Al igual que en otros libros del autor, la tierra llega a una situación apocaliptica: las llamaradas solares se desmandan y, tras una serie de cataclismos, la humanidad opta por colocar propulsores por la superficie terrestre y sacarla del sistema solar en un viaje de un porrón de años. Como cabe esperar, durante el viaje la superficie no va a ser un resort en el Caribe, así que se entierran ciudades a 5 km y se salva a dedo a unos pocos millones de habitantes. Así a lo loco o porque alguien vio The Martian, el plan incluye aprovechar el pozo gravitacional de Jupiter para coger impulso, pero por lo visto el centro de control ha echado las cuentas con la calculadora del Windows 2000, porque es llegar y entrar en trayectoria de colisión hacia el planeta. ¿Por qué? Pues porque si. Como viene siendo habitual en las historias de este hombre, los protagonistas son unos mindundis que pasaban por allí, porque la experiencia, los doctorados, el entrenamiento militar y todas esas idioteces no valen para nada frente a la idea feliz del chaval de turno. Claro, que teniendo en cuenta que el plan de emergencia consiste en cambiarle las pilas a los propulsores, tampoco es que hubiera que esforzarse mucho para mejorarlo. A partir de aquí, sólo escenas de gente corriendo para arriba y para abajo, camiones futuristas en la nieve, diálogos tontísimos y cuatro animaciones 3D chulas de planetas.

The Wandering Earth tiene todos los fallos habituales de Cixin Liu y, lamentablemente, ninguna de sus virtudes. El atractivo del Problema de los Tres Cuerpos es que entra dentro de lo que se puede llamar ciencia ficción dura, es decir, entorno bien construido, base científica razonable hasta donde se puede llegar y cierta coherencia física y matemática a la hora de desarrollar la trama. Por otra parte, los personajes son difíciles de apreciar, sus relaciones personales intragables, los personajes femeninos son tontos, malos o están de florero y la resolución al problemón que se pasa dos libros desarrollando acaba siendo por potra y bastante tontuna. No voy a contar como arreglan esto, pero desde ya aviso que viene a ser del nivel "un mago lo hizo". Y encima dura 2 horas. ¿Qué hemos hecho para merecer esto, Netflix?

Cierre, 10 años después, a la serie HBO Deadwood (es decir, si no has visto las 3 temporadas anteriores no te vas a enterar de nada), centrado -en cierto sentido- en la incorporación del pueblo a los Estados Unidos, aunque tira más hacia el impacto de la llegada del teléfono a las zonas remotas del país, como segunda revolución económica tras el ferrocarril. Funciona bien ... como cualquier otro capítulo de la serie. Sin embargo, es perfectamente prescindible/intercambiable por otro de esos capítulos, es decir, ni cierre, ni colofón ni gran "kaboom", simplemente otra historia más en que lo que estaba abierto sigue más o menos abierto y lo que se cierra es prescindible en tanto que no tiene consecuencias reales en la historia, que se cierra sin más, igual que ocurrió al final de la serie. Con esto, no quiero decir en absoluto que sea una mala película, de hecho todos los capítulos de la serie me gustan bastante. Simplemente que, para ser una película de cierre, podría haber rematado más tramas. Mucho más no puedo decir sin spoilers (de los de contar el final) ...

No se exactamente por qué El Hijo no tiene una puntuación mejor, cuando hay verdaderos peñazos por ahí sueltos que rozan el 7 sin despeinarse. Imagino que es una combinación de un título en español poco acertado y que seguramente mucha gente habrá ido al cine esperando una película de superhéroes y se ha encontrado con una de terror, sin concesión alguna a ningún otro género más allá de a los guiños más que obvios a Superman. Yo, por una parte, agradezco que alguien se arregle con 90 minutos para contarme una historia, después de tanto largo(larguísimo)metraje y tanta saga épica de mínimo 4 películas. Por otra, una vez asumes que es terror y ya está, creo que la película está bastante bien contada, el director domina bien el lenguaje cinematográfico del suspense y el chaval protagonista te pone los pelos de punta incluso cuando no está haciendo nada.

