Vértigo ocupa el noveno lugar en la lista del American Film Institute, que valora en esta categoría las mejores películas de todos los tiempos. Vértigo no es un mierdo, ni mucho menos, pero de ahí a ser un Top Ten histórico...

El barrigudo director Alfred Hitchcock nos presenta en Vértigo una historia onírica en la que importa tanto lo que sucede como lo que no. De hecho, muchos de los planos son más importantes por su contenido colorista y sexualmente evocador que por tener en pantalla al gran James Stewart. Hay una cosa que me jode, y es que digan que Hitchcock se 'inventa' esta historia, cuando el guión no es suyo. Don Alfredo hace muchas cosas bien en esta película, como atrapar al espectador a base de planos amplios que dejan que la acción no pase de ser un simple detalle o conseguir desequilibrar la mente más cuerda (siempre que dicha mente no sea prepotente y asegure entender lo que pasa, ya que si algo es seguro en la película es que vive de la libre interpretación). Volviendo al guión, diré que es bastante bueno, pero que en unas manos diferentes podría haber sido una película de suspense sin más. Hitchcock, en cambio, da varias vueltas de tuerca hasta convertir la trama en un sueño del que es complicado despertar. La oculta lucha interna del protagonista y sus deficiencias, unido a la parte más policíaca y clásica, es aprovechada por Hitchcock para crear un clima de enajenación del que no se puede huir. No obstante, el director de barriga prominente, peca de lo mismo de siempre: cuando hay algo que merece una explicación, cambio de escena y punto. Eso a mí me jode. Me jode muchísimo.

James Stewart realiza un trabajo soberano, atormentado e ineficaz, impotente y cobarde, pero decidido, y no tan inteligente como debiera. Cada uno de los adjetivos se ven reflejados en la cara del actor a lo largo del metraje en la que es una interprtación legendaria. Kim Novak no está mal, pero obviamente la distancia entre ambas interpretaciones es kilométrica. Aunque consigue imprimir el misterio que su personaje lleva consigo, peca en ocasiones de un lenguaje físico un tanto mecánico. En lo de estar tan atenazada, también influye mucho un Hitchcock cuyos personajes podrían reconocerse facilmente con solamente ver lo tensos que están, y no en plan suspense, sino faltos de naturalidad.

Resumiendo, que es gerundio: Vértigo es una buena película. Una muy buena película, a ratos. Un guión intenso y rico en matices bien comprendido por Hitchcock, que se encarga de prolongar la locura y alcanza todos los frentes de la paranoia sin ridiculizarse a base de una buena selección de planos que es la mayor fuerza de la película. Por otro lado, Vértigo también es una película trilera, que sabe que sus manos no son lo bastante rápidas y en ocasiones opta por esconder la pelotita. Y eso, señores, es trampa.

En un mundo mejor es la ganadora del Oscar y del Globo de oro del 2010 a la mejor pelicula de habla no inglesa. De momento yo he visto dos: Biutiful y la que nos ocupa, y la cinta mexicana, siendo bastante normalita, está por encima, sin duda.

No había visto nada de Susanne Bier hasta el momento, la verdad. Y creo que tardaré un tiempo en prepararme para echarle un vistazo a algún otro producto suyo. La directora mueve las cámaras al són de un taladro manejado por un epiléptico, confundiendo al espectador constantemente (sobretodo en el primer tercio del metraje) y creando un clima un tanto atolondrado. El guión, pasa por múltiples situaciones en las que hay un 99% de que ocurra una cosa y solo un 1% de que pase otra, y siempre tira por el porcentaje más bajo. Eso, una vez pase. Dos, vale. Tres, ya mosquea. Más de tres es un insulto. Bier, no contenta con eso, carga la cinta de topicazos melodramáticos que pretenden servir de lección moral o de impulso a la reflexión y que no consiguen más que indiferencia. La cineasta se empeña en potenciar las preguntas que lanza con imágenes relevantes y convierte los diálogos en sentencias, con lo que se contradice, ya que no invita al pensamiento sino que impone su propia forma de ver las cosas.

William Johnk Nielsen y Markus Rygaard comparten protagonismo, siendo lo mejor de la película con muchísima diferencia. Los dos jóvenes actores sacan a flote una historia hundida que solo ve la luz cuando los dos chicos están en pantalla, siendo sobretodo destacable el caso de William Johnk Nielsen. Mikael Persbrndt está bastante correcto, aunque se ve eclipsado por las dos jóvenes estrellas y está maniatado por un papel que pretende ser intenso y se queda en garabato difuminado. Trine Dryholm está muy acertada y aporta carisma y alma a su personaje, que no dispone de cualidades por sí mismo.

Resumiendo, que es gerundio: En un mundo mejor es el eterno pepino de los premios de cine. Una de esas películas que van de trascendentales y no son capaces de lanzar una puta pregunta que invite a la reflexión sin comerse la polla a sí mismas intentando contestarlas con absurdas reflexiones a las que se llega mediante una inagotable colección de casualidades, a cuál más rebuscada. El cine nórdico tiene grandes películas y más de una obra maestra, pero En un mundo mejor es una película en la que se salva la fotografía estática y la jóven pareja protagonista. Nada más.

Cisne negro era la mayor rival de El discurso del Rey para alzarse con la estatuilla que se entrega a la mejor película. Finalmente la película de Tom Hooper se llevó el galardón, aunque para mi gusto, ambas están por debajo de Orígen.

Darren Aronofsky no es un director de esos normalitos, digamos. Quien haya visto Pi (fe en el caos), lo sabrá bien. Dirigió más tarde la película de culto (a mi entender sobrevalorada) Réquiem por un sueño y luego hizo algo más ligero como The Wrestler (con La fuente de la vida entre ambas). En Cisne negro, Aronofsky se mete más que nunca en el cine puro, aprovechando todo lo aprendido en The Wrestler para profundizar en un protagonista construido con esmero y sin bache alguno. El guión es buenísimo, consiguiendo crear una paradoja sencillamente magistral a base de una historia construida con inteligencia y dispuesta por Aronofsky de forma que el espectador pueda identificar las similitudes de la película que él está viendo y la película que está viviendo la protagonista. Aronofsky selecciona cuidadosamente los planos, encaja a la perfección los flashes reveladores y mueve la cámara al ritmo de la coreografía de la obra que presenta. Con un vestuario cuidadísimo que forma parte de la historia como un personaje más y una banda sonora grandiosa y bien colocada, Cisne negro se convierte en película de culto al instante.

