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88 Críticas de los usuarios

Críticas de los usuarios:
8
Para religiosos...y también para los que no lo son.
Esto dice el director:
"Quise filmar esta historia como si esta hubiera sucedido hace siglos y se tratara de una tragedia griega o un western. Esto me ayudó a distanciarme, a ver a estos monjes como si fueran viejos santos, mientras yo aparecía con una cámara para filmar el pasado".
Pues bien, lo ha conseguido, tanto dar una atmósfera de western (High Noon puede ser una referencia clara), de "crónica de una muerte anunciada", como la de retratar, de manera hermosa, la vida espiritual. Este es el triunfo del film, mezclar, y de hecho armonizar, inquietud y sosiego, miedo y entereza. Por un lado vemos a unos monjes ir inevitablemente a una tragedia y por otro los vemos encontrar la paz. Como individuos y, esto es lo más bello y lo mejor trabajado por Beauvois, como colectivo. El escoger un tipo de vida, encontrar compañeros para ella y, finalmente, afrontar todas las consecuencias de esa elección, de eso trata "De dioses y hombres". Y esto se puede apreciar independientemente de las ideas que tenga uno sobre religión.
Si a esto le agregamos una fotografía estupenda y unas actuaciones memorables(con Lambert Wilson a la cabeza sí, pero secundado brillantemente por todo el elenco), tenemos una de las mejores películas del año.
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89 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Las razones del corazón
Como "Apolo 13", "Invictus" o, desde la propia temática religiosa, cualquier recreación de la pasión de Juana de Arco, este film narra unos hechos reales cuyo desenlace ya es conocido de antemano por el espectador (en este caso el asesinato en 1996 por parte de integristas musulmanes, durante la guerra argelina, de un grupo de monjes cistercienses del convento de Nôtre-Dame de l’Atlas, que decidieron permanecer allí a pesar de tener la opción de abandonar el país).

Como ocurre con este tipo de películas, una vez eliminado el "suspense" del cómo termina, el interés ha de manifestarse por otros derroteros, siendo siempre el más conveniente la profundización en el trayecto. Esto es lo que logra holgadamente Xavier Beauvois, quien no centra su discurso fílmico en el análisis global del conflicto bélico, sino que dedica sus esfuerzos a intentar reflejar el proceso interior por el cual ese grupo de hombres tomó su decisión. De ahí que no nos apartemos nunca del punto de vista de los monjes.

En unos tiempos donde el cine tiende a mostrar el ámbito de lo religioso —y en particular, lo referente al catolicismo— desde polaridades muy extremas (la burla y la ridiculización por el lado de los detractores, o el fundamentalismo neocon por el de los defensores) se agradece la mirada serena, en absoluto dogmática, del director.

De esta manera no se lleva a cabo, como muchos podrían temer —o desear—, ninguna apología del martirio. Al contrario, lejos de cualquier énfasis simplificador, los recovecos de la fe son recorridos por la racionalidad, con una serie de deliberaciones dónde cada personaje expone, siempre argumentada y nunca fanáticamente, sus razones. Nadie hace gala de ningún heroísmo sobrehumano: en el diálogo surgen las dudas, los miedos, las contradicciones…

La eficacia fílmica de una apuesta de este tipo reside en el acierto en el elenco, y aquí sobresale la grandeza del veteranísimo Michael Lonsdale. Acorde con ese tono ya comentado de sensatez, el director huye de grandilocuencias y efectismos, a riesgo de supeditarse a una austera puesta en escena en determinadas fases algo plana o monocorde. Destacan, eso sí, dos extraordinarios momentos comentados en la zona spoiler.

El título de una magnífica crítica de esta misma página advierte atinadamente que es una película para religiosos y para los que no lo son. Lo primero es cristalinamente evidente y no hace falta abundar en ello (podríamos en todo caso añadir que, más que para creyentes de base o religiosos involucrados en una vida de ayuda a los más desfavorecidos, el visionado del film resulta especialmente indicado para las más altas esferas eclesiales). En cuanto a lo segundo, cabe resaltar que, más allá del hecho que a los personajes les mueva una creencia concreta, estamos a fin de cuentas ante una universal reflexión sobre la coherencia ética de actuar de acuerdo a los propios principios y convicciones, lo cual siempre es importante y pertinente.
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59 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
No es película para todo tipo de público.
De hecho algunos han salido de la sala mucho antes de terminar. Advierto que sin la debida sensibilidad hacia esta maravillosa opción de vida, los detalles litúrgicos, de oración y de trabajo en comunidad, pueden parecer lentos, innecesarios y excesivos. Y su meditada y valiente decisión, temeraria, suicida e ilógica. Solo teniendo o comprendiendo qué es la Fe, todo cobra su signficado.

A mí por el contrario me ha parecido excelente. La interpretación, soberbia, y la única pieza musical de la película, totalmente acertada.

Alterna varias escenas donde el silencio y la paz de la comunidad se rompe de golpe y te hace dar un respingo en la butaca. De esta manera, el contraste de estilos de vidas es aún más evidente.

