Muchas vueltas puedes dar a los grandes clásicos de la historia del cine japonés, pero si algo así se pone delante no es posible mirar a otro lado y pasar de largo. Lo mejor es enfangarse, verla de cabo a rabo y explotar de placer por haber llegado aquí y sentir una sincera satisfacción.

Una película así ofrece lo que se espera, es presumiblemente descarada, es propia del término exploitation, es bruta, está realizada sin complejos y no pasa nada por decirlo y estar contento de poder disfrutar de una rareza de este tipo. No es una obra maestra ni falta que hace, de hecho tiene tantos defectos que para más de uno ver algo así será lamentable. Claro, después de ver a Naruse, a Ozu o a Kobayashi, no te pongas "Female Yakuza Tale" (me ahorro lo de Inquisición y tortura); son polos opuestos.

¿Qué se puede destacar de una cosa así?; su ausencia de complejos, la coherencia de inicio a fin y ciertos picos de acción vistosos. Es coherente desde el inicio, sí, porque ya vemos a la protagonista enseñando sus carnes (excepto la entrepierna, eso es tabú, no se ve en ningún momento un desnudo integral frontal) mientras muestra su virtuosismo con la katana, es decir, desde el inicio queda clara que la intención es enseñar carne, violencia y lo demás casi da igual.

Las últimas escenas empalmarían al mismo Tarantino, la brutalidad de las escenografías y momentos concretos de bastante sangre es un manjar delicioso para según qué gustos. Mientras, hasta llegar a esa apoteosis, la historia avanza a trompicones, es fácil no entender según qué cosas y apreciar que el guión por momentos se escribió con desgana. ¿Qué decir del humor?; lamentable; ¿y las escenas de sexo?; pocos lametones de pezones he visto como los de aquí.

Es curioso que la importancia de la vagina sea tan grande en la película y no veamos ni una, pero caramba, he dicho que esto no es una obra maestra ni falta que hace!!! Vamos a recorrer burdeles, espacios mínimos, veremos falanges cercenadas, muchos culos, menos sangre de la que merece y un final bárbaro.

Así que no la recomiendo, no, este es un lugar al que hay que llegar por uno mismo. Y sí, ha sido un placer, un placer de lo más bruto.

Otro homenaje a Connery, que nos dejó hace poco, y cuya filmografía abarca tanto y hay tanto donde elegir, que es difícil no picar el anzuelo si se te pone delante una película como "Negocios de familia", con Hoffman acompañando al escocés y Lumet detrás de las cámaras.

La película no es gran cosa, creo que cualquier espectador, por pequeña que sea su exigencia, esperaría más. Y lo que es peor, no creo que ninguno de los que participó debió acabar muy contento con el resultado final. Esto no es ni un drama profundo que incide en el choque de generaciones, no es un drama, ni es una comedia con claras intenciones de entretener sin mayores pretensiones. No es ninguna de las dos cosas y se queda a medias en todo, no tiene rumbo y no pasa nada por decir que Lumet es quien fracasa, porque los actores están ahí dándolo todo y salen para adelante con buena nota.

Si esperas más y se queda corto, mal. Eso sí, el placer cinéfilo de ver a dos colosos de la pantalla gritándose, enfadados y a veces mostrando una complicidad genuina, es algo que no tiene precio.

Poco le falta a día de hoy a Yoji Yamada para llegar a las noventa películas firmadas como director, sale a casi una por año de vida. Tuvo etapas de firmar dos o tres al año, de manera que con un ritmo y un método de trabajo así, ¿alguien cree que ya metidos en el S.XXI pretendiese hacer la definitiva obra culminante de su carrera?; evidentemente, llega al final del curso de su vida satisfecho. No es necesario entrevistarlo para saberlo, estoy convencido que es un director feliz.

Casi noventa años de vida, casi cien películas y "Maravillosa familia de Tokio" de 2016 ante nosotros. No pretende ser Ozu; ¿quién lo dice?; ¿quién lo insinúa?; ¿qué sentido tiene poner uno al lado del otro?; el cinéfilo que haya profundizado en la filmografía de Yasujiro sabe a la perfección que no aporta nada poner un director al lado del otro, salvo su condición de japoneses. En esta comedia, ya entrados el siglo actual, una familia (maravillosa, desde luego) tiene que lidiar con ciertos problemas domésticos y consigue de forma exacta y precisa lo que pretende: entretener.

