de Suarpong Ploensang es muy resultona, e incluso juega inteligentemente con los fuera de campo y esas telas sinuosas que se mueven como serpientes por la pantalla, tiene un buen aliado en la fotografía de Nakdanai Natsuwan al mantener tonos grisáceos en la pantalla, con una naturaleza oscura y siniestra, mientras el pasado y las pinturas alrededor de las cuales gira la trama, tienen un color repleto de potencia incluso cuando la sordidez empieza a tomar la pantalla, debido a lo turbia que se vuelve su historia tras el giro final.

Cracked empieza fuerte desde el minuto cinco, la llegada a la casa, y aunque mantiene el pie en el acelerador del terror si es cierto que a veces se pasa de revoluciones debido al guion coescrito entre Ornusa Donsawai, Pum Homchuen, Surapong Ploesang, Eakasit Thairaat en el que parecen primar la cantidad de terror por encima de la calidad. Hay que preguntarse si con tantos nombres fueron todos a la vez o hubo reescrituras ya que a veces parece que la trama de los cuadros y la sobrenatural van por separado; tal vez este sea la principal diferencia entre la versión turca y la Tailandesa, el tono de misterio y Thriller de la original aquí se convierte en un muestrario de elementos siniestros que – ¡Maldición! – a veces recurre al jumpscare, mientras da poco pesado al misterio acerca de los cuadros y lo que destapa la restauración de estos. Las respuestas llegan en el último tercio de forma demasiado abrupta ya que recurren a un montón de voz en off y flashbacks para señalar el camino al espectador, quien tiene la sensación de que muchos eslabones de la historia podrían haberse sembrado/colocado antes sin tirar tanto por el elementos sobrenatural.

Curiosamente, el actor Byron Bishop es el disparadero de la historia y al que se escamotea demasiado en pantalla, siendo sustituida por Chayanit Chansanjavej su hija cinematográfica que va más justita, algo parecido a lo que ocurre con Nichkun, actor e integrante del grupo de K-Pop 2PM, cuyo físico resulta potentísimo pero su acting no termina de cuajar.

Independientemente de un final que va apresurado para cerrar todos los hilos sueltos, Cracked se deja ver con gusto porque sabe generar inquietud y terror, algo que resulta más complicado de lo que parece.

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Es de sobras conocido que todo buen asesino en serie necesita una celebración para iniciar su cacería y arrancar el slasher: reuniones de alumnos, gente que oculta pecados, bailes de fin de curso… todo lugar de reuniones es susceptible de ser atacado por un serial killer.

¿Pero qué ocurre si el asesino de marras se encuentra con un simposio de funcionarios suecos?

Bienvenidos a La Conferencia.

Antes de poner la primera piedra de un mega centro comercial que atraerá visitantes y un montón de dinero, los trabajadores públicos de este ayuntamiento se reúnen en un pequeño resort de cara a la presentación que tendrán lugar al día siguiente. Viejas rencillas estallan mientras comen, están en la sauna y hacen equipos para los juegos que deberían fortalecer sus lazos, pero lo que todos ignoran es que un asesino acecha las cabañas donde se alojan, para acabar con la vida de todos…

Cuando empiecen los asesinatos, ¿Podrán superar las rencillas y enfrentarse conjuntamente al asesino?

La Conferencia viene de la mano de Patrik Eklun, director televisivo que pone su talento al servicio de la novela del mismo título de Mats Strandberg en la que conjuga el humor con el slasher para analizar la idiosincrasia sueca y las relaciones laborales; el guion obra del propio Eklun junto a Thomas Moldestad elimina gran parte de las tramas personales y/o sentimentales para focalizar más en el grupo.

Hasta el momento, todos los Slasher provenientes de Suecia – Horrorland o Feed por poner dos ejemplos recientes – tomaban como referencia el slasher americano ya que encontrábamos personajes prototípicos de estas películas, pero Patrik Eklund ha roto la baraja porque los protagonistas de La Conferencia pertenecen a todo tipo de edades y etnias, algo que también sirve para radiografiar la sociedad actual debido a que los “suecos puros” están desapareciendo debido a la inmigración y a emigrantes de segunda y tercera generación; esto se puede ver en el anuncio publicitario que aparece en la película, donde se promueve la existencia de barrios de lujo donde sólo tendrán cabida los suecos de sangre pura, atención porque aunque esto suene a chiste se basa en un anuncio real patrocinado por el municipio de Staffanstorp.

La cámara de Eklund es ágil, capaz de mantener el tipo tanto en las secuencias de charla entre muchos personajes como las escenas de acción, y se nota especialmente como el director se ha divertido planificando las acciones del serial killer; en este sentido sorprende lo sangriento de algunos asesinatos teniendo en cuenta que es una película para la plataforma Netflix, que siempre busca el máximo target de público rebajando cualquier elemento que pueda ser considerado ofensivo.

Pero donde más se nota el trabajo de Eklund es al nivel actoral, ya que todos “son” sus personajes aunque sería imposible no destacar, debido a que se come la pantalla en cuanto aparece, al papel de Jonás interpretado por Adam Lundgren quien es capaz de resultar siniestro, amable, falso, taimado e increíblemente peligroso tan solo con un cambio de gesto. Un papel que puede lanzar una carrera o destruirla.

La Conferencia no solo es una auténtica sorpresa, sino la demostración de que Suecia puede ser más que Ikea o Abba, también slashers de calidad cuando saben mantener su propio espíritu. Ah, y el diseño del serial killer, la forma en que viste, se mueve, asesina y sobre todo la máscara que lleva, es de quitarse el sombrero.

https://www.terrorweekend.com/2023/11/la-conferencia-review.html

Poseídos, zombis o asesinos enmascarados son algunas de las figuras con más representación en el cine de terror. Pero el vampiro es sin duda el icono más antiguo de todos. Hace siglos que forma parte de la cultura popular y tiene en el nombre propio de Drácula a su particular embajador. For Night Will Come no es la clásica película de vampiros a la que estamos acostumbrados en la que los ajos, los crucifijos o los ataúdes son elementos comunes del universo vampírico. En esta producción francesa sí que hay necesidad de sangre humana o rechazo por la luz del sol, pero se asemeja mucho más a obras maestras contemporáneas (no me malinterpreten, esta muy lejos del nivel) como Déjame Entrar (review).

La familia Feral se muda a un nuevo vecindario con la intención de dejar su pasado atrás y pasar desapercibidos. Sin embargo, el pequeño de la familia no es un adolescente normal: cuando intima con su nueva vecina, su sed de sangre crece y sus diferencias se vuelven imposibles de ignorar.