Muy bien plasmada la naturaleza humana de los monjes y por lo tanto, con los mismos miedos, dudas, inseguridades y temores que el resto de los mortales. ("Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz"). Al final se entregan a su más que evidente destino. ("No se haga mi voluntad sino la tuya").

Muy bien llevados los primeros planos en esa "Última Cena". El espectador, como si compartiera mesa con ellos, va acompañando a los monjes por los dispares estados de ánimo que en ellos se van produciendo. Sin duda la escena por excelencia.

Y al igual que el Señor en su Pasión, el ambiente exterior se va enrareciendo y volviéndose más y más amenazador ("no es el siervo más que su maestro") hasta que se cierne inexorable sobre ellos. Estupendo el paralelismo del ascenso hacia su particular Calvario.

Magnífico enfoque para el final, que respeta fielmente hasta donde conocemos de esta triste historia.

Muy recomendable.
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41 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
OBRAR EL BIEN CON LOS DEMÁS Y HACERLO HUMILDE Y VALIENTEMENTE ES LO BÁSICO EN RELIGIÓN
Se trata de una película de temática religiosa, cristiana y católica.

Es un filme teológico-antropológico o viceversa, que refleja como muchos otros del género religioso la importancia, la relevancia, la necesidad que hay de ver películas de este calado, que nos muestren ejemplos reales de la religiosidad cristiana en su mejor y más valiente cotidianidad.

"De dioses y hombres" es una película cautivadora por su espiritualidad. La palabra espiritualidad es obviamente y por excelencia una palabra religiosa. El concepto de espiritualidad tiene que ver con la convicción de formar parte de algo más esencial y trascendente que nosotros mismos, algo que es intrínsecamente bueno y divino. Ahora bien, para sintonizar nuestra vida con dicha dimensión espiritual, trascendente o Dios, hay que hacerlo sobre todo a través de la relación práctica con los otros seres humanos, procurando el bien de ellos.

Esta película habla, expresa, muestra todo esto, la praxis y la "parresía" del hecho religioso, ejemplificado en el sentido positivo en esta magnífica religión que ha transformado el mundo y que se llama CRISTIANISMO; y también algo de la degeneración del hecho religioso (en su lamentable vertiente negativa, terrorista o maléfica), porque como bien dice un pensamiento de Blas Pascal, citado en este filme: "Los hombres nunca cometen el mal más plena y alegremente que cuando lo hacen por convicciones religiosas."

Me quedo, entre todas las escenas de esta película, con las reuniones sencillas de los siete u ocho monjes, hermanos en su pequeña comunidad cristiano-católica situada en el Norte de África, en medio de tierras y gentes islámicas; son asambleas para exponer problemas, para hablar, para decidir, etc., pero con el reluciente detalle de que en todas se enciende siempre una vela y se pone en el medio de los presentes, como indicativo de que allí donde dos o más se reúnen en nombre de Jesús de Nazaret (Mt 18,15-20) y con su más aproximado estilo existencial, allí mismo está su Espíritu, su Luz, su Fuerza y su Energía maravillosa.

En este contexto y tomando como referencia el propio título del filme, quizás convenga recordar el lúcido aforismo del gran teólogo Kart Barth: “Cuando el hombre pierde a Dios encuentra a los dioses”.

Fej Delvahe
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34 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Héroes
Corren malos tiempos para el clero, señores. Pero si un servidor sigue manteniendo indemnes sus férreas convicciones cristianas (ya ni católicas me atrevo a afirmar) es, entre otras cosas, porque sigo teniendo el convencimiento que no toda la iglesia está podrida. Que no todo es pederastia en el ámbito religioso. Que no todo se reduce a lo que diga o haga Ratzinger y sus acólitos. Que aún existen monjes y sacerdotes con vocación verdadera. Sacerdotes que más allá de vivir del cuento o hacer las mil y una para encauzar adecuadamente su carrera eclesiástica consideran prioritario ayudar a los menos favorecidos. Como Pere Casaldàliga. Como estos 8 monjes del Monasterio del Atlas. Seguidores de la Teología de la Liberación, dicen. Pues eso, de la Teología de la Liberación. La única rama del catolicismo de la cual no me avergüenzo y que —afortunadamente— me proporciona argumentos más que suficientes para seguir considerándome un cristiano más. Un cristiano, eso sí, poco dado a cualquier práctica de índole litúrgica. Lo admito.