Natalie Portman está mayúscula. En la que es la mejor actuación de su carrera, la actriz de apriencia frágil atraviesa docenas de sensaciones, unas más desarrolladas y otra más puntuales, consiguiendo transmitir con miradas, gestos y con su evolución en el baile cada una de ellas. Soberbia multiplicándose para deslumbrar en cada registro, Portman puede estar contenta, pues ya ha hecho ese gran papel en el cine que necesita toda gran actriz para convertirse en inmortal. Mila Kunis, brillante. La actriz de ojos imposibles representa con una potencia enorme la parte que llena "el todo" de Natalie Portman, y consigue aguantar la fuerza de ésta. Por último, Vincent Cassel está correcto en un papel un poco más simplificado que, aunque es importante, no está demasiado desarrollado. Winona Ryer aparece poco, y su actuación es buena, pero no da paa más valoraciones.

Resumiendo, que es gerundio: Cisne negro es un clásico instantáneo. Una gran película que lleva bien el thriller psicológico sin caer en el absurdo y que cuenta con una actuación legendaria con Natalie Portman y otra muy buena en la figura de Mila Kunis. Con un guión ingenioso y perspicaz y una dirección que se funde con los personajes, Cisne negro no es la mejor película del año ni la más original, pero sin duda es una grandísima obra que perdurará a través de los años.

Gran Torino es la enésima obra maestra de Clint Eastwood. Una película que llegaba en el mismo año que El intercambio y que algunos consideran un acercamiento de Eastwood a su propio biografía cinematográfica.

Clint Eastwood es uno de los directores que menos tiene que demostrar hoy por hoy. Todas sus películas se esperan como agua de mayo y el director californiano tiene la puta costumbre de no defraudar. Eastwood cuenta aquí con un guión ligero, que si bien prepara el desarrollo para un clímax deslumbrante, no tiene demasiado que contar. Dicho eso, se multiplica el mérito del cineasta, que convierte esa historia en una película fascinante. Eastwood consigue hipnotizar al espectador con planos que cobran vida y desgranan los muchos matices de unos personajes que comienzan siendo sencillos y terminan por adquirir una dimensión casi infinita. Mr. Clint Eastwood nos muestra, con clase, cómo hacer una gran película sirviéndose casi en exclusiva de su propio talento para meter al espectador en la pantalla y hacer que sienta las emociones como suyas. Hay poca gente tan capacitada para contar historias y no hay casi nadie, a día de hoy, capaz de convertir un matiz en una revelación. Creo que nadie es tan bueno como para impactar con un travelling y una frase a tiempo como Clint Eastwood.

El propio Eastwood protagoniza la película. No es que no me guste como actor, pero está a años luz de su capacida para dirigir. No obstante, sabe cuál es el registro que mejor se le da, y aprovecha eso (algo que tambien sucede, por ejemplo, en Million Dollar Baby). Un fantástico Chris Carley forma parte del trío secundario, marcándose un trabajo sobresaliente y haciendo que me plantee el motivo de no verle demasiado en la gran pantalla. Bee Vang está bien y diría que aprueba, aunque es cierto que en ciertas escenas se le ve ligeramente atenazado. Lo de Ahney Her es una muy grata sorpresa. La naturalidad con la que se desenvuelve la jóven actriz (contaba 16 años en aquel momento) es impresionante. Con una interpretación madura y llena de personalidad, se amolda a la perfección al "estilo Eastwood".

Resumiendo, que es gerundio: Gran Torino no es la mejor película de Clint Eastwood, a mi entender. Pero eso no significa que sea mala, ni mucho menos. Gran Torino es el ejemplo de cómo convertir en arte la simplicidad, de cómo impactar con el silencio y de cómo asestar golpes mortales con una mirada que acompañe a las palabras. Eso es algo que solo los genios saben hacer.

Zathura es algo así como la versión 2.0 de Jumanji. Algo (o bastante) más floja, pero entretenida y enfocada a todos los públicos.

Jon Favreau es el tío que dirigió Iron Man. Antes de eso, hacía películas para toda la casa, tipo Elf o Zathura. En la película que nos ocupa, su labor es bastante buena, enfocando la película al divertimeno infantil, pero sin dejar de lado ciertos guiños a gente con algunos años más y encargándose de que el nivel visual de la cinta sea muy notable y al menos consiga entretener, ya que aquí profundidad, planos o color importan más bien poco mientras no estén al servicio del espectáculo. El guión corre a cargo del reputado David Koepp, responsable de los de Jurassic Park, Spiderman o Men in Black (aunque también es suyo el de La guerra de los mundos) y aquí adapta la novela de Chris Van Allsburg. La verdad es que no sé si eso lo hace bien (es lo que tiene no haberla leído), pero sí puedo decir que en lo referente en exclusiva a la película, consigue una historia que, pese a no profundizar en nada, tampoco se dedica a dejarse llevar sin sentido y jugar a terminar el desarrollo por inercia.

Josh Hutcherson está francamente bien, convirtiéndose realmente en ese personaje odioso al que representa. Jonah Bobo está más discreto, aunque para un chico de su edad, puede decirse que aprueba con nota. Dax Shepard, más que correcto, es la voz de la razón que mete en la pantalla los pensamientos del espectador. Si Jumanji contaba con Robin Williams, Zathura tiene al maestro Tim Robbins, que aunque sale poco, imparte clases de comunicación no verbal en su poco tiempo de cámara. Y está Kristen Stewart... Que sí, que muy guapa, que ídolo de masas por Crepúsculo y que para los fans de la saga vampírica es intocable, pero lo cierto es que, para mí, es la peor actriz del momento (tal vez igualada con Michelle Rodríguez). Stewart merece que le pongan astillas en las uñas, que rocíen con limón un hierro al rojo vivo y la empalen, que la aten junto a un panal de rica miel y que le metan arsénico en el vaso de agua (o ácido en la pasta de dientes, en su defecto). De verdad, Kristen: retírate. En serio. No es que me caiga mal la chica ni nada, simplemente es que se le da tan bien actuar como a mí ganar en carrera a Usain Bolt. Tiene tanto talento para el cine como un ciego para ser vigía de barco. Es tan buena en el cine como Shaquille O'Neal en los tiros libres. ¿Por qué pone esas caras tan raras?