Debut en el largometraje de ficción de Céline Rouzet, quien años atrás había firmado el prestigioso documental 140 km à l’ouest du paradis. Desde la secuencia de apertura se puede apreciar que estamos ante una directora que cuida la puesta en escena y tiene un gusto exquisito por la composición. La profundidad de campo es realmente bella y logra que los árboles y el vecindario boscoso al que llega la familia al comienzo de la película tenga una destacada presencia. Detalle formal que está a cargo de la historia, ya que el protagonista tiene alergia al sol. Los rostros de todos los actores me resultan muy naturales a pesar de que algunas frases o momentos de tensión estén ejecutados con cierta torpeza. El protagonista Mathias Legout Hammond tiene una cara con rasgos afilados que me evocan a un vampiro y la jovencísima actriz Laly Mercier desprende mucha verdad en su interpretación. Este filme de ritmo pausado se ambienta en la década de los noventa (agradezco que sea una ambientación comedida y sencilla) y toca temas como el despertar sexual y el bullying.

La película no quedará en la memoria de los espectadores porque aborda conceptos que ya hemos visto en muchas producciones. La manera en la que intenta normalizar una historia fantástica nos resulta familiar y eres capaz de vaticinar cada uno de los acontecimientos que se sucederán a lo largo del metraje. Pero sin duda su mayor problema es que la explosión de violencia que requiere el clímax de la película nunca acaba de llegar y el acabado de For Night Will Come resulta soso y un tanto confuso. Además, estamos un poco agotados del retrato de vampiro ñoño, romantizado y que no provoca miedo que parece haberse instaurado en el cine en las últimas décadas. Esto no quita que quiera seguir con gran interés la carrera de la directora Céline Rouzet, quien apoyada en el también debutante director de fotografía Maxence Lemonnier, ha realizado un filme realmente bello de contemplar.

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Red Rooms es una película de la que no hay que saber casi nada, porque desconcierta adentrarse en ella. Hay que descubrirla paso a paso, escena a escena. Necesitamos unos cuantos minutos para situarnos, para mirar a Kelly-Anne, su protagonista, para intentar radiografiarla, para posicionarnos dentro de lo turbio del escenario. Todo ese camino se tiene que hacer a ciegas para que el suspense se vaya apoderando de uno. Como espectador nos dejamos atrapar por sus incógnitas, y la experiencia resulta excelente.

Kelly-Anne, una joven modelo, asiste como oyente al juicio de Ludovic Chevalier, un presunto asesino en serie acusado de haber matado a tres jóvenes y haber grabado sus muertes en video para vender las cintas por internet.

Decir que es una película sobre un juicio no sería del todo acertado, pero tampoco falso. Por lo pronto, así es como arranca la peli en una secuencia que es una fotografía nítida de qué nos espera: una lección de cine sobre suspense, que sólo va a ir in crescendo.

Pascal Plante, el hombre detrás de Red Rooms, ya tiene algunas películas a sus espaldas, y seguramente se habrá deleitado viendo el cine de Hitchcock o de De Palma. El director canadiense parece haber seleccionado todos los elementos de su historia con mucha precisión y de manera muy concisa. El conjunto está tan cuidado, que se traslada en un resultado casi impecable. Desde la elección de lo que nos va a contar, pasando por el punto de vista desde el que lo va a hacer, hasta los vehículos para contarlo: actores, escenarios, colores, música. Todo. Todo está ahí porque tiene que estar.

De una manera casi quirúrgica, la película denota que Plante y su equipo han cuidado cada detalle y que se ha ejecutado una dirección nítida y exquisita, de ahí las comparaciones con David Fincher. Lo inquietante que resulta Red Rooms es el fruto de todo lo mencionado anteriormente, un guion llevado a la pantalla con las ideas tan claras y un estilo tan acertado, que consigue crearnos escalofríos, y no lo digo de forma figurada.

Además, su alma de thriller no le impide ser considerada una película de terror. Da miedo en esencia por lo que cuenta y también por lo que muestra, cuando decide hacerlo.

Sólo añadiré que hay películas que te encantaría volver a ver por primera vez. Pagarías dinero por borrarla de tu cerebro y volver a disfrutarla. Creo que Red Rooms ya es una de esas para mí.

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En el mundo de los experimentos farmacéuticos, un Doble ciego consiste en que tanto el médico encargado de la prueba como los ratoncillos de indias humanos, ignoran qué tomarán y en qué cantidad. Es un salto sin red que, como en el caso de esta película, puede convertirse en una espiral de terror y muertes.

Varios jóvenes participan en un experimento doble ciego para una de las grandes multinacionales farmacéuticas. Bajo un estricto control médico, llevado con mano dura por la doctora Burke, deberán probar una medicina cuyos primeros resultados son completamente inesperados tanto para los usuarios indias como la farmacéutica. Cuando todo se vaya de las manos, se pone en marcha una cuenta atrás en la que tendrán que luchar por sus vidas si quieren volver a la superficie.

Pero igual en este doble ciego hay intereses ocultos entre los participantes.

Ian Hunt-Duffy se estrena en el mundo del largometraje con Double Blind, y se lanza de cabeza hacia algo que parece sencillo y no lo es en absoluto: entretener, mantener la intriga e incluso sorprender al espectador con hallazgos visuales y un guion muy respetable obra de Darach McGarrigle quien lleva años de trabajo junto a Hunt-Duffy en el guion de sus cortometrajes. McGarrigle arranca la historia a media res, con el experimento a punto de comenzar, y en vez de perder tiempo presentando a los personajes, utiliza las acciones para definirlos; aunque todos los protagonistas están esbozados con cuatro líneas lo cierto es que consigue hacerlos reconocibles con rapidez y es de agradecer que evite los arquetipos provenientes del cine americano como los nerds o los tarados que van de graciosos. A destacar como la historia es capaz de introducir pequeños cambios en una trama que podría tender a lo repetitivo.

A nivel dirección Ian Hunt-Duffy sabe manejarse en espacios cerrados, crea atmósferas que recuerdan al primer John Carpenter, es capaz de hacer dinámicas las peleas, mantener la tensión y poner el foco en los personajes. Sabe jugar la carta de realidad/ficción para confundir al espectador y hay que aplaudir algunas decisiones visuales y unos efectos de maquillaje muy resultones. El trabajo de Hunt-Duffy nos muestra a un director inteligente que sabe utilizar todo lo que tiene a mano. Atención al trabajo musical de Die Hexen, especialmente al brutal tema que acompaña los títulos de crédito finales.

