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8 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
7
El destino caprichoso
Segundo largometraje de Preston Sturges, en el que interviene como guionista y director. Adapta la comedia "A Cup Of Coffe" (1931), del propio realizador, todavía no estrenada. Se rueda en los Paramount Studios con un presupuesto ínfimo, cuando en Europa ya había estallado la IIGM. Producida por Paul Jones, se estrena el 18-X-1940 (EEUU).

La acción tiene lugar en NYC en julio de 1940, a lo largo de algo menos de 24 horas. Jimmy MacDonald (Dick Powell), oficinista modesto de una empresa cafetera, no quiere casarse con su novia, Betty Casey (Ellen Drew), vecina y compañera de trabajo, hasta que haya prosperado economicamente. Tienta la suerte participando en un concurso de esloganes comerciales de la empresa cafetera Maxford, cuyo primer premio es de 25.000 dólares.

La película es una comedia realista en la que el realizador combina ternura y sátira bajo la apariencia de una obra alegre, divertida y optimista. Toca los sentimientos en la justa medida para emocionar sin caer en sentimentalismos, como prueba la ajustada escena de la niña en silla de ruedas. El humor se basa en malentendidos (Sr. Maxford), bromas de compañeros, imágenes sorprendentes (sala con más de 50 puestos de trabajo alineados y despersonalizados), el pintoresquismo de algunos personajes (jefe de oficina), el descarado oportunismo de otros (Sr. Shindel), situaciones surrealistas (desacuerdo del Jurado), las confesiones autocríticas (el empresario que reconoce carecer de talento) y la recreación de slapsticks (la revuelta de los vecinos del East Side con lanzamiento de tomates, pescados y pasteles). Añade elementos de sátira sobre el sueño americano, el concepto de éxito y triunfo, el consumismo compulsivo, la caprichosa valoración del talento, los caprichos del destino. Menciona los avances técnicos (lavadora eléctrica), elogia los inventos (cama desplegable inventada por el realizador), muestra la utilidad de la tecnología aplicada (interfonos múltiples), enseña el nuevo diseño de los teléfonos de mesa, etc. Propone que en un mundo libre y competitivo todos tengan oportunidad de demostrar su valía y capacidad suficiente para afrontar el fracaso. Elogia la incorporación de la mujer al mercado de trabajo (antes de que la IIGM la impusiera en el país) y la generosidad. Lamenta con mordacidad la carestía de la vivienda de entonces.