Resumiendo, que es gerundio: la película es prescindible, pero no por ello detestable. Se puede ver y disfrutar, en cierto modo. Entretenimiento familiar sin pretensiones. El único problema es el tema este de la compensación, ¿sabéis? Dicen que en Hollywood un tipo supervisa el reparto, y por cada gran actor que tengas, tienes que poner a un canto 'rodao'. Si tienes a Tim Robbins, pues nada, metamos a Kristen Stewart. Podría haber aprendido algo la muy petarda, pero va a ser que no le dio la puta gana.

El golpe es, según la mayoría de listas que elaboran los expertos, directores, guionistas y/o críticos, una de las mejores películas de la historia. ¿Por qué? Pues por algo así como un millón de cosas.

George Roy Hill, a los mandos. Eso serviría como carta de presentación, pero podría diluirse si su trabajo no fuese, sencillamente, magistral. El director utiliza el recurso "libro" para contar su historia, rozando el método de los comics, y le funciona. El golpe tiene un desarrollo tan vivo, tan dinámico y tan lleno de detalles que abruma al espectador y sorprende a cada instante, con un estilo visual muy original y una puesta en escena soberbia. Además, cuenta con uno de los mejores guiones que se han escrito en los últimos 50 años. Dicho guión ofrece al espectador la posibilidad de entender el tinglado a medida que se desarrolla, y se permite el lujo de guardarse varios ases en la manga para sorprender cuando ya creemos saberlo todo. Lo más positivo de eso, es que lo hace mirando al espectador a los ojos y no por encima del hombro, tratándonos a todos como a iguales, con lo que no recurre a trucos baratos de feriante, ya que es inteligente y no necesita de artificios para elaborar su complejo argumento.

Robert Redford y Paul Newman. Paul Newman y Robert Redford. Ambos habían trabajado juntos, también con George Roy Hill en la exitosa Dos hombres y un destino, y aquí el trío vuelve a encontrarse para dejar otra película imperecedera. Redford está sublime en un papel que se mueve entre la tragedia y la comedia, acercándose al romance (un papel de los de antes, para entendernos), aportando cientos de detalles que hacen de su personaje un pilar maestro de la película. Paul Newman, tres cuartos de lo mismo... o incluso mejor. El mítico bigotudo, grande donde los haya, se marca un trabajo excelente, incluso actuando dentro de la propia actuación, y siendo tan buen intérprete cuando está en el papel de la película como cuando está en el papel que interpreta su personaje en ciertos momentos. El villano está representado por un Robert Shaw que tiene los cojones de estar a la altura de dos colosos como Newman y Redford, lo que ya es suficiente calificativo tratándose de estos nombres.

Resumiendo, que es gerundio: El golpe es una película sensacional. Una obra maestra, sin ninguna duda, que no deja cabos sueltos (tal vez sí algún hilo delgado y casi invisible) y que cuenta con un director de esos capaces de rodar obras maestras, con dos súper cracks como Robert Redford y Paul Newman como protagonistas y, por si fuera poco, con un guión tan inteligente como humilde, que nunca pierde el respeto. Y además está la fenomenal banda sonora... En fin: véanla, por favor. Ya me darán las gracias.

The Hole es una película que te entusiasmará si prestas la misma atención al cine que a la empollona que se sentaba en la primera fila en 3º. A la mínima que te hagas una pregunta, zasca, hostión a la peli.

Nick Hamm dirige (o destroza, podria decirse) una premisa fabulosa. Sin leer la novela, me imagino que estará llena de intriga y de incógnitas. La película, por desgracia, no las tiene. The Hole se mantiene mientras vemos la primera mitad del metraje, pero cuando se ve obligada a dar respuestas, Hamm opta por tratar al espectador como si fuese gilipollas con cuatro trucos de trilero amateur que no engañarían ni a un niño de cinco años. Su selección de escenas para montar el desarrollo es un claro ejemplo de cómo no hacer las cosas. El tipo se arma un jaleo él solo (perdonad si lleva tilde, pero los de la RAE nos traen locos, los muy cabrones, y me parece que ahora no lleva) del que le es imposible escapar sin tener que recurrir a casualidades o a sucesos sin explicación (y sin lógica, que es peor) que suceden fuera de cámara. Resulta que a Hamm le da por pensar que todo lo que hace incrementa la tensión, y el pobre hombre acaba cayendo en un profundo ridículo.

Thora Birch es lo único destacable de la película (junto al topless de Keira Knightley). La actriz está a un nivel notable, aunque se ve golpeada por la pésima dirección de actores (también) de Hamm, que se encapricha en que la chica sea más de lo que es en su multifuncional papel. Desmond Harrington y Laurence Fox son simples caricaturas andantes, como personajes y como interpretaciones, y no llegan nunca a transmitir nada. Keira Knightley es otro personaje unidimensional, aunque al menos la actriz aquí intenta (sin suerte) aportar algo más. Daniel Brocklebank sí está a un buen nivel, aunque tampoco escapa de las estrechas lineas que encierran a todos los personajes exceptuando al de Thora Birch.

Resumiendo, que es gerundio: con una premisa interesantísima y un principio demoledor, The Hole deja claro que podría haber sido una muy buena película. Nick Hamm, por su parte, deja claro que, o bien es un director nefasto, o con The Hole la cagó, o tal vez quería acabar pronto la película porque tenía que cepillarle el pelo a un gato que tiene en casa y se llama Misifú. Sea cual sea el motivo, el destrozo de Hamm no tiene perdón de Dios.

Doce Monos es, según muchos, la mejor película que ha dirigido Terry Gilliam (Monty Python). Bajo mi punto de vista, razón no les falta, ya que si no es la mejor, es sin duda la más completa.

Terry Gilliam siempre tuvo un sentido del humor muy particular, tan británico como el del resto de sus compañeros pero normalmente mucho más sutil y más cerca de lo absurdo. Aquí, Gilliam dirige de maravilla, eligiendo con cautela lo que quiere mostrarnos y lo que no, sin tener que recurrir a trampas visuales, como dicen algunos, y sí echando mano de los recursos que están a su disposición, puestos ahí por un excelente guión. Dicho guión es una de las dos mayores bazas de la película, siendo inteligente y jugando con las paradojas temporales sin caer en el suicidio, puesto que nunca predente ser ostentoso y demostrar que su inteligencia está por encima de la del espectador. El guión está plagado de situaciones simpáticas y hace una buena labor con la evolución de los personajes principales, que siguen caminos inversos pero no se encuentan en ningún punto, puesto que siguen rutas diferentes.