Más allá de la veterana actriz Pollyana McIntosh, cómoda interpretando papeles secundarios repletos de fortaleza, el casting es otro de los aciertos de Double Blind: destaca Millie Brady como Claire, no necesariamente por ser la protagonista sino por el personaje que nos mete de lleno en experimento y su química con Abby Fitz, quien borda un personaje tan irritante como patético, y Akshay Kumar como el estudiante de medicina obsesionado con el control.

Double Blind es un buen bautizo en el mundo del largometraje para Ian Hunt-Duffy, ojalá siga en el camino del género de terror y proporcione historias tan entretenidas – ¿O por qué no soñar: aún mejores? – como este tenso experimento.

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Exotismo y curiosidad. Eso es lo que empuja al visionado de Aberrance, la primera película de terror rodada en Mongolia, un lugar que se antoja tan lejano como ignoto y del que solo tenemos imágenes que parecen sacadas del National Geographic.

Selenge y Erkhme llegan hasta este lugar alejado. Para el vecino de estos un hombre normal y bastante gris, lo que ocurre en el interior de aquella casa está repleta de anormalidades: Gritos, vidrios rotos y puertas siempre cerradas.

Pero a veces las cosas dependen del cristal con el que se mire, y pronto los secretos surgirán a la luz mientras una amenaza completamente distinta se esconde en el futuro de todos ellos.

Aberrance es una película pequeña, levantada por Baatar Batsukh, director de fotografía que aquí se convierte en hombre del renacimiento ya que también desempeña el papel de director, coguionista, productor, montador y, lógico, director de fotografía. Hay algo (mucho) de rodaje de guerrilla en la película, pero lo cierto es que Batsukh lo compensa gracias a un guion al servicio del presupuesto, con la ligereza de su ritmo y una trama un poco tramposa muy emparentada con aquella película de Joe Dante que casi acaba con su carrera: No matarás al vecino en la que Tom Hanks encabeza una campaña para saber todo de los nuevos vecinos, pero aquí Batsukh toma la decisión – más tramposa que inteligente - de alternar los puntos de vista entre el del vecino con mal beber y el de la joven pareja.

El primer tercio de Aberrance está repleto de interés y extrañeza, el pistoletazo para una historia que parece flaquear cuando llega el momento de las explicaciones pero que, sin embargo, es necesario cuando llega un último acto sorprendentemente repleto de sangre, hallazgos visuales y mucha violencia.

El guion coescrito entre Baatar Batsukh, Trevor Doyle y Byambarusen Ganbat es muy tramposo, repleto de secuencias que no resisten cuando se piensan a posteriori pero realmente Aberrance es película de un solo visionado, y este visionado es muy disfrutable porque los giros de guion retuercen la historia hacia lugares que el espectador no es capaz de anticipar. En los títulos de crédito finales, un cartel indica que Batsukh dedica su ópera prima a Darren Aronofsky, lo que explica el extraño rumbo visual de Aberrance, ya que intenta explorar/homenajear demasiados rincones audiovisuales de la carrera de este director y a veces le cuesta encontrar un estilo y ritmo propio aunque, en su defensa comentar que algunas resoluciones narrativas son brillantes.

La interpretación es correcta, pero también es cierto que no tenemos estándares para comparar, es como si nos retrotrajéramos a nuestros primeros visionados de esas películas asiáticas donde aprendimos los códigos interpretativos de japoneses, chinos, coreanos…

Aberrance merece la pena por varias razones como su lugar de origen, que no tenga miedo de eliminar la lógica a favor de una historia que se mueve entre el thriller y el terror, repleta de imágenes potentes… Y especialmente debe conocerse por romper la barrera de una cinematografía tan desconocida en occidente.

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Raging Grace es una película que habla, principalmente, de una mujer intentando salir adelante con una niña pequeña, sin papeles y sin dinero. A pesar de que aquí somos fans del terror, pienso que la cinta funciona mejor cuando es un simple drama, como si de una de Ken Loach se tratara, que cuando intenta flirtear con el género de terror. Y es que en su primera mitad Raging Grace no está mal, pero a partir de cierto punto y giro argumental, se vuelve insulsa y olvidable.

Joy es una mujer filipina intentando salir adelante en el Reino Unido con una hija a cargo. Su falta de medios la obliga a pernoctar en las casas en las que limpia, intentando no ser vista por los dueños.

En la película se tratan varios temas y con lenguajes narrativos distintos. En primer lugar, como ya exponía en la introducción, está la madre coraje sin recursos contado al estilo drama. En su segunda parte, su encontronazo con una familia de la clase acomodada en cuya casa sucede algo extraño está contado con las herramientas del lenguaje del terror, pero sin desarrollarlas o explotarlas bien del todo. Es decir, lo que tiene de terror es tan poco original como una casa grande con muebles cubiertos por sábanas, retratos extraños, habitaciones cerradas a cal y canto… y quizás lo único un tanto original que aporta es el señor mayor del que no quiero decir nada, pero que al final se hace grotesco y mal resuelto. Con lo cual, herramientas del género muy trilladas, que, aunque no nos moleste que las machaquen una y otra vez, necesitamos que se hagan con algo más de mojo.

París Zarcilla dirige una cinta parecida a otras que hemos visto sobre el mismo tema, como las recientes Nanny o Nocebo (review), igual de insulsas en mi opinión. En todas se plantea a una familia de burgueses incapaces de freírse un huevo o de cuidar de sus hijos que nos despiertan toda la antipatía, necesitados de una cuidadora como la protagonista que nos produce orgullo de clase. Esperamos venganzas hacia la familia pija sin que le tiemble el pulso a la prota, pero siento decir que tampoco hay mucho de eso aquí. No hay festival de sangre ni de justicia poética ni de tortura psicológica ni de nada. Además, Zarcilla, que también escribe el guion, toca tal vez demasiados asuntos. Desde la inmigración pasando por la maternidad o por las casas encantadas… quizás hay tantos puntos que nada acaba de casar.

Realmente, nada está demasiado mal en esta película que además se ha alzado con algún premio como en SXSW, pero tiene el dudoso poder de dejarme anestesiada e indiferente.

https://www.terrorweekend.com/2023/11/raging-grace-review.html

Si dividiéramos una película de terror en los apartados más importantes de cara a su análisis, estos serían: una historia que sea lo más atractiva posible, unas buenas interpretaciones, cierta cantidad de gore, y unas escenas siniestras que liguen todo eso. En The Sacrifice Game se cumplen todos los objetivos excepto el primero. Se inventan una extraña trama para justificar todo lo que se incluye en la cinta, pero no acaba de convencernos. Dicho vulgarmente: resbala bastante y le falta congruencia y profundidad.