Quedan claros muchos conceptos propios de la idiosincrasia nipona aunque no es un tratado de conducta y ética, ellos son así y punto. Su humor no es como el nuestro porque no lo pretenden, sus actos se rigen por su lógica, no por la nuestra, y si algo chirría para el occidental no es por culpa de ellos, es por culpa nuestra. Es una película modesta, de humor de fácil digestión, discreta, sencilla y por lo tanto, dentro de sus limitaciones, maravillosa (tal cual la misma familia que queda retratada: maravillosa).

La historia puede resultar un poco confusa por momentos, pero es difícil no caer rendido ante las poderosas imágenes del inicio de la película. Creo que es difícil no elogiar una fotografía, un uso de la cámara, una estética, que resulta ser el mejor anzuelo, porque el contenido ciertamente se explica con cuatro palabras. Pero esto es cine, y aquí se produce con todo su esplendor la magia que cualquiera busca cada vez que empezamos a ver cualquier película.

Unas veces quedamos prendados del uso de la música, otra de un actor, un final determinado o algún fotograma icónico: de "El helecho dorado", sin duda, convencerá a cualquiera la pareja protagonista. Casi sin quererlo, el pastor y el hada del bosque inician un romance inverosímil, porque por algo es un cuento, por algo hay mucha magia en la película y por algo estamos en Checoslovaquia. Llegar aquí no es fácil, ni siquiera un centenar de usuarios han dado su voto en FA, sólo algún extraviado o como yo, un cinéfilo raruno empecinado en buscar buen cine en lo que se ha denominado con el tiempo 'Nueva ola Checoslovaca'.

No todo lo que se hizo en esa gloriosa época en ese lugar de Europa son obras maestras, pero se hizo tan buen cine, hay tantas buenas películas como "El helecho dorado", que vale la pena insistir e insistir.

Lesanka, con uno de los rostros más bellos que podríamos encontrarnos en cualquier momento, y Jura, que tampoco está nada mal, protagonizan una historia de amor en blanco y negro muy especial. Él se va a la guerra, sin querer, queriendo volver a ella desde que se despide de forma desgarradora. Hay buenos, hay malos, hay magia y fantasía, imágenes muy duras, imágenes muy bellas también.

Una película que seguirá escondida, no importa, casi mejor, así la disfrutamos una minoría, con lo bien que sienta eso.

Puedes ir a Japón y encontrarte cualquier cosa, pero si lo que quieres es lo auténtico, lo real, la conjugación más respetuosa entre lo tradicional y lo actual, entonces yo sin duda me iría a Tokio a buscar la pastelería que regenta ese hombre que contrata (tras dudar bastante) a una septuagenaria para que le ayude en la cocina.

La clave es ella, desde luego, un personaje que conserva todo el idealismo de una generación que intenta transmitir los valores con los que crecieron. Hay dos vértices más, el encargado del negocio, que arrastra una deuda que va más allá de lo económico y nos enlaza inevitablemente con una ética que se asume como indiscutible y que tiene que ver con las relaciones entre los seres humanos. Todo es importante, no hay nada que debería escapar de nuestra atención, porque nada es suficientemente pequeño y no hay película con más o menos ritmo: las cosas como son, te pueden gustar más o menos, pero lo que vemos en "Una pastelería de Tokio" es puramente japonés.

Revisamos la buena historia del cine japonés y no sólo hay Ozu, también está Naruse, parte de lo que hizo Kurosawa y otra parte de Kobayashi... Y tantos y tantos otros no tan conocidos. Evidentemente Naomi Kawase no es Koreeda pero, ¿estamos aquí para comparar?; sin duda es buena en su espacio, juega con sus elementos y aquí nos ofrece un relato mínimo que apenas llega a fábula.

Una película expresamente limitada que consigue su objetivo... intimidad, emoción contenida y mucha poesía.

