Miami Blues (1990)

Una buena película muy aconsejable en la que las desventuras de un ladrón, (perfecto Alec Baldwin), perseguido por un implacable y atrayente Fred Ward, el poli, parece el punto fuerte, pero no es así.
En realidad es una bonita historia de amor del ladrón con una Jennifer Jason Leigh llena de sensibilidad, de tristeza, de añoranza por una vida sencilla..., no sabría decir qué más, pero que viene muy bien para contestar a todos y todas, aquellos y aquellas, que piensan que una mujer que se enamora de un delincuente es una ignorante o que está ciega. Ignorante porque se enamora de alguien que no conoce o no quiere conocer y ciega porque si conoce al delincuente prefiere ignorarlo pero entonces su amor hacia él deja de ser un sentimiento válido o completo.

Pues digo que la vida es muy corta y muy puta para andar poniendo pegas a lo que hay y ella está enamorada de su hombre que es un buen hombre a pesar de todo, y que no hay que justificarle desde luego, pero la vida empuja a golpes y casi nunca hay alternativas.
El caso es que ella luchará por él porque sabe que puede salir adelante…

Típica película que encuentro de forma totalmente casual, sin conocimiento previo de su existencia, y que acabo viendo como simple pasatiempo. En este caso buen pasatiempo. “Miami blues” es una correcta comedia de acción, con Alec Baldwin como un pillastre de tres al cuarto bastante zumbado, una joven Jennifer Jason Leigh que tiene la cabeza a pájaros y un Fred Ward como un policía que no está en sus cabales. Para resumir, se podría decir que ningún personaje de esta película está en su sano juicio, las situaciones disparatadas están más que aseguradas.

Escenas difíciles de olvidar son el atraco al supermercado frustrado por un Alec Baldwin armado con un bote de tomate frito, con un atracador que (¿lo adivinan?) está como un cencerro. O por si no fuera poco el atraco de Baldwin a una casa de empeños, con mutilantes consecuencias. O cualquier momento relacionado con la dentadura postiza de Fred Ward y los “cotilleos culinarios” que se trae con la Jennifer. Una sucesión de situaciones muy locas, con un ladrón que juega a ser policía y desencadena una oleada de violencia sin sentido. Para pasar un buen rato y poco más.