Bruce Willis protagoniza la cinta con una gran interpretación. Su personaje es constantemente descrito con términos psiquiátricos, pero nunca se habla de él a nivel personal o de pensamiento real, y Willis se encarga de transmitir todo lo que no se presupone. Madeleine Stowe está fantástica e interpreta a la perfección su papel, viviendo el camino inverso al de Willis y contribuyendo con el guión para que se vea que, hacer un camino en dirección opuesta a la de otra persona, no significa tener que andar por la misma senda, y puede recorrerse de forma paralela. Antes decía que el guión era uno de los dos puntos más fuertes de la película, y ahora toca revelar el segundo: Brad Pitt. Su actuación me parece, simplemente, perfecta. Es increible la cantidad de registros que tiene el actor, y eso es algo que puede verse con solo apreciar la diferencia entre, por ejemplo, El club de la lucha, El curioso caso de Benjamin Button y Doce monos (por citar tres bastante diferentes). Su papel de loco es algo eterno en el cine.

Resumiendo, que es gerundio: 12 monos es esa película que no gustará a todos, pero que entusiasmará a muchos. Con un guión soberbio y un reparto excelente en el que está Brad Pitt en uno de sus mejores papeles, se convierte en un clásico al instante. Pero es que, además, es una gran película.

Biutiful fue la película con la que todos los españoles "ibamos" en los Oscar por contar con una amplia participación española. No obstante, hay que reconocer, muy a mi pesar (ya que considero al cineasta mexicano como un gran director), hay que reconocer que Biutiful no es una gran película.

Alejandro González Iñárritu es un director ya contrastado, y eso es por su gran capacidad para hacer cine. Sin embargo, no todo lo que haga debe ser aplaudido, ni mucho menos, y Biutiful es el ejemplo. Iñárritu imprime al principio de la película una intensidad y una miseria que se van diluyendo con el paso de los minutos hasta convertirse en eternas exposiciones sentimentalistas de la crudeza que acaban por volverse un tanto pedantes. El director deposita, en lo que es un acierto, casi todo el peso de la película sobre Bardem. No obstante, fracasa en su dirección de actores, aunque en realidad consiga lo que intenta, ya que los personajes son la principal baza de la película para tocar la fibra a todo el mundo. El director mexicano se pasa de rosca y, con una película excesivamente larga, acaba cayendo en unos automatismos nada beneficiosos que hacen de Biutiful una película menos dura de lo que comienza siendo y de lo que podría haber sido. Siendo un buena (aunque rebuscada y con demasiados factores guiados por la coincidencia) película, se equivoca cuando no tiene nada que ofrecer que o sea la portentosa imaginación de Bardem y unos planos en los que la iluminación parece cobrar vida en un trabajo de luces excelente.

Javier Bardem realiza un trabajo magistral, en lo que se me antoja el único del año a la altura de Colin Firth en El discurso del rey. Sobre sí recae la responsabilidad de la película, y Bardem es sin duda lo que la mantiene a flote. Maricel Álvarez tiene una actuación un tanto irregular, mejorando mucho cuando su personaje adquiere su faceta más "nerviosa". Hanaa Bouchaib está a un fantástico nivel, con una fuerza difícil de ver en alguien tan jóven. Eduard Fernández nos obsequia con una interpretación marca de la casa, dando naturalidad a su personaje y convirtiéndolo en una persona real desde el primer momento. Mención también para Diaryatou Daff, que rinde también a un nivel inesperado.

Resumiendo, que es gerundio: la crítica suele ver en las películas con mensaje moral e iluminación sombría grandes películas, y si los diálogos son duros, ya se les va la pelota de mala manera. Sin embargo, siendo objetivos, hay que reconocer que Iñárritu se equivoca y convierte lo que pretendía ser un mensaje moral sobre la miseria en un miserable discurso moralista. El reparto salva a la película del desastre, siendo Javier Bardem el mejor de todos ellos y dando a los que pensamos que es el mejor actor español de todos los tiempos más motivos para seguir creyendo eso, aunque sin desmerecer a Juan Diego, a José Sacristán, a Alfredo Landa y al máximo aspirante al trono: Luis Tosar.

La de Lobezno es la primera de lo que parece que será una larga lista de películas sobre los orígenes de los X-Men. Aunque en general podría decirse que aprueba, le sobran cosas. Muchas.

Gavin Hood fue el primer director sudafricano en ganar un Óscar. La película por la que fue premiado (Tsotsi) no la he visto, pero está claro que cualquier nominación a un galardón es ya un reconocimiento importante. Dicho esto, me centro en la película. X-Men Orígenes: Lobezno es una obra que puede gustar a los fans menos puestos en los cómics, pero que alguno que otro han leído (como yo) y que no sé si satisfará a los más enterados del tema ya que no he podido leer, todavía, la historia en la que se cuentan los orígenes de Wolverine en papel. La película nos ofrece la posibilidad de encontrarnos, en algunos casos por primera vez, con multitud de personajes de la casa Marvel, y eso siempre gusta. Las escenas de acción entre personajes conocidos son buenas y, en algunos casos, soberbias. No obstante, la acción se extiende demasiado por la película, dejando demasiados momentos "Misión Imposible" en los que lo importante son los tiros y las explosiones a cámara lenta. Esto, desde mi punto de vista, está totalmente fuera de lugar. El guión está bastante bien (repito, no sé si es fiel o no lo es) y nos lleva a través de varios capítulos cortos dentro de la misma película a conocer los orígenes de uno de los personajes más carismáticos de los X-Men. Los efectos especiales están muy cuidados y las relaciones entre los personajes bien construidas.

Hugh Jackman fue, desde el primer momento, todo un acierto para el papel de Lobezno. Se le nota que disfruta encarnando al personaje, y eso se traduce en un trabajo magnífico. Liev Schreiber hizo una preparación para encarnar a 'Víctor' (Dientes de sable) a nivel físico, ayudado por una dieta que el propio Jackman le ayudó a perfeccionar. Tras esto, parece que afrontó el trabajo con ganas, y rinde a un gran nivel en la película. Ryan Reynolds está bastante bien, aunque sale poco y tal vez su personaje carece de la crudeza de los cómics, además de ser, en general, una adaptación muy pobre de uno de los personajes que más gustan a los fieles de Marvel. Dominic Monaghan está más bien discreto, confirmando que se le dan mucho mejor las series que las películas, donde no tiene tiempo a apropiarse de los personajes. Bien Kevin Durand y Lynn Collins, aunque por debajo de otros secundarios como Danny Huston y, sobretodo, Taylor Kitsch.