La premisa es bien sencilla: pareja de Kansas sin niños recoge a un bebé de un meteorito y al llegar la pubertad, resulta que el crío tiene superpoderes. Hasta aquí bien, pero ya al empezar la película, cuando referencian a unas avispas superchungas que dejan por ahí a su descendencia para que se la críen otras especies más pacífica, ya sabes que la cosa va cuesta abajo. Y es que si juntas el imperativo genético con las hormonas y con el que ha venido a ser el principito de la casa desde que llegó a sus padres, ya sabes que cuando le digan al chaval que no hay Playstation 4 para su cumpleaños, el tema va a salir mal. ¿Alguna vez os habéis planteado de niños cuando no os habéis salido con la vuestra qué pasaría si fueseis más fuertes que vuestros padres? Pues parece que el director si.

Como suele pasar cuando hablamos de colecciones de cortos de equipos individuales, esta serie de Netflix resulta de lo más irregular dependiendo del episodio. Se mueve desde cosas malísimas como Sucker of Souls o insustanciales como Ice Age, a capítulos bastante buenos como Good Hunting o Beyond the Aquila Rift, pasando por cosas muy mediocres como Blind Spot y muy divertidas como Three Robots o Alternate Histories. Lo que si tienen la mayoría en común es que para ser episodios de 17 minutos o menos, todos abusan innecesariamente de sexo y violencia en perjuicio del guión, lo que desmerece muchísimo un resultado que, con la calidad técnica de la animación en casi todos los episodios, podría haber sido muy, muy superior. Para ejemplo un botón: el de la camisa que nunca se cierra la protagonista de The Witness en lo que viene a ser el desnudo más largo y gratuito que recuerdo. Me recuerda bastante a cosas como Metal Hurtland, donde si un artista era bueno dibujando, el guión se lo podía hacer el perro del vecino. Pero, en fin, visto lo que sacan últimamente, al menos la mitad de los episodios se dejan ver bastante bien.

Querría empezar diciendo que es mejor ver Umbrella Academy sin saber absolutamente nada del guión, así que no voy a decir de qué va. Sorprendente no es, te ves venir las cosas casi desde el principio. Sin embargo, el acento está puesto en los personajes, su evolución y sus relaciones, por lo que la historia principal sirve básicamente de hilo conductor. Si te gusta el comic de superhéroes -ojo, estoy diciendo comic, no universos cinemáticos-, esta serie te gustará seguro. De hecho, si te gusta mucho el comic de superhéroes, te recordará enormemente a Rising Stars, pero la trama está mejor llevada en Umbrella Academy y el hecho de trabajar con menos personajes hace más sencillo el seguimiento. En mi opinión, el color y la escenografía están muy bien escogidos para la adaptación y la dirección es bastante buena y muy fiel a la secuencialidad de las viñetas. Lo mejor, tal vez, la música. No en vano Gerard Grey, el creador, era el vocalista de My Chemical Romance. Además, los actores están bastante creíbles en sus respectivos papeles, empezando por Ellen Paige, que siempre es de agradecer en este tipo de género. Para mi gusto, de lo mejorcito que Netflix ha sacado últimamente en (nuevas) series. A ver si mantiene el tipo si hacen una segunda temporada.

Imprevisible, no tanto, sobre todo partiendo de la base de "Déjame entrar", la película anterior del director. Resumen sin spoilers: una agente de aduanas con una pinta un tanto extraña y la capacidad de olfatear cuando alguien está intentando colar algo por la frontera se ve inexorablemente atraída por un viajero con una pinta muy similar a la suya, al tiempo que colabora en una investigación criminal en paralelo relacionada con un individuo al que ella detuvo en su puesto.

En mi opinión, la película es demasiado lenta, introspectiva y abusa demasiado de los planos cortos, si bien eso permite a los actores -principalmente a los dos principales- lucirse a gusto (y lo hacen muy bien, la verdad). Cuando te has figurado el final como a los 20 minutos de película, resulta un tanto aburrida. Otro punto en contra para mi es que la película resulta intencionalmente desagradable.

En conjunto, presenta la lucha por encajar/conectar de una persona que claramente no encaja.Y eso, desde luego, lo clava. En conjunto, podría haber pasado sin ella, la verdad, pero seguro que tiene su público.

Argumento: un chaval con tratamiento debido a cierto trauma infantil decide transformar una novela en una videoaventura para Spectrum en los 80. Tanto la novela como el juego se apoyan en que el lector/jugador decida qué camino tomar cada cierto tiempo. Según sus decisiones, el desenlace acabará siendo uno u otro. Lo malo es que el programador empieza a sospechar que su vida y la mecánica del videojuego se están mezclando.