La música, tomada de grabaciones genéricas, es de Werner R. Heymann, John Leipold y Leo Shuken, no acreditados. Incorpora fragmentos de composiciones orquestales del momento, ligeras, bailables y alegres, con predominio de los instrumentos de viento. La fotografía, en B/N, crea imágenes bien contrastadas, que destacan con negros intensos sobre grises claros los elementos centrales de la acción (protagonistas, muñeca de la niña discapacitada, policía, gato que evoca el destino de la suerte o la desgracia, etc.). Los diálogos son brillantes, la narración es bellamente concisa y la cinta sabe a poco por su brevedad (70').
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27 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
No es el café, es la cama
La Paramount le produjo a Sturges su segundo film como director el mismo año en el que había debutado tras las cámaras con "El gran McGinty". Para entonces, el de Chicago llevaba ya diez años trabajando como guionista, y en "Christmas in July" es precisamente esa faceta la que más destaca. De hecho se trataba de una adaptación al cine de una obra teatral que había escrito en 1931 bajo el título de "A cup of cofee". Rebautizada en 1940 para el cine, "Navidades en julio" es una tragicomedia, ese género tan socorrido por Frank Capra por ejemplo. Jimmy MacDonald (Dick Powell) trabaja en una empresa de cafe en la sección de contabilidad junto a su novia Betty (Ellen Drew), pero Jimmy sueña con ganar un premio de 25000 dolares de otra empresa de cafés que busca slogan, hallando en el dinero del premio la fuente de su felicidad. Tres compañeros de trabajo que saben de su sueño le gastan una broma y le envían un telegrama haciéndole creer que ha ganado el concurso. A partir de allí el talento de Sturges conduce la historia en poco más de una hora mágica llevando a los personajes de arriba a abajo. El reparto es espléndido, tanto Powell como Drew tal vez no eran actores de primera fila pero tenían una cierta reputación ambos sobre todo en musicales, Powell con la Warner y Drew trabajando con Bing Crosby. Ambos volverían a coincidir siete años después en el film de Robert Rossen "Johnny O'Clock". Drew además tuvo que enfrentarse a este rodaje en pleno fracaso de su primer matrimonio.
Pero lo que más destaca de "Christmas in July" es esa aparente sencillez con que sucede todo, ese realismo mágico que tan bien plasma Sturges, aunque luego tenga su revés, su bofetada traicionera. Así como esa relajación con la que se suceden los diálogos como en la primera secuencia en la azotea en la que la pareja escucha la radio esperando el veredicto del concurso. En 67 minutos pasan muchas cosas y con aparente tranquilidad. Son dotes de maestro que no da ni un segundo a planos vacios, escenas de relleno.
Siempre en el cine clásico intento mencionar a los secundarios porque en aquel cine tenían verdadera relevancia y en consecuencia, paradójicamente eran actores de primer nivel, como en este caso Raymond Walburn, actor habitual de Sturges, que interpreta al Dr.Maxford, presidente de la compañía que organiza el concurso.
En líneas generales un gran film del que se extraen ideas y se recogen buenos momentos cinematográficos que medio inauguraba la trayectoria de Sturges, prolífica como guionista en los 30 pero como director casi exclusivamente centrada en los 40. Altamente sugerente y recomendable.
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18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Un cheque por 25 mil dólares y una taza de café
Uno, entre los muchos libros que alguna vez presté (de Prestar: Facilitar algo a alguien para que lo utilice durante algún tiempo con el deber de devolverlo luego) y que nunca me devolvieron (porque la mayoría de la gente asume el prestar únicamente bajo la acepción: Dar o comunicar), fue “El billete del millón de libras” de Mark Twain, uno de los autores a los que siempre leía con plena complacencia.

Fue éste, un cuento que Twain publicó en 1893, y en el cual contaba la originalísima historia de un par de hermanos muy ricos que logran que, el Banco de Inglaterra, les emita un billete de un millón de libras, con el cual consiguen hacer una singular apuesta. Regalan el billete a Henry Adams, un marino que se encuentra solo en Inglaterra y sin un solo peso, y entonces uno de los hermanos afirma que, con solo tener el billete, Henry podrá obtener todo lo que desee. Y el otro hermano sostiene que, hasta que no consiga menudear el billete, no podrá comprar ni una caja de cerillas. Con este menudo dilema, se desarrolla una deliciosa historia que da verdadero gusto leerla.

Altamente probable, que ésta haya sido la fuente en la que se inspiró el dramaturgo, guionista y director de cine Preston Sturges, para la obra “A cup of coffee”, que escribió en 1931, sin haber conseguido nunca llevarla a las tablas él mismo... y tampoco que alguien la produjera para alguna compañía.

Pero, en 1939, cuando ya era un acreditado director de cine, se le ocurrió a Sturges convertir la obra en un guión para cine… y al año siguiente, se estaría exhibiendo con bombos y platillos, otra de las grandes comedias que pudo legarnos en su relativamente corta, pero muy brillante carrera cinematográfica.

“NAVIDADES EN JULIO”, nos trae ahora la historia de un modesto empleado de una empresa fabricante de café que, sintiendo que tiene alma de publicista, decide participar en un concurso sobre un slogan que está promoviendo la Casa Maxford, ¡justamente la competidora de la empresa con la que él trabaja! Pero, James MacDonald sueña, y junto a su novia Betty Casey, hace planes para el futuro... hasta que una pesada broma de sus compañeros lo lleva a creer que, efectivamente, se ganó el gran premio… y en una deliciosa y conmovedora suerte de enredos, nuestro Jimmy se volverá un bonachón que ahora parece celebrando las navidades en Julio.

Con muy originales y sofisticados toques de comedia satírica, Sturges va trazando un certero alegato contra el oportunismo y la necedad de la clase empresarial, mostrando al par de jefes de las compañías competidoras, con unas actitudes bien particulares que los dejarán objetivamente descritos.