Resumiendo, que es gerundio: excesiva en acción que no viene a cuento, X-Men Orígenes: Lobezno, da espectáculo, como promete, pero no siempre lo enfoca bien. Explosiones gratuitas minan el metraje, que se deja llevar más por el presupuesto que por el talento. Desaprovecha a Deadpool y mezcla un poco las historias, pero en general se ve con facilidad y llega uno a divertirse (mucho) en las peleas de los famosos personajes, que están coreografidas con esmero.

Tamara Drewe es la adaptación de un famoso cómic del que mi persona no había escuchado hablar en su vida. Antes de ver la película, he echado una ojeada, para ver el color y los encuadres, para intentar poder hablar, aunque sea poco, de la parte "adaptación".

Stephen Frears es esa clase de director que tiene sello propio (algo que yo admiro muchísimo), aunque su filmografía es altamente irregular, para mi gusto. Aquí, el cineasta británico se dedica a contar la historia con un montaje ágil y rápido, acertando en ese sentido. No obstante, no mide bien los tiempos, y la película termina convirtiéndose en un monton de círculos cerrados desde el principio que no van a ninguna parte, provocando que el desarrollo se estanque. El guión, acertado en su premisa pero falto de capacidad para evolucionar, es mucho menos mordaz de lo que intenta vendernos, con unos diálogos que en más de un ocasión caen en el ridículo. Ironía y, en ocasiones, casi cinismo, que no pasan de mero sarcasmo de EGB. En lo referente a la adaptación, por lo poco que sé, se pasan el estilo visual por el forro de los cojones, aunque aciertan con los planos y con un montaje qu, como ya he dicho, consigue dar ritmo cómic al asunto.

Gemma Arterton, con una belleza inocente que camufla a su antagonista interior, está muy notable durante la mayor parte de la película, aunque en ocasiones se la ve como atenazada, costándole mucho aguantar ciertas escenas en las que debe mostrar naturalidad. Roger Allam está más o menos bien, aunque no consigue salir del dibujo enfrascado que es aquí su personaje. Bastante correcto también un Dominic Cooper al que, como a Arterton, parece costarle por momentos seguir dentro de su personaje, aunque dada la naturaleza de éste, eso no tiene por qué ser malo. Muy bien Luke Evans, que parece tomarse su trabajo muy en serio y presenta, tal vez, el eslabón más sólido entre la película y el espectador. Notable alto par Tamsin Greig, a la que no se le da nada mal la comedia.

Resumiendo, que es gerundio: Tamara Drewe es una discreta comedia que podría haber dado mucho más de sí, ya que la gran cantidad de posibilidades que ofrece el inicio de la película se ven desaprovechados desde la hora de metraje, perdiendo el interés hasta que la terminas viendo casi por inercia. Sin embargo, aunque se enfrasca en atribuirse una inteligencia de la qu no dispone, hay que decr que tiene varias escenas muy disfrutables. Se deja ver, en general.

Lejos de ella es una película de amor que huye de los tópicos. Eso, en sí mismo, ya es un logro. Pero al sumar cada pequeño detalle que la película se encarga de hacer grande, nos da como resultado una película preciosa y dura al mismo tiempo.

Sarah Polley debuta tras las cámaras. Nadie diría, tiempo atrás, que esa jóven rubia de extraña belleza, era, además de una actriz notable, una cineasta excelente. Sin embargo, Polley se encarga de mostrar al mundo su potencial. La canadiense deslumbra con un alud de poderosas imágenes que hablan por sí mismas, prescindiendo de innecesarios diálogos. Sin embargo, cuando éstos se producen y cualquiera de los personajes mueve los labios, es para decir una frase con peso. Polley hace su trabajo de forma que nada falta y nada sobra. Sin haber leído la novela, intuyo un parecido asombroso, ya que lo que suele diferenciar el papel de la pantalla es la construcción de personajes, mucho más cuidada en la tinta que en las cámaras. Aquí, sin embargo, Polley está (repito, intuyo) a la altura y construye unas piezas con fundamento y a las que son atribuibles todas y cada una de las cosas que hacen, y no descuida un solo detalle de ninguno de ellos, ya sea protagonista o secundario. La dulzura con la que Sarah Polley narra una historia tan humana y tan chocante es digna de reconocimiento. De momento, podemos decir que la antes "sólo" actriz de Toronto es una de las mayores promesas del cine.

Gordon Pinsent está a un nivél estratosférico. La lógica con la que efectua cada movimiento y pronuncia cada sílaba, se convierten en la comida de su personaje, tan bien construido como bien interpretado. Así y todo, se ve eclipsado por la sobrenatural interpretación de Julie Christie, que imprime una naturalidad y una sencillez a su personaje que hacen que éste se convierta en todo un ejemplo a seguir por cualquier cineasta. El trabajo que desempeña la actriz no tiene nada que envidiar a nadie, y fue reconocido con el Globo de Oro, aunque no por los Oscar, de forma, a mi entender, totalmente injusta. Olympia Dukakis nos regala otra maravillosa actuación de esas a las que ya nos tiene acostumbrados, y aporta el contrapunto perfecto a la pareja protagonista. Destacable también es la labor de Kristen Thomson, que representa, tal vez, la lógica más pura, esa que tanto cuesta ver cuando se atraviesa una situación como la que aquí se nos narra.

Resumiendo, que es gerundio: Lejos de ella es una preciosa historia de amor, una magnífica lección vital y, en resumen, una gran película. La fuerza de las interpretaciones unida al poderío ambiental que nos brinda Sarah Polley concluyen en algo indiscutiblemente bello... y horrible.

Siete mil días juntos representa perfectamente lo que es el cine español más negro. Con un reparto fabuloso y un director que conoce a fondo todo lo que tenga que ver con la palabra 'arte', no podía salir nada malo. Y de hecho, no salió.

