Ante un remake o una adaptación de algo tan mítico e inolvidable como es El Vengador Tóxico (review) hay dos opciones: sentir emoción y ganas de verla o huir sin mirar atrás para que no mancillen algo que te encanta. Yo en general intento ser del primer grupo, aunque en este caso es mejor ser del segundo. No siempre hay algo bueno o nuevo que aportar.

Winston es un hombre que se ha quedado viudo y a cargo del hijo adolescente de su mujer, Wade. Para acabar de empeorar la situación, a Winston le diagnostican una enfermedad terminal y le anuncian que le queda máximo un año de vida…

Macon Blair, el director de esta película, es principalmente actor y guionista, de hecho, aparece en la reciente Oppenheimer o en Green Room (review). En 2017, Blair decidió pasarse a la dirección con la película Ya no me siento a gusto en este mundo con Elijah Wood. Cosechó bastantes éxitos con esa peli, llevándose incluso un premio en Sundance. Con esto, estamos ante un hombre que sabe bastante de la industria, ya que lleva años en ella, y que se ha aventurado a revisitar un auténtico clásico del cine de terror de Serie B. Pero ese es quizás uno de los errores más grandes de la peli: no conserva para nada ese espíritu B. A pesar de que la mítica productora Troma está en el proyecto, la personalidad se ha perdido por completo. Ni los FX que son digitales 100%, ni los diseños, ni el sentido del humor desprende alma de Troma. Además, la trama y los personajes no aportan nada mejor que la primera versión, al revés. Hay exceso de gente (el personaje de la periodista o incluso varios malos no sirven para nada) y déficit de gracia, humor y salpicón artesanal.

Puede que a algunos les sirva de entretenimiento, incluso entiendo que a niños o adolescentes que no han visto la primera les pueda gustar, pero para los que tenemos presente al bueno de Toxie en el lugar que merece, esta peli no nos hace casi ni sonreír.

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El stop-motion es una técnica de animación que consiste en dotar de movimiento a objetos estáticos por medio de la sucesión de una serie de imágenes fijas. Muchos que de forma amateur intentamos crear historias audiovisuales, hemos practicado con esta técnica con resultados de todos los colores. A través de la mezcla de animación e imagen real la película Stopmotion muestra las singularidades de esta forma de realizar animación, además de ahondar en las inseguridades del artista y en el bloqueo creativo.

Ella es una animadora stop-motion cuya madre, con la que tenía una relación complicada, ha fallecido recientemente. Ella se vuelca en la filmación de una macabra película de animación, la cual se convierte en escenario de su duelo interno. No obstante, pronto los muñecos comienzan a cobrar vida propia, haciendo que Ella se cuestione su cordura.

Stopmotion es el primer largometraje de Robert Morgan, director con una dilatada carrera de cortometrajes rodados con la mencionada técnica de animación. Cuenta con el sello de IFC y Shudder, y está protagonizada por Aisling Franciosi (Lyanna Stark en Juego de Tronos), una actriz con un rostro que transmite la fragilidad e inseguridad de su personaje.

Aisling interpreta a una animadora que vive bajo la sombra de su controladora madre (Stella Gonet). Una madre que es una leyenda en el campo de la animación pero que requiere de la ayuda de su hija para ejecutar la técnica de stop-motion, así como para comer, puesto que tiene una artritis que se lo impide. Esta relación maternofilial es la trama más floja de la película: resulta manida, torpe y se ha visto mil veces en pantalla.

Pero Stopmotion no es una película sobre una madre opresiva. Una vez desaparece la figura de la madre, Stopmotion se convierte en un film que nos habla de lo que supone ser un artista: desconocer lo que se está haciendo, los miedos y los plagios. Y es aquí donde aparece la magia de la película, ya que la animación pasa de ser un tanto naif, a tener un diseño de lo más siniestro y tenebroso. Hacía tiempo que no veía una animación con un look tan terrorífico, en la línea del Mad God de Phil Tippett.

A partir de aquí ficción y realidad se entremezclan durante todo el metraje. La carne adquiere un papel protagonista y se funde con la cera que sirve de molde para los personajes de animación.

No dejéis que los menores vean esta película. Me gustaría apuntar que a pesar de que contiene imágenes bastante desagradables que pueden remover estómagos, es un poco exagerado hablar de desmayos en algunas proyecciones, hecho que ha llegado a mis oídos.

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Franck Khalfoun tiene varias películas que nos gustan mucho por estos lares. Tanto Parking 2 como su remake de Maniac (review) que no era para nada tarea fácil, son buenos films de terror. Su carrera es larga y, además, suele trabajar con Alexandre Aja, que produce o coescribe con él. Así, dábamos por hecho que su nueva peli nos iba a gustar. Lamentablemente, intentando repetir la fórmula de Parking 2 pero cambiando parking por gasolinera, la jugada no ha salido tan bien.

Alice está volviendo de un viaje de trabajo cuando a medio camino, necesita parar en una gasolinera a repostar. Lo que no sabe es que salir de ese sitio se va a convertir en un infierno, y que van a empezar a volar las balas…

A veces, y esto es algo de lo que ya hemos hablado en algunas reviews, tener la receta no te asegura el éxito. Khalfoun sabe perfectamente cómo hacer una peli de terror que funcione, pero en esta le ha pasado que los ingredientes no son materia prima de calidad. Para empezar, ni su personaje principal interpretado por Camille Rowe (que tampoco le da mucha vida a su personaje, llorando sin lágrimas y cosas por el estilo) ni el psychokiller son personajes interesantes. Él ni siquiera tiene porqué hablar, pero si vas a hacer que hable, por favor que no suelte las turras que suelta este, entrando en diálogos larguísimos y soporíferos con su presa. Un asesino intentando justificar sus actos se tiene que dosificar, la verborrea suele jugar en su contra para convertirse en anti carisma. Además, las ocurrencias para intentar escapar de ahí también son muy flojas, (¿lanzar pilas contra un interruptor?) En resumen, yo diría que, entre personajes flojos, actores bajón, y ocurrencias de guion un tanto sosas, Khalfoun ha cocinado un plato que sabe hacer con los ojos cerrados, pero lo ha hecho sin pasión.

