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Matewan (1987)

Matewan
132 min.
7,2
421
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Sinopsis
Hacia 1920, las minas de carbón de Virginia del Oeste están controladas por poderosas compañías que pagan salarios muy bajos para que los precios sean competitivos. La mano de obra está formada por inmigrantes negros del sur. Cuando los mineros de Matewan se declaran en huelga, la desesperación y la violencia no tardan en aparecer. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Años 20
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Matewan
Duración
132 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1987: Nominada al Oscar: Mejor fotografía
1987: Premios Independent Spirit: Mejor fotografía. 5 nominaciones
8
Get Up...
Notable film de la primera época de Sayles que, no sé muy bien por qué, no es muy recordado a día de hoy. Lo cierto es que no he visto sus películas anteriores a ésta pero tampoco hace falta para deducir que con esta obra Sayles se hizo, digamos, mayor, y empezó a madurar ese estilo que tan buenos dividendos le daría años después. Y aunque aquí sus constantes ya están presentes, sobre todo ese idealismo rabioso del que siempre ha hecho gala, todavía no estamos ante una obra puramente Sayles. Ateniéndose a los hechos de un acontecimiento real, el nacimiento de los sindicatos en la industria minera americana de los años 20, Sayles factura una obra que rebosa clasicismo, y que trae a la memoria la también más que notable Arde Mississipi de Alan Parker. De factura impecable y con un ritmo que no decae, pese a sus 130 minutos, se le puede achacar a Sayles que transite por veredas ya conocidas, aunque quizás no tanto en 1987, ese año, y que el conjunto no tenga la fuerte personalidad de su obra posterior. Supongo que ceñir el guión a los hechos reales dio lugar a un Sayles más contenido, aunque de todos modos la película lleva su firma de cabo a rabo. Y es grande volver a encontrarse, aquí por vez primera, con todas esas caras: Chris Cooper, David Strathairn o Mary McDonnell, que luego colaborarían en sus películas más memorables. Pero se echan en falta esas gotas de azufre en los diálogos y algo más de aliño a la Sayles. Por contra, Sayles alecciona, entretiene, pincha el Get Up, Stand Up de Marley e incita a rebanar los pescuezos de los tipos de arriba, en el utópico caso de que tuviéramos los brazos tan desorbitadamente largos. Y también da la justa medida, de refilón, de la rueda más del engranaje en que se han convertido los sindicatos a día de hoy. Pero sigue reconfortando, el idealismo de Sayles, aunque cada vez más se sienta como la niebla, etéreo y evanescente. En fin. Get Up...
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Soy Minero!
257/17(11/08/20) Interesante drama de enmarcado comprometimiento social, en tono izquierdista en su alabanza de la unión de los trabajadores (en torno a un sindicato) contra la opresión de los patrones, y para ganar derechos laborales esenciales. Dirigido y guionizado por el combativo neoyorkino John Sayles, versando sobre los eventos de la Batalla (o Masacre, por cierto, filmada esta de un modo pésimo) de Matewan, en la que murieron una docena de personas, a tiros. Eran sindicalistas en ciernes acechados por mercenarios disfrazados de detectives al servicio de las compañías mineras, propietarias de las minas, de las tierras adyacentes, de las pocas viviendas y los escasos establecimientos comerciales. Originado en una huelga de mineros del carbón de hace 100 años, en 1920 en Matewan, pequeña ciudad en las colinas de Virginia Occidental, añadiendo al argumento personajes de ficción, y un conflicto de étnico (de esquiroles emigrantes italianos y negros, tratado de un modo superficial buenista). En las estribaciones de los Montes Apalaches, con los meandros del río Tug Fork que durante varios kilómetros se erige en frontera natural que marca los límites entre los estados de Virginia Oriental (West Virginia) y Kentucky se halla la aldea, más que municipio, de Matewan, menos de dos kilómetros cuadrados de superficie. Tiene entre sus virtudes unas brillantes actuaciones de Chris Cooper como el líder sindicalista, Will Oldman como el joven predicador apasionado, Mary McDonnell como la abnegada madre del predicador, James Earl Jones (inspirado su rol en Few Clothes) como la cara de los esquiroles, David Strathairn como un orgulloso sheriff. Tiene una estupenda escenificación que hace no parezca un film de bajo presupuesto. Tiene una excelente (nominada al Oscar) fotografía Haskell Wexler. Y por supuesto está la denuncia de una situación de injusticia social. Fue un éxito crítico pero un fracaso de taquilla, recaudando menos de $ 2 millones con un presupuesto estimado de $ 4 millones. La película recibió una nominación al Premio de la Academia a la Mejor Fotografía (perdió ante la de Vittorio Storaro y su labor en “El último emperador”).