Aún así —como otros usuarios han apuntado acertadamente— que nadie se equivoque: “De dioses y hombres” no es un film religioso. Ni un film religioso, ni catequizador, ni panegirista ni, mucho menos, un film crítico o fiscalizador. Se trata, única y sencillamente, de un film con un profundo y sincero mensaje humanista. De un film que, más allá de analizar las actitudes o las reacciones del integrismo islámico, tan sólo pretende mostrarnos con toda la honestidad del mundo el punto de vista de unos monjes que en su día decidieron dedicar su vida a los menos favorecidos. Con sus dudas, sus miedos y sus contradicciones. Un punto de vista que se afianza en ese parsimonioso ritmo narrativo que toda peli contemplativa o reflexiva necesita en mayor o menor grado y que, gracias a las sobrias y convincentes interpretaciones de Lambert Wilson y Michael Lonsdale, adquiere una pátina de verismo y discreta heroicidad absolutamente conmovedora. No se la pierdan.
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31 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Unos hombres extraordinarios y una peli mediocre
Si sólo dependiese del tema ésta sería la mejor película de la historia. ¡Qué heroísmo y qué sencillez la de aquellos monjes! Y ¡Qué admirable que alguien utilice el cine para transmitir ese ejemplo tan extraordinario!
Lo malo es que el tema no lo es todo: está la dirección, el guión, los actores, la banda sonora, la fotografía...Y es ahí donde esta peli flojea bastante.
No se trata de que sea lenta, eso no es ningún defecto. Lo malo es que apenas transmite nada. En ningún momento llega a ser intensa, en ningún momento llegas a meterte en la historia ni en los personajes. Se insinúan muchos temas sin profundizar en ninguno: el desarrollo del integrismo en Argelia, la vida de las comunidades campesinas en el Atlas, la vocación de los monjes...
Algunas escenas se alargan o se repiten demasiado, como la del tañido de campana, y otras se cortan atropelladamente sin venir a cuento, como la del monje arando con el tractor (¿Qué pinta esa escena en el montaje final? ¿Se les olvidó eliminarla?). En cuanto a los actores no es que sean malos, pero creo que para salvar una historia como ésta, donde ocurre poca cosa y lo importante transcurre en el interior de cada uno, harían falta unos verdaderos maestros de la interpretación.
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24 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Estoicismo
Esta es la primera obra que veo de Xavier Beauvois y el resultado ha sido verdaderamente satisfactorio. La película en cuestión gira en torno a un monasterio católico de monjes cistercienses situado en Tibhirine, al sur de Argel y es, sin lugar a dudas, un homenaje muy personal del director para con la comunidad cuyo día a día podemos seguir durante las dos horas que dura la película. Los resultados alcanzados por el director son increíbles. La historia no era para menos, pero todos hemos visto naufragar historias aún mejores, de modo que de ningún manera resta mérito a Beauvois.

En primer lugar cabría destacar las interpretaciones: todas rayan a un altísimo nivel, de hecho en ocasiones uno llega a pensar que los actores nacieron con los hábitos puestos. El nivel de realismo alcanzado por el film es sobrecogedor, la credibilidad de las actuaciones salta a la vista. Una de las críticas que aparecen junto con la sinópsis acusa a la parte central del largometraje de pecar de cierta lentitud, desde mi punto de vista es algo con lo que juega el director, quien va creando en el espectador a través de esa calma la angustia de lo inevitable. Denota cierto desprecio por el buen gusto y la amplitud de miras hacer una crítica en este sentido. De hecho el film se estructura a través de las lecturas y, sobre todo, los canticos de los monjes, quienes van dando fe (nunca mejor dicho) de su estado de ánimo tanto individual como colectivo por medio de éstos. Una de las cosas que mejor observamos es el crecimiento de los monjes por medio de ese estoicismo a la cristiana, los intentos de éstos por sobreponerse a sus dudas, la búsqueda del contacto con la divinidad en la naturaleza y en los hermanos, en el contacto con el rebaño... y en paralelo a esa lucha individual que todo cristiano libra contra sí mismo se produce el fortalecimiento de la comunidad. Porque si algo refleja de maravilla la película es la influencia que tiene el modo en que el individuo se forja a sí mismo en su relación para con los demás, de un modo más marcado si cabe en una comunidad de monjes como ésta en la que la dependencia es mútua.

Pero es hermoso ver el modo en que Xavier Beauvois ha sabido destacar lo que parece una paradoja: la liberación del individuo por medio de la religión, porque aunque la mayor parte de nosotros partimos del hecho de que ésta es una pesada joroba que subyuga al individuo, en este caso se percibe de otro modo; aquí la religión no sólo es un fuerte elemento cohesionador a nivel comunitario, sino que además aporta el sostén necesario para que esta comunidad de monjes pueda hacer aquello en lo que cree y ser aquello que desea: hermano de todos los hombres y colaborar con éstos en todo momento y dentro de la medida de sus posibilidades.
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18 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Ramas y pájaros
La fe mueve montañas o las hace permanecer en su mismo sitio. En “De dioses y hombres” aparece la interesante percepción de la fe y el entorno. ¿Son la fe y las creencias en deidades las ‘ramas’ donde nos posamos esos ‘pájaros’ llamados seres humanos? ¿Sin ramas, dónde descansaríamos? ¿Vagaríamos en un eterno vuelo por los cielos sin posibilidad de reposar? ¿Caeríamos fatigados por el cansancio? Tal vez el debate sobre la necesidad humana de la religión o de la filosofía quede aplastado por necesidad física en tiempos de necesidad económica. La fe no da de comer aunque sí la caridad benéfica. Pero tampoco es el debate del filme de Xavier Beauvois. El contexto, eso sí, de la propia cinta es que en el mismo año de crisis mundial se han estrenado dos cintas que habilitan el concepto del alma humana: “Más allá de la vida” con Eastwood, bajo mandato y efluvios cándidos de Steven Spielberg, y “De dioses y hombres”, que narra los hechos ocurridos en el monasterio del Atlas, en Tibhirine en momentos convulsos de fanatismo que alteraba la convivencia y agitaba brutalmente árbol, ramas y pájaros.