Me encanta leer que Gene Wilder hace de Gene Wilder y Richard Pryor hace de Richard Pryor, suena a necedad pero es una afirmación maravillosa, porque son ellos tal y como son recordados. A partir de "El expreso de Chicago" se inició una colaboración que, para bien o para mal (gustos como los colores), supone una parte especial y única de su género en el cine.

Hasta que Pryor aparece la película ya va lanzada, si no recuerdo mal para ese momento el pobre editor de libros ya ha bajado del tren dos veces, se ha ligado a una pasajera, ha volado en avión espantando ovejas y ha sido protagonista del inicio de una historia de asesinatos que no tendrá su final, lógicamente, hasta que ese tren apure todas sus paradas.

Un trayecto de tren por la comedia más sana, muy picante también, con un guión sólido que no destapa información más que cuando es necesario para mantener todo el interés y unos actores tocados por la barita. Efectivamente, para bien o para mal, son Wilder y Pryor.

Setentera a más no poder, graciosa, bien hecha: ¿quién quiere viajar en taxi, con lo aburrido que puede ser, por poner un ejemplo, en Inglaterra, pudiendo ir en tren durante un par de noches, con restaurante, mil paisajes y mil personajes que descubrir?

La historia de la Gumer, una chica que recién sale de la cárcel, llega a nuestros días con una carga emocional muy especial para quienes conocimos la ciudad condal de esa misma época. La película podría ser una obra maestra o un desperdicio absoluto con independencia de su localización, pero para mí, que soy el que escribe ahora mismo dando mi opinión, su valoración recibe un empujón más sólo por ver ese puerto de Barcelona que ya no existe tal cual, el metro, sus calles y la gente vulgar que vivió una época de transición para no olvidar.

Cuarenta años ya, de la película y de la ciudad. Puede que el guión no merezca grandes elogios y la historia caiga en una gran simpleza, pero valoro mucho la valentía de una realización que en su época era novedosa por muchas cuestiones. La zafiedad y el feísmo lo ocupan todo, las escenas de sexo son brutas, las actitudes son chabacanas y yo no sé si es modelo típico de cine kinki, como el que se hizo en Madrid. Aquí no hay descampados ni abusos explícitos de droga, aquí hay una historia de venganza: no es Eloy de la Iglesia.

Pero me gusta su brutalidad. Me gustan los pantalones apretados de la Gumer y de su compañera Charo, que sean ellas protagonistas, las que sufren las circunstancias de una vida nada sencilla.

No, no es una obra maestra, está lejos de serlo, es más, seguro que ellos sabían que no lo era ni falta que les hacía. Pero es buena y única en su terreno, en el asfalto barcelonés, con su suciedad, esas discotecas y pubs, la mala gente...

Sí, la mala gente. Es una película de mala gente...

No quiero quitarle valor a la película, que está bien hecha y profundiza con mucho oficio en la mediocre vida de unos personajes que son parte del modelo triste de la clase media británica (tirando a baja). La película está bien hecha, sí, y sin embargo no me gusta tanto como a la mayoría porque es un drama sin salida (por mucho valor que se le dé al final, lógicamente en el spoiler) en el que no hay lugar para las alegrías. Muchas opiniones señalan que la vida es así y que es lo que tenemos a nuestro alrededor, pero caramba, yo para eso no me pongo una película, para ver la realidad me asomo al balcón y desde ahí lo contemplo todo.

La realidad no es la familia Beckham, guapos y ricos, ya sabemos que la realidad es la del taxista barrigón, los vecinos alcoholizados y la juventud que ni trabaja ni estudia. Por ello reconozco que el casting es una maravilla, la gente que sale en "Todo o nada" podrían ser el camarero del bar de la esquina de mi calle o mi vecino del quinto que, además, seguro que les pasa cosas parecidas a estos ingleses. Son feos de cojones y no pasa nada por decirlo, no pasa nada por decir que eso es algo que está premeditado y que funciona, porque nadie se creería sus dramas y sus mierdas si fueran guapos y al sonreír se les viera una dentadura perfecta.