Alguien me dijo que una referencia de esta película podía ser Blanco Perfecto (review) de Kitamura, que para mí es directamente una master class de cómo hacer terror por lo menos en sus primeros veinte minutos. Pero siento deciros que solo tienen en común al francotirador. Pero como nos ha dado alegrías, yo a lo próximo de Khalfoun me apunto igualmente. Aquí no somos rencorosos.

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The Barn II, como su nombre indica, es la segunda parte de The Barn, una película de 2016, que contaba exactamente con el mismo equipo. Esta segunda entrega está francamente bien, sin perder de vista que estamos hablando de serie B y de que, por lo tanto, tiene cosas propias de ese sello, la película es entretenida y con unos FX envidiables.

Han pasado unos años desde que Josh, Sam y los demás desaparecieran en el granero la noche de Halloween. Michelle, que intenta seguir con su vida tras el incidente, organiza una fiesta benéfica en Halloween para honrar a sus amigos, sin saber que invitados indeseables están a punto de aparecer…

En The Barn II, todos los FX son prácticos, o casi, y son una auténtica pasada. Están muy cuidados los trajes, las máscaras, los diseños, la sangre…. Todo se ve como un proceso artesanal al detalle y esto hace que la película, a pesar de no jugar en grandes ligas, deje un muy buen sabor de boca. Como las buenas pelis de serie B, ver como con poco se hace pura magia es muy gratificante. Y no solo en estos apartados, sino que todo el diseño de producción está fetén. La fotografía y las localizaciones nos ambientan perfectamente en la época que se intenta retratar, pasando por peluquería y vestuario.

Pero como decía, la película no deja de ser un subproducto y aunque se las apaña muy bien, se nota sobre todo en el reparto. Las dotes de interpretación son limitadas y a menudo pareciera que estamos en una película porno más que en una de terror. Hay desnudos gratuitos y tonterías de ese tipo como es de esperar, y gente que tiene 48 años haciendo ver que van a la universidad. Pero no importa, el resultado es muy simpático. Con aparición incluida de Lloyd Kaufman, padre de El Vengador Tóxico y de la Troma en general, eso ya da pistas de lo que vamos a ver.

Así que, si estáis preparado vuestras maratones para celebrar Halloween, y queréis que haya un poco de salsa B, The Barn II puede ser muy buena opción. Muy buenas muertes garantizadas.

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Hace pocos años apareció una película independiente llamada Becky (review) sobre una adolescente que se veía acosada por unos intrusos que irrumpen en su casa y matan a su padre. La chica, que de inocente y “paradita” tenía poco, da rienda suelta a su ingenio y a un sadismo que había en su interior para ir terminando uno a uno con los asaltantes. Si no la has visto y te la estás imaginando como un Solo en casa violento y gore... le estarás dando justo en el clavo.

Han pasado dos años desde que Becky se tiene que buscar la vida por sí misma. No encaja en ninguna casa de acogida y sólo piensa en nuevas maneras de defenderse. Intenta tener una vida sencilla bajo el radar junto a su perro Diego, pero la mala fortuna se vuelve a cruzar en su vida en forma de un equipo paramilitar ultra fascista. Becky tendrá que volver a hacer lo que mejor se le da.

La cinta pese a que es en cierta manera continuista respecto a la anterior sí que cambia un pequeño detalle que invierte todo el paradigma: Becky no defiende su casa, es ella la que ataca a una. Esto da pie a múltiples escenas con el efecto sorpresa como hilo conductor que van en un in crescendo y que para nada le hace ascos a cuanto más sangriento sea el resultado pues mejor. Si es verdad que a veces hay que poner un poco de parte de uno mismo para creerte que algo así pueda suceder y que a menudo cae en clichés varios, uno especialmente sangrante es el del villano contando todo el plan al héroe sometido dándole tiempo de sobra para poder contraatacar en vez de eliminarlo de manera rápida. No es un problema grave, la cinta juega mucho con la serie B y en ser más divertida que creíble, pero había que comentarlo. Las escenas de acción creativas continúan, el gore va apareciendo por aquí y allá y la película es condenadamente disfrutable. Además ese aire gamberro que tan bien sientan en este tipo de películas.

Cambio de directores en esta secuela, Matt Angel y Suzanne Coote (Hipnótico, Puertas abiertas) toman la batuta pero respetando las directrices de la original, además Matt Angel el cual también es actor se reserva un papel secundario pero de cierta relevancia en la cinta. Tal vez pierda algo de sorpresa respecto a Becky pero eso es algo inevitable. Lulu Wilson (Annabelle: Creation, Ouija: El origen del mal) vuelve a enfundarse en un personaje hecho a su medida, su carisma y gracia están intactos y se nota que está disfrutando con este papel. Con lo joven que es esta chica y la carrera que está teniendo... podemos estar ante la scream queen de su generación. Sorprende ver por ahí a Seann William Scott (Bloodline, Destino Final) un actor bastante exitoso en los años 2000 que ha ido desapareciendo paulatinamente hasta el punto de que ya prácticamente su presencia cinematográfica es testimonial, no obstante sigue conservando su fama. Aquí interpreta a un líder de una milicia fascista bastante inteligente (paradoja) en la que, al igual que Lulu Wilson, se lo está pasando en grande.

The Wrath of Becky es una película sencilla, rápida y altamente divertida. Una digna secuela que consolida esta saga, pues todo queda encarado a una tercera entrega. Es una película que no te va a cambiar la vida pero que la vas a recordar con cariño, lo que vendría a ser una película festivalera con todas las de la ley. Para mí, que me den 30 como estas al año.