Puede que a los no aficionados a videojuegos esta película les parezca de lo más original, pero cualquiera que haya jugado a Heavy Rain, Beyond Two Souls o Detroit, Become Human se dará cuenta de inmediato de que es una copia muy pobre de la misma idea, sólo que reduciendo docenas de finales posibles a unos pocos. De hecho, se parece más a los juegos de Telltale Games, en el sentido de que las decisiones que tomas son mínimas y de bajísimo impacto, o a los de Dontnod, en que hagas lo que hagas al final llegas a un punto en que escoges entre dos o tres posibilidades y listo. Al menos los guiones de algunos de esos juegos son bastante más entretenidos y menos previsibles que los de Bandersnatch, que te dejan con la sensación de que has perdido una hora (o más) de tu tiempo. Toda la interactividad del episodio se convierte básicamente en escoger entre tres montajes de director. Al no tratarse de un videojuego, además, el nivel de implicación con la historia y los personajes es mínimo y, la verdad, te acaba importando poco o nada lo que pase con tal de que resuelvan de una vez. Ejemplos de decisiones (sin spoilers) que tomas en el episodio: qué música escucha el protagonista y qué cereales le apetecen. Hay algunas otras con más impacto, claro, pero en cuanto haces lo que no quiere el director, te corta las alas y te devuelve inmediatamente al punto de bifurcación. En mi opinión, una tontada comparado con lo que la industria del videojuego viene haciendo últimamente. Y, por cierto, tanto hincapié en relacionar unos episodios con otros empieza a ser cargante.

Resumen ejecutivo: una policía con arranques de cólera violenta y episodios de amnesia que lleva más de una década detrás de un asesino en serie se despierta en una bañera empapada en sangre y con la duda de si a la última víctima del asesino en cuestión no se la habrá cargado ella misma.

Cuando uno no quiere que el espectador averigüe a los dos minutos de película que el asesino es el mayordomo, como escritor tiene dos alternativas: bien comerse la cabeza para encajar los engranajes que permitan que al llegar al final el espectador piense "cómo no me había dado cuenta antes" o bien la opción mucho más cómoda de soltar pistas falsas aquí y allá que no llevan a ninguna parte y que hacen que durante al menos una hora esté clarísimo que el asesino es todos y cada uno de los personajes secundarios. Y al final, resulta ser el mayordomo, claro. Desafortunadamente, Marcella es del segundo grupo y el guión tiene más agujeros que un queso de gruyere. Si bien la actuación y la ambientación están bien conseguidas, cada dos episodios te da la impresión de que estás viendo algo distinto. Y de que los escritores se han olvidado de la trama anterior. En fin, se deja ver si no se le dan muchas vueltas a la trama. Para muestra, ver spoilers.

Desgraciadamente, lo más risible de este monólogo es que se atrevan a llamar a esto historia. Si queréis oír una sarta de medias verdades y topicazos combinados con absolutas tonterías y aderezada con los típicos bailecillos y bromas chuscas, pues si, este es el sitio.

A estas alturas y todavía me sorprendo cuando el latino americano de clase alta cuya mayor aproximación a su herencia es que sabe decir "mija" se viene arriba con cómo todos los problemas de America vinieron cuando los europeos llegaron a acabar con su utopía. Que no diré que no sea cierto, sino por detalles como las tribus caníbales del Caribe, el gobierno de sangre de los aztecas y todas esas cosillas que sabemos los que si que hemos estudiado historia (más allá de los presidentes de EEUU, me refiero).

40 minutos desde el principio y no hemos avanzado desde los Conquistadores. Y ahora que lo pienso, de antes de ellos tampoco se dice nada; será que la historia americana empieza con Colón ... Y, para colmo, referenciando literatura como si nos la hubiéramos leído en lugar de quedarnos en el resumen de la Wikipedia ... Como poco, Armas, gérmenes y acero me lo he leído yo y de lo que resume este hombre en una frase se ve que hemos tirado de libros distintos.

En fin, que muy bien, muchas gracias y esto es justo lo que necesitamos en el clima actual de crispación, gente bien señalando con el dedo al de al lado como causa de los problemas de los que les limpian las casas a ellos. Ni me lo pienso terminar.

