Cinco de Mayo: La batalla (2013)

Cinco de Mayo es un apreciable intento mexicano de hacer una gran película de entretenimiento y gran presupuesto que narre la odisea de un país contra la fuerza aparentemente invencible del imperio francés de Napoleón III. Y si bien la película de Rafael Lara triunfa en el apartado puramente visual (la fotografía es excelente, las batallas están bien rodadas y entretienen y el final es verdaderamente emocionante, con ese epílogo que explica el final de tan intensa historia), en el aspecto emocional queda bastante más coja. No sólo los diálogos resultan tediosos en muchas ocasiones (la película es demasiado larga y pesada y se nota), sino que apenas se dan datos acerca de los personajes y así es casi imposible identificarse con ellos y congeniar con sus historias amorosas, amistosas y de animadversión con los otros roles que los rodean.
Los actores realizan un buen trabajo, y el público español reconocerá a algunos de ellos, como Kuno Becker (protagonista de la trilogía ¡Gol!), el siempre interesante y eficaz William Miller y un Ginés García Millán que aparece poco pero deja huella.
Interesante en su planteamiento pero insuficiente en su desarrollo. Una verdadera lástima.

Lo mejor: El final y el despliegue de medios a su disposición.
Lo peor: Apenas se sabe quiénes son los personajes y las relaciones humanas no emocionan demasiado. Además es a todas luces demasiado larga.

Ayer, se presentó en el Festival de Cine Íberoamericano, esta superproducción mexicana que recrea la batalla de Puebla de 1862, en la que el ejército mexicano consiguió cortar el avance de las tropas francesas hacia Ciudad de México, de forma heroica.

Rafael Lara, el director de la cinta, nos la presenta como una película que, pese a ser una superproducción, está muy por debajo de los presupuestos del cine norteamericano, sin desmerecer por ello en calidad y espectáculo. Y en lo segundo no se equivoca: “Cinco de Mayo: la batalla”, tiene momentos de mucho espectáculo, y una muy loable recreación de lo que debía ser un campo de batalla de la época.

En lo primero, este humilde espectador, no puede darle la razón al señor Lara. Pese a la estética de cámara al hombro y la fotografía de colores degradados que desde “Salvar al soldado Ryan” ha dotado al cine bélico de una autenticidad y fuerza desgarradora, la cinta mexicana hace aguas por todas partes. El guión es escaso, previsible, y en algunos momentos ridículo y telenovelesco. Los actores, en la mayoría de los casos, sobreactúan, provocando alguna que otra risa con sus reacciones desmesuradas y sus frases intensas pero vacías. Los personajes son planos y estereotípicos, y el final, mon Dieu!, recuerda de manera bochornosa a los anuncios televisivos de energías renovables...

El punto fuerte de la película, es sin lugar a dudas, la recreación de la batalla, que aunque confusa, repetitiva (y demasiado extendida en el metraje), por su crudeza y realismo, me parece sobresaliente, y me hace pensar en qué hubiese sido de “Cinco de Mayo” con una mejor dirección de actores y un guión más trabajado.