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Teníamos muchas ganas de ver lo nuevo de Demián Rugna y no nos ha decepcionado en absoluto. Si bien no estamos ante la película más perfecta del mundo, ni la más redonda de todas, ¿a quién le importa todo eso cuando hay pasión y amor por el terror? Y si encima no se escatima en crudeza, ya estamos conquistados.

En un pueblo remoto de Argentina, un hombre dice haber sido poseído por el diablo. Dos hermanos de la misma aldea intentan deshacerse de él para que el diablo salga de su zona, sin ser conscientes de que eso empeorará la situación…

Rugna no lo tenía fácil. Cuando sorprendes con una película que gusta tanto como su primer film Aterrados (review) las expectativas están muy altas. Es muy fácil decepcionar y que el público o la crítica se agarren a lo que sea comparando para mal tu nueva peli con la anterior. Sin embargo, ha salido victorioso gracias a una película donde el corazón que late es puro género de terror, sin concesiones ni tonterías, al grano y directo a la yugular. La tensión que desprende y algunas escenas son sencillamente de diez.

En los aspectos más flojos de la cinta, podríamos mencionar alguna escena menos trabajada. Mencionaría como ejemplos alguna escena en coche en la que los fondos/cromas son notorios (no sabemos si se debe al presupuesto) y confieso que alguna actuación un tanto chillona dentro del elenco también me saturó un poco. Sin embargo, el maquillaje es estupendo, la violencia está muy bien retratada, y en ese aspecto y muchos otros de la cinta no notamos escasez de recursos. Además, los actores principales Ezequiel Rodríguez y Federico Liss están muy bien. Y, sobre todo, como mencionábamos antes, hay algo en la forma de hacer cine de su director que es como una bofetada en toda la cara. Podría definirse como que se atreve con el terror genuino, hace cine de terror sin florituras.

Por lo tanto, Cuando Acecha la Maldad es un ejemplo de esas películas que sin tener todos los medios del mundo da una lección de cómo hacer cine, y hacer que el espectador sienta adrenalina por dentro.

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Hace ya 25 años que Hideo Nakata nos heló la sangre e hizo historia del cine con su obra The Ring. Una de las películas más importantes dentro del género de las últimas décadas y que además supuso el pistoletazo de salida a todo un subgénero conocido como J-Horror. Sadako, el personaje de su película es desde entonces un icono inolvidable. Pero como decíamos, hace 25 años de esa historia sobre la cinta de vídeo que mataba si la veías, y desde entonces Nakata no parece haber vuelto a alcanzar ese nivel y sigue sin hacerlo en Juego Prohibido.

Hiroko, una joven que se dedica a la televisión, se entera de que un antiguo amor se ha quedado viudo y con un niño. Ese suceso despierta en ella recuerdos del pasado aterradores mientras en el presente algo empieza a perseguirle…

Lo peor de Juego Prohibido es el aire “cutrón” que lo envuelve todo. Los efectos especiales y el maquillaje son malos y los actores (algunos más que otros) muy flojos. Con esos dos elementos fallidos ya es muy difícil que la película nos guste mucho y no digamos ya que nos de miedo. Cualquier escena donde estos dos aspectos estén implicados son de llevarse las manos a la cabeza (te puede hasta hacer gracia, según te pille).

En cuanto a la historia, la premisa es muy típica del J-Horror: fantasmas, rituales y costumbres. A ese coctel Noriaki Sugihara, el guionista, le añade la motivación de los celos. Pero el germen de esos celos es algo tan naíf que eso convierte el conjunto en un poco ridículo. Aquí, mirar al hombre de al lado está penado, cuidado con lo que hacéis.

En el lado bueno de la balanza, está el hecho de que el montaje la hace dinámica. Tenemos algún flashback que nos pone en contexto, y el ritmo en general es ligero. La manera de resolver la trama atando algunos cabos e hilándolo con otros no está del todo mal. La escena final también está muy bien, dando un buen cierre a la historia.

Así que si queréis jugar a este juego prohibido quedáis avisados: una victoria arrolladora no vais a tener. Pero a veces apetece echar una partida tonta.

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Empezamos el análisis de Brooklyn 45 con algo que ya es habitual en nosotros: las posibles similitudes con otras obras cinematográficas, para que os vayáis haciendo una idea de la magnitud. La primera que nos viene a la mente es la excelente Un Dios Salvaje (Carnage. Roman Polanski, 2011), un film rodado en un solo escenario como si estuviéramos asistiendo a una obra de teatro. Siendo más osados se nos ocurre La Soga (Rope. Alfred Hitchcock, 1948) que tiene la misma premisa aunque con el toque personal del maestro del suspense, como es que parece que esté rodada en una sola toma.

Y hasta aquí llegan las similitudes. Brooklyn 45 se queda un poco a medias. Su trama, algo rocambolesca, anda algo escasa de fuerza. Evidentemente los actores son sumamente importantes en este tipo de films. Jodie Foster, Kate Winslet y Christoph Waltz protagonizan la primera que hemos mencionado y, James Stewart encabeza el reparto de la segunda. ¿Os suenan de algo, verdad? Tampoco estamos diciendo que el elenco de la que analizamos hoy sea pésimo, al contrario, hacen lo que pueden para salvar los muebles en una obra anodina y que puede aburrir a más de uno.

En casa del coronel Clive Hockstatter, en Brooklyn naturalmente, se reúnen cinco militares ya retirados cuya amistad se remonta a sus infancias. La reunión no tiene otro objetivo que el de apoyar al anfitrión derivando en una sesión de espiritismo que no acaba de manera demasiado feliz.