Otra película de Saulnier con todas las movidas que le gustan a Saulnier, aunque en esta ocasión no le funciona en absoluto. Léase, llega un tipo y se mete en un movidón que no va con él sin comérselo ni bebérselo y tiene que buscarse las habichuelas para ir saliendo del paso como puede hasta que, llegado cierto punto, pierde los papeles y decide ir a por todas. En The Green Room, todavía, pero en Noche de Lobos (el título original le pega mucho más, por cierto) Saulnier se mete en tal fregado pseudo-psicológico-místico que pierde al espectador y, lo que es peor, se pierde él. La solución que le da al tinglado es básicamente inexistente, sin explicación más allá de ésto es lo que hay. La peor parte es que quitando 10 minutos con algo de acción aquí y allí, la película es aburridísima y los diálogos penosos. Muy mala, y para decir esto de una de Alexander Skarsgard no os digo nada ...
Anotaciones extras en zona spoiler, pero avisados quedáis de que revienta el final.

Por si alguien no ha visto la película, la Purga se centra en una sociedad norteamericana donde el gobierno ha decidido que legalizar el crimen por una noche es más barato que dar prestaciones sociales. Así, las clases pudientes se enchiqueran en sus casas como si fueran bunkers, mientras que las clases medias o bajas y, en particular los sin techo, son exterminadas aleatoriamente una vez al año sin remordimiento alguno. Vamos, dos pasos más de lo que tenemos ahora con Trump, tampoco hay que extrañarse. Para venderla, la Purga se disfraza de que así se reduce el crimen los 364 días restantes del año; es decir, esto viene a ser como el Black Friday del asesinato: ¿que tu vecino saca la basura fuera de hora? ya te las pagará el día de la Purga; ¿que tu jefe no te dio el día libre para ese torneo de pádel? ya os veréis las caras. El guión se aprovecha siempre de sacar el lado más oscuro del tipo con el que te cruzas al lado y las miserias más grandes del que te da los buenos días a diario y hasta aquí, la serie también lo hace bien. En concreto: noche de Purga y los protagonistas de la serie, por una razón u otra, todos fuera de casa. Por presentarlos por encima, un matrimonio que va a una fiesta de alta sociedad porque necesita una inversión en su negocio, una chica metida en una secta suicida que quiere ofrecerse de sacrificio -de todo tiene que haber en el mundo- y su hermano marine, que no está por la labor, una ejecutiva a la que han bloqueado el ascenso por no pasar por los coqueteos de su jefe y un jefe de planta en una fábrica que han cerrado. En teoría, están en sitios seguros y tal, pero para que van a seguir ahí, la noche es joven.
La serie pasa a analizar las historias pasadas de cada uno y sus sentimientos acerca de la Purga. Ahí es donde se pierde bastante: los personajes están un tanto forzados y los pasados demasiado genéricos para que te importen demasiado. Se salva en las escenas de tensión y acción y donde presenta la violencia gratuita de una sociedad bastante enferma que nos resultará a todos familiar. En resumen, la serie se deja ver, pero no esperéis ninguna maravilla.

Cuando en una serie de época te insisten cansinamente en cada capítulo en aquello de "Algunos hechos y personajes se han alterado por motivos narrativos" -es decir, nos hemos inventado la mitad, porque si no, ni teníamos gran cosa que contar, ni iba a resultar muy divertido-, siempre es por algo. Aunque con esta serie lo tenía claro desde el minuto uno, teniendo en cuenta que va de los tejemanejes y movidas mentales de los papis y abuelos de Enrique VIII, la verdad es que aún así me he quedado ojiplática en el episodio en que Isabel y Fernando reciben a los reyes de Inglaterra en la Alhambra con un zapateado calé perpetrado por toda su corte y la infanta y olé. Que no digo yo que la infanta de Castilla no se vaya por bulerías y tal, pero, ¿en serio? Bueno, por lo menos se echa una unas risas, peor es cuando Supergirl salva un cuadro en el Prado y se lo agradece medio México.
En fin, movidas aparte, la serie va de los padres de Enrique VIII, ese que se dedicaba a liquidar esposas. En super-resumen, cerrando la Guerra de las Dos Rosas entre York y Lancaster por el trono inglés, muere Eduardo IV (York) dejando a su hermano Ricardo III al cuidado de sus hijos varones hasta la mayoría de edad de estos. Ricardo se cuida. Se cuida de encerrarlos en la Torre y liquidarlos y ponerse el mismo de rey, por la gracia de Dios y por toda la cara. El tema le dura poco, porque en la batalla de Bosworth lo liquida Enrique Tudor, el candidato Lancaster al trono -esa es la batalla de "mi reino por un caballo" en la que todos aprendimos que luchar a pie no es buena idea-. Llegado este punto, arranca la serie cuando casan a la hija mayor de Eduardo IV con Enrique VII para juntar las casas de York y Lancaster, mal que les pese a unos y a otros. Históricamente, lo más relevante de la época es que hay tumulto político y que estos dos son los padres de Enrique VIII, que es el rey inglés que junto a Juan sin Tierra, Isabel I y la reina Victoria constituye el total del conocimiento de la monarquía inglesa para casi todos nosotros. Y ese es precisamente el problema de la serie: que pasa poco y poco interesante. En fin, la serie se deja ver, pero entre que la mayoría son especulaciones y casi todo es "que viene un aspirante", "que viene otro", tampoco es que de mucho de si. En mi opinión, La Reina Blanca (sobre los padres de estas criaturicas) está mejor (y me gustan más los actores, pero eso va en el gusto de cada cual).