Samantha y Clara residen en un internado. Para su desgracia no pueden volver a su casa durante las vacaciones de Navidad. Pero no todos sus males acaban aquí. Llama a la puerta un grupo de personas bastante indeseable.

Hemos marcado lo más negativo, el resto cumple con creces lo que toda buena cinta de género debe tener. Con esto consigue entretener, lo que no es poco. Está a un paso de convertirse en el clásico film de terror para adolescentes, aquel en el que lo importante es la forma y no el fondo. Al darle un toque un tanto serio esquiva esto a cambio, eso sí, de perder la frescura de ese tipo de producciones y que tanto cautiva a aquel tipo de público que busca productos desenfadados y que les hagan reír y pasar miedo a partes iguales. Eso sí, no se deja la clásica vuelta de tuerca, en esta ocasión colocada con calzador.

Jenn Wexler es la directora y co-guionista. Añade en esta ocasión a su faceta de productora (Most Beautiful Island) la de ponerse al mando de The Sacrifice Game saliendo bastante airosa del intento. La intervención de bastantes personajes hace que el trabajo de dirección de actores tenga mucha importancia. El dibujo de los mismos es muy certero ya que con dos pinceladas nos muestra la personalidad de cada uno, aunque son muy estereotipados. Tenemos a la chica inocente, a la malvada, al chulito, al despiadado, al psicópata… En fin, todo un muestrario que no por el hecho de que los hayamos visto en infinidad de films no resulte idóneo para lo que se nos está explicando.

No nos olvidamos de las interpretaciones que son muy correctas, lo difícil es nombrar al o a la protagonista. Nos fiaremos de nuestra intuición y nombraremos a los que, según nuestra opinión, tienen más importancia en el film. Empezamos con la jovencísima e inquietante Georgia Acken, su sola presencia ya acongoja un poco. Le sigue el egipcio Mena Massoud en el papel de líder de un grupo algo malvado. Madison Baines es la tercera en discordia. No nos olvidamos de Chloë Levine (Depraved) en un papel algo menor pero ejecutado con maestría.

Con The Sacrifice Game no quedaréis decepcionados si buscáis diversión. Añadir algo más sería peligroso por mi parte. Me conformo solo con recomendarla a todo aquel que quiera pasar un buen y terrorífico rato.

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Todos nos merecemos, algunos más que otros, a new life. Este intento de cambio de tercio vital puede venir provocado por diferentes motivos, En New Life es bastante bestia, además aprovechando la tirada que ha tenido la reciente pandemia. Puede que sea algo del subconsciente pero van apareciendo cintas que, aunque veladamente, nos van recordando una etapa que parece ya muy lejana pero que, en realidad, hace cuatro días de ella. Curiosamente este tipo de producciones, de una manera o de otra, nos derivan a una hecatombe zombi o quasi zombi. New Life no es una excepción aunque esta transición la hace de manera bastante suave evitando las legiones de no vivos zampándose al resto del planeta.

Una misteriosa mujer sin nombre huye de manera incontrolada. Detrás de ella otra mujer le sigue los pasos. Aunque parezca totalmente dispares, una terrible verdad las asocia con un macabro final para ambas.

John Rosman hace su debut tanto en la dirección cómo en el screenplay. Consigue una obra muy resultona rodada de manera muy inteligente mezclando dos mundos antagónicos. El guion es de altura ya que juega con el espectador escondiéndole parte de la trama que, al final, queda totalmente clara y diáfana. Es decir empezamos a ver el film y nos preguntamos por dónde irán los tiros. Naturalmente esto nos obliga a pensar si estamos ante una cinta de terror o un thriller. Por suerte el final no deja lugar a dudas y aparece, como agua de mayo, el género con todas sus consecuencias.

Podríamos hablar de giro argumental, pero no de aquel que te llega de golpe, lo va introduciendo de manera sabia y suavemente. También la podríamos calificar como muy humana, llamando nuestra atención cierta ternura que destilan las protagonistas, incluso cuando el enfrentamiento es inevitable vemos cierta complicidad entre ellas, como si la desgracia de sus situaciones las acercara. Normalmente estamos acostumbrados, sobre todo cuando los protagonistas son masculinos, que los enfrentamientos sean ultra violentos y sin piedad. Como muestra Encontré al Diablo (I Saw the Devil. Kim Jee-woon, 2010) que ya sabemos cómo acaba. En New Life el final no es que sea más feliz, pero las motivaciones son muy diferentes.

Las interpretaciones son de altura. Encabeza el reparto Sonya Walger (Lost) que tiene que apechugar con un papel dual, por un lado profesional, muy profesional, y por el otro de una humanidad de la cual también es víctima. Le sigue la televisiva Hayley Erin como la otra parte del extremo en una performance exigente resuelta con maestría. Del resto del reparto destacar a Ayanna Berkshire y a Blaine Palmer.

New Life es una película que os llamará la atención desde el primer minuto. No exenta de ritmo, esconde una trama muy interesante con un final muy bien cerrado. Para disfrutarla en toda su duración.

https://www.terrorweekend.com/2023/11/new-life-review.html

El mito del vampiro tiene tantos años – realmente siglos ya que se creó en el siglo XIX – que cada vez quedan menos caminos por explorar, pocos rincones que aun tengan polvo y telarañas por no haber sido usados.

Veamos si la propuesta canadiense de Ariane Louis-Seize es capaz de lograrlo.

Ah, la adolescencia vampírica, tener 68 años y esa pulsión de buscar problemas con los padres, dejarse el pelo largo y volver a casa con el sol casi a punto de salir… Y en el caso de Sasha un carácter emo que desde niña le impide morder a sus víctimas por lo cual se ha alimentado con bolsas de sangre. Pero cuando sus padres le ponen entre la espada y la pared, su mirada se fija en Paul, un joven mentalmente inestable con tendencias suicidas… ¿Qué surgirá antes, el amor o el deseo de morder?

Vamos a terminar rápidamente con la intriga: no, Ariane Louis-Seize no ha conseguido encontrar un lugar inexplorado en la mitología y las historias de los chupasangre, ya que Vampira Humanista Busca Consentimiento Suicida podría enmarcarse entre las películas de vampiros que analizan esta figura desde el humor, algo que ya venía de la muy recomendable y desconocida Vampires, película belga del 2010 y cuyo testigo recogió Taika Waititi en Lo Que Hacemos En Las Sombras.