Fernando Fernán-Gómez cumple con esta película 50 años detrás de las cámaras. Ahí es nada. Con el buen hacer que lleva en la sangre mejorado con los años, Don Fernando nos presenta una película que representa fielmente, por un lado, la estética de las series de la época y, por otro lado, el mejor cine español del momento. Combina ambas cosas para crear una tragicomedia redonda, que funciona en todos sus frentes que, más allá del género, pasan también por la base del matrimonio y por las formas de cada persona de afrontar ciertas situaciones. La película es muy actoral, con lo que el director trata siempre de ofrecernos planos cortos cuando no hay más de dos o tres personajes en la escena. Fernán-Gómez cuida también los planos con objetos que van a ser importantes, y resuelve el misterio antes de que este se descubra, consiguiendo así que pase inadvertido para el espectador.

José Sacristán, actor como la copa de un pino, realiza un trabajo soberbio, sobretodo en las escenas en las que está todo el vecindario. Obligado a representar varios registros, Sacristán cumple con nota en todos ellos. María Barranco está bastante bien. Nos presenta a un personaje simpático y lo hace con la mejor de sus sonrisas, convirtiéndose en alguien agradable desde el primer plano del que dispone. Pilar Bardem, a la que le encantan este tipo de papeles, parece disfrutar a lo grande en Siete mil días juntos, y eso se traduce en una interpretación poderosa, con el nervio y la mala baba que hacen falta en su caso. Agustín González nunca ha estado entre mis favoritos (más bien todo lo contrario) dada su incapacidad manifiesta para actuar sin sobreactuar sin que sus papeles requirieran siempre de ello (de otro modo sería comprensible), pero aquí realiza una buena labor y no baja el nivel de sus compañeros de reparto.

Resumiendo, que es gerundio: Divertida tragedia que Don Fernando Fernán-Gómez nos regala en forma de relato ligero pero cargado de fundamento. La labor actoral es muy notable, y eso se agradece, dada la dependencia que tiene la película de sus personajes. Con un mensaje claro, tiene escenas maravillosas, aunque pueda pecar, tal vez, te pintar con brocha gorda ciertas situaciones.

Winter's Bone es esa típica película independiente que va a los Oscar cada año, en su particulas guiño a los festivales de ese tipo de cine. No es una mala película, ni mucho menos, pero no mantiene del todo la atención.

Debra Granik adapta la novela de Daniel Woodrell. Antes de nada, debo decir que no la he leído, con lo que todo lo que diga va referido única y exclusivamente a la película. La directora comienza sin prisa, presentando a los personajes poco a poco y destapando sus capas. Lo peor de los primeros 50 minutos es, a mi entender, que la repetición acaba por convertir la película en algo similar a un juego de rol. No obstante, sirve de magnífica carta de presentación para los secundarios, que cobran gran importancia con el avance de la historia. Dicho avance, es solo cronológico, ya que la película comienza a perder ritmo poco a poco, hasta que al final casi deja de tener interés. Los personajes son sólidos, pero en el caso de la protagonista sobran ciertos detalles que caricaturizan su personalidad en más de una ocasión. La ambientación está muy cuidada y la iluminación es soberbia, así como la banda sonora, que ayuda a completar unos lugares desconocidos que pronto se vuelven familiares.

Jennifer Lawrence hace un trabajo espléndido. Su sufrida actuación contribuye de manera decisiva al desarrollo de la película, casi sosteníendola ella sola en algunos momentos. John Hawkes realiza también una actuación fantástica, muy metido también en los decorados para formar una unidad compacta. Su interpretación gana al final, cuando dispone de más minutos de pantalla y puede dar rienda suelta a su talento. Lauren Sweetser está a un nivel alto también, en un registro en el que debe demostrar mucho en poco tiempo, lo que implica un nivel de implicación muy alto. Tal vez sea Garret Dillahunt el que menos luce, aunque también es achacable al hecho de representar, tal vez, el personaje más simple de la película.

Resumiendo, que es gerundio: Winter's Bone no es una mala película, pero si queda alguien que deposite credibilidad total en los premios Oscar, podría llevarse un chasco tremendo, ya que no es, ni de lejos, una de las mejores películas de su año. Bien ambientada y con interpretaciones geniales, se toma su tiempo para hacer el cine que busca, pero acaba por ser un tanto larga y, lo que tiene que contarnos, termina por perder interés.

American Beauty, The Straight Story, Matrix, La milla verde, Magnolia, El sexto sentido, Cómo ser John Malkovich, Huracán Carter, El talento de Mr. Ripley, Todo sobre mi madre, Sleepy Hollow, Toy Story 2, La amenaza fantasma, La momia... y muchas más, son películas de 1999. Año importante para el cine, sin duda alguna. Tal vez el más importante de los últimos años (no digo cuantos, no sea que me pase). El retorno de una saga mítica (Star Wars), el inicio de una de las mejores de todos los tiempos (Matrix), la secuela de una de las mejores películas de animación jamás hechas (Toy Story 2), el inicio de una exitosa (en taquilla, que no en crítica, a la que me sumo ya que me parece bastante floja) saga con La moma... Lo cierto es que el último año del milenio nos dejó un buen legado.

American Beauty es una película grandiosa. Con un guión tan original como cuidado al detalle, consigue convertir el drama en comedia y lo paranóico en corriente. Alan Ball sorprendió al mundo, que atravesaba una época en la que se tendía a pensar que el tipo de cine que representa American Beauty casi había muerto. Con el guión en las manos del ya reputado (aunque poco conocido para la mayoría) Sam Mendes, la película crece de forma exponencial, destapándose como una de las más intensas de los últimos años. La gran profundidad de los personajes y la excelente medición de sus posibilidades, la convierten en algo casi perfecto, que encaja sin dejar roce. Mendes nos presenta una dirección completísima, que echa mano de todos los recursos habidos y por haber y reinventa, en cierto modo, la comedia dramática. Imposible no reir con las disparatadas e incómodas situaciones que se nos presentan, e imposible no sufrir en esos mismos momentos. La mezcla sobrepasa lo que la mayoría de los mortales podemos asimilar, con lo que concebirlo se convierte en algo digno de la más profunda admiración. No obstante, consiguió el Oscar a mejor película, algo que, estando Matrix, La milla verde y, sobretodo, The Straight Story, es bastante discutible.

Kevin Spacey realiza, como siempre, una actuación antológica. Su espectacular trabajo se basa en la naturalidad que imprime en todo momento, metido de lleno en una película que le permite dar rienda suelta a su (casi infinito) potencial. Sin embargo, aquí también debo decir que, para mí, el ganador sería Richard Farnsworth, que realiza en The Straight Story una de las más bellas actuaciones que he visto jamás. Thora Birch está muy correcta, tal vez en el mejor trabajo de su carrera. Destacable es también la interpretación de Wes Bentley, que mantiene a su complicado personaje y aporta fuerza y carácter a la interpretación. Quisiera destacar también a Mena Suvari, ya que no la tengo en muy alta estima pero aquí hace un trabajo inconmensurable, así que al César lo que es del César.