"Gracias mamá, por ser tan normal", es la conclusión que vais a sacar de esta serie. ¿Todo eso de "¿cuánto hace que no te cortas ese pelo", "¿pero vas a salir con esa ropa? y "¿has llamado a tu tía para darle las gracias por el regalo?" cuando te lo preguntan después de los 30? . Hasta te va a parecer entrañable. Y es que esta serie no parece hecha para hacerte pensar, sino para hacerte sentir. Y ahí radica su principal problema: no puedes hacer un thriller en el que el misterio está de attrezzo. Recapitulamos. Amy Adams, que siempre borda los papeles de este palo, es una periodista alcoholizada y traumatizada por su infancia -más bien por su espantosa madre- en un pueblo de Missouri que vive básicamente de la matanza de cerdos. Vaya, que comparado con éste el de True Blood viene a ser el Nueva York del Sur. Viendo que no levanta cabeza (salvo para levantar la botella), su jefe la factura de vuelta al pueblo para cubrir la noticia del estrangulamiento de una niña, a la que extrajeron todos los dientes, y posterior desaparición de una segunda. La idea no es que investigue, sino que cuente las vivencias del pueblo en esta situación y, así de paso, se enfrente a sus demonios. Y a su factura de la tarjeta comprando alcohol, que tiene que ser de aúpa. Debe ser que en el pueblo no hay hoteles, o su vena masoquista, pero a la mujer no se le ocurre otra cosa que alojarse en casa de su (espeluznante) madre. Patricia Clarkson borda el papel de madre controladora pasivo-agresiva que vive de cara a la opinión pública mientras su propia familia se derrumba hasta el punto de que dan ganas de estrangularla a ella y a Amy Adams por dejarse. Como guinda del pastel, tiene una hermana pequeña que hace el paripé de muñequita delante de su madre pero una vez pone un pie en la calle tiene más peligro que una estrella del Disney Channel. Para que te acabes de rayar, la mecánica de la narrativa está basada en flashes, cambios de contexto, superposiciones y movidas raras, que hacen que parezca que el que está borracho y traumatizado eres tú.
En fin, hasta aquí bien. El problema es que el guión hace trampa. Y mucho. Para empezar, la mayoría de los personajes quitando el nucleo duro, sólo pasan por ahí de adorno: su peso en la historia es poco o nulo y, por ello, ni se molestan en mantener una mínima coherencia. ¿Cualquier cosa extraña que sea imposible obviar el el guión? Lo justificamos con que son cosas del pueblo, que el Sur es así y que aún no han superado la Guerra Civil. ¿Que llevamos mucho rato sin acordarnos que esta serie iba de crímenes? Sacamos la cabaña rara esa en cuatro fotogramas y verás que mal rollo. ¿Que nadie ha hecho de verdad investigación -Adams incluida- sobre quién es el asesino? Señalamos a dos raros del pueblo que conocieran a las niñas al azar (familiares, preferiblemente, porque viene en el manual del sheriff del pueblo) y echamos a los dados cual ha sido. Y por si se pierde el interés, vamos dejando pistas escabrosas aquí y allá que luego no tienen ninguna relevancia.
No digo con esto que no puedas adivinar el final, de hecho insisten tanto sobre el tema que lo difícil es no hacerlo. Por eso da tanta rabia que te intenten despistar con trampas absurdas de guión que no van a ninguna parte. Especifico algunas en la zona spoilers (aunque no el final, obviamente, para evitar desvelar nada medianamente interesante. En resumen, las protagonistas actúan muy bien y tal, el estilo de rodaje está chulo, pero si no tiene guión, yo más de un 5 no le doy.