Todo en esta película da la impresión de ir a medio gas, los toques de humor del primer tercio va desapareciendo al empezar el viaje iniciático de la protagonista; asimismo su historia de amor/necesidad con el suicida del título – un chaval que sufre bullying -, es un coitus interruptus que cuando parece a punto de dar un paso adelante, salta de nuevo hacia atrás y el mejor ejemplo de esto lo encontramos cuando la vampira hace lipsinc con la canción Emotions de Brenda Lee, una secuencia con un planteamiento interesante – ya que Sasha “desnuda” su alma – pero cuya ejecución y resolución no rematan. El guion de Christine Doyon y Ariane Louis-Seize crea unos personajes con nombre y rostro pero luego se embarra ya que arranca con cierto aire a la película de la familia Addams para luego flirtear con el tono indie de los años 90 y pasar de puntillas por el cine adolescente creado por John Hughes en El club de los cinco y La chica de rosa.

La película Ariane Louis-Seize busca crear un personaje nuevo con esta vampira humanista pero no es capaz de redondear sus intenciones. Una pena pero, oye, eso significa que aún quedan esos rincones por explorar en el mundo vampirico.

https://www.terrorweekend.com/2023/11/vampira-humanista-busca-consentimiento-suicida-review.html

Todos los que crecimos de los años 80 del siglo XX en adelante nos hemos educado con los Slasher, un subgénero que aparece y desaparece en función del mercado y que, sin embargo es un valor seguro cuando está bien hecho y es capaz de resultar fresco aunque sus reglas estén tan usadas que han perdido el color.

Y eso es lo que ocurre en Horrorland: no hay color.

Ha pasado un año desde el maldito Halloween en el que Fiona se llevó a su amiga Petra a la fiesta en aquella casa y todo acabó fatal.

Ahora Fiona trabaja en un inmenso parque de atracciones y justo la noche antes de Halloween le toca llevar de gira por el parque a los ganadores de un concurso VIP. Estos son, nada más y nada menos, los que metieron en líos a Petra pero, ¡Cuidado!, entre las atracciones se mueve una sombra con intenciones perversas y un hacha entre las manos. Igual esta noche en el parque de atracciones los gritos serán de agonía y terror.

Horrorland se suma a la lista de slashers provenientes de Suecia con una generación de directores que han mamado tantas películas de asesinos en serie que se creen/piensan ser capaces de llevar uno adelante, pero en el caso de Simon Sandquist, se olvida de una regla principal de este subgénero: las muertes deben doler, ser horribles o causar aprensión ya que es lo único que diferenciara este slasher de otros es que haya alguna muerte que se quede en la memoria del espectador. Ignoro si este fail de Horrorland se debe a la búsqueda de un amplio target y, por tanto, la muertes son poco trabajadas y la sangre – aunque tiene buen color en pantalla – no incomoda al espectador que ve caer a los protagonistas uno tras otro, sin preocuparse lo más mínimo ya que la identidad del serial killer resulta demasiado obvia antes del ecuador de la película. Simon Sandquist es incapaz de imprimir ritmo propio a Horrorland y usa/abusa de una música machacona para marcar el tono de las secuencia, aparte de algunos jumpscares bastante innecesarios.

Aunque igual el fallo viene de antes, del guion coescrito de Marten Gisby, Filip Hammarstrom y Henry Stemberg, da la impresión de estar reescrito ya que a veces se habla de “hace años” cuanto realmente solo han pasado 365 días desde la tragedia, y uno no entiende la relación entre la protagonista y la extraña Petra, el motor de este slasher, ya que no hay justificación a que fueran amigas cuando Petra era alguien tan desconocido; todo lo anterior se obviaría si tuviéramos unos actores que pudieran interpretar personajes con cierta entidad, pero el nivel de actuación es bastante bajo y los personajes son básicos: la traumada (encima Wilma Lidén es la peor actuación), el chaval majete, la ex mejor amiga de la traumada, el chuleta que bebe todo el rato, la novia del chuleta que es bastante chunga, y el sujetavelas que va sin pareja.

Horrorland debería haber sido una montaña rusa endiablada, con loops que te ponen el pelo de punta, pero solo llega a ser un paseo en el Carrusel de los niños, algo que gira con música y tiene luces desde que se pone en marcha hasta que se acaba.

https://www.terrorweekend.com/2023/11/horrorland-review.html

El bosque siempre ha sido escenario de cuentos y leyendas. Es un lugar tan hermoso como inquietante y la morada de criaturas oscuras que acechan en las sombras. Por ello mismo tantas películas de terror hemos visto con un bosque de protagonista que son incontables, pero todas tienen un elemento en común: la sensación de estar perdido, tanto física como espiritualmente. Aquí tenemos una nueva muestra llamada Lovely, Dark and Deep y, a priori, promete esas mismas sensaciones aunque a fin de cuentas, se haga un lío con la historia que quiere contar.

Lennon es una guarda forestal que tiene sus propios planes. A parte de cuidar del bosque desde un lugar remoto aprovecha para buscar algún rastro de su hermana, desaparecida por esa zona muchos años atrás. A los pocos días de llegar empezará a notar una presencia que la sigue por todas partes, ahí empezará una auténtica pesadilla que le hará viajar hasta lo profundo de su alma.

Resumiendo mucho la película es que promete mucho al principio, está bien narrada, el personaje es interesante, sabe jugar con la tensión (aunque abuse un poco de los jump scares) y en definitiva, todo se plantea para que, por lo menos, sea una película decente. Y sin duda lo es pero su último tercio del metraje se vuelve todo un auténtico caos argumental. Últimamente se trata al espectador de tonto y te tienen que contar toda la trama para que la puedas entender, en Lovely, Dark, and Deep pasa todo lo contrario, y eso está bien, te muestran nada más que la puntita de algo tremendamente profundo y cósmico pero que, lamentablemente, no se profundiza prácticamente nada y tan sólo se centra en la figura de su protagonista y en su viaje interior. Eso deja mucha rienda suelta para las teorías del espectador pero hay tan poca información al respecto que toda conclusión es extremadamente vaga.