Un conjunto actoral inmejorable, donde destacan nombres como Dick Powell, Ellen Drew, Ernest Truex y William Demarest, entre otros, consigue imponer calor, provocación y mucho encanto, a una comedia que se merece nuestros aplausos.

Y es cierto en la mayoría de los casos: “Falta de noticias son buenas noticias”… Así me sucede con alguna gente que conozco.

Título para Latinoamérica: “SU DÍA DE SUERTE”
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Soñar es gratis
Maravillosa comedia que logra enganchar hasta el final y llena de momentos memorables. Yo destacaría la interpretación de Ellen Drew que está soberbia. La historia de una broma que acaba convirtiendose en realidad, de un sueño que se hace realidad. Julio es el mes donde los sueños se hacen realidad, un mes con su propia navidad, como ese tiempo de esperanza y de ilusión donde lo imposible se vuelve posible, como siempre s eha dicho que sucede en Nochebuena, pues a veces también sucede en julio. No se la pierdan, les entretendrá y les hará reir
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8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Puro Sturges
Simpática comedia sobre una pareja de novios de pocos recursos, que esperan hacer realidad sus sueños ganando los 25000 dólares de un concurso radiofónico sobre el eslogan de una marca de café. Película con todas las características marca de la casa del cine de Preston Sturges, un guión ágil, ritmo acelerado, situaciones caóticas e inverosímiles con imprevisibles resultados y grandes dosis de buenos sentimientos. Todo ello impregnado en una sutil crítica al sueño americano capitalista, mostrando las dos caras del dólar a través de las miserias y anhelos de gentes humildes, en contraste con la opulencia de los más ricos. Una buena forma de acercarse al cine de Preston Sturges y pasar un agradable rato frente al televisor.
Nota negativa: Muy mala la calidad del audio en castellano del DVD español que he podido ver.
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7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Correspondencia entre talento y reconocimiento
Un gato se cruza en el camino de una persona, que tropieza y cae. El mismo gato se cruza en el de otra persona, que recibe un ascenso. ¿Ha tenido algo que ver el animal? “Es sólo un gato”, parece decir Preston Sturges en Navidades en julio (Christmas in july, 1940), película que reflexiona sobre el valor del reconocimiento social, y cómo éste cambia la percepción que la gente tiene de las personas que están a su alrededor. La historia se centra en James MacDonald, humilde oficinista de gran ingenio y bolsillos agujereados, que, por su posición social, nunca ha tenido la oportunidad de demostrar su talento. Un malentendido –McGuffin recurrente en el cine de este director y guionista– le abrirá las puertas del éxito. ¿Algo ha cambiado? Es la misma persona…

El cine de Sturges siempre le ha dado importancia a los temas sociales. El tono cómico de sus obras no le impide tratar con cercanía, quizás algo frívola, la pobreza en Los viajes de Sullivan, (Sullivan's Travels, 1941) o romper tabúes y establecer un alegato en defensa de la situación social de las mujeres en El milagro de Morgan’s Creek (The miracle of Morgan's Creek, 1944). En la película a analizar, la separación de clases comanda el fondo del relato, al mostrar la incapacidad de la gente joven de clase obrera para triunfar.

Sin necesidad de recrearse en el énfasis, el detonante de esta historia saca a relucir las penurias de un sistema capitalista profundamente injusto, en el que el talento no es suficiente, pues, más allá de desigualdad de oportunidades, hay un sector de la sociedad que nunca llegará a tenerlas. Una vez anulada la importancia del talento en esa sociedad, toca plantearse qué determina el progreso de las personas. Sturges lo tiene claro: el dinero y el prestigio social. Una misma idea, buena o mala, es una cosa u otra dependiendo de la boca que la enuncie. Semejante planteamiento ridículo pide a gritos su aprovechamiento cómico, que nunca estará reñido con la actitud crítica. La conducta de la sociedad que rodea al hombre talentoso -que sea una mujer ni se contempla- queda retratada por sus juicios de valor, que reverenciarán o humillarán a una misma persona en función del reconocimiento social que ésta haya alcanzado.