Idealismo cristiano en mano y condena a la violencia parecen los signos claros de una propuesta que construye un mundo exterior desde el interior. No hay ni discurso del buen samaritano, que puede ser utilizado con fines partidistas ni religiosos, ni tampoco se pretende realizar un ejercicio de mártir y martirios. Todo lo contrario, “De dioses y hombres” es la crónica y asimilación de una muerte anunciada y el rigor de constituirse como rama dentro de unos principios donde parecen no existir. En tiempos duros y difíciles donde el compromiso moral ha quedado sofocado para satisfacer intereses netamente personales llega una película tan luminosamente laica como brillantemente religiosa. La fe es vista como un mundo perezoso de debilidad y de cuerpo espiritual y fantasmal. Los tiempos han quedado apagados en la creencia de entidades mucho mayores y más factibles.

Se habla de la alianza de civilizaciones pero lo hizo un ser al que los miembros americanos calificaron de idealista trasnochado. Son duros tiempos para creer en ideales en un mundo material. Tal vez sea tiempo de llorar y emocionarse en una última cena a ritmo de ‘El baile de los cisnes’. Tal vez sea el momento de pensar en un mundo que dejó de creer en algo más importante que dioses invisibles y omnipresentes. En un mundo que dejo de creer en los hombres y, por lo tanto, en sí mismo.
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14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Pequeños Dioses
Hemos vivido unos años en los que el cine realista había desarrollado un estilo muy determinado al que se ha apuntado todo aquel director que se precie de estar a la vanguardia, en la cresta misma de la ola. Cámaras frenéticas, planos subjetivos enloquecidos, ausencia de límites en el contenido de las imagenes, con lo que nos hemos puesto las botas con sexo y violencia hasta salirnos por las orejas. Eso, ya está, ya lo tenemos: la cámara sin trípode y en manos de un operador con parkinson ES el realismo. Pues yo andaba ya un poco hastiado de tanto mareo, y de un cine tan ansioso por sorprender que al final ha terminado por ser previsible.

Me pareció muy interesante una película del año pasado llamada Ajami, una película con afan realista que formalmente se limitaba a mostrar los hechos, sin volver loco al espectador. La película termina siendo cruda y creíble. De Dioses y Hombres se afilia en esta línea. Puede que estemos ante un nuevo estilo de cine realista, donde es más importante lo que ocurre dentro del encuadre que la forma que se da a ese encuadre.

De Dioses y Hombres es una película realista y cruda. Está narrada a un ritmo pausado, sin prisas. La puesta en escena está depurada al máximo, se guía por la austeridad, no solo en aquello que muestra, sino en como lo muestra. No hay más planos que los imprescindibles para mostrar lo que está contando, ni uno más. Y de ese modo, la cámara, desaparece y el espectador viaja al interior de la película.

La primera parte se hace casi aburrida, se puede llegar a pensar que es innecesaria tanta rutina. El dispensario, el huerto, la comida, los oficios... La película no empieza nunca. ¿Estamos en un documental? He leído en otras críticas que tanta lentitud hace daño a la película. Discrepo de ello. La primera parte es un elemento imprescindible para que funcione la segunda parte, es su única razón de ser. Sin ese ritmo lento inicial, el desenlace no tendría la potencia que tiene.

En la segunda parte, la película no acelera su ritmo. Lo que crece exponencialmente es la tensión dramática. Y es precisamente la pausa con la que ocurren los acontecimientos, en la cual ya estamos metidos, la que genera esa tensión. Es una brillante ejecución por parte de Xavier Beauvois, que demuestra que domina a la perfección los mecanismos para narrar una historia.

La violencia está implícita en las imagenes austeras. Y pongo como ejemplo, sin desvelar, una secuencia que a juicio del que suscribe, es sencillamente genial: mientras los monjes rezan en la capilla, un helicoptero sobrevuela el monasterio. El ruido en la callada hora de la oración, resulta aterrador. No hace falta nada más. Toda la película, conceptualmente, está fabricada para que momentos como el que acabo de describir funcionen.
(Sigo sin desvelar)
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13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Una historia bien narrada
Viviendo en Francia, tuve la suerte de ver "Des hommes et des dieux" hace dos meses y ahora me congratulo de que se vaya a estrenar en España, pues si pocas son las películas francesas que se estrenan en el estado español, por lo menos, llegan de las mejores que se hacen en el estado galo.

