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Antiporno (2016)

Antiporno
76 min.
5,7
834
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Tráiler (JAPONÉS)
Sinopsis
Kyoko es una artista de prestigio, joven y bella, que mantiene una sádica relación con su asistente... hasta que alguien grita “¡corten!”, y la personalidad de la protagonista se escinde en varias capas de delirio. Sion Sono relee el género del roman porno, usándolo como vehículo para pergeñar un alucinante manifiesto sobre la situación de la mujer en la sociedad japonesa. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Sexualidad y pornografía Erótico Cine dentro del cine
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Anchiporuno
Duración
76 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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8
Un día de furia
'Antiporno' de Sion Sono es un experimento audiovisual tan recomendable como enervante. Una bofetada cargada de toda la mala hostia que lleva el director dentro, una pesadilla desquiciada que nos muestra de una forma muy particular como sólo pueden hacer unos pocos (Sono, Miike, Tsukamoto...) una crítica brutal a la posición de la mujer en la sociedad japonesa, especialmente en lo que a tema sexual se refiere.

Y todo esto dentro de lo que supuestamente era un encargo para homenajear el pinku eiga (soft porn más o menos) por parte de la Nikkatsu, que querían así revitalizar un poco un género que era bastante visto en Japón y así ganar panoja llamando a algún director de renombre y dejándole total libertad salvo por que tenían que meter cada X tiempo una escena de sexo (obviamente). Pero se ve que a Sono esto del pinku eiga y cómo trata a la mujer no le mola mucho y sí, más o menos cada X tiempo hay una escena de sexo, pero el cómo están tratadas y la combinación en el resto es un vómito de lava en el género, en la productora y en sus ancestros.

Un montaje frenético y conscientemente confuso en el que nunca estás del todo seguro si el personaje está en la realidad, en una pesadilla o recordando un trauma, unas interpretaciones al borde del colapso con unos monólogos cargados de espumarajos de rabia, unos decorados chillones y algunas situaciones surrealistas se combinan en un cóctel molotov representando la mente a punto de resquebrajarse de una actriz del género que tan pronto te puede provocar una risa incómoda, como una carcajada y al minuto siguiente dejarte picueto, totalmente indignado y finalmente agotado.

75 minutos después, si te dejas llevar, te habrá marcado. Personalmente, salí muy inquieto y enervadísimo, sabiendo que me había gustado pero que es todo un desquite necesario.
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27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Dr. Sono y las mujeres
Tras el fructífero año 2.015 que vivió el controvertido Sion Sono, realizando películas como quien destapa latas de aceitunas, decidió meterse de cabeza en uno de sus proyectos más delirantes, surrealistas y artísticos, haciendo hincapié, por enésima vez, en una obsesión que ya es recurrente en su cine: la sexualidad de la mujer.

Los caminos que puede tomar una idea, desde su concepción hasta su práctica, son siempre, y cuanto menos, curiosos. Los ejecutivos de Nikkatsu, la productora cinematográfica más antigua del país nipón, optaron por revitalizar, de algún modo, el género del "roman porno" que allá por los años '70, y durante bastante tiempo, sacó a la compañía de la nefasta crisis en la que se había sumido; la productora realizó por aquella época infinidad de películas de bajo presupuesto con una carga erótica muy pronunciada que, a pesar de su polémica, ganó un éxito rotundo, gran cantidad de seguidores e influenció a futuros cineastas.
La intención de Nikkatsu era llevar a cabo "remakes" de películas propias y films enfocados en lo erótico, contando con cinco cineastas de renombre, para dar vida a la serie "Roman Porno Reboot". Tras realizar el estúpido "live action" del manga "All Esper Dayo!", del cual también sacó una estúpida adaptación cinematográfica, y participar en la antología de cortometrajes "Madly", Sono fue requerido para formar parte de la serie de Nikkatsu.