Debuta en la dirección Teresa Sutherland, guionista de películas como The Wind (2018) de la que tenemos review en la web, y de series como Misa de medianoche. No queda muy claro por qué la película se la considera portuguesa cuando todo apunta a que es británica pero no me meteré yo en esos menesteres. En el campo técnico la película es de alta calidad, destacando lo entretenida que puede ser una película con una única intérprete (hasta que todo se vuelve loco) pero sobretodo destacar la fotografía de Rui Poças, si es cierto que en ese paraje y con esas vistas es muy difícil hacer una película fea pero no por ello hay que dejar de apreciarlo. Hay elementos de otras películas en Lovely, Dark, and Deep, sobretodo me viene a la cabeza Body at Brighton Rock (2019) o incluso El proyecto de la Bruja de Blair (1999), y no sólo porque las dos se ubiquen en bosques, que también, sino porque hay mucho de estas en la película. Sin duda papel para lucimiento de su protagonista, Georgina Campbell (Barbarian, Bird Box Barcelona) la cual carga con todo el peso del metraje. Su personaje es interesante y profundo pero, y esto es más por culpa del argumento, es tanto el caos que ocurre, que llegados a un punto ya sólo quieres no verla más y que termine la película.

No es una mala película pero se pierde en la historia que quiere contar. Tal vez enfocando más la trama, o incluso haciéndola más grande podría haber salido mejor parada. Lo que tenemos aquí es un batiburrillo de ideas, que algunas aciertan otras no tanto, que al final no acaban de encajar correctamente y queda algo entretenido pero confuso.

https://www.terrorweekend.com/2023/11/lovely-dark-and-deep-review.html

Revisiones de la novela de Frankenstein o el eterno Prometeo las hemos tenido a patadas, algo normal al ser una obra de uso universal. Hemos visto películas de terror, románticas, comedias, de acción... vamos, lo que se te ocurra. Y aquí tenemos una nueva muestra llamada The Angry Black Girl and Her Monster que la verdad, no sé dónde ubicar, tal vez en el de denuncia social... pero que prácticamente todo lo que hace lo hace mal.

Vicaria es una adolescente que vive en un barrio pobre donde las bandas y las drogas campan por doquier. Ella es una genio que tiene una laboratorio secreto donde hace sus experimentos de investigación sobre la muerte. Habrá un día que conseguirá su objetivo, poder devolverle la vida a su hermano, el problema es que lleva mucho tiempo muerto y tal vez no vuelva de la misma manera.

La verdad es que hay poco positivo que remarcar de la cinta. Destacar sobretodo el buen trabajo de maquillaje y prostéticos mostrando cadáveres deformados aberrantemente de una calidad muy notable. Bien por ellos. Otro punto positivo es porque durante los primeros minutos de la película esta es interesante, la pena que al poco descarrila totalmente y ya queda perdida. Ya estaría todo lo bueno, todo lo demás es, en el mejor de los casos, un mal chiste. La historia sigue desde cierta distancia, los parámetros de la novela original pero ubicando la historia en una especie de ghetto repleto de delincuencia. Lo que todo pasa por un extraño filtro de drama desenfadado donde no hay nada que tenga el mínimo sentido. Empezando por una chica que va al instituto que es una absoluta genio que, por algún motivo, tiene un pedazo laboratorio equipado hasta los topes con maquinaria millonaria (porque patata) y que además tiene el cadáver de su hermano el cual usa para llevar a cabo sus experimentos. Y lo peor de todo es que está planteado con una atmósfera “realista” mientras se nos vende que sus acciones son honestas y puras y para nada estamos ante una mad doctor de manual.

El desarrollo de la trama es absolutamente demencial que además va a peor a cada minuto que pasa, hasta llegar al clímax final que es de las cosas más locas (para mal) que he visto en muchísimo tiempo ¿En qué estaban pensando? Otro motivo por el que se ha hecho la película, es sin duda para dar cierto mensaje de crítica social y racial lo cual es estupendo, pero esto hay que saber hacerlo, y la integración de estos elementos en la trama es lamentable, son pequeñas escenas intercaladas en la historia que pueden suprimirse perfectamente de la película sin que esta se resienta. Esto pasa cuando simplemente quieres exponer tu mensaje sin preocuparte lo más mínimo de que tenga un impacto real en la trama de tu película, y de esto aquí hay bastante. Laya DeLeon Hayes es la protagonista de esta historia, dejando a lado lo verosímil de su personaje (que de eso tiene poco) no hace una mala interpretación excepto en la escena donde se muestra más vulnerable donde ahí no me la creí, en el resto hace un trabajo correcto.

Podría estar hablando horas de esta película pero creo que ya ha quedado claro por donde van los tiros. Parece un mal telefilm donde no tiene claro si quiere ser una comedia (que no hace gracia), una película de terror (que hay jump scares a kilo y poco más) o un drama de crítica social (escrito con brocha gorda). The Angry Black Girl and Her Monster no es una película recomendable en absoluto.

https://www.terrorweekend.com/2023/11/the-angry-black-girl-and-her-monster.html

Hace más de veinte años Danny Boyle y Alex Garland revitalizaron los zombis con la magnífica 28 Días Después (que me disculpen los puristas si no uso la palabra “infectados”). Desde entonces las películas, series, cómics y todo tipo de expresiones artísticas de este subgénero del terror se han adueñado de nuestra cultura como si de un peligroso virus se tratara. La sobreexplotación de la figura del zombi se produjo muchos años atrás, y sin embargo parece que nada impide que cada año se presenten más de una decena de producciones que abordan esta temática. All You Need Is Blood pasa a formar parte de esa interminable lista sin pena ni gloria.

Bucky es un joven de 16 años con fobia a la sangre que sueña con convertirse en director de cine. Cuando un meteorito cae en su jardín y convierte a su padre en un zombi devorador de cerebros, Bucky aprovechará la oportunidad y hará la primera película de terror de la historia con un zombi real.

All You Need Is Blood es el debut en la dirección de Cooper Roberts. Protagonizada por Logan Riley Bruner (rostro familiar para los seguidores de Stranger Things) esta ópera prima cuenta también con Mena Suvari. Ambientada a finales de la década de los noventa la película mezcla imágenes con texturas propias del video de aquella época con otras cargadas de luminosidad y color. A pesar de contar con algunos chistes buenos el tono de la película resulta demasiado inocente y las interpretaciones sobreactuadas. Temas como el de la pérdida o el interés romántico aparecen vagamente retratados y no encuentran su espacio en esta película que se excede en su metraje. Numerosos personajes aparecen y desaparecen en la historia sin ningún tipo de orden ni sentido. Y el concepto de cine dentro del cine en un filme de zombis ya lo pudimos apreciar en la excelsa One Cut Of The Dead (review) ¿Qué es lo que aporta entonces All You Need Is Blood?