Es una película que sabe describir todos los estados de sentimiento en las que se puede encontrar un hombre en situaciones extremas. El miedo, la tensión y el amor. Un miedo ante lo que pueda suceder, la tensión de verse bajo una amenaza que no se entiende y el amor por una vida y un lugar... por un objetivo en la vida. Describe paso a paso todas las etapas, sin saltarse ni un punto importante, con escenas magistrales llenas de emoción, donde alegría y lloros van unidos. Una aceptación de la realidad que les toca vivir, cogiendo y abrazando la vida con amor y espiritualidad, con respeto hacia los demás y hacia el momento que les ha tocado vivir. Poca gente, hoy en día, queda con tanta entereza como esos monjes.

Por otro lado, la película siendo un hecho real, explica lo que se sabe, no hace especulaciones ni busca el morbo o una crítica desmesurada sin pruebas. Las cosas sabemos que pasaron de una manera y que no se investigó todo a fondo, pero allí quedo y Xavier Beauvois nos lo explica con una historia magistral que todos debemos ver y aprender para entender un poco mejor la mezcla de culturas.
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13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Semper fidelis
Al contrario que las típicas películas basadas en hechos reales, "De Dioses y hombres" no se conforma con la simple reconstrucción de los hechos y aprovecha para hablar de algo más. Su tema es la fidelidad a las creencias, a la comunidad y a los amigos.

A cada hora que pasa el tiempo de los monjes se agota, ellos bien lo saben, mas no se apresuran y respetan el orden habitual de sus ritos, reservando el diálogo para su reunión semanal. E incluso entonces no ceden a la urgencia y aguardan su turno.

En sus oraciones y sus himnos se oyen palabras sobre el sacrificio y la fe y al final ha llegado el momento de demostrar, de inhibir los instintos animales de supervivencia y hacer prevalecer el raciocinio, algo puramente humano.

Los que se plantean marcharse se preguntan qué harían después, entonces se dan cuenta que sus compañeros de orden también son sus amigos, parte esencial de su existencia, y que, desde el momento que se hicieron monjes y se marcharon a ese apartado lugar, ya entregaron su vida, que no llegaron ahí porque fuera lo más cómodo, que por lo tanto permanecer con la gente del pueblo y los demás monjes es una consecuencia directa de sus elecciones.

Admirable como no se incurre en golpe bajo alguno. No se introduce ninguna escena sensiblera (ya saben, por ejemplo, una niña enfermita que diga lo evidente y les agradezca que se queden porque son sus amiguitos) que multiplique artificialmente la emoción y genere una falsa impresión de impacto. También renuncia a crear suspense mostrando cómo se desarrollan las intrigas político-religiosas. A excepción de la escena de los croatas, el punto de vista no se desvía de los monjes y el peligro se desarrolla en elipsis. Esta historia es sobre su entereza y su coraje, no sobre la situación del país. No cabe duda que Beauvois decidió enfundarse el hábito y mantener el rigor del planteamiento y no ceder a las demandas de la comercialidad. En ese sentido, el único reproche que se le puede hacer es que caiga en algún contraste efectista y monte una escena que empieza con un golpe seco después de otra silenciosa.

Aparte de eso, su hacer como director es magistral. La forma se contagia de esa dicotomía entre divino y humano y, así, se muestra contrastes entre la calma del monasterio y la agitación vida en el exterior (con escenas vitalistas como la de la boda o duras como el post tiroteo), las creencias musulmanas y cristianas, las dudas y las certezas, la solemnidad del zen cristiano y la espontaneidad de algunos golpes de humor, que en algunos casos son negrísimos (*); la amenaza de los fanáticos y la del ejército (emocionante escena del helicóptero) o el ascetismo del realismo estricto y la elevación del realismo poético de la escena de la cena con “El lago de los Cisnes” de fondo. Dónde no hay división posible es en la nobleza que finalmente se impone en todos ellos y así se demuestra que en este mundo hay lugar para algo más que el cinismo o el rancio pragmatismo.
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Sobre lo divino y lo humano
La nueva propuesta de Xavier Beauvois habla de hombres y de dioses, del huevo y la gallina, de la fe, la ideología y las personas. Filma con sumo cariño la rutina y rituales de unos monjes franceses que viven en un monasterio de la Argelia convulsa, una acción kamikaze que muchos describirían como poco cinematográfica. La película transcurre entre cánticos y diálogos enriquecedores, y el director trata a sus personajes con respeto, con la misma tolerancia y comprensión que demuestran los monjes: ellos, reunidos en una mesa de formas bíblicas, deciden y votan uno a uno si, tras una serie de asesinatos por parte de radicales musulmanes, deben abandonar o no sus tierras y volver a Francia.