Watchmen es la esperadísima adaptación al cine de la novela gráfica escrita por Alan Moore y dibujada por Dave Gibbons. Alan Moore ha renegado de todas las adaptaciones que se han hecho de sus cómics. En el caso de La liga de los hombres extraordinarios es normal, pero tachar el guión de V de Vendetta de "basura" y quejarse de películas como Desde el infierno o Constantine, tampoco tiene mucho sentido, a mi parecer.

Zack Snyder debutó con la notable Amanecer de los muertos, pero fue con 300 cuando su fama traspasó fronteras. Debió aprender mucho rodando la adaptación del cómic de Zack Snyder, ya que Watchmen respeta la ambientación de su propio cómic, pero sin renunciar a la preciosa manera de rodar la acción que Snyder utilizó en su segunda película. En crear ambientación, rodar escenas de acción y proponer una soberbia puesta en escena, Snyder es de los mejores. Sin embargo, es a la hora de contar la historia cuando su dirección flojea. Aunque en Watchmen (y también en 300) el espectador queda cautivado por lo preciosista de las imágenes, cuando la pasión desaparece, lo que queda no es tan positivo. Snyder chochea al final de la película, con un desenlace que se hace excesivamente largo y, en cierto modo, incluso un poco aburrido. No obstante, sabe mantener el ambiguo mensaje de todos los cómics de Alan Moore, y teniendo en cuenta que pasa del papel a la "realidad", eso es un mérito grande.

Sin un protagonista claro, es de justicia empezar por Jeffrey Dean Morgan, ya que para mi gusto es, pese a tener poco tiempo de cámara, el que realiza un mejor trabajo. Malin Akerman es una actriz (y modelo) preciosa, pero sería exagerar bastante decir que es buena en su vertiente cinematográfica, al menos en esta ocasión. Jackie Earle Haley es un actor por el que siento un gran respeto, y creo que las escenas en las que sale sin máscara son motivo suficiente como para que así sea. Patrick Wilson está más que correcto, aunque su personaje es, quizás, el más soso de la película. Matthew Goode también está a un nivel alto, interpretando a un personaje difícil de comprender, pero que se consigue gracias al buen papel del actor y a su fantástico desarrollo. Sobre Billy Crudup sería injusto hablar, ya que "no se le ve" más de dos minutos en toda la película.

Resumiendo, que es gerundio: adaptación muy correcta y película más que aceptable, aunque demasiado larga y con algunas carencias importantes. Cuando terminas de verla, no puedes evitar tener dudas, lo que quiere decir que, al menos, en ese sentido, Alan Moore podrá darse por satisfecho.

Vi por primera vez Wallace y Gromit siendo bien pequeño, supongo que haciendo zapping o en una de esas largas mañanas de dibujos animados de las que disfrutábamos por esa época. Ni idea de que estaban hechos con plastilina en aquel momento, claro. Bastante tiempo después vino La maldición de las verduras, y en uno de esos días en los que en el videoclub solamente quedan feas y (excesivamente) borrachos (símil discotequero) me encontré con esta película y me la llevé a casa. Y me gustó, claro.

Ahora, cinco años después, me ha dado por volver a verla y he confirmado mis sospechas: Nick Park y su equipo son unos genios. Park es capaz de hacer cine para todos, ya que los niños se divertirán viendo "dibujos raros" y los mayores se encontrarán con una comedia que podría patear el culo a Lindsay Lohan, Eddy Murphy y toda esa banda de acaparadores de portadas de películas chorra. La maldición de las verduras, comenzando por lo más impresionante, es una currada monumental en la que se captan todos los detalles de los personajes para convertirlos en seres humanos (o perros, o conejos...). Pensar que alguien puede hacer eso con plastilina y con unos trozos de alambre, hacen que la admiración por esas personas se multiplique a cada segundo que pasa. Además, Park tiene los cojones de esribir un guión notable y de dirigir la película con constantes referencias cinéfilas y no pifiarla en ningún momento. Pero es que, además, tiene los huevos tan gordos que se permite el lujo de seleccionar bien los planos, haciendo de lo que en base es un gran trabajo de producción, una película fantástica.

Los personajes y sus lazos son otro de los aciertos de Park y de Steve Box. Wallace cumple con el cliché del inventor despistado, pero tiene otras cosas que lo hacen único, como su sentido del humor al despertarse y, sobretodo, su relación (definida al milímetro) con Gromit, ese adorable perro inteligente que es, además, capaz de llevar el peso de media película sobre sus espaldas. Victor Quartermeine es un secundario de lujo, que también cumple con muchos estereotipos, pero tampoco deja de lado cosas que lo hacen único, como es (siento repetirme), la relación con su perro o el juego que da su peluca. Lady Tottington es otro personaje que suma muchísimo. La mujer es la más original, si bien tampoco rehuye de lo básico, convirtiéndose, en cierto modo, en la piedra sobre la que gira la historia. El resto de personajes con también brillantes, y Park acierta dando a cada uno el espacio necesario para que, o bien brillen, o bien simplemente aporten lo que se necesita en un momento dado.

La semilla del diablo es la traducción que puso algún genio a Rosemary's Baby, haciendo algo así como un spoiler de cojones, como si cierta película se hubiese llamado 'El psicólogo muerto y el niño'.

Roman Polanski dirigía su primera película en Estados Unidos, después de una exitosa carrera en Europa que encontró su final (en forma de paréntesis abierto) con El baile de los vampiros. En La semilla del diablo Polanski da una auténtica lección de cine. Aunque debo decir que no he leído la novela y no puedo juzgar la adaptación, la película en sí misma es fantástica. El guión produce la tensión que suele atribuírsele a Hitchcock... aumentada. Pese a que a mitad de película comienza a descubrirse todo y eso normalmente es algo malo, en este caso es diferente, ya que se descubre porque la película así lo quiere. A partir, aproximadamente, del minuto 50, la película experimenta una mejoría soberbia, que conduce al espectador por un camino de nervios, incertidumbre y tensión. El manejo de la cámara es brillante, centrándose en la interacción de los personajes, que represenan gran parte de la fuerza de la película. Además, la historia es fantástica y, en su momento, enormemente original. La banda sonora se convierte en parte esencial de la película, remarcando las secuencias importantes hasta convertirlas en una experiencia única.

