6 Críticas de los usuarios

Tras mostrarnos en la primera parte, como llego a convertirse en un gánster primero y luego la escalada de crímenes que le convirtieron en el enemigo publico núm. 1, en esta que nos ocupa tenemos a Mesrine ya en Paris como un cada vez más audaz gánster que no se detiene en barras ante nada.
Estamos ante una consecuente y tanto o más absorbente que la anterior, continuación de las correrías de Mesrine, que si te gusto la primera, huelga decir que te recomiendo encarecidamente que te pongas urgentemente a visionar esta apoteosis final, que te mantiene pegado a la pantalla como si esta fuera un imán y que, a mi juicio, es una de las mejores y más absorbentes películas (solamente por los acertadísimos títulos que tienen las 2 partes, ya tiene sentido haberlas dividido) que he visto en mucho tiempo, que estoy seguro darán mucho que hablar y en la que tanto Vincent Cassel, como Jean-François Richet, tienen en este humilde servidor un seguidor incondicional.
Entre lo que escribí en la anterior reseña y lo que he apuntado en esta, todo lo que añada solo puede ser redundante (entrar a valorar las disquisiciones morales o políticas, seria diseccionar en plan sesudo y metafórico cinéfilo, para lo cual están en filmaffinity personas mucho más capacitadas y genéticamente dispuestas que este humilde servidor), por lo que solo me queda añadir que si quieres disfrutar de la película, te aconsejo te dejes llevar y recuerdes que al principio de las 2 partes, sale un letrerito que nos advierte que aunque basada en hechos reales, se han tomado algunas licencias.
Digna compañera de Bonnie and Clyde de Arthur Penn 1967 y Dillinger de John Milius 1973, en cuanto a retrato más o menos fiel de “Public enemies” y de Scarface (Howard Hawks 1932 y Brian de Palma 1983) en cuanto a atmosfera, a falta de ver que ha hecho Michael Mann con el todavía no estrenado biopic de Dillinger que protagonizan Johnny Depp, Christian Bale y Marion Cotillard.
Absolutamente recomendable.

Segunda parte de la biografía del gánster francés Jacques Mesrine, la película retrata sus últimos años y las últimas fechorías que comete, así como el momento en que encuentra la “chica” Mesrine y se establece al menos sentimentalmente.

En esta ocasión hay un descenso en el nivel de acción y tensión que tanto me gustó en la primera parte, pero esto no quiere decir que estemos ante una película calmada, esto debido a los constantes robos, su huida de la cárcel, la cacería que se monta en su contra, etc.

El nivel de violencia y el instinto asesino continúan ahí y todo eso se va armando muy bien junto un desarrollo que se da del personaje de Mesrine, sus convicciones, su accionar, sus amistades y el convertirse en una “celebridad”

Entonces no se puede negar que sea un film muy entretenido y que se disfrute bastante, ante las extraordinarias transformaciones que sufre Vincent Cassel para dar vida a su personaje de forma majestuosa.

Sin duda ambas películas como conjunto funcionan a la perfección como thrillers y como retrato de la vida de Mesrine, con todo y las exageraciones que puede haber puesto que es una obra de ficción basada en hechos reales.

Nada parece haber cambiado respecto a la primera parte, pues piensas que las violentas facciones que adopta el brillante Vincent Cassel para interpretar de nuevo a Jack Mesrine solo se van a tornar en una figura entrañable y sensible en el momento en el que se despide de su moribundo padre y que en el resto de la película iba a ser el mismo déspota violento sin motivo alguno, pero no obstante me sorprendo al comprobar que no es así.

Parte de esta película transcurre en la cárcel y en el juzgado. Y en el juicio Mesrine saca a relucir toda su simpatía y su carisma de cara al público y vaya si lo hace bien. Mesrine se pone una nueva máscara, la de la amabilidad sobre su violenta personalidad, que a su vez no es más que otra máscara la que adopta el actor Vincent Cassel para interpretar su papel. Y nos consigue ganar a todos. Con su carisma, con su decisión... Pero eso no le salva de pasar una larga temporada en la cárcel.