Cuando el malentendido se resuelve, el sueño llega a su fin. ¿Se retorna a la casilla de salida? ¿Se está mejor o peor que antes de empezar? El proletario finalmente recibe la oportunidad que ansiaba, y tendrá que luchar duro para demostrar su valía. ¿Final feliz? En absoluto. Sturges plantea una situación desoladora, en la que un malentendido, con la poca importancia que éste puede tener, acaba siendo más importante que el talento de una persona. Y, lo que es peor, esta oportunidad jamás hubiera llegado de no ser por esta jugada del destino.

Ésta, y otras críticas, en http://blogquenuncaestuvoalli.blogspot.com.es/
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4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sobre el éxito y el fracaso
Segunda obra de Preston Sturges en tareas de dirección, de nuevo con un presupuesto modesto de la Paramount que no le permitió fichar a ninguna estrella del momento, a pesar de la buena acogida de público y crítica de su debut (Oscar al mejor guión incluido), pero que al igual que en su anterior película se sobrepone con un guión brillante marca de la casa y una galería de personajes secundarios de gran nivel.

Repite temática al mostrar a un personaje de clase humilde que accede a los privilegios de la clase acomodada, en esta ocasión debido a una broma pesada, y que resulta ser uno de los recursos habituales en las historias de Sturges: la crítica social mostrada a través de una situación anómala y pintoresca que invita a la risa mientras se habla de cosas bastante serias.

A diferencia de su predecesora "El gran McGinty", donde predominaba una sensación de amargura y resignación ante la corrupción política, aquí Sturges sabe pulir los elementos de la comedia a un nivel superior, empatizamos de inmediato con la pareja protagonista formada por Dick Powell y Ellen Drew, los personajes secundarios son entrañables, y hay incluso momento para la bufonada a tartazo limpio (slapstick, dirían en Hollywood), que hacen que a pesar de sabedores de la faena a la que se enfrentarán los protagonistas, la sensación predominante es la de la risa cómplice.

En cierto sentido esta película de Preston Sturges se hermana con la comedia humanista del gran Frank Capra, mostrando al americano medio de origen humilde pasarlas canutas por culpa del sistema que tiende a hacer más rico al rico y más pobre al pobre, pero en ese proceso de sortear las dificultades adquiere conciencia de sus virtudes, posibilidades, y conciencia del enorme valor que tiene la amistad, la familia o la vecindad bien avenida.

Pero el sentido crítico de Sturges no le permite edulcorarnos en exceso el mensaje, siempre en sus historias hay un lado amargo, a veces camuflado, de estricto sentido realista, como una especie de reverso tenebroso al sueño americano. A lo largo de la historia que nos ocupa varios son los personajes que dejan sentencias desalentadoras sobre la vida del trabajador asalariado perdido en el anonimato de una oficina repleta de escritorios. Su supervisor en la sala le llega a decir que no hay nada malo en aceptar que uno nunca tendrá éxito y que eso no le convierte en un fracasado si es capaz de vivir toda su vida manteniendo su trabajo, pagando sus facturas y dando la cara ante los problemas. Ningún sistema se puede mantener si sólo un 0,5% consigue éxito y el resto de las personas se sienten fracasadas por no haberlo conseguido, sentencia.

Entre momentos cómicos producidos por el malentendido, la película va dejando sus mensajes subliminales reflexionando sobre el éxito y el fracaso, sobre la forma en la que nos ven los demás dependiendo nuestro status social o cómo se valora nuestro trabajo dependiendo del concepto que tengan de nosotros.

Da la impresión de que Sturges, más que animar al pueblo a revelarse contra lo establecido, quizás conocedor de lo improbable del éxito de la aventura, prefiere consolarlo para que aprecie el valor de las pequeñas cosas cotidianas, de lo intangible que no se equipara con lo material, que seamos conscientes de nuestro lugar en el mundo. El protagonista de "Los viajes de Sullivan" quería conocer de primera mano la pobreza y la miseria en el mundo porque creía que así adquirirá conciencia para escribir y dirigir una obra dramática que lo encumbrase, encasillado como estaba como experto en comedias. En ese viaje para descubrirse a sí mismo descubrirá que su habilidad para hacer reír no lo limita, sino que era un don que debe apreciar y potenciar. Una forma de decir que no busques lo que no tienes desperdiciando lo que has conseguido hasta ese momento. Y si surge la posibilidad de una ocasión de oro, aprovéchala, pero si nunca se te cruza en el camino, no desesperes. Y si las has tenido pero no ha salido como esperabas, no te sientas como un fracasado, lo importante es haberlo intentado.