Lamento que las subtramas se queden en el aire pero sobre todo lamento las lágrimas y los gritos, la decepción por la vida, la mediocridad, el hundimiento existencial, la abulia, la ausencia de ganas por vivir. Creo que para muchos la vida es así, sí, pero yo no acudo al cine para corroborarlo.

Recientemente nos dejó Sean Connery, que la tierra le sea leve. Pocos actores como él, llegó a sus noventa años siendo una leyenda y nos deja una inmensa filmografía: según el registro de FA participó en 85 películas, según IMDB en 94. No importa la cantidad sino la calidad, algunos le recordaremos por ser uno de los mejores Bond, otros por su único premio de Hollywood por "Los intocables", sus papeles de policía, de militar, de tío duro... Qué más da, lo recordaremos seguro, y eso es algo que no todos podrán decir.

Llego aquí, a "Más fuerte que el odio" (menuda estupidez de traducción del original, de lo más incomprensible y estúpido) con ganas de verlo, de darle un homenaje, y me encuentro con lo que ya me imaginaba, una película comercial (no he querido curiosear si fue rentable o no, pero si lo fue sería por los pelos) que no escapa del típico modelo de thriller ochentero, es de lo más previsible y apenas aporta nada. Salvo sus apariciones, porque de eso vivía Connery. Le ponen a un compañero que a la vez intenta ser yerno y una hija comercial. La trama intenta ser frenética y fascinante, pero el resultado es de lo más prescindible. Ya he dicho que es una película comercial, colocada en las estanterías de los videoclubs con esos tres nombres propios para vender y vender.

Aunque a nosotros quien nos interesa es el escocés. Bueno, habrá quien le mole la Meg Ryan, de lo que dudo es que haya alguien que le mole el tal Harmon, aunque no me extrañaría. A mí quien me mola y siempre me molará es Sean Connery, ya lo he dicho.

Películas como "El día después" nunca quedarán desfasadas. El que diga que ya la guerra fría pasó tiene razón, ya no hay dos bloques que se ladran y se amenazan, ya no hay tensión entre el imperialismo capitalista y la dictadura bolchevique soviética: el telón de acero no existe. Pero las armas nucleares se encuentran en cada rincón del planeta y pulsar un botón puede cambiarlo todo, la civilización, la sociedad actual con todos sus problemas y sus favores, nuestra vida acomodada en el primer mundo, todo se puede ir a la mierda de un día para otro.

"El día después" será actual mientras exista esa posibilidad de que todo cambie por la locura de un gobernante, por un error humano o las casualidades de un accidente o una imprudencia. Seguimos viviendo al borde del abismo. La segunda parte de la película podría tocarnos vivirla, nosotros o las generaciones que están por venir.

Creo que ese aspecto de serie B, que a menudo se relaciona de forma peyorativa con la etiqueta 'TV', no desmerece en absoluto una producción que no tuvo la simpatía de los gobernantes. En plena escalada armamentística algo así no gustaba. Por ello tal vez peca de una primera parte indolente, más aún si la comparamos con lo que le sigue, que es la caída al precipicio. Sorprende la crudeza de una segunda parte en la que no hay lugar para la esperanza.

No, no gustó, y lo que creo es que debió joder más que no se hicieran juicios, a la película le da igual si fueron los soviéticos quienes empezaron, si fueron ellos los que actuaron bien, eso es lo que creo, la mezquindad de quienes gobernaban era tan grande que debió joder que no fuera una película panfleto que señala a los rusos como culpables del desastre planetario. Porque sucede en Kansas, ya ves, una quiere casarse al día siguiente, otro cuida de sus tierras y el otro anda preocupado por el vecino. Todo se derrumba, delante de nosotros.

Una locura absoluta a la que aún nos enfrentamos. Dos horas de película de catástrofes para animarnos el fin de semana, como si no tuviéramos suficiente con el coronavirus campando por las calles. Pese a ello, buena película.

Pienso en las probabilidades, en la estadística, para que algún hecho concreto tenga lugar y la realidad sea algo inimaginable porque esas probabilidades reducían su éxito casi al cero. Y pienso en el cine, en la historia de amor entre un blanco que nos es presentado como racista de cabo a rabo y una mujer de raza negra cuyas vidas se van a cruzar. "Monster's ball", en realidad como otras muchas películas, funciona porque sabe exprimir al límite esas probabilidades a favor de un resultado concreto y porque, eso es evidente, se trata de una película bien hecha, durísima cuando toca pero tierna si hay que bajar. Amor de subida y de bajada, vidas ásperas: ¿amor de verdad?

