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En un barrio de Nueva York (2021)

En un barrio de Nueva York
143 min.
6,6
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Sinopsis
Basado en el musical de Broadway, sigue a un grupo de vecinos del barrio Washington Heights, en Nueva York. El principal es Usnavi (Anthony Ramos), el simpático dueño de una bodega, criado por su abuela, que sueña con volver algún día a su República Dominicana de origen; la abuela Claudia, que desempeña el rol de abuela para muchos de los vecinos del barrio; Vanessa, de quien Usnavi está perdidamente enamorado; y Nina, una vieja amiga de Usnavi que regresa al barrio después de mucho tiempo, llevándole noticias inesperadas a sus padres, quienes han estado ahorrando toda la vida para darle una mejor educación académica de la que ellos tuvieron.
Género
Musical Romance Drama Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
In the Heights
Duración
143 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2021: Globos de Oro: Nominada a mejor actor comedia o musical (Anthony Ramos)
2021: Satellite Awards: 3 nominaciones, incluyendo mejor película comedia o musical
5
Paciencia y fe.
En un barrio de Nueva York es la adaptación a la gran pantalla de In the Heights, musical de Broadway de 2008 que ganó el Tony y puso en el mapa la figura del actor, rapero y compositor Lin-Manuel Miranda, quien unos años después crearía el fenómeno cultural de Hamilton. Como fan de los musicales en general y del trabajo de Miranda en particular, no os podéis imaginar las ganas que tenía de ver esta película desde que anunciaron su estreno. Tras haberla visto tengo que decir que estoy algo decepcionado, por desgracia. Intentaré explicar por qué.

Quiara Alegría Hudes, escritora el libreto original, se ha encargado de adaptar el guion, y con su trabajo en la película no tengo demasiados problemas. En En un barrio de Nueva York seguimos las idas y venidas de varios personajes en el vecindario mayoritariamente latino de Washington Heights. Aunque sea un trabajo coral, hay un claro protagonista que es Usnavi, el dueño de una tienda cuyo sueño es regresar a República Dominicana y restaurar el negocio de su padre. Casi todos los personajes tienen su momento para brillar, y las subtramas están resueltas con eficiencia. En este aspecto hay algunos cambios con respecto al texto del musical, es evidente y supongo que inevitable. Camila, la madre de Nina, desaparece de la historia, pero no pasa nada, el conjunto no sufre por ello. Sí es más perjudicial el menor desarrollo que recibe Benny, el interés amoroso de Nina, que acaba careciendo de dirección y resultando más plano que el resto, sobre todo en comparación a la obra original. No entiendo esta decisión, la verdad. No es un personaje menor y creo que merecía más atención.

A pesar de eso, y de más de un momento de excesiva ñoñería, creo que la historia funciona como celebración de la comunidad latina de Estados Unidos, de su raza y de sus orígenes. Es evidente que se hilan algunos temas chungos (la gentrificación que sufre el barrio es una constante que amenaza y presiona, y sus consecuencias son sufridas por la mayoría de residentes de Washington Heights, pero a esto también se le añaden la inmigración ilegal [que creo que está añadido en la película porque no recuerdo que apareciera en el musical de Broadway], las dificultades económicas, la presión tanto interna como externa sufrida por las minorías, etcétera), y si soy sincero, me habría gustado que se les diera más peso, porque creo que quedan como algo superficial enterrado bajo tanta purpurina, pero bueno, entiendo que es el camino que decide tomar la película, y creo que lo que hace, lo hace bien.

La música, cortesía de Lin-Manuel Miranda, es estupenda. Es cierto que no alcanza las cotas magistrales de Hamilton, pero tampoco creo que sea justo compararlas, y en este caso la fusión de hip hop con ritmos latinos y canciones de corte más clásico y teatral le otorga a la obra una voz tremendamente personal. En este aspecto, es un éxito rotundo. La intertextualidad es un rasgo característico de los trabajos del compositor, y aquí se pueden encontrar referencias a Notorious B.I.G. y a Nas, entre otros muchos. Personalmente, son las canciones más latinas (Carnaval del barrio, The club) y las corales (96.000, Blackout y el número inicial) las que más me gustan. Creo que tienen una energía que se contagia, transmiten tanto júbilo y tanto amor por sus raíces que son realmente emocionantes. Lástima que la mayoría de ellas no hayan sido trasladadas al cine como necesitaban.

Y aquí empiezo con el que, en mi opinión, es el mayor defecto de la película: la dirección. No sé a quién se le ocurrió la idea de fichar a Jon M. Chu para este proyecto, la verdad. Vale que Crazy rich Asians me pareció interesante y divertida como comedia romántica, pero los proyectos de este tío relacionados con la música son dos secuelas de Step Up, dos documentales de Justin Bieber y la horrorosa Jem y los hologramas. No es un director con unas credenciales para flipar, la verdad. Y su trabajo en esta película no está a la altura de lo que la historia merecía. Las imágenes tienen un look excesivamente luminoso y artificial, casi esterilizado. Es tan empalagoso que a veces molesta. Que ya sé que la historia es alegre y tal, pero coño, tampoco nos pasemos. Tampoco ha sabido traducir bien los momentos de humor. A las canciones más lentas les faltan trayecto y emoción, y de vez en cuando te cuela alguna chorrada que acaba por complicar lo que tendría que ser una escena íntima y sencilla. Pero lo peor con diferencia es el montaje de los números de baile.