Parece poco consuelo para el que hace equilibrios para llegar a fin de mes, pero ya sabemos que el que no se consuela es porque no quiere. Y si el mensaje nos lo presentan con gracia, ingenio, ritmo y buen gusto, hasta apreciamos el consejo.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El slogan.
334/04(07/10/20) Muy entretenida comedia escrita dirigida por Preston Sturges hace ya 8 décadas, con un indudable sabor capriano (epítome el barrio y sus vecinos en jolgorio con los regalos del ‘triunfador’) en su atmósfera de fábula moral que sea cerca a la sociedad con bisturí analítico positivista. Sturges se basa en su obra de 1931 “A Cup of Coffee”, siendo la segunda película de Sturges (hace un cameo Sturges hizo un cameo como un hombre escuchando la radio mientras le limpiaban los zapatos), como guionista y director (tras “The Great McGinty), siendo protagonizada por Dick Powell y Ellen Drew. Partiendo de una idea endeble el director sabe sacarle gran partido dejando al aire las vergüenzas de muchos, entretejiendo una narración surtida de sueños, bromas, equívocos, malentendidos, y hasta un festín propio del más genuino slapstick del cine silente en una batalla callejera de tartas (o similares: pescado, tomates, pasteles,...). Un argumento desarrollado con gran agilidad, con un ritmo trepidante, de ahí sus muy bien aprovechados escaso poco más de una hora de duración (67 min.), donde con ternura, alegría de vivir, esperanza, evoluciona un relato emocionante sin ser sentimentaloide, en una inteligente revisión del Sueño Americano, de sus vericuetos, de como ‘Dios escribe derecho en renglones torcidos’, indagando en la fina línea que separa el éxito de la frustración, entrando con acidez en sentido del Capitalismo, del embelesamiento de este (reflejado esto en el jefe del protagonista y el jefe de la empresa que da el premio) con el Triunfador.

Historia de un modesto empleado de una empresa fabricante de café que, sintiendo que tiene alma de publicista, decide participar en un concurso sobre un slogan que está promoviendo la Casa Maxford, competidora de la empresa en la que él trabaja. Pero, James MacDonald (Dick Powell) sueña, y junto a su novia Betty Casey (Ellen Drew), hace planes para el futuro... hasta que una pesada broma de sus compañeros lo lleva a creer que, efectivamente, se ganó el gran premio, con el slogan: "Si no puedes dormir por la noche, no es el café, es la litera".

El director y guionista indaga en como el prestigio social hace que la percepción que tengan los demás de ti se atomice hasta lo absurdo, te rindan pleitesía solamente porque alguien ha dicho que tienes talento, da igual que tu no sepas apreciarlo, pero si hay algún ‘experto’ que ha colocado este marchamo debe ser cierto y entonces el mundo se abre a tus pies. Con estos mimbres Sturges hace una deconstrucción del Sueño Americano, le da vuelta y media, lo retuerce hasta sacarle su jugo, para venir a decaernos que todos merecemos una oportunidad, esos quince minutos de gloria que decía Andy Warhol, y entonces hay que saber aprovecharlos, para poder establecerse en ese 0,5% que se dice son las que tiene éxito, el resto deben sobrevivir como puedan (¿?).

La pareja protagónica Dick Powell y Ellen Drew resultan entrañables en su nobleza e idealismo; Se suman una notable galería de secundarios que en poco en pantalla saben desprender alma y carácter, como el jefe de sección de James, el jefe de la empresa, el dueño de los grandes almacenes, o el jefe de la compañía de café que el da el premio a James, todos desprendiendo humanidad. Destacar el mordaz uso que Sturges da a un gato negro, sobre si es una señal o ‘solo es un gato’.

El clímax que se da entre su jefe en la empresa y James, con la ‘abogada’ de su novia en un intenso monólogo resulta conmovedor. El epílogo es de lo más predecible, se ve venir de muy pero muy lejos.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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