Pues después del chasco del Desencanto de Groening y de la falta absoluta de guión de muchas producciones recientes de Netflix, la verdad no sabía que esperar, por mucho que hubiese gente de cosas tan entretenidas como Avatar o Star contra las fuerzas de mal detrás del Príncipe Dragón, pero mira, he visto sólo cuatro capítulos y por ahora me está gustando bastante. No es nada original por el momento: clásico enfrentamiento entre elfos y criaturas mágicas y humanos, que llegan y la lían, al más puro estilo El Señor de los Anillos. Magia elemental, dragones y espadas. Sin embargo, tiene lo que necesita una serie de este tipo: personajes simpáticos, diálogo suelto, relaciones creíbles, algún que otro misterio y secundarios con fuerza que se coman la pantalla de cuando en cuando. Eso, y no estar seguro de si los buenos son tan buenos y los malos tan malos.

(Añadido tras ver la tercera temporada)
A estas alturas, la serie ha despegado del todo y para bien. Han bordado las personalidades y las interacciones entre personajes, la parte de fantasía guarda ese algo mágico sin necesidad de elevarlo todo a la enésima potencia que hay últimamente -ver, por ejemplo, el sendero de la luna-, los cambios de contexto y la acción están muy bien gestionados y la animación está bordada. Me está encantando la atención al detalle, como los gestos propios al hacer magia de los personajes, los estilos distintos de combate de cada uno, el uso del ASL y el hecho de que le den unas líneas hasta al secundario más secundario.

Arrancando con la afirmación de que en el Londres de la época una de cada 5 mujeres era prostituta, Harlots es una de esas series que necesita más de un episodio para enganchar, pero de la que luego uno no se arrepiente. Básicamente, sigue la vida de Margaret Wells, una madame de barrio bajo que aspira a progresar y a vengarse de su rival, Madame Quigley, que la compró por un par de zapatos y la prostituyó a los 10 años. Aunque así al pronto parece abocada a caer en la afectación y el dramón, en realidad se mantiene cierto grado de realismo y estoicismo y, más allá de las peripecias de Wells y sus dos hijas, presenta lo que debió ser la vida entonces para muchas mujeres y la otra cara de esa élite inglesa que hemos visto en tantas películas de época. Aunque arranca un tanto lento, sorprendentemente arranca de vez en cuando mini-tramas bastante más movidas que le dan vida a la historia. Destacar sobre todo las actrices -por favor, que alguna vez le den a Jessica Brown Findlay un papel en que pueda ser feliz-, que a pesar de todos los trapicheos y traiciones que se traen consiguen que acabes cogiéndole aprecio hasta a la más miserable de los personajes (bueno, salvo a Madame Quigley, que no tiene perdón). Entre los actores masculinos, los de la segunda temporada lo bordan mucho más, pero justo por lo contrario. En fin, muy recomendable para verla del tirón (no los 16 capítulos a la vez, ya nos entendemos).

Sutil como un martillazo en el pulgar, la nueva serie de Matt Groening se apoya en chistes chuscos, tópicos, personajes sin carisma y un storytelling más bien aburrido, demostrando una vez más que la televisión a la carta está diseñada para dar lo que el público en masa desea y que aunque a un millón de moscas le guste lo que ya sabéis, no significa que sea bueno. No sólo parece que Groening le ha dado los guiones a los becarios sino que estando producida un porrón de años después, los dibujos de esta serie son muy, muy inferiores a los de Futurama. Con decir que el demonio de compañía es una silueta negra para que sea más fácil de dibujar... Y no esperéis su humor friki ni la sutileza y el sarcasmo de los Simpson en una serie en que el Elfo se llama Elfo, el que desertó se llama Deserto y todo igual. Entiendo que Netflix tiene que generar contenidos a toda pastilla y que eso hace que muchas de las series que produce tengan una calidad de pésima a mediocre y estén pensadas para un público que prefiere operar a medio cerebro, pero, Matt Groening, ¿de verdad tenías que poner tu nombre aquí? ¿Tanto apretaba la letra del yate?. Qué pena más grande.