Es que qué rabia, de verdad. Esas escenas de treinta planos diferentes de medio segundo cada uno rozan la epilepsia. Y que no se me malinterprete, ese rollo en algunos números musicales puede quedar bien (en Blackout, que se supone que tiene que ser un caos, funciona), pero hacer esto en números en los que manda la danza es criminal. Es imposible apreciar las coreografías. Comparad la escena en la discoteca de esta película con la escena del salón de baile de West Side Story, que tiene planos alejados y largos y un montaje muchísimo más fluido. Se puede ver, se puede disfrutar de todo. Es que en serio, ¿para qué contratas a tantos bailarines profesionales si no los vas a aprovechar? Y ahora lo han contratado para dirigir la adaptación de Wicked. Miedo me da.

El apartado interpretativo es algo irregular. Por cada actor que hace una buen labor, otro desentona. Me gustan los trabajos de Anthony Ramos (Usnavi), que carga con solvencia con el peso de la historia, y de la gran Daphne Rubin-Vega (Daniela). Estupenda también la entrañable y sentida interpretación de Olga Merediz como Abuela Claudia. Por desgracia, me convence mucho menos el insípido trabajo de Melissa Barrera (Vanessa), y la actuación de Gregory Diaz (Sonny) es enormemente mediocre. Corey Hawkins y Leslie Grace como la pareja Benny-Nina, en un punto más discreto, aprueban, pero ahí se quedan.

Conclusión en la zona spoiler por falta de espacio.
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24 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Cantando bajo los sueños (Paciencia y fe)
No cabe duda de que Lin-Manuel Miranda está de moda. Y muy merecidamente.
El neoyorquino de ascendencia portorriqueña ha tocado el cielo con Hamilton, uno de los mejores musicales de la Historia y, quizás, el más representativo y exitoso de los últimos años o décadas, cuya popularidad se ha visto incrementada gracias a la grabación del elenco original en Nueva York estrenada en Disney + en 2020. Pero, antes de este magistral recuento de la vida de uno de los Padres Fundadores de Estados Unidos, Miranda ya había escrito una pequeña maravilla llamada In the Heights, inspirada en su propia vida en los barrios latinos de la Gran Manzana. Y si es usted fan de Hamilton, está de enhorabuena, porque se ve muy claro el paralelismo musical entre ambas (aunque en esta ocasión, los ritmos latinos comparten protagonismo con el hip-hop puro y duro). Y si además es también fan de Rent, como el propio Miranda, entonces In the Heights le va a entusiasmar. Hay mucho de la magna obra de Jonathan Larson en la historia de Usnavi y sus amigos, y no es de extrañar teniendo en cuenta que Miranda jamás ha ocultado su admiración por Larson. No cuesta imaginar a estos portorriqueños, cubanos y dominicanos como vecinos y hermanos espirituales de los bohemios soñadores y artistas que imaginó el malogrado Larson en aquellas calles de Alphabet City marcadas por las drogas y el SIDA.
Porque eso es In the Heights. Un canto a la vida, al amor, a las raíces. Una celebración de la lengua española, de la cultura propia de los inmigrantes, de la hispanidad de la que no sólo no reniegan, sino que los enorgullece. Una celebración de la energía, del amor, de la amistad, de las familias que se forman sin que haya vínculos de sangre, necesariamente. Una oda a la vida en los barrios, a los cotilleos de peluquería, a las bodegas, a la vida en las calles, a la familiaridad de los vecinos, y a la importancia de todo ello en el día a día de las personas. Y, sobre todo, es un hermosísimo homenaje a los soñadores, al concepto del "sueñito" que tantas veces aparece en la cinta, y que no es otra cosa que encontrar su lugar en el mundo y disfrutar de lo que uno tiene y de los que nos rodean.
Todo esto pone en imágenes Jon M. Chu con una cámara muy dinámica que capta perfectamente la emoción de los números musicales ("Paciencia y fe", "Alabanza" o "Finale" ponen los pelos de punta), su espectacularidad (atención a "Blackout", "96000" o por supuesto "Carnaval del Barrio", una auténtica celebración del orgullo latino) y su sabor único. Porque, sí, las canciones que ha compuesto Lin-Manuel Miranda, que además tiene un par de momentos estelares también como actor en la película, son absolutamente excepcionales, dignas del maestro que es del musical moderno, y que lo han colocado en la élite de los grandes autores de teatro musical, sin duda. Además, la película consigue que el espectador sea uno con los personajes, que los sienta como propios, que se ría con las ocurrencias de Daniela, Carla y Cuca, que se emocione con la crisis existencial de Nina (excepcional personaje), que se identifique con las aspiraciones de Vanessa, que se indigne con la situación tan injusta de Sonny y, por supuesto, que quiera formar parte de la familia de Usnavi y la abuela Claudia. Esto también ocurre gracias al excelente trabajo de todos los actores, desde Anthony Ramos, que está perfecto como Usnavi, pasando por Olga Merediz (que ya estuvo en el original escénico), Daphne Rubin-Vega (la Mimi original de Rent en Broadway), Melissa Barrera, Leslie Grace, Gregory Diaz, Jimmy Smits o Dascha Polanco (vista en Orange is the new black).
Hay un claro problema, que es la duración, desde luego. Dos horas y media casi, para poder hacer justicia a la obra, es sin duda demasiado y lastra el ritmo, como es lógico, ya que no todas las tramas, escenas y canciones tienen el mismo interés. Sin embargo, se le puede perdonar, porque en conjunto la película es tan preciosa y especial que se puede pasar por alto.
Un precioso homenaje a la hispanidad, a los latinos en Estados Unidos, a los soñadores, a las familias y al barrio como hogar y núcleo personal de quienes lo componen. Excelente.

Lo mejor: Su innegable capacidad para emocionar, los actores, la maravillosa música de Lin-Manuel Miranda y la espectacularidad de algunos números (sobre todo "96.000", "Blackout" o "Carnaval del Barrio").
Lo peor: Es demasiado larga, sin duda, por la necesidad de ser fiel al original escénico, y no todas las escenas o números tienen el mismo interés.
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11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
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