Como agnóstico, De dioses y hombres propone la posibilidad de 'otra religión' que trabaje y vele por la comunidad, que esté al tanto de lo que se cuece en las calles, que viva su fe desde la más estricta humildad, sin sermones adoctrinadores ni falsas consignas. De dioses y hombres habla de la solidaridad entre seres humanos y para ello diseña una trama entre la calma de los rezos y la amenaza extramuros de una revuelta sanguinaria. Sabe, además, tratar a sus personajes con las medidas cuotas de heroicidad, intentando distanciarlos de los verdaderos monjes que, en el año 1996, fueron asesinados por causas que aún se desconocen.

De dioses y hombres es una reflexión sobre la moral, un ejemplo de tenacidad en tiempos de crisis (algo que convierte la película en una propuesta de rabiosa actualidad), una sutil historia que abre debates pero nunca ampollas. La prueba del oficio de Beauvois se demuestra a cada plano. La cámara filma las caras de los monjes de forma que cada uno goza de una personalidad reconocible, con sus miedos e inquietudes, y al mismo tiempo todos ellos forman un colectivo, una esencia, una unidad regida por el respeto y la democracia.

El compromiso, la firmeza y la elegancia del film se completan con un final poético, nada escabroso, nueva muestra de que la película es más un elemento de paz que un arma de fuego, una propuesta que titubea con el cine político, social y religioso para acabar fuera de toda etiqueta. Quizás Beauvois se excede en la duración de algunas escenas, pero De dioses y hombres tiene la fuerza de ese cine que no se olvida después de abandonar la sala. Ejemplo de excelente cine europeo que llega cada año, casi siempre desde Cannes, y casi siempre a cuentagotas, para recordarnos que el cine de verdad todavía no ha muerto: resiste, austero pero potente, como los monjes del film y la encrucijada moral que representan.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities, http://cachecine.blogspot.com
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Humanidad plena
No puedo añadir novedades a lo que la mayoría de los demás han escrito, pero yo la he visto tres veces para poder captar los pequeños detalles, la evolución de los personajes, los juegos de miradas, los diálogos (espaciados, serenos o dramáticos).

Me ha parecido excelente el que se haya contado tan bien esta historia (que yo había olvidado).
Y es un hecho entre tantos otros, pero me doy cuenta del bien que puede hacer el cine: difundir, con toda la calidad del buen profesional, un mensaje esperanzador. El ser humano es capaz de amar hasta dar la vida (parece increíble). Yo he salido mejorada. Sé que no es una crítica propiamente cinematográifica, no me importa. Me parece muy recomendable en estos tiempos de locura colectiva.
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15 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
ORA ET LABORA
Mi primer encuentro con Xabier Beauvois fue agradable y sorprendente con su Villa Amalia. En ella su protagonista iniciaba un camino desesperado despojándose de todo para encontrar su lugar en el mundo. Aquí Beauvois nos propone el sentido inverso, el de aquellos que lo encontraron y fieles a sus convicciones no quieren abandonarlo aún a costa de su vida. Lo que en Villa Amalia era un ritmo trepidante aquí se torna pausado, lento, quizás demasiado con repeticiones de las rutinas de los monjes que si bien definen su forma de vida alargan el metraje innecesariamente.
Esta comunidad de monjes cistercienses y su peripecia vital ocurrida a finales de los 90 en Argelia le sirve al director para introducirnos en un microcosmos de seres marginales aferrados a una fe que no entiende de otra realidad que no sea su propio mundo y la ayuda al necesitado sea cual sea su raza, color o religión.
Hay serenidad en las imágenes que consiguen que formemos en mayor o menor medida parte de esta comunidad durante algunos minutos, hay amor por una tierra espléndidamente fotografiada y hay un gran trabajo actoral apoyado en primeros planos de unos rostros esculpidos para la ocasión.... pero también hay trampa con una planificación que juega con ventaja y sabedora del final prepara demasiado la jugada y fuerza escenas buscando un clímax emocional (la última cena) donde la cámara toma demasiada presencia detrás de cada plano que pretende ser intimo y personal.
El abandono de una mayor profundización en el entorno socio político resta puntos de vista y fuerza dramática a los hechos y lo que pretende ser una visión neutral acaba por tomar partido. Me quedo con los pequeños detalles, con las escenas mínimas que recorren la cinta donde el amor de estos hombres queda reflejado en los consejos del medico (soberbio Michel Lonsdale) o un Lambert Wilson retirando las gafas y el libro, una vez dormido, a uno de sus hermanos en la fe. Los dioses que mueven los hilos de unos y otros parecen ocupados en asuntos mas celestiales.
jcelziete.blogspot.com
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Nos quedamos
Me ha chiflado la película en cuestión. Me ha parecido magistral esta historia sobre los moradores de un monasterio en África del Norte y la situación de estos ante la irrupción del integrismo árabe en la zona.

El filme está contado con un tempo maravilloso, jalonado estupendamente por momentos de reflexión/tranquilidad donde los rezos y los coros que conforman casi la totalidad de la banda sonora del filme de forma muy acertada se ven irrumpidos por la acción violenta y la precipitación de los agentes externos del monasterio y que va a haciendo mella en los integrantes del monasterio de desigual manera así como en el pueblo.