Parece una premisa interesante pero como diría más de uno con toda su sinceridad: no pasa nada en toda la película. Sí qué pasa, lo que sucede es que estamos hablando de un tipo de público, con mucha experiencia, que odia los films de temática no demasiado sofisticada y en las que la acción brilla por su ausencia. De acuerdo, está ambientada en Diciembre de 1945, una vez acabada la Segunda Guerra Mundial y que es un tema un poco manido, pero en esta ocasión se centra en militares ya retirados o a punto de hacerlo que rememoran episodios truculentos de su trayectoria que, aunque no los veamos, nos podemos hacer cargo de la importancia de los mismos en las vidas de los protagonistas. Vamos, como un sí pero no.

Como hemos mencionado con anterioridad las interpretaciones son de vital importancia y por aquí tenemos suerte. Empezamos con la televisiva Anne Ramsay en una interesante vis dramática. Ron E. Rains da vida a su esposo. Jeremy Holm (Blackout) interpreta al Mayor Stanton. Larry Fessenden (Jakob’s Wife) se pone en la piel del coronel Clive Hockstatter. Para acabar nombrar a nuestra querida Kristina Klebe (Hellboy) en un papel que parece hecho a su medida y del que sale totalmente airosa.

Brooklyn 45 es una película que encierra algún que otro interesante argumento cinematográfico. De vosotros depende el querer o no descubrirlo.

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Por muy próximo que esté el apocalipsis tampoco será mañana, ¿o sí?, bueno el caso es que mejor seguir con la vida cotidiana y si llega ya nos apañaremos. Acide se aproxima mucho a ese mito, quizás demasiado y lo hace con una cosa tan lejana/cercana como es la lluvia acida, tanto que un poco más y es el fluido que dejaba ir el xenomorfo en Alien: El Octavo Pasajero (Alien. Ridley Scott, 1979). Apocalíptico.

Cuando las nubes amenazan lluvia, los habitantes de Francia se acongojan un poco ya que lo que cae del cielo es lluvia ácida letal. Dos familias cuyos progenitores están separados se tendrán que unir para intentar salvar el pellejo de esa plaga que asola la Tierra.

Just Philippot ya nos sorprendió agradablemente en 2020 con La Nube, un film que nos mezclaba costumbrismo, ciencia ficción y el tema de la avaricia. El planteamiento de Acide aunque pueda parecernos semejante, se aparta bastante del comentado. Está basado en un corto del mismo nombre y que debido al éxito de La Nube pudo financiar para adaptarlo al largometraje.

El guion, escrito ex aequo con Yacine Badday, ahonda excesivamente en una historia familiar que estaría bien si estuviéramos hablando de un drama, pero nos metemos de lleno en la ciencia ficción y esta mezcla creemos que no ayuda a la digestión de una cinta a la cual creemos que le falta definición. De todas maneras si la pudiéramos separar en dos obras independientes creo que funcionarían, con diferente público objetivo desde luego.

Vamos a hablar de los efectos especiales. Así de entrada cumplen perfectamente con lo que el film demanda pero sin pasarse. Ya hemos comentado la contundencia de la lluvia pero ya puestos se podrían haber aumentado los efectos visuales. Lo que sí que deja claro, este es uno de sus méritos, es el oscuro porvenir de la raza humana.

Tenemos que alabar la labor actoral. Encabeza el reparto Guillaume Canet, un hombre algo sobrepasado por los dos temas principales de la película. Le secunda Patience Munchenbach, una adolescente que sirve de hilo conductor de toda la cinta y Laetitia Dosch.

Estamos ante la disyuntiva de recomendarla a los amantes del drama familiar y a los de ciencia ficción. Puede que ninguno de los dos grupos quede completamente satisfecho.

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Cuando uno empieza a ver una película se puede esperar de todo. Por mucho que te cuenten, respetando tema spoiler, hasta que no te enfrentas a ella no sabes lo que va a aparecer en pantalla y si la magia del cine te va a atrapar. Puede ser que sin indagar mucho, las premisas iniciales te parezcan atractivas. Vincent Debe Morir sorprende agradablemente desde el inicio. Parte de una idea muy original que busca, en nuestra opinión, provocar que el espectador se quede a cuadros intensificando esa sensación inicial conforme transcurren los minutos. Es de lógica que mantener el nivel o el ritmo durante toda su duración, un poco larga por cierto, es bastante complicado. Es de aquellas cintas que si se hubiera alargado un poco más, habría conseguido que su valoración cayera en picado.

Vincent trabaja en una oficina. Sin venir a cuento es atacado agresivamente por un becario y por el contable. La cosa se va poniendo durilla cuando hasta los desconocidos quieren partirle la cara. No tendrá más opción que huir a un entorno más tranquilo, abandonando su vida monótona, sin saber que todo puede ir mucho. peor.

El guion, obra de Mathieu Naert, nos va llevando de la mano de manera algo lineal, a través de una historia que en realidad necesita eso, pausa e ir viendo como todo se va al garete a pesar de que deseemos que pase lo contrario. Estos vaivenes que te provoca la hace todavía más interesante. Piensas: de esta Vincent se sale cuando pasa todo lo contrario. Todo muy bien ligado apareciendo, como es habitual en las cintas francesas de todo tipo, ese costumbrismo que nos resulta tan cercano y a la vez tan lejos de lo que estamos acostumbrados a ver. Nos dibuja una sociedad muy crispada que tiene lidiar con un día a día muy chungo, sobre todo en las grandes ciudades y que intenta explicar, creo que muy acertadamente, esa agresividad que se convierte en el leit motiv y que acaba convirtiéndose en una plaga.

Stéphan Castang está al frente de este proyecto. Tiene la habilidad de pausar una película que se presta a un ritmo acelerado. Por el contrario nos hace bajar el ritmo, sin escatimar, eso sí, escenas de alto voltaje. Fija la atención en un protagonista sobrepasado por los acontecimientos que reacciona de manera particular dado su carácter introvertido. Toma decisiones bastantes lógicas en un mundo ilógico encontrando lo que parecía que no tenía posibilidades de encontrar.