Conseguirá escapar, pero lo más llamativo de la película es la progresiva madurez de Mesrine como persona, pues como ya he dicho antes, no es el mismo que emplea la violencia sin motivo alguno, pues aquí adopta el perfil de un justiciero anárquico en una parte para responder a una seña de identidad y por otra para tratar de dar algo de sentido a sus actos. Logra atraer también nuestra atención el hecho de que el hombre sea un auténtico mujeriego y que triunfe siempre que se lo proponga, pues no hay mujer que se le resista. Pero no obstante eso no es más que un efecto colateral de su arrojada personalidad, siempre valiente y decidida, una figura muy segura de sí misma, algo que demuestra una y otra vez con sus osados actos y su estilo, todo clase, nada que ver con la violencia sin parangón por la que se caracterizaba en la anterior entrega. Cabe destacar que en esta película sólo ha matado a una persona, y porque esta se lo merecía y mucho.

Personalmente no termino de estar muy de acuerdo con ese estilo de vida, si bien tiene cosas muy positivas y a tener en cuenta, como esa manera que tiene el hombre de alcanzar sus fines, pero de cara al desenlace parece pensar demasiado en que tiene un final predeterminado y eso no puede ir de la mano con la felicidad. Es una especie de 'explicación' que da, quizás con el fin de encontrar una tardía redención, algo absurdo a estas alturas.

En esta segunda parte Cassel se siente como pez en el agua, hay que reconocer que le da vida a su personaje. Mientras, a Richet se le va definitivamente la olla y pierde cualquier asomo de moderación que pudiera haber en el primer asalto de esta vida de santo. Tanto pierde el norte, que algunas situaciones -el arresto de París, la vista judicial, la fuga del penal- parecen más propias de una comedia negra que de un filme de acción. Sin miramiento alguno, el director se decanta por la apología más descarada del criminal, que de paso tontea con la extrema izquierda de media Europa y parte de Oriente Medio. Si en realidad el tipo era como se presenta en la película, además de un desalmado era un auténtico gilipollas. Y sigo sin creerme las secuencias de acción, tal y como están planteadas. Toda la obra es Cassel.

Como película de atracadores y tiroteos sigue siendo entretenida, aunque le sobran 20 o 30 minutos, cuenta con la aparición de Amalric, pero Richet no sabe medir la diferencia entre el producto comercial y la biografía de un personaje detestable. Aunque los más finos hubieran dicho controvertido. Después de todo, hasta los criminales tienen su corazoncito; pero éste, en concreto no deja de ser un grandísimo fils de pute.

Esta segunda parte de la historia de Mesrine, trazada desde inicios de los 70 hasta el fin de su historia, Jean-François Richet la rueda de una forma más ágil y entretenida, con escenas de acción fenomenalmente resueltas, con unas secuencias románticas mucho menos pastelosas.

Se quita más chicha que en la primera parte, si bien es cierto que aquí ya conocemos al personaje, haciéndose menos necesaria una introducción y empatía con el personaje. Las historias de amor me parecen más coherentes para con la personalidad de Jacques Mesrine y las escenas de humor negro son brutales.

Aquí Vincent Cassel se siente como pez en el agua y se inmiscuye en el personaje, de tal forma, que tienes la sensación de acabar entendiendo la caótica mente del famoso delincuente francés, que tuvo en jaque mate a la gendarmería francesa y a la policía canadiense durante varias décadas.

En mi opinión, estas dos películas sobre Mesrine del señor Richet son imprescindibles para entender la Francia del siglo XX y para cualquier cinéfilo que desee ver unas interpretaciones y escenas memorables.

Un personaje mucho más crecido en su profesión, pasa a ser el enemigo público número 1 en una segunda parte mucho más regular, reiterativa, pero transmisible, el delincuente actúa con mayores riesgos y con sarcasmo, pero el lado humano va siendo mejor tratado, sus ansias de mediatización están logradas, presenta buenos duelos y huidas y aparece el contexto de sus razones, de cómo destruir el sistema o de cómo aprovecharse de él, de resto ofrece poca novedad, no llega a ser honorable, pero su cantado final sigue siendo tenso y sentimental, a su modo.