Probabilidades casi nulas, cosas que a algún espectador echará atrás 'porque que pase eso es imposible': bienvenidos al cine entonces, el lugar en el que todo puede suceder.

La primera parte la película se ceba de tal manera con él que todo lo despreciable que alguien puede tenerlo, lo tiene. No parece que haya sitio para otra cosa, durante esa primera parte la película es una obra maestra, con una presentación de la situación de altura. Ella está en el otro lado y para que las cosas mejoren diría que la estadística tiende al cero; no hay casi esperanza. Casi, casi cero.

Cuando todo parecía que no podía ir a peor, sí, en un día de lluvia se toca fondo. Y entonces la magia del cine aparece y esas probabilidades hacen que lo imposible sea posible; ¿te lo crees?; ¿un racista educado con los peores valores puede enamorarse de una negra?; ¿nos lo creemos?; ¿podría suceder que haya amor de verdad?; ¿por qué no?

-Deseo cuidarte...
-Bien, porque necesito que me cuides...

Pocas veces señalo lo que es un momento cumbre para mí en una película, ese mínimo dialogo es esencial para afirmar rotundamente que sí, es una historia de amor absoluto, una historia de amor verdadero, amor desesperado, amor cierto. Y ellos están geniales. Una película que si o sí superará el paso del tiempo porque es amor universal.

He tardado mucho en recordar de qué me sonaba la cara del actor Brian Dennehy, que es a quien quiero destacar para empezar a hablar de "El vientre del arquitecto". Lo normal y lógico es que la mayoría, sin distinción, señale al director como principal nombre propio de la película, porque si es rara de cojones y tiene una estética única es porque Greenaway lo quiso así, es el culpable de que funcione o no, de que sea considerada una castaña o una película fascinante de verdad.

Quería empezar elogiando al protagonista y sigo por ahí, un actor que he tardado en reconocer como el sheriff malo que maltrata a Rambo, ya ves, ser actor y sobrevivir como secundario significa tener que hacer de todo. Aquí no es que sea malo o bueno, un pardillo, un listo o un don nadie. Aquí es el protagonista y siempre mola más que no andar mendigando minutos como el peor de los malos. Y está a la altura de las circunstancias, es más, si la película funciona es también por él, cuando tiene dolor de barriga, cuando desata su ira con su alrededor, cuando hace de borracho o cuando se enfrenta a la cámara en planos cortos: mi mayor elogio quería que fuera para Dennehy, se sale.

Greenaway es un dinosaurio, y su película es un ciclón. A la excepcional música de Wim Mertens se le suma una estética que es para no pestañear. La película puede que se quede corta en otros conceptos pero la música y la fotografía son de obra maestra. Se nota que cada plano está medido al milímetro, cada movimiento, cada gramo de luz, cada segundo te puede llevar a la fascinación.

Entiendo que haya quien pide más. A mí me ha parecido un viaje de lo más raro. Ojalá hubiera podido verla en pantalla grande, probablemente en ese caso sería un diez.

¿Qué podemos decir de la personalidad de la protagonista que interpreta McDormand?; es una de las claves del éxito de esta producción, aunque para que funcione todo ya no sólo es importante una interpretación que es un lujo. De hecho, su carácter no nos gustará a algunos, pero la miniserie funciona. Ella en realidad es una mujer sencilla, una amargada también, de acuerdo, pero pertenece al mundo rural y profundo de los USA y probablemente sus defectos tienen que ver con el ambiente al que pertenece.

¿Ella gusta?; ¿atrae?; ¿nos interesa su mediocridad como ser humano?; ¿nos gusta ver cómo se estropea todo a su alrededor?; son preguntas cuyas respuestas cada espectador escoge según su afinidad, hay quienes verán cierto humor negro en sus actitudes. Los cuatro capítulos que componen esta 'película larga' nos conducen por caminos repletos de baches, algunos obstáculos los dispone el azar en el camino de esta mujer y otros son ella misma quien los busca. Nadie sale ileso si se le acerca.