Karim Leklou encabeza el reparto en un excelente trabajo. Es el protagonista absoluto, dotando a su personaje de muchas aristas y de un tono dramático, no excesivo, que le sienta tan bien en su recreación de Vincent. El resto del elenco aporta su granito de arena para colocar a Vincent Debe Morir en una de las cintas más originales de la temporada.

Si tenéis la oportunidad de verla anotadla en vuestra apretada agenda, no os arrepentiréis. Sorprendente y muy agradable de ver.

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No sé si a vosotros os gustaba este oso, pero yo de pequeña le adoraba. De hecho, tenía un Winnie The Pooh gigante en mi habitación que era de cartón, como si fuera su silueta recortada, y llevaba un bote de miel en la mano. A veces, de noche, la silueta de cartón en la oscuridad podía dar un poco de yuyu, pero yo estaba tranquila porque era Winnie. Y Winnie, es bueno por definición. Hasta que unos salvajes como Rhys Frake-Waterfield y A.A Milne han cogido al oso y a su inseparable amigo Piglet, y los han convertido a ambos en seres abominables. Estas mentes retorcidas han cogido a dos seres inmaculados y los han convertido en unos asesinos despiadados. Y aunque al principio dije “¡noooo!” al final hay que pensar que el destino ha juntado dos cosas que te gustan: Winnie y el terror. O, dicho de otra manera, Miel y Sangre.

Christopher Robin se ha hecho mayor y como es de esperar ya no quiere jugar con peluches. Winnie y Piglet se quedan solos y desvalidos cuando su amo les abandona, y deberán recurrir a atrocidades varias para sobrevivir, alimentando en su interior ganas de venganza …

Empecemos por lo malo. La película tiene un gran fallo y es lo que no hace que sea mejor: le falta humor. Algo con una premisa tan loca necesita que se te dibuje una risilla en la cara todo el rato para sostener lo grotesco de la situación. El despropósito que supone todo solo puede salir bien si en el fondo subyace la comedia. Pero no es el camino que han escogido sus creadores. Y aunque, al principio, tanto en la secuencia de los dibujos como cuando algún personaje suplica por su vida, hay humor, este se desvanece rápido. La premisa a lo Toy Story de tu dueño te abandona y buscas venganza sangrienta es graciosa, pero no me reí del todo.

En cuanto a puntos fuertes, que a pesar de no tener mucho presupuesto se deja ver sin dificultad y no es de lo más cutre que han visto estos ojos. Hay alguna muerte que está bien y hay sangría. Además, la fórmula se puede estirar y puede que la mejoren. Por lo pronto se ha anunciado ya la segunda parte que contará con mucho más prepuesto y el “retelling” de cuentos de niños en modo terror parece que va a tener más presencia como por ejemplo Cinderella´s Curse o Bambi: Ajuste de cuentas.

En definitiva, le faltan risas, pero se puede ver y esperamos que la segunda sea mejor.

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La familia Adams, no confundir con The Addams family, vienen creando alguna de las obras de Indie Americano más relevantes de la actualidad, levantaron pasiones con Hellbender y dos años después reaparecen con su nueva obra, bañada por la nieve y el frío esta rara avis en forma de maravillosa folk horror satánica nos transporta al cine de antaño, eso sí, sin censurar la violencia.

Una familia de artistas de segunda que flirtea con la magia negra va recorriendo el país por las ferias circenses para ganarse el pan, pero en su largo camino irán dejando un rastro de sangre difícil de borrar.

Visualmente magnética y de planos muy valiosos la familia Adams vuelve a demostrar que tanto delante como detrás de las cámaras tienen un don para con el cine Indie, el resultado visual nos transporta a las películas de los años treinta e incluso veinte, la estética de la elección del casting, en este caso bastante más numeroso que en las obras anteriores nos recuerda que ésta es una película donde las reglas las marcan ellos, a los creadores me refiero, y es que han logrado su propia marca, un lugar donde se puede hablar de la primera guerra mundial y sus secuelas, del circo y sus trucos, satanismo y todo bajo una estética clavada en la época pero bajo la visión de la estigmatofilia.

Un lugar, el imaginario de los Adams donde cabe el humor negro más visceral, inteligente y bien intencionado aleccionando a quienes lo merecen, pero también en ocasiones solo a los que se cruzaban por allí, creando además del costumbrismo y de las situaciones más banales una herramienta para golpear al espectador y es que aquella difícil época, lo era de contrastes, donde unos pocos tenían muy poco y otros demasiado.

Rodada en la naturaleza del estado de Nueva York este vuelve a ser un film de paisajes fríos donde en un ejercicio de ironía los personajes que componen la familia protagonista, formada como es habitual por ellos mismos, Zelda Adams la belleza, el talento natural heredado y la voz, la entrañable y peligrosa Toby Poser con aires de Kathy Bates en Misery y la razón y la cordura de la familia de la cinta John Adams, son la única cosa en la que agarrarnos en esta obra que por momentos muta a road movie en la que no se sabe si están escapando o persiguiendo algo que ni ellos mismos tienen claro si lo quieren alcanzar o qué es, ya que esto no va de hacia donde se dirigen sino lo que arrastran con ellos, se encuentran en un camino de sangre y supervivencia al que han invitado al espectador.

Como parte vital de la obra encontramos la banda sonora compuesta por el propio John Adams que acompaña los satánicos relatos en plano corto y penumbra que se van proclamando durante la cinta.

Se viene viendo hace tiempo en la carrera de estos creadores, esto es cine de autor, de marca propia i de ideas compartidas con una misma visión, cine para los que le gusta el cine, poco recomendable para el público generalista eso sí, pero una obra a descubrir para todos aquellos que les guste el cine que combina costumbrismo, horror, historias y personajes originales que bailan a ritmo de buena música creada para la ocasión y mucha, mucha personalidad.