Como la mayoría de las películas que juegan con el concepto del metalenguaje All You Need Is Blood desprende un gran amor por el arte de rodar películas. He disfrutado mucho con la manera en la que el protagonista menosprecia las películas de género como si fueran algo menor: no quiere hacer una película de horror, porque según él son obras menores que no pasarán a la historia del cine. Además siente verdadera aprensión por la sangre (como yo). Pero las circunstancias le forzarán a redimirse puesto que la temática del festival de cortometrajes para el que se quiere presentar es precisamente el horror.

Algunas páginas web atribuyen la dirección y el guion de la película tanto a Cooper Roberts como a Bucky Le Boeuf, sin embargo este último no es más que el protagonista de la película continuando con el juego metalingüístico que propone el filme. Se agradece que los efectos especiales sean totalmente prácticos y algunos planos estén muy logrados pero All You Need Is Blood es una película de zombis totalmente olvidable y prescindible que por otro lado tampoco engaña a nadie. Seguiré esperando a que Danny Boyle y Alex Garland cierren su trilogía de zombis. A ver si hasta entonces este subgénero del terror vuelve a encandilarme tal y como lo hizo con One Cut Of The Dead.

https://www.terrorweekend.com/2023/11/all-you-need-is-blood-review.html

Marruecos, año 1956. Un arqueólogo obsesionado con los antiguos manuscritos, contrata a un grupo de trabajadores para bajar a lo más profundo de una gigantesca mina. Cuando comienzan a utilizar explosivos, despiertan algo que no debería existir. Todos ellos, han de hacer lo imposible para salir con vida del siniestro pozo.

El realizador Mathieu Turi, nos brinda una propuesta repleta de terror claustrofóbico y tintes de aventura para rendir un sincero homenaje a las historias de H.P. Lovecraft. El director de El Tubo (2020) y Hostile (2017), regresa con una obra elaborada con cariño y cuidando hasta el más mínimo detalle. Buenos actores, excelente ambientación y una puesta en escena brillante, hacen de Gueules Noires una película a tener en cuenta por los amantes del género.

Es destacable la sencillez y rotundidad del guion, también repleto de una evidente crítica social. El argumento, firmado por el propio realizador, va introduciendo al espectador dentro de la excavación, y consigue mantener la atención de la concurrencia durante todo el metraje. Además, subraya perfectamente el contexto social de la época y manifiesta sin tapujos, la discriminación y supremacía de los ciudadanos europeos sobre los autóctonos del lugar por aquel entonces.

Es de agradecer la eficacia de los efectos prácticos de los que hace gala la cinta, al dejar de lado el CGI y lograr un resultado mucho más eficaz y realista en las múltiples secuencias de acción, utilizando efectos totalmente artesanales. De igual forma cabe recalcar la claustrofóbica y oscura atmósfera que transmite al visionarla. Las escenas en las galerías y túneles del yacimiento, transmiten intensas sensaciones de agobio al público.

Por parte del elenco, hay que resaltar en el compromiso y el buen hacer de la mayor parte del equipo. Samuel Le Bihan, Amir El Kacem, Thomas Solivérès y el español Diego Martín, llevan el peso del argumento y otorgan a sus personajes naturalidad y profundidad, al trabajar con todo convencimiento. Consiguen transmitir una cierta credibilidad y parecen mineros de toda la vida.

Una modesta producción que brilla en la mayoría de sus apartados. Puesta en escena, vestuario, efectos especiales e interpretaciones destacan por su efectividad. Sin lugar a dudas, una propuesta de terror en las profundidades de la tierra, para tener en cuenta por los aficionados.

https://www.terrorweekend.com/2023/11/the-deep-dark-review.html

Con un cadáver como compañía nos encontramos ante una película de suspense con mucha mala leche, humor negro y violencia in crescendo hasta límites insospechados donde cualquier escena que al principio de la obra no pareciera algo plausible con el tono de la misma al final de ella podría llegar a ocurrir, esta cinta no encaja en cualquier molde, no cuenta con límites ni normas a las que agarrarse, esta película de la que os vengo a hablar hoy juega con sus propias reglas.

Luis Machi es un importante hombre de negocios que se cree en la cima del mundo, pero se la ha jugado a muchos y un día al pinchar la rueda de su coche en medio del tráfico, descubre que tiene un cadáver en su maletero, alguien se la está intentando jugar, ¿pero quién?

Recordaréis al director Aritz Moreno por su curioso corto con gran ritmo y en plano secuencia interpretado por Luis Tosar, Cólera, o por sorprender a propios y extraños al recibir cuatro nominaciones para los Goya con su ópera prima Ventajas de viajar en tren, la cual también os recomiendo con fervor pues es una curiosa alevosía inverosímil de ensueño que no os podéis perder, adaptación de la novela del mismo nombre, escrita por Antonio Orejudo quien es capaz de crear una utopía dispar de la realidad que conocemos.

Pues bien, en esta ocasión el director vasco se vuelve a agarrar a una novela para crear su nueva pieza, en este caso la escrita por Kike Ferrari y reescrita al igual que en su ópera prima, por el guionista Javier Gullón para crear una nueva obra donde el humor negro siga siendo el protagonista, con menos capas pero también más directa y quizás más disfrutable, Moscas es la obra que deberías ver para pasar un gran rato, tanto porque la trama es realmente interesante como por el humor funcional que va de menos a más hacia el desmadre total.

Utilizando la fórmula flashback para ir desengranando el origen de todas las relaciones, así como para tejer las locas historias de un personaje poco común. Tan poco habitual, que a medida que avanza la obra y a diferencia del inicio, cada vez te extraña menos que esta clase de persona pueda llevar un cadáver en el maletero. Un personaje protagonista interpretado por Ernesto Alterio, inmenso, como nunca antes lo había visto en su dilatada carrera. Los diálogos, escritos e improvisados son el valor añadido a una obra grabada en argentino que de ninguna manera hubiera funcionado igual con el castellano o con otra ciudad, hay otros nombres acertados en el cast como el de Tomás Pozzi como “Cloaca” un personaje secundario para lucirse.

A su vez, Aritz crea un retrato realista de la ciudad de Buenos Aires desde las aceras y a pie de calle, a pesar de que la película empiece con un plano cenital desde los aires de la misma, una visión de sus barrios, sus gentes y sus particularidades costumbristas que no podréis ver en otra cinta que pretenda venderos un billete de avión hacia la ciudad, esta es la metrópoli que personalmente recuerdo en mi última visita.