Me gusta el concepto de 'película larga' para evitar tener que nombrar el formato televisivo para el que estuvo realizada, al fin y al cabo son menos de cuatro horas en total. Una producción notable en todo caso, aunque ella sea desagradable para nosotros, aunque no nos guste, las cosas están muy bien hechas y la disección de la vida se muestra tal cual es en la realidad. Los secundarios son un lujo, vidas que se cruzan de una manera u otra, con sus miserias, sus defectos, sus virtudes.

En lo personal, la aparición de Bill Murray me parece que es clave para cerrar la serie. Su papel junto a las memorables escenas en el hospital son cosas para no olvidar. Bueno, a ella, a Olive, seguro que nadie la olvidará. Un cañón de mujer.

Siempre se pueden hacer críticas duras a comedias cuya realización data tantos años atrás, yo mismo a menudo me he unido a grupos incendiarios que atacan títulos más famosos y conocidos. Unas veces sí, otras no, a veces crees estar viendo una película de humor universal e imperecedero y otras veces no te entra ese humor y crees estar viendo algo desfasado para acabar consumido por el aburrimiento y el sopor. A día de hoy "Ardid femenino" ha sido votada por menos de 400 usuarios, una pena, puede que sea por ello que me he lanzado a defenderla y le he subido la nota hasta el notable. Y con mucho gusto.

No porque sea añeja nos ha de gustar, no porque salga Ginger Rogers nos ha de gustar. También es cierto que hay seguidores del James Stewart de personajes bobalicones, porque tiene que haber de todo. El caso es que las comedias de tipo screwball no siempre funcionan. No es un musical, sale Ginger Rogers como corista y apenas hay unas escenas de bailoteo, es una comedia que funciona rotundamente porque consigue el sano objetivo de entretener. Cierto es que hay a quien no le parece que haya mucha química entre los enamorados, pero las situaciones que se dan en muchos momentos son de alto nivel.

Comedia sana, muy suave, ideal para los tiempos que corren en los que la pandemia nos obliga a estar encerrados en la nevera. Me encanta el título que tiene en latinoamérica y que siempre recuerda un buen amigo mío y excelente crítico: "Que no lo sepa papá".

Te vas de viaje existencial una y otra vez, película tras película, con Bergman de cicerone, porque por algo debe su fama el director sueco, hasta que un día te dicen que también hizo alguna comedia en sus inicios. Esa afirmación un tanto vaga merece unas matizaciones, puesto que para ese año 1955 ya llevaba una década enfangado en el cine, a lo que hay que añadir al menos otra comedia más "Una lección de amor", filmada el año anterior. No obstante, no es el Bergman conocido por todos, no es el hombre que abraza el drama psicológico, de hecho si hiciéramos el experimento de borrar de las mentes de todos los cinéfilos del planeta una película como "Sonrisas de una noche de verano" y de repente la hiciéramos aparecer, no creo que nadie creyese que está firmada por Bergman.

No sé si me explico. Es de Bergman porque aparece en los títulos de crédito como realizador y efectivamente forma parte de su filmografía. Y la vemos porque es de él. Pero poco más, ni parece Bergman ni es una obra maestra de la comedia.

Con paciencia van pasando los minutos y nos metemos en un vodevil gracioso por momentos, no es para descojonarse vivos pero hay algún personaje que merece nuestro mayor elogio. Ese militar que alardea de tratar de forma diferente a la amante es lo mejor, a la misma altura que la criada, que es quien lo tiene más claro y quien más disfruta de ese calenturiento verano.

Entonces, ¿Bergman?; ¿es aquí?; en parte sí, en parte no. Recomendable para completar su filmografía y porque tampoco es una pérdida de tiempo. Los incondicionales, los empalmados fans del sueco, ven aquí lo que tampoco es.