Una película de claros tintes idealistas, con un ritmo irregular, con algún valle que hace que pese su gran metraje 132 minutos, donde hay algunas reiteraciones y tramos de subrayados, donde peca de caracteres binarios, los buenos son muy buenos y los malos son horribles (lo de los dos matones Kevin Tighe como Hickey y Gordon Clapp de Tom Griggs)intimidando a unos y a otros resultan caricaturescos), donde me extraña que en ningún momento vemos que haya negociación alguna de los patrones con los trabajadores, esta simplificación de los hechos resta realismo, anulando la complejidad. Sayles se olvida de la insinuación y la sutilidad, trata al espectador de primario y se lo da todo masticado. Crea un sub mundo donde los obreros son vejados, humillados, apaleados, asesinados, infiltrados por espías para que se maten entre ellos (en una subtrama, por cierto grimante), pero no apenas se les da alma a estos personajes, solo al inventado Joe Kenehan (Chris Cooper), tiene fondo, el resto son meros clichés con piernas y ojos. Sayles busca la conexión humanista con este proletariado con recursos facilones, pero la emoción que requiere se me queda a medias ante su poca capacidad de ampliar el foco y dar personalidad a los roles, y no siendo meras perchas de ideas. Quizás anhela captar de laguna forma el espíritu fordiano de “Las uvas de la ira”, pero en la comparación se queda en un bosquejo muy esquemático, donde las costuras se dejan ver por todos lados. Entiendo que se posicione a favor de los oprimidos, pero al negar el alma a la otra parte se queda en un panfleto.

Como buen film izquierdista no puede faltar la puya contra la Iglesia, como ‘cómplices’ de los villanos en sus homilías. El reverendo de Matewan encarnado por el propio John Sayles: “"El Príncipe de las Tinieblas está sobre la tierra... Ahora en la Biblia su nombre es Beezlebub, el Señor de las Moscas. Ahora mismo en la Tierra hoy, su nombre es bolchevique! Socialista! Comunista! Hombre de la Unión! Señor de la falsedad, sembrador de semilla mala, enemigo de todo lo bueno y puro. Y esta criatura camina entre nosotros... Qué vamos a hacer al respecto?".

Comienza de modo evocador mostrando las penosas condiciones laborales en que trabajan los mineros en las galerías subterráneas, ello con una iluminación natural del candil de un minero, aportando un turbador sentido lírico. YTras ello salimos a la luz con un tren que para en medio de un bosque, se bajan decenas de hombres y de pronto aparecen de entre los árboles un grupo de tipos para apalearlos, son huelguistas que atacan a los esquiroles. Con estos esquiroles asistimos a una charla de ‘bienvenida’ en que el capataz los recibe con una serie de normas cercanas al esclavismo en el sometimiento ciego a la empresa, y entonces nos enteramos del porqué de la huelga ante estas condiciones. Una ágil presentación del núcleo de la historia. Al pueblo de la mina, Matewan, llega a la ciudad Joe Kenehan (Chris Cooper en su debut en cine), un pacifista enviado por United Mine Workers of America para ayudar a formar un sindicato. Tipo que no busca la confrontación, anhela que con perseverancia y comunión pétrea vencer. Pero también llegan al pueblo dos matones enviados por los dueños de las minas para intentar acabar con la ‘rebelión’.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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