En definitiva es una obra que recomiendo a todo el mundo, a todas las clases de público y añado que estamos ante un director de referencia a tener en cuenta en el futuro, lleva dos de dos y parece que va a por la tercera.

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Una de las cosas que más me han gustado de Black Friday, es el retrato que hace Eli Roth de la estupidez humana. En su secuencia de inicio, sublime y perfecta, nos muestra un nivel tal de tontuna e idiotez por parte de nuestra especie y lo hace de una forma tan salvaje y divertida, que no podemos más que rendirnos. Después de esa brillante escena pre-créditos, la cinta pasa a ser un slasher al uso, de los que nos gustan, siguiendo la biblia del subgénero como debe ser: grupo de adolescentes a punto de ser masacrados, confusión sobre quien será el verdugo, muertes festivas que llaman a la risa y al aplauso… en resumidas cuentas, el plato que os queréis comer en Acción de gracias, en Navidades o en cualquier ocasión que se presente.

Es el día de Acción de gracias y las familias se reúnen alrededor del pavo como es tradición. Tras el apetitoso festín, los habitantes de Plymouth se dirigen a la tienda de electrodomésticos del pueblo, que abrirá de forma excepcional para dar el pistoletazo de salida a las ofertas del Black Friday.

Y es que, en realidad, Black Friday, se titula Thanksgiving, pero la han traducido en nuestro territorio. Eli Roth, dirigió hace ya 16 años, un falso tráiler llamado así, Thanksgiving, para la sesión Grindhouse de Quentin Tarantino y Robert Rodriguez. Por aquel entonces, él ya era el niño mimado del cine de terror, con todos los ojos puestos en él. Ya había dirigido Cabin Fever y Hostel, y todos los fans del género y la industria en general se rendían a sus pies. Durante todos estos años han pasado muchas cosas en la carrera de Eli Roth, pero transformar aquel falso tráiler (cuyo visionado recomiendo mucho antes de ver la peli) en un largometraje, nunca se fue de su cabeza. Oriundo de Massachussets, donde Acción de Gracias tiene sus orígenes, Roth quería hacer una peli que, como Black Christmas o Halloween, se relacionará con esa festividad, y que la gente disfrutase viendo y volviendo a ver en esas fechas de noviembre.

El largo no tiene el look que tenía el falso tráiler, no esperéis pues esa fotografía propia de la serie B, estamos ante una película totalmente de nuestro tiempo, con una factura actual, más al estilo Scream que al tráiler que él propuso en su día. Lo que si podéis esperar es el humor, incluso con escenas inspiradas 100% en el tráiler. Tampoco escatima en sangre y muertes graciosas, ni en suspense de asesino y víctima jugando al gato y al ratón. Grotesca y salerosa a partes iguales, más de un crítico de cine supuestamente serio se rió en alto y pasó un gran rato en el pase de prensa. Estoy segura de que con las pelis sesudas no se lo pasan tan bien, aunque luego les pongan mejores notas.

Eso sí, punto negativo para el descubrimiento de quién es el malo, y para investigaciones de los protas que me parecen un poco ridículas. Reconozco que no sé ni si es viable que el malo sea esa persona. Me despisté disfrutando, y no soy capaz de recordar si tiene sentido, o si me han metido algún gol. La máscara del asesino tampoco es muy top, pero hace referencia a un personaje histórico que en España no nos dice nada. Diría, pues, que en su parte final la cosa va bajando.

Pero vamos, en general, para Black Friday ya tendré siempre una peli que recomendar.

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No me atrevo a hablar del multiverso, entre otras cosas porque no tengo mucha idea. Lo cierto es que admito la dificultad de llevar a la pantalla un proyecto que, aunque sea de pasada, toca esta temática que tan de moda se ha puesto hoy en día. La vida da muchas vueltas y precisamente trata de eso, de dimensiones que solamente con abrir una puerta te trasladan a mundos que nunca habrías soñado ¿O sí?

Dejémonos de zarandajas y vamos a habla de Hostile Dimensions, una película sorprendente en todos los aspectos. Primeramente por el jugo que se le saca a su escaso presupuesto. Por otro lado por la interesante y absorbente idea que nos plantea, unos mundos paralelos algo hostiles, como dice el título, que harán dudar a más de uno si es mejor permanecer en ellos o volver a la vida real, si está ya no fuera un mundo paralelo en el que, a fuerza de la costumbre, acabamos convirtiéndolo en “normal”. Parece algo complicado ¿no os parece? Ahí está la gracia, devanarse un poquito los sesos en una cinta que si algo tiene es que es muy atractiva.

Innis y Sam son dos realizadoras de documentales que andan todo el día cámara en mano. Por una serie de circunstancias deciden ultrapasar una puerta que les lleva a realidades alternativas en búsqueda de Emily, una graffitera que desapareció en una de esas aventuras dimensionales.

Graham Hughes (Death of a Blogger) realiza un proyecto muy personal, no en vano es director, guionista y actor, por lo que el culpable de todo es él. Para lo bueno y para lo malo iba a decir. La parte positiva es mayor que la negativa. Explicar todo esto que hemos escrito con cámara en mano y sin muchos alardes técnicos, como podréis llegar a imaginar, tiene mucho mérito. No vamos a meternos de lleno en la parte más técnica, pero el guion es de altura, ya que logra que todo sea medianamente comprensible sin caer en explicaciones remotas o redundantes.

Aunque sea de pasada comentar la recreación de unos escenarios que, no sabemos el motivo, pero nos recuerdan a juegos de mundos o realidades virtuales como Second Life. Por otro lado Graham Hughes no duda en meternos en otros más underground como pueden ser casas abandonadas y que dan algo de miedo, consiguiendo que por algunos momentos se nos ericen los pelos.

Las interpretaciones son correctas. Cumplen, por así decirlo, con la idea de frescura al no ser nada sobreactuadas, no obstante encontramos a faltar algo más en el momento de expresar las emociones. Naturalmente nombraremos a Graham Hughes en el papel de no-Brian y a Paddy Kondracki y Annabel Logan en las interpretaciones principales de las documentalistes.

Vamos acabando ya diciendo de Hostile Dimensions es una película que encantará a todos aquellos a los que les gusta un toque especial, no me atrevería llamarlo intelectual. Quedarán sorprendidos por una cinta, hecha con cuatro duros, que les hará pensar sin dejar de entretener.

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