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Amrit y su querida prometida y viajan en ferrocarril a la ciudad de Nueva Delhi. Durante el trayecto, un considerable número de bandidos asalta el tren con intención de robar las pertenencias a los pobres pasajeros, utilizando la mayor de las violencias. Sin dudarlo ni un momento, Amrit y su fiel compañero Viresh, ambos capitanes del ejército, se enfrentan a los malhechores para proteger a los viajeros de la temible horda de villanos.

Kill es una de las producciones más brutales llegadas desde la India, donde prima la acción por encima de todo lo demás. Y es que no ofrece ninguna otra cosa. Únicamente violencia sin límites en un tren donde recibe hasta el revisor. Un interminable festival de apuñalamientos, ejecuciones, heridas enormes y un sinfín de sangrantes lesiones que los implicados soportan de forma casi sobrehumana.

El argumento tiene la sencillez como máximo exponente y está inspirado en una experiencia personal del propio director Nikhil Nagesh Bhat, al sufrir un robo en un viaje de ferrocarril por la India. Los diálogos tampoco son importantes y se limitan a una serie de frases cortas y repletas de tópicos, previas a los permanentes combates.

El apartado actoral, cuenta con conocidos actores del país como Laksh Lalwani, Tanya Maniktala o Abhishek Chauhan. No se muestran convincentes en algunas de sus intervenciones y logran provocar carcajadas cuando en objetivo es el contrario. En cambio, Raghav Juyal, como el villano principal, realiza una labor encomiable y consigue generar una gran antipatía hacia el personaje interpretado, al dotarlo de una innegable ironía.

Sin duda, lo mejor de la propuesta recae en las secuencias de acción. Las coreografías de artes marciales son excelentes, bien orquestadas y llevadas a cabo de forma espectacular. También los efectos especiales son realmente destacables, con grandes dosis de crudeza y donde nada queda a la imaginación. Desde luego, revolverán las tripas de los espectadores menos curtidos.

Para la conclusión, cabe decir que la cinta no aporta nada nuevo al género de acción debido a un guion, una banda sonora y unas interpretaciones bastante mediocres. Sin embargo, los fanáticos de las circunstancias extremas la disfrutarán de principio a fin, ya que las reyertas y las hostilidades no cesan ni por un instante, demostrando un buen alarde técnico en este apartado.

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Anna Zlokovic daba vida a Apéndice en forma de cortometraje hace unos años dentro de una antología de cortos de terror para Hulu. El resultado fue tan bueno, que tomó forma el convertir la historia en largometraje. Ese ejercicio no es tarea fácil, hemos visto más de un caso que no acaba de salir bien ya que algunas historias son eso, cortas. Y al tener la ambición de pasarlas a largas corremos el riesgo de no tener suficientes cosas que contar, o no encontrar la manera de mantener la atención del espectador tanto rato. No es el caso de Anna Zlokovic, a ella le ha salido redondo.

Hanna trabaja con su mejor amiga Esther en un estudio de diseño de ropa de alta gama. Su jefe es un hombre extremadamente exigente y su madre no la comprende ni le apoya. En medio de esas situaciones, a Hannah empieza a crecerle un bulto en el costado izquierdo del cuerpo.…

Apéndice tiene un ritmo perfecto y tiene el don de funcionar a varios niveles. Es graciosa y fresca y a la vez en su interior contiene mensajes potentes. Tiene ecos a Bad Milo o incluso a El diablo viste de Prada, y en medio de todo esto nos sorprende con originalidad y hablándonos de temas con los que todos podemos identificarnos. Hanna desconfía de sus capacidades en el trabajo y la exigencia de su jefe le provoca ansiedad, su relación con su madre es fría y distante y llena de incomprensión. Todos los miedos, culpas y faltas de confianza en si misma toman la forma de su apéndice, que no hace más que recordarle constantemente lo inútil que es y lo mal que lo hace todo. Su propia voz interna es la que le tortura. ¿A que tampoco os suena tan raro? ¿a que todos tenemos un Apéndice?

En los apartados técnicos y artísticos todo está bien. El elenco de actores y sobre todo, su protagonista Hadley Robinson, tienen la capacidad de moverse desde los registros más livianos hasta los momentos más oscuros de la historia. En cuanto a fotografía, montaje, puesta en escena, todo funciona, aunque no haya súper grandes ambiciones detrás. No es una película que pasará por salas, sino que Hulu será su casa en Estados Unidos.

Sólo me queda decir que si Anna Zlokovic ha sentido inseguridades durante todo este proceso, y le ha crecido un poco de apéndice, que esté tranquila y lo aplaque. Le ha quedado genial.

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Desde lo más profundo de Noruega nos llega esta producción que coge todo lo bueno, mucho, y malo, poco, del cine del país, lo dicen los expertos, más bonito y donde la gente es más feliz del mundo. Dentro de ese happy world y, suponemos por el aburrimiento que provoca tanta felicidad, su mitología está llena de todo tipo de terribles criaturas tales como elfos, gnomos, trolls, lobos gigantes y serpientes marinas, todos ellos provistos de un humor algo turbio.

There’s Something in the Barn se centra en el apasionante mundo de los gnomos que, eso sí, son muy mirados a la hora de despertar de sus sueños escondidos para convertirse en algo parecido a demonios o, como mínimo, llegan a ser muy traviesos.

Una familia procedente de Estados Unidos, concretamente de la soleada California, aterriza en la nevada Noruega al heredar una gran mansion con un extraño granero. El sueño de toda su vida se verá algo alterado tanto por la idiosincrasia de los habitantes como por la presencia de unos extraños moradores que, casualmente, se han instalado en el mencionado granero.

Magnus Martens no se aparta excesivamente de esa especie de culto a la mitología de su país, aunque introduce alguna interesante variante como puede ser el choque de culturas entre la estadounidense y la noruega, todo esto tratado en clave de humor, un poco comercial en nuestra opinión, pero con la ventaja de que es una cinta para ver con toda la familia. Esto tiene su contrapunto, que es de la falta de contundencia, cosa de la que los americanos van sobrados, sobretodo en las películas de género.