Mia Farrow está soberbia. El duro momento personal que experimentaba (Frank Sinatra le pidió el divorcio a mitad del rodaje) ayudó y mucho a crear la desesperación que se convierte en base de su personaje. Su gran trabajo físico y la soberbia caracterización acaban de completar un personaje magistral en todos los sentidos. John Cassavetes está, también, soberbio. Con un papel que va perdiendo importancia en cámara conforme avanza el metraje (que se centra en Mia), Cassavetes interpreta un registro con multitud de matices nada sencillo. Sidney Blackmer y, sobretodo, Ruth Gordon, se meten de lleno en sus personajes y ganan algunos puntos más de realismo para la película. Ralph Bellamy, por último, es tal vez el más flojo del reparto principal, aunque sigue estando aprobado de sobra, ya que interviene en varias escenas de las más relevantes y tiene bastante peso en ellas.

Resumiendo, que es gerundio: la naturalidad con la que Roman Polanski filmó La semilla del diablo es lo mejor de una película que tiene multitud de puntos magistrales. Con un reparto soberbio, una ambientación que sirvió de referencia para el terror de los 70, un guión original y fantástico y una dirección magistral, es lógico que hoy en día La semilla del diablo sea todo un referente.

Tercera entrega para la gran pantalla de las aventuras de los galos más famoso del mundo mundial, en esta ocasión adaptando el tercer mejor capítulo de Astérix (sólo por detrás de Astérix y el caldero y, sobretdo, de Astérix en Bélgica, que es para mí el mejor).

Lo de que adapta el capítulo de los Juegos Olímpicos es un decir, ya que una horda de guionistas se unen para subirse a la parra y cambiar demasiadas cosas. Astérix y Obélix pasan en esta ocasión a un segundo plano, quedando con ello la película un tanto falta de sentido. Thomas Langmann y Frédéric Forestier dirigen sin llegar al aprobado. Si bien es cierto que consiguen plasmar mejor la personalidad de Astérix (dirigiendo bien a Clovis Cornillac) que en las anteriores entregas, también hay que decir que ahí termina su mérito. Algo que no entiendo de las películas de Astérix es que, teniendo tanto dinero, siempre hayan recurrido a directores poco conocidos y sin un talento desmedido. Por otro lado, el diseño de producción es fantástico (con dinero se va a todas partes) y los decorados están muy currados. Pero, obviamente, eso no basta.

Clovis Cornillac sustituye a Christian Clavier en el papel de Astérix. Aunque, como he dicho, el personaje recupera parte de sus rasgos típicos del cómic (y el gorro y la peluca son más decentes), ahí terminan las similitudes, ya que Cornillac tampoco da la talla. Gérard Depardieu sigue bien, y aprovecha también un parecido físico con su personaje del cómic mejorado con respecto a las dos anteriores. Ellos son los teóricos protagonistas, pero la realidad es que todo gira en torno a Benoit Poolveorde, que si bien comienza gustando haciendo suyo el personaje, termina por aburrir cuando se le acaban las muecas. Jean-Pierre Cassel es el tercer Panorámix. y aunque, como en los otros casos, el personaje (fisicamente) mejora (en relación a la segunda, ya que el mejor druida es el de la primera), el actor tampoco está a la altura. Por parte de los actores patrios, Santiago Segura no realiza su mejor trabajo y es José García (que aunque nació en París podría decirse que es español) quien salva nuestra honrilla. Alain Delon está bien, aunque también acaba cansando, y es Vanessa Hessler la única que termina la (excesivamente) larga película con más "pros" que "contras".

Resumiendo, que es gerundo: un buen comienzo y un final divertido en esta tercera entrega de Astérix y Obélix, pero nada más. Demasiado larga y sin mucho que contar, se agradecen los minutos finales por los cameos, aunque en realidad es más una satisfacción por curiosidad que por méritos. Película prescindible que no sabe si quiere ser infantil o adulta y fracasa en los dos lugares.

Segunda película no animada sobre las aventuras de Astérix y Obélix, que mejora con ciertas cosas a la anterior, pero que toca el ridículo con demasiada frecuencia en otras.

Alain Chabat fue el elegido (todavía no entiendo el motivo) para escribir y dirigir Misión Cleopatra. Su labor tras las cámaras tiene cierto mérito en lo referente, por ejemplo, a la representación del uso de la poción mágica. También acierta con la voz en off, con textos muy propios del tebeo. Sin embargo, aunque en los cómics siempre había referencias de la época en la que se escribían, aquí Chabat se pasa cuatro pueblos y acaba pareciéndose más a un capítulo de cualquier sitcom que a lo que debería asemejarse. Además, el desarrollo sigue siendo tan repetitivo como en la anterior entrega, pero bastante más lento. Al desaparecer la aldea, desaparecen también muchos de los personajes más carismáticos, y la caracterización de Panorámix (ahora interpretado por Claude Rich) es, sencillamente, bochornosa.

Gérard Depardieu sigue igual que en la primera: graciosete y encantado de encarnar a un personaje tan mitico. Christian Clavier vuelve a estar muy por debajo de su compañero y sigue estancando al personaje (al que, por cierto, no volvería a interpretar, aunque no sé si por decisión suya o porque alguien en la producción tuvo dos dedos de frente). Todavía más floja que la interpretación de Clavier es la de Gérard Darmon, que se pasa de teatral y en multitd de ocasiones provoca vergüenza ajena. Jamel Debbouze es sin duda el mejor del reparto. El actor nacido en París es todo un ídolo en Francia, y viendo lo bien que se le dan los registros cómicos, es comprensible. Si el cuerpo en la primera película lo ponía Laetitia Casta, aquí es Monica Bellucci la que aporta belleca (sin desmerecer a Noémie Lenoir). La italiana es (a mi parecer) mucho más sexy que la francesa, además de estar más capacitada para la interpretación.

Resumiendo, que es gerundio: si se hubiera aprovechado lo bueno que tiene la película, podría haber sido una gran adaptación. Sin embargo, el empeño de Chabat por hacer la historia suya intentando estar a medio camino entre el cómic y la libre adaptación, acaban por condenarle. Se deja ver, pero quedan pocas ganas de repetir.