Antes de entrar en detalles, me confieso absoluta "fangirl" de Uncharted (me cambié de Xbox a Play 4 básicamente para jugar esta saga) y Nathan Fillion, por lo que no esperéis objetividad... pero es que desde el Uncharted 1, ver a Nathan Drake es ver a Nathan Fillion y no entiendo como es posible que con los bodrios que han sacado basados en videojuegos, nadie haya fichado a Fillion aún para llevar los estupendos guiones de la saga de Uncharted a la gran pantalla. ¡Si no tendrían ni que cambiar el texto! Ni escribirle los diálogos a Drake, ya los improvisa Fillion el solo ...

Bueno, dicho esto, si bien el corto es muy de agradecer (por lo menos yo lo agradezco de corazón), objetivamente cabe decir que tiene sus limitaciones y la más grave es la total falta de guión, pero en fin, son 15 minutos, tampoco da para contar El Señor de los Anillos. Tampoco me convencen para nada Elena y Sully, no ya por los actores, que no me han convencido en absoluto, sino porque podrían haberlos sustituido por Siri y funcionarían igual.

En puntos positivos, más allá de Fillion como Drake, anotaría al Tigre como villano, el cuidado que le han puesto en las peleas a copiar tal cual los movimientos de combate del juego y, por supuesto, el sentido del humor del personaje (que viene a ser el mismo de Mal en Firefly). En justicia, es un corto de 5 o 6, pero por Fillion le doy un 7.

A ver si alguien espabila y lleva esto al cine de una vez. Yo prometo verla. Si es con Fillion, claro.

Voy a empezar por la parte sin pataleo por si alguien quiere saltárselo y ver la serie sin influencia alguna. Leila (la prota) acaba de perder a su madre después de una enfermedad larga y quedarse solísima en el mundo. Su escape es un videojuego MMORPG con el que interactúa por Realidad Aumentada. En el mundo virtual conoce a otra chica que la introduce en una zona escondida del sistema y le presenta a un grupo un tanto rarete que se llaman a si mismos los Red Pills. El grupo orbita alrededor de un misterioso personaje llamado Adrian que parece saber demasiado de todos ellos. El problema real empieza cuando el mundo virtual y el real empiezan a mezclarse más de lo deseable ... Mucho más no puedo contar sin spoilers más allá de que la historia es, tal y como parece, una mezcla de Ready Player One con un thriller. Los personajes, si bien ninguno me cae particularmente bien, son creíbles hasta cierto punto y la historia empieza a coger algo de velocidad a partir del segundo episodio. Lo malo es que ... (ahora viene el pataleo -sin spoilers-; seguid leyendo a vuestro propio riesgo.)


Si hubiera escrito esto después de un par de episodios en lugar de después de terminar la serie, probablemente le habría dado otra nota, pero cada vez me molesta más que todo el mundo dimensione su contenido al (su) caso mejor, es decir, que te van a pagar durante años por estirar tu historia como un chicle. ¿Que sacamos un libro? Planifiquemos para que el arco sean 7 tomos y los lectores no tengan una conclusión satisfactoria hasta 10 o 15 años después. ¿Que me pagan por hacer una serie? Asumamos que va a tener 7 temporadas. Y para que la gente pida más, que mejor que dejar el final en un maxi-cliffhanger donde después de 1000 páginas o, al caso, 9 horas de video, la historia no sólo no termine sino que se quede más abierta que nunca. Así a lo loco, en plan El Imperio Contraataca. No creo que haga falta recordar que el primer libro de Juego de Tronos se publicó en el 96. Y seguimos sin vista de que se publique el último. Tampoco hay que comentar el efecto Perdidos. Lo increíble es que antes en una película de una hora y media se contaba más que en cualquier miniserie (o serie) de ahora.

Sorprendentemente, muy entretenida. EsteJurassic World es la mejor peli de la saga después del Jurassic Park original, lo cual no es decir mucho, la verdad. Debe ser que, como después de la anterior, fui a verla sin expectativas y básicamente porque insistieron los amigos, me ha sorprendido gratamente, pero lo cierto es que lo pasé bastante bien y hasta le perdoné a los protagonistas el bodrio que perpetraron la última vez. Chris Pratt esta vez no hace de payaso sobrado y sigue siendo gracioso. Bryce Dallas Howard se acuerda de ponerse botas en vez de tacones para correr y parece que tiene una personalidad. La niña de la peli no es insoportable y tiene un papel. Y los secundarios tienen más de dos líneas de guión. Vaya, ¡todo un avance frente al 2013! Parece que es verdad que los guionistas y el director pesan más que los efectos especiales y las explosiones, ¡vaya sorpresa!
Por concretar, la película, sin tener una trama profunda ni nada por el estilo, tiene una buena secuenciación de la acción, la cámara está más que bien manejada, los diálogos son buenos, los personajes están suficientemente bien dibujados y, aún habiendo mucha acción, está bien dosificada y no aburre. Cabe añadir que hay algunas escenas de tensión al nivel de la original; como suele pasar en estos casos, en las que no te enseñan los monstruos desde el principio. El final, tal vez, un poco predecible, pero, vaya, teniendo en cuenta que hoy en los trailers te lo cuentan todo, nada que tenga que preocupar. En resumen, no te va a cambiar la vida ni nada, pero es muy divertida.