No hace falta insistir mucho en el contexto en el que se realizó "Barrios bajos", mientras en algunas zonas de España crucifijo en mano se 'liberaba' el territorio en el que los rojos campaban a sus anchas, esos mismos rojos, por concretar un lugar del territorio, la ciudad de Barcelona por ejemplo, producían una película cuya copia ha llegado a día de hoy muy maltratada por el paso del tiempo. En realidad, creo que es una suerte que en pleno siglo XXI podamos disfrutar de un largometraje tan peculiar.

Los rojos, sí, los que no abandonaron la ciudad hasta que ya fuera imposible seguir allí, anarquistas, libertarios, da igual ya su etiqueta, montaron una película cuyas ideas nacen de una obra de teatro y que merece todo nuestro respeto. Las bombas caían, los tiros silbaban por el aire, y ellos hacían cine...

No quería insistir en el contexto, pero resulta que la Guerra Civil sembraba de muertes los campos y en Barcelona había quien quería hacer cine: ¿no es esto lo que nos interesa?; ¿no es el romanticismo que todo cinéfilo busca detrás cualquier película con independencia de su calidad?; los que amamos el cine debemos estar satisfechos ya sólo por llegar aquí y poder disfrutar de una película que es sin duda historia del cine.

Evidentemente "Barrios bajos" no es una obra maestra, ni falta que hace, pero llega a nuestros días fresca y potente, con un personaje, 'el Valencia', que es un ciclón. No le hace falta saber leer ni escribir para conocer lo que es la humanidad y la conducta ética correcta. Hay tensión, rifirrafes, algún navajazo, mucha pasión y todo en unos escenarios de la ciudad que producen una nostalgia sana.

Llegarán los fascistas con su yugo y sus curas, sí, ya lo he dicho, aniquilarán todo movimiento librepensador y por la fuerza eliminarán las bases de toda cultura que se aleje de sus dogmas cristianos. Y el cine permanecerá en la sombra durante décadas. Ya lo he dicho. Asco de fascistas...

Para el año de la realización de "Colegas" el caballo galopaba a sus anchas por las calles de las ciudades de España y probablemente la mayoría de los que aparecen delante de la cámara (y los que trabajaban detrás) conocían de primera mano lo que era su uso y consumo. Mala época para una generación, aquellos que desde su vulnerabilidad se enfrentaban en los ochenta a una realidad más dura de lo que creemos, con un futuro muy incierto y demasiados peligros en las calles.

Ignoro si los hermanos González Flores lo tenían tan mal como el Pirri o José Luis Manzano, seguro que mejores opciones tenían. El caso es que delante de la pantalla, aquí en "Colegas", vienen a caracterizar esa generación del extrarradio urbano que malvivía con una tasa de paro elevadísima y unos descampados que son símbolo de una poesía urbana que Eloy de la Iglesia componía a su manera.

La película está lejos de ser una obra maestra, no sólo por las paupérrimas interpretaciones y los diálogos, es cutre como casi todo el cine de su director. Pero llega a día de hoy como ejemplo de una generación y de unas vidas que muchos hemos conocido. Es cine kinki aunque no sean los delincuentes brutos que todos conocemos. Ellos sobreviven y suerte tienen de ir tirando. Hay un momento en el que vuelven de Marruecos y al ver Gibraltar Antonio Flores expresa su pasotismo sobre el tema, se la pela que aquello sea británico: es algo que pasará desapercibido, todos recuerdan las pajillas, su canción, el "estoy preñá" o la sauna gay, pero para mí ese pasotismo, casi nihilismo de Antonio cuando pasa al lado de Gibraltar, es muy descriptivo.

Así que mala, porque es mala de cojones, pero también entrañable y divertida.

El final, lamentable. Creo que el director estaría más que nunca de bajada cuando rodó esas escenas...

Leo sorprendido que hay una división casi perfecta, mitad y mitad exactas diría yo, entre quienes opinan que la primera parte es un tostón y que la película se salva por la última media, y por otra parte hay quienes creen que el humor negro de la primera parte es genial y todo se estropea con el atropello de acción desatada que tiene lugar al final. La reflexión ahí queda, tal vez sea una muestra más de que para los gustos los colores y que cada uno ve cosas distintas de la misma realidad: suerte, para mí, que "Ya no me siento a gusto en este mundo" acaba con esa explosión de creatividad final que lleva a los protagonistas al límite.