No sabían los señores de la productora donde se metían, porque bien es sabido que si hay un tema que siempre ha estado presente en los films de Sono es el del sexo, pero lo que su obtusa mente maquinó iba camino de ser lo diametralmente opuesto a una película de "roman porno" convencional, sobre todo porque, a su parecer, el papel de la mujer en este tipo de producciones estaba siempre subyugado al del hombre. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que el director se desquitó bien cuando se puso manos a la obra en su siguiente largometraje, al que tituló "Antiporno", una más que evidente declaración de intenciones.
Como ya pudimos ver en títulos suyos anteriores, y desde el comienzo de su carrera, el papel de la fémina cobra especial atención. En "Tag", por mucho que la disfrazara de aventura de fantasía y ciencia-ficción, la crítica a la esclavitud de la mujer y la incomprensión hacia ésta por parte de la sociedad japonesa era demoledora, como también ocurría en la absurdísima "The Virgin Psychics", en la atolondrante "Guilty of Romance" o en su obra maestra por excelencia, "Exposición de Amor".

Sono recupera el espíritu de sus primeras obras "indies" de bajo presupuesto (habrá ecos nada disimulados de la mucho más elegante e incluso interesante "I am Keiko") adaptándolo al gran despliegue de medios que suele utilizar en sus más actuales films, y durante poco más de una hora y veinte somos testigos del frenético delirio que vive la joven Kyoko, una modelo, escritora y artista al borde del colapso que parece morar confinada en una habitación llena de color donde ve cómo su mente se va derrumbando por culpa de una crisis de identidad que constantemente le transporta a una realidad alternativa y de la tortura de severos traumas que acontecieron en su adolescencia.
Esta psicótica situación se le presenta en forma de bucle, acudiendo a una enfermiza escena sadomasoquista con su asistente, que culmina en fuertes náuseas, autorepulsión y el hecho de descubrir que todo lo que está viviendo es producto de una mediocre y barata ficción, y que el escenario que habita no es otra cosa que un set de rodaje, donde se ve humillada a partes iguales por el equipo técnico y artístico. Así, una y otra vez, asistimos a la degradación mental y confusión de Kyoko, la cual intenta dar un sentido a su sexualidad como mujer libre e independiente que es, mientras que hace frente a sus demonios interiores y su realidad se resquebraja sin posibilidad de hallar una salida entre tanto caos.

"Antiporno" es una explosión artística en toda regla, un canto a la creación (por parte de la mujer, por supuesto) donde, a partir del uso de un escenario de lo más colorido y surrealista, se llega a límites excesivos, caóticos, exagerados, violentos. Y todo en la película, pese a estar aparentemente dominado por un albedrío descontrolado, se presenta para la protagonista como un espacio reducido, claustrofóbico, que la aprisiona, que la convierte en esclava de cuanto la rodea, como esa pobre lagartija que vemos encerrada en la botella.
Sono, aparte de proclamar a voz en grito y sin tabúes su mensaje feminista y abiertamente sexual introduce un tema también muy especial para él, el del metacine (que alcanzó su máxima en "Why don't you Play in Hell?"), toma referencias de la "nouvelle vague" (tanto de la francesa como de la japonesa), del Kubrick más psicodélico, del Oshima más rebelde, y parece influenciado por el enfermizo estilo de Miike, Imamura y Wakamatsu y por el colorido y estimulante imaginario del cine de Seijun Suzuki y Nobuhiko Obayashi, aunque en realidad Sono siempre ha sido Sono. Ni que decir tiene que Ami Tomite y Mariko Tsutsui se meten desenfrenadamente en los mejores papeles de su carreras.

Lo malo de la película es que, aparte de las grandes similitudes entre la alteración de personalidad de Kyoko con la de la protagonista de ese clásico de la animación que es "Perfect Blue", en los primeros veinte minutos de metraje ya uno acaba desquiciado, irritado y enervado de tanta paranoia, malsana obsesión, conducta sádica y lésbica y locura creativa...así que imagínense al final, cuando ya todo se reduce a una delirante progresión de secuencias a cual más estrambótica.
La obra más feminista de la filmografía de Sono no interesará a sus fans incondicionales, para nada, sino a los que quieran averiguar la políticamente incorrecta manera que éste tiene de expresar sus ideales sobre el sexo y la figura de la mujer con respecto a la sociedad japonesa...a mí, a poco menos de la mitad del film, ya me dejó de interesar.
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11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
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