Vamos a hablar de las criaturitas, una extraña mezcla entre los enanos y los gnomos, feos de narices, con barba y gorrito de Papa Noel. Pueden parecer en principio graciosos pero para los espectadores de mucho más abajo de Escandinavia nos pueden llegar a ser algo desagradables y faltos de gracia, con lo que producen el efecto contrario al que se crearon, pero bueno, en aras a la producción cinematográfica ya nos valen. Llegamos aquí preguntándonos si es una película de terror o una comedia familiar. Nos decantamos, aunque sea ligeramente, por la primera opción, malsano que es uno.

Una película que tiene dos posibilidades, o la ves en família, escaso gore, o la ves con los colegas con alguna que otra bebida alcohólica. Una cosa está clara, te divertirás como un enano o, mejor dicho, como un gnomo.

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Wake Up, es una peli hecha para ver en un festival y aplaudir a cada muerte que aparece. No lo decimos nosotros, los propios directores, François, Anouk y Yoann-Karl, dicen entre risas que hacen películas para ir a festivales. Y nosotros nos alegramos mucho. Si os gustaron Turbo Kid y Summer ‘84, sus trabajos anteriores, esta no va a ser menos. Fiesta en el Ikea de la mano de unos directores de lo más divertido.

Los Wake Up, son un grupo activista que quiere concienciar a la sociedad sobre el maltrato animal y la desforestación. Para ello, entran en Home Idea, un gran almacén de muebles, para perpetrar actos vandálicos. Lo que no saben es que el guarda de seguridad es más peligroso que ellos mismos…

Los RKSS, como se hacen llamar los tres directores en forma de colectivo, dicen que esta es su película más seria. Tal vez se deba al trasfondo social o al mensaje que esconde el film. Un aviso sobre como nuestro planeta se deteriora mientras grandes corporaciones o empresas lo destruyen sin que nadie les ponga freno, saliendo impunes de sus actos. Se deduce de lo que cuenta Wake Up, que cuando lo jóvenes despiertan e intentan cambiar las cosas, tampoco es que les salga muy bien.

Más allá de ese mensaje, la fiesta está servida y no hay que preocuparse. No se han vuelto serios ni esto es una película social, nos da lo que esperamos y es ideal para ser vista con amigos y pasar un buen rato. Buena puesta en escena, una localización perfecta, unos actores con buen saber hacer y una música potente envolviendo todo el conjunto.

Mención especial para ese guardia de seguridad con el hobby de salir de caza que además diseña sus propios artilugios... ¿a que ya adivináis con quienes va a poner a prueba sus armas? Pues eso.

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Siempre que hablamos de algún debut ya se nos empiezan a erizar los cabellos. Hay algunos que siempre serán recordados por su calidad o, también es una cosa a comentar, por el impacto que hayan tenido tanto entre el público como en la prensa especializada. Ocurre que, desgraciadamente, en muchas ocasiones esas primeras obras se quedan ahí, cual lobo estepario en mitad de la nada.

Para variar Alan Scott Neal lo borda en esta su primera introducción en el mundo del largometraje. Aprovecha una idea original de su guionista, Taylor Sardoni, para crear un atmósfera angustiante y enfermiza que utiliza el giro de guion de manera magistral.

Nancy es una joven que trabaja en un bar regentado por su padre. Un día éste se tiene que ausentar dejándola al frente del negocio en el turno de noche. Lo que no sabe que durante las horas de su jornada laboral recibirá más de una visita, a cuál más inoportuna.

Excelente home invasion, aunque en esta ocasión lo podríamos llamar “bar invasion”, que se diferencia algo a lo que estamos acostumbrados en este tipo de cintas. Normalmente éstas son muy lineales, es decir, va avanzando la trama sin que se produzcan cambios significativos. Se dedican más en profundizar en el terror como un in crescendo en escenas donde la sangre salpica toda la pantalla. En Last Straw se produce un giro de guion que, aunque nos descoloque un poco al principio, acaba ligando una cinta que, en caso contrario, nos hubiera parecido más de lo mismo. De todas maneras indicar que la película la salva el director. Se apoya en un guion algo flojo que por suerte no hace tambalear en exceso el resultado final.

Lo dicho, muy buen ritmo, escenas de acción de altura con una pizca, quizás demasiado pequeña, de gore, y buenas interpretaciones. Atención a Jessica Belkin (American Horror Story) en el papel de Nancy, su naturalidad y desparpajo enamoran a la cámara, tendremos que estar atentos a sus próximos proyectos.

Del resto del elenco destacar a Jeremy Sisto, como padre de Nancy, y a Glen Gould, Taylor Kowalski y Tara Raani.

Vamos acabando ya. Estamos ante una película que hará, sin duda, las delicias de todo aquel público que ame el terror. Por muy clásico que sea su planteamiento su resolución dejará a más de uno con la boca abierta. No os la perdáis.

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Estamos ante una película pequeña con pocos personajes y una localización.

Privilegiada, un survival rústico o de desierto con aires ligeros pero persistentes a Las colinas tienen ojos, siendo una obra más introspectiva que la mencionada e incluso con livianos ecos de protesta femenina y de empoderamiento confuso, es inevitable que te venga a la mente la obra de los setenta incluso su remake, siendo como digo otro estilo de cinta.

Wyndam Stone queda atrapado en medio de un cañón desértico, una casa aislada con una única moradora será su única opción para sobrevivir de los peligros que acechan ahí fuera.

Se agradece la duración y lo rápido que arranca, como llegues cinco minutos tarde al cine te has perdido prácticamente la introducción, va directo a la historia y eso es bueno, lo que quizás no está tan bien es que el guion escrito por el propio director (Barnaby Clay) no termina de sorprender diría que a prácticamente nadie que haya visto algo de cine o incluso que tenga ligeros conocimientos de las femme fatale de la naturaleza. La película en sí no está mal, el problema principal es que sabes todo el tiempo hacia donde va, incluso hay un momento allá por los tres cuartos de metraje en que dudas por un instante en cuanto a si va a venir el giro de guion, pero no es así y la historia sigue el camino que llevaba marcado y estipulado desde el inicio. Un final más visceral habría sin duda levantado esta película una estrella o incluso algo más sin duda, pensándolo ahora mismo en frío esta podría ser una obra con un final tremendo, pues toda la última parte así lo ha ido preparando.