Más cosas. Con un título así es normal caer rápido en la tentación de empezar a ver una historia que no le deja muchas opciones a nuestra protagonista, porque una vez te enfadas con la sociedad en su conjunto y te prestas a pelear, estás perdido (o perdida) y las opciones que tienes son nulas, la condena está firmada. No se puede hacer nada, estamos obligados a resignarnos y asumir que el hombre da asco y es tarea nuestra la de aceptarlo en silencio. Si te rebotas tienes todas las de perder, no hay opción, es una lucha absurda.

Así que del humor negro de ella pasamos a ser testigos de la furia grosera y casi gore del final.

Bravo: un amigo mío me dice que hay un poco de los hermanos Coen por allí, algo de Lynch y finalmente también tenemos a Tarantino más allá. La sinfonía que se acaba formando es arriesgada y queda claro que no a todos gusta. A mí, rotundamente sí, me ha gustado y me he empachado, lo cual es bueno!!

Siempre he estado de acuerdo con la bienintencionada afirmación que señala que hay que ser comprensivo con el cine que se hacía hace muchas décadas ya que formamos parte de otra realidad y otra generación. Sobre todo en lo que respecta a la ciencia ficción el contraste es enorme, de manera que ver alguna película de serie B de los años cincuenta del pasado siglo exige tomar una distancia por el bien del espectador actual. Es mejor tomar una actitud tolerante o condescendiente.

Pues bien, esa buena voluntad aquí no sirve de nada porque "Las mujeres gato de la luna" es sin duda una de las peores películas que uno puede ver, lo mismo ahora que en 1953, el bochorno es tan enorme que se hace imposible una descripción justa de lo que supone una película tan horrorosa. No son sólo los efectos (más bien defectos), es más bien que todo, absolutamente todo, es desastroso. Los interiores de la nave espacial son poco más que una oficina cualquiera de los años 50 con archivadores, sillas con ruedas y unas hamacas para dormir. Pero ese derroche de escenificación va a más, desde los trajes de los astronautas a los de las mujeres gata, que bien podrían ser otro animal, simplemente van maquilladas y con mallas negras.

En cuanto al contenido, a la trama, a la historia... Es tan ridículo todo, los diálogos son tan delirantes y las explicaciones son tan absurdas que hay que verlo... no me queda otra que seguir diciendo que no se puede describir de lo malo que es todo.

Es imposible tragarse algo así salvo por el amor que uno pueda sentir por el cine en general, porque nos guste el cine sea cual sea su origen, su género o su contenido. Pero es que lo de "Las mujeres gato de la luna" sencillamente no tiene nombre, insisto, es tan mala que hay que verla.

En parte no deja de ser un capítulo largo de la serie "The Walking Dead", con matices, no vaya a ser que me salte a a la yugular (nunca mejor dicho) alguno de sus fans. Los que no somos fanáticos de nada, de ningún género en especial, de ninguna serie de televisión, creo que llegamos a "Los hambrientos" más verdes y podemos ser más condescendientes. A los zombies de la famosa serie ya los conocemos, van vagando por ahí sin mucho ritmo, mientras que estos canadienses parecen atletas profesionales.

Ciertamente son comparaciones que no aportan mucho, pero como he empezado afirmando que "Los hambrientos" es un capítulo largo de la famosa serie, quiero continuar confesando (y esto es bueno) que tanto la serie como la película contienen momentos de verdadero pavor. Hay escenas muy conseguidas, además de esa buena cantidad de sangre que siempre va bien.

Quedan en el aire muchas cosas (como la serie, sigo ahí poniendo una al lado de la otra), algo que no gusta a muchos y que sin embargo a mí no me parece ningún desatino. Vivimos situaciones nuevas, hablo ahora de la actualidad física mientras escribo, con un virus dando por culo en todo el planeta, así que creo que este tipo de cine distópico, postapocalíptico, relacionado con un futuro en el que la sociedad humana ha colapsado, siempre es muy oportuno.

Para mí no es tan mala, no es 'una más de lo mismo, zombies mil veces vistos antes'...