A pesar de una inusitada autocomplacencia y autoindulgencia para con los monjes (extensible al resto de la película) en la escena del tema musical de ‘El lago de los cines’ me pareció un auténtico prodigio de catarsis excelentemente planificado y rodado.

Como he dicho antes, el filme puede pecar de algo partidista en su enfoque al tomar parte por el propio espectador pero en resumidas cuentas me parece un filme muy estimable y una sonora ‘guantá’ a aquellas personas que despotrican contra un pueblo por culpa de unos pocos, a los gobiernos corruptos como a esa aberración llamada integrismo.
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12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Dudas existenciales
"Des homes el Dieux" (De dioses y hombres) de Xavier Beauvois se basa en la historia real a principios de los 90 de una pequeña comunidad de monjes cistercienses (de la orden trapense) que residen en el monasterio de Nôtre-Dame de l´Atlas, en la pequeña región montañosa argelina de Tibhirine. El film narra la vida diaria de estos monjes católicos que conviven en perfecta armonía e integridad con sus vecinos musulmanes, hasta el punto de curar a sus enfermos y de participar en sus ritos de iniciación. Los nativos les consideran la "rama sobre la que se posan los pájaros".
Su circunstancia va a cambiar radicalmente cuando un grupo de extremistas islámicos les amenaza -toda Argelia está amenazada por una guerra civil- y les obliga a tener que decidir entre quedarse en la que consideran su tierra o volver a Francia, su país de origen.

El propósito de Beauvois no es realizar una película religiosa ni tampoco dar una mirada laica que le distancie de la vida monacal que cuenta. El director describe en la primera parte del film la realidad de la entrega de los monjes desde el punto de vista de éstos, el mensaje de paz que transmiten, cómo rezan, cantan, meditan, pasean o trabajan.
Con la llegada de la amenaza terrorista la película cambia de registro y se centra fundamentalmente en las dudas y temores que asaltan a los monjes tanto individual como colectivamente ante la tesitura de huir o quedarse con la amenaza que ello supone. Beauvois templa la cámara y la sitúa en primeros planos para que podamos ver los motivos, impulsos, miedos, dudas y decisiones que impulsan a cada monje a decidir su futuro, centrando la tensión fuera de la violencia imperante.

El reparto es excelente, con una interpretación basada en la introspección. Los actores dan forma física a los miedos y dudas en la que se debaten los monjes ante su decisión moral. Destaca Lambert Wilson (hermano Christian, prior del monasterio), que vive su responsabilidad con angustia sin poder exteriorizarla y el veterano Michael Lonsdale (hermano Luc), el monje médico y más liberado, acompañados por unos excelentes secundarios.

Aunque el film se basa en unos hechos históricos no es intención del director recrear de manera minuciosa la crónica de una época aunque deja bastantes pinceladas sobre el tema de fondo de la guerra argelina. El mérito de “De dioses y hombres” no radica tanto en su valor histórico como en su equilibrio entre el fondo real sobre el que se sustenta el relato y la capacidad de abstracción que nos hace reflexionar sobre la realidad de la entrega de los monjes, su sencillez , sus temores y el mensaje de paz que trasmiten ante la posibilidad de una convivencia fraternal entre cristianos y musulmanes.
Pero el mérito del film no es exclusivamente del guión; también destaca una sobria puesta en escena alejada de efectismos innecesarios, una hermosa fotografía y una excelente dirección de actores.
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7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Soys dioses y hijos del altísimo; pero como hombres moriréis....
Buena película tanto para religiosos como para laicos como para agnósticos, por lo que es aconsejable ir a verla sin perjuicios religiosos de ningún tipo para poder disfrutarla en toda su extensión.
La historia se desarrolla de una manera clara y sencilla, con tres partes bien separadas en la que se muestra una gran presentación tanto de los personajes como del entorno que les rodea y el papel que realizan, las cuales permiten al espectador obervar la cotidianidad en las vidas de la gente del pueblo y el fuerte papel altruista que realizan los protagonistas. El nudo encaja a la perfección, mostrándose gradualmente la mayor peligrosidad que se va generando, y el desarrollo de los acontecimientos te permite estar atento en todo momento.
Las interpretaciones son excelentes, todos los monjes muestran a la perfección sus sentimientos, pensamientos y desasosiegos, especialmente un Lambert Wilson situado en el eje de todos y que realiza su papel de tal manera que al final te crees que es un verdadero monje.
El entorno y fotografía es también bastante bueno en la mayoría de las partes retratando de forma correcta como es la vida en un pequeño poblado argelino donde la pobreza invade el lugar.
A mi parecer, lo más destacable del film aparte de las sensaciones de perseverancia, altruismo y lucha de los protagonistas, son los ricos diálogos que se mantienen a lo largo de toda la película, algunos de ellos destacados abajo en el spoiler al igual que he hecho con un par de escenas que me han parecido realmente emocionantes.
La única pega que le pongo esque quizás podrían haber evitado algún rezo de más que en momentos de la película pueden llegar a cansar.
Como conclusión, creo que uno debe apartarse de los arquetipos religiosos que se tenga y ver esta obra porque seguro que no le defraudará.
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7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Sacrificio
'De dioses y hombres' (Gran Premio otorgado por el jurado del pasado Festival de Cannes y la película seleccionada por Francia para competir por el Oscar a la Mejor película de habla no inglesa) se acerca a la experiencia real del grupo de monjes cistercienses que residieron en el monasterio argelino del Tibhirine y tras años de pacífica convivencia con el pueblo musulmán de la zona, tuvieron que enfrentarse al alzamiento violento del fundamentalismo islámico.