Hay que resaltar no obstante lo mejor con diferencia, la localización, es sorprendente que a pesar de los planos exteriores tan abiertos que deberían transmitir una sensación de gran espacio la percepción sea angosta, un logro por parte del director que ha estado más acertado en pequeños detalles concretos de su propio guion que en los rasgos principales de la historia. Y por otra parte la dupla principal de actores Scott Haze y Katw Lyn Sheil quienes se ocupan de prácticamente todo en el film, se podría decir que ellos son la película.

Me ha dado la sensación además que esta es una de aquellas cintas de una localización y pocos actores que tanto se estilaron en la época post COVID, nos inflamos a verlas entonces ya que no había nada más y quizás ésta sea de los últimos coletazos en forma de metrajes que veremos del estilo ya casi de género propio, película de supervivencia en cuanto a recursos post COVID.

No te cambiará la vida, no tiene esa escena que se te graba en la retina para poder contarlo, es una obra que se puede ver sin más, sin aburrirla ni sufrirla pero tampoco sin llegar a emocionar ni tan solo creo que logre calar el mensaje de reflexión que trata ligeramente.

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Propiedade es de esas películas que van más allá de poder ser etiquetadas en un solo género. Habla de tantas cosas con tan buena mano, que resulta difícil catalogarla en un solo lugar. Puede proyectarse en un festival de terror, pero también en uno de cine estándar y se podría catalogar de cine social, pero también de thriller. Y creo que, en parte, allí reside su grandeza, porque cuando algo no se puede etiquetar y se hace bien, significa que hay mucho contenido dentro.

Teresa y su marido viajan a su granja familiar para huir de la violencia urbana. Pero una vez allí, se enfrentan a una revuelta de sus trabajadores que llevará a Teresa a encerrarse en su coche blindado, que no consigue arrancar.…

Daniel Bandeira firma en Propiedade una historia sobre temas sociales usando herramientas propias del thriller o del terror. En una sociedad en la que uno es atracado a punta de pistola en la calle, se pensaría que en el campo se va a estar mejor. Pero realmente, cuando hay pobreza, miseria y explotación, nadie está a salvo en ningún sitio. Esto es lo primero que nos traslada la historia, una desazón por una sociedad (en este caso la brasileña) que no consigue dejar atrás problemas tan serios como la violencia, y no importa donde te vayas, la violencia puede estar esperándote. Lo segundo que destaca es que todos somos o podemos ser víctimas y también verdugos. Y Bandeira juega muy bien a estas dualidades, sin señalarnos a villanos con el dedo.

En su parte más thriller/terror, es donde echamos de menos más sangría. Mas recreación y “diversión” en las inventivas para sacar a Teresa de su coche blindado. Para nosotros, amantes del terror y de la salvajada, es donde la película se nos queda más corta, ya que no se revuelca en su propio barro haciéndole mil tropelías a ese coche blindado que nos hubiese encantado ver. Pero ese es su ADN, no es puro terror en su forma, aunque lo sea en su contenido.

Así pues, todo el equipo de Propiedade puede estar muy orgulloso de este híbrido entre drama, terror y thriller, que además tiene un final absolutamente de diez, y un plano de cierre muy bello.

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No poder pegar ojo, es de las mayores torturas que puede haber. Como persona dada al insomnio, doy fe de que pronto se empieza a perder el juicio y la vida se hace muy complicada. Pero es que Sleep, que ya es un éxito comercial en su país de origen, Corea, tiene doble ración de terror nocturno, porque está el que tiene problemas de sonambulismo, y el que duerme con esa persona, incapaz ya de fiarse de él, y de dormir tranquilamente a su lado.

Hyun-su y Soo-jin están a punto de ser padres. Viven en un pequeño apartamento con su perro Pimiento y su lema es que, mientras estén juntos, todo es posible. Pero pronto, el sonambulismo extremo que empieza a afectar a Hyun pondrá a prueba esa máxima…

Sleep está dividida en tres capítulos. Los dos primeros, es decir la primera hora de película, son, sinceramente, perfectos. Los actores fluyen y tienen muy buena química entre ellos, haciéndonos entrar sin dificultad en su relación de pareja. La localización de su apartamento, pequeño, en el que rápido nos situamos gracias al buen hacer de la cámara, se convierte poco a poco en algo claustrofóbico y estrecho. Sus problemas de sueño, se explican muy bien y se presentan como algo inquietante de diferentes formas, todas ellas muy bien llevadas a cabo para causar incomodidad y miedo en el espectador.

Y entonces, ¿por qué no alcanza mejores notas? Por la sencilla razón de que el tercer acto, es decir, el desenlace, no está a la altura de lo demás. Lo bueno si sencillo ocho veces bueno, me atrevería a decir, y aquí, cuando la trama empieza a coger otros derroteros más complejos pierde el buen hacer que llevaba. Que, si bien era simple y nada estrafalario, ahí radicaba su atractivo. Al fin y al cabo, ¿qué hay más aterrador que las cosas del día a día?, lo que nos puede pasar a todos. Cuando Jason Yu pega volantazo y empieza a hablar de otras cosas, me pierde (y creo que a alguno más también.)

Dicho esto y exponiendo lo bueno y lo menos bueno, Sleep es una peli que vale la pena ver. Elegante, veraz, sabe mantener tu atención todo el rato. Lástima que la última media hora no nos deje calificarla de excelente. Eso sí, es una ópera prima, y esto promete mucho, mucho, mucho.

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