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Historias de la feria (1958)

Historias de la feria
96 min.
4,7
49
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Sinopsis
Con el telón de fondo de Montjuïc, se entrecruzan las historias de varios personajes: Suzette, una joven que ha huido de su casa al enterarse que padece una grave enfermedad; Teresa, una de las ocasionales empleadas de la Feria que no ha podido seguir su carrera como modelo por tener una figura demasiado voluptuosa; Alfredo, un empresario multimillonario que puede perder su patrimonio; Félix, un bohemio vagabundo con una peculiar filosofía de vida; un carterista preocupado por enseñarle el oficio a su hijo; y un aspirante a conductor obsesionado con comprar un "coche colorado". (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Drama Romance
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Historias de la feria
Duración
96 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
6
Destinos
Francisco Rovira Veleta (1912-1999) dirigió en 1958 Historias de la feria, atrás quedaba su formación en arquitectura y derecho; ya entonces, como aficionado tenía predilección por sus incursiones en el séptimo arte. Con inicios algo tardíos, decidió finalmente que su mundo profesional sería el cine, y con él la dirección iniciada en 1948 con Familia provisional. Trabajó el cine negro en una conocida trilogía: Hay un camino a la derecha (1953), El expreso de Andalucía(1956) y Los atracadores (1961). Dirigió dos grandes películas que le otorgaron sendas nominaciones a los Óscar: Los tarantos (1963) y El amor brujo (1967). Su amplia filmografía le valió nominaciones, premios así como la revisión de su obra por la Cinémathèque de París.

Historias de la feria se desarrolla durante la XXV Feria de Muestras de Barcelona. Desde los títulos de crédito y la voz en off de Matías Prats, nuestro director realiza un amplio travelling de seguimiento sobre escenarios reales usados como atrezzo con algún decorado añadido, solo hubo que plantar las cámaras, situar el elenco, y poner en funcionamiento el guión escrito por Manuel María Saló Vilanova sobre argumento de José María Forn y J. León, con guión técnico de Francisco Rovira Beleta y rodar. El sugerente plano subjetivo bajo la gran pancarta de la feria, a dos de nuestras protagonistas, da inicio a las entrecruzadas historias, convirtiendo en constante el ritmo de la película reflejado en planos y contraplanos, generales y americanos, entre otros. Beleta generó el ritmo necesario a una película en la que varios destinos, por múltiples razones, han de solucionar sus problemas, a lo que ayuda un pertinaz inspector de policía y un ambulatorio que despierta a la realidad los propósitos de uno de nuestros protagonistas.

Suzette (María Rosa Salgado) pretende encontrarse con ella misma al dejar el hogar familiar debido a una trágica noticia de la que ha tenido conocimiento. Teresa (Mara Lane), es empleada ocasional en un stand de maquinaria, en detrimento moral por el rechazo recibido al pretender ser modelo de pasarela debido a su exuberante figura, teniendo el propósito de ayudar a sus padres y vivir el momento, para el que se ofrece el vendedor del stand (José María Cafarell). Alfredo (Frank Latimore) es el multimillonario empresario al que, con el riesgo de perder su patrimonio personal, solo le interesa la diversión, pero algo cambiará su perspectiva de las cosas durante el desarrollo del evento.

Félix (Antonio Vilar), representa al inadaptado bohemio al que la complejidad de las experiencias sociales que vivirá en la feria, le harán replantearse el estado de sus cosas, su propio destino. Gomis (Manolo Morán), es el veterano carterista que pretende enseñar el oficio a su torpe hijo (Luis Moscatelli) bajo la estricta vigilancia, para desgracia del delincuente, del Inspector de policía (Francisco Piquer). El aspirante a conducir un coche 'colorao' (Miguel Gila), es la contraposición a todos los problemas humanos presentados; su única obsesión es encontrar el coche de sus sueños (un breve y delicioso gag con teléfono adereza su paso por esta multiplicidad de destinos.

El film rezuma frescura narrativa al intercambiar los diferentes intereses de los personajes en las múltiples situaciones en las que un evento como el de la feria, pueda dar, que son muchas, como el variopinto elenco de personalidades preocupadas por la iniauguración, bendecir y desfilar, para mayor gloria de la XXV Feria de Muestras que durante unos días vivirá un evento único, multitudinario, multicultural y comercial, gastronómico y económico de grandes proporciones.

El inteligente uso que de la elipsis narrativa nos hace Rovira Beleta en mostrarnos origen y final del evento, sirviendo como escenario a las experiencias vividas, proporciona a Historias de la feria un interesante entramado multi emocional muy válido, cercano a la realidad del momento. Película merecedora de ser revisada por su tratamiento del eastmancolor, la fotografía de José F. Aguayo, la música de Federico Martínez Tudó, el interesante entramado narrativo del director, y la temática coral de los personajes tratados en el entorno cerrado de la feria abierto a los destinos de nuestros protagonistas.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Ellos y ellas
Crisol de culturas. Centro del mundo. Capital sin final.
Varias historietas que van de lo cómico a lo sórdido, del melodramón al gag, del deseo y la muerte. En tono blanco y medio, menor y pequeño.
Es pueril y a la vez grave, pero en general más bien preñada de personajes y situaciones en barbecho y su salsa, a su tibia manera.
Dos historias de amor, una picaresca y vitalista, y la otra solemne y funeraria, varios cacos, Gila (muy flojo y escaso) y mucha, mucha, policía, mucha, mucha...
Un reparto (cogidos de acá y acullá) coral, variopinto y muy extraño anima esta función que se quiere cosmopolita y bien vivida. Una descocada, y empitonada, Lane y una recatada, demasiado, Salgado versus vagabundo filósofo (Vilar cargante) y galán gigoló de telenovela (Latimore ridículo). De fondo Caffarel haciendo el indio, pobre pringado que pone el interés y la pasta y no se lleva nada, ni siquiera las migajas.
Es muy boba y poca cosa, elegante a pesar de ser tan sosa, discreta y de buen gusto aun con tanto barullo. Aroma a cine clásico, a comedia copiada al americano más famoso e influyente en aquella lejana época. Quizás una mezcla sana y benévola de Sirk y sus tragedias folletinescas con estilo más Hawks o tal vez La Cava, quizás LeRoy o no sé si es mucho decir, muchísimo, demasiado, un Lubitsch o un Capra, directores que convirtieron la frivolidad, la inteligencia y hasta la ideal sociedad en armas de arte de primera, no de guerra. Puestos a inventar, y a aumentar, tiramos la casa por la ventana.
Asoma el casticismo tímidamente, asustado ante un colorín de revista y unos entresijos de vodevil.
Morán lo parte como jefe de la disciplina carterista (dónde va a parar Pickpocket, ni de lejos aquel memo podría con este genio).
La suma de enredos, encuentros, dramas, y trapicheos a veces es muy forzada o muy necia. Lo cual equivale a cierta liviandad sin mucho vuelo. Pero hay que añadir que nunca se renuncia al trabajo bien hecho, ni se pierde el rumbo, ni el criterio.
Todo está atado y bien cerrado.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
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