El actor y director francés Xavier Beauvois logra proyectar un trazado de observación de la vida rica en monotonía ritual, contemplación interior y comunión mística diaria para poder bosquejar en el siguiente paso narrativo el encontronazo con el integrismo terrorista que no obedece a la convivencia pacífica y mutua (uno de los monjes –católicos- ejerce de médico para las familias musulmanas de alrededor) entre dos religiones contrarias.

Sin que la película francesa haga apología religiosa, limitándose a contemplar, observar y mostrar dos modos de entender la fe pero sin puntualizaciones incómodas ni alabanzas panegíricas al respecto, si que habla de la idea de sacrificio y el miedo que surge cuando se duda entre la salvación individual o el aguante psicológico por el bien de una causa común; entre huir de un territorio hostil que empieza a levantar sus anhelos de guerra y violencia, o el quedarse para defender un modo de vida pacífico donde no asustan las ideas de tortura violenta.

Su estructura va encaminada hacia un final bien marcado tanto por la tragedia como por la asunción de una muerte terrible. Su lírico final se halla bajo la omnipresencia de la música para el ballet de 'El lago de los cisnes' y nos plantea la asunción de tal tragedia por parte de los protagonistas con halo formal a lo Sergio Leone (montaje ligado a través de planos cortos) para hacer surgir resonancias no sólo hacia 'La última cena' sino hacia toda la esencia de western contemplativo que guarda la película.

'De dioses y hombres' resulta ser una película más que interesante, cautivadora y fascinante dentro de una cartelera repleta de demasiado ruido y furia. Un relato silencioso y contemplativo ordenado subjetivamente por su autor para mostrar la inquietud del alma humana sea cual sea la religión que se practica o la cultura a la que se pertenece.
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8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Espléndido canto a la amistad más profunda
Hay canto, ya que los hermanos cistercienses basan sus rituales en el canto de los salmos, pero además, en el proceso peculiar que viven inmersos en una comunidad musulmana, hay un canto no expresado, profundo, conmovedor a la amistad verdadera: la que surge de una tarea en común, una colaboración con el medio y con la fe de cada uno, pues aunque son religiosos pertenecientes a una comunidad, esto no les obliga a ser iguales, a pensar del mismo modo, a combatir el miedo ante la posible violencia física, del mismo modo.

Tiene una carga sentimental muy grande, es muy hermoso ver a estos monjes «servir» con generosidad a gente que no pertenece a su fe, sin intentar convencerlas de un dios verdadero; ellos mismo leen El Corán para comprenderlo y hay, además, una escena muy interesante en que el Abad del Monasterio conversa con el más temible de los musulmanes rebeldes, y ambos concuerdan: El Corán menciona: «a sacerdotes y religiosos cristianos que no se enorgullecen de ellos mismos».

Puede adolecer la película de una excesiva lentitud en la que a mí me hubiera gustado más información de contexto, pero aun así es tan interesante y emocionante el planteamiento, basado en una solidaridad a prueba de balas, que no queda más que aplaudirla y emocionarla.
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7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Cine, sin más
Hacía tiempo que no se veía una historia contada como cine, sin música, sin efectos especial, sólo con la fuerza del guión, de la historia y de una interpretación magnífica.
Me ha recordado lo mejor de ese gran director francés que fue Robert Bresson.
Y para los agnósticos que han escrito críticas hay que decir que, sin fáciles intentos catequizadores, esta es una película de fondo católico, simplemente porque son católicos, monjes, sus protagonistas. Y por eso las escenas de oración, y de trabajo corresponde al "ora et labora" de toda la vida (desde al menos el siglo V). Y las escenas litúrgicas son el alimento de esas almas que, con sus dudas y temores, se enfrentan al martirio.
Yo entiendo que en estos tiempos de imagen, apariiencia, body cult, gimnasios, cirugía estética, cocaína, ligoteos, forofismo futbolístico o político, la película les suene a algunos a chino. Pero es una muestra más de que el fondo de mucha gente se va pareciendo cada vez más a la superficie.
Todos los actores en el punto junto, pero al lado del protagonismo de Lambert Wilson me ha emocionado de forma difícil de explicar el vejete que interprete el veterano Jacques Herlin, el que escapa de la muerte escondiéndose debajo de la cama...
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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