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Voto de Peter Gabriel 77:
8
Drama Hacia 1920, las minas de carbón de Virginia del Oeste están controladas por poderosas compañías que pagan salarios muy bajos para que los precios sean competitivos. La mano de obra está formada por inmigrantes negros del sur. Cuando los mineros de Matewan se declaran en huelga, la desesperación y la violencia no tardan en aparecer. (FILMAFFINITY)
19 de abril de 2010
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable film de la primera época de Sayles que, no sé muy bien por qué, no es muy recordado a día de hoy. Lo cierto es que no he visto sus películas anteriores a ésta pero tampoco hace falta para deducir que con esta obra Sayles se hizo, digamos, mayor, y empezó a madurar ese estilo que tan buenos dividendos le daría años después. Y aunque aquí sus constantes ya están presentes, sobre todo ese idealismo rabioso del que siempre ha hecho gala, todavía no estamos ante una obra puramente Sayles. Ateniéndose a los hechos de un acontecimiento real, el nacimiento de los sindicatos en la industria minera americana de los años 20, Sayles factura una obra que rebosa clasicismo, y que trae a la memoria la también más que notable Arde Mississipi de Alan Parker. De factura impecable y con un ritmo que no decae, pese a sus 130 minutos, se le puede achacar a Sayles que transite por veredas ya conocidas, aunque quizás no tanto en 1987, ese año, y que el conjunto no tenga la fuerte personalidad de su obra posterior. Supongo que ceñir el guión a los hechos reales dio lugar a un Sayles más contenido, aunque de todos modos la película lleva su firma de cabo a rabo. Y es grande volver a encontrarse, aquí por vez primera, con todas esas caras: Chris Cooper, David Strathairn o Mary McDonnell, que luego colaborarían en sus películas más memorables. Pero se echan en falta esas gotas de azufre en los diálogos y algo más de aliño a la Sayles. Por contra, Sayles alecciona, entretiene, pincha el Get Up, Stand Up de Marley e incita a rebanar los pescuezos de los tipos de arriba, en el utópico caso de que tuviéramos los brazos tan desorbitadamente largos. Y también da la justa medida, de refilón, de la rueda más del engranaje en que se han convertido los sindicatos a día de hoy. Pero sigue reconfortando, el idealismo de Sayles, aunque cada vez más se sienta como la niebla, etéreo y evanescente. En fin. Get Up...
Peter Gabriel 77
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