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La casa de Jack (2018)

La casa de Jack
150 min.
6,5
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Sinopsis
Estados Unidos, década de 1970. Seguimos a Jack durante un período de 12 años, descubriendo los asesinatos que marcarán su evolución como asesino en serie. La historia se vive desde el punto de vista de Jack, quien considera que cada uno de sus asesinatos es una obra de arte en sí misma. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Drama Crimen Asesinos en serie Años 70 Comedia negra
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Dinamarca Dinamarca
Título original:
The House That Jack Built
Duración
150 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Coproducción Dinamarca-Francia-Alemania-Suecia;
Links
Premios
2018: Festival de Cannes: Sección oficial (fuera de concurso)
2018: Festival de Sitges: Sección oficial (fuera de concurso)
7
La casa del herrero
Jack es un arquitecto fallido y un exitoso psicópata. La película comienza con Jack contando su trayectoria a un confesor que no vemos. El criminal narra a su oyente cinco crímenes al azar, cometidos a lo largo de su vida, para defender el asesinato como arte. Sin embargo, todos y cada uno de sus argumentos serán cuestionados y rebatidos por el misterioso acompañante, dejándole en total evidencia.

Cabe decir que es totalmente comprensible que la gente se marchase de la proyección. Es una película violenta, desagradable y antipática. Además, dura dos horas y media. Sin embargo, aquel que aguante verá su proeza recompensada, pues pasado el shock de los crímenes de los que tanto se ha escrito, la revelación final del film, la cuestión que quiere alcanzar von Trier con el despropósito inicial, es sin duda una de las más interesantes de su carrera.
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289 de 309 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Artista que por el Infierno Vas
El arte es un crimen, dijo alguien.
No existe eso de arte "apto para todas las edades" o políticamente correcto, porque está más allá de esos condicionantes.
Existe tal como es, se aprecia plenamente, o como buenamente se pueda, y luego ya se vomitará en algún medio digital que su responsable es un enfermo mental. Así se duerme tranquilo, pensando que los temas realmente jodidos no nos pueden tocar.

'La Casa de Jack' es una meditación al respecto, pero también un desenmascaramiento intencional por parte de Lars Von Trier.
Él, como su protagonista Jack, también se ha pasado la vida de incidente a incidente (en Cannes), profundamente metódico y perfeccionista, simplemente para mostrar esos lugares oscuros que nadie se atreve a transitar. No es una misión divina, no es ni siquiera una manera de mostrar una verdad suprema, simplemente es un punto de vista como otro cualquiera.
Porque es estupendo recrearse en los romances o dramas que gustarán a otros, pero también es sibilinamente cómico observar cómo una autoestopista con mirada cómplice de Uma Thurman puede dar tanta chapa sobre asesinos seriales, sin darse cuenta de que tiene uno delante a punto de abrirle su resabidilla cabeza.

Jack, al abrigo de la oscuridad, en un descenso al abismo que no vemos, desgrana su vida y no se disculpa por nada de lo que vamos viendo.
No tendría sentido, no hay una infancia traumática ni un comportamiento represivo, sino genuina curiosidad por el daño que puede soportar un cuerpo humano, la misma que tantos dictadores y monstruos ejemplares de la Historia han explorado: es un modo de vida, una lente a partir de la cual verlo todo, porque donde otros queremos la fotografía él se queda con el negativo de luces oscuras.
Durante el autorretrato dividido en varios incidentes, su confesor Verge le repite que ya se lo han contado de todo color y pelaje, que no hay ninguna obsesión que le pueda sorprender o ninguna justificación que se pueda aceptar, pero Jack, como todos, se empeña en que bajo su luz oscura el mundo realmente se aprecia diferente. Bonito paralelismo Von Trier así nos cuela hacia si mismo, esgrimiendo su habitual no saber hacer arte de otra manera y auto-homenajeando los aires de grandeza presentes en toda su filmografía.

Jack tiene razón, pese a que al principio te puedas resistir a verlo, o simplemente te rías con su perfeccionismo compulsivo (Von Trier tampoco es tonto, y sabe que hasta el más iluminado tiene patéticas fallas con gracioso resultado).
Es cierto, nunca se me habría ocurrido pensar en la matemática animal de una presa salvaguardando a sus crías, perfectamente aplicable a una mujer con hijos a la que le dicen que tiene bala ya reservada, haciéndonos evidentes como seres de costumbres genéticas. Tampoco imaginaba que fuimos tan retorcidos como para plantar sirenas innecesarias en aviones que desmoralizaban al enemigo, o que las balas de chaqueta metálica fueron desarrolladas en un alarde de inquina para ahorrar munición a cada matanza.
Aunque probablemente el detalle más cruel, el que inclina nuestro favor hacia la híper-cordura de Jack si no lo hemos hecho ya, es verle gritar junto a su víctima que hay un asesino en el edificio, solo para recibir el más aplastante silencio: a una gran mayoría de gente, en el fondo, se la sudan los demás y no se ensuciarían las manos si lo pueden evitar.

Algo muy parecido sucede siendo público de esta película, habiendo llegado tan lejos, y comprobando que pasados los minutos te conviertes en una especie de voyeur glorificado, progresivamente más desconectado de las atrocidades para soportar verlas, aunque con el suficiente interés en seguir viendo cuál será la siguiente.
Aquel policía incrédulo, aquel mecánico ausente, no hacen nada a la más leve sospecha porque gustan de ver como nosotros, no de meterse en problemas al ayudar: eso sería casi aceptar que visiones del mundo como la de Jack existen, y queremos blindarnos de ellas todo lo posible.
Y cuanto más miramos, más comprendemos su preocupación por dejar sin limpiar la más pequeñita manchita de sangre, o le compadecemos por las chapuzas amontonando cuerpos en su cámara frigorífica, esperando que supere cualquier obstáculo en su camino. Será proscrito, será brutal, será perverso... pero a su retorcida manera es un artista, que no puede dejar de crear a su paso, construyendo una casa cárnica en hueso que le representa mucho más que cualquier conjunto normalizado de madera y teja.

Habrá gente horrorizada al observar semejante cuerpo de trabajo, y está bien. Pero también habrá otra gente que sienta lo repulsivo, lo sobrecogedor y el sufrimiento, y sea capaz de ver cómo forma parte definitoria de este mundo.
Como Jack, Lars Von Trier también trabaja para que no nos olvidemos de que el infierno está presente, entretejido en las vísceras de todo lo que es bueno y divino.

El descenso a los infiernos que se muestra parecería entonces una redundancia, pero es necesario como reflexión silenciosa sobre lo que dejamos atrás, sobre lo que nos espera y sobre lo que nos hemos negado al avanzar, recordando lo humilde que es el recorrido de Jack, y por extensión el del adorado, multipremiado director Lars Von Trier.
Hay un ingeniero en cada uno de nosotros, asumiendo las órdenes de nuestro propio arquitecto. Siempre nos saldrá una casa distinta, pero casa a fin de cuentas: puerta de nuestro infierno particular, y maltrecho legado a todo lo que quisimos lograr.
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134 de 150 usuarios han encontrado esta crítica útil
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