Es una lástima, pero no funciona. Para una vez que le meten mano a una trama Lovecraftiana en Netflix, la acaban reventando con florituras de director y ejercicios de estética que lo único que hacen es distraer de lo importante y alargar interminablemente la trama. Y la cosa es que esta vez la trama daba de si, pero no de esta forma.
El resumen ejecutivo es el siguiente: tras el suicidio (un tanto rarito) de su madre, una chelista (lo del chelo debe ser porque queda glamuroso, porque por lo demás da bastante igual) decide ir a un pueblo perdido de Gales a investigar qué tenía que ver su madre (y, ya puestos, ella) con el pueblo. Y de paso se lleva a su amigo y compañero músico pagafantas. A tres semanas de picar billete para Nueva York para la oportunidad profesional de sus vidas. El caso es que cuando llega allí, se encuentra en medio de un entierro: al parecer lo de los suicidios es contagioso. La cosa no le viene mal porque aprovecha el contubernio para colarse de gorra en casa del heredero del difunto durante el resto de la serie como si de un AirBNB se tratase. Y él no la pone en la calle de una patada a pesar de que se porta como una histérica y una borde durante seis episodios. Será porque es australiano o porque (según repiten 200 veces en la serie) está buena. El caso es que enseguida se convence de que su historia está relacionada con la de una cría de 4 años que desapareció 23 años atrás. Tan convencida está que se pasa por el forro las recomendaciones de la jefa de policía, los médicos y, en general, medio pueblo y se dedica a perseguir y acosar a todos los que cree que pudieron tener algo que ver con el evento. Ahí, de buen rollo.

El caso es que, aparte de que la protagonista te pueda caer como una patada en la rabadilla o no, la trama tiene los suficientes elementos distintivos para ser interesante y los toques sobrenaturales que van metiendo están muy en la línea del terror de Lovecraft y su camarilla. Podría haber salido algo bueno ... pero no. En mi opinión, el problema es que el desarrollo es muy lento y desengancha y además sigue el formato que yo llamo "terror de postureo". Pongamos por ejemplo que quiero rodar una escena que tiene que ser entre misteriosa y terrorífica. Pues bien, arranco con traveling por una zona monótona de una ciudad cualquiera, pero vacía, como cuando vuelves de madrugada a tu casa o te levantas demasiado pronto a comprar el pan. Para darle emoción, ponemos un papel que se lleva el viento y lo grabamos todo con esa luz que no sabes si es un recurso estilístico o se equivocaron y pusieron la cámara en modo blanco y negro. De fondo, ponemos una música rara, así entre sinfónica y el niño del vecino de arriba está aprendiendo a tocar el violín. Dejamos esto 5 minutos para que el televidente se raye y entonces, primer plano de alguien normal en silencio haciendo algo totalmente habitual, pero que es clave para la trama, en plan, no se, mirando el agua caer de un grifo abierto. 5 minutos más, y el individuo(a) empieza a ponerse nervioso y a mirar aquí y allá. Golpe musical que no sabes si es la banda sonora o lo está oyendo el de la tele, porque, desde luego, se gira y te mira con horror y fundido en negro. Y después, una escena distinta donde el interesado acaba muy muerto y no tienes ni idea de por qué (ni tú ni a veces, desgraciadamente, los guionistas). Luego te queda relacionar esto con los protagonistas, así en plan de pasada, porque supuestamente también son gente normal. Por ejemplo, el tipo fue a tercero de ESO con la protagonista y le explicaba las matemáticas. Y ya está, acabas de sentar el ritmo de una película que podrías contar en hora y media pero vas a desarrollar en 6 episodios de una hora. Es triste, porque aquí había argumento para haber rellenado bien los episodios (y de paso haberle dado más peso a los secundarios, que la protagonista es un poco